Gianni Tres Manos Bandicot murió la primera vez sin avisar y la policía lo encerró una semana por maleducado. Al cabo de un tiempo, falleció del todo a consecuencia de un derrame, en su bañera, que bien pensado, es el mejor lugar para morir por esta causa. Acababa de leerlo en el diario y sin salir aún de mi asombro, entré en el bar de Lou.
—Trevor, ¿recuerdas a Gianni Tres Manos Bandicot?
—Por supuesto, Lou, aquel pianista de virtudes detestables que apareció ahorcado en tu almacén hace unos meses, en el mismo lugar donde ahora duermo yo gracias a tu caridad y mi mala cabeza.
—El mismo. Sigo pensando que era un virtuoso, no comparto tu inquina hacia él. Bueno, pues resulta que…
—No sigas, Lou, ya lo he leído en la prensa, experimentó una especie de resurrección y acaba de volver a morir.
—Al Madrid puede sucederle algo similar, ¿no crees, Trevor?
—Lou, hay dos tipos de personas: las que no entienden y las que malinterpretan, y ahora creo que estás apoyándote en ambas.
—¿De verdad piensas que la reacción del equipo será definitiva?
—Definitiva no es ni la muerte, como hemos comprobado con el maldito Gianni Tres Manos Bandicot, pero es indudable que no es fruto de la casualidad; Valverde y Rodrygo han elevado el hematocrito del equipo, Hazard por fin tiene los triglicéridos que lucía en el Chelsea, Casemiro y Kroos han recuperado su mejor nivel de colesterol y llevamos cinco partidos sin que ningún gol traspase la epidermis de Courtois.
—Discrepo, Trevor, no creo que haya sucedido nada relevante que sostenga tu teoría. Además, tu vida suele desmentir tu discurso.
—Lou, lo correcto llama poco la atención porque el bien es más aburrido, te lo aseguro yo que me divierto mucho. Desde que Zidane está en el Real Madrid lo más estrafalario que ha hecho fue vestir aquellos pantalones corrosivos el día de día de la presentación de su segundo advenimiento como técnico.
—Yo creo que es suerte y coincidencia, Trevor. La defensa sigue generando intranquilidad, nos falta un delantero, Bale y James dividen e Isco parece un personaje de Verano Azul que juega al fútbol playa sobre una bicicleta invisible.
—Lou, no pretenderás que no haya ningún problema en el equipo, eso no le ha sucedido nunca a ninguno en lugar alguno del mundo, ni siquiera en el extranjero ni fuera de él. El mérito reside en no sucumbir a la pose y no verse afectado por los congeladores de rencores; aquellas personas capaces de mantener en buen estado un reproche durante más tiempo del saludable.
—Vaya, Trevor, si al final verás lógico no criticar y asentir a todo como acólitos anónimos sin criterio.
—Empiezas a comprender mi posición porque ya estás utilizando atajos dialécticos, Lou. Sabes a la perfección que no me refiero a eso, el elogio es un asesino traicionero que mata por presencia y revive por ausencia, pero solo si esta es breve.
—Trevor, yo te proporciono alojamiento y cerillas sin coste, no me expliques lo que es matar por presencia y revivir por ausencia. Al menos paga algo de lo que consumes con el dinero que afanes por ahí, si cierro el bar te quedas sin techo.
—Lou, ¿aquella silueta que se acerca entre el humo con la armonía de Benzema es Charlotte?
—Sí, Trevor. Es Charlotte. Ha vuelto.
Me ha recordado a José Luis Alvite. Nostalgia y admiración.
Estoy desenado leer la continuación.