Las mejores firmas madridistas del planeta

En la actualidad, están de moda las series y películas en las que no hay malos ni buenos, sino personajes grises. Sin embargo, la obra cumbre de Tolkien, El señor de los anillos, se caracteriza principalmente por plasmar tan nítidamente esa lucha entre el bien y el mal que con tanta claridad se ha visto reflejada en esta eliminatoria de cuartos de final entre el Manchester City y el Real Madrid. Ayer vi muchos comentarios del tipo “ha ganado el fútbol” refiriéndose no al estilo de juego de cada equipo, sino a la honestidad con la que cada club ha conseguido alcanzar su actual estatus en el panorama europeo.

Me veo moralmente incapaz de quitarles una coma, pues la batalla de estos cuartos de final ha sido la guerra bien-mal o luz-oscuridad que moldeó con éxito el padre de la fantasía literaria en su obra magna. El Real Madrid —reflejando todos los valores morales que deberían imperar en el deporte: pureza, honestidad, respeto, deportividad, garra y lucha hasta el final— enfrentándose a un equipo creado por un “Señor oscuro” de inagotables recursos comandado por un falso mago blanco y al que un extraño artilugio, como es el anillo único, dota de un poder que parece  transformar a sus jugadores en incansables uruk-hai. Después de la prórroga de ayer, muchos de los jugadores del City parecían aún capaces de realizar la travesía de tres días seguidos sin descanso que completaron los uruk-hai cargando a dos hobbits a sus espaldas.

Uruk-hai

Para enfrentarnos a tan temible enemigo en esta sombría hora, Florentino ha ido convocando poco a poco a sus filas a jugadores de diferentes nacionalidades y razas de manera semejante a como fue confeccionada la compañía del anillo que diseñó Tolkien, que contaba con hobbits, hombres, un mago, un elfo y un enano.

La batalla de ida, en el Santiago Bernabéu, se asemejó a la de Las dos torres en el Abismo de Helm, donde tras un gran comienzo de los blancos en el que consiguen obtener una ventaja en el marcador, el City comenzó a bombardear a los nuestros, encerrándolos en la gran muralla blanca diseñada por Carletto y los suyos, a los que digo yo que deberemos algún día dar algo de mérito por haber sido capaces de crear un entramado defensivo capaz de detener al mayor arsenal ofensivo de Europa y hacer inoperantes a jugadores tan absolutamente brillantes como Haaland, Foden, De Bruyne o Bernardo Silva.

La batalla de estos cuartos de final ha sido la guerra bien-mal o luz-oscuridad que moldeó con éxito Tolkien, el padre de la fantasía literaria en su obra magna

Cuando parecíamos destinados a ir al Etihad con resultado en contra, apareció la gran carga rohirrim, comandada por Vinícius y culminada por un Fede Valverde, quien demostró que él nunca llega tarde ni pronto, sino exactamente cuando se lo propone, y que más que un gol nos dio una bocanada de vida en esta eliminatoria.

La batalla del Etihad, en cambio, fue más propia de las vistas en El retorno del rey, donde el enemigo contaba con un batallón que incluía criaturas fantásticas, como olifantes o serpientes aladas, que componían el mayor torrente invasor que jamás ha resistido ningún ejército. El Madrid lo hizo. Resistió porque es su sino. Porque es lo que mejor sabe hacer en esta competición. Resistió porque era lo único que podía hacer.

Carletto y los suyos trazaron una red de telaraña similar a la que tejía en su cueva Ella-Laraña en la entrada de Cirith Ungol para desactivar el ataque citizen, que sólo pudo encontrar un resquicio en un fallido despeje de un Rüdiger que se tornaría héroe a posteriori. Mucho antes de eso, el Madrid se había adelantado gracias a un despeje intencionado y envenenado de Carvajal que Bellingham bajó de los cielos con un malabarismo más propio de Legolas contra el olifante para ceder a Vinícius, quien realizó un gran quiebro previo a una asistencia que Rodrygo tuvo que rematar dos veces para anotar el gol que daba ventaja a los nuestros.

A partir de ahí, el club blanco se dedicó a defender como si en ello se le fuera la vida, pues así era. Los nuestros fueron auténticos héroes que se vaciaron desde el primer minuto al último. Presentaron batalla resistiendo los embates de un enemigo superior en número (o así lo parecía) y en fuerzas, vislumbrando en todo momento un faro que más que de luz era de esperanza y que ningún otro equipo habría visto en nuestra posición.

Como Aragorn y los suyos, se presentaron ante las puertas del enemigo no con la intención de ganar sino de dar una oportunidad de destruir el anillo en el Monte del Destino que había ayer en el Etihad: la tanda de penaltis.

Como Aragorn y los suyos, se presentaron ante las puertas del enemigo no con la intención de ganar sino de dar una oportunidad de destruir el anillo en el Monte del Destino que había ayer en el Etihad: la tanda de penaltis

Allí resurgió el Madrid a partir del heroísmo de Tolkien. Y es que, aunque el británico era capaz de crear héroes tan destacados como Gandalf el blanco —no podía ser de otro color— o Aragorn —quién, por cierto, fue interpretado por un gran madridista como Viggo Mortensen, que se atrevió a vacilar al culé Buenafuente de esta manera—, lo mejor que supo hacer fue sacarse de la chistera verdaderos héroes inesperados que tuvieron momentos estelares como Eowyn o Sam. A lo largo de la temporada, y especialmente anoche, encontramos varios de estos en nuestra plantilla. Los más destacados para casi todo el mundo fueron Rüdiger y Lunin, pero no fueron los únicos.

El primero hizo una eliminatoria antológica y metió el penalti decisivo en la tanda, pero es que, además, Antonio lleva una temporada tan descomunal que basta para acreditarle como mejor central del mundo en la actualidad. Cuesta creer que comenzara la campaña siendo suplente y que unos meses después se encuentre jugando con la jerarquía propia de quién lleva diez años comandando la defensa blanca.

Penalti de Rüdiger al City

El otro gran héroe de la noche fue un Andriy Lunin, que se erigió como un muro infranqueable y hombre de hielo al quedarse en el centro en el penalti que cambió el rumbo de la tanda. Segundos después, adivinó las intenciones de nuestro querido Mateo para darle al Madrid la oportunidad de ponerse por delante en el marcador.

Menciones aparte para Nacho y Lucas, jugadores habitualmente discutidos, que mostraron un arrojo sobrenatural para imponerse a la presión de semejante tanda de penaltis y anotar sus respectivos tantos con una tranquilidad pasmosa. No merecen menos vítores que el resto.

Hace más de una década perdimos una tanda en la que tiraron por nosotros los mejores tiradores del planeta. Anoche vencimos tirando el 60% de la tanda con defensores. Algunos dirán que es circunstancial y otros que fue pura suerte. Yo digo que no lo entienden. No lo entiende Rodri, que afirma que esta suerte nos acompaña como si de nuestra sombra se tratase. Tampoco Rúben Dias, que mostró su frustración ante el hecho de que el Madrid buscara los penaltis. Tampoco Guardiola entiende que no ganaran en el tiempo reglamentario. Imagino que pensará lo mismo de nuestro enfrentamiento de 2022. No lo entenderá nunca. No lo hará porque es un tipo brillante que ha automatizado el fútbol lo suficiente como para pensar que ha dado con la fórmula que le da el número suficiente de ocasiones para ganar los partidos. Y generalmente ganará. Pero Guardiola, con todo el respeto que merece, aburre. No lo digo despectivamente, sinceramente me aburre.

Guardiola

Me aburre porque entiende el fútbol como estos jugadores de ajedrez que se limitan a repetir las mil jugadas que se han estudiado y memorizado hasta la saciedad y “sólo” saben aplicarlas en el momento adecuado. Muy meritorio, vistoso y académico, pero le falta lo que le sobra al Madrid. Un alma infinita que lleva a los jugadores a llegar hasta donde las leyes de la lógica les dicen que es imposible. Un corazón imbatible que les dice a los nuestros que hay que remar aunque no se vea luz al final del oleaje. Una voz interna que les exhorta a seguir atacando aunque estén en el minuto 89 y lleven dos goles de desventaja, que les impide dejar de defender pese al nivel de extenuación o a que en el campo haya un equipo plagado de suplentes, que le susurra al oído a Lunin que se quede inmóvil ante el penalti del lanzador más técnico del equipo rival.

Guardiola tiene un plantel de jugadores formidables a los que apenas permite improvisar y sacar a relucir así su magnífica calidad. En el fútbol de Guardiola, el maravilloso control de Jude en el gol blanco no tiene cabida porque el City nunca daría un pase tan bombeado, ni tampoco las carreras y desbordes imprevisibles de Vini, porque se limitaría a crearle un simple contexto favorable para aprovechar sus cualidades. Pero el fútbol va mucho más de la vida que de automatismos y lógica, y por eso en este tipo de partidos un equipo que es tan grande como la vida misma, un equipo con gente como Lucas o Nacho, siempre acaba por imponerse ante los ojos atónitos de aquellos que nunca han terminado de entender este deporte.

El fútbol va mucho más de la vida que de automatismos y lógica, y por eso en este tipo de partidos un equipo que es tan grande como la vida misma, un equipo con gente como Lucas o Nacho, siempre acaba por imponerse ante los ojos atónitos de aquellos que nunca han terminado de entender este deporte

Rüdiger, Bellingham, Camavinga, Tchouaméni… Todos ellos han rechazado contratos mucho más golosos que les ofrecían equipos financiados por jeques para venir al Real Madrid porque ellos lo entendieron en su momento. Entendieron no sólo esa frase tan bonita de Valdano de que el Madrid paga en gloria, sino también que el Real Madrid es el club ancestral de Europa por antonomasia, que aún respeta no ya las normas, sino la más pura esencia del juego.

Guardiola y sus sucedáneos seguirán trenzando bellas y automatizadas jugadas que contemplan desde su torre en Isengard sin comprender por qué sus infatigables uruks no son capaces de derrotar a esos mortales y simples hombres usándolas. No entienden que el fútbol es un deporte maravilloso precisamente porque es de las pocas cosas que nos quedan en la vida donde la fantasía y la magia de autores como Tolkien aún encuentran su espacio y su luz. No sólo porque en el fútbol todavía el bien pueda vencer al mal, no. Más bien porque en el fútbol, y el Madrid se ha guardado cuidadosamente de bordarse esto en el mismísimo corazón de su escudo, el bien lucha hasta el final. Y hasta el final, queridos amigos, vamos Real.

 

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Una persona de importancia capital en el club, aún extenuado y emocionado, afirmaba anoche nada más concluir el encuentro que «el Real Madrid está hecho de un material desconocido», según ha desvelado hoy nuestro portanalista. Y la fantástica frase no deja de rebotar en la oquedad de mi cráneo como una bola de pinball.

El Madrid sobrevivió ayer al aplastamiento de una prensa hidráulica que lo intentó chafar durante 120 minutos ejerciendo una presión no inferior de 115 toneladas por milímetro cuadrado. ¿De qué material desconocido puede estar hecho el Real Madrid para aguantar semejante empuje sin hacerse añicos?

El Madrid sobrevivió ayer al aplastamiento de una prensa hidráulica que lo intentó chafar durante 120 minutos ejerciendo una presión no inferior de 115 toneladas por milímetro cuadrado

Nadie dudaba que la tarea de eliminar al Manchester City de Guardiola, de lograrse, iba a ser titánica, el conjunto hidrocarbúrico ha alcanzado un grado de funcionamiento de una precisión tal que a su lado enmudece el reloj atómico del Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido, que tan solo varía un segundo cada 138 millones de años, más o menos el tiempo que el equipo blanco lleva dominando la Tierra. Lo que sucede es que ni el City —ni ningún otro equipo— están hechos del material desconocido que conforma al Real Madrid.

El partido empezó y, tras unos momentos de tanteo en los que ambos porteros fueron quienes tocaron más el balón, los de Ancelotti se adelantaron. El maldito Rodrygo volvía a poner en ventaja al maldito Real Madrid. Lo del brasileño con el City recuerda a historias de amor como la Santillana con el Inter de Milán de los años ochenta.

Rodrygo

A partir de ese momento el Manchester puso en marcha su rodillo impenitente. Jugaron mucho y muy bien. Táctica y técnicamente. Son un equipo excelso. Al Madrid se le censuraba que se había echado atrás después del gol, pero quizá el responsable fuera el adversario, que asfixia y acogota a todos sus rivales con una coreografía ensayada durante años que termina por hacerlos recular sin remedio hasta que les clava el aguijón.

El equipo de Guardiola juega muy bien al fútbol, es innegable, pero lo más sorprendente es la excelente preparación física que lucen. Ayer, futbolistas cuya principal virtud no es el físico y con más de cien minutos en sus piernas, ganaron duelos con una facilidad pasmosa ante jugadores como Valverde o Camavinga. Exhibían una exuberancia física aplastante como lanzadoras de martillo de la extinta RDA. Los equipos de Pep son famosos por su estilo, su táctica y su técnica, pero quizá lo que realmente los hace diferenciales es una preparación física superior sin la cual las demás virtudes no se mostrarían tan decisivas.

El equipo de Guardiola juega muy bien al fútbol, es innegable, pero lo más sorprendente es la excelente preparación física que lucen

La tarea de sobrevivir al empuje parecía más difícil que barrer una escalera para arriba, según describió a la perfección el tuitero @Sanbou_keita, pero caían los minutos y el Madrid aguantaba.

Hago un inciso para recordar que el equipo blanco le marcó cuatro goles en la eliminatoria al rodillo del City, que parece que solo defendió. Prosigo.

Carvajal se aferraba a su marcador con el mismo ahínco que Shakira rentabiliza su ya lejana ruptura con Piqué. Primero tuvo que defender a Grealish (Carvajal, no Shakira), y acabó con él; después, al no menos venenoso Doku, e hizo lo propio. Salió victorioso de ambos duelos. Solo el límite físico humano consiguió enviarlo al banquillo. En los encuentros de gloria Carvajal se transmuta en un luchador que se sobrepone a rivales, ambiente, partido e incluso a sí mismo.

Carvajal y Grealish

Mientras tanto, Lunin, el Terminator de hielo, blocó, despejó, repelió, palmeó, asestó puñetazos a cada balón que el ejército de natación sincronizada de Guardiola le arrojaba con ira. El City botó 18 córners, todos bien (deberían tomar nota el resto de equipos), y Lunin respondió al bombardeo de la RAF de manera impecable.

Rüdiger, el moái de corazón tan grande como su envergadura, su carácter y su aptitud para competir al más alto nivel, era un valladar electrificado contra el que se achicharraban los ataques azul celeste.

Daba la sensación de que como marcase el City, el tapón cedería y los goles comenzarían a caer como el agua de un grifo abierto. El tanto llegó, obra de De Bruyne, pero el Madrid consiguió absorber lo que se prometía como un caudal de goles y dejó a los de Guardiola más secos que las tuberías de las pirámides de Egipto. 1-1 al final de los 90 minutos.

Lunin, el Terminator de hielo, blocó, despejó, repelió, palmeó, asestó puñetazos a cada balón que el ejército de natación sincronizada de Guardiola le arrojaba con ira

Los hinchas citizens y demás simpatizantes de todo equipo que juegue contra el Madrid, se las prometían muy felices de cara a la prórroga. Los futbolistas del conjunto inglés apenas daban muestras de cansancio y los madridistas estaban exhaustos. Pero no. Los de Ancelotti aguantaron como campeones, nunca mejor dicho, y todo se decidiría en los penaltis.

Al igual que la eliminatoria con el gol de Bernardo, el Madrid comenzó abajo en los penaltis. Julián Álvarez anotó y Modric marró. Pero en la naturaleza del Madrid está remontar hasta en los penaltis. Allá se plantó Lunin hierático como un novio el día que conoce a la suegra. Enfrente, Bernardo, un jugadorazo. Batalla psicointelectual. Bernardo Silva pero Lunin no canta. El del City pensó que Andriy se vencería, pero el ucraniano, al igual que el resto de sus compatriotas, nunca se da por vencido y aguantó en pie. Agarró el balón con la facilidad con que se coge una aceituna del plato.

Lunin y Bernardo Silva

Después le paró otro penalti a Kovacic y ahí supimos todos, Guardiola el primero, que no había vuelta atrás. No descartemos que Pep, hastiado de hacer todo bien y aún así perder contra los de Ancelotti, abandone los banquillos, funde una peña en honor a Lucas Vázquez y recorra los campos de todo el mundo animando al Real Madrid ataviado con una bufanda blanca bordada con un escudo redondito.

Rüdiger refrendó el pase a semifinales de Champions con un penalti lanzado con la precisión del reloj atómico del Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido, pero con algo que este carece: alma.

Antonio corrió hacia sus compañeros con los ojos fuera de sus órbitas y el otro Antonio, Kroos, lo abrazó con el gesto henchido de madridismo. Después lo sepultaron, como merecía la ocasión, el resto de compañeros y cuerpo técnico.

Kroos y Rüdiger

Lunin, mientras tanto, comenzó a andar, impasible, como si no hubiese sucedido nada. Quienes no corrieron a sepultar a Rüdi, acudieron raudos a abrazar a Andriy, que parecía hasta incómodo con las felicitaciones, como el niño que se zafa de sus tías cuando acude al pueblo y se lo comen a besos. Al fin y al cabo, él solo había hecho su trabajo.

Es digno de elogio no solo la calidad de este portero, sino su concentración, la sangre fría y la capacidad de abstraerse de la tragedia de la guerra que asola su país para concentrarse en realizar lo segundo mejor que sabe hacer: parar. Lo primero es casarse en chándal.

Lo de ayer es irrepetible, y a fuerza de repetir lo irrepetible una y otra vez, el Madrid hace que los mejores futbolistas quieran venir a jugar a este club, y gracias a ello suceden cosas irrepetibles como la de ayer una y otra vez

Es normal que el Madrid sea odiado por los antis, el mejor portero del mundo se destroza dos veces la rodilla y emerge un titán como Lunin.

Lo de ayer es irrepetible, y a fuerza de repetir lo irrepetible una y otra vez, el Madrid hace que los mejores futbolistas quieran venir a jugar a este club, y gracias a ello suceden cosas irrepetibles como la de ayer una y otra vez. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Esa es la paradoja del Madrid, que nada fue antes ni después, una cosa sucede gracias a la otra, pero, a la vez, ambas ocurren simultáneamente.

Volviendo a la pregunta que da título a este artículo: ¿El Real Madrid está hecho de un material desconocido?, con todo el cariño del mundo, lamento disentir con esa persona tan relevante de la entidad blanca, pero el Madrid no está hecho de un material desconocido, el Real Madrid está hecho de quienes lo conforman, y a su vez quienes lo conforman están hechos del Real Madrid.

 

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El ácido desoxirribonucleico, ese compuesto químico imprescindible para la vida que todos tenemos distinto y que diferencia a unas familias de otras, esa espiral de proteínas tan manida y usada en conversaciones banales y en tesis sesudas que justifica una forma de ser determinada o este o aquel comportamiento, el famoso ADN, salió a relucir en Manchester. El llamado ADN blanco en Copa de Europa no es otra cosa que una forma de vida que rota alrededor de una competición culminada por una copa de grandes orejas (para oírte mejor, lobo dixit) que es la razón del Real Madrid.

El club de nuestros amores no sería lo que es sin la Copa de Europa y la Copa de Europa, posiblemente, no sería lo que es sin la mística, la épica y el respeto reverencial que profesan los 11 principitos blancos (querido Tiri allá donde estés) a esta competición. Cuando un niño entra a formar parte de las categorías inferiores del Real Madrid, empieza el ejercicio de mentalización. Cuando un futbolista profesional entra en el despacho en el que firma su contrato, comienza el bombardeo.

El llamado ADN blanco en Copa de Europa no es otra cosa que una forma de vida que rota alrededor de una competición culminada por una copa de grandes orejas que es la razón del Real Madrid

El Real Madrid puede hacer buena o mala temporada, ganar o no el campeonato doméstico, jugar mejor o peor al fútbol, no clasificarse siquiera para las competiciones continentales de la temporada siguiente, pero el único objetivo de verdad que se marca el club es acabar el curso como Campeón de Europa. Desde la temporada 1955/56 se ha conseguido el objetivo en catorce ocasiones. Catorce años en los que el madridista, el club y sus integrantes han podido irse de vacaciones con el deber cumplido. Catorce nada más y catorce nada menos. Por eso el Real Madrid es el más grande y por eso es el club más exigente de la tierra.

Presentación de Lunin con Florentino Pérez

El 17 de abril de 2024 será recordado como la fecha en la que el Real Madrid escribió otra página de oro (y van…) en la competición más importante del mundo. Etihad Stadium. Manchester (Inglaterra). Vuelta de los cuartos de final de la edición en curso. Manchester City-R. Madrid o, lo que es lo mismo, Campeón de Europa vs Rey de Europa. No hubo encerrona, no hubo cosas raras. Lo que hubo fue un monumental equipo que se volcó con todo lo habido y por haber sobre la portería de Lunin, que luchó sin cesar materializando casi cuarenta disparos a portería y casi veinte saques de esquina, que ahogó literalmente al rival dentro de su área pequeña, que se entregó hasta la extenuación para derribar el muro tejido por el equipo contrario y, enfrente, simplemente, el Real Madrid de la Copa de Europa.

Les voy a decir algo personal. Tengo 58 años, soy madridista desde hace más de 60, he visto en torno a 3.000 partidos del Real Madrid entre amistosos y oficiales, y nunca, nunca, he presenciado una exhibición defensiva como la que vimos en Manchester.

Tengo 58 años, soy madridista desde hace más de 60, he visto en torno a 3.000 partidos del Real Madrid entre amistosos y oficiales, y nunca, nunca, he presenciado una exhibición defensiva como la que vimos en Manchester

Hay una frase muy común en Chamartín “El Madrid no sabe defender”. Y es cierto, cada vez que algún entrenador ha intentado colgarse del larguero en un partido, lo que ha conseguido es colgarse a él mismo, ponerse la soga a su propio cuello. En Manchester no, el Real Madrid sabía lo que tenía que hacer para doblegar al equipo de Guardiola (un verdadero señor a la finalización del partido. Por cierto, Xavi, aprende de tus mayores, anda, majete).

Había que sufrir, había que defender con un orden estoico, con una solidaridad impecable, con una concentración de opositor de notarías, dejándose literalmente el alma en cada balón, en cada marcaje, en cada duelo, en cada momento, sin desesperarse ante el arbitraje casero (que no descarado) de Orsato, sin entretenerse en discutir con nadie, simplemente, resistir esperando esa oportunidad de hacer correr hacia a atrás a los ingleses —quizás lo único que no bordan— hasta que llegó: balón al cielo de Manchester, control estratosférico de Bellingham, balón profundo a Vinícius, pase de la muerte, disparo con la espinilla/rodilla/quéseyo de Rodrygo, rechace del portero y remache a la red del menino. Gol.

Rodrygo

Minuto 12, quizás pronto, quizás nos ilusionamos muy pronto, porque la respuesta de los blues fue impresionante, un ataque ordenado pero desmedido, con criterio pero demoledor. Pero ahí mismo, en ese momento, afloró el famoso ADN del Real Madrid, el que hace que el veterano se gane el balón de oro y que en novel se consagre como estrella mundial.

Cuando Lunin se erigió como el porterazo que es, sujetando al equipo, haciendo el partido de su vida, la defensa se hizo fuerte, la media solidaria con los de atrás peleando cada pelota y la delantera, igual de solidaria, pero esperando la oportunidad de poder correr y hacer daño. Ahí se vio al Real Madrid de la Copa de Europa, ahí se demostró una vez más que en esta competición jugar bien está genial, meter cinco goles es muy gratificante, pero que lo que hay que hacer es pasar eliminatorias y ganar finales. Ahí apareció el verdadero Real Madrid europeo.

En Copa de Europa, jugar bien está genial, meter cinco goles es muy gratificante, pero que lo que hay que hacer es pasar eliminatorias y ganar finales. Ahí apareció el verdadero Real Madrid europeo

El resto de la película ya la saben ustedes, en este prestigioso medio se han escrito las consiguientes y brillantes crónicas y contracrónicas que lo explican mucho mejor que este humilde escribidor y contador de historias. Prórroga, penaltis y… Lunin. A semifinales, donde nos espera nuestro viejo amigo Bayern de Munich, el rival al que más veces nos hemos enfrentado en Copa de Europa, el verdadero clásico de esta competición. Una semifinal de tronío en la que volveremos a ver el ADN del Real Madrid. Siempre a luchar, siempre a ganar, adaptándose a cada rival y a cada eliminatoria. A intentar el objetivo que no es otro que ir a Londres y marcharse de vacaciones como Campeón de Europa. Como cada año, como siempre.

Hoy voy a dejar en paz (sólo hoy, no se hagan ilusiones) al FC Negreilona y a sus secuaces negreiriles, hoy no les voy a dar la tabarra de las mil y una aberraciones y los mil y un delitos perpetrados por esta tropa. Hoy sólo toca disfrutar, solo toca recuperar de la hiperventilación, ser magnánimos con los amigos/familiares/compañeros colchoneros y levantar la cabeza. Hoy toca eso.

Ahora, como siempre, les voy a dar los datos que se generaron en el partido, teniendo en cuenta que técnicamente se considera un empate y, no lo olviden, hoy más que nunca, ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida… ¡Hala Madrid!

Carvajal

Partidos redondos referidos al Real Madrid

 

CARVAJAL ha jugado su partido oficial nº 410.

FEDE VALVERDE ha jugado su partido de competición europea nº 50.

MENDY ha jugado su partido de competición europea nº 30.

RODRYGO ha jugado su partido de competición europea nº 50.

CAMAVINGA ha jugado su partido del competición europea nº 30.

RÜDIGER ha jugado su partido de competición europea nº 20.

KROOS ha jugado su partido de competición internacional nº 120.

MODRIC ha jugado su partido de competición internacional nº 130.

MENDY ha jugado su partido de competición internación al nº 40.

LUNIN ha jugado su partido de competición internacional nº 10.

 

Clasificaciones

 

LUCAS VÁZQUEZ se ha convertido en el jugador histórico nº 35 de la historia del Real Madrid con 342 partidos jugados.

FEDE VALVERDE se ha convertido en el jugador histórico nº 56 de la historia del Real Madrid con 249 partidos jugados.

Lucas Vázquez y Kroos

Goles

 

RODRYGO ha marcado el gol nº 420 en competición internacional jugando como visitante de la historia del Real Madrid.

 

El Real Madrid

 

Este ha sido el partido oficial nº 2210 del Real Madrid jugando como visitante y el partido oficial nº 4560 de la historia blanca.

 

El dato

 

El Real Madrid ha conseguido estar en semifinales 12 de las últimas 14 ediciones de la Copa de Europa.

 

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Yo también me tomé una cerveza, pero no he dormido bien. Ni mal. Simplemente, no he dormido. O sí, no lo sé. Aún estoy conmocionado. La gesta de ayer no tuvo el brillo de otras veces, ni falta que le hizo. En cambio, nos dejó el estremecimiento palpitante de lo heroico. Ayer fue un acto de supervivencia, de rebelarse ante la muerte. Fue el Madrid agarrándose con fiereza al terreno inhóspito del Etihad Stadium, hincando como raíces los dedos ensangrentados en la tierra seca y glacial, soportando como el brezo el viento frío y duro, asomado al precipicio pero negándose a caer.

Fede Valverde

¡Qué fútbol tan sublime el de Carvajal dejándose el alma para frenar cada intentona de Grealish primero, y de Doku después! ¡Qué espectáculo tan emocionante el de Valverde recogiendo del suelo una y otra vez el brazo amputado para levantarlo en lo alto y liderar la carga sin mirar atrás, a despecho de balas y de fracasos! ¡Cuánta hombría, cuánta poesía en Lunin, un niño apenas hace seis meses, convertido en el depósito de fe del equipo, sosteniéndole la mirada al destino, contagiando de serenidad a los suyos en los momentos de mayor zozobra! ¡Cuánto madridismo, en fin, en todos y cada uno de los hombres que ayer saltaron al infierno dispuestos al sufrimiento, pero decididos a no perder lo único que podía sacarles vivos de allí: la fe en la victoria, la fe contra toda razón y toda probabilidad, la certeza de que no hay ejército más formidable que once jugadores con el escudo del Real Madrid conjurados por la victoria!

Ayer fue un acto de supervivencia, de rebelarse ante la muerte. Fue el Madrid agarrándose con fiereza al terreno inhóspito del Etihad Stadium, hincando como raíces los dedos ensangrentados en la tierra seca y glacial, soportando como el brezo el viento frío y duro, asomado al precipicio pero negándose a caer

En verdad os digo que yo no he visto nunca un partido más emocionante, uno que me haya dejado más exhausto y más orgulloso. Nunca vi tanta entereza ante la pesadilla, tanto apretar los dientes ante la adversidad, tanta abnegación. No recuerdo al Real Madrid enfrentándose a un equipo que le exigiera tanto, un auténtico émbolo comprimiendo a nuestros jugadores en un espacio cada vez más reducido. El Madrid, durante buena parte del encuentro, fue el protagonista de aquellas películas de aventuras de los años 80, encerrado en un lugar sin ventanas y con el techo descendiendo poco a poco sobre su cabeza. Y como aquellos protagonistas, nunca le perdió la cara a la situación, nunca se desesperó. Durante muchos, muchísimos minutos, se sobrepuso inexplicablemente al agotamiento físico y mental de un asedio incesante por tierra mar y aire. Madridismo es morir en el campo, ya lo dijo Mourinho. Y ayer los nuestros murieron. Pero lo hicieron a la manera galdosiana, porque entre los muertos siempre hubo una lengua viva para decir que el Real Madrid no se rinde.

Jude Bellingham

Ya lo dijo Bellingham en la víspera: “no sé si somos favoritos, pero sí sé que somos el Real Madrid”. Ayer fue la enésima y quizás más emocionante demostración de que no sólo lo sabe él; lo saben —¡vaya si lo saben!— todos y cada uno de los jugadores de este equipo admirable que recordaremos mientras vivamos.

 

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Buenos días, amigos. Si habéis caído en este portanálisis, existe una alta probabilidad de que seáis seguidores del Real Madrid. En el caso de que así sea, queremos felicitaros por ello. No es una cosa que hagamos habitualmente, pero comprenderéis que después de lo de anoche se imponen este tipo de solemnidades. Habéis hecho una elección inmejorable al optar por entregar vuestro corazón a este club, un club que está "hecho de un material desconocido", como una persona muy importante del club nos decía, todavía exhausto y con lágrimas en los ojos, poco después de que Rüdiger convirtiera el penalti decisivo de la tanda, el que ponía al Madrid en las semifinales de esta edición de la Champions después de aguantar con una entereza que no es de este mundo 120 minutos de acoso por tierra, mar y aire de la apisonadora futbolística más demoledora del actual contexto futbolístico. Porque, digámoslo ya sin ambages, es muy posible que el Real Madrid eliminara ayer al rival más extraordinario del que se ha desprendido en toda su historia. Los boomers lo entenderán con un paralelismo definitivo: el Madrid aguantó ayer la mirada al Milán de Sacchi, y esta vez se lo cargó.

Decimos el Milán de Sacchi y sabemos perfectamente que es el City de Guardiola. Más difícil aún, porque aquella escuadra transalpina de ensueño no disfrutaba de ingresos hidrocarbúricos sin fin, ni de la patente de corso para gastarlos sin freno en defensas de cien millones. Sí, es el rival más objetivamente perfecto que el Madrid ha dejado en la cuneta en toda su historia. Colgado debajo del larguero, sí, durante gran parte del encuentro y la prórroga. Tal vez eso es lo que tenía que haber hecho en el 5-0 de San Siro que asesinó a la Quinta del Buitre. El Madrid es tan grande que enmienda la plana de sus escasos (pero muy sonoros) fracasos históricos. Tras lo de ayer, el Madrid ya no puede fracasar. Su leyenda cobra ya una dimensión tan totalizadora que se niega para los restos la menor concesión a todo lo que no sea ganar, ganar y volver a ganar, frase cuya autoría, por cierto, no corresponde como la gente cree a Luis Aragonés sino a su buen amigo (¿quién si no?) Alfredo Di Stéfano, que se la enseñó al sabio de Hortaleza. Por eso es un Madrid que "nunca muere", como reza la portada de As. Porque ayer dio la sensación de que ganaban un superlativo Lunin, un ingente Rüdiger, unos excepcionales Carvajal, Camavinga, Valverde, Bellingham... Pero quien ganó fue D. Alfredo transmutado en todos ellos. Como le dice aquel camarero fantasma a Jack Nicholson en El Resplandor, mirando una foto en blanco y negro de gente que cría malvas hace décadas, "Usted siempre será el vigilante".

Portada As

El Madrid siempre será el vigilante. Siempre, a despecho de odiadores cada vez más enquistados en su propia impotencia que deberían abrazar al fin la orden de unirse al enemigo cuando no puedes con él. Nos da pena que sufran tanto. Lo hemos escrito primero, y luego nos hemos preguntado si lo escribimos con sarcasmo o no. El Madrid es amor, y aunque el amor es compatible con el sarcasmo al final es sobre todo amor. Nosotros nos entendemos. No hemos dormido, comprendernos.

Portada Marca

"¡Viva el Rey!", titula Marca. Con permiso de D. Felipe, que según cuentan es del Atleti porque los monarcas no gozan de la infalibilidad de los papas, nos parece un titular apropiado. En la foto celebran el gol de Rodrygo el susodicho, su asistente Vinícius (que sacó partido de un control zidanesco de Bellingham que ya es historia)  y el imperial Camavinga. A esa altura, cuando se produjo ese gol, probablemente nadie sospechara el infierno que habría que arrostrar antes del final feliz, un infierno a la altura del rival, un rival que se contaría entre los más admirables de la historia del fútbol de no ser por la vergonzosa impunidad que disfrutan sus 115 transgresiones a las normas del Fair Play financiero. "Lunin paró dos penaltis y Rüdiger marcó el decisivo", informa Marca. Ambos jugadores tienen ya un lugar reservado en el olimpo. Lunin se consagró como uno de los más grandes guardametas de la actualidad con intervenciones fabulosas y continuas que precedieron a lo que todo el mundo, sin embargo, recordará siempre: la mirada impávida y el genial hieratismo ante el panenka de Bernardo Silva; la estirada sin fin ante el lanzamiento de Kovacic.

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Pobrecitos estos, ¿verdad? Uno trata de amortiguar la tragedia por la vía del escatime de espacio; el otro, por la vía de la incredulidad, del disbelief. Bastante tienen con lo suyo. Hoy no haremos sangre. Os dejaremos en cambio con las portadas internacionales que la hazaña del Madrid produjo ayer. Es un día especial.

Espera el Bayern. El Madrid sigue.

Pasad un buen día. Sabemos que lo haréis.

Lunin: Matrícula de honor. El Terminator de hielo ofreció un recital bajo palos durante los 120 minutos y los penaltis. Sublime. Se ha consagrado en Europa como portero del Real Madrid.

Carvajal: Matrícula de honor. Pegajoso como un inspector de Hacienda a comisión. Le tocó primero secar a Grealish y luego a Doku. Se vació, literalmente.

Rüdiger: Matrícula de honor. El gigante de la isla de Pascua. Temporada para enmarcar y partidazo hoy con el colofón del penalti marcado que coloca al Madrid en las semifinales de la Champions.

Nacho: Sobresaliente. El menos brillante en defensa, pero autor de uno de los penaltis.

Mendy: Sobresaliente. Está compuesto de Adamantium. Infranqueable.

Camavinga: Sobresaliente. Bregó con denuedo.

Valverde: Sobresaliente. Se multiplicó por todo el campo.

Kroos: Sobresaliente. Bien con y sin balón.

Bellingham: Sobresaliente. Control magistral en el inicio de la jugada del gol de Rodrygo. Murió físicamente y luego resucitó, como suele hacer el Madrid.

Rodrygo: Sobresaliente. Lo de este chico con la Champions y con el City es fijación. Nuevo gol del brasininho.

Vinícius: Sobresaliente. Asistió a Rodrygo en el gol y se dejó hasta la última gota de energía.

Brahim: Sobresaliente. Pudo haber resuelto mejor algún contraataque.

Modric: Sobresaliente. Inteligente y con jerarquía, pese a fallar el penalti.

Militao: Sobresaliente. Tuvo que relevar a un destrozado Carvajal.

Lucas Vázquez: Sobresaliente. Cuando salió, nos acordamos de aquel penalti en Milán. Hoy ejecutó la versión 2.0.

Ancelotti: Sobresaliente. Está claro que lo hace fatal (?), porque no deja de eliminar una y otra vez a los mejores rivales del mundo.

 

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Arbitró el italiano Daniele Orsato. En el VAR estuvo Massimiliano Irrati y Paolo Valeri.

Caserillo como suele ser habitual en Europa y con un listón distinto en las faltas, pero acabó sacando el partido. No hubo jugadas polémicas ni acciones muy duras. La única duda es la acción de Dias con Bellingham en la prórroga, aunque pareció más casual porque ninguno miraba y el choque fue con el hombro del portugués.

En el capítulo disciplinario se llevaron más tarjetas amarillas los locales. En total 3 a 2. Grealish por una entrada por detrás a Carvajal en el 58', Gvardiol por llegar tarde ante Bellingham en el 60' y Rodri por agarrar a Brahim en el 89'. Por parte blanca, Carvajal sujetó a Grealish en el 37' y Mendy entró duro a Walker en el 93' pero tocó balón y fue una cartulina injusta.

Orsato, MUY CORRECTO.

 

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En un partido más grande que el mundo, frente a un rival más grande que la Vía Láctea, el Madrid ha vuelto a demostrar que es más grande que la vida y se ha clasificado en los penaltis.

Las alineaciones presagiaban los accidentes más rutilantes, de tráfico y cerebrales. La baja, muy inoportuna, de Tchouaméni resultaba cubierta por Nacho como había sido previsto, sin opción para un Militao demasiado renqueante. En los skyblues, el retorno de Walker se antojaba un obstáculo de consideración para Vinícius, mientras la vuelta de De Bruyne, recuperado de sus males estomacales, presagiaba un arma de doble filo. El despiadado arsenal ofensivo que reunía Guardiola con la presencia del belga tenía por fuerza que implicar una mayor debilidad defensiva y más opciones para las transiciones blancas. ¿O era sólo lo que los ingleses llaman wishful thinking, con envidiable sencillez expositiva?

Ambos equipos presentaron armas con una indisimulada intención de presionar arriba, lo que dibujaba trazas de un encuentro aún más infartante que el de ida. El Madrid sacaba de puerta en largo desacomplejadamente, como prueba de que la presión citizen le preocupaba. Poco a poco, sin embargo, el Madrid se soltó y comenzó a hacer circular el balón. A los diez minutos, una larga y sabia posesión de los blancos desembocó en un chut algo desmadejado de Camavinga. Era el aperitivo. Enseguida domó Bellingham un balón aéreo, lo jugó con maestría para Valverde, el uruguayo para Vinícius y el pase de la muerte del brasileño lo remató con suspense a la red su compatriota Rodrygo. Primero paró Ederson, pero el brasininho la rebañó para dentro. Árbitro, la hora.

Rodrygo

El City lanzó unos ciento cincuenta córners como respuesta, y eso era sólo un anticipo. Haaland remató al larguero y Silva no pudo embocarla. El zafarrancho estaba escrito en las estrellas, pero en defensa el Madrid aguantó bien, con Lunin y Rüdiger al quite. No parecía dispuesto a descomponerse el cuadro vikingo, inequívocamente poseído por el espíritu de las grandes noches y sin renunciar a volver a sorprenderlos al contragolpe. En una de esas, una gran incursión de Vinícius acabó con el balón botando para que Carvajal rematase a bocajarro, rechazando Dias y lanzando Valverde a las nubes. Pero la cosa consistía en el intercambio de golpes vaticinado por los dioses, y Lunin rechazó espléndidamente un misil de De Bruyne, Vini metió un centro catedralicio que Valverde no pudo aprovechar y Grealish se internó con su dribbling letal creando una nueva ocasión. Se superaba la media hora y el trabajo colectivo del Madrid era sobresaliente. Como recomendó Ancelotti, valentía y carácter por parte de todos y en cada detalle.

Grealish volvió a ponernos el corazón en un puño, pero Rüdiger se adelantó como el titán que es para despejar a córner. De Bruyne había destapado el tarro, y poco se podía hacer al respecto salvo apretar los dientes como sólo el Madrid sabe hacer. Camavinga y Valverde se multiplicaban con tanto denuedo como clase, y la ayuda defensiva de Vinícius y Rodrygo se antojaba crucial.

Nos embotellaba el City, sacando córners cerradísimos que ponían a prueba a un Lunin magistral. Foden tiró fuera por poco al borde del descanso, al que se llegó con la sensación de orgullo en todo lo alto. 0-1, sangre, sudor y casta.

En un partido más grande que el mundo, frente a un rival más grande que la Vía Láctea, el Madrid ha vuelto a demostrar que es más grande que la vida

Comenzó el segundo tiempo. Árbitro, la hora.

El arranque del City fue tremendo. Lunin volvió a emplearse a fondo por tierra, mar y aire (en especial de nuevo ante Grealish) y el Madrid perdió un par de balones tontos que le habrían puesto nervioso de no ser porque no había tiempo ni para eso. Bellingham empezó a impartir lecciones y el Madrid volvió a amenazar. Pero el juego entre líneas de los de Guardiola aterrorizaba. Nacho la sacó a córner, rectificando su propia indecisión y la de Lunin, que volvió a blocarla ante Foden. Todo hacía indicar que, en una de estas, el City marcaría. Te echan atrás por aplastamiento. El Madrid necesitaba dormir un poco el partido. Su resistencia era numantina pero parecía imposible aguantar todo el partido así, y eso que estaba Carvajal, que en una arrancada racial forzó una tarjeta de Grealish que debería haber sido la segunda. Camavinga, Rüdiger y Valverde sostenían al Madrid de modo homérico, como dicen los fordianos. Embotellados, pedíamos a gritos a Modric para un mayor control de la bola. Al menos este cronista lo berreaba en su casa. Así no íbamos a aguantar. Lunin se la volvió a parar a un Grealish siempre inquietante. Descomunal el ucraniano, hasta el punto de coadyuvar en la sustitución del propio Grealish, quemado ante tanta grandeza.

Lunin

El juego del City era excepcional, y el Madrid lo resistía excepcionalmente. Pero tenía que pasar lo que tenía que pasar. Rüdiger (quizá) se resbaló en el área pequeña y De Bruyne aprovechó el regalo para empatar. Media España rugió de alegría obscena.

No se conformó el City, renuente a la prórroga. El propio De Bruyne disparó fuera por muy poco. Ancelotti metió al final a Modric. Quedaban once minutos. De Bruyne, protagonista de todo, falló el gol de su vida, solo delante de puerta. Cundía el pesimismo. Ancelotti quitó a Rodrygo y metió a Brahim. No obstante, la sensación era que la apisonadora del City, que te minimiza poco a poco, lo tenía todo de cara. Al menos, Brahim forzó una amarilla de Rodri en una gran salida de contragolpe con un gran taconazo de Vinícius. Eran los últimos estertores del partido. Antes de la llegada de la prórroga asistimos a una tarjeta incalificable para Mendy.

Puede que haya cosas tan grandes como el Real Madrid, pero no te han hecho tan feliz tantas veces

Rúben Dias metió un mandoble injustificado a Bellingham nada más comenzar el segundo tiempo. Orsato se desentendió. A estas alturas de la crónica, el cronista ya sólo tiene fuerzas para frases cortas, como se habrá observado. Lo mejor que podía decirse del Madrid es que no le perdía la cara al fútbol deslumbrante de los de Sampedor. Pero el acoso era total, y el Madrid no tenía recursos para contrarrestarlo. Estaba muy desdibujado el equipo, dando la sensación de que andaba en las últimas físicamente. Prueba: Walker frenó a Vinicius en una gran internada y el brasileño se quebró, siendo sustituido por Lucas Vázquez. El Madrid recuperó algunas buenas sensaciones antes del término del primer tiempo y, de hecho, un gran pase de Brahim lo remató Rüdiger fuera. ¿Sería el Hey Jude que sonó en el descanso de la prórroga un presagio?

Carvajal, siguiendo la estela de Vinícius, se declaró de baja muscular en el minuto 109. Salió Militao en su lugar. Había hecho un gran partido el canterano, y se retiró aplaudido por el público citizen. Las cosas eran deslavazadamente maravillosas a esta altura, con vaivenes entre lo aciago y lo edificante. El aficionado canónico del Madrid estaría enfadado viendo al Madrid tan encerrado, pero el aficionado al fútbol tendría que entenderlo. No obstante, visiblemente sin fuerzas, el Madrid trataba de estirarse en contragolpes conmovedores. Y con estas sensaciones llegamos a los penaltis. Vivos, o eso pensábamos.

El resto no hace falta que lo cuente este humilde cronista. El Madrid tuvo premio a su resistencia y su capacidad de competir cuando le superan. Rüdiger nos llevó al cielo con el penalti final en un ronda que supuso la consagración de Lunin como uno de los más grandes porteros de Europa. Qué bellísimo sería ganar la Champions con Lunin de portero. Estamos en camino.

Puede que haya cosas tan grandes como el Real Madrid, pero no te han hecho tan feliz tantas veces.

Kroos y Rüdiger

Getty Imges.

Gundogán las oscuras golondrinas

en la Masía sus nidos a colgar,

y otra vez, con un hype acojonante,

las portadas de Sport ocuparán.

Pero aquellos que tanta Copa asieron,

a lomos de Negreira y de Villar,

aquellos miccionados por Guardiola,

esos... ¡no volverán!

 

Gundogán los ingresos en metálico

a las arcas petar del CTA,

y otra vez, de gratitud colmados,

Hernández y De Burgos actuarán.

Pero hace diez años que la Champions

depara calabazas sin final.

Los triunfos por obrevos auspiciados,

esos... ¡no volverán!

 

Gundogán, en fin, años felices,

años de petrodólar y caviar,

en que patrocinados por un jeque

honremos els Països Catalans.

Pero esos en que el mundo inavisado

creyó nuestros valors como verdat,

aquellos que engañamos al planeta,

esos, desengáñate... ¡¡esos no volverán!!

 

Inspirado por Paco Sánchez Palomares.

 

Getty Images.

Entramos de lleno en el último tercio de la temporada, donde todo se decide. Llegados a este punto, para todos los madridistas está más que permitido soñar. Como bien saben, pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo y sospecho que buena parte de ese tiempo previo al sueño profundo volvemos a reinterpretar imágenes del pasado o fantasear con el futuro.  ¿Cuántos de nosotros llevamos desde la noche del martes pasado soñando con el partido de vuelta en el Etihad Stadium? Aunque no tenemos que remontar ningún marcador adverso, sabemos que la misión será difícil y que el pase a semifinales de Champions está en los detalles.

El verdadero reto de esta semana era mantener la cabeza despejada y acudir a la cita liguera en Son Moix. Si bien es cierto que el Real Club Deportivo Mallorca venía de la resaca de Copa, el Madrid aprovechó la coyuntura e hizo rotación en el once inicial. Los cambios eran necesarios para refrescar a algunos de nuestros titulares para la cita de Manchester. Lucas Vázquez, Nacho Fernández, Joselu, Brahim y Luka Modrić partieron como titulares y rindieron a gran nivel.

0-1: Tchouaméni despeja la caspa y acerca la liga

Como era de esperar, Aurélien Tchouaméni disputó los noventa minutos. Al estar amonestado y perderse la vuelta frente al City, el internacional francés tuvo todos los minutos. Suyo fue el gol de la victoria, un tremendo disparo lejano que tomó una curva increíble y que el portero del Mallorca ni olió. Más allá del golazo antológico, me gustó muchísimo el partido de Tchouaméni. Actuó de cinco puro, ocupó gran cantidad de metros por todo el centro del campo e hizo funcionar al equipo desde la sala de máquinas. Por momentos, el francés parece que gana en presencia sin Toni Kroos al lado.

Más allá del golazo antológico, me gustó muchísimo el partido de Tchouaméni. Actuó de cinco puro, ocupó gran cantidad de metros por todo el centro del campo e hizo funcionar al equipo. Por momentos, el francés parece que gana en presencia sin Toni Kroos al lado

También destacó el partido de Ferland Mendy. El lateral francés llega a este tramo final de la temporada en un estado de forma sobresaliente. Defensivamente, no me cabe duda de que Mendy es el mejor lateral izquierdo del mundo. Por su parte, Nacho hizo un partido muy serio y esto es una gran noticia, pues su titularidad por delante de Éder Militao parece evidente para el encuentro de vuelta en Manchester. Durante toda la semana pasada se estuvo comentando que Ancelotti le daría el partido en Mallorca al central brasileño para ver si estaba listo para volver contra el City. Tanto es así que la prensa que cubre al Madrid daba por hecho su concurso en Mallorca y la titularidad en Champions.  Pues bien, parece que el técnico italiano no las tiene todas consigo y aún piensa que Militao necesita más minutos de fogueo antes de volver a la titularidad en el eje de la defensa.

Mendy

Con la victoria en Son Moix el Madrid afianza su liderato y avisa a los agoreros que no piensa bajarse de su trono ni ceder el cetro.  A falta de siete partidos y con una ventaja de ocho puntos, la Liga parece bastante encaminada. De hecho, si el Madrid sale del partido contra el Fútbol Club Barcelona del próximo domingo con una ventaja igual o superior, daría el título por hecho. A falta de sólo seis partidos, sería prácticamente inexpugnable. El Madrid es un equipo tan sólido que lleva 25 jornadas sin perder y parece del todo imposible que se deje levantar la merienda en este último estirón liguero. Siendo sinceros, ¿alguna vez a lo largo de la temporada habéis temido por la Liga?

Nos enfrentamos ante el rival más difícil con el que nos hemos cruzado esta temporada y pasar la eliminatoria no será cosa sencilla, pero el Real Madrid existe para disputar partidos como el de esta noche y ganar

Así pues, con la cabeza ya puesta en el Etihad Stadium, todos los aficionados afrontamos el partido de esta noche con emoción sincera. Muchos se desvelarán en mitad de la noche ansiosos porque el árbitro pite el inicio del encuentro mientras otros dormirán plácidamente sabedores de que su Madrid puede con todo. Por mi parte he de decir que estoy muy tranquilo. Sé que Carlo Ancelotti sacará el mejor once posible y estoy seguro de que los jugadores rendirán a un altísimo nivel. Nos enfrentamos ante el rival más difícil con el que nos hemos cruzado esta temporada y pasar la eliminatoria no será cosa sencilla, pero el Real Madrid existe para disputar partidos como el de esta noche y ganar.

 

Getty Images.

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