Hay algo en él que recuerda a Özil, más allá del origen turco. Los hombros estrechos y caídos, la mirada lánguida como tarde de domingo, el cuerpo, aún sin formar, escueto y delicado, en contraste casi obsceno con la rotunda presencia de los defensores que ha de sortear. Un jarrón de porcelana en mitad de la tormenta. Pero la comparación con el futbolista alemán no le hace justicia a Arda, por más que Mesut fuera un notabilísimo jugador. Porque Güler desprende un brillo singular, una suerte de aura tan inaprehensible como inconfundible, la luz inequívoca de los jugadores de talento excepcional.
Los hombros estrechos y caídos, la mirada lánguida como tarde de domingo, el cuerpo, aún sin formar, escueto y delicado, en contraste casi obsceno con la rotunda presencia de los defensores que ha de sortear. Un jarrón de porcelana en mitad de la tormenta
Así como de los actores extraordinarios se dice que llenan la pantalla o el escenario en cuanto entran en el cuadro o salen a escena, el cuerpo a medio hacer de Güler llena el terreno de juego desde el momento en el que pone un pie sobre él. Esa fragilidad aparente esconde una roqueña confianza en sí mismo que asoma desafiante por unos ojos que parecen hechos para la melancolía, pero que rezuman determinación. Güler se desenvuelve en el campo desmintiendo sus diecinueve años con un aplomo, una seguridad y un atrevimiento impropios de su edad, y que a mí me recuerdan a las primeras apariciones fulgurantes de un tal Vinícius (recuerden, aquel bullicioso jovenzuelo al que buena parte del madridismo miraba con cierta condescendencia mientras le atribuía una incapacidad poco menos que fisiológica para marcar goles).
Tengo para mí que Ancelotti, lobo viejo, sabe que los grandes platos se cocinan a fuego lento, y por eso está dándole al chico el tiempo necesario para que se emulsione con el fútbol de alta escuela de Modric y de Kroos, y a la biología el tiempo que requiere convertir ese cuerpo de adolescente en el de un hombre. Pero, naturalmente, Güler no está adornado con la paciencia de la edad madura, sino con la ambición y el empuje imparables de la juventud, y por eso administra cada segundo en el terreno de juego con la precisión decidida del orfebre para quien desperdiciar un solo miligramo de oro resulta inconcebible.
Tengo para mí que Ancelotti sabe que los grandes platos se cocinan a fuego lento, y por eso está dándole al chico el tiempo necesario para que se emulsione con el fútbol de alta escuela de Modric y de Kroos, y a la biología el tiempo que requiere convertir ese cuerpo de adolescente en el de un hombre
Así, apenas ha pisado el terreno de juego, ya está pidiendo el balón, corriendo en apoyo de un compañero, combinando a un toque, driblando a un adversario, tirando un desmarque, presionando a un contrario o robando un balón. O acaso marcando un gol que es como aquellos estallidos de color de Tintoretto con que Woody Allen conquistaba a Julia Roberts en Everyone says I love you. O, qué sé yo, dejándose llevar por un rapto de genialidad que está a punto de transmutar el último segundo del partido en una obra de arte que oscurece y condena a la irrelevancia a los noventa y pico minutos anteriores. Güler ha contado apenas con dos apariciones efímeras, apenas dos suspiros con los partidos ya resueltos, y ha transformado esos minutos de la basura, que dicen los mediocres, en minutos de oro. La incontinencia del genio que no admite brida.
Güler ha sido pues desprecintado, como le gusta decir a Jesús Bengoechea. Por fortuna, el Real Madrid no es el Barcelona, y en consecuencia nadie lo ha elevado aún a los altares, como ocurre en can Barça con cada medianía que sale de la Masía cada quince días y que el aparato culé erige en futuro Balón de Oro. Y ello pese a que el turco atesora ya más méritos, en el Fenerbahçe y en la selección de su país, que casi todos los Pedri, Gabi, Juani, Pepi, Mari Pili y demás concursantes de Pasapalabra con los que la prensa deportiva no pierde ocasión de hacer el ridículo y abusar de nuestra paciencia. La exigencia del Real Madrid es enorme y, aunque su andadura blanca no ha podido comenzar mejor, sólo el tiempo dirá si, como se vislumbra, Güler viene preñado de gloria. De momento, una cosa parece clara: este chico lleva en su fútbol el signo de lo único, el genio de lo diferente. Un genio que no atiende a edades ni razones, y que pide paso sin elevar la voz y sin cejar en una fe en sí mismo que diríase capaz de mover montañas.
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Con la explosión del Barçagate o también llamado caso Negreira, el barcelonismo pasó al ataque acusando al Real Madrid de manejar a su antojo el arbitraje español durante más de 75 años, (desde 1917 a 1993) en el pasado siglo XX. Acusan al equipo blanco de controlar el Colegio Nacional de Árbitros con presidentes que habían sido antiguos jugadores del club, directivos, socios o simples aficionados.
Lo han hecho mostrando datos inexactos, incorrectos y tendenciosos. Tras un exhaustivo repaso a distintas hemerotecas repasaremos a cada uno de los presidentes, con su historia personal, su actividad en el mundo del fútbol, su recorrido en el Colegio Nacional de Árbitros y el palmarés de ganadores de los títulos más importantes del balompié español en el tiempo que estuvieron activos como mandatarios de dicho comité.
Alfonso Albéniz Jordana fue el primer presidente del Colegio Nacional de Árbitros que se constituyó en junio del año 1917. Albéniz, hijo del famoso compositor de nombre Isaac, jugó cuatro partidos en la temporada 1912-1913 en el Madrid FC y luego fue vocal de la directiva de Pedro Parages. Albéniz inició su carrera futbolística en el Barça y fue el primer futbolista catalán que jugó tanto el equipo azulgrana como el merengue. Permaneció seis años como jefe del arbitraje y en aquel momento que no había Liga, pero sí Copa, ganaron la competición en dos ocasiones el Athletic y Barça y en una Real Unión y Arenas de Getxo.
A pesar de que se ha publicado que el siguiente fue Carlos Dieste Vega, el gran ideador de la creación del Colegio Nacional de Árbitros en 1917, lo cierto es que nunca fue presidente del Colegio Nacional sino secretario y ayudante de Albéniz. Sí tuvo el mando del Comité de árbitros de la región Centro. Fue futbolista del Madrid FC entre 1909 y 1912.
Tras Albéniz, llegó Luis Colina Álvarez durante el verano de 1923. En su juventud practicó atletismo y fútbol en el Sport Club Badajoz y la Real Gimnástica Española, hasta que en 1914 empezó como árbitro. Fue el primer español en dirigir un partido internacional y arbitró en los Juegos Olímpicos de París en 1924. Perteneció a la junta directiva de Pedro Parages en el Madrid FC como vocal en 1919 y 1920. Al frente del Colegio Nacional de Árbitros solo estuvo un año en el puesto. Posteriormente fue secretario de la Federación Española, miembro del Comité de selección junto a Rosich y Olave y una leyenda del Valencia como secretario técnico. Aquella campaña conquistó la Copa el Real Unión.
El tercer presidente fue Antonio de Cárcer y Disdier, que ascendió al cargo tras una Asamblea extraordinaria en agosto de 1924. Nacido en Málaga y educado en Madrid, ejerció como colegiado durante más de 10 años. Fue vocal en la junta directiva madridista de Adolfo Meléndez en 1915, mientras que su hermano Federico era vicesecretario. Su otro hermano, Fernando, estuvo con Santiago Bernabéu y Juan, portero merengue y del Athletic de Madrid, entrenó al Real Madrid tres campañas. En la Asamblea de junio de 1928 fue reelegido, pero descartó seguir en el cargo. Se nombró en su lugar a Eulogio Aranguren, que no lo aceptó, y por tanto Cárcer siguió de forma interina hasta noviembre de aquel año. En su periodo al frente del colegio de los trencillas del fútbol español levantaron el título de la Copa el Barça en tres oportunidades y el Real Unión en una.
Después del cisma de la asamblea en verano y la convocada en el mes de noviembre de 1928, regresó al cargo Alfonso Albéniz. Por tanto, no presidieron como se ha escrito ni Luis Iglesias Gracia de forma interina ni durante dos meses Julián Ruete Muniesa, antiguo jugador y secretario del Madrid FC y también futbolista y máximo mandatario del Athletic de Madrid. El primero tuvo cargos en el Colegio aragonés y el segundo lo que presidió fue el Colegio de Árbitros de la Región Centro. Esta segunda etapa de Albéniz duró hasta 1931, el último año viviéndolo como presidente transitorio. Fue en este periodo cuando se creó la Liga española logrando dos entorchados el FC Barcelona y uno el Athletic Club. En la Copa los vencedores fueron los bilbaínos por partida doble y el RCD Español.
Hasta la Guerra Civil, ostentó el cargo del CNA (Colegio Nacional de Árbitros) de nuevo Antonio de Cárcer. Después de unos meses de incertidumbre se reestructuró el comité y fue elegido en el mes de julio de 1931. Como declaró en ‘Blanco y Negro’, después de su primera etapa “necesitaba descansar” y volvió a petición de la Asamblea para una labor “con momentos nada fáciles ni agradables”. En ese lustro en la lista de ganadores de títulos en el panorama nacional aparecen el Athletic Club y el Madrid republicano con dos Ligas y dos Copas, el Betis con una Liga y el Sevilla con una Copa.
Durante el conflicto bélico, el General Franco constituyó una Federación de Fútbol en la que designó en 1937 a Pedro Escartín Morán como directivo y representante de los árbitros. Jugador en su juventud de la Real Gimnástica Española, fue un célebre árbitro que pitó en los JJOO de 1928 y actuó como linier en el Mundial de 1934. Además, llegó a ser seleccionador español en dos etapas, periodista en Pueblo o el diario Marca entre otros, miembro del Comité Disciplinario de la FIFA y escritor. Solo le faltó “ser balón”, como él mismo declaró. En su periodo solo se disputó la Copa conquistada por el Sevilla.
Después de la guerra que sacudió España, tomó las riendas Eulogio Aranguren en julio de 1939 del rebautizado como Comité Central de Árbitros. La institución arbitral llegó a ser incautada en agosto de 1936 por el Frente Popular. En esta oportunidad el dirigente sí aceptó el cargo y permaneció hasta 1946. Aranguren, nacido en Argentina, se crio en el País Vasco y jugó en el Madrid FC un total de once temporadas. Era hermano de Sotero, fallecido prematuramente con 28 años. Empezó a arbitrar en su etapa de jugador y continuó tras colgar las botas. Tuvo más cargos en el comité arbitral y también en la Federación Española de Fútbol. En sus años de mandato alzaron el título de Liga el Atlético Aviación y el Valencia en dos ocasiones y el Atlético de Bilbao, Barça y Valencia en una. Mientras que la Copa la conquistaron tres veces el Atlético de Bilbao y una el RCD Español, Valencia, Barça y Real Madrid.
En la primavera de 1946, el ‘caso Antúnez’ se llevó por delante a todo el Comité Central de Árbitros que dimitió en pleno. Durante unos meses hay un caos en el colegio arbitral hasta que la Federación Española nombra en agosto a Manuel Álvarez Corriols. Colegiado madrileño, tuvo una extensa carrera dirigiendo en Primera y Segunda división. Sin ninguna vinculación madridista también fue árbitro internacional de hockey patines y hockey hierba y llegó a presidir el Comité Nacional de Árbitros de Patinaje. Su estancia en el cargo fue muy corta y apenas duró nueve meses hasta su dimisión en mayo de 1947. Aquella temporada ganó la Liga el Valencia y la Copa el Real Madrid.
Su sucesor fue Emilio Suárez Marcelo, un dirigente polifacético del mundo del deporte español. Antes de ser el máximo mandatario de los árbitros, también tuvo un cargo en el Comité arbitral madrileño y llegó a presidir la Federación de balonmano y de boxeo. Socio del Real Madrid, fue secretario de la Comisión para las Bodas de Oro del club blanco y fue jefe de expedición en la sección de baloncesto madridista a principios de los 80. Su paso por el comité arbitral fue efímero e intrascendente. Entró en el cometido en el mes de junio de 1947 y salió en septiembre. Dimitió debido al nombramiento de árbitros internacionales por parte de la Federación Española sin consultar al Colegio Nacional.
En octubre se designó como nuevo jefe arbitral del fútbol español a Ramón Echarren Laurnagaray. Antiguo jugador del Amaya y CA Osasuna, fue también fundador de la Sportiva FC, germen del club rojillo, y uno de los primeros capitanes del cuadro pamplonica. En la década de los 20 ejerció el arbitraje y formó parte de la constitución del Comité Navarro de Árbitros junto a los señores Huici y Redín. Sin ningún contacto directo con el Real Madrid, algunos le acusaron en su periodo presidencial de ser aficionado merengue. Ostentó el puesto hasta el verano de 1949 y en sus dos campañas ganó la Liga el FC Barcelona y la Copa el Sevilla y el Valencia.
Pedro Escartín Morán regresó en una segunda etapa a la presidencia del Colegio de Árbitros español en julio de 1949. No perteneció nunca al Real Madrid, aunque se le consideraba simpatizante del equipo blanco y tuvo que lidiar con ello en el cargo, al que llegó “obligado” porque “nunca lo ambicioné”, según sus propias palabras. Pero el equipo merengue no ganó ningún título con él. Hasta su dimisión a mediados de diciembre de 1950 ampliaron su palmarés el Atlético de Madrid en Liga y el Atlético de Bilbao en Copa.
Antes de que terminase 1950, la Federación remitió una nota a la prensa en la que comunicaba el nombramiento de Luis Saura del Pan como nuevo presidente del Comité Central de Árbitros. Médico militar de profesión, en su juventud fue jugador del Madrid FC nueve campañas y también poseía el carnet de socio. Además, vistió otros colores como los del Chatelin de Neuchatel en Suiza, el Athletic Club y el Vasconia. A continuación, ejerció de árbitro, de secretario del Colegio Nacional de Árbitros y tras la guerra civil como presidente de la Federación Española de Fútbol. Permaneció apenas seis meses de jefe arbitral al dimitir en el mes de mayo de 1951. Ese curso sumó la Liga el Atlético de Madrid y la Copa el FC Barcelona.
En verano de 1951 entró Arturo López Espinosa. Jugador del Madrid FC y la Real Gimnástica Española en los años 10, durante la siguiente década se dedicó a ser árbitro y antes de presidir el Comité Central dirigía el Colegio Castellano. No terminó la campaña y en el mes de marzo de 1952 presentó su dimisión que le fue aceptada. El curso que presidió acabó por revalidar el título de Liga el Barça. La Copa, por su parte, no se había iniciado todavía.
Con la explosión del Barçagate o también llamado caso Negreira, el barcelonismo pasó al ataque acusando al Real Madrid de manejar a su antojo el arbitraje español durante más de 75 años, (desde 1917 a 1993) en el pasado siglo XX. Lo han hecho mostrando datos inexactos, incorrectos y tendenciosos
Para resolver esta crisis en el Comité Central de Árbitros se recurrió otra vez a Eulogio Aranguren Labairu, un dirigente muy respetado, relevante y ponderado. Le nombraron a principios del mes de marzo de 1952 y su etapa concluyó trece meses más tarde tras dimitir en abril de 1953, por el fallo de Comité de Competición en el polémico caso Kubala-Oliva (tras agredirse mutuamente ninguno fue sancionado). Su primer curso terminó por certificar la Liga el Barça y en el siguiente la ganó el Real Madrid. La Copa de 1952 fue para los azulgranas, mientras que la de 1953 estaba en curso.
Un nuevo nombre ascendió a la presidencia arbitral nacional en la primavera de 1953: Emilio Álvarez Pérez. Colegiado toledano, fue un árbitro con enorme presencia en la Primera y Segunda división del fútbol español en los años 40. Antes de dirigir el Comité Central de Árbitros estuvo al frente del Colegio Castellano. Sin ninguna filiación madridista conocida dio estabilidad a la presidencia al permanecer un total de casi tres años y medio. Las Ligas en ese tiempo fueron para el Real Madrid en dos ocasiones y el Atlético de Bilbao en una. En la Copa, por su parte, los bilbaínos también ganaron dos Copas, una el Valencia y la de 1953, que se quedó a medias con Aranguren y que finalizó con Álvarez Pérez, fue para el Barça.
En julio de 1956, tras la salida de Álvarez Pérez, otra vez se recurrió al presidente del Colegio Castellano para que diese el salto al Central. El mandatario del comité regional era por entonces Nivario de la Cruz Hernández. Árbitro tinerfeño, llegó a Madrid tras la Guerra Civil como profesional militar. En los 40 pitó en Primera y Segunda división para posteriormente pasarse a los despachos. No tenía ningún vínculo directo con el Real Madrid ni era conocido públicamente el equipo del que era hincha. Aguantó un lustro en la presidencia en una época en la que el cuadro merengue conquistó tres Ligas y el Barça dos. La Copa se resumió en dos triunfos azulgranas, dos del Atlético de Madrid y uno del Atlético de Bilbao.
La elogiada etapa de Nivario de la Cruz Hernández por su esplendor y longevidad llegó a su fin en noviembre de 1961, instante en el que accede al puesto Manuel Asensi Martín. Valenciano, practicó el fútbol como portero en el CD Pellicer, pero pronto lo dejó para usar el silbato. Su carrera fue extensísima y duró casi un cuarto de siglo desde que debutase en Segunda división con 25 años. Dirigió partidos internacionales entre selecciones, un partido del Mundial’54, encuentros de la Copa de Europa y la Copa Latina y dos finales de la Copa del Generalísimo. Todo ello le hizo ser la elección de Benito Pico para dirigir el Colegio arbitral español durante casi seis años hasta que dimitió en 1967. Sin ninguna filiación madridista en su mandato, los blancos conquistaron cinco Ligas y una el Atlético de Madrid. En la Copa, el Real Zaragoza levantó dos títulos y Real Madrid, Barça, Atleti y Valencia uno.
En julio de 1967 accedió al cargo uno de los presidentes más famosos y que más polémica sigue generando: José Plaza Pedraz. Salmantino de nacimiento, con apenas 6 meses se trasladó a Madrid con la familia. Fue futbolista del CD Pardiñas, el Imperio, que era en ese momento un conjunto nodriza del Atlético Aviación, y el Plus Ultra en la temporada 1946-1947, cuando el equipo asegurador todavía era un conjunto independiente. Fue en mayo de 1947 el momento en el que llegaron a un acuerdo oficial de colaboración con el Real Madrid, por lo que, durante la etapa de Plaza en la entidad, no era el filial del club blanco como se dice habitualmente. Ingresó como árbitro auxiliar en el curso 1947-1948 y en la siguiente ya fue principal en categoría regional, ascendiendo por todas las divisiones hasta llegar a Primera en 1958. Llegó a ser internacional y cesó como colegiado al cumplir la edad reglamentaria en 1966. Siempre se le acusó de ser madridista, algo que negaba en las entrevistas, como una en AS en 1987, en la que declaró que “no soy de ningún equipo. Además, fíjese, en mi etapa jugador actué en el Imperio, que era el equipo reserva del Atlético de Madrid”. Aquella primera etapa presidencial duró tres años hasta que dimitió por la sanción a Guruceta tras un polémico Barça-Real Madrid de Copa. En ese mandato el Real Madrid se llevó dos Ligas y el Atleti una. En cuanto a la Copa, los vencedores fueron Barça, Atlético de Bilbao y Real Madrid.
El sucesor de Plaza, nombrado a finales del mes de julio de 1970, fue José Fernández de la Torre. Árbitro sevillano, llegó como máximo a pitar en Segunda división y también en algunos partidos coperos. Cuando el comité directivo de la Federación lo eligió, ocupaba el cargo de presidente del Comité Andaluz de arbitraje. Su periodo como jefe de los trencillas finalizó antes de terminar el año a petición propia y en diciembre dejó de ser presidente. No tenía vinculación con el Real Madrid y cuando se marchó las competiciones estaban en marcha.
A finales del mes de diciembre de 1970 se eligió como presidente del Colegio de Árbitros a Juan Francisco Pardo Hidalgo. Toledano y de profesión contable, fue árbitro una temporada en Primera división y siete en Segunda, sin llegar nunca a la internacionalidad. Su partido más importante pitado fue una semifinal de Copa. La experiencia como dirigente arbitral que tenía se limitaba a una colaboración anterior en el Colegio Castellano de Árbitros. Tampoco contaba con una relación directa con el Real Madrid y permaneció en el cargo hasta que fue cesado en julio de 1973. En sus tres cursos presidenciales alzó la Liga el Valencia, el Real Madrid y el Atleti, mientras que la Copa fue a parar a Barça, Atleti y Athletic Club.
Después de Pardo Hidalgo, alcanzó el máximo cargo del Comité Nacional de Árbitros Ángel Rodríguez Barroso. Se le confirmó en el puesto en el mes de agosto de 1973. Colegiado vallisoletano, su historial arbitral se centró principalmente en la Segunda división española. Más tarde, tuvo el puesto de presidente del Colegio Regional Castellano. Sin filiación merengue, ostentó la presidencia hasta el verano de 1975. En aquellas dos temporadas conquistaron la Liga Barça y Real Madrid y la Copa en ambas campañas el conjunto blanco.
En el mes de julio de 1975, con Pablo Porta recién llegado a la presidencia de la Real Federación Española de fútbol, se decidió volver a otorgar el máximo mando arbitral en una segunda etapa a José Plaza Pedraz. El dirigente rompió el récord de estancia en el cargo con casi 15 años. Nada más regresar destapó el `Caso Camacho’ y tuvo que hacer frente a las palabras del excolegiado que le acusaba de decir que iba a perjudicar al Barça y con él no saldría campeón. También recibió duras críticas de los medios de comunicación, de presidentes de diferentes clubes y de periodistas con un gran poder mediático. En el ambiente siempre reinaba su inclinación madridista, pero la relación directa con el club blanco nunca existió. En esos tres lustros el Real Madrid ganó nueve Ligas, Athletic y Real Sociedad dos y Barça y Atlético de Madrid una. La Copa fue a parar en cinco ocasiones para el Barça, tres para el Real Madrid, dos para el Atleti y una al Real Betis, Valencia, Athletic Club, Real Zaragoza y Real Sociedad. Además, surgió otro torneo a principios de los 80, la Copa de la Liga, que tuvo como ganadores al Barça en dos ediciones y Real Valladolid y Real Madrid en una.
En febrero de 1990, José Plaza anunció su dimisión que sería efectiva en el mes de mayo. El encargado de regir la junta gestora en ese breve periodo hasta las elecciones fue el navarro Javier Lorente. En esos comicios, que se producen en el mes de julio, resulta elegido Pedro Sánchez Sanz tras la retirada de los otros postulados. Los meses posteriores fueron de mucha tensión y de guerra en el estamento porque Plaza se arrepintió de su dimisión, presentó un recurso para que se anulase el nombramiento de Sánchez Sanz y anunció que se presentaría a unos nuevos comicios. Todo ello hizo que quedase en el aire el resultado de las elecciones y se nombrase una junta gestora presidida por Fernando de Andrés Merino hasta el fallo definitivo del Tribunal Superior de Madrid. Finalmente, la justicia desautorizó el resultado de las elecciones y anuló la presidencia de Sánchez Sanz. La junta gestora estuvo toda la temporada en la competencia arbitral en un curso que vio al Barça ganando la Liga y al Atleti la Copa.
Hasta el siguiente verano, en 1991, no se realizaron unas nuevas votaciones a la presidencia del CNA. Plaza no presentó candidatura y Pedro Sánchez Sanz superó en votos a Urízar Azpitarte y Albert Giménez. De esta forma se consagró como presidente legítimo. Colegiado madrileño que como máximo llegó a dirigir partidos en la categoría Regional Preferente, tenía como empleo habitual un puesto en el departamento informático de un gran banco nacional. Fue durante muchos años estrecho colaborador de Plaza y también ostentó la presidencia del Colegio de Árbitros de Madrid. No guardaba relación ni vínculo con el Real Madrid y solo estuvo un año y nueve meses. Barça y Atleti levantaron la Liga y la Copa respectivamente en su única campaña completa al frente de los árbitros. En mitad del curso 1992-1993, Sánchez Sanz dimitió tras una petición personal de Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de fútbol.
Desde marzo de 1993 hasta de mayo 2018 atesoró el cargo Victoriano Sánchez Arminio, que con esos 25 años se convirtió en el presidente que más tiempo ha estado como jefe arbitral. A continuación, le sucedió durante tres años y medio (2018-2021) Carlos Velasco Carballo y después su sustituto fue Luis Medina Cantalejo, que sigue siendo el actual presidente del CTA (Colegio Técnico de Árbitros).
A continuación, las tablas con cada presidente del CTA, el periodo durante el cual ejerció el cargo, su vinculación con clubes y los títulos obtenidos por Real Madrid y Barcelona durante su presidencia. Infografía por cortesía de Kollins:
Fotografías: archivo Alberto Cosín
Las lesiones de Militao y Courtois supusieron un varapalo futbolístico y anímico tremendo, de un día para otro, el Madrid perdía al mejor central y al mejor portero del mundo. Desde ese instante, tanto Éder como Thibaut no han parado de trabajar, junto a los profesionales del club, para regresar.
Los amigos de fcQuiz han diseñado esta semana un cuestionario para comprobar si estáis al tanto de las últimas noticias sobre el regreso de ambos jugadores.
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Buenos días, amigos. Cuando alguien es protagonista de una acción en la que se comete un delito, infracción o cualquier suceso contrario a normativa o ley, solo se puede estar en el lado bueno o en el lado malo, porque pretender no estar siendo partícipe es alinearse con la vileza. No es posible borrarse de un acto en el que uno se halla inmerso, decidirse por la dejación de funciones y pretender que al llegar a casa todo siga igual, en paz, creyendo haber esquivado un marrón y con una cuenta corriente que permite olvidarse del día del mes en el que se vive.
Hablamos de que esto no es posible, claro está, desde un punto de vista racional, ético y legal, porque no es sino lo que viene ocurriendo en el fútbol español desde tiempo ha y el Real Madrid está empeñado en solventar, hecho que está provocando que quienes han vivido —y siguen viviendo— bien en el circo corrupto anden soliviantados e indignados, tanto, que hasta son capaces de responsabilizar al club blanco de adulterar la competición por emitir por televisión sin censura las miserias de la misma y de culpar a Vinícius de que, además de pegarlo físicamente, le llamen «mono», «chimpancé» o le deseen, literalmente, la muerte. Es decir, estas personas ven más grave denunciar la corrupción y sufrir acoso que comprarse el estamento arbitral y acosar.
Uno de los últimos interfectos —en su segunda acepción del DEL— que han intentado borrarse de sus obligaciones ha sido Juan Martínez Munuera, colegiado del pasado Osasuna-Real Madrid. Durante el partido, el público entonó de manera repetida y clara «Vinícius, muérete». Lo escuchó todo el mundo. Los futbolistas del Real Madrid así se lo hicieron saber en diferentes ocasiones al árbitro. Este, empero, optó por no ejercer con su deber y no lo reflejó en el acta.
Hasta aquí, todo normal y según el guion establecido en la liga de Tebas, no es la primera vez que un colegiado decide no transcribir al acta los hechos acaecidos durante un encuentro. Pero, como decíamos antes, el Madrid se ha propuesto limpiar el fútbol, al menos no dejarse pisotear vilmente y defender sus derechos, de modo que anoche emitió un comunicado en el que anunciaba que el club había presentado una denuncia ante el Comité de Disciplina de la RFEF contra Martínez Munuera como consecuencia de la redacción negligente del acta arbitral, ya que «este colegiado omitió, de forma voluntaria y deliberada, los insultos y gritos vejatorios dirigidos de forma reiterada hacia nuestro jugador Vinícius Junior, pese a ser advertido de manera insistente por nuestros jugadores en el mismo momento en el que estos se estaban produciendo».
Además, el Madrid también presentó denuncia «en relación con los citados insultos y gritos vejatorios, y ha dado traslado de los mismos a la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, a fin de que se identifique y se sancione a quienes los profirieron».
Otrosí, «ante estos lamentables hechos ocurridos en El Sadar, el Real Madrid ha ampliado la denuncia que el pasado viernes 15 de marzo presentó ante la Fiscalía General del Estado contra los delitos de odio y discriminación, por los insultos racistas y de odio dirigidos hacia nuestro jugador Vinícius Junior en las inmediaciones del estadio Olímpico de Montjuic y del estadio Metropolitano de Madrid, solicitando que se identifique a los autores de los mismos».
Al igual que Martínez Munuera, Marca opta por mirar a otro lado y, más central lechera que nunca, elige dedicar su portada al ídolo madridista Lamine Yamal. Todo el mundo sabe que «El lado más personal de la perla de la selección» es más importante que la redacción negligente del acta de un partido por parte de árbitro de Primera División.
Pero como Marca suele padecer ataques de bienquedismo inane, imprime un sello mínimo para que quien disponga de lupa pueda leer la denuncia del Madrid al colegiado del sábado por no recoger los insultos a Vinícius. Y ya puestos tiran la casa por la ventana y en el ático derecha recogen las siguientes palabras de Figo: «El ‘caso negreira’ tiene que tener consecuencias porque es muy grave». Les ha faltado una advertencia, como los anuncios de medicamentos, en la que aclaren que sí, que lo de comprar durante lustros el CTA vía el pago de millones de euros a su vicepresidente está un poco feo, pero mucho peor es emitir vídeos en RMTV mostrando la verdad, o pretender que en pleno S. XXI no haya un monopolio en Europa y alguien ose organizar con libertad una competición que a Marca, por lo que sea, le viene mal.
As también en modo central lechera lleva a su portada a Yamal, acompañado en esta ocasión por un Williams, pero no un Clío 16 válvulas, sino el bravo futbolista del Athletic, y su titular hace referencia al problema que supone ceder jugadores a la selección olímpica para que se fundan y luego no puedan realizar su trabajo en el club que les paga.
La noticia de la denuncia del Madrid tampoco merece para As la portada, aunque es cierto que le dedican más espacio que el sellito de Marca.
Mundo Deportivo titula «LÍDER», escrito en caracteres que ereccionan paulatinamente haciéndose cada vez más grandes, referido a Lewandowski, escrito sin embargo en reposo. El titular, no obstante, no es más que el reflejo de lo querrían ser, líderes, y no son.
Una prueba más del mundo de ilusión en el que viven lo vemos en la parte superior, donde recogen las palabras de Cubarsí al llegar a la selección: «Sería un sueño superar a Sergio Ramos». Y aún no ha debutado. Muy revelador de cómo funcionan sus cabezas.
El frontispicio de Sport es para Fermín López, jugador del FC Barcelona. «Echaremos de menos a Xavi», confiesa en la entrevista que publica el diario. Nosotros también, se nos ocurren pocos entrenadores que representen tan bien el espíritu del club de los delitos.
Un club, el Barça, que se ha querellado contra Iñaki Angulo por decir la verdad. Cualquiera puede echar un vistazo a las facturas (que intentaron desgravarse) pagadas a Negreira, vicepresidente del CTA, que demuestran de facto la comisión de un delito de mera actividad.
Una muestra más de que solo se puede estar en el lado bueno o en el lado malo. Iñaki, como escribió él mismo ayer, ni amenaza a futbolistas ni compra árbitros, y le denuncian quienes amenazan a futbolistas y quienes compran árbitros. Está claro todo, ¿verdad? Tienes nuestro apoyo, Iñaki.
Feliz Día del Padre, pasad buena jornada.
Soy consciente de que la gran mayoría de lectores de Ray Bradbury le recordarán principalmente por su obra Fahrenheit 451, o incluso por sus Crónicas marcianas, pero el escritor estadounidense fue también un excelente creador de relatos cortos. Entre ellos, hubo uno que siempre me llamó poderosamente la atención. Se titula La multitud. Es un relato corto, cortísimo (se lee en unos diez minutos) y resulta asombroso comprobar la multitud, valga la redundancia, de lecturas que pueden sacarse de este pequeño cuento macabro e incluso su extrapolación a la sociedad actual y, más concretamente, al fútbol español.
En La multitud, tras sufrir un accidente de tráfico, el protagonista de la historia (Spallner) comienza a obsesionarse con la presencia de ese morboso gentío que tiende a reunirse alrededor de los accidentes, que cuchichean y opinan sobre lo sucedido, que dan su veredicto viendo únicamente el resultado del accidente, sin necesidad de haber presenciado cómo se pudo producir el mismo. Además, cuando Spallner comienza a investigar diferentes accidentes, comprueba con espanto que en esa multitud se encuentra siempre la misma gente.
En la liga española, esa multitud también está presente en cada partido del Madrid. Nadie sabe cómo han llegado a su puesto de trabajo, pero ahí están, semana tras semana opinando con enfermizo interés sobre cada polémica que ellos mismos crean sobre el delantero del Real Madrid, Vinícius Jr. Curiosamente, también comentan únicamente el “accidente” de Vinícius. Su memoria selectiva, ayudada por la ausencia de imágenes clarificadoras cortesía de Mediapro (censura digna de Fahrenheit 451, dicho sea de paso), tiende a omitir la cantidad de faltas que ha recibido, los empujones e incluso agresiones que le han propinado anteriormente y los gritos racistas que lleva teniendo que escuchar desde el mismo calentamiento.
La multitud sólo habla de lo que quiere hablar, igual que el reportero de turno encargado del seguimiento a Vinícius (desconozco si hay otros compañeros de profesión dedicados a esta misma tarea con el resto de jugadores en el campo, entiendo que sí) sólo muestra las imágenes que peor dejan al atacante brasileño, aunque para ello tenga que manipular el sonido de las mismas. Nunca se ven en esos vídeos las semanales muestras de cariño que tiene Vinícius con los aficionados de cualquier grada, por poner un ejemplo.
el reportero de turno encargado del seguimiento a Vinícius sólo muestra las imágenes que peor dejan al atacante brasileño. Nunca se ven en esos vídeos las semanales muestras de cariño que tiene Vinícius con los aficionados de cualquier grada
Y es que, no en vano, una de las lecturas que sacó el maestro del terror, Stephen King —gran admirador y colega de Bradbury— sobre La multitud es que esta siempre tenía un papel clave en lo que podía acontecerle al accidentado. Si la multitud decía que el accidentado tenía buena pinta, sobrevivía. Si opinaban lo contrario, este fallecía. Aunque para ello en ocasiones tuvieran que intervenir personalmente sobre el desafortunado.
En el fútbol español sucede algo similar: la particular “multitud” que puebla los medios de comunicación ha adquirido una repercusión brutal sobre la opinión que van a tener los aficionados (incluso los propios madridistas) y hasta los colegiados, aunque a estos les haga menos falta, sobre Vinícius o cualquier otro jugador, aunque únicamente observamos este tipo de escrutinios sobre jugadores del equipo blanco. La empatía y piedad que se tienen con otros compañeros no hallan lugar cuando el escudo que defiende un jugador es el del Real Madrid.
Cuando a Vinícius se le dan collejas, empujones, pisotones o patadas y este acaba por revolverse (generalmente porque el colegiado no las castiga con la merecida dureza) se hace énfasis únicamente en la acción del extremo carioca. Y así es cómo la multitud incide en la sabiduría de las masas y se ha convertido a Vinícius en poco menos que M. el vampiro de Düsseldorf, un tipo al que se señala, vilipendia, insulta e incluso se le desea la muerte desde las gradas como si de un criminal se tratase.
En el relato de Bradbury no se profundiza acerca de la personalidad de los miembros de la multitud, pero para eso está la prensa española, que cada jornada hace gala de la máxima expresión de uno de nuestros deportes nacionales favoritos: hablar cuando uno es el menos indicado para hacerlo. Los que demandan sosiego a Vinícius Jr. por explotar después de recibir golpes, faltas e improperios estando en el elevado estado de estrés o tensión que genera la alta competición son aquellos mismos que son incapaces de mantener la compostura que le exigen al brasileño estando sentados tranquilamente manteniendo una determinada conversación con compañeros de profesión. No digamos ya exfutbolistas como Bernd Schuster, quien se permite el lujo de aconsejar a Vinícius acerca de su comportamiento con la grada cuando el suyo no fue precisamente idílico. Ejemplos como estos los tenemos a patadas, si me permiten la expresión.
Seguramente Vinícius pueda mejorar su comportamiento. Seguramente los rivales también puedan tener un comportamiento más deportivo con el crack madridista y evitar no ya patadas o choques, pero al menos sí agresiones y provocaciones. Seguramente los colegiados también puedan arbitrar mejor cuando el Real Madrid está de por medio. O quizás no, ¿quién sabe? Lo que sí deberíamos saber a estas alturas es que no es razonable aceptar de buena gana las lecciones de esta particular “multitud” de los medios españoles. Esos mismos que tratan al Real Madrid con una vara de medir diferente a la que tratan al resto de equipos.
Los que demandan sosiego a Vinícius Jr. por explotar después de recibir golpes, faltas e improperios estando en el elevado estado de estrés o tensión que genera la alta competición son aquellos mismos que son incapaces de mantener la compostura que le exigen al brasileño estando sentados tranquilamente manteniendo una conversación con compañeros de profesión
¿Es lógico que tengamos que aceptar que Vinícius es un provocador o un mal deportista porque nos lo dice una persona que todavía no ha superado que al rival del Real Madrid en Champions le anularan un gol totalmente ilegal con el reglamento en la mano, pero que en cambio suspiraba aliviado de que al Barcelona no le hubieran pitado un penalti claro por pisotón? ¿O tenemos que escuchar acaso a un exárbitro pedir una roja a Vinícius por un empujón cuando una semana después está hablando de pisotones interpretativos, de los cuales negaba su existencia hace unos años, para justificar que no pitaran ese penalti al equipo culé?
Quizá alguno tenga ya tan interiorizada a la multitud que no se da cuenta de que esta guerra ya la hemos vivido con anterioridad en numerosas ocasiones. Hubo muchos que tragaron con que Mourinho era un impresentable que se cargaba el ambiente en la selección española y llenaba de tensión los clásicos mientras que enfrente había un ser de luz que miccionaba colonia y entrenaba a unos verdaderos santos que no rompieron un plato en su vida. Eso decía la multitud mientras Messi disparaba con todas sus fuerzas contra el primer anfiteatro del Bernabéu un balón que ya había salido del campo ante el sospechosamente repentino mutismo de uno de los integrantes de la multitud mencionado anteriormente.
Cristiano era otro provocador, chulo y arrogante. Bale tenía una hernia, no hablaba ni una palabra de español y se iba del estadio antes de que se acabaran los partidos. Déjenme contarle un secreto: acciones moral o deportivamente reprobables se las puedo encontrar yo al 90% de los jugadores si me proporcionan una cámara y un permiso para realizarles un minucioso seguimiento durante los 90 minutos de cada partido. Pero curiosamente, la multitud sólo generaba (y genera) ruido alrededor de las personas que más ayudan al Real Madrid a ser el club más grande del mundo. Puede que no se hayan percatado, pero con Bellingham ya han empezado y con el parisino está al caer.
La multitud sólo generaba (y genera) ruido alrededor de las personas que más ayudan al Real Madrid a ser el club más grande del mundo. Puede que no se hayan percatado, pero con Bellingham ya han empezado y con el parisino está al caer
Es una pena, en cambio, que la multitud no sea tan minuciosa cuando los empujones o agarrones del cuello los realiza otro jugador, cuando las protestas airadas las lleva a cabo el jugador al que mayor número de agresiones le he visto en un campo de fútbol o cuando un jugador menta “la concha de su madre” a un árbitro y esto no se considera un insulto. It’s a fucking goal sí lo es, por supuesto, y a estos jugadores jamás se les ha hecho el seguimiento y tratamiento furtivo que han recibido Vini, Cristiano o Bale.
El que quiera detestar a Vinícius está en su derecho, faltaría más. Como también debería estar en su obligación moral tratar de ver el retrato completo antes de pensarse si hacerlo. Vinícius no deja de ser un chaval que no llega a los 25 años, que ya tiene la vida resuelta y que ya ha logrado deportivamente más de lo que la gran mayoría de jugadores va a conseguir en su carrera. Esto bastaría para subirle los humos a cualquiera, pero el cóctel no acaba aquí.
También es un chaval que desde su llegada ha soportado con entereza una presión inhumana, aguantando las risas, humillaciones y payasadas de medios de comunicación e incluso de compañeros cuando los goles no le entraban. Es un chaval que desde el primer minuto, antes de que le diera tiempo a ser un provocador, ha recibido patadas, agresiones y hasta mordiscos.
Y es un chaval que se ha sobrepuesto a todo eso para triunfar en el mejor club de la historia, ser decisivo en la consecución de la mejor Champions League que han visto nuestros ojos y que ahora tiene que lidiar con los insultos racistas de varias gradas, las provocaciones, patadas y agresiones de sus rivales y una prensa/multitud incendiaria que magnifica lo malo que pueda hacer y oculta lo que motiva estos actos o las acciones bonitas de Vinícius.
En ocasiones como esta basta con ver quién está en el otro lado para saber que uno está en el lado correcto. Podéis estar en el lado opuesto a Vinícius, por supuesto. Pero entre Vinícius y la multitud, yo tengo bastante claro de qué lado estar.
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Sufiel Abdelkader Mohand nació en Melilla en 1981. Esta ciudad es española desde la reorganización administrativa del imperio romano que llevó a cabo Diocleciano, más o menos, aunque ahora a gran parte de los actuales españoles les produzca, como la existencia de Ceuta, indiferencia y pereza. Abdelkader Mohan es la segunda generación española de una familia procedente del otro lado de la valla. Dieron el salto a la Costa del Sol siendo él un niño y luego Abdelkader intentó ser futbolista, sin éxito. Tuvo un hijo con 17 años, se casó con una muchacha malagueña, Patricia, y fundó con ella su propia familia, los Abdeklader Díaz.
Abdelkader montó una pescadería en Dos Hermanas, un arrabal popular a las afueras de la ciudad, donde en los 60 y 70 se iban a vivir los trabajadores de la RENFE a esos bloques de casas pequeñas y luminosas, todas iguales que, sin embargo, comparado con lo que cuesta comprarse o alquilar una hoy, resultan lujos asiáticos de otra época. No se olvidó del fútbol: organizó un club de barrio y procuró que su chaval estuviera en la órbita de los filiales del Málaga, por entonces en pleno boom con el jeque Al-Thani. En Dos Hermanas crecieron sus cuatro hijos. La quinta vendría con la prosperidad que ya brotaba como leche y miel de las botas del mayor, Brahim Abdelkader Díaz, ya en Manchester, pero hasta entonces tuvo que ser casi siempre su abuelo materno, Ángel, el que se ocupara de llevarlo al fútbol, en el barrio, todos los días.
En la gala de La Galerna dijo Clifford Luyk una cosa preciosa: soy más español que los que habéis nacido en España porque yo he elegido serlo. La españolidad de Brahim es indiscutible. Incluso la marroquinidad de su familia paterna está íntimamente vinculada con España y ese territorio fronterizo tan poroso, en la cultura y en todo, del que proceden los abuelos de su padre. Los Abdelkader también eligieron serlo. Se puede decir que Brahim, hasta en su condición de marroquí, es más español que Yamine Lamal o Achraf Hakimi: es tan, tan español, que hasta su herencia moruna está sembrada de regulares de Ceuta. Su único problema, para representar a la selección de la Real Federación Española de Fútbol, es que es madridista.
El único problema de Brahim para representar a la selección de la Real Federación Española de Fútbol es que es madridista
Brahim es el último ejemplo de una lamentable situación que se remonta a los tiempos de Del Bosque. Y no es que Del Bosque sea sospechoso de antimadridismo, pero es razonable pensar que en su convocatoria para el Mundial de Brasil, hace ya diez años, le influyeran el peso de Xavi, Piqué, Busquets y la camarilla barcelonista, por entonces dueña sentimental del “equipo de todos”. Es curioso, lo he dejado por escrito aquí más de una vez, pero durante mucho tiempo los furibundamente antiespañoles, la mayoría oriundos del nacionalismo periférico, abominaron de la selección española de fútbol por considerarla una extensión del Real Madrid. O sea, un emponzoñado instrumento del nacionalismo españolista más casposo. Ahora la tortilla se ha dado la vuelta por completo: no es que los nacionalistas vascos, catalanes, gallegos o el mundillo sórdido de la izquierda antinacional ame La Roja con amor sincero y patriótico, sino que se las han ingeniado para convertirla en un espacio no-friendly para los madridistas. Un Pacto del Tinnell futbolero en virtud del cual lo madridista queda excluido del tronco común en la medida de lo posible.
Conforme el Real Madrid culminaba su segundo gran ciclo histórico, más se acentuaba la liquidación de todo lo que oliera a blanco en un combinado nacional cada vez más mediocre. Hasta el punto de que Sergio Ramos, el mejor defensa de la historia del fútbol mundial, fue despedido sin honor de la selección aprovechando las lesiones que lastraron su última temporada como capitán del Madrid.
En Brasil 2014 fueron Isco y Carvajal los que vieron el Mundial por la tele. Poca broma: ambos venían de ser fundamentales en la Copa de Europa que ganó el Madrid y eran la esperanza de renovación del equipo nacional ganador de todo en el ciclo 2008-2012. Se venía, seguro que casi nadie lo recuerda ya, de la indiferencia completa con respecto a Jesé mientras que se convocaba con la selección absoluta a nombrecillos como Montoya. A pesar de la penosa defensa del título que llevaron a cabo los chicos de Del Bosque, nada cambió en 2016 y a la Eurocopa de Francia tampoco fueron ni Isco ni Carvajal, aunque lo del lateral tuviera la disculpa de su lesión en la final de Milán contra el Atlético. Lo siguiente fue el affaire Lopetegui, vergüenza internacional por todos recordada. Brahim, un talento en continua progresión desde 2018, ha sido ninguneado por Luis Enrique y ahora De la Fuente mientras que numerosos jugadores de tercera y cuarta fila iban siendo convocados, algunos como Munir o Ansu Fati, con una celeridad ansiosa, y desechados al mismo ritmo que la industria del fútbol los fagocitaba con crueldad darwinista.
Brahim es un niño español con talento que ha trabajado duro para desarrollar todo aquello con lo que nació dotado. Lo que debería ser un caso de éxito social es la enésima certeza, a nivel espectacular porque es mediático, de que en España la historia del mérito es una gran pantomima
Lo de Brahim es doloroso más allá de lo estrictamente futbolístico. Hace tiempo ya que la desconexión emocional con la selección, en buena parte de la afición madridista, es total. Yo, por ejemplo, que fui un niño al que volvían loco eurocopas, mundiales y cada uno de los partidos que jugara España, prefiero ponerme un debate parlamentario cualquiera antes que ver jugar a la selección nacional de los periodistas, de los streamers y de los antimadridistas. Pero echando un vistazo a la extracción social de Brahim Abdelkader Díaz, a su familia y a su actitud desde que saltó a la fama en el City con apenas 15 años, el tema solivianta, porque el comportamiento público de Brahim, en la era de los horteras con canal en Youtube y futbolistas instagramers que van de raperos en Los Ángeles, no puede ser más pulcro y más exquisito: es la imagen encarnada de lo que quisimos siempre que fueran los hijos de la clase media.
Brahim es un niño español con talento que ha trabajado duro para desarrollar todo aquello con lo que nació dotado. Lo que debería ser un caso de éxito social es la enésima certeza, a nivel espectacular porque es mediático, de que en España la historia del mérito es una gran pantomima. Es en los barrios como el de Dos Hermanas de Málaga donde se siguen parando los relojes cuando España juega un Mundial. El madridismo es la identidad del proletariado provinciano que no tiene ni lehendakaris ni generalitats: es una revancha secular de una clase olvidada y desheredada sistemáticamente por las élites de este país. El desprecio a Brahim es el desprecio a un talento madridista andaluz y como tal es una afrenta al Real en tanto baluarte de lo mejor que tiene un país moralmente cataléptico, la confirmación de que el escudo y la corona sobre fondo blanco es el refugio, a la manera de collegium romano moderno, de todos los españoles desclasados a la fuerza.
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Cuando Zidane firmó la mayor obra de arte de su carrera, allá por 2002 en la final de la Novena, el añorado Javier Marías estableció un catálogo de los goles admirables. Según el escritor, entre ellos hay que distinguir: existen los buenos, los grandes, los maravillosos y los sobrenaturales. De acuerdo a este canon, para considerar un tanto como maravilloso se requiere que, aparte de incidir decisivamente en el resultado, posea una dificultad y belleza enormes y el protagonista sea un astro carismático. Y para alcanzar la categoría de sobrenatural, resulta preciso que, además, la jugada tenga algo de gratuito, de impensable, de inesperado para todo el mundo. En otras palabras: de regalo caído del cielo.
Arda Güler no marcó ningún gol en los escasos minutos que disputó en Pamplona. Sin embargo, siguiendo el práctico índice de Marías, nos dejó una acción probablemente no maravillosa del todo, aunque sí sobrenatural. A priori, este uso de adjetivos puede parecer un quebranto de la ortodoxia antes explicitada, puesto que los requisitos de lo sobrenatural se supone ya incluyen los de lo maravilloso. Y, después de todo, el disparo al larguero ni fue gol, ni incidió en el resultado, ni estuvo protagonizado por un astro consolidado. No obstante, me atrevo a pronosticar que la prometedora trayectoria del joven Arda va a atesorar un carácter tan estético que nos va a acostumbrar a este tipo de paradojas.
Faltaban cinco segundos para la conclusión del encuentro cuando el balón se perdió por la línea de banda del campo que defendía del Madrid. Llegados a ese punto, todos esperamos lo habitual en estas situaciones: el lateral del equipo vencedor exagera la lentitud con la que se dirige a recoger la pelota, invitando con su parsimonia a que el árbitro señale el final. Pero Güler, acaso acuciado por la ansiedad que debe causarle el escaso tiempo que le conceden, apremió a Lucas con su desmarque. El disciplinado gallego, siempre dispuesto a echar una mano al compañero que se lo pida, puso la bola en juego, que acudió a la llamada de su amo dando botes demasiado cortos, como un perrillo que tuviera desgana. Arda protegió su recorrido colocando su enjuto cuerpo para aguantar el contacto con el defensa, y en dos toques sutiles de zurda consiguió hacerse espacio y atravesar la divisoria. En ese instante, nuestro turco preferido levantó la cabeza en un gesto súbito, casi imperceptible, y vio Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul.
Nuestro turco preferido levantó la cabeza en un gesto súbito, casi imperceptible, y vio Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul
No se lo pensó dos veces. El disparo aunó contundencia con delicadeza, si se me permite una nueva contradicción de las que ya he dicho este niño nos va a obligar a emplear. Todo lo que hace tiene un aire enigmático: circula por el frente de ataque pidiendo constantemente la bola para soltarla mejorada y pulida tras un primer toque o una conducción, casi difuminándose. Son solo atisbos, conjeturas, pinceladas, pues no ha tenido ocasión de más; lo que, por cierto, está causando una cierta avidez en un sector de la hinchada que, sin necesitar más pruebas, ya lo ha incluido entre sus favoritos. El carisma de Arda combina la voluntad de achuchar a los percibidos como vulnerables con el auge de los nuevos modelos de protagonista: deconstruidos y entrañables antes que agresivos, como un Shaun Murphy que fuese delantero en lugar de Buen Doctor.
Hoy Arda Guler jugo muy pocos minutos pero nos dejo este destello de calidad un disparo de media cancha que casi entró la salvó el portero con la puntita de los dedos si entraba era para gritarlo 3 días pic.twitter.com/SyrAWgVfZh
— noel marquez (@elnoees) March 17, 2024
Volviendo a Pamplona, el balón cañoneado efectuó una parábola que hubiese emocionado a Gauss y se estrelló, casi a cámara lenta, contra el larguero. El tiempo se detuvo y, a continuación, la incredulidad ante la belleza dejó paso a una punzada de dolor. El madridismo no es una afición como otras, en las que el “y si…” supone un refugio efectivo donde lamerse las heridas. La poesía se valora, pero ha de acompañarse más de sentido que de evocación. De manera que, en mi opinión, ha llegado la hora: Carlo debe dar un paso al frente y ofrecer al muchacho, en los partidos de liga restantes, la oportunidad de que, poco a poco, cumpla las expectativas. Sin miedo y sin presión: el mismísimo Cristiano estuvo ensayando chilenas durante temporadas antes de conseguir finalmente su gol, también sobrenatural, en Turín. No tenemos prisa, pero en algún momento hay que empezar. Al fin y al cabo, como Javier Marías también sabía, la historia del Real Madrid es, por encima de cualquier otra cosa, la de convertir lo excepcional en lo cotidiano.
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En el mítico Asador Donostiarra, cuyas paredes repletas de fotos de famosos podrían contar centenares de anécdotas futbolísticas, tuvo lugar el domingo 17, día de San Patricio, la conmemoración del 59º aniversario de la entrañable Peña Madridista Ibáñez.
Luis Cáceres, presidente de la peña y a la sazón eximio madridista, tuvo a bien invitar a La Galerna para compartir mesa y mantel con otros 150 comensales, peñistas en su mayoría que asistieron acompañados por sus más próximos allegados.
La comida estuvo presidida por la Copa de Europa y por la Euroliga de baloncesto, trofeos que fueron convenientemente —y de forma masiva— fotografiados por adultos y por niños.
La mesa presidencial, en la que Luis Cáceres hizo las presentaciones del evento, contó con la presencia de nuestro querido Robber Andrades, asiduo colaborador de La Galerna, además de dos leyendazas absolutas del Real Madrid, nada menos que el Héroe de la Séptima, Pedja Mijatovic, y del gran Chechu Biriukov, héroe de múltiples trofeos madridistas y también campeón de Europa en 1995 ante Olympiacos en Zaragoza.
El magnífico almuerzo contó con la presencia oficial del club, en la persona de su Director de Socios, José Luis Sánchez —el querido Josele para sus amigos y conocidos—, que tuvo unas muy cariñosas palabras para la Peña Ibáñez por parte de la entidad y de su presidente.
Otra presencia notable fue la del periodista y subdirector del Diario AS Tomás Roncero, buen amigo de La Galerna, que arengó a todos los peñistas presentes en un discurso muy sentido y muy madridista, que recibió una ovación unánime mientras todos contemplábamos el gol de Mijatovic en Amsterdam que supuso acabar para todos los madridistas con una sequía de copas de Europa de 32 años.
El editor de La Galerna, Jesús Bengoechea, y un servidor tuvimos la suerte de estar también en la mesa presidencial, y más suerte aún de estar al lado de Biriukov y de Mijatovic, leyendas, personas de bien y grandes conversadores, que nos amenizaron toda la comida con una impagable colección de anécdotas sobre sus éxitos, que tanto hicieron gozar a millones de madridistas hace unos años. Ambos fueron ovacionados durante varios minutos al tomar la palabra a la hora de los postres.
Hubo todavía más aplausos espontáneos y toda suerte de parabienes para dichos invitados de lujo, que no pararon ni un instante de hacerse fotos con todos y cada uno de los presentes, y la tinta de varios bolígrafos y rotuladores se acabó secando tras firmar sin parar infinidad de autógrafos, de banderas, de gorras y de camisetas.
Larga vida a la Peña Ibáñez, que el año que viene cumplirá la respetabilísima edad de 60 años, que coincidirá, si Dios quiere, con el décimo aniversario de nuestra Galerna.
Enhorabuena a todos los integrantes de la peña, y en particular a su presidente, don Luis Cáceres, prototipo del señorío merengue y a Robber Andrades, por su incansable labor. ¡Esperamos ansiosos tener el honor de ser invitados el año que viene!
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Bueno, lo primero que fue muy gracioso. Que el Atleti palmaba y marcaba Joao Félix —pasó en la primera vuelta— se sabía desde el sorteo del calendario. Faltaba saber la fecha, nada más. Juraría que el Atleti es el único rival al que le ha marcado en la primera vuelta y en la segunda. Mírenlo si les apetece.
El tío hizo el primer gol, el más resultón. Se le escapó la risa, claro. Cómo fue la cosa que al Barça le sobraron dos tantos. Y medio tiempo. Otra grave falta de sentido del humor culé: ese partido lo ganaban seguro. ¿Para qué meter más? 0-1, Joao. Risas sólo ofrecen si les mientas a Negreira. En fin…
Pregunta: ¿Qué sería del Atleti sin el Madrid para excitarse, vivir y tal? ¿Se imaginan que va el Madrid y decide no presentarse más a los partidos con él? Eso supondría puntos de sanción, pero mientras no fueran 35 ganaba la Liga igual. U otra cosa. Gana el Madrid la 15 y decide disolverse, para qué más. ¿Qué sería del Atleti?
Cuando el 0-3 hubo lío en Bomberos/Las Rozas, Madrid. Escucharon un alarido fortísimo, liberador, las sirenas se excitaron. La Federación se había reunido en el despacho del presidente en plan camarote de los Hermanos Marx y festejó el gran momento: por fin el Barça va segundo. ¡Viva!
Cuentan que aquello parecía La Chalana. No descartemos que entre el personal anduvieran Koldo, Ábalos y varias señoritas, algunas incluso federativas. Tres mil langostinos estuvieron seguro.
Cuando el 0-3 hubo lío en Bomberos/Las Rozas, Madrid. Escucharon un alarido fortísimo, liberador, las sirenas se excitaron. La Federación se había reunido en el despacho del presidente en plan camarote de los Hermanos Marx y festejó el gran momento: por fin el Barça va segundo. ¡Viva!
La locura en la casa será total si el Barça acaba primero, claro. Se intentará. Quien hace lo que puede no está obligado a más. Hombre, expulsar a dos del Madrid en el calentamiento de los partidos que quedan… No lo descarten. Se les puede ocurrir eso u otra cosa: veremos.
Lo segundo mollar —lo primero es que el Madrid palme, quedan nueve posibilidades— está encaminado: la Supercopa vive y colea. No, en Arabia no se inmutaron gran cosa. Son listos y nunca dudaron que lo suyo acabaría bien.
Ha costado 29 jornadas, pero ya está: Madrid, Barça, Athletic y Mallorca, supercoperos. ¡Bien! Hombre, no creo que el Girona le quite la plaza a los blancos, convendrá no descuidarse. El colmo sería que se jorobara el gran trinque... ¡por culpa del Madrid! En la frontera lo ponían.
Antes de la broma en el Metropolitano hubo un mangazo al Castilla en el derbi de filiales y la víspera no pitaron un penalti a Vinicius, allá en Pamplona. No entiendo el lío que hubo con eso siendo lo que fueron: casualidades, dos. Como también que Vini fuera amonestado y se pierda el próximo partido. Tres casualidades o sea.
Me da que Bellingham y él no van a coincidir en el equipo, en Liga digo, hasta la cuarta temporada de Mbappé en el Bernabéu. Anoche metió tres goles al Montpellier de Mönchengladbach Sur. Y de visitante. En fin…
Vini fue amonestado y se pierde el próximo partido. Me da que Bellingham y él no van a coincidir en el equipo, en Liga digo, hasta la cuarta temporada de Mbappé en el Bernabéu
Vinicius decía. El esperado paréntesis de selecciones acabará para nosotros con un España-Brasil en el Bernabéu, la noche del 26. El saque de honor debería hacerlo Brahim, por cierto. Ese amistoso emparejará a Vinicius con Carvajal si el gran De la Fuente no decide poner de lateral diestro a Navas o a Porro, que sería lo suyo y favorecería el espectáculo: Carvajal no le va a hacer un marcaje pecho-espalda a su colega que con otro marcador estaría en su salsa. Una falta cada dos controles de pelota o intento de carrera. El pueblo como loco y una eficaz manera de preparar el asalto al City y esas cosas, y no una pachanga. Amistoso, vale. Pero hasta un límite.
Conviene que los futbolistas no pierdan el ritmo, la costumbre. Ancelotti, Davide, Pintus e incluso Porlán Chendo me darán la razón. No es bueno que los muchachos se equivoquen y/o relajen. ¿Por dónde anda Vinicius desde el sábado, eh? Me preocupa que juegue un partido en campo amable y ante un marcador lo mismo. Le descentrará seguro. No me extrañaría que le pasara la bola al mismo Carvajal o a Joselu si los ponen. Que jugándose donde se jugará lo normal es que no estén ni en el banquillo.
No, no me gusta nada. Navas es buena opción, una tranquilidad nacional: si empuja a Vinicius en el área y por detrás no es penalti. Pero Porro es el hombre por razones obvias.
Tampoco me entusiasma el escenario: para un grito contra el racismo, que es el porqué del evento, entiendo que tenemos otros estadios más idóneos. Todo sería más creíble, ¿verdad?
Se juega por ese motivo por Vinicius, un tipo al que insultan incluso en partidos que no juega. Ponerlo en el Bernabéu, su casa, pues… Pese a que la entrada es libre y puede colarse cualquiera sí espero un ambiente plácido, puede que incluso ejemplar, que puede llevar a error: ¿ven cómo en nuestro fútbol no hay racismo? Han jugado España y Brasil. Ha jugado Vinicius. Ha vuelto Casemiro y de capitán de los suyos y todo ha sido una fiesta. Miau. Yo cambiaría el escenario, sí. Mantendría a Porro, sólo a él. Estamos a tiempo.
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Buenos días. Tras una heroica resistencia, el Atlético de Madrid tuvo que terminar sucumbiendo ante el Barcelona en el duelo liguero de anoche en el Metropolitano. Bien es cierto que sólo lo hizo por 0-3. Así se puede perder.
Habría sido fácil para los hombres del Cholo el haberse dejado llevar por el consuelo de que una eventual derrota habría perjudicado al gran rival, el Real Madrid. Ni muchísimo menos. Nada más lejos de la realidad. Los aguerridos guerreros cholistas ignoraron taxativamente esa cuestión colateral, y se dejaron sobre el verde tapete la mismísima vida, mostrando ante los hombres de Xavi una actitud irreprochable.
Luego perdieron, sí, pero no sería porque no pusieron toda la carne en el asador, empezando por la mismísima alineación, un once inicial que suponía una auténtica bofetada a todos los maledicentes que en las vísperas habían llegado a dudar que el Atleti fuera a emplearse a fondo en este choque. Nos referimos a sicarios lecheros como Jesús Bengoechea, quien en la tertulia del viernes, en el canal de Youtube de Ramón Álvarez de Mon, se atrevió a afirmar que el Atleti está "genéticamente incapacitado para ganar si su victoria beneficia de soslayo al Real Madrid, aunque también le beneficie a él".
Sí, sí, es verdad que el Atleti no ganó, pero nadie que viera el partido puede negar que no pusieran de inicio a sus mejores piezas, en la clarísima ambición de conseguirlo.
Erm... Sí, es verdad que Simeone dejó en el banquillo a Griezmann, que es indiscutiblemente su mejor jugador, pero hay que entender que era preciso reservarlo para... para... Tranquilos, os lo miramos y os lo decimos luego.
El Cholo reservó también a Memphis, de quien el ilustre Diego Torres decía el otro día que conforma con Griezmann una dupla superior a la que en el Madrid hacen Vinícius y Bellingham, pero es que a Memphis había que dejarlo en el banquillo porque... porque... Bueno, ahora mismo tampoco caemos pero os lo vamos a mirar y ya si eso os lo comunicamos luego.
La actitud general del Atleti fue intachable, es a lo que vamos. Que sí, que perdió, pero al final del encuentro fuimos testigos de imágenes que acreditaron sobradamente la seriedad y el afán de victoria con que los colchoneros afrontaron el encuentro, así como cuánto les escoció no haber consumado un triunfo que se mostró esquivo, pese a los méritos acumulados.
Las imágenes son lo suficientemente explícitas como para segar de cuajo cualquier suspicacia, ¿no os parece? El Atleti no ganó pese a sus múltiples méritos, que extrañamente no recogen las portadas de hoy, demasiado ocupadas todas ellas en loar al por lo demás ejemplar FC Barcelona, club que al no haber pagado durante 17 años al vicepresidente de los colegiados, a fin de comprarse el sistema arbitral, merece siempre todo respeto y reconocimiento, incluido el de la desvergonzada Central Lechera.
De hecho, es que viendo la portada de As parece que anoche el único que jugara fuera el Barça. Ayudadnos a encontrar alguna palabra respecto a qué tal jugó el Atleti. Ni media, en efecto, pero y eso qué importa, si eso ya os lo contamos nosotros.
De maravilla. El Atleti jugó de maravilla. Perdió, porque el fútbol es así, pero no se puede decir que no se esmerase al máximo en lograr lo contrario. El correoso De Paul puso en bandeja el segundo gol culé, sí, pero esos son avatares que nada tienen que ver con la atención o la intensidad que se le ponga a un partido, pedazo de malpensados. Quien siembre dudas, dejando caer que el Atleti tenía bien presente el hecho de que una victoria suya beneficiaba al Madrid, falta a la verdad. No hay más que ver el mayúsculo enfado de su masa social ante la derrota de ayer, y ello a pesar de que se intentó de todos los modos posibles. Puf, ardía en cólera el Metropolitano, como arde la Central Lechera hoy contra el cholismo.
Marca, a diferencia de As, sí califica el partido del Atleti, del cual dice que fue "pobre". Durísimas palabras. No merece el abnegado y brillante equipo rojiblanco descalificaciones tan gruesas. Se la ha jugado ahí Marca, arriesgando desatar las iras de Cerezo y Gil Marín. Ellos verán. Imprudentes.
Sí la prensa capitalina se rinde ante el triunfo culé, qué no hará su prensa afín. "Barça letal". "Exhibición para soñar". No es para menos cuando acabas de sellar una victoria así ante un rival tan denodado como el Atleti, que se dejó el alma sobre la cancha. Irredentos fans colchoneros buscan aún, a estas horas, sobre el césped, jirones de piel de Savic y Riquelme. Perdieron, sí, pero qué admirable Atleti vimos anoche, casi como si su razón de ser en esta vida no fuera única y exclusivamente perjudicar al Real Madrid.
Pasad un buen día.