Las mejores firmas madridistas del planeta

Esta noche viviremos en Anfield un duelo de titanes entre dos miembros de la realeza europea: el Liverpool y el Madrid.

Los amigos de fcQuiz quieren ponerte a prueba con el siguiente cuestionario.

¿Te atreves?


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Buenos días, amigos. Si fuera un vino estaría picado. Si fuese un pepino, amargaría. Hablamos de Aritz Gabilondo, paradigma de la meritocracia. La consigna siempre es la misma: desestabilizar al enemigo, que en este caso es el Real Madrid porque es el único club que aboga de verdad por un fútbol limpio y, claro, en esa situación, ¿de qué vivirían los medios?

Esta vez la cosa hiede como una pechuga de pollo fuera de la nevera en julio durante quince días en una cocina de Écija. El Madrid va bien, y lo único a lo que se pueden asir es a un asunto antiguo y zanjado: el enfado de Vini tras su cambio contra el Barça y sus posteriores disculpas.

Seguir a vueltas con esto es como si aún estuviésemos comentando un rifirrafe en el Congreso entre Cánovas y Sagasta. Pero no tienen otra cosa donde inocular su veneno mediático.

El bueno de Aritz escribe: «Sobre si será titular o suplente en Liverpool se pueden avanzar innumerables conclusiones: o el técnico claudica como claudicó ante el Valencia o el brasileño paga su desaire del Clásico en el partido más gordo de lo que va de Champions».

A Gabilondo no le vale con que Vini pidiese disculpas, Xabi diese por zanjado el asunto, jugase contra el Valencia, la afición —a quien de verdad le importa esto— lo aplaudiese y técnico y jugador se diesen la mano en el momento de la sustitución. No, para Aritz la polémica sigue viva, aunque sea el mismo trozo de pollo anterior, e intenta reanimarla con maniobras de RCP bochornosas.

Mientras Mbappé siga marcando y el Madrid ganando, el perdedor en esta guerra es Vinicius.

✍️ @AS_AGabilondo

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— Diario AS (@diarioas) November 3, 2025

Según este insigne periodista, Xabi claudicó contra el Valencia, lo sabe él y punto. Esta reacción fue predicha por todo ser humano funcional no untado por el antimadridismo, no es nada nuevo, pero destaparte con que el castigo podría venir casi diez días después de los hechos es una pirueta de mérito. Ahí has estado brillante, Gabilondo.

Además, esta teoría es válida hasta el infinito: si dentro de tres meses Vini no juega un partido de titular, será como castigo por su reacción a la sustitución contra el club cliente de Negreira.

La dosis de veneno aumenta en el párrafo siguiente: «También el indulto posterior de Alonso se quedó corto, pues hizo la vista gorda sin escrúpulos y miró hacia otro lado en su discurso y en su alineación. No hay duda de su estrategia: las decisiones drásticas —si es que las hay—, mejor en verano que ahora que puedan perjudicarles a él y al equipo. La realidad es que mientras Mbappé siga marcando y el Madrid ganando, el perdedor en esta guerra es Vinicius, no Xabi. Recálquese por eso que en su arrepentimiento postizo Vinicius incluyera a todo trapo al presidente, esa figura que en el Madrid puede mostrar el pulgar abajo a cualquier estrella, también, por supuesto, a él».

Sigue patente la omnisciencia de Aritz, él lo sabe todo y además conoce por qué. No solo de las situaciones que acontecen en lugares donde él no se encuentra, sino los sentimientos internos de los protagonistas. Este hombre es un ser maravilloso, un semidiós.

Cabe destacar este hito del periodismo: «mientras Mbappé siga marcando y el Madrid ganando, el perdedor en esta guerra es Vinicius, no Xabi». Para los profesionales pagados para escribir el relato siempre es todo mal cuando del Real Madrid se trata. ¿Se para a leer lo que escribe? Imaginemos que hoy Mbappé marca dos goles con sendas asistencias de Vini y los blancos se imponen en Anfield, según Gabilondo, el perdedor no sería el Liverpool, sino Vinícius.

Un Vinícius que es la pesadilla de Anfield, como destaca Marca.

Nada es casual, saben que el 7 del Madrid ha sido, es y será pieza clave desequilibrante capaz de darle la vuelta él solo a un partido trascendente en el cual hasta ese momento estaba desaparecido. Eso lo convierte en peligroso y en el principal objetivo a eliminar. Lo asombroso es el aguante de Vini, que lleva años sufriendo una campaña de acoso como jamás se había visto.

Para instilar este relato en la sociedad, es condición sine qua non ocultar cualquier buena acción del perseguido, manipular y encarrilar la narrativa hacia el lugar deseado, aunque este se encuentre a un mundo de la verdad.

Jesús Bengoechea dio en el centro de la diana anoche con esta publicación en X:

Cuando Koke le suelta a Vini “Mbappé te está comiendo la tostada”, Vini le responde “Ya, y juega en mi equipo”.

Cuando Ferran trata de poner nervioso a Vini al producirse un penalti, preguntándole “¿Lo vas a tirar tú?”, el brasileño le replica: “No, lo tira Kylian, que los mete… https://t.co/eH2CrDjJ5q

— Jesús Bengoechea (@JesusBengoechea) November 3, 2025

«Cuando Koke le suelta a Vini “Mbappé te está comiendo la tostada”, Vini le responde “Ya, y juega en mi equipo”. Cuando Ferran trata de poner nervioso a Vini al producirse un penalti, preguntándole “¿Lo vas a tirar tú?”, el brasileño le replica: “No, lo tira Kylian, que los mete siempre”. Son las cosas que nunca se destacan de Vini, y que me parecen suficientes para desacreditar este intento de intoxicación».

Efectivamente, estas cosas del brasileño nunca se ponderan, porque hacerlo supondría desactivar el relato. Del mismo modo que no se emiten las imágenes en las que se preocupa por el rival, bromea con él, lo ayuda, le presta agua. Ni cuando se queda el tiempo que sea necesario a firmar autógrafos y posar sonriente con los mismos aficionados que minutos antes lo han estado acribillando a insultos, a menudo racistas. No interesa hacerlo. Que me quedo sin comer.

El motivo por el cual Vini no cae fulminado con el veneno mediático es que él mismo es el antídoto al tóxico.

Gabilondo hoy verá el partido contra el Liverpool atento a Vini, a Xabi y a cualquier vapor intrascendente que pueda atrapar en su tubo de ensaño para fabricar más veneno.

Mientras tanto, el Madrid, a lo suyo. Primero, realizó una ofrenda floral y honró la memoria de Diogo Jota y André Silva en un emotivo homenaje. Y esta noche, a por el partido. This is Real Madrid. Alberto Cosín ha diseccionado al equipo de Slot para que sepamos a qué rival nos enfrentaremos. Podéis leer aquí su previa del encuentro.

En Can Barça también están a sus cosas. Para Mundo Deportivo lo más destacado del día es su Gala Femenina. Sport, en cambio, apuesta por Dro. Nosotros apostamos por Gabinete Caligari.

Pasad un buen día.

1- Sistema de juego y once probable

 

Cuarta jornada de la Champions League y el Real Madrid visita el templo de Anfield. Enfrente, un Liverpool que se reforzó de manera cuantiosa en verano, pero que todavía no ha arrancado como se esperaba. La situación en la que se ven los dos equipos es radicalmente distinta a la de la temporada pasada. Ahora es cuando el Real Madrid llega en gran dinámica, a diferencia de los reds, que pese a ganar el sábado al Aston Villa, vienen de una racha negativa en varias competiciones. Arne Slot todavía no ha dado con la tecla esta temporada y hay muchos jugadores lejos de su mejor momento. También la mayoría de los fichajes no se han adaptado todavía. De todas formas, es el Liverpool y Anfield, y eso son palabras mayores.

El cuadro inglés tiene varias bajas: Alisson, Isak, Frimpong y Leoni, como más destacadas. Además, Curtis Jones se ha recuperado a última hora, pero sigue siendo duda. Slot tiene varias alternativas en el once, sobre todo en el lateral derecho, y dependiendo del que ocupe esa zona se verá un equipo u otro. En portería estará Mamardashvili; Bradley (o Szoboszlai) lateral derecho y Robertson en el izquierdo; Konaté y Van Dijk de centrales; doble pivote para Gravenberch y MacAllister; por delante Szoboszlai (o Wirtz, si el húngaro es lateral), Gakpo a la izquierda y Salah a la derecha; en punta, Ekitiké.

 

2- Presión

 

Una seña de identidad del técnico neerlandés. La presión es una de sus características como técnico y una de las razones por las que el Liverpool fue una máquina de ganar en Premier la temporada pasada. Este año, sin embargo, no está funcionando. El neerlandés pide agresividad, intensidad y vehemencia en los duelos muy arriba. Si consiguen robar el balón o generar pérdidas peligrosas cerca del área, acaban con ocasiones claras o goles. MacAllister es el que tira del equipo de arriba para meterlo prácticamente en el área rival y la defensa se sitúa en el mediocampo. El papel del Real Madrid en la salida será fundamental para saltar la primera línea con ayuda de los mediocampistas. Si se logra superar la presión, las posibilidades de hacer daño en transiciones a los reds serán muy altas, ya que el ataque será un cara a cara con los centrales, dándose situaciones de 3 vs. 3 o 4 vs. 4. Es una de las formas de hacer daño al equipo inglés.

3- Salida de balón

 

La salida de balón del Liverpool depende en gran medida de Van Dijk. Con él consiguen sacar el esférico jugado y limpio desde atrás. Tanto a ras de suelo como en los desplazamientos en largo que realiza con enorme precisión el neerlandés. Otra de las alternativas es el húngaro Szoboszlai si juega por banda, gracias a su pie, precisión y visión de juego. Si el Real Madrid sigue con su dinámica de presión, se les puede ahogar sacando réditos muy importantes y obteniendo situaciones de peligro muy cerca de la meta de Mamardashvili. Un factor vital a tener en cuenta será el mediocampo, y en especial MacAllister y Gravenberch, que también colaboran en la salida al bajar unos metros su posición y apoyar a los centrales. Tienen movimientos muy trabajados y los laterales también progresan con el cuero en velocidad. Además, buscan pases en largo en diagonal a las bandas para aprovechar la velocidad de Salah o el cuerpo y la agilidad de Ekitiké y Gakpo.

 

4- Poderío ofensivo

 

El devastador poder goleador del Liverpool de otros años no vive su época más lúcida en lo que va de temporada. Isak está acusando el haber llegado tan tarde, Salah está lejos de cifras de otros años y Ekitiké tampoco es un consumado goleador, aunque está sumando en esta faceta. Gakpo sí está viendo puerta y sobre todo creando peligro desde el costado izquierdo. En la Champions, vienen de golear al Eintracht, pero en Premier League han recibido 14 goles en 10 partidos, a más de uno de media por encuentro. El papel de los laterales es básico en la idea de Slot, siendo casi extremos cuando se desenvuelven en ataque. Tratan de llegar hasta línea de fondo, doblar a los extremos y participar en las jugadas ofensivas. Los dos, pero sobre todo Szoboszlai, disponen de un guante para centrar, y en el caso del húngaro también para probar desde la larga distancia. En el medio campo, Granvenberch está tirando de la pareja que forma con MacAllister, que lleva irregular desde que comenzó la temporada. Por último, en el juego aéreo cuentan con valladares como Van Dijk y Konaté, que deben estar vigilados a balón parado.

4- Aspecto defensivo

 

El conjunto rocoso, complicado de ganar y que dejaba la portería a cero muchos días ha desaparecido. Su sistema defensivo ha hecho aguas en muchos partidos, ya no es fiable y recibe goles y ocasiones con bastante facilidad. Les falta atención y concentración en segundas jugadas y rechaces y lo están pagando. Konaté empezó muy mal el curso y Van Dijk ha bajado un par de escalones respecto a los que nos tenía acostumbrados. Kerkez no es el del Bournemouth y Robertson está volviendo a tener minutos, mientras que la baja de Frimpong la suple el húngaro, aunque Bradley también tiene opciones de jugar. Además, también destacaba por ser un equipo muy físico y poderoso, pero no lo está mostrando hasta la fecha y en muchos encuentros caen en los segundos tiempos.

 

6- Estilo de juego

 

Partidos a un gran ritmo de balón, circulación, presión e intensidad. Un equipo que agobia y te hace sufrir en el terreno de juego. Son aspectos que figuran en el librillo de Slot pero que están brillando por su ausencia. Se conoce de sobra al Liverpool y sabemos que tiene jugadores muy dinámicos, rápidos y verticales con campo para correr. Además, los primeros minutos suelen ser una tortura para el rival en Anfield. En este aspecto el Real Madrid ya lo sabe de sobra y debe salir preparado y concentrado para la tormenta inicial, porque es una escuadra que crea ocasiones para marcarte dos goles en cinco minutos sin que te des cuenta. Si consigue el Real Madrid detener esa primera oleada, se equilibrarán las fuerzas y ahí es cuando el cuadro blanco debe tratar de imponer su ritmo y estilo de juego. Es un partido importante para los reds, camino de encauzar su principio de curso, en su feudo apoyados por el público y con un campo que es más corto de lo habitual (unos 101m de largo), apretarán seguro.

7- Hombre clave

 

Las temporadas pasan y Salah lo está notando en estos primeros meses de curso. Está lejos de guarismos goleadores con los que empezaba las campañas y suma 5 tantos en 14 partidos, el último el sábado a puerta vacía por un grave error del Dibu Martínez. Pero es el jugador de más talento y gol del tridente red y nunca te puedes relajar con él. Seguro que quiere enmendar su flojo inicio y reivindicarse ante el Real Madrid. Su duelo con Carreras será apasionante. El egipcio posee olfato goleador, técnica, velocidad y desborde. Marca y asiste y sus compañeros le buscan continuamente para que trate de hacer diabluras. Si Salah te encara en velocidad, es prácticamente imparable, y pese a ser zurdo no tiene mala salida por su perfil derecho para centrar o disparar.

 

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El Real Madrid ha vuelto. En una época en la que no se veían todos los partidos y había que esperar a Estudio Estadio para ver los resúmenes, en mi casa se repetía cada domingo una frase. Si la tele estaba apagada o si estaba en el otro canal (sí, amigos, yo crecí con dos canales de televisión), mi hermano mayor o mi padre miraban parsimoniosamente el reloj (tampoco había móviles) y acudían al sofá de los Simpsons, frente a la tele, donde se reunía la familia para ver “los goles del Madrid”.

Normalmente sabíamos el resultado, pero daba igual. Había que sentarse a ver “los goles del Madrid”, porque el Madrid siempre metía goles. Más de uno. Aunque hubiéramos empatado o perdido sin marcar, la frase que nos convocaba cada domingo permanecía invariable. El unocerismo era cosa histórica del Atlético, de los equipos entrenados por Maguregui o Bilardo (que sumaban como victorias los empates a cero) o muy posteriormente, de la liga ganada al alimón por Xabi Hernández en el banquillo, el CTA de Medina Cantalejo en los mandos y Óscar Lago (o sea, Roures y Benet) en el cuarto oscuro.

Llevábamos tiempo sin meter cuatro goles, que era cosa frecuente en mi infancia. Ya echábamos de menos un festín como el del domingo contra el Valencia o antes frente al Villarreal. Triunfos brillantes por la intensidad del equipo; el último, administrativo, por la aplastante superioridad de la primera parte. Se vio venir desde los primeros minutos.

El equipo está empezando a funcionar. La calidad siempre estuvo ahí. Faltaba la emoción, el fuego que Xabi nos había prometido. En el Metropolitano faltó algo importante. No supimos igualar las ganas de ganar del rival. Una anomalía, que, sin embargo, para nuestra desgracia, volverá a suceder. La indolencia o la pereza siempre fue una debilidad madridista, la desconexión ocasional y misteriosa que siempre tuvimos. Tal vez la apatía contagiosa de uno o dos futbolistas, un bache físico en la sala de máquinas, o desde 1992, la sensación de que luchamos contra un enemigo inmaterial y poderoso...

Los fichajes ya se pueden contar como aciertos, sin debate, a excepción de Trent, lateral melancólico al que aún no hemos visto. Carreras se está soltando en defensa y en ataque se atreve a meter goles cristianescos. Físicamente es un espartano. Fino con el balón en los pies. Tiene inteligencia táctica, no estorba nunca (recordemos la frecuente confusión del bueno de Mendy -un defensa del siglo XX- cuando cruza el mediocampo) y no para de trabajar. Huijsen es un central imposible: Un tipo de casi dos metros que no destaca por arriba pero que tiene una salida de balón de mediocentro, superando la presión con precisos pases verticales, siempre al pie bueno del compañero.

El año pasado se nos fue la liga en febrero, después de los tres atracos sucesivos firmados por el CTA en Cornellá, en el derbi del Bernabéu y en El Sadar, perpetrados con total desparpajo. Pudimos ganar la liga perfectamente a pesar de las catástrofes frente al Barcelona, en las que ya sufrimos el brote apático, una de cuyas posibles causas hasta tiene nombres en psicología:

-Desgaste por indignación crónica o Fatiga Moral. Cuando una persona o un grupo se expone repetidamente a injusticias, el cerebro reduce la respuesta emocional para protegerse de un estrés que no puede manejar. Científicamente es similar al burnout emocional (Baumeister & Vohls, 2007): La indignación consume recursos congnitivos; cuando se agotan, aparece la apatía.

-Desensibilización emocional. Cuando se da una exposición repetida al mismo estímulo negativo el cerebro baja el umbral de sensibilidad para no saturarse. El sistema límbico deja de activarse ante el mismo trigger (un árbitro o el VAR prevaricando a la vista de todo el mundo, por ejemplo). Estudios por Funk et al., 2004 muestran que ver repetidamente injusticias reduce la empatía y la activación moral.

El año pasado se nos fue la liga en febrero, después de los tres atracos sucesivos firmados por el CTA en Cornellá, en el derbi del Bernabéu y en El Sadar, perpetrados con total desparpajo. Pudimos ganar la liga perfectamente a pesar de las catástrofes frente al Barcelona

Las críticas al último Ancelotti fueron constantes, despiadadas, excesivas, injustas. Recordemos que su defensa titular fue Fran/Mendy, Asencio, Rudiger, Lucas, por la decisión del club de no fichar para sustituir a los lesionados Carvajal, Militao, Alaba. Estos días la prensa elogia la eficacia defensiva de los últimos onces de Xabi: Carreras, Militao, Huijsen, Valverde. ¿Hasta dónde habría llegado el Real Madrid de Ancelotti con esa defensa la temporada pasada? ¿Y con un Bellingham al 100% sin dolor en su hombro? ¿Alguien piensa que los resultados contra el Barcelona habrían sido idénticos? Pues amigos, fueron cuatro puntos lo que nos separó del título. Ganando uno de los enfrentamientos directos contra el club corrupto y sólo uno de los partidos de Cornellá, el derbi o El Sadar, habríamos sumado nuestra liga número 37.

La nostra fine

Es verdad que Carlo no confió en Güler ni arriesgó con canteranos más que en situaciones de urgencia. Pero también es verdad que nos dejó ver el potencial de demolición de Endrick, al que todavía no hemos visto con Xabi, y fue capaz de convencer a Rodrygo de jugar en la derecha.

El Real Madrid siempre vuelve. El Madrid es continuo y sucesivo. Ya estaba aquí cuando nacimos cada uno de nosotros y aquí seguirá para los madridistas que todavía no nacieron. A veces desaparece, se regenera, se desprende de viejos hábitos o hiberna durante uno o dos inviernos. Pero cuando regresa suele tener hambre. El Real Madrid de Xabi tiene hambre.

No hablaré de Courtois, que parece estar de vuelta después de algunas apariciones por debajo de su nivel. De la defensa ya hemos escrito. Mención especial para Militao, recuperando su prime asombrosamente tras un año largo en blanco, y para Valverde: futbolista descomunal, que mejora a los especialistas en cualquier posición.

El Real Madrid siempre vuelve. El Madrid es continuo y sucesivo. Ya estaba aquí cuando nacimos cada uno de nosotros y aquí seguirá para los madridistas que todavía no nacieron

Nuestro centro del campo de tres no puede ser diferente de Tchouameni en el eje, Bellingham dominando con balón y asfixiando al rival sin él y Güler en la orfebrería, manteniendo la posesión, atrayendo rivales con su flauta mágica y poniendo balones de gol a Mbappé o buscándolos dentro del área.

Vuelve el Madrid

En las grandes batallas por la zona media que nos esperan esta temporada el cuarto centrocampista podría ser Camavinga o Valverde. Ambos dominantes, sí, pero yo quiero a Valverde para siempre en la derecha, como lateral o con un lateral por detrás. ¡Qué jugador! Con un volante como Valverde no necesitamos extremo diestro ni casi lateral. La banda quedaría hormigonada, inaccesible para los rivales. Además, el cañón de Fede se acerca más al área desde la banda. Innegociable, le guste o no.

De los de arriba tampoco hay mucho que decir: los quilates siguen donde estaban. Vini está recuperándose de su annus horribilis mientras da la bienvenida a la edad adulta y a la comprensión de que el mundo es un lugar donde la gente de bien tiene que enfrentarse cotidianamente a villanos como Ceferin o Tebas. Le veo más maduro, pero sigue siendo indomable, como debe ser. Se ha ganado el derecho. No quiero que cambie. Yo quiero a Vini tal y como es. Un buen hijo que pide perdón cuando se equivoca, todo corazón, y una pesadilla para los rivales de dentro y de fuera del campo.

De Kylian sólo se puede decir que no teniendo un antagonista en LaLiga con quien medirse, habrá que confiar en que mantenga la ambición de romper todos los registros goleadores de sus predecesores. Y también se le nota el hambre. Está en su plenitud y quiere títulos con esta camiseta y con este escudo. Quiere formar parte de la historia, y la historia le ha estado esperando.

El Madrid está de vuelta, amigos. Siempre vuelve. Ewige Wiederkunft. El eterno retorno. Nietzsche:  Todo lo vivido va a volver a suceder. Queremos que suceda. No nos conformamos con menos.

 

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Buenos días, amigos. Por mucho que la prensa quisiera que fuese el caso, no se apagan los ecos de la apabullante victoria del Real Madrid (4-0) ante el Valencia del pasado sábado. Fue una exhibición con tintes de declaración de intenciones. Como colofón a las muy convincentes victorias anteriores (Juventus y club cliente de Negreira), supuso una presentación oficial de credenciales en el palacio de la gloria.

As (que por cierto estrena director editorial, felicidades, José Félix) dice que llegamos “lanzados a Anfield”, y no le falta razón. Pero cuidado con ese partido, porque los duelos con equipos históricos tienen vida propia, y nada cuenta llegados a ellos cuál haya sido la trayectoria en la temporada hasta la fecha (casi impoluta la del Madrid, muy insatisfactoria la del Liverpool).

Lo cierto es que Xabi Alonso, que llega con el impresionante registro de 13 triunfos en 14 partidos, se las está apañando para hacer compatible la rutina de la victoria con la de la construcción de un nuevo paradigma de juego, lo que indudablemente encierra gran mérito, a la par que se las apaña para hacer brillar la mejor versión de casi cada futbolista que tiene a su cargo. Hay que ver cómo está Kylian. Y Jude. Y (sí) Vini. Y Militao, Carreras, Güler, Courtois… Es una cosa muy loca que mueve a la esperanza y que nos tiene a todos tratando de refrenar, por prudencia, un sentimiento de inminencia de gloria.

Tranquilos. No nos hagamos excesivas ilusiones. Aún (no lo quiera Dios) podemos sufrir una plaga de lesiones, o peor aún: una plaga de sotogrados. El autor de la Biblia no incluyó esa plaga entre las diez que asolaron Egipto (Éxodo, capítulos 7-12) por ser demasiado gore para el lector de la época. Fue un caso claro de autocensura, nada tuvo que ver Javier Tebas en este caso. Mucho peor que la de las langostas, infinitamente más devastadora que la del agua convertida en sangre, es la plaga de sotogrados. Temámosla como quien teme el afán justiciero, aunque aquí no haya justicia sino lo contrario, del Yahvé colérico de las escrituras.

Marca personaliza en Jude Bellingham la pujanza del Madrid de Xabi y no nos parece mal, como tampoco nos desagrada (habremos de admitirlo) el juego de palabras (“Rey Jude” por “Hey Jude”) con el que adornan su primera plana. En la víspera del partido a orillas del Mersey, conviene sacar a relucir todo el arsenal de canciones de los Beatles que nos puedan favorecer, empezando por Hey Jude, claro, que es la más inmediata y obvia. Dice Marca que, “sin armadura en el hombro”, nos encontramos ante el resurgimiento del mejor Bellingham, y no podemos quejarnos de que el clásico de Paul McCartney no nos avisara hace seis décadas: “Hey Jude / Don’t carry the world upon your shoulders”.

Tardó Jude en hacer caso del sabio consejo de la canción, pero finalmente dejó de cargar el mundo sobre sus hombros y, convencido de que era demasiado dolor para compaginar con la práctica del fútbol, se operó uno de ellos. El resultado está a la vista de todos: va de exhibición en exhibición, y ha marcado tres goles en tres partidos. Bendito sea el hombro operado de Jude. Bendito el traumatólogo que encabezó la intervención. Bendito el bisturí del traumatólogo y bendito el hombro incorrupto de Jude, que en el futuro habrá que venerar como reliquia a la altura de la zurda de Puskas o el flequillo de Redondo. La diferencia es que Puskas nunca fue operado de su pierna izquierda, y que Fernando Redondo, de hecho, renunció a jugar con su selección por no operarse el flequillo.

La prensa cataculé, por su parte, glosa el cantar de gesta de la victoria de su equipo frente al casi invencible Elche, y se congratula ante el hecho de que Lamine Yamal marcara el primer gol. Nos parece bien. El refuerzo positivo, en las raras ocasiones en que se comportan, siempre ha funcionado con adolescentes díscolos y preocupantes.

Pasad un buen día.

Bom. O Madrid de Espanha, bom

La situaçâo en O Real Madrid de Espanha é bom. Incluso muito bom. ‘Quicir’: buena o muy buena si no me falla el brasilero que me enseñó Ronaldo. Idioma que es parecido al portugués de Cristiano ídem, no igual. Pasa con ellos. Un aire en el área tienen, pero iguales no son.

Siempre pensé que el ministro Albares, madridista pues se le ve a menudo por el palco, debió añadir el brasilero a catalán, gallego y euskera a su noble cruzada por hacerles oficiales en Europa y, ya puestos, América, Asia, África, Oceanía y los Carabancheles, el Alto y el Bajo. Tendría asegurado el voto de todo madridista euro parlamentario o así, y son la tira.

También existe un idioma que podría aspirar al reconocimiento oficial allá en Bruselas: el idioma Mbappé por fantástico y único. Su discurso cuando le dieron la Bota de Oro fue apoteósico. ¿Han visto ustedes hablar español como él a un francés? Yo no.

No descarten, que todo se pega, que los niños catalanes acaben hablando el Mbappé. Español-español, español de Pucela o así no es, o sea que igual cuela en las escuelas

Zidane y todos sus hijos, Tchouaméni, Camavinga, Benzema, aquel hombre Anelka, Varane, Mendy, ¡Karembeu!, el mismísimo Raymond Kopa… Ninguno pronuncia y se expresa como el chico de la señora Lamari.

Se trata de una jerga la mar de peculiar y con muchas posibilidades de triunfar en una votación europea: es verdad que así no habla mucha gente, en realidad sólo él, pero ¿y su nitidez, lo que engancha, los goles que mete?

En ciertos colegios del sur de Francia, norte de Cataluña o sea, mucho estudiante de español pretende hablarlo como Kylian y es razonable: se le entiende perfectamente y quién sabe si hablando como él un día ganarán la Bota.

No descarten, que todo se pega, que los niños catalanes acaben hablando el Mbappé. Español-español, español de Pucela o así no es, o sea que igual cuela en las escuelas.

Pero bueno, el caso es que O Real Madrid de Espanha lleva cuatro de cuatro en su reto de cinco de cinco, cosa que cuando empezó Los Sabios nos dijeron:

A: Se le complicará Europa pues con suerte sumará un punto ante Juve y Liverpool.

B: A Melhor equipe do mundo, o sea el Barcelona, le arrebatará el liderato de la Liga y saldrá campeón del Bernabéu. Por su grandeza y por la destrucción blanca que acarreará la derrota.

C: Hubo quien aconsejó a Laporta organizar la rúa de los campeones ya aprovechando el buen tiempo.

El cinco de cinco va cuatro de cuatro: Juventus (1-0) Getafe (0-1) A melhor equipe do mundo (2-1) y Valencia (4-0) Lo cual arroja un balance de 8 goles a favor y 1 en contra.

Con una pizca de suerte cuando lo del Clásico la cuenta sería un 11-1como aquel Madrid-Barcelona de la Copa'1943, y puede que incluso me quede corto.

Y entiendo que jugando los blancos razonablemente bien ratos de esos partidos. Lo de razonablemente es obligado, ya saben ustedes que bien el Madrid no juega nunca.

Pero es razonable eso, que un tiempito de esos cuatro partidos, 360 minutos más los alargues, lo ha hecho en modo presentable. Ocho tantos suponen dos por aparición y, además, en las ocho partes que forman cuatro partidos encajó gol sólo en una. No está demasiado mal. Como equipo parece que va tomando  cuajo y continuidad, lejos sin duda de rivales mucho mejor dotados, pero resultón pensamos algunos, sin duda equivocadamente.

4-0: Intratable Real Madrid

Pasa como con las individualidades con Bellingham en punta de lanza. Arreglado lo del hombro parece camino de ser el que llegó, lo cual puede que ayude a Güler, Kylian, Tchouaméni y cía a ser mejores. O sea, el equipo. Tampoco descarten que la mejora de Jude nos cuenten que perjudica al Madrid.

Pero no todo es felicidad. Ahora, el problema son Mastuantono y Endrick una vez desactivada la baza Vinicius. Se esperaba un incendio y hubo sólo el humo de los vendedores tradicionales.

Xabi hizo lo que debía y el 7, también. Él disculparse, el entrenador abrir la ventana y que el humo se disipara. En su día Luis Aragonés y Cruyff hicieron lo mismo con Etoo y Romario. Es que no hay otra.

Ahora la cosa está en Mastuantono y Endrick. A este lo quieren mandar a Lyon y a aquel, de vuelta a River. Los de humo. Y no, oigan. Mastuatono es un joven que trabaja y es utilísimo. Primer año en Europa y en el Madrid: tranquilidad. Hay futbolista y futbolista grande.

Y con Endrick, lo mismo. Es un 9 que puede jugar también por la derecha, la zona más discutida en el Madrid por ser la de Mastuantono. Pero calma: si eso se arregla, el problema estará en la izquierda.

Calma, sí. No se precipiten. Los dos van a estar en el Madrid mucho tiempo. Se los dice el tipo que vio llegar a Vinicius  y dijo: este será crack. Servidor. Pues eso.

Y ya, Anfield. Un estadio, un equipo, un club, una afición dignos del Madrid. Debía de ser obligatorio que se enfrentaran cada temporada. Ida y vuelta, o sea en un torneo serio. ¿La Superliga? Por ejemplo. Liverpool-Real Madrid. Ellos no firman el empate; el Madrid, tampoco.

 

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Si el diablo está en los detalles, el Madrid anda endemoniado. Contra el Valencia, uno de estas  minúsculas claves me cautivó: el movimiento de Mbappé previo al 2-0. A saber: Güler rompe las aguas por la izquierda, levanta la cabeza, ve a su compañero e intuye el desmarque, parecen hablarse durante un microsegundo, un intercambio de ideas como si Esperando a Godot se llamara Esperando a Kylian, y entonces el francés, que amagaba con ir al primer palo, de pronto decide cambiar, alarde de esa inteligencia física que envidiamos los torpes, un rayo atraviesa el área de un Valencia nostálgico, desaparece el delantero y aparece en el sitio donde va a llegar el balón para hacerlo fácil, que es lo más difícil del mundo: poner el pie para que el esférico rebote y, trazando un ángulo perfecto, acabe en la portería rival. Matemática, anatomía, fantasía, casi sexo: fútbol.

Las notas del Real Madrid - Valencia

El Madrid ganó 4-0, al final, a un Valencia solitario y melancólico. Triste. En México dicen que si te toca, ni aunque te quites, y si no te toca, ni aunque te pongas. A los ches les tocó: por mucho que quisieron, el balón no correspondía, no circulaba, rebotaba, se iba, no llegaba. Es posible que sea parte del embrujo del estadio y que, como insinúa Ray Loriga, sea en el Bernabéu donde todo es redondo, completo, mágico. Y eso, a veces, aturde.

El Valencia, como ese consumidor capitalista que acumula sin razón, comenzó el partido haciendo tres penaltis en la misma jugada. El árbitro no vio ninguno y tuvo que ser el VAR el que ahorrase el sonrojo a todo el estamento, pues había donde elegir: una mano y dos agarrones a Bellingham y a Mbappé, ambos en situación prometedora de remate. Abundancia de nada, debió de pensar el cuadro che, que vio cómo el francés abría el marcador.

Es el 1-0 un resultado ambiguo pues, prolongado demasiado en el transcurso de un partido, puede dar lugar a ponernos filosóficos: podemos perder y podemos remontar, somos perdedores y ganadores al mismo tiempo. Seguro que lo pensó el Valencia: con 70 minutos por jugarse, quién no es capaz de creer un poco en Dios. Sin embargo, apareció el demonio con sus detalles y el 2-0 no se hizo esperar. Se acabó la misa, ni rezando.

La tarea estaba resuelta antes del descanso. El Madrid podía golear y darle al valencianismo una excusa más para seguir odiando a este enemigo que se han fabricado como parte de cierto relato abundante de vacío. Que si Mijatovic, que si Mendieta, que si Vinícius

Se encerró el Valencia a ver si el temporal amainaba y la tormenta se iba a otro sitio, como ocurrió en el Clásico, que el Madrid pareció darlo por ganado demasiado pronto. No era el día. Al filo del descanso, Vinícius encontró un espacio e inició una jugada de peligro que Carreras culminó siendo objeto de penalti. El propio brasileño lo lanzó, quizá en busca de redención, no lo sé, no lo sabía ni él seguramente, pero lo detuvo el portero.

Por un instante, la idea de la trampa del 2-0 recorrió una parte de esta mente colmena que es el madridismo a veces: a ver si ahora, con lo fácil que ha sido, con lo bien que estamos. Se rememoraron viejas imágenes. Sin embargo, el infierno estaba vacío y los demonios estaban en el Bernabéu. Algo así escribió Shakespeare. Bellingham, también inglés, hizo el 3-0 justo después con un soberbio disparo desde la esquina derecha del área tras deshacerse de dos rivales con un paso de baile.

La tarea estaba resuelta antes del descanso. El Madrid podía golear y darle al valencianismo una excusa más para seguir odiando a este enemigo que se han fabricado como parte de cierto relato abundante de vacío. Que si Mijatovic, que si Mendieta, que si Vinícius. Redujo una marcha y, entre eso y la suerte, la victoria sólo fue de 4-0. De nuevo un Madrid misericordioso ante nuestros ojos, un milagro que no entendemos. ¿Y qué milagro se entiende?

Marcó Carreras al final un gol que fue un estruendo, como encontrar un animal albino en medio del monte, un lince blanco. No habrá telarañas en esa escuadra por un tiempo. Otro pormenor endemoniado: hay que fijarse en el pase de Federico Valverde, desde la otra punta de España. De Murcia a Galicia. No cabe dudas: es el mejor no lateral derecho del mundo.

4-0. Suficiente. Ganó el Madrid, goleada contenida, en un Bernabéu con aroma a incienso, a día de Muertos, a noche de Halloween, a un diablo sobrado de recursos: también de pequeños y traviesos detalles.

 

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Hay partidos que no se ganan: se celebran. Que no se juegan: se interpretan. Y que no se cuentan: se reviven. El Real Madrid 4-0 Valencia de ayer pertenece a esa rara categoría de encuentros donde todo parece fluir sin fricción, como si la pelota y los jugadores compartieran un mismo pensamiento. Un partido en el que el equipo de Xabi Alonso bailó con la soltura de quien domina los pasos, pero sin perder el compás del esfuerzo. Es la 300ª vez que el Real Madrid marca 4 goles en partido oficial jugando como local.

Porque este Madrid, conviene subrayarlo, ha dejado atrás la ansiedad. Ya no corre detrás del marcador ni del mito: corre detrás del disfrute. Y cuando el Madrid se divierte, los demás sufren. El Bernabéu, que en tiempos recientes había vivido entre el murmullo y el runrún, asistió ayer a una liturgia de gozo. No hubo nervios, ni prisas, ni heroísmos de última hora. Hubo fútbol alegre, de ese que combina la solvencia con la sonrisa.

Kylian Mbappé ha comprendido el idioma del Madrid más rápido que muchos nativos. Dos goles —uno de penalti, otro de killer puro— le bastaron para dirigir la orquesta. Ya no necesita exhibir velocidad: ahora administra el tiempo, dosifica, elige el momento exacto para golpear. Su sonrisa tras el segundo tanto fue la de quien sabe que está donde debía estar desde el principio. No fue una celebración, sino un acto de pertenencia.

En torno a él, el ecosistema blanco funciona como un reloj. Güler maneja el espacio con un descaro que recuerda a Özil en sus mejores días, pero con una precisión de cirujano. Tchouaméni gobierna la medular como un general prusiano: sin aspavientos, pero con mando, Camavinga, que sólo le bastó la segunda parte para dar otro clinic de calidad y para conseguir su victoria en competición española nº 100 vestido de blanco y Bellingham, ese prodigio de equilibrio entre juventud y solemnidad, marcó el tercero justo antes del descanso con la frialdad de quien lleva años haciendo esto. El gol fue un resumen de su carácter: sobrio, limpio, impecable.

El Bernabéu, que en tiempos recientes había vivido entre el murmullo y el runrún, asistió ayer a una liturgia de gozo. No hubo nervios, ni prisas, ni heroísmos de última hora. Hubo fútbol alegre, de ese que combina la solvencia con la sonrisa

Lo más asombroso de este Madrid no es su pegada, sino su serenidad. El 3-0 al descanso no generó ni una sombra de relajación. Los jugadores siguieron tocando, combinando, avanzando, como si el marcador no importara. El cuarto gol, obra del canterano Álvaro Carreras, fue una metáfora luminosa: la cantera también sonríe cuando el entorno respira alegría. Su disparo desde la izquierda al minuto 82 fue recibido con una ovación cálida, de esas que suenan a gratitud colectiva. El bueno de Álvaro se convirtió en el jugador nº 456 en marcar en partido oficial con la camiseta del Real Madrid y en el 342º que lo hace en liga.

El Bernabéu disfrutó. No “aguantó”, ni “esperó el pitido final”. Disfrutó. Y eso, en un estadio acostumbrado a la exigencia casi militar, es una revolución emocional. Este Madrid transmite bienestar. Cada control tiene sentido, cada pase tiene intención. Ya no hay gestos crispados, ni miradas de reproche, ni urgencias autoinfligidas. Es un equipo reconciliado consigo mismo.

A Xabi Alonso se le nota la influencia de los viejos maestros —Ancelotti, Zidane—, pero con un sello propio: la serenidad táctica del que fue mediocentro. Su Madrid no busca la brillantez por decreto, sino la claridad. Y, cuando la claridad se une al talento, surge algo cercano a la belleza.

El fútbol de Xabi no grita, convence. No impone, seduce. La presión alta tiene ritmo, pero no precipitación; la salida de balón parece un ejercicio de paciencia oriental. Es un Madrid adulto, equilibrado, consciente de que su mejor versión no necesita milagros. Por eso gusta tanto: porque no pretende nada más que jugar bien.

El Real Madrid 4-0 Valencia de ayer pertenece a esa rara categoría de encuentros donde todo parece fluir sin fricción, como si la pelota y los jugadores compartieran un mismo pensamiento. Un partido en el que el equipo de Xabi Alonso bailó con la soltura de quien domina los pasos

Lo que más me llamó la atención fue la expresión colectiva del equipo. Esa sensación de alegría compartida, de disfrute coral. Se notaba en la complicidad de Vinicius con Mbappé, en las sonrisas de los suplentes, en la calma con que Courtois organizaba la defensa. Incluso el público —ese juez tan exigente— se permitió aplaudir sin la urgencia del “hala, más”.

Esa alegría, tan rara en un club que suele medir su felicidad en Copas de Europa, es el mejor síntoma de salud. El Madrid está encontrando algo que va más allá del resultado: la naturalidad del dominio. Su autoridad nace del control, de la estética y del convencimiento.

¿Hubiese pitado Busquets si el partido hubiera ido en serio?

Nadie habló del árbitro. Y eso es noticia. Bueno, Busquets Ferrer tuvo dudas en el primer penalti a favor del Real Madrid. En una jugada en que se dieron tres penas máximas a la vez, tres, el trencilla balear se fue a señalar la menos clara. Si es que, a veces, parece que lo hacen a propósito para sembrar la polémica, la verdad. Pero es cierto también que, cuando el Real Madrid juega así, el pito no molesta, porque no hay resquicio donde colarse. Es la mayor humillación posible para el gremio arbitral: la irrelevancia. No porque dejen de pitar en contra —que eso no pasará jamás mientras no cambie esto de forma radical—, sino porque ni siquiera su mala voluntad alcanza a torcer un partido donde el Madrid está por encima del error humano.

El resultado quedará en las estadísticas, pero el mensaje es otro: el Real Madrid está feliz. Y eso, en un club que ha hecho de la épica su idioma, suena casi subversivo. Gana sin drama, domina sin soberbia, juega sin miedo. Es un Real Madrid que sonríe, y eso —parafraseando a Borges— es un instante del paraíso que no debe olvidarse.

Porque vendrán partidos turbios, campos hostiles, árbitros con silbato envenenado y rivales con más colmillo. Pero mientras dure este estado de gracia, mientras el equipo se sienta alegre, el Madrid no compite: se divierte ganando. Y ahí, en ese matiz sutil y glorioso, reside toda la diferencia entre ser un buen equipo y ser el Real Madrid.

Me despido como siempre, amigos. Ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida… ¡Hala Madrid!

 

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Buenos días, amigos. Para reflejar de la forma más fidedigna el descalabro que un magnífico Madrid obró ayer en las filas del Valencia, que era el rival al que los de Xabi golearon 4-0, hoy nos vais a permitir que nos centremos en la prensa oriunda, no sin antes conminaros a pasar primero por la crónica de Paco Sánchez Palomares y las notas de Gutiérrez de Panga para revivir la excelencia de un equipo, el blanco, que apunta altísimo esta temporada.

 

El eximio rotativo valencianista Superdeporte, generalmente reconocido (?) por sus libelos contra la entidad de Concha Espina y su indisimulado racismo contra Vinicius, hoy no tiene argumentos más que para girarse sobre sí mismo y lanzarse al surco de las afirmaciones gruesas contra su propio equipo, al que como veis acusan de “arrastrar la senyera”, o sea, poco menos que de ultrajar la bandera de la región que representan.

Vista esta barbaridad, nos alegramos fundamentalmente de dos cosas. La primera es que el Madrid no represente a ninguna región ni país concreto, pese a tener su sede social en la capital de España. Claro que existe un respetable madrileñismo madridista, pero el club blanco es fundamentalmente universalidad. Así, por mucho que se lo proponga, nunca arrastrará bandera alguna que no sea la propia (pocas veces lo ha hecho), y sus derrotas no deshonrarán al chotis ni a los callos con garbanzos. Deshonrarán, de producirse, al propio Real Madrid, y esas sí que son palabras mayores.

La segunda alegría proviene precisamente del hecho de que raramente hace el Madrid tal cosa, y este Madrid tiene pinta de ir a hacerlo menos que ninguno. Leed también hoy a Jesús Bengoechea, fascinado ante las paradojas de un Madrid indisolublemente ligado a la personalidad de su técnico, y concluid que este Madrid honra su propia bandera (no la de ninguna provincia, ayuntamiento o pedanía, sino la suya propia) con el ánimo indesmayable de engrandecer, aún más, lo que esa bandera representa.

Os dejamos con el resto de portadas. Pasad un buen día.

El zafarrancho prudente

 

Este Madrid diseñado para el zafarrancho, y que durante largas fases de cada partido transmite la sensación de estar sumido en un trance atacante desbocado y visceral, debería conceder goles y ocasiones fruto del desorden que esa filosofía debería traer consigo. La clave es el condicional, porque lo que debería ser no es. Es una especie de zafarrancho prudente. Primera paradoja.

A pesar de su ataque aparentemente enloquecido, el Madrid de Xabi Alonso, con la excepción del descalabro del Metropolitano, no solo encaja muy pocos goles, sino que apenas permite al rival acercarse con peligro. Courtois ha ejecutado bastantes menos milagros de los habituales en otros años, aunque siga fiel a su cita con lo sobrenatural de manera eventual. El belga estaba casado con lo ultraterreno; ahora solo se permite ciertos escarceos con lo titánico, tan fugaces como los que depara Tínder. Ha discontinuado su condición de superhombre, por la sencilla razón de que su equipo ya no la necesita tanto. Ha dejado de precisarla de manera tan acuciante como antes, y ello ha sucedido justo cuando la lógica indicaba que sucedería lo contrario, o sea, cuando el Madrid parece (solo parece) restarle foco a la defensa.

Las notas del Real Madrid - Valencia

Diversión a través de la disciplina

 

Work is much more fun than fun”, dejó escrito Oscar Wilde. Que el trabajo pueda ser más divertido que la propia diversión es paradoja para la cual tal vez no esté preparada Yolanda Díaz. Xabi Alonso, en cambio, la trae de su mano.

No recuerdo haber visto a un grupo de hombres pasarlo tan bien trabajando tanto, sonreírse entre unos y otros, haciendo gala de tanta complicidad, mientras esas mismas bocas perdían el aliento. Me fijé durante el choque contra el Valencia. Parecen presos de los rígidos esquemas de un Madrid de autor (algo que quizá solo viéramos triunfar con Mourinho), pero es palpable que en la supuesta prisión encuentran la felicidad.

Mbappé se antoja personalmente realizado en la tarea de ejercer una presión que luego, inevitablemente, va a quitarle frescura para definir. No le importa, o lo asume tan de buen grado que engaña. Con arreglo a la vieja fórmula florentinista, sabíamos que Kylian había nacido para jugar en el Madrid, pero no estábamos tan al tanto de que hubiera nacido para dejarse la vida persiguiendo defensas rivales en el Madrid. La naturaleza con la que lo asume no entraba en los planes de casi nadie.

La tercera vía en el lateral (o cómo el lateral que no quiere serlo se convierte en el mejor del mundo ahí)

 

Valverde se ha convertido en un tipo que juega contra sí mismo. Si alberga la ambición de no jugar como lateral, está saboteando su propio plan de una manera admirable. Sus recitales ante Barcelona y Valencia, entre otros, proyectan tal imagen de solvencia y poderío que ahora mismo no parece planteable moverlo de allí. Mis condolencias para Fede. No se puede jugar así de bien sin atenenerse a las consecuencias.

Parecen presos de los rígidos esquemas de un Madrid de autor (algo que quizá solo viéramos triunfar con Mourinho), pero es palpable que en la supuesta prisión encuentran la felicidad

El Madrid iniciaba la temporada con la mayor parte de puestos bien duplicados, y esta bendición parecía especialmente indudable para el flanco derecho de la defensa. Ahí teníamos a dos colosos(Trent y Carvajal), dos especialistas de características contrapuestas, y el conflicto consistía en dilucidar cuál de ellos debía ser titular.

Fede ha resuelto la duda de forma sorpresiva: ninguno.

La tercera vía se ha impuesto. Ni Trent ni Carvajal ofrecen en este momento lo que da el uruguayo (ya sé que Carvajal está ahora lesionado, pero la sensación era exactamente esa cuando estuvo sano). Todo indica ahora mismo que Trent comenzará en el banquillo el partido de su vuelta a casa. Anfield no fue hecho para experimentos, y apartar a Valverde del lateral ha pasado a ser exactamente eso: una moneda al aire, una probeta en el laboratorio de un químico loco. Queremos certezas, y una de las mayores que tenemos son las prestaciones de un tipo que preferiría no estar allí, según confesión propia.

Jugadores que retrasan su posición pisan más área que nunca

 

Confieso haber tenido dudas respecto a la adecuación de Güler al puesto de centrocampista. No porque supiera que no podía hacerlo bien ahí. Ni siquiera por no saber si podía. Mis reticencias se debían al coste de oportunidad de la decisión. En su primer año, anotó seis tantos en seis ratitos y literalmente tirando seis veces. ¿De verdad quieres alejar del área a alguien que tiene semejante relación con el gol?

Ya estoy convencido: sí, quieres. Paradójicamente, el movimiento táctico de Güler con el turco le ha hecho ganar peso en la gestión del juego, a veces desde muy atrás, y su genial lucidez aporta mucho ahí. El milagro (que expongo de manera intuitiva pues no tengo estadísticas que lo respalden) consiste en que sigue pisando área casi tanto como antes. No por empujarlo hacia atrás le has restado presencia arriba, y eso solo ha podido pasar por enseñar al jugador a multiplicarse, como suena. Lleva la manija, como decían los clásicos, pero eso no le ha impedido marcar tres goles, dar numerosas asistencias y personarse para rematar. Va a aportar mucho en la tarea anotadora.

Dicen que a Xabi no le gusta Vini, o que hay facetas de su juego que no le convencen. Para ser el entrenador que se supone menos aprecia a Vini, se antoja el que mejor puede llegar a hacerle jugar

Y lo propio parece que hará Bellingham. Ya en su primera rueda de prensa, Xabi dejó claro que lo quería como centrocampista. Y eso es lo que estamos viendo, realidad al parecer compatible con tres goles en tres partidos. El tolosarra está obrando la bendita anomalía. Vemos un Jude que interviene mucho más en el juego que la temporada pasada sin por ello disminuir su potencial anotador y de asistencias. En el segundo gol de Mbappé pudimos ver a Jude y Arda intercambiando papeles, y a nadie le habría extrañado. El pase en profundidad pudo ser de Güler y la asistencia del inglés, pero fue al contrario. En este Madrid reina un dinamismo que extrañamente no llega al caos, aunque lo bordee. La gente aparece por donde menos lo esperas. Es un equipo ininteligible, lo que resulta fascinante.

Las notas del Real Madrid-Juventus

El enemigo benigno

 

Es posible que mucha gente vea en Xabi al típico entrenador coñazo que desbarata la espontaneidad de sus estrellas. Es posible que mucha gente lo piense en lo relativo a Vinícius. Es posible que el propio Vini así lo considere.

La realidad demuestra que, si Xabi es el enemigo del brasileño que cuentan las crónicas, es un enemigo rotundamente benigno, pues Vini está jugando como nunca, sembrando el pánico como nunca y haciendo el trabajo sucio como si de ello dependiera su vida.

Dicen que a Xabi no le gusta Vini, o que hay facetas de su juego que no le convencen. Para ser el entrenador que se supone menos aprecia a Vini, se antoja el que mejor puede llegar a hacerle jugar. Toma paradoja. El intervencionismo de otro como contexto idóneo para hacer valer tu irreductible, libérrima esencia. Vini jugó un partido soberbio ante los levantinos, aunque fallara un penalti.

No puedo con tantas paradojas. Voy a ponerme otra vez el partido del Valencia. Necesito bañar en puro gozo tantas contradicciones para ver si consigo integrarlas orgánicamente, como se dice ahora, en la felicidad de mi vida.

Sobre Vinícius y el cambio

 

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