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Regreso a O'Donnell: Capítulo 14

 

Madrid, año 2020

 

—Emilio, avisa a Zidane, es el único que puede salvarnos de este desastre, ha de utilizar su poder secreto —comunica por teléfono Arbeloa a Butragueño con voz severa.

—Pero Álvaro, ¿el asunto no puede esperar un par de horas? He venido a Valdebebas con Padrós, Puskas y Doncic a jugar una pachanga. Acabamos de terminar, estamos en el vestuario cambiándonos e hidratándonos y ahora tenemos reservada mesa en una marisquería. Llevamos meses planeándolo.

—No, Emilio, no puede esperar. Se trata de un Código Rojo, el peor escenario posible.

Arbeloa explica los pormenores al Buitre, que se altera de veras y deja escapar un «¡cáspita!». Acto seguido, Butragueño marca el número de teléfono de Zidane:

—Zizou, te necesitamos. Ahora. Código Rojo.

Padrós, Puskas y Doncic escuchan estupefactos las llamadas de teléfono de Butragueño y le preguntan qué ocurre, qué es el Código Rojo y por qué Zidane es el único que puede resolverlo. Hasta ahora no tenían conocimiento de que el francés perteneciese a O’Donnell 43. Butragueño comienza a explicarles

—Chicos, el Código Rojo es un protocolo que se aplica cuando el jefe está en peligro. Bartomeu está rabioso después de que en la anterior misión le detuviese la policía cuando descubrimos el chiringuito de las ITVs fraudulentas. Se encuentra en prisión, pero desde dentro ha movido los hilos y sus esbirros han secuestrado a Florentino Pérez. Pero no solo eso, también han robado la portería espacio-temporal de O’Donnell 43. Y no sabemos dónde retienen al presidente ni dónde esconden la portería, que obviamente no podemos utilizar para revertir esta situación. La tormenta perfecta.

El trío de agentes de la organización no sale de su estupefacción. Puskas trinca una botella de vodka que estaba allí por casualidad y le echa un buen trago. Para tranquilizarse. Padrós lleva rezando desde que vio la cara desencajada de Butragueño. Doncic siente una alteración en su madridismo y se prepara para la lucha, si quieren guerra, la tendrán, piensa para sí.

Puskas vestuario Real Madrid

—Y Zidane ¿por qué es tan importante? —pregunta Puskas mientras tapa la botella con el corcho.

—A Zidane, de joven, cuando aún jugaba en el Girondins de Burdeos, le cayó un servilletero radiactivo en la coronilla que le produjo una dispersión iónica centrífuga capilar —comienza a explicar el Buitre—, pero le dotó de la capacidad para leer el pensamiento de los demás. Esto lo descubrió después, claro, porque al principio no entendía qué le ocurría. Por su mente se sucedían escenas a gran velocidad, no era capaz de comprender lo que escuchaba debido, entre otros motivos, al efecto Doppler y, por supuesto, era incapaz de utilizar su nueva aptitud. Hasta que a finales del año 2000 acudió a una cena en Montecarlo donde coincidió con Florentino Pérez. Zidane descifró lo que estaba pensando el presidente del Real Madrid y cuando el máximo mandatario blanco le deslizó aquella servilleta en la que le preguntaba: «¿Quieres jugar en el Real Madrid», Zizou ya había contestado «Oui» unos minutos antes. Algunos dicen que en realidad respondió: «Oui, ja (risa)», pero no podemos afirmarlo, aventurar tal cosa supondría jugar a ser adivinos del pasado.

—¡Flipa, chaval! —exclama Doncic.

—Desde ese momento —continúa Butragueño—, Zidane aprendió a controlar su poder y a guardar su secreto. Por ejemplo, en la final de Champions del 2002 contra el Leverkusen, leyó en la mente de Roberto Carlos la trayectoria exacta del pase que iba a darle, de modo que pudo adoptar la única postura que la física permitía para realizar aquella inolvidable volea que sirvió para ganar la Novena. Pero existe un problema.

—¿Cuál? —inquiere Padrós.

—Toda acción tiene su reacción —prosigue Emilio—. Cada vez que Zidane utiliza su poder secreto, tiempo después, sobreviene un problema al Real Madrid. Cuentan que la presidencia de Calderón se produjo por este motivo. Además, según un estudio de la Universidad de Santa Cruz de Mudela, el poder es finito. No me refiero a que sea delgado, sino que algún día se terminará, por lo que hay que reservarlo para situaciones límite.

En ese momento, Zidane entra al vestuario donde se encuentran charlando nuestros protagonistas.

—Buenos días, amigos —saluda Zidane—. Emilio, se trata del presi, ¿verdad?

—Sí, Zizou. Y también de la portería, la han robado.

—Dios mío, esto es la pesadilla que se muerde la cola —observa el francés, que tiende a variar dichos tradicionales—. Está bien, hay que localizar a Messi, él sabrá lo que ocurre, seguro. Tiene pinchados los teléfonos de Bartomeu desde hace años. El problema va a ser llegar hasta Leo, siempre ha tenido buena escolta, pero desde el asunto del burofax, se ha blindado.

—Eso no es problema —interviene Padrós—. Aún guardamos el camión con el que se transportó la portería de la antigua Ciudad Deportiva hasta el Bernabéu el día que se cayó en la semifinal contra el Borussia. Yo personalmente me ocupé de mejorarlo: potencié el motor, instalé nuevas defensas, etc. Lo utilizaremos. Conduciré yo y Zidane me acompañará en la cabina, que está blindada. En la caja trasera irán Puskas y Doncic lanzando balones medicinales para derribar a los hombres que custodien a Messi.

Velocidad Padrós

Puskas y Doncic hacen acopio de balones medicinales y los cargan en el camión. Ellos se montan a la caja de un salto. Zidane y Padrós suben a la cabina y ponen rumbo al cuartel general de Messi. Padrós gusta de pisar el acelerador y en tan solo tres horas llegan de Madrid a Barcelona. Leo tiene apostado un ejército en la puerta de casa, pero el camión se acerca a toda velocidad. Puskas pega zurdazos a los balones medicinales que impactan en los guardaespaldas del argentino. Luka Doncic los lanza con la mano, con su clásico step back, y va dejando grogui a quien se encuentra. El camión enviste la puerta y se cuela en el recibidor de Messi. Allí hallan a Leo haciendo vudú a un muñeco de Bartomeu. Antes de que Cuccittini pueda reaccionar, Zidane le lee el cerebro y averigua lo que busca.

—Chicos, Florentino está retenido en un estudio clandestino que el artista Miquel Barceló tiene en el Raval. Le están torturando, obligándole a ver sus obras sin descanso —explica Zidane al resto.

—¡Cuánta crueldad! —exclama Padrós.

—¿Y la portería? —pregunta Doncic.

—La portería la tienen en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, cubierta con un tapete de ganchillo —informa Zinedine.

—Doncic, Puskas —ordena Padrós—, vosotros que sois fuertes, colocaos en la chaqueta una acreditación de mantenimiento del museo, entrad al mismo como si nada y retirad la portería. Si os preguntan, decís que la lleváis a que la restauren. Aquello está lleno de espantajerías y nadie se va a sorprender de nada. Zidane, tú ven conmigo en taxi al estudio de Barceló.

Pusas y Luka parten raudos a realizar su misión. La llevan a cabo sin problema alguno. Cargan la portería en el camión y esperan.

Padrós y Zidane llegan al antro donde está secuestrado Florentino. La puerta está abierta porque Barceló acaba de salir a comprar un Phoskitos y Barón Brandy, único alimento y bebida que toma. El presidente se encuentra en una silla atado de pies y manos, amordazado y obligado a observar cuadros de Barceló. Proceden a desatarle, pero en ese momento, entra el pintor balear por la puerta. Padrós saca del bolsillo una reproducción de la Fragua de Vulcano de Velázquez y se la muestra a Barceló como se enseña un crucifijo a un vampiro y el artista se licúa en el acto, como el malo de Terminator 2. Florentino agradece a Zidane y Padrós el rescate, esboza una sonrisa y apostilla:

—Esto demuestra que el Barça, a diferencia del Real Madrid, no es más que un bluf.

Florentino y Zidane

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna.

 

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9:Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

Capítulo 11: Bartomeu, agente infiltrado

Capítulo 12: Florentino Pérez en el paseo de la fama

Capítulo 13:Florentino atrapa a Bartomeu

Regreso a O'Donnell: Capítulo 13

 

Madrid, año 2020

 

McManaman está ojeando la prensa en la oficina de O’Donnell 43. Pone especial atención a la carta enviada por Florentino Pérez al Stade de Reims en su vuelta a las competiciones europeas. También se deleita con los esperpentos de Bartomeu. Ríe. Desea que Nobita nunca abandone la presidencia del Barça. En ese momento, suena el timbre con insistencia.

—¡Ya va, ya va! —bocea el inglés mientras se acerca a abrir la puerta.

—Buenos días, señora, vengo a pasarle la ITV a su aparato.

Un operario con una envidiable mata de pelo y un uniforme laboral de la empresa Revisiones Hesperia se presenta de este modo en la oficina de O’Donnell 43, ante un Steve McManaman perplejo y molesto. Le acompaña un ayudante de mandíbula prominente, pecho palomo y cierto aire neandertalesco que mantiene la boca cerrada.

—Disculpe, cabaliero, ni soy siñora ni sé a qué aparato se refiere —responde McManaman indignado—. Además, ¿qué es ITV?

—Tranquila, tranquila, la he visto con el pelo largo y una camiseta rosa y cómo iba a saber yo que no era usted una señora —se defiende el operario—. La ITV es una inspección del aparato que tiene usted ahí dentro.

McManaman sorpresa

—¡Oiga, un respeto! Mi aparato no necesita ningún inspección de usted. Soy un siñor inglés, no una siñora, pero tengo pelaso y visto la segunda equipación del Real Madrid de la temporada 2020-2021, por eso voy de rosa —precisa Steve reforzando su orgullo con un movimiento asertivo de mandíbula.

—A ver, señora o señor inglés o lo que sea, no me se enfade. Todos los años hay que pasar una inspección a la máquina del tiempo de su propiedad y a eso vengo yo. Si no doy el visto bueno, la Dirección General de Tráfico les precinta el cacharro y se acabaron los paseítos por el tiempo, además de la consiguiente multa, que no es baladí. ¿Entiende? —explica el trabajador.

McManaman duda, está solo de guardia en O’Donnell 43 y no tiene claro cómo proceder. El resto de miembros de la organización está de vacaciones y le dejaron claro antes de irse que no les molestara si no era una hecatombe mundial. Steve les solicita a ambos un carnet que acredite su identidad y la documentación pertinente que corrobore el objeto de su visita. Lo revisa todo con calma, lo gira entre los dedos mientras lo observa. Piensa. Según lleva a cabo esta labor de comprobación, al tipo que lleva la voz cantante se le cae el lápiz de la oreja y su ayudante se apresura a recogerlo del suelo. Al agacharse, McManaman observa la hucha que se le forma al señor donde la espalda pierde su nombre, entre el final de una corta camiseta y el principio de unos pantalones caídos en exceso. Este detalle convence al inglés de que se encuentra frente a un par de auténticos profesionales, deja de verificar los papeles y decide permitirles pasar.

—Acompáñenme por aquí, please —indica McManaman.

—Con permiso —responde el encargado —. Parece que los días ya son más cortos, ¿eh?, dentro de nada, estamos en Navidad —prosigue el trabajador con intención de entablar una conversación vacía y yerma con la que rellenar el incómodo silencio, pero Steve le ignora con displicencia y dignidad.

McManaman les conduce hasta la portería espacio-temporal y se queda supervisando a los individuos, que proceden a abrir su caja de herramientas. Sacan un destornillador de estrella, un buscapolos y unos alicates.

—¡¿Pero quién le ha hecho esta chapuza, señora!? —exclama el inspector mientras su ayudante hace aspavientos de desaprobación.

—¡Que no soy siñora! —se enfurece Steve.

—Está bien, guiri, no se ponga así —intenta calmar el tipo—, el que le haya hecho el mantenimiento del aparato no tiene ni idea, menuda chapuza. ¡Aquí hay que sanear!

—¿Pero usted está seguro, qué le ocurre a la máquina? —inquiere preocupado McManaman.

Boquerón Esteban

—Voy a explicarle. Para empezar, la bujía hace perla, la tapa del delco está húmeda y están sulfatados los bornes de la batería. ¿A ustedes les arrancaba bien el cacharro este?

Oh, yes, estimado operario.

—También se le ha ido el servofreno. ¿No notaban que cuando viajaban en el tiempo la portería no se detenía a tiempo? Valga la redundancia. Disculpe, mi expresión oral no es óptima. La de mi compañero es aún peor, por eso no le permito hablar delante de los clientes importantes —se excusa el trabajador de Revisiones Hesperia.

—Pues no tengo constancia de ello, Mr. currante. ¿Y tan grave es el asunto?

—Puff, gravísimo. En este estado, la portería no llega ni a la Puerta de Alcalá, así que olvídense de viajar en el tiempo, este trasto no es capaz ni de regresar al último Telediario.

McManaman comienza a preocuparse, la portería es esencial para que O’Donnell 43 pueda desempeñar su función. No contaba con este contratiempo. Si cuando vuelva el resto del equipo no está resuelto, le caerá una buena bronca.

—Perdone, inglés, ¿no tendrá por ahí un poco de anís? —solicita el hombre—. Es que llevamos toda la mañana currando y no hemos parado ni para comer el bocata. Es para quitarnos las telarañas, ya sabe usted.

Steve no se extraña, Inglaterra es tierra de bebedores y está acostumbrado. De modo que acude al mueble bar de la oficina para prepararles una copita de Castellana a cada uno. Cuando vuelve con la bebida espirituosa, sorprende al inspector quitando con rapidez un aparato lleno de lucecitas que tenía enchufado a la portería y a su ayudante escondiéndolo con torpeza en la caja de herramientas. McManaman sospecha, pero disimula y les da el lingotazo de anís. Acto seguido, se aleja unos metros para llamar por teléfono.

Good morning, jefe —saluda el inglés cuando su interlocutor descuelga el teléfono—. Tengo tremendo problemo y estoy solo, están todos de vacaciones.

—Buenos días, Steve, me alegro de hablar contigo —responde el Florentino—. Les doy demasiadas vacaciones a los chicos, se me van a malcriar, como los Galácticos. Pero cuéntame, ¿en qué te puedo ayudar?

McManaman le explica la situación y Florentino en seguida tuerce el gesto. Había oído rumores, pero no les había dado crédito. Sin embargo, parece que son reales. Le da instrucciones concretas al inglés: ha de conseguir un gato y acercarlo al operario que habla. Después, tiene que informarle de cómo reacciona el felino. El inglés sube al segundo piso del edificio donde vive una pareja de Liverpool con los que en ocasiones toma cerveza y escucha a los Beatles. Les pide que le dejen uno los cuatro gatos que poseen. Lo introduce en un trasportín y regresa a la oficina. Coloca al animal junto al técnico que está revisando la portería y observa.

—Presi, ya he acercado el gato al operario.

—¿Y cuál ha sido su reacción? La del gato, no la del señor.

—Se lo quería comer.

—¡Bien, lo tenemos, es Boquerón Esteban! —Exclama Florentino.

—¿Quién es Boquierón Estefan? —Pregunta McManaman.

Motín Hesperia

—Un antiguo jugador del F. C. Barcelona. Había escuchado un disparato rumor que no quería creer, pero ahora compruebo que es verdad. Todos sabemos que el Barça tiene menos dinero que uno que se está bañando. Pues bien, para revertir esta situación, Bartomeu ha ideado una estafa que consiste en pasar ITVs fraudulentas a las porterías espacio-temporales que hay por todo el mundo. Para ello, ha reclutado a los ex jugadores azulgranas Boquerón Esteban, que ejerce de oficial de primera y Víctor Muñoz, que solo gruñe y embiste. De este modo, estafan un millón de Euros por revisión y aprovechan para robar los códigos de funcionamiento de las máquinas, que venden con posterioridad a Putin por una fortuna. Para ahorrar costes, Bartomeu robó una furgoneta Citroën C-15 a Ramón María Calderé, otro exjugador del Barça con el que no tiene buena relación, y él mismo la conduce y espera en la puerta a que Boquerón Esteban y Víctor Muñoz terminen la estafa para huir con el dinero y las claves. Sal y comprueba si hay aparcada en doble fila una C-15 —explica Florentino a Steve.

—Sí, presidente, pero la conduce un greñudo que parece un homeless.

—Perfecto, es él, Bartomeu. Se disfraza de cantante grunge de los noventa para no ser reconocido. Buen trabajo, Steve, ya les tenemos.

Según cuelga el teléfono, Florentino llama a la policía. Los agentes se presentan en O’Donnell 43 y detienen a todos los integrantes de la banda. En la zona de carga de la C-15, hallan a Ramón María Calderé con las extremidades atadas, amordazado y obligado a ver una fotografía de José Luis Núñez. McManaman observa cómo los detenidos son introducidos en el furgón policial y se despide de Boquerón Esteban con un:

—Hasta la vista, siñora.

Bartomeu preso

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna.

 

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

Capítulo 11: Bartomeu, agente infiltrado

Capítulo 12: Florentino Pérez en el paseo de la fama

Regreso a O'Donnell: Capítulo 11

 

Madrid, año 2020

 

Emilio Butragueño se encuentra realizando sus ejercicios matinales en la oficina de O’Donnell 43. Como todos los días, desayuna aguacate con avena y mueve el esqueleto al ritmo de los vídeos de Eva Nasarre y escenas de Airbag: «sístole ventricular y diástole auricular». Por suerte no usa calentadores, se conforma con el chándal Adidas que llevaba Di Stéfano en su primera etapa como entrenador del Madrid.

—¡Emilio! —irrumpe Arbeloa gritando—. Los del Barça han descubierto a nuestro topo más importante.

—Calma, calma, Álvaro. A ver, qué ocurre.

—Han desenmascarado a Nobita —anuncia Arbeloa.

—Dios mío. ¿Y cuándo ha sido eso? —pregunta el Buitre.

—En 2015, seis horas antes de las elecciones del Barcelona entre Bartomeu y Laporta. En el punto de inflexión, cuando presentamos a Rafa Gordillo con el disfraz de Nobita para la presidencia del Barça y ganó. —responde Álvaro—. Por lo que van a intentar por todos los medios que gane Laporta.

—Llama al trío calavera, que tengo que terminar de hacer mis ejercicios —concluye Butragueño.

Arbeloa convoca a Padrós, Puskas y Doncic en el despacho de la organización. El magyar aparece junto a Camacho, con quien estaba pasando unos días de asueto en la Manga del Mar Menor.

—¡¿Qué leches pasa aquí?! —espeta Camacho según abre las puertas de la oficina.

José Antonio Camacho protestando

Doncic disimula a duras penas la risa ante el ímpetu del de Cieza. Padrós le reprende con la mirada.

—José —comienza el Buitre—, me alegro de que estés aquí, puedes sernos de utilidad. La organización paralela del Barcelona ha descubierto que Bartomeu es un miembro de nuestra organización para desequilibrar su club. Por suerte, no saben más, desconocen que en realidad es Gordillo con una careta de Nobita. Pero, si evitan que gane las elecciones y sale elegido Joan Laporta, al Barça le irá mejor y a nosotros, peor.

Camacho también forma parte de O’Donnell 43, pero solo recurren a él cuando no queda más remedio, es el Chuck Norris de la organización.

—Bueno, pues a qué estamos esperando, mandadnos para allá y vamos a arreglarlo —contesta Camacho más tranquilo, pero resolutivo.

 

Barcelona, año 2015

 

Los cuatro jinetes del apocalipsis desembarcan en la Ciudad Condal seis horas antes de la celebración de las elecciones a la presidencia del Fútbol Club Barcelona. Visten traje y corbata negros con camisa blanca, caminan con decisión hacia la oficina electoral de Bartomeu, parecen recién salidos de Reservoir Dogs. Al llegar, ven a dos tipos corpulentos que introducen a un tercero en un Opel Azcona gris oscuro del 86 y arrancan a toda pastilla hacia el Norte.

—¡Ese es el coche de Alexanco! —grita Camacho—. Se lo compró después de perder con el Barça la final de la Copa de Europa contra el Steaua de Bucarest, quería darse un capricho para consolarse.

—Alexanco es un miembro destacado de la organización azulgrana —indica Padrós, que en estos meses se ha convertido en una enciclopedia humana—. Hemos de conseguir un coche para perseguirlos. Seguro que a quien han secuestrado es a Bartomeu. Es decir, a nuestro Rafa Gordillo. ¡Vamos!

Puskas junto a su coche

Puskas hace el puente a un Seat 1430, lo arranca e indica a sus compañeros que se monten con él para perseguir al Azcona de Alexanco

—¿No había otro coche más viejo, Pancho? —recrimina Camacho.

—Era el único que sabía poner en marcha sin llaves, macho —se defiende Puskas—, estoy chapado a la antigua, qué demonios quieres.

A pesar de las pegas de José Antonio, el 1430 no pierde la estela del Opel. La persecución los lleva hasta Viladrau, donde el Azcona se detiene y bajan sus ocupantes. Un autóctono les recrimina que lleven a Bartomeu maniatado y el matón del pelo rucio le da una pata de kárate en la espalda.

—No hay duda, el que acompaña a Alexanco es Tarzán Migueli, es la misma patada que arreó al jugador del Athletic en la final de Copa del 84 —observa Camacho.

—Tenemos que detenerles antes de que le quiten la careta a Bartomeu y vean que es Gordillo. Una cosa es que hayan descubierto que es un infiltrado y otra que averigüen que es Rafa, podría tener consecuencias terribles para nuestra organización —toma la palabra Padrós—. Yo voy a distraerles haciéndome pasar por un snob adinerado de los que abundan por estos parajes. Luka, Pancho, encargaos de Alexanco y Migueli. Tú, Camacho, ocúpate de rescatar a tu amigo Gordillo.

Bartomeu disfrazado

Padrós se interpone en el camino de los esbirros blaugranas y les pregunta por una exposición de daguerrotipos castrenses programada en el pueblo para esa noche. Alexanco y Migueli se quedan estupefactos ante tan extraña pregunta, momento aprovechado por Puskas y Doncic para embridarlos y conducirlos hasta uno de los manantiales que abundan en la zona. Les pusieron un corcho rosa en la espalda, de aquellos que llevaban los niños en los años 80, les ataron a una roca con provisiones de comida para todas una vida y les dejaron a merced de la corriente en un paraje por donde nunca volvería a pasar ningún ser humano en los próximos sesenta años.

Camacho desató a Nobita-Gordillo, le quitó la careta y le dio un abrazo y una Cruzcampo, cerveza preferida de Rafa. Nadie es perfecto.

Solo les queda una hora para regresar antes de que concluyesen las votaciones y echen en falta a Bartomeu. Los cinco caben muy justos en el 1430, por lo que toman prestado el Azcona de Alexanco y salen zumbando hacia Barcelona.

A la altura de Cerdanyola, el viejo Opel comienza a petardear y se para. En ese momento ven aterrizar una nave de la que desciende un ente con la apariencia del ser humano denominado Marta Sánchez.

—¡Es la nave de Gurb! —exclama Padrós, que además de un ávido lector es un enamorado de Eduardo Mendoza, aunque el escritor sea seguidor azulgrana—. Vamos a tomar su nave, iremos más rápido.

Los cuatro suben a la nave de Gurb y sobrevuelan la provincia de Barcelona con dirección a la oficina de Bartomeu. Llegan en apenas cinco minutos. Aparcan la nave de Gurb en el aparcamiento de El Corte Inglés de la Diagonal porque Camacho tenía la tarjeta de los grandes almacenes y les salía más barato que un parking convencional.

Llegan a la carrera a la oficina electoral de Bartomeu minutos antes de que le proclamen vencedor de las elecciones, colocan la careta de Nobita a Gordillo y lo meten a su despacho de un empujón. Han conseguido que Alexanco y Migueli no puedan informar nunca a nadie de que Bartomeu es un topo madridista y Gordillo podrá regir los designios del club azulgrana los próximos años al servicio del Real Madrid.

Sin noticias de Laporta.

 

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna.

 

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

 

 

 

Regreso a O'Donnell: Capítulo 10

 

Madrid, año 2020

—¡Emilio, deja de meditar y ven rápido! —grita Arbeloa desde su mesa en el despacho de O’Donnell, 43.

—¿Qué ocurre, Álvaro? No me des estos sustos, que voy camino de los sesenta —contesta Butragueño mientras abandona su posición en flor de loto y acude al puesto de Arbeloa.

—Entonces siéntate antes de que cuente lo que me acaba de informar Xabi Alonso desde 2015.

El Buitre se sienta, respira hondo y clava la mirada en Arbeloa.

—Cristiano… —Arbeloa suspira— Cristiano ha enviado un burofax a Florentino el día de cierre de mercado de fichajes de 2015. Anuncia que se va del Madrid.

Butragueño se santigua y responde:

—Está claro que detrás de esta maniobra está el Barcelona, Álvaro. No hace ni una semana del burofax de Messi anunciado su marcha y ahora nos encontramos con esto. Muy originales no son, la verdad. Pero tenemos una ventaja, se nota que se trata de un plan trazado con prisas y, por tanto, puede tener fisuras. Pongámonos manos a la obra.

O’Donnell 43 llama a Padrós, Puskas y Doncic y les muestra el burofax de Cristiano:

 

Estimado Señor Florentino Pérez Rodríguez

y dinojunta asociada

Pozuelo de Alarcón, Madrid

31 de agosto de 2015

 

Por medio de la presente carta, yo Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro, con DNI 77777777 solicito que se proceda a resolver el contrato de prestación laboral que ocupo actualmente en su distinguido club, amparándome en el artículo 33 que me permite disponer de esta facultad.

Acepto de antemano todos sus agradecimientos a mis servicios prestados y a mi contribución al crecimiento del club, pero motivos personales (falta de cariño recibido y el mayor sueldo que me ofrece el Manchester United) me obligan a tomar esta difícil decisión para ustedes.

Tal vez piensen que es una inyustisia, pero, aunque les cueste, saldrán adelante sin mí.

 Atentamente,

 

 Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro

 

—¡Pero es que estos del Barça no tienen ni una idea propia! —se queja Doncic.

—Cierto, Luka, todos pensamos que es una rabieta del Barcelona tras el anuncio de la marcha de Messi —explica Butragueño—. Además, analizando ambos burofaxes, la estructura es similar, podemos colegir que alguien de la organización del Barça ha adaptado el burofax de Leo al caso de Cristiano.

—Ahora debéis ir a 2015 y solucionar este desaguisado —continúa Arbeloa—. Lo más probable es que alguien haya convencido de algún modo a Cristiano para que acepte la oferta del Manchester. En esa época acababa de comenzar a trabajar con Rafa Benítez y su relación no era óptima, seguro que se han aprovechado de esta circunstancia. Pero ojo, ese mismo día el Madrid estaba esperando el fax para firmar a De Gea y enviar a Keylor a Manchester. El tema se puede complicar mucho.

—Dada la cantidad de lugares a vigilar, propongo que nos dividamos —interviene Juan Padrós—. Luka puede ir a Manchester, ya que habla inglés perfectamente. Sería interesante que Puskas acudiese a casa de Cristiano, nadie puede comprender mejor al astro portugués que Pancho, ya que fue una estrella como él, solo que medio siglo antes. Yo acudiré a las oficinas del Bernabéu y estaré preparado para actuar según se vayan desarrollando los acontecimientos.

El trío parte a 2015, cada uno al lugar marcado por Padrós.

 

Pozuelo de Alarcón, casa de Cristiano, año 2015

Ferenc Puskas vestido de camuflaje anula los sistemas de alarma y se cuela en la finca de Cristiano. Se oculta entre una plantación de bambús, cual oso panda agazapado entre comida, y conecta su equipo de escucha telefónica. También despliega un catalejo con micrófono direccional para ver y oír lo que ocurre en el salón de Ronaldo. Comprueba que está reunido con Jorge Mendes.

El representante se ausenta a la cocina con la excusa de ir a por un calabacín para picar algo. Una vez allí, comienza una llamada desde su teléfono móvil. Pancho rastrea la frecuencia hasta que la localiza:

«—Geri, a Cris le tengo convencido para que firme por el Manchester United. Sabes cómo es, buen chico y no quiere irse del Madrid realmente, pero necesita cariño y se calienta rápido. Le he recordado los pitos del Bernabéu, las negativas de Florentino a ceder a sus peticiones y le he augurado que con Benítez no va a estar bien. ¿has terminado tú de resolver los flecos con tu exequipo para que hagan firme la oferta?

—Sí, Jorge —contesta Piqué— ya te dije que guardo buenas relaciones aquí, está Van Gaal de manager. También he arreglado lo más importante: nuestras comisiones.

—Perfecto, Geri. Voy a enviar el burofax al Real Madrid».

Jorge Mendes cuelga el teléfono, abre su portátil y envía en burofax. Al cabo de un minuto, recibe la confirmación. Puskas hace una fotografía de la pantalla y se la envía a Padrós. Acto seguido le llama y le explica lo que acaba de escuchar.

 

Burofax Cristiano Ronaldo

 

Madrid, Santiago Bernabéu, año 2015

Juan Padrós ha maniatado al jefe del departamento de Sistemas del club y comprueba que el burofax llega al momento a las oficinas del Bernabéu.

Un trabajador del Real Madrid entrega el burofax al presidente. Florentino piensa que se trata del OK del United al traspaso recíproco de Keylor y De Gea, pero al leerlo palidece y pide un Rioja para recuperar el color. Una vez que se bebe el Azpilicueta —el vino, no el jugador— comienza a dar órdenes.

Padrós no duda de la capacidad de Florentino, pero el presidente, en esos momentos, no conoce lo que él.

—Luka —le ordena por teléfono Padrós a Doncic— corre a Old Trafford, allí debe estar Piqué con la directiva del Manchester. Acaba de convencerles para que Cristiano diga que sí al fichaje porque le ha persuadido su agente. Intenta evitarlo como sea, aunque ya hayan enviado el burofax.

—Pancho —comunica Padrós con Puskas tras hablar con Doncic—. Deshazte del representante de Cristiano y habla a solas con él. No importa que reveles tu identidad, Cris lo entenderá y eso le ayudará a convencerle.

 

Luka Doncic con gafas de sol

Manchester, año 2015

Luka llega a Old Trafford. Ve una luz encendida en una ventana donde se aprecia un trajín incesante de personas estresadas. Decide trepar hasta ella y se mantiene colgado del poyete. A escasos centímetros, al otro lado del muro, Piqué habla por teléfono:

«Sí, jefe, está hecho —conversa Piqué con su interlocutor—, Mendes ha convencido a Cristiano y ha enviado el burofax al Madrid anunciando que se va. Para rizar el rizo, se me ocurre convencer a estos ingleses panolis de que envíen el fax a tiempo de De Gea, así nos aseguramos de que el Madrid no gane las tres Champions seguidas sin Keylor ni Cristiano».

Según escucha esta conversación, Luka estalla de irá, se impulsa y entra por la ventana. Los british y Piqué se quedan de piedra al ver aparecer por la ventana a un tipo de dos metros. Doncic agarra a Piqué y a Van Gaal de las corbatas y los tiende en las cuerdas para secar la ropa que hay en cada una de las ventanas de las oficinas de Old Trafford. Las garruchas chirrían y Luka aprovecha para engrasarlas.

 

Pozuelo de Alarcón, casa de Cristiano, 2015

Tras recibir órdenes de Padrós Pancho entra en la cocina, tapa la boda con cinta americana a Jorge Mendes y lo planta entre los bambús solo con la cabeza fuera de la tierra, para que respire. Cuando se marcha hacia el interior de la casa de Cris, aparece Pastora Vega y exclama: «¡Huy, si me ha brotado un hombre en el bancal» y procede a regarlo. Jorge Mendes se resigna y pide que el Señor se lo lleve pronto.

Puskas se despoja del traje de camuflaje. Debajo lleva la indumentaria del Real Madrid de 1960. Entra de manera pausada en el salón de Cristiano. El portugués le reconoce y comienzan a hablar. Pancho le aconseja que no sea imbécil y que se quede en el Madrid. Cristiano escucha embelesado decenas de anécdotas que le cuenta Puskas hasta que el portugués se queda dormido.

Mendes en Amanece que no es poco

 

Manchester, año 2015

Luka explica a la directiva del Manchester que la operación es una treta de Piqué y Mendes para sacarles una pasta en comisiones y que Cristiano en realidad no quiere abandonar el Real Madrid. Como no parecen muy convencidos, Luka mira a Piqué y Van Gaal tendidos de la cuerda a varios metros del suelo y hace un gesto con el pulgar hacia abajo. Los jefes del Manchester lo entienden a la perfección y no insisten.

Tras la marcha atrás en su intención de fichar al portugués, Luka les obliga a enviar un fax al Barcelona ofreciendo a De Gea a Cambio de Piqué. El catalán se tira de los pelos, pero Luka mira a la ventana y Geri se calma.

Van Gaal no deja de gritar: «¡Nunca positifo, siempre negatifo».

Finalmente, a instancia de Doncic, el Manchester envía tarde el famoso fax de Gea al Madrid, añadiendo como postdata, que el burofax anterior sobre Cristiano Ronaldo había sido obra de un hacker informático.

 

Madrid, año 2015

Florentino recibo el fax sobre de Gea y tras la tarde vivida, no le da importancia a que llegue tarde, más aún cuando lee la postdata. En ese momento se quita las gafas, respira tranquilo porque Cristiano se queda y sabe que si el fax de De Gea ha llegado tarde, tal vez sea por algún motivo bueno.

Cristiano despierta confiante al día siguiente en el sofá del salón con la intención de seguir en el Madrid y convencido de que su charla con Puskas fue un sueño que él interpretó como una ayuda para elegir el camino correcto.

 

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna.

 

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

 

 

 

 

 

 

 

Regreso a O'Donnell: Capítulo 10

 

Madrid, año 2020

—Amigos, hoy nos enfrentamos a un reto diferente a cualquier otro que hayamos vencido y es importante que veamos el vaso medio lleno para lograr superarlo —comienza a explicar Butragueño—. Es habitual que tengamos que proteger el pasado de ataques de organizaciones rivales contra futbolistas, fichajes, etc. Pero nunca habíamos tenido que desfacer un entuerto de estas características.

—No hay problema, Emilio —interrumpe Doncic—. Explícanos de qué se trata y lo resolvemos, que mañana juego el tercer partido de los playoffs contra los Clippers y tengo que regresar pronto.

Emilio Butragueño.

—Esta bien, Luka. El problema es el siguiente: hasta ahora, la capacidad de viajar en el tiempo solo estaba en manos de organizaciones relacionadas con el fútbol ya que, no se sabe por qué, existen yacimientos de porterías espacio-temporales por todo el mundo. Sin embargo, hace unos meses, durante la construcción de uno de los estadios para el Mundial de Qatar 2022, fue hallada una de estas porterías encerrada en una jaula (cage en inglés). Los árabes, una vez averiguado su funcionamiento y asesorados por Xavi Hernández, decidieron utilizarla para mantener el césped corto y eliminar el vino y el resto de bebidas alcohólicas del mundo, ya que su religión no permite consumirlo. Para ello crearon los GAC, que no es una marca de bicicletas, sino los Grupos Antivinícolas Cage.

Xavi Hernańdez.

—Te enrollas más que las persianas, Buitre —mete prisa Puskas—, ¿qué tiene que ver eso con nosotros?

—Calma, queridos. Félix Pérez, futbolista madridista de los años 20, apodado Finito y cuyo juego podríamos definirlo como el precursor del de Amancio. Llegó a ser internacional y una vez retirado, regentó su taberna, llamada como él, junto a su madre en la calle Alcalá, 89. También fundó una peña madridista con su nombre, activa hasta los años 50. Pues bien, los cataríes han enviado uno de sus GAC a 1932 y pretenden acabar con Félix, con su local y con sus bebidas. Al ser un local propiedad de un ilustre madridista, Xavi Hernández no ha dudado en señalar este objetivo como prioritario. Además, esta taberna era un establecimiento limpio y alegre, en el que se anunciaban los próximos partidos de fútbol y hacía una gran labor social y psiquiátrica despachando vino a muchas personas sin otro aliciente en la vida.

Taberna de Félix Pérez

Arbeloa mientras tanto está recibiendo noticias del pasado en directo por parte de Ignacio Zoco, destinado en la taberna por la organización para averiguar qué está ocurriendo. Juan Padrós observa preocupado mientras se mesa la barba y juguetea con las llaves de su Harley; se ha convertido en un sibarita del vino y contempla con honda preocupación la desaparición de este.

—Hay algo más —irrumpe Arbeloa—. Me acaba de informar Zoco que los árabes no han escatimado en gastos y han creado un vaticinador del pasado, una computadora que prevé tiempos pretéritos en función de la variación de ciertos parámetros. Según este artefacto, si cae la taberna de Félix Pérez, tendrá un efecto dominó sobre el resto de establecimientos del mundo y en apenas cinco años, el alcohol desaparecería de la tierra. El escenario para la cultura occidental es apocalíptico, no solo para el Real Madrid. Tenéis que ir a 1932 ya y evitarlo o terminaremos todos bebiendo zumos de kiwi como Emilio. No quiero ni pensarlo.

Agustín Herrerín.

Padrós, Puskas y Doncic bajan a la portería, saludan a Herrerín y marchan a 1932. Esta vez no los acompaña Zamora para proteger el arco espacio-temporal porque sería reconocido y su lugar lo ocupa Bodo Illgner vestido de Hugo Boss.

Madrid, año 1932

Nuestros héroes llegan al Retiro, cerca de la Casa de Vacas y Bodo Illgner oculta la portería entre los árboles y permanece alerta. Por suerte, en esta época no hay runners y el peligro de dar con un patoso vestido de fosforito es menor.

—¡Mirad, son ellos! —grita Puskas en voz baja a sus dos compañeros mientras vigilan frente local de Félix Pérez—. Van vestidos como occidentales, pero son árabes porque se desplazan en alfombras voladoras.

—Cierto y también está Xavi Hernández —indica Doncic—, es el que va sobre la alfombra con el pelo de lana más corto.

—¡Dios mío, acaban de sacar amordazados a Félix Pérez y a su señora madre! —exclama Padrós.

—¡Y se llevan todas las barricas de vino sobre esa alfombra gigante! —señala Puskas angustiado.

Bodo Illgner.

El GAC catarí, sobrevuela en sus alfombras con los rehenes y el vino sobre las cabezas de Padrós, Puskas y Doncic y se adentran en el Retiro. Los tres los persiguen y observan que se dirigen a una portería junto al Templete del Retiro, a escasos metros de la suya.

—Van a atravesar su portería con Félix Pérez, su madre y el vino. Quién sabe qué será de ellos —anuncia Padrós—. Voy a llamar a Illgner para que intente evitarlo, que está más cerca.

—¡Bodo! —grita Puskas apartando a Padrós— ¡vete a esa portería que tienes en frente y que no entre nada ni nadie. Sobre todo, que no pase ningún barril de vino!

Bodo Illgner escucha el grito tremendo del magyar y llega corriendo a la portería catarí antes de que lleguen las alfombras voladoras. La primera que intenta traspasar la meta es la que lleva a la madre de Félix Pérez, pero Bodo se estira hasta la base del poste y desvía a la señora hasta un césped cercano que amortigua su caída porque está alto y lustroso.

Luka Doncic.

—¡Bien Bodo! —grita Luka.

El siguiente reto al que se enfrenta Illgner es al propio Félix Pérez, que vuela a toda velocidad amordazado hacia la escuadra derecha. La palomita del teutón es de época y consigue amarrarlo y depositarlo en el suelo. Pero el segundo que tardan ambos madridistas en lanzarse una mirada de complicidad es aprovechado por Xavi Hernández para amenazarlos con un cortacésped monstruoso. En ese momento los árabes introducen las barricas de vino por la portería sin oposición. Puskas pone el grito en el cielo.

—¡No os preocupéis, yo lo resuelvo! —se postula Doncic.

Luka se despoja del miedo que nunca tuvo, olvida que tiene que jugar los playoffs con los Mavs y se introduce de cabeza en la portería. Llega a una mansión oriental en 2020 y comienza a lanzar uno a uno los barriles de vino de nuevo hacia afuera de la portería con su característico movimiento step back. Cuando salva todo el preciado caldo, atraviesa de nuevo la meta catarí y llega al Retiro de 1932.

Xavi Hernández.

Solo queda Xavi Hernández a punto de hacer pedazos a Félix Pérez y Bodo Illgner con una cortadora de césped de proporciones bíblicas. Juan Padrós y Puskas llegan en ese momento. Mientras Padrós fumiga con herbicida el pelo de Xavi Hernández, Puskas lo lanza con un chut de empeine a la escuadra izquierda de la portería catarí. Acto seguido, utilizan el cortacésped gigante para hacer trizas la portería y, como era de madera, para celebrarlo, hacen una lumbre, asan panceta y beben vino de Félix Pérez entre risas y alivio antes de regresar a 2020.

Madrid, año 2020

Bodo, Juan, Pancho y Luka llegan a O’Donnell 43 entre los aplausos del Buitre y Arbeloa. En ese momento entra Mariano Rajoy por la puerta con una copa en la mano y proclama su célebre: «¡Viva el vino!».

 

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna.

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

Regreso a O'Donnell: Capítulo 8

Madrid, año 2008

Paolo Calabresi, un cómico italiano tan parecido a Nicolas Cage como una rotonda a una pipirrana se presenta acompañado por un falso guardaespaldas y una cámara oculta en el palco del Bernabéu haciéndose pasar precisamente por Nicolas Cage. Ramón Calderón, entonces presidente blanco, se lo cree y se deshace en atenciones con el falso Cage; le regala una camiseta con su nombre, una de Robinho firmada y hasta una tarjeta de crédito del club. No faltan las fotografías y los repetitivos abrazos y estrechamientos de manos con sonrisas fingidas.

El ridículo fue mundial. Cuando Calderón se enteró, intentó frenar la noticia, pero pese a los intentos de coacción, el esperpento tuvo un eco mayúsculo.

Ramón Calderón y Nicolas Cage en el Santiago Bernabéu

 

Madrid, año 2020

—Atención, chicos —interrumpe Arbeloa el festejo tras el éxito de la última misión—, el conde Draco vuelve a las andadas.

—¿Quién es el conde Draco? —pregunta extrañado Doncic.

—Ramón Calderón, el expresidente del Real Madrid —responde Butragueño a la vez que le enseñaba una foto de Calderón junto a otra del personaje de Barrio Sésamo.

—Ja, ja, ja —ríe Doncic— son iguales.

—Pero si Calderón fue presidente del Madrid, ¿por qué entraña un peligro? —inquiere extrañado Puskas.

—Ese señor ostentó la presidencia del club dos años y medio —comienza a explicar Padrós, que se había estudiado al detalle la historia del Real Madrid— y convirtió la entidad en un circo. Alternó actos bochornosos y ridículos con otros deshonestos hasta que se vio obligado a dimitir porque la realidad le comenzaba a dar alcance.

Puskas escucha asombrado y Luka busca en Google lo que explica Padrós sin dejar de escucharle.

—Su comportamiento no fue el adecuado ni siquiera con sus jugadores, de los que hacía públicas intimidades u opiniones fuera de lugar —comenta Arbeloa—. Uno de los afectados fue Guti y él es quien nos ha puesto en la pista de este asunto.

José María Gutierrez

—Caderón —prosigue Butragueño— nunca aceptó su salida del Madrid y no pierde ocasión para atacar al club, a su presidente o a sus jugadores. Según nos cuenta Guti, Calderón ha consultado con Oda Mae Brown…

—¡¿Quién narices es Oda Mae Brown?! —grita Puskas.

—¡La médium de Ghost! —aclara Doncic—. Pancho, no me digas que no has visto Ghost, que la he visto hasta yo. Oh, my God!

—Calma, por favor —apacigua Emilio—. El caso es que esta médium le ha vaticinado el pasado a Ramón Calderón y le ha dicho que el origen de todas las desdichas que desembocaron en su dimisión fue aquel encuentro con el falso Nicolas Cage y le ha aconsejado que modifique ese episodio del pasado para cambiar la historia y perpetuarse en la presidencia del Madrid.

—Qué horror, ese tipo nos hundiría —murmura Padrós.

—¿Y cómo pretende cambiar ese momento, acaso tiene acceso al arco espacio-temporal? —pregunta Doncic.

Arbeloa muestra en su tablet la información que le ha enviado Guti al resto de miembros de la reunión y comienza a explicarles:

—Guti fue a un concierto de Amaral a Estados Unidos y en la fiesta posterior, mientras se encontraba en el living de una casa de Las Vegas, se topó con Ramón Calderón y un esbirro suyo. Para no ser descubierto, Guti le birló una peluca morena a un ludópata borracho de Milwaukee, se la colocó en la cabeza y se acercó a Calderón. Dada la poca discreción del conde Draco, pudo escuchar el plan del exmandatario sin que este se percatase; Ramón Calderón había contactado con la organización azulgrana análoga a la nuestra y les había alquilado su máquina del tiempo. Imagino que los catalanes darían palmas con las orejas solo de pensar que le pudiese salir bien el plan. A los cinco minutos, apareció Nicolas Cage, el expresidente charló con él sin casi dejarle hablar. Le confesó que no le gustaba El Padrino, ni la pasta ni el vino. Después le entregó un maletín y, mientras se zampaban una caja de Miguelitos de La Roda, le dijo que era hora de viajar en el tiempo al Madrid de 2008 y protagonizar aquella escena famosa, pero ahora sí, con el auténtico Nicolas Cage.

—Amigos —prosiguió Butragueño—, si Calderón se sale con la suya, se truncará la cadena de meteduras de pata que le hizo dimitir, Florentino no volverá y el Madrid de las 4 de 5 Copas de Europa dejará de existir. Adiós Karim, adiós Modrić, Kroos, etc.

—¡Anda, si ese Nicolas Cage es sobrino de Francis Ford Coppola! —exclama Doncic leyendo la Wikipedia.

Nicolas Cage y Francis Ford Coppola

—Me acabas de dar una idea —interviene Padrós—. Sabéis que me encanta la cultura moderna y Coppola, como no podía ser de otra manera, es una de mis nuevas debilidades y he leído bastante acerca de él. El plan es el siguiente: a mí enviadme a donde esté Coppola en 2008 un día antes del famoso encuentro con su falso sobrino en el palco del Bernabéu. Yo le informaré de que su sobrino acaba de hacer un trato con un tipo que detesta El Padrino, la pasta y el vino. Estoy seguro de que Francis no tolerará esa afrenta y me acompañará a poner firme a Nicolas Cage. Pancho, Luka, vosotros id al mismo día del esperpento del palco y aseguraros que el falso Nicolas Cage no es capturado por ningún secuaz de Calderón.

La propuesta de Padrós fue aceptada por Butragueño y Arbeloa  y todos se pusieron manos a la obra.

Por una de esas casualidades de la vida, un día antes del episodio del palco, Francis Ford Coppola se encuentra en Chinchón tomando un anís. Padrós se presenta y comienza a relatarle el origen de las destilerías de aquel pueblo madrileño y consigue que Francis tome varios anises más. En ese momento, informa al cineasta que su sobrino está a punto de perpetrar un acto malévolo con un espécimen al que no le gusta su Padrino, ni la pasta, ni el vino. Coppola le ordena que le lleve ante él, que le va a meter en vereda.

Pancho y Luka llegan a las inmediaciones del palco del Bernabéu y controlan al actor italiano a prudente distancia. Ven llegar a Calderón y varios minutos después, una limusina negra de la que se baja el auténtico Nicolas Cage. Dos guardaespaldas acompañan a Nicolas Cage hacia la entrada del Santiago Bernabéu y otros dos matones con sendas pistolas, que también bajan de la limusina, salen corriendo hacia el falso Nicolas Cage para evitar que entre en el palco. La tensión es máxima.

Ramón Calderón y Nicolas Cage

Cuando los matones están a punto de abalanzarse sobre el actor italiano, Luka Doncic les hace un bloqueo que provoca que caigan al suelo sin que nadie aprecie falta personal. Puskas, por si acaso, les da un puntapié a las pistolas y las lanza hasta el Palacio de Congresos, al otro lado de la Castellana, sin apenas esfuerzo.

El Nicolas Cage verdadero está a punto de llegar al palco y producirse la hecatombe, pero Padrós aparece a toda velocidad en su moto con Coppola de paquete e interceptan al sobrino rebelde, que se asombra sobremanera al ver a su tío allí.

—Pero tío Francis, ¿cómo tú por aquí? —balbucea Cage.

—¡So penco, zanguango, gañán, tira pa’casa antes de que te dé una guantá a rodabrazo! —disuade con amabilidad el señor Coppola a su sobrino para que abandone el lugar.

Nicolas se resiste, por lo que Coppola comienza a darle una zurra de campeonato según lo dirige a un taxi hacia el aeropuerto.

Luka y Pancho escoltan al falso Nicolas Cage y consiguen que llegue justo a tiempo al palco. Calderón, debido a su naturaleza, no es capaz de distinguirlo del auténtico y el ridículo ocurre tal y como lo conocemos hoy en día. Por lo que el pasado no cambia y la misión es otro éxito rotundo.

 

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

 

 

 

 

Regreso a O'Donnell: Capítulo 7

 

Madrid, año 1998

 

Hace 37 años que el Madrid no es campeón de Europa. Instantes antes de comenzar el partido de ida de la semifinal de la Liga de Campeones entre Real Madrid y Borussia Dortmund, un grupo de aficionados se sube a las vallas de uno de los fondos del Bernabéu. Las porterías están arriostradas a los postes de las mismas. El peso de los hinchas hace que cedan y, al caer, arrastran consigo la portería. Uno de los asistentes informa al árbitro, el señor Van der Ende, de esta circunstancia y José Ángel de la Casa hace lo propio con los telespectadores.

El colegiado retrasa el comienzo del encuentro media hora para encontrar una solución. No hay porterías de reserva porque la normativa no obliga a ello. Es imposible volver a colocar la portería caída porque uno de los postes se ha tronchado. La ansiada Champions pende de un hilo.

Agustín Herrerín, empleado del club, recuerda que hay una portería en la Ciudad Deportiva, muy pocos kilómetros al Norte del estadio. Él y Miguel Ángel, exportero blanco, se montan en una furgoneta escoltada por la policía y salen escopetados a más de 100 Km/h por la Castellana a por ella.

Al llegar tienen que saltar la cerca y encuentran cerrado con candado el almacén donde está la imprescindible portería. El azar (o tal vez no), hace que Cándido y Juan Manuel, dos trabajadores con un camión, estén allí montando un escenario para un evento que se va a celebrar. Una vez informados de la urgencia de la situación, embisten la puerta del almacén con el vehículo, liberan la portería y la cargan en el camión. Herrerín, Miguel Ángel, Cándido, Juan Manuel, la portería y mucha mucha policía, se arrojan Castellana abajo contra reloj.

Llegan al Bernabéu cuando la paciencia del árbitro y los alemanes estaba a punto de agotarse. Introducen la portería a empujones, la colocan, comienza el partido y el Madrid gana dos a cero con punterón inolvidable de Karembeau.

Herrerín ha obrado un milagro.

 

Múnich, año 2020

Esbirros de Oliver Kahn torturan a Jupp Heynckes con el método goti-taka; le suministran notas de reguetón en tímpano mientras le obligan a ver partidos del Bayern de Guardiola, con múltiples repeticiones de los pases entre portero y defensas mientras le apedrean con coles de Bruselas. El bueno de Jupp termina cediendo y confiesa a la pérfida banda alemana todos los secretos acerca de cómo el Real Madrid consiguió traer de la Ciudad Deportiva una portería y disputar el partido de ida de semifinales contra el Borussia Dortmund aquel 1 de abril de 1998.

A Heynckes lo ha secuestrado el GGS (Grupo Germánico Saboteador), una asociación alemana con la tecnología para viajar en el tiempo y cuyo propósito es, mediante malvada industria, sabotear el pasado para que los equipos alemanes incrementen su cosecha de títulos.

 

Madrid, año 2020

 

Xabi Alonso entra en la oficina de O’Donnell 43 vestido con traje negro, camisa blanca y corbata negra. Porta una elegancia innata y una pesada bolsa de viaje en la mano.

—¡Hombre, dichosos los ojos, Xabi! —exclama Arbeloa—. Ya era hora de que te dejaras ver.

—Buenos días, amigos —saluda Xabi—. Sabéis que ahora ando ocupado y paso en mi tierra la mayor parte del tiempo. Me alegro de veros. ¿Qué tal por aquí? Ya me ha informado del éxito de las últimas misiones Juan Padrós, qué gran tipo, menuda incorporación.

Alonso y Padrós se conocieron en el restaurante de Biriukov, colaborador de O’Donnell 43 que les presentó. Enseguida congeniaron, comparten inquietudes culturales, gastronómicas y estéticas. Padrós se ha afeitado la cabeza, ha dejado crecer más su barba y se ha comprado una Harley-Davidson con la cual recorre España de festival en festival de música indie.

—Xabi, espero que lo que traigas en esa bolsa sea lo que sospecho. Sabes que tus provisiones y mi zumo de kiwi conforman la columna vertebral de mi dieta —bromea Butragueño.

—Por supuesto, Emilio. Traigo de mi pueblo un cargamento de chuletones para todos los miembros del equipo. Mirad qué aspecto…

En ese momento suena el teléfono del Buitre.

—Disculpa, me llama Raúl —Emilio contesta y en segundos su cara palidece. Cuelga el teléfono, se inclina sobre la mesa apoyando ambas manos y mira con solemnidad a Xabi y Álvaro.

—Queridos, sabéis que Raúl conserva buenos contactos en Alemania. Pues bien, sabe de primera mano que el GGS está a punto de desbaratar la hazaña que protagonizó nuestro querido Agustín Herrerín en aquella semifinal de Champions del 98 contra el Borussia al conseguir in extremis una portería de la Ciudad Deportiva para sustituir la que habían derribado aquellos infiltrados de la organización blaugrana análoga a la nuestra. Me informa que han secuestrado a Heynckes y le han sonsacado información valiosa mediante métodos torticeros que incumplen las Convenciones de Ginebra. No sabemos nada más —informa Emilio.

 

Madrid, Ciudad Deportiva, 1 de abril de 1998

 

Un comando militar de élite del GGS con Oliver Kahn a la cabeza se dirige hacia la Ciudad Deportiva del Real Madrid a bordo de un Mercedes Clase G. Una vez arrancada la información a Jupp Heynckes en el futuro, llegan al recinto y maniatan a Cándido y a Juan Manuel mientras otros miembros destrozan su camión. También acceden al almacén y despiezan la portería con varios sopletes.

No contentos con eso, una hora antes del comienzo de la semifinal, amordazan a Herrerín y lo recluyen en un Burger King clausurado sin teléfono ni televisión. Los germanos se felicitan, están convencidos de haber hecho todo lo posible para que esa noche la portería no pueda ser repuesta y se suspenda el partido. Después, tienen otro plan para mermar al Real Madrid cuando se celebre el partido aplazado y de ese modo facilitar una nueva Champions para el Borussia Dortmund.

En ese momento, se cae la portería del estadio y comienza la cuenta atrás para que nuestros protagonistas reparen el pasado.

 

Madrid, año 2020

O’Donnell 43 convoca de urgencia a Juan Padrós, Ferenc Puskas y Luka Doncic. Pancho pasa por el departamento de maquillaje para no ser reconocido en 1998 y el trío parte hacia el 1 de abril de ese año.

 

Madrid, 1 de abril de 1998

 

—Amigos, hay dos puntos clave que hemos de revisar primero para averiguar qué traman esos alemanes; la Ciudad Deportiva y el Santiago Bernabéu. Puskas, Doncic, acudan al estadio e intenten hablar con Herrerín y protegerle, es el héroe del día y no sería extraño que intentasen anularlo. Yo acudiré en mi moto a la Ciudad Deportiva a comprobar que todo está tal y como debe.

Pancho y Luka llegan al Bernabéu y comienzan a buscar a Agustín Herrerín. Desde hace unos minutos, nadie sabe dónde está.

Juan Padrós llega en su Harley a la Ciudad Deportiva, salta la valla y se encuentra a Cándido y Juan Manuel con las muñecas embridadas y la boca obstruida con cinta americana. Alrededor hay piezas de un camión desguazado y fragmentos de portería. Una vez liberados, los trabajadores le describen a Padrós lo sucedido, le indican que Oliver Kahn estaba al frente de las operaciones. Sin perder un segundo, llama a Doncic y le advierte que es muy probable que Herrerín haya corrido la misma suerte.

Segundos después, Butragueño les confirma que algo ha sucedido con Agustín porque ha desaparecido de su puesto en O’Donnell 43 junto al arco espacio-temporal. La situación es límite, el GGS no solo ha puesto fuera de juego a todos los responsables de resolver el problema de la portería en 1998, sino que con ello también ha desaparecido de 2020 al encargado de manejar la puerta temporal.

En ese momento, Xabi Alonso tiene una idea:

—Álvaro, Emilio, yo también he vivido en Alemania y tengo calados a estos tipos. Sé cómo liberar a Herrerín, a Cándido y a Juan Manuel. Yo me encargo de ello, contacto con Padrós y le digo cómo hacerlo, porque no podemos utilizar nuestra portería espacio-temporal, solo la sabe manejar Agustín —indica Xabi.

Alonso llama a Padrós y le facilita la dirección de una tienda de productos alemanes. Le indica que compren mucho chucrut, codillo, salchichas y cerveza. Que lo recojan él, Pancho y Luka y monten un puesto junto al Bernabéu para venderlo. Una vez allí, han de publicitar los productos al grito de: «¡comida alemana auténtica, utilizamos la receta de Kahn, el mejor portero del mundo». Les dice que, de ese modo, tocarán el ego y el orgullo del alemán y acudirá a ver qué se cuece.

Padrós, Puskas y Doncic actúan tal y como les ha indicado Xabi Alonso. Se disfrazan de Alemanes en chanclas con calcetines y comienzan a berrear: «¡comida alemana auténtica, utilizamos la receta de Kahn, el mejor portero del mundo». Al cabo de unos minutos, aparece el soberbio portero y les reprocha de manera agria que utilicen su nombre. En ese momento, Puskas atiza a Kahn en la jeta con la bombona de butano que están utilizando para calentar los codillos.

Entre los tres lo llevan a un soportal y le arrojan agua con hielo a la cara para espabilarle. Le preguntan por el paradero de ambos trabajadores secuestrados y de Herrerín, pero el teutón se resiste. Tras intentarlo de todas las maneras posibles, Luka recurre a la última opción; le deja los párpados abiertos al modo de la Naranja Mecánica y le muestra imágenes de Jesús Gil en un jacuzzi y de Luis Roldán en una fiesta en calzoncillos. Ante semejante tortura, Kahn canta sin tartamudear y confiesa dónde tienen retenidos a los tres.

Corren a liberarlos y en ese momento, cambia el futuro y aparece de nuevo Herrerín en la portería espacio-temporal de O’Donnell 43. Butragueño y Arbeloa, tras interesarse por él, le consultan qué demonios pueden hacer. A esas alturas de 1998, la portería lleva una hora caída y la que utilizaron de repuesto se halla hecha pedazos.

—¿Y si llevamos a 1998 esta misma portería que utilizamos para viajar en el tiempo? —propone Agustín Herrerín.

—¡Otra idea genial! —responde Arbeloa.

—Pero ¿cómo lo hacemos? —enfría el Buitre.

Ambos adoptan gesto pensativo. Herrerín recuerda que le dijeron que, en caso de emergencia suprema, pulsase el botón rojo que hay bajo la escuadra derecha oculto tras una pestaña. Así lo hace y entre la niebla aparece andando con calma un señor con traje oscuro, gafas de montura metálica y aspecto de ingeniero.

—No se preocupen, señores, técnicamente es posible realizar la fantástica idea que ha tenido Agustín —anunció este señor, que abrió el panel de control de la portería y durante cinco minutos programó múltiples parámetros.

—He dejado programada la portería para que viaje ella misma en el tiempo. Una vez allí, la recogerán Padrós, Puskas y Doncic, junto con el Herrerín de 1998. Con la ayuda necesaria, la introducirán en el estadio y la anclarán. Una vez terminado el encuentro, es necesario asegurarse que no quede nadie en el Bernabéu para pulsar el botón azul que hay en la cepa del poste izquierdo. En ese momento, la portería regresará hasta aquí. ¿Alguna duda? —pregunto el señor con aspecto de ingeniero.

—Sí —respondió Emilio—, ¿qué ocurre si algún jugador pasa por debajo de la portería, o el propio balón, viajarían en el tiempo?

—No, Butragueño, he programado la portería para que esté inactiva hasta que regrese —contestó—. También he postpuesto el back up del sistema, ya que, con el retraso del partido, llegará aquí más tarde de las 00:00 horas.

Por suerte (o no), todo se desarrolló como había planeado el señor con traje oscuro, el pasado no cambió y las portadas del 2 de abril de 1998 fueron las mismas que habían sido siempre.

En O’Donnell 43 respiraron tranquilos y para celebrarlo, dieron buena cuenta de los chuletones traídos de Tolosa por Xabi Alonso. Durante el festejo, recibieron el aviso de una nueva misión. No podían salir de su asombro al comprobar quién estaba implicado: el mismísimo Nicolas Cage.

 

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna

 

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

Regreso a O'Donnell: Capítulo 6

 

Madrid, año 2020

 

Tras frustrar con éxito el fichaje de Di Stéfano por el F. C. Barcelona, O’Donnell 43 concede unos días libres a Padrós, Puskas y Doncic.

Juan Padrós aprovecha para visitar el yacimiento de Atapuerca y hacerse selfies con los fósiles de troglodita, está fascinado con el enorme avance cultural y científico de los últimos cien años. Ya ha aprendido a manejar un teléfono inteligente y se ha abonado de manera on line al Teatro Real y al Auditorio Nacional. Eso sí, no ha perdido un ápice de sus exquisitos modales e incluso ahora se viste como un hípster, hasta su barba se adapta al estilo actual. Tras cada representación teatral o cada cena en un restaurante moderno, valora su experiencia en diferentes aplicaciones y comenta su experiencia en las redes sociales. Todo ello sin descuidar sus compromisos sociales de principios del siglo XX. De modo que pasa estos días de asueto entre su originario 1913 y su actual 2020.

Pancho Puskas, consciente de la magnitud de la entidad madridista, vuelve al instante de 1958 en el cual partió al presente y comienza a prepararse físicamente a conciencia para llegar en la mejor forma posible a su debut con el Real Madrid. El Magyar no ha querido aprender a manejar un smartphone. Lo máximo que ha logrado la organización es que lleve encima un Nokia 5110 para comunicaciones de urgencia. La batería le dura varias semanas y cuando se aburre, se entretiene pateando el teléfono sin que el aparato sufra ningún daño.

Luka, sin embargo, decide descansar y evadir la mente tras las últimas misiones tan complicadas y estresantes. Se empeña a conciencia en ello, tumbado en la cama, escuchando música y trasteando en Twitter. Tras varios días así, de repente, se arranca los cascos de un zarpazo, se incorpora sobresaltado y vuelve a comprobar la prensa deportiva tras leer un tuit de una cuenta llamada Sarumas YaSíQuéVicio:

Al principio, le había parecido una versión en broma del legendario tuit que Pablo Lolaso dedica a Ante Tomic tras cada título madridista, pero una comprobación rápida en la Wikipedia le estremece: en 2012 Tomic se quedó en el Madrid, incluso Mirotic no se marchó a la NBA en 2014. La consecuencia es que la historia reciente del Madrid de baloncesto cambia, Laso solo es despedido en 2013, el quipo solo gana la Copa de 2018, gracias al propio Luka, que después pone rumbo a la NBA. desde entonces, los blancos no levantan cabeza, fracaso tras fracaso. Ese mismo año 2012, el Barça fichó a Slaughter y acumula 1 Euroliga, 5 Ligas y 2 Copas.

Doncic avisa de inmediato a Arbeloa. Sabe que tendrá que viajar a 2012, por lo que antes de ir a la oficina de O’Donnell, busca una foto suya de la época en un álbum familiar. Respira tranquilo, no guarda mucho parecido con entonces, por lo que es difícil que sea reconocido en su viaje al pasado.

En media hora, están los tres integrantes reunidos con Butragueño y Arbeloa en la oficina.

—Chicos —comienza Emilio—, nos jugamos la supervivencia de la sección de baloncesto. Ya tenéis en vuestro poder toda la información de la que disponemos. Os enviaremos al día en el que Ante Tomic renueva con el Real Madrid.

—Ahora, id allí, averiguad, quién es el responsable de haber cambiado el rumbo de la historia y pateadle el culo antes de las doce de la noche. ¡Vamos! —arenga Álvaro Arbeloa.

 

Madrid, año 2012

 

El trío desembarca ocho años atrás, Ricardo Zamora les aguarda defendiendo el arco espacio-temporal hasta su vuelta.

—Luka, en esta misión usted es más importante, si cabe —comienza Juan Padrós—. Usted atesora más conocimientos que el señor Puskas y yo en esta materia. ¿Por dónde cree usted que debemos empezar?

—Tengo una idea —explica Doncic—. Sabemos que Tomic, en su presentación con el Barça, hizo las siguientes declaraciones: «Tengo ganas de jugar, de subir mi nivel y de ganar títulos. La forma de jugar allí no era ideal para mi estilo. El entrenador tenía a otro tipo de jugadores que prefería y es normal. Aquí en el Barcelona el estilo me viene mejor y puedo demostrar mi talento». Tengo aquí la grabación. Me he ocupado de eliminar la última frase para que no sospechen. Señor Padrós, sabemos que Juan Carlos Sánchez, máximo responsable de la sección de baloncesto del Real Madrid, desayuna todos los días en el Asador Frontón, frente al cual nos encontramos. Señor Padrós, usted ya está ducho en las nuevas tecnologías, de modo que le voy a enviar el archivo con la grabación de las palabras de Tomic, junto con una foto de Juan Carlos Sánchez para que le reconozca. Después, acuda al asador, entable conversación con él e intente dirigir la charla hacia la firma del contrato de Tomic. No le costará trabajo, dada su experiencia y don de gentes. Ese será el momento en el que le muestre la grabación. Después de ese ninguneo de Tomic al Real Madrid y a Pablo Laso, seguro que Juan Carlos Sánchez decide anular la firma del contrato.

—¿Y yo qué, me quedo mirando? —protesta Puskas.

—Pancho, tranquilo —apacigua Doncic—, si no me equivoco, la organización del Barcelona habrá enviado a alguien para que acompañe a Ante Tomic y asegurarse de que renueva con el Madrid. Tú y yo iremos a las puertas de las oficinas blancas para vigilar y hacer lo más conveniente.

Juan Padrós llega al Asador Frontón y pide un café solo sin azúcar. Al cabo de cinco minutos, tal y como aseguró Luka, aparece Juan Carlos Sánchez, que se sienta próximo a Padrós.

—Buenos días, señor Sánchez, perdone que le moleste, mi nombre es Alfonso Cárdeno —se disculpa Padrós, solo quería mostrar mi apoyo al trabajo que está realizando en el Real Madrid. Estoy convencido de que el fichaje de Laso fue un acierto enorme que el tiempo se encargará de demostrarlo.

—Buenos días, caballero, veo que me ha reconocido —contesta de manera cortés José Luis Sánchez—. Le agradezco sus palabras. La verdad es que estamos muy contentos con él. Además, representa a la perfección los valores del Madrid, asunto que no es menor, sin duda.

—La verdad, señor Sánchez —prosiguió Padrós—, es que también tengo otro motivo para dirigirme a usted. Y está relacionado con los valores y el compromiso del equipo.

José Luis Sánchez Lázaro se inclina hacia adelante y clava su mirada en Padrós.

—Dígame pues, señor Cárdeno, soy todo oídos —responde José Luis con interés.

—Escuche esta grabación de Ante Tomic, por favor —Padrós reproduce el audio ante la sorpresa del dirigente blanco.

—Dios mío, es él, no tengo duda —atestigua el responsable madridista—. Gracias por la información, perdone que me marche, pero he de impedir que se cometa un error. Si un jugador no muestra interés máximo y respeto por jugar en el Real Madrid, no debe quedarse. El mundo está lleno de equipos en los cuales este compromiso no es imprescindible.

El ejecutivo madridista parte hacia las oficinas donde se iba a rubricar el contrato. Padrós envía un mensaje a Luka informándole de lo sucedido Mientras tanto, Doncic y Puskas aguardan acontecimientos tras unos setos, junto a dichas oficinas. En ese momento, llega un vehículo de representación del que se apea Ante Tomic junto con dos moles humanas. ¡Eran las mismas bestias que acompañaban a Kubala y Samitier en aquella misión en el tren!

Uno de los dos forzudos reconoce a Luka y a Pancho, da una voz y sale a perseguirlos junto con su compañero. Ante Tomic, se queda perplejo, no sabe qué demonios está ocurriendo.

—¡Corre, Pancho, solo es necesario ganar tiempo hasta que José Luis Sánchez llegue dispuesto a anular la firma del contrato! —grita Luka.

—¿Correr? Tú estás loco niñato, yo no pienso huir de estos dos gañanes —responde Puskas.

Acto seguido, Pancho saca de su bolsillo el Nokia 5110 y golpea con él a ambos forzudos, al estilo Bud Spencer, pero connecting people, en este caso, conectando contra el suelo.

Juan Carlos Sánchez llega al momento y se encarga de mandar a paseo a Ante Tomic.

Padrós, Puskas y Doncic, vuelven a 2020 junto con Ricardo Zamora.

 

Madrid, año 2020

 

Al día siguiente, la oficina de O’Donnell 43 es un oasis de satisfacción y tranquilidad. Butragueño está leyendo la prensa en su tablet mientras disfruta de un zumo de kiwi. Se sorprende, esboza una sonrisa y se dirige a Arbeloa:

—Álvaro, no sé qué habrán hecho los chicos, pero además de salvar esta época gloriosa de baloncesto madridista, han provocado o conseguido o…, mejor lee tú la noticia:

«Ante Tomic se despide del Barça después de ocho años».

—Vaya —sonríe Arbeloa—, me pregunto a qué equipo irá a diseminar su gafe ahora.

 

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna

 

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

Regreso a O'Donnell: Capítulo 5

 

 

Argentina, año 1948

Los futbolistas profesionales argentinos reclaman unas condiciones de trabajo más dignas y le declaran la primera huelga de su mandato al general Perón. Una vez concluida la huelga, Óscar Nicolini, ministro de Comunicaciones argentino, establece un tope salarial de solo 1500 pesos.

 

Argentina, año 1949

Esta situación provoca un éxodo de jugadores argentinos a equipos americanos. La mayoría opta por Colombia, donde la Dimayor —la Liga de allí— se separa de la Federación y crea la Asociación Colombiana. FIFA no reconoce a los equipos de la Asociación, pero ésta sigue adelante y ficha a los mejores futbolistas del continente a golpe de talonario, muchos argentinos.

Di Stéfano juega con River su último partido el 31 de julio de ese año en la victoria 1-0 frente a Boca. Como curiosidad, Alfredo disputó más de media hora como portero sin encajar un gol.  El 9 de agosto se marcha a Colombia, River no le pagaba, y recala en el Club Deportivo Los Millonarios de Bogotá. Allí triunfa de inmediato y es apodado «la Saeta —que significa flecha— Rubia».

 

Lima, año 1951

El conflicto entre la Asociación Colombiana y la FIFA se resuelve con el Pacto de Lima, según el cual, se reconocía la propiedad de los jugadores llegados a Colombia a sus actuales clubes hasta el 15 de octubre de 1954, pero desde 1955, los derechos de los futbolistas volverían a pertenecer a sus clubes de origen. Por tanto, Di Stéfano pertenecerá a Millonarios hasta octubre de 1954 y a River a partir del 1 de enero de 1955.

 

Madrid, año 2020

—Emilio, el Barcelona ha reaccionado. Después de que consiguiésemos desactivar el plan Kubala, ha impedido que don Alfredo fiche por el Real Madrid —informa Arbeloa con pavor.

Butragueño se agita sobremanera, llegando incluso a levantar una ceja de manera leve.

—Estemos tranquilos, Álvaro, eso es imposible. Como bien sabes, Alfredo trabaja para nosotros, él fue quién reclutó a Juan Padrós, estuvo por aquí el otro día.

—Ese es el problema —replicó Álvaro—, no hay rastro de Di Stéfano y, como él fue quien trajo a Padrós, este también ha desaparecido. De camino a la oficina, he pasado frente al Santiago Bernabéu y el estadio ahora es mucho más pequeño. Han alterado el pasado y lo estamos padeciendo.

Los cambios acontecidos en el pasado, tiene un reflejo inmediato en el presente, pero no es hasta que el sistema hace back up de 0:00 horas a 3:00 de la madrugada, cuando se consolidan los cambios de manera definitiva. Por lo tanto, hasta la media noche, hay tiempo de resolver los problemas.

—Llama a Puskas y a Doncic —ordena Butragueño—. Vamos a mandarlos a agosto de 1953 y que nos informen de lo ocurrido para poder trazar un plan que lo contrarreste.

 

Barcelona, año 1953

El presidente del Barcelona, Enrique Martí ordena el fichaje de una estrella a Pepe Samitier para suplir la baja culé de Kubala, aquejado de tuberculosis. El secretario técnico azulgrana piensa en Di Stéfano, contacta con él y éste le informa que pertenece a Millonarios hasta finales de 1954 y después a River.

Pepe Samitier decide puentear al equipo colombiano y llega a un acuerdo con River para fichar al argentino, con un adelanto de 2.000.000 de pesetas. Poco después, Di Stéfano se traslada a Barcelona a la espera de poder jugar con el Barça.

Samitier, con Kubala y Di Stéfano

 

Caracas, Barcelona, Madrid, año 1953

Enrique Martí, presidente culé, aprovecha la disputa de su equipo de la Pequeña Copa del Mundo en Caracas para intentar llegar a un acuerdo con Millonarios y que le ceda los derechos federativos presentes de don Alfredo, ya que había llegado a un acuerdo con River para adquirir el 50 % de los derechos futuros.

Alfonso Senior, presidente de Millonarios, no está por la labor de regalar al jugador y tasa el traspaso en 1.350.000 pesetas (27.000 dólares). Martí se indigna y declara: «El Barcelona está dispuesto a tener a Di Stéfano una temporada completa sin jugar. Millonarios debe rebajar sus exigencias».

Estas declaraciones, junto al ninguneo que sufre en Barcelona, comienzan a mosquear al argentino.

Desde que el Barcelona birlara al Madrid el fichaje de Kubala, Santiago Bernabéu tenía una espina clavada del tamaño del Obelisco de Buenos Aires. Cuando se entera del desencuentro de los presidentes del Barça y Millonarios, sabe que es su momento. Habla con el vicepresidente Bustamante y envían a Saporta a Bogotá con los 27.000 dólares que había escatimado el Barcelona y compra los derechos de don Alfredo que, en ese momento, se convierte en jugador madridista.

Ante semejante varapalo al Barcelona, Samitier dimite como secretario técnico. Poco después también lo haría Martí, su presidente, pero aún metería más la pata antes de hacerlo.

Saporta viaja a Barcelona y se entrevista con Di Stéfano, que recibe la noticia con alegría porque, a esas alturas, no veía nada claro su futuro en el Barcelona. Para colmo, tras conocer el acuerdo del Real Madrid con Millonarios, el presidente barcelonista sufre un ataque de ira e intenta vender los derechos que posee del argentino a la Juventus sin consultárselo al propio futbolista.

Tras esta falta de respeto, Di Stéfano toma partida por los blancos a expensas de que River, Millonarios, Barcelona y Real Madrid, resuelvan la madeja en la que se ha convertido su fichaje.

 

Madrid, año 2020

O’Donnell 43 prepara de urgencia a Puskas y a Doncic para viajar a 1953, solo restan 12 horas para averiguar por qué Di Stéfano terminó fichando por el Barcelona y revertir la situación.

 

Barcelona, año 1953

Pancho y Luka llegan a la ciudad Condal y parten raudos hacia el domicilio de don Alfredo, cuya dirección ha sido facilitada por la organización O’Donnell 43. Cuando llegan, ven salir del edificio a Di Stéfano junto a un señor pequeño. Se mantienen a una distancia prudencial y observan. La persona pequeña entrega una camiseta del Barcelona a Alfredo, que sonríe aliviado.

—O mucho me equivoco, Luka, o ese tipejo es quien ha convencido a Alfredo de que juegue en el Barcelona —susurra Puskas a Doncic.

—¡Pero si es Messi! —no puede evitar gritar Luka.

En ese momento, irrumpen miembros armados de la organización azulgrana y evacúan a Messi y Di Stéfano a toda velocidad en un Seat 1400 negro.

—¡Ya los has espantado, niñato! —recrimina Pancho—. ¿Y quién es ese Messi?

—Messi es el Di Stéfano del Barcelona, pero a una escala menor —responde Doncic.

Ante la imposibilidad de seguir al vehículo, regresan a 2020 para informar la organización.

 

Madrid, año 2020

—¡Ha sido Messi, ha sido Messi! —grita Luka nada más llegar.

—Explícate —responde Arbeloa.

Butragueño se altera ya por completo y levanta la ceja del todo. Incluso sustituye su zumo de kiwi por algo más fuerte: uno de tomate con una gota de tabasco.

—Pues que el tal Messi ese, que por el acento debe de ser compatriota de Alfredo, se ve que ha sido el causante del cambio de opinión —comienza a explicar Puskas—. Y hemos vuelto porque los han montado en un coche y se los han llevado a toda prisa sin que pudiésemos seguirlos.

—Emilio, ¿qué hacemos? —pregunta Arbeloa.

—Llamemos al señor Lobo —responde Butragueño tras limpiarse los restos de tomate del labio superior y bajar la ceja.

—Pero si el señor Lobo es un personaje de una película de Tarantino —protesta Luka.

Puskas se pierde en la conversación, no sabe quién es Tarantino, ni el señor Lobo y acaba de conocer a Messi.

—El señor Lobo es el apodo que tiene la persona a la que recurrimos para solventar los casos más difíciles. El señor Lobo es Julio Iglesias —aclara Álvaro.

-¿Julio Iglesias? - se desespera el húngaro.

Butragueño llama a Julio, le explica el caso y acude en pocos minutos a la oficina.

—Cómo estáis, queridos —irrumpe Julio con una sonrisa— enviadme a 1953 unas horas antes de que llegue Leo Messi a casa de don Alfredo.

 

Barcelona, año 1953

Julio llega al bar que hay bajo el domicilio del argentino donde todos los días toma café después de comer y, solo a veces, una copita. Se dirige a donde está sentado leyendo la prensa.

—¡Qué sorpresa, la Saeta Rubia! —exclama Julio.

—Andáte a cagar —responde Di Stéfano sin levantar la vista del periódico.

—Yo le vi jugar en su último partido con la camiseta de River, estaba allí. Fue contra Boca, ganaron 1-0 y usted jugó media hora de portero sin encajar un gol. Yo también fui portero y jugué en el Real Madrid —dispara Julio.

—Llevo meses viviendo en Barcelona sin que nadie me preste atención ni el club se preocupe de si me llega la plata para comer y tiene que venir un pibe que parece de la Guinea Española, por lo moreno que está, a reconocerme —espeta Di Stéfano mientras deja el periódico sobre la mesa y esboza media sonrisa.

—He tenido más relación con Filipinas que con Guinea, don Alfredo, pero eso es otra historia —responde Julio Iglesias.

Ambos se ponen a charlar de fútbol. Don Alfredo lo agradece, suelta la tensión nerviosa de estos meses y facilita que Julio le invite a unos vinos. Comienzan a tutearse.

—Sabes, Alfredo, me gustan las mujeres, me gusta el vino —dice Julio mirándole a los ojos.

—Y si tengo que olvidar, las bebo y olvido —replica Di Stéfano.

La complicidad entre ambos es absoluta. Julio le dice que él ha sido portero del Real Madrid al poco tiempo de fundarse el club. En el fondo solo miente en el cuándo.

Al cabo de dos horas, llega Messi en busca de Di Stéfano. Julio Iglesias lo ve a través de los cristales. Se ha ocupado de que don Alfredo se sentase de espaldas al ventanal del bar. Leo no entiende nada, Alfredo no está en su domicilio y a él le habían asegurado que se encontraría allí. Miembros de la organización allanan la vivienda y la revuelven por completo. Julio se había encargado de contratar a la jefa de una boutique de renombre para que se llevase de compras a la esposa de Di Stéfano y que no corriese peligro.

A esas alturas de la misión, en 2020 el Bernabéu recobra su aspecto presente, incluidas las obras, y Juan Padrós reaparece en el museo del Prado, lugar donde había sido visto por última vez.

En 1953, Messi se frustra y siente náuseas, mas todos sus intentos por localizar a don Alfredo son vanos porque su compatriota estaba de copas por Barcelona con Julio Iglesias y les dieron las diez y las once, las doce, la una y las dos y las tres. Y al amanecer, Di Stéfano se despertó con resaca, pero siendo futbolista del Real Madrid.

 

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna

 

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

Regreso a O'Donnell: Capítulo 4

 

Ladislao Kubala había huido de la Hungría comunista a Austria. Una vez en Occidente, formó un equipo con otros expatriados de Europa del Este llamado Hungaria F.C. y entrenado por su cuñado Fernando Daučik. Se dedicaban a realizar giras de partidos amistosos porque, ante las presiones de Hungría, la FIFA no había permitido a Kubala jugar en el equipo austriaco del Pro Patria.

 

Madrid, año 1950

Santiago Bernabéu contrata al Hungaria F.C. para jugar un partido amistoso en Chamartín. Kubala marca dos goles y don Santiago queda prendado de él. El Real Madrid se pone en contacto con Ricardo Cabot, secretario de la Federación para sondear el fichaje del húngaro. Cabot les responde que no es posible fichar a Kubala porque su estatus de fugado hace inviable la obtención del transfer de su club de origen. No mucho tiempo después, Ladislao Kubala firma con el F.C. Barcelona.

 

Madrid, año 2020

—Álvaro, explícanos cómo se viaja en el tiempo. Lo único que sabemos es que atravesamos la portería que hay aquí debajo y aparecemos en otro lado y en otro tiempo —solicita Luka Doncic a Arbeloa—. Ya hemos realizado una misión con éxito, es lo menos que podéis hacer por nosotros.

—Está bien.

Bajo la alfombra de la oficina de la calle O’Donnell, 43 hay unas tarimas con un grabado que reza: «O’D43». Álvaro Arbeloa pone su huella dactilar sobre las letras y se abre una trampilla con unas escaleras que descienden hacia el subsuelo.

—Acompáñenme, por favor, ya saben el camino —indica Álvaro con un gesto a Puskas y Juan Padrós mientras Luka, sin esperar, se cuela escaleras abajo—.

Bajan varias decenas de metros hasta que llegan a una galería excavada en la roca, con el techo muy alto en el centro de la cual hay, sumergida entre nieblas, una portería.

—Como saben, esta es la portería que utilizaron el otro día para viajar en el tiempo. Lo que no conocen es cómo y es lo que voy a explicarles. No comprendemos todo acerca de ella, pero sí sabemos que ya estaba aquí en 1913 cuando, tal y como les explicamos, un joven Bernabéu se topó con un señor con aspecto de ingeniero, al fondo de una galería descubierta por las obras del estadio de O’Donnell, y le dijo «Don Santiago, ha nacido usted para ser presidente del Real Madrid». Conocemos que en el interior de los postes y el larguero se oculta una bobina entrópica que, al introducir unas coordenadas del lugar dónde se desea viajar y la fecha a cuándo se quiere llegar, crea un arco de acortamiento espacio-temporal que traslada a quien lo atraviesa al lugar y fecha elegidos.

—Si no hubiese viajado ya a través de ella, le diría que es usted un memo —interrumpe Ferenc Puskas mientras Luka escucha embobado con brillo en los ojos y Padrós se mantiene impertérrito.

—Le entiendo, Pancho, no es para menos. También sabemos que, una vez llegados al lugar de destino, el arco espacio-temporal se mantiene abierto en ambos sentidos durante doce horas como máximo, si no se cierra antes de manera manual. Ese es el motivo por el que los acompañó Ricardo Zamora en su último viaje, su labor, al igual que la del Can Cerbero de la mitología griega, es ahuyentar a quien pretenda atravesar el arco e impedir de ese modo que nadie llegue desde otra época hasta el presente bajo nuestra oficina, es decir, aquí y ahora mismo. Por último, les aviso que no es la única portería que existe de este tipo. Hay más equipos que disponen otras similares, como ya les he comentado en varias ocasiones.

—¿Y cómo es eso posible? — interroga Doncic.

—Se acabó la explicación por hoy, otro día más —responde Álvaro—. Ahora subamos que Emilio tiene una misión urgente.

Los cuatro suben a la oficina central de la organización «O’Donnell 43» donde ya les espera Butragueño tomándose un batido de kiwi.

—Señores, tenemos información fiable de que en 1950 el Madrid está a punto de lograr el fichaje de Kubala, impidiendo de ese modo que se lo arrebate el F.C. Barcelona, tal y como ocurrió en realidad.

—¿Quién es ese Kubala? —pregunta Padrós.

—Kubala es uno de los mejor jugadores que he visto en mi vida —responde Puskas.

—Si es tan bueno, ¿qué problema hay en que lo fichemos? —vuelve a preguntar Juan Padrós sin entender nada.

—Querido Juan —explica Butragueño—, Kubala es un jugador excepcional que estaba casi fichado por el Madrid, pero el Barcelona se inmiscuyó y envió a Pepe Samitier al tren en el que viajaba Kubala con el contrato del Real Madrid en el bolsillo a punto de firmarlo, para alterar su voluntad con unas copas, hacerlo bajar en otra estación y firmar con el F.C. Barcelona. Pero gracias a que los culés cometieron esta tropelía, años más tarde, don Santiago se vengó y fichó a Alfredo Di Stéfano, futbolista superior a Kubala, jugador más importante de la historia blanca y artífice de la victoria en las primeras cinco Copas de Europa disputadas. Si el Real Madrid ficha a Kubala en el pasado, nunca fichará a Di Stéfano y su historia hasta hoy será más vulgar. La organización que trabaja para el Barcelona lo sabe y ha tramado un plan que impida el trabajo de Samitier y que el húngaro termine firmando por el Madrid, cambiando así la historia para siempre.

Los tres miembros del equipo se miran asombrados, Arbeloa los espabila con una palmada y los envía al departamento de maquillaje de O’Donnell 43. Una vez caracterizados, son provistos de lo necesario y bajan a la galería de la portería. Allí les espera, junto a Ricardo Zamora, un señor afable de mirada penetrante: Agustín Herrerín, encargado de manejar la portería e introducir las coordenadas en la misma.

—Buenos días, Agustín —saluda Arbeloa con un abrazo —. Nos vamos a 1950.

—¡Buenos días, Alvarito y compañía! —responde con entusiasmo Herrerín.

 

Madrid, año 1950

El trío llega a la estación de tren y sube al ferrocarril mientras Zamora aguarda su regreso custodiando el arco espacio-temporal.

 

Mientras trazan un plan de acción en la cafetería del tren, junto a ellos, un hombre con sombrero y puro le cuenta a una bella mujer que Louis B. Mayer, presidente de la Metro ha visto el preestreno de la película que acaban de rodar ambos y le ha acusado de arruinar la reputación de su profesión, pero la tranquiliza, está convencido de que será un éxito cuando se estrene en agosto. La mujer asiente, tampoco tiene dudas.

—Señor Doncic —ordena Padrós—, usted revise cada compartimento de cada vagón hasta localizar a Samitier y Kubala. Aquí tiene las fotos, por si no los recuerda. Usted, señor Puskas, espere aquí a mi señal. Cuando Doncic les localice, yo le avisaré y usted forzará la puerta y arrojará fuera del tren a Pepe Samitier. En ese instante, yo acompañaré a Kubala al hotel y me aseguraré de que firme con el F.C. Barcelona.

Al cabo de una hora vuelve Luka Doncic al vagón cafetería e informa preocupado a Padrón que, en el compartimento, además de Samitier y Kubala, viajan dos fornidos guardaespaldas.

El cineasta que hay junto a ellos ha escuchado toda la conversación desde el inicio e interrumpe:

—Disculpen caballeros, no he podido evitar escucharlos. Me crucé con ese par de moles humanas al subir al tren y cuchicheaban entre ellos cómo arrojar del tren al tal Samitier ese del que hablan. Si no me equivoco, se hacen pasar por sus guardaespaldas, pero están en contra de ese tipo.

Esta información hace comprender a Padrós que los falsos escoltas son emisarios de la organización blaugrana enviados para deshacerse de Samitier y hacer que Kubala firme por el Real Madrid.

Kubala y Samitier

—Aunque les parezca descabellado —prosigue el cineasta—, se me acaba de ocurrir un plan que puede ayudarles a lograr su objetivo. Sé que lo que les voy a proponer les parecerá una locura, pero les aseguro que no podrán doblegar a ese par de bestias por medios convencionales.

El cineasta informa al trío que su compañera de viaje es actriz y lleva en el equipaje varios trajes femeninos. Propone a Padrós, Puskas y Doncic se vistan de mujer, seduzcan a los dos guardaespaldas y los emborrachen. De ese modo, lograrán debilitarlos y el propio Padrós tendrá vía libre para lograr su objetivo.

Puskas se niega en rotundo. Luka cree en el plan propuesto y ayuda a convencer a Padrós, al que le parece bastante infantil la idea en un principio. Una vez decididos, persuaden a Pancho Puskas. Doncic apela a su honor y el magyar acepta a regañadientes.

Veinte minutos después, Pancho y Luka maquillados, vestidos de mujer y con una botella de whisky y vasos con hielo en las manos simulan estar bebidas y entran en el departamento de Kubala, Samitier y los forzudos.

—Ay, qué estúpidas somos. Disculpen caballeros, nos hemos equivocado de compartimento —irrumpe Doncic riendo y tocando el hombro del fortachón de la derecha. La caracterización de Luka es magnífica y a los gorilas se les dilatan las pupilas al verlos.

—No se preocupen —contesta Kubala ya afectado por las copas— ¡pasen y tomemos una copa todos juntos!

Durante las siguientes tres horas, Luka y Pancho emborrachan a los mostrencos mientras evitan que sus manos largas descubran el engaño. Pepe Samitier también cae en la trampa y bebe hasta desmayarse. En ese momento, irrumpe Padrós y asesta sendos porrazos en la cabeza de los guardaespaldas que acaban por hacerles perder el poco sentido que les queda.

—Hemos llegado a la parada —informa Padrós—. Me bajo con Kubala. Lo conduciré hasta el hotel donde ha de firmar por el F.C. Barcelona intentando que mantenga la consciencia justa. Tardaré una hora. Ustedes espérenme en esta misma estación, tenemos el tiempo justo para coger el próximo tren y regresar al inicio de nuestro viaje donde nos espera el arco espacio-temporal para volver a 2020.

Puskas y Doncic se despojan de sus disfraces y se los devuelven al cineasta.

—Caballero —dice con honestidad Pancho—. Reconozco que su plan era bueno. Mi amigo y yo queremos agradecerle su ayuda. Por cierto, no nos ha dicho cómo se llama.

—Wilder, Billy Wilder

—responde mientras sonríe. La idea de dos hombres vestidos de mujer en un tren cree que puede servirle para desarrollar un próximo guion. También sabe que Sunset Boulevard es una buena película, pese a la opinión del presidente de la Metro.

Padrós no tiene problema para que Kubala rubrique su contrato con el Barcelona y el trío regresa con el tiempo justo al lugar custodiado por Ricardo Zamora, que les aguarda con cuatro estúpidos apilados en el suelo que intentaron colarse en el arco.

Al día siguiente, Emilio Butragueño les recibe para agradecerles el trabajo realizado.

Una semana después, Arbeloa entra azorado, casi sin aliento, en la oficina de O’Donnell 43:

—Emilio, el Barcelona ha reaccionado. Después de que consiguiésemos desactivar el plan Kubala, están a punto de evitar, esta vez de manera directa, que don Alfredo fiche por el Real Madrid.

Continuará...

"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna

ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:

Capítulo 1: El reclutamiento

Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino

Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid

Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid

Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro

Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid

Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes

Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa

Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso

Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid

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