Las mejores firmas madridistas del planeta

De todos es conocido el compromiso social del Real Madrid, demostrado con creces a lo largo de su historia y con especial énfasis durante esta pandemia. Florentino Pérez ha ido más allá y se ha presentado voluntario a la campaña “Que te vacune un famoso” en representación del club. La iniciativa surgió de los Cuerpos y Fuerzas de Vacunación del Estado para paliar la posible reticencia que pudieren presentar algunos especímenes humanos a ser inoculados con esta sustancia farmacológica. Como su propio nombre indica, se trata de que una persona conocida inyecte la vacuna a los eslabones más descreídos o temerosos de la sociedad, así como a niños pequeños que presenten fobia a las agujas (o abujas, como dicen ellos).

También ha salido a la luz que Messi se encuentra en Madrid disfrutando del periodo navideño. Cada año por estas fechas, acude a Galerías Preciados a comprarse unas polainas. El argentino no ha encontrado otras mejores en todo el planeta y la visita a la capital es obligada para proveerse de esta prenda. Messi las utiliza para ir a buscar níscalos (o rovellons, como diría Sazatornil en La escopeta nacional) y protegerse la zona baja de la pierna de posibles pinchazos y arañazos de cardos y demás maleza que puebla el campo.

Messi Galerías Preciados

Encontrábase Messi probándose polainas cuando recibió una llamada de su centro de salud:

—Buenos días, ¿Lionel Andrés Messi Cuc… Cuchitín… Cucú…?

—¡Cuccittini! Sí, soy yo, bueno días, ¿qué desea?

—Soy Mamen, su enfermera. Le llamo porque los Cuerpos y Fuerzas de Vacunación del Estado han decidido que pertenece usted a uno de los grupos de riesgo y ha de vacunarse de manera inmediata. Hoy.

—¿Grupo de riesgo?

—Sí, aquí pone que por jugar en el Barça. Al parecer, la pertenencia a ese club puede provocar frustración y abandono aeroportuario, lo cual aumenta el riesgo de contraer covid-19.

—Pero ahora estoy en Madrid, no puedo ir a vacunarme al ambulatorio de mi barrio. Además, me dan miedo las abujas. Tengo un trauma.

—No se preocupe, podemos darle cita ahora mismo en cualquier centro de salud de la Comunidad de Madrid.

—Jo, no, ¡me da miedo! ¡Buaaaah! —llora Leo al aparato.

—Está bien, si lo prefiere, puede acudir a una fiesta en la que habrá chuches globos, mayores, niños y famosos vacunando. Y allí será usted inoculado.

—¿Y no puedo vacunarme vía burofax? —intenta Messi a la desesperada.

—No, señor, ha de ser de manera presencial. Además, debe llevar usted su propio brazo, no puede traer el de otro.

—Está bien, si no hay más remedio, acudiré a la fiesta que usted dice, me parece la mejor solución.

Y allá acudió Leo Messi, a la sede de la Real Federación Española de Esgrima, donde un nutrido grupo de voluntarios famosos se entretenía poniendo banderillas a quienes optaban por esta forma de vacunación. También intentó participar un desnutrido grupo de voluntarios famosos, pero no les permitieron la entrada porque tenían muy mal aspecto.

—Hola, soy Messi, vengo a que me vacunen.

—Buenos días, adelante, primera fila a la derecha, descúbrase el brazo que más rabia le dé.

Messi se se quitó la americana —debajo lucía una elegante camisa de manga corta con chaleco—  y aguardó paciente su turno. Había una fila única, como ocurre ahora en el Carrefour, y la sensación era que la vacunación se desarrollaba con agilidad. Los personajes públicos que mejor estaban desempeñando la tarea eran los toreros. Alguno se adornaba a la hora de clavar la jeringuilla y la inyectaba al quiebro.

Delante de Messi había una abuelita que cuando llegó su turno fue vacunada por Sergio Dalma. La mujer, contentísima, pidiole bailar, pero el cantante le contestó que la eficacia de la vacuna no era tan rápida y lo mejor era no acercarse mucho todavía.

—Señor Messi, siéntese aquí y presente el brazo, haga usted el favor.

Leo obedeció al enfermero, se santiguó y ocupó una de las sillas vacantes, preguntándose qué celebridad se encargaría de vacunarle.

—¡Ni en pedo! —exclamó el rosarino—, ¿de todos los boludos del mundo tenés que ser vos quien me pinche?

—Querido Leo, yo he nacido para vacunar a Messi —declamó Florentino Pérez sin perder la sonrisa mientras inyectaba la vacuna al diez azulgrana.

Florentino Messi vacuna

Messi comenzó a llorar, tenía miedo. Florentino le regaló una foto dedicada de Pepe para que se le pasara el berrinche y Leo la abrazó y pareció calmarse. Como indica el protocolo, el argentino hubo de esperar unos minutos en observación por si se presentara o presentase algún efecto secundario. Pasado un cuarto de hora, Messi sonrió, miró a Florentino con los ojos repletos de ilusión y dijo:

—Presi, ¿me renueva?

—Claro que sí, claro que sí —calmole Florentino a Messi mientras lo acurrucaba cual bebé.

El presidente del Real Madrid le dio una servilleta a Leo para que se secase las recientes lágrimas y el argentino procedió a estampar su firma en ella sin pensárselo dos veces. Para Messi, la vacuna tuvo “afectos” secundarios, y desde entonces, quedó prendado del Real Madrid y decidió que no correría más para defender la camiseta del Barcelona.

El astro argentino certifica su marcha espiritual del Barcelona

A Messi a estas alturas ya no le sorprende nada. Se refiere a las cosas que pasan en el club de su vida a propósito de la despedida de su amigo del alma, Luis Suárez. Hoy a Cuchitini se le ha “caído la ficha”, que en argentino debe de ser algo parecido a “darse cuenta” o “ser conciente” de una situación. Hoy Luis Suárez ya no estaba en el vestuario del Barsa y a Messi esta ausencia dolorosa le ha empujado a hablar, a escribir públicamente del amigo que se ha ido (como él, pero enteramente).

 

No es la tristeza de la estrella rosarina lo que nos mueve a escribir estas palabras (en todo caso, nos conmueve), sino el origen de su nostalgia principiante, que Messi señala en el club que le ha dado todo, aunque se dirija a la figura concreta de Bartomeu. Ese “No mereces que te echaran como lo hicieron” es la demostración escrita de un cuerpo sin alma deambulando por Can Barsa. A ese cuerpo ya no le sorprende nada, dice el alma rota por la marcha del amigo.

Ese texto en Instagram es como una parte del diario del futbolista adolescente al que no le importa, que quiere, enseñarlo. Messi está roto y prisionero. Quién iba a decir que ese andar recurrente por los campos era el síntoma de algo. Era ESTE síntoma. Ese andar era hacer camino, ya saben. Ese hacer camino desde donde se vuelve la vista atrás y se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Messi ya ha mirado atrás y no ha visto más que estelas en la mar.

Lionel Messi.

Hay un poeta melancólico donde antes había un futbolista locomotora. El Barsa ya no tiene a D10S sino a Verlaine, que además echa de menos a su Rimbaud. Su nota es lírica, pero tiene poder notarial. Messi es jugador del Barsa, pero ya no es jugador del Barsa. Todo el mundo lo ha podido comprobar y él ha querido que todo el mundo lo supiera. Es como si hubiese dicho: “Me veréis, pero no me veréis”. El diez triste, inerte, es el triunfo de Bartomeu que cacareaban los medios afines.

A Messi lo han vaciado y con él han vaciado al Barsa, que se parapeta tras la estatua hueca del ídolo espiritualmente emigrado. Veremos qué sucede cuando todo el mundo se dé cuenta, cuando a todo el barcelonismo “se le caiga la ficha”, de que es Messi y nadie más quien en realidad se ha ido.

 

Fotografías Getty Images.

 

Capítulo anterior: Messi se queda en el Madrid

 

La deriva del Real Madrid contrasta con el florecimiento azulgrana

Florentino consideraba clave cambiar el modelo del club, apostar por jóvenes jugadores, evitar los excesos económicos y reformar un estadio que jocosamente pasó a llamarse como proyecto ‘lata de sardinas’. Pensaba que el fútbol estaba cambiando con los ingresos multimillonarios de la Premier y la aparición de jeques, y que clubes como el Real Madrid necesitaban ser gestionados de otra manera, estableciendo una escala salarial y buscando nuevos ingresos con un estadio renovado.

Boluda se mofó públicamente de Florentino en varias ocasiones, criticando que no sabía de fútbol y solo de economía y marketing. Ganó con cierta ventaja, prometiendo muchos fichajes y con el lema “el dinero en el campo”. El presidente de ACS desistió para siempre, pero paradójicamente sus ideas, primero muy criticadas, luego fueron alabadas cuando las aplicó el F.C. Barcelona.

Di Stéfano, Florentino Pérez y Vicente Boluda.

Boluda cumplió su promesa y con un gasto de casi 1.000 millones de euros en cinco años se convirtió en uno de los clubes con mayor gasto y con la masa salarial más alta del mundo. Esa deriva fue altamente criticada por las instituciones deportivas y el Real Madrid recibió varias sanciones por incumplir el Fair Play Financiero. Durante su primer mandato fichó a jugadores que despuntaban en el panorama internacional, como André Silva, Milinkovic-Savic, Dembelé, Piatek o Coutihno a alto coste. Con fichas altísimas, la economía del club empezó a resentirse y el departamento financiero tuvo que hacer malabarismos contables para cuadrar las cuentas.

se pensaba que Suárez podría formar una gran duplA con messi, Pero el periplo del charrúa en el Real Madrid apenas duró dos temporadas

En su primer año de mandato de Boluda, el equipo se reforzó con múltiples fichajes, en especial un fichaje considerado estratégico, Luis Suárez. El uruguayo, aunque muy polémico, tenía un gran olfato de gol, y el club blanco necesitaba renovar ese puesto tras la marcha de David Villa y el fracaso de varios fichajes que no congeniaban con Leo Messi. Junto con el argentino, se pensaba que Suárez podría formar una gran dupla. Pero el periplo del charrúa apenas duró dos temporadas.

En la primera fue expulsado en ocho partidos, el récord de un jugador durante una temporada. Sus agresiones a rivales, sus constantes simulaciones y su juego poco deportivo fue altamente criticado por una prensa que consideraba que Suárez no debía jugar en un club señor como el Real Madrid. En la segunda fue sancionado con veinticinco partidos tras morder de nuevo a un rival, perdiéndose casi toda la temporada. Su reincidencia en el juego sucio y en comportamientos antideportivos acabó con la carrera del jugador. El Real Madrid, ante la presión mediática, se vio obligado a vender al jugador a la baja, por apenas unos pocos millones de euros, tras haberse gastado casi 80 en su fichaje.

Luis Suárez.

Mientras, el F.C. Barcelona había encontrado en Ancelotti al entrenador ideal, capaz de llevar al equipo a una nueva Champions tras la labor previa de Mourinho reconstruyendo al equipo y creando un conjunto competitivo. Al italiano le sucedió en el banquillo Xavi Hernández, con el que lograron ampliar la increíble racha en Champions a cuatro en cinco años, tres de ellas de manera consecutiva. Un éxito sin precedentes, ampliamente aplaudido por la prensa. Con fichajes claves en las anteriores temporadas como Modric, Toni Kroos, Xabi Alonso o James, el Barcelona construyó un equipo dominador en Europa.

El Barcelona había recortado la distancia en Champions con el Real Madrid y se había convertido en un equipo de presente y de futuro

Después de un mandato repleto de polémicas, Vicente Boluda veía como el Barcelona había recortado la distancia en Champions con el Real Madrid y se había convertido en un equipo de presente y de futuro. Con una apuesta por jóvenes jugadores fichados en Noruega, Uruguay y hasta Japón, la política del Barcelona llevaba siendo alabada en los últimos años como ejemplo de gestión.

Al mismo tiempo, se criticaba con dureza el dispendio económico del Real Madrid y se publicaban en prensa reportajes analizando las cuentas blancas. El equipo blanco se disputaban las ligas y copas del rey con el Atlético de Madrid, pero se hipotecaba año tras año, renovando a su mejor jugador, Leo Messi, insuficiente para competir en Champions League, competición en la que el Barcelona consolidaba su hegemonía.

Leo Messi.

Los fichajes blancos fracasaban la mayoría, con el club pagando altas sumas de dinero para atraerlos, sin lograr un estilo de juego definido, rememorando el juego que había impuesto Michel, ahora entrenador del Manchester City, pero sin mucho éxito, a pesar de gastar una ingente cantidad de petrodólares. Sin una escala salarial definida, las cuentas económicas del club hacían aguas y el club recurría a múltiples créditos bancarios, como denunciaba la prensa una y otra vez. La situación era insostenible y la presión de la prensa hacía que el Real Madrid fuese un polvorín, con polémicas semanales.

Un Real Madrid que tenía de nuevo la ilusión en la Champions caía con estrépito ante el Bayern de Munich por 2-8

Pero lo peor estaba por llegar, y en la última temporada de mandato de Boluda, un Real Madrid que tenía de nuevo la ilusión en la Champions -tras prometer Messi que traería, esta vez sí, esa copita linda a casa- caía con estrépito ante el Bayern de Munich por 2-8. Con una columna vertebral envejecida, con jugadores veteranos como Ramos, Marcelo, Pepe, Parejo, Casillas o Higuaín, incapaces de competir con los jóvenes del Bayern, y con Messi apenas activo en el campo. El entrenador, Munitis, al que se había presentado meses atrás como la solución perfecta al ser un fiel admirador del estilo de Michel, se vio desbordado, como se evidenciaba en la nula comunicación que mantenían los jugadores con él y su segundo, Thomas Gravesen, durante las pausas de hidratación.

Pedro Munitis.

Las portadas del día siguiente fueron parecidas a las de año anteriores, en las que el Real Madrid también había perdido en la Champions, muchas veces haciendo el ridículo. Contra la Roma, Liverpool o Juventus se había visto la incapacidad del equipo para competir. Y aunque la prensa lo había señalado repetidas veces, el presidente Boluda se había mantenido en el cargo. Se criticaba constantemente la pésima gestión de los mandatarios blancos, aunque también se ponía el foco en Messi como principal culpable. “Desaparecido”; “Se busca a Messi”; “Dónde te fuiste, pibe?” eran muchas de las portadas de años anteriores.

Las críticas al argentino, recurrentes desde varios medios de información, se aminoraban cuando llegaba a Argentina, donde su desempeño sí era destacable. En un entorno protegido, su rendimiento era óptimo y, fruto de ello, su selección había logrado un Mundial y dos Copas de América. Pero en el Real Madrid se criticaba que durante los últimos años no apareciese en los partidos importantes, y que había sido incapaz de liderar al equipo más allá de un primer periodo de éxito con el triplete, las dos Champions y varias ligas ganadas al principio de su carrera.

En el Real Madrid se criticaba que Messi no hubiese aparecido los últimos años en los partidos importantes

También se reprochaba su altísimo salario, difícilmente justificable si no llegaba para ganar la máxima competición, y la dependencia del club de un jugador que, junto a otros compañeros de su círculo, dominaba el club a su antojo poniendo entrenadores y dirigiendo la política deportiva. Era cierto que había ganado tres Balones de Oro, aunque su rendimiento en las grandes citas de la Champions League no podía ni compararse al de Cristiano Ronaldo, el que para la gran mayoría era el mejor jugador de la historia. Un modelo de comportamiento profesional y un jugador con un gen competitivo sin igual. Acumulaba siete Balones de Oro y destrozaba todos los récords posibles en un club perfectamente diseñado tanto deportivamente como económicamente.

Mientras que Rosell había logrado que el portugués y el resto de estrellas cediesen la mitad de sus derechos de imagen, Vicente Boluda no había hecho lo propio, y el club no aprovechaba el tirón de sus estrellas.

Raúl González.

A pesar de varios años de fracasos deportivos, en el Real Madrid se seguía esperando que el rendimiento de Messi fuese idéntico al de la selección. La añoranza del mejor Messi, la falta de canteranos de nivel y los malos fichajes habían hecho que todo se fiase al rendimiento del argentino.

Tras la histórica debacle en Champions League, la decisión de Vicente Boluda fue primero el despido de Munitis y después la contratación de Raúl González Blanco como nuevo técnico. Su misión, reformar a un equipo envejecido con la duda de la continuidad de varios jugadores claves, que por sus altísimas fichas ahogaban al club. Con una deuda neta de más de 600 millones, un estadio envejecido y su principal estrella, Leo Messi, cobrando más de 100 millones de euros, el futuro deportivo y económico del club blanco estaba en duda.

Para el club blanco ya era imposible seguir el modelo del Barcelona, un club económicamente saneado

Las presiones de la prensa para que Boluda dimitiese, pero también para vender a Messi se hicieron constantes. Ambos se debían marchar. Y así fue como en ese contexto, Messi apeló a una cláusula de su contrato para rescindirlo y marcharse gratis al Manchester City con Michel. Esa decisión, pedida primera por la prensa, se utilizó después contra Boluda para arremeter contra el club, criticando su gestión nefasta, permitiendo que los jugadores tuviesen fichas insostenibles. Ya se había advertido en los años anteriores que la política blanca era un desastre y que la única salida que tenía el club era convertirse en S.A.

“El adiós de Messi es el paradigma volátil de lo futbolístico del Real Madrid en un contexto disfuncional deportivo y económico”, escribía Jorge Valdano en un artículo. “Mientras Cristiano Ronaldo ha liderado al F.C.Barcelona en un ciclo de éxito, soportando la presión sobre sus hombros...”.

Espai Barça.

Para el club blanco ya era imposible seguir el modelo del Barcelona, un club económicamente saneado, con la reforma del estadio y su entorno, el Espai Barsa, avanzada y financiado a un interés muy bajo y ya en marcha, y con un proyecto de futuro con jóvenes talentos, pilotado por Xavi, convertido a esas alturas en una leyenda de la institución.

“Nuestro modelo de juego es parecido al del Liverpool de Mou, velocidad y agresividad, buscando transiciones rápidas”, había dicho Xavi en su retorno al club - tras un periodo de un año sabático que coincidió con la marcha de Cristiano Ronaldo del club azulgrana -, en referencia a José Mourinho, uno de los artífices del Barsa actual.

“Me encanta Messi”, había dicho Raúl, respondiendo a una pregunta sobre el astro argentino. “Queremos que sea una pieza clave”

Mientras, en la presentación del Real Madrid, preguntado Raúl González Blanco sobre sus gustos futbolísticos, él respondía que su estilo era más parecido al ADN de los equipos de Michel. Incidiendo en las bondades de un modelo que había sido muy exitoso para el club y que apostaba por el control del balón y por el toque.

“Me encanta Messi”, había dicho Raúl, respondiendo a una pregunta sobre el astro argentino. “Queremos que sea una pieza clave”, se reafirmó. “No quiero a nadie que no quiera estar en el Real Madrid”, añadió también, para comprobar después como Messi anunciaba finalmente que se quedaba, con cierto disgusto.

La entrevista de Messi donde se anunció que se quedaba fue el colofón en el club blanco. Me imaginé a los aficionados culés con cubos de palomitas, disfrutando como el Real Madrid implosionaba como club. Y dejé de leer más, incrédulo.

Florentino Pérez.

Mientras mis ojos, ya cansados, buscaban de nuevo el agua, la cabeza me daba vueltas. Pensaba que había accedido al mundo paralelo, donde todo era posible. Cabía hasta la posibilidad de que Jota Jordi y Carme Barceló formasen parte de la central lechera y llorasen la marcha de Messi mientras Roncero se reía de la debacle blanca, vestido de azulgrana.

No quería vivir en un mundo así. Cerré los ojos con fuerza y contuve la respiración hasta quedar desmayado.

Cuando me desperté encendí de nuevo el ordenador. Busqué rápidamente en Google dos palabras y comprobé el resultado: “Florentino Pérez Rodríguez (Madrid, 8 de marzo de 1947) es un empresario, ingeniero y expolítico español. Es el presidente del grupo ACS y del Real Madrid Club de Fútbol...Accedió a su segundo mandato en 2009.... En enero de 2016, Florentino ficha a Zidane como entrenador del primer equipo, tras una trayectoria de leyenda como jugador”. No necesitaba leer más: había vuelto a casa.

 

Fotografías Getty Images.

 

El argentino permanecerá en el club blanco tras su pulso con la directiva

“Lionel Messi se queda en el Real Madrid”, el titular me impactó por original, pero supuse que sería la típica distopía de la Galerna de alguno de sus magníficos colaboradores. Leí la noticia con humor, cuando de pronto empecé a recibir varios mensajes de amigos madridistas hablándome del alivio que suponía que Messi se quedase finalmente en el Real Madrid. Pensé que todo era una gran broma orquestada por algún conocido, hasta que empecé a leer las cabeceras de los grandes medios de comunicación del país con la misma noticia: “Vicente Boluda logra impedir la marcha de Lionel Messi”.

Vicente Boluda.

Mi cabeza empezó a dar vueltas y pensé que todo era por la resaca de las cervezas y el gin tonic del día anterior, celebrando una nueva liga del Real Madrid de Zidane. Decidí beber varios vasos de agua y acudí a la Wikipedia para comprobar lo absurdo que era lo que había creído leer:

“Lionel Andrés Messi Cuccittini (Rosario, Santa Fe; 24 de junio de 1987), conocido como Leo Messi, es un futbolista argentino que juega como delantero o centrocampista. Se desempeña en el Real Madrid de la Primera División de España y en la selección de Argentina, equipos de los que es capitán”.

Un ojeador del Real Madrid decidió cerrar su contrato con el padre de Leo, Jorge Messi. Fue en una servilleta y en la misma Barcelona

Aquel primer texto me dejó helado. No entendía nada y me dispuse a comprender qué estaba sucediendo y cómo habíamos llegado - el Real Madrid y yo - a esa situación. Porque si ese presente era distinto también lo era el pasado. Y, efectivamente, la historia resultó ser bien diferente.

Lionel Messi llegó a Madrid a los 13 años, y el Real Madrid accedió a pagar el tratamiento de la enfermedad hormonal que le habían diagnosticado de niño. Ese tratamiento sería después muy criticado por parte de la prensa, hablando de la mercantilización que el club blanco había hecho de un niño, utilizando un problema de salud infantil y sacándole de su país natal. Se habló también de cómo el Real Madrid se había adelantado al Barcelona, que después de una semana con Messi entrenando todavía no había concretado su fichaje, cuando un ojeador del club blanco decidió cerrar su contrato con el padre de Leo, Jorge Messi. Fue en una servilleta y en la misma Barcelona.

Lionel Messi.

Después de una rápida progresión en las categorías inferiores, Messi hizo su debut oficial con el primer equipo a los 17 años, en octubre de 2004. Debutó en un Real Madrid post-galáctico, decadente, que vería como aparecía un Barcelona dominante, con una gran generación de canteranos, y sobre todo con jugadores como Eto’o y Ronaldinho.

No fue hasta la temporada 2006/2007 con la llegada de Calderón como presidente, primero con Capello y luego con Schuster como entrenadores, cuando Leo Messi empezó a despuntar como futuro crack mundial. Tras un par de años y varias lesiones, Messi se asentó como titular marcando 14 goles. El Madrid ganaba ligas mientras el ciclo del Barsa de Frank Rijkaard se acababa y el mandato de Laporta se tambaleaba entre mociones de censura y polémicas decisiones.

La incorporación de Guardiola como técnico fue un desastre y, después de siete jornadas con apenas cinco puntos de un total de veintiuno, fue despedido

Una de ellas, la incorporación de Guardiola como técnico, fue un desastre, y después de siete jornadas con apenas cinco puntos de un total de veintiuno, fue despedido. La derrota inicial contra el Numancia y el posterior empate a uno en el Camp Nou contra el Betis, puso rápidamente de manifiesto la incapacidad del técnico de Sampedor. Se dijo que no tenía experiencia en clubes de élite, y se criticó su juego de posesión poco fluido y sin gol. Su apuesta por jugadores canteranos poco relevantes, como Busquets, que acabaría en el Valencia, o Pedro, que jugaría gran parte de su carrera en Las Palmas y Villareal, tampoco se entendió.

Mientras, el Real Madrid, en esa temporada 2008/2009 había decidido cambiar el rumbo y tras pocos éxitos en Europa, apostaba por un entrenador de la casa, Miguel González, alias Michel. Tras una temporada en el Castilla y parte como director de la Cantera, se pensó que podría ser el indicado para lograr llevar al club a otro nivel. Conocía la cantera, el club y tenía ascendencia sobre los jugadores por su pasado blanco.

Míchel.

Tras un inicio en liga titubeante con un empate y una derrota en los dos primeros partidos, el equipo empezó a funcionar hasta lograr un triplete histórico. La combinación de Messi más otros jóvenes como Robinho, Ramos y Marcelo y la veteranía de jugadores como Casillas, Guti, Raúl o Van Nistelrooy, más la apuesta de Michel por canteranos como Parejo y Javi García en el mediocentro fueron relevantes para una temporada de éxitos.

Se logró lo que se denominó como el sextete, repetido orgullosamente por Calderón en múltiples comparecencias, aunque no era en la misma temporada como señalaban críticamente muchos periodistas. Michel se convirtió en una suerte de gurú, gracias a apuestas como José Callejón, que como revulsivo marcó en varios partidos claves y fue decisivo durante varios años, hasta su traspaso al Chelsea, o a la apuesta por Parejo y Javi García.

En cualquier momento podría aparecer un nuevo Messi, y así lo parecieron al principio de sus carreras jugadores como Jesé o Sarabia

Durante estas temporadas de éxito hicieron su debut en el primer equipo muchos jóvenes de la casa como Miguel Palanca, Fran Rico, Marcos Alonso, Nacho Fernández o Alberto Bueno en una apuesta por la cantera que se alabó y se vendió como un éxito sin precedentes. Parecía que en cualquier momento podría aparecer un nuevo Messi, y así lo parecieron al principio de sus carreras jugadores como Jesé o Sarabia. El modelo funcionaba y el Real Madrid disfrutaba del éxito.

Con un Barcelona sin rumbo, que había contratado a última hora a Juande Ramos, el equipo blanco venció en el Camp Nou por 1-6 con una alineación que mezclaba juventud y veteranía: Casillas, Ramos, Pepe, Cannavaro, Marcelo, Gago, Parejo, Javi García, Messi, Val Nistelrooy y Robben. Ese mismo año, en la final de la Copa de Europa, el Real Madrid de Michel se impondría al Manchester United de Cristiano Ronaldo por 3-0.

Ramos, Cannavaro, Parejo y Raúl.

El sextete del Real Madrid, el éxito de juego y la apuesta por la cantera fue un espaldarazo para Calderón y Michel, que vieron como parte del modelo blanco se exportaba a la selección, con jugadores claves en su columna vertebral como Casillas, Ramos, Parejo, Callejón y Javi García. Los fichajes posteriores de David Villa y Arbeloa aumentaron esa presencia en la selección.

El éxito absoluto del club supuso un segundo mandato para Ramón Calderón, que arrasó en votos al candidato Florentino Pérez, quién pretendía volver al Real Madrid tras un primer periplo de luces y sombras. Un modelo basado en fichajes galácticos, marketing y grandes inversiones que no cuadraba con la estructura actual.

El Barcelona apostó por Cristiano Ronaldo como fichaje estrella y por Pellegrini como entrenador

Mientras, en Can Barsa, la moción de censura a Laporta y la crisis institucional y deportiva traería al club a un presidente nuevo, Rosell, con ideas reformistas, y con el firme propósito de volver a ser competitivo. Y para ello, apostó por Cristiano Ronaldo como fichaje estrella y por Pellegrini como entrenador.

El cambio no trajo títulos inmediatos. Tras un año en blanco, en la temporada siguiente Rosell decidió dar otro vuelco fichando al exitoso entrenador José Mourinho, que conocía al F.C. Barcelona de su etapa con Robson y que acababa de ganar además al Real Madrid en la semifinal de Champions, levantando finalmente el trofeo y logrando un triplete histórico con el Inter de Milán.

Busquets y Mourinho.

Tanto el fichaje de Mourinho como el de Cristiano Ronaldo por el F.C. Barcelona fue celebrado ampliamente por la prensa. Ambos eran competidores natos. En el caso del delantero, se alabó su profesionalidad, su carisma y la apuesta por ser el mejor cambiando de club. Frente a la falsa de humildad de Michel y del club blanco, con un mensaje a veces hipócrita alabando la cantera sobre la cartera, muchos periodistas, hartos de la prepotencia blanca, alabaron la apuesta de Rosell. Mourinho era un entrenador hecho a sí mismo, salido de la nada, alguien a quien nadie había regalado nada. Una persona realmente humilde y trabajadora, con personalidad para criticar abiertamente lo que no le gustaba. Y también lo era Cristiano Ronaldo, un chico salido de su Madeira natal para triunfar en el Sporting de Lisboa primero, luego en el Manchester y ahora apostar por el Barcelona en pleno dominio blanco. Un jugador que había crecido a base de esfuerzo y trabajo y que, siendo Balón de Oro en el Manchester United había decidido dar un paso más y reflotar a un Barcelona decadente.

El Barcelona empezó a imponerse al juego cada vez más lento y tedioso del Real Madrid, que empezaba a ser previsible, y que dependía en exceso de Leo Messi

Además, el club blaugrana hizo un par de fichajes estratégicos, contratando a los jóvenes Ozil y Di María. El fútbol de José Mourinho fue alabado desde el primer día, a pesar de no ganar la liga ese primer año. De hecho, ese primer año recibió una gran goleada en el Bernabéu. Un 5-0 que sería el culmen del proyecto de Michel. El Barcelona quedó segundo, pero marcó más goles, 102, y empezó a mostrar un juego vertiginoso, que empezó a contraponerse con el juego cada vez más lento y tedioso del Real Madrid, que empezaba a ser previsible, y que dependía en exceso de Leo Messi. Además, levantó la Copa del Rey, arrebatándosela al Real Madrid y evitando otro triplete. Con un gol de Cristiano Ronaldo se proclamaría campeón y empezaría a cambiar el ciclo.

Pero lo que nadie se esperaba era la debacle blanca al año siguiente, segundo en liga, eliminado de la Champions por el Chelsea en semifinales y con Michel renunciando a su puesto, con la consiguiente crisis de juego e institucional. A partir de ahí, el Barcelona de José Mourinho enlazó un ciclo ganador, con un juego admirado en toda Europa por su rapidez y solidez.

Cristiano Ronaldo.

Después de tres años previos de dominio del Real Madrid, con Messi levantando tres Balones de Oro, Cristiano Ronaldo se convirtió en el mejor jugador del mundo, mientras Messi empezaba a palidecer en el equipo blanco. Tras varias buenas temporadas, las lesiones, motivadas muchas por la falta de protección arbitral y las críticas de los aficionados, hicieron que su rendimiento bajase. Calderón le había firmado en pleno apogeo un contrato vitalicio junto a otros jugadores como Casillas o Ramos.Consideraba a Messi imprescindible y en torno a su figura había construido al Real Madrid.

Cristiano Ronaldo se convirtió en el mejor jugador del mundo, mientras Messi empezaba a palidecer en el Real Madrid

Con ese panorama, Calderón decidió dar un golpe de timón y fichó al brasileño Neymar. El fichaje lo tenía apalabrado Rosell, conocedor del mercado brasileño, pero finalmente renunció al entender que los costes de fichajes excedían con mucho lo que podía pagar el F.C. Barcelona. Ramón Calderón, sin embargo, vendió el fichaje como un éxito, hablando de un coste de 17 millones y considerando un acierto el fichaje. Neymar había ido al Real Madrid, renunciando al dinero, porque siempre había sido su sueño. Para la prensa era imposible ese precio, como había denunciado el propio Rosell, y ese fichaje escondía cifras, investigando lo que luego sería un escándalo mayúsculo.

Ramón Calderón y Joan Laporta.

La calidad del carioca era indiscutible, aunque se dudaba de su compromiso con el club. Demasiado problemático, con llamativas crestas y cortes de pelo, individualista y polémico, se contraponía su figura a la modélica de Cristiano Ronaldo. La prensa tardó poco en calar al brasileño, y también jugadores y aficionados. En su tercer partido fue expulsado. Tras recibir una dura patada, empujó al adversario ocasionando una tangana que acabó con varias expulsiones. Sancionado con tres partidos, su presencia provocaba una gran polémica en cada campo. Los aficionados rivales le silbaban y los jugadores le provocaban constantemente. Su juego era poco efectivo, muy pinturero y no mezclaba bien con un Leo Messi que necesitaba otro tipo de socio. Para la prensa, Neymar era un provocador y consideraba que el Real Madrid no debía tener jugadores de ese estilo.

El escándalo del fichaje de Neymar supuso un antes y un después para el Real Madrid y para el jugador

El 23 de enero de 2014 Ramón Calderón dimitió tras la admisión a trámite de la querella por el denominado 'caso Neymar', para descubrir cuanto costó en realidad el traspaso de Neymar. El escándalo del fichaje del brasileño supuso un antes y un después en el acoso mediático al club y al jugador. Neymar fue tachado en múltiples medios de mercenario y de estafador. Su rendimiento, aunque era irregular, cayó aún más, y el club acabó vendiéndolo a Inglaterra tres años después.

Para el club blanco, el escándalo diario de un fichaje denunciado ante los tribunales supuso una gigantesca caída de prestigio y de imagen. Supuso la ascensión de Vicente Boluda como presidente interino tras la dimisión en bloque del resto de la junta directiva. Acabaría ganando las elecciones a Florentino Pérez, que se presentó de nuevo, en un último intento de hacer un Real Madrid del Siglo XXI, como rezaba su proyecto.

Continuará...

2º parte: El Barça del 4 de 5

 

Fotografías Getty Images.

 

 

Las decisiones del argentino engrandecen la resolución del portugués

Como a propósito para dejarme en ridículo y negar mi último artículo en esta tribuna, Messi anunció el pasado fin de semana que no se iba del Barcelona. Lo hizo días después de afirmar rotundamente todo lo contrario en un burofax. Scriptum, scriptum est, me dijo una vez un franciscano que me dio matemáticas en el colegio. Lo escrito, escrito está, hasta que deja de estarlo, supongo.

A esta ley de nuestro tiempo están sujetos incluso los asertos contenidos en un documento jurídico, como el casus belli legal que declaró en vano Messi al Barcelona a través de sus abogados. Ya no te puedes fiar ni de lo que dice la gente que va a hacer: Zidane aseguró el verano pasado que a Bale le quedaba un rato en el Madrid y aún sigue aquí haciendo el don Tancredo. Como las vidas de Messi y Cristiano transcurren paralelas al modo de Plutarco, me resulta imposible no comparar también la no-salida del 10 del Barcelona con la marcha de Ronaldo a Italia, último acto de un duelo entre los dos lleno de episodios memorables, de símbolos, que, al final, también va a ganar el portugués.

Florentino ficha a Cristiano

Messi se queda en Barcelona y Roma tendrá a su Aníbal en guerra un año más, por lo menos. Es curiosa la analogía con los grandes adversarios de la Segunda Guerra Púnica pues Escipión, que en este caso sería Cristiano Ronaldo, también salió tarifando de Roma. Que no paga traidores, ni héroes, pues nadie está por encima de la institución, como es bien sabido desde Di Stéfano. Por encima del Barcelona parece que sí, pues Messi lleva un lustro pasándole la factura de la década anterior, la más gloriosa de la historia de ese club, de la cual él fue el principal artífice.

Nadie está por encima del Real Madrid. Por encima del Barcelona parece que sí

La no-salida de Messi del Barcelona es un anticlímax que guarda dentro de sí el significado profundo de la carrera del argentino. Sobre todo, ilustra la diferencia notable, notabilísima, con respecto a Cristiano y su mentalidad agonista, de agón, que en griego significaba lucha: es difícil imaginar a Ronaldo, un monomaníaco obsesionado con batirse a sí mismo en carrera desquiciada por ser el mejor de todos, quedar atrapado por la burbuja que aisló a Messi de la realidad exterior durante quince años, y de ser incapaz de traspasar la barrera y tomar el control de su propia vida.

Es un lugar común en la opinión pública que “el Madrid no sabe despedir a sus figuras”, como si el Barcelona sí o como si esto no ocurriese igual, más o menos, en todas partes. Lo que sí es cierto es lo asombrosamente similar que me ha parecido siempre la salida de Cristiano del Madrid y la de Di Stéfano. Que los dos mejores futbolistas de la historia del Madrid hayan terminado sus carreras en el club chocando con los dos mejores presidentes no deja de encerrar un extraño simbolismo: el Madrid es un club forjado con la sangre y los huesos de patriarcas pero como los saloons de las películas del Oeste, no deja sitio nada más que para uno en cada momento. Sin embargo, otras figuras capitales para la identidad del Barcelona, como Cruyff o Guardiola, por ejemplo, tuvieron el mismo adiós abrupto, siendo la tradición de esa institución tan distinta de la madridista y tan apegada a los vaivenes e interioridades del catalanismo como movimiento político. Por no mencionar a Maradona o a Ronaldo Nazario, despedidos con mucha menos gracia que, sin ir más lejos, Raúl, al que el Madrid pagó el sueldo en el Schalke: una cortesía desusada, qué duda cabe, desde luego en modo alguno recíproca en este caso.

El entorno hiper-protegido en el que Messi ha desarrollado su carrera en Barcelona ha acabado condenándolo a un año en el infierno

Es gracioso pensar que el entorno hiper-protegido en el que Messi ha desarrollado su carrera en Barcelona, sobre todo a partir de 2009, ha acabado condenándolo a un año en el infierno, pues eso y no otra cosa parece esta prórroga de su contrato que se ve obligado a cumplir “por no llevar a juicio al club de su vida”. Chico de laboratorio, su evolución contrasta con la trayectoria de Cristiano, que llegó a Lisboa de chaval para formarse en la academia del Sporting sin su familia, sin un duro y con un acentazo madeirense muy cerrado que provocaba las burlas de sus compañeros. La carrera de Messi parecía un guión de Disney y el primero que lo vio fue Guardiola, quien se esforzó al máximo por sacarle todo el partido no ya futbolístico, sino estético e ideológico. La de Cristiano, en cambio, ha seguido siempre el arco narrativo de una tragedia clásica.

Con pocos meses más de los que tenía Messi cuando Rijkaard lo hizo debutar con el Barcelona, Cristiano Ronaldo fichaba por el Manchester United heredando el 7 de Beckham. Desde el primer día su adaptación a la “cultura Premier” fue dura. Foco de las chanzas y de las burlas de media Inglaterra, Ronaldo maduró bajo el ala de Ferguson, que era una especie de Abraham bíblico, padre cruel pero justo. Se convirtió en el mejor jugador del mundo, ganó la Copa de Europa y el Balón de Oro. En mitad del camino de su vida, icono mundial, Apolo deseado por el mundo, odiado a partes iguales, se encontró con que en España salió Messi y le quitó la corona de la cabeza en la final de Roma. En lugar de acomodarse a un destino cierto y cómodo como dios del fútbol en Inglaterra, acumulando Premiers en el club más rico del mundo, Ronaldo eligió tirarse sin paracaídas sobre el ojo del huracán. Vino a disputarle a Messi la condición de número uno levantando la bandera de una institución noqueada, en el verano del triplete, un desafío personal a la altura de la confianza en sí mismo que mostró desde sus comienzos.

Ronaldo era el bad boy de los bad boys, pues la llegada de Mourinho vino a acentuar esa dicotomía entre el ángel barcelonista y el Lucifer

Y esa autoconfianza, esa seguridad en sus capacidades, en su talento, fue siempre su único fiador. Muy pronto se estableció una comparación entre ambos que trascendía lo puramente deportivo. Messi estaba en la cresta de una ola, digamos, cultural: era el chico bueno, el novio de España por así decirlo. Ronaldo era el bad boy de los bad boys, pues la llegada de Mourinho vino a acentuar esa dicotomía entre el ángel barcelonista, el chico que superó el enanismo para encarnar la Gracia laica del siglo XXI y liberar el paraíso de la democracia y la libertad catalán de la lúgubre cárcel de los pueblos conocida como España. Ronaldo era el Lucifer al que las fuerzas oscuras habían puesto como cancerbero de esas ansias de expansión del Bien y de la Bondad que llevaba Messi puestas como una capa. Era el cuento de hadas perfecto.

Toda esa fama de niñato y mal compañero ha perseguido siempre a Cristiano porque España es el paraíso de la falsa humildad. Ahora que el velo se ha rasgado con el burofax de Cuatrecasas, la prensa catalana, un verdadero cerrojo de la verdad (el órgano propagandista mejor lubricado de Occidente) empieza a sacarle algunas miserias al Messi capitán. Se oyen rumores sobre su despotismo, su tendencia a los clanes, a vetar compañeros, su caprichosa inclinación a someter a las juntas directivas del Barcelona a renovaciones tan abusivas que recuerdan al rescate que pidió Pizarro por el Inca Atahualpa: el amor de Messi por los colores puede tasarse aproximadamente en cien millones brutos anuales.

Ronaldo igualó la desventaja de cinco Balones de oro y guió a su equipo hasta el hito de las Copas de Europa.

Resulta curioso confrontar estos momentos álgidos del tramo final de las carreras de ambos. En el “prime” de los dos Ronaldo igualó una desventaja de cinco Balones de Oro frente a uno, en lo individual, guiando a su equipo en la consecución de un hito histórico en la Copa de Europa. Enfrentado a la desintegración de esa burbuja paradisíaca en Barcelona, Messi reaccionó como un adolescente enfadado, huyendo en la hora más oscura de su equipo, tras una paliza histórica que además retrató su impotencia actual en el gran escenario de la aristocracia del fútbol, la Copa de Europa (una impotencia que se alarga ya por más de cinco años). Peleado con Florentino por sus problemas fiscales, Cristiano lanzó un órdago y lo llevó hasta el final, aunque con ello rompiera drásticamente con sus planes de finalizar su carrera paladeando en Madrid las mieles del éxito y probablemente erigiéndose en el mejor futbolista de la historia del mejor club de la historia.

Me dijiste que me iba si te traía cien millones, aquí los tienes, adiós. El portazo de Cristiano le dejó ante su última oportunidad de batirse a sí mismo, con 34 años, en una liga nueva, en una cultura futbolística nueva, el reto más arriesgado de su carrera. Dos temporadas después, quizá el riesgo fuera excesivo teniendo en cuenta el éxito de la Juventus en la Copa de Europa, pero como Aquiles cuando marchó a Troya, Ronaldo sabía exactamente a qué se enfrentaba. Los devaneos de este Messi crepuscular que ya se ha ido, como dice Valdano, del Barcelona, aunque se quede otra temporada más (como Bale el verano pasado: en cuerpo siguen aquí, en alma…), sus decisiones contradictorias, volátiles (como lo de abandonar la selección argentina para luego desdecirse por la presión popular) engrandecen todavía más la resolución de Ronaldo, un hombre ante todo libre que sólo se ha debido siempre a su espada, como los caballeros de fortuna medievales.

 

Fotografías Getty Images.

 

El mutismo del astro argentino puede suponer un duro golpe para su reputación

Corren estos días océanos de tinta en los medios de comunicación y redes sociales sobre la crisis del Barça, especialmente desde el burofax de Messi (25 de agosto) anunciando su deseo de salir del club… lo que ha venido a agudizar la profunda crisis deportiva, económica y social que vive el FC Barcelona. En muchísimos casos, se trata de informaciones de parte (interesadamente sesgadas, por tanto), de opiniones puramente emocionales y fanáticas (que no suelen pasar por el tamiz siempre aconsejable de la razón) o de mensajes que responden a la ‘estrategia del calamar’, que persiguen distraernos de las cuestiones mollares para que no pongamos el dedo en la llaga de las heridas abiertas ni lleguemos a fondo del problema… Y en medio de todo ese inmenso ‘ruido’ mediático y social, a mi modo de ver completamente desaforado, me sorprende mucho el silencio del jugador, que es el auténtico protagonista de toda esta historia.

Messi se lamenta.

El presidente de la entidad, Josep María Bartomeu, está jugando sus bazas para que el futbolista se quede esta temporada (al menos esta temporada), aplacar la ira de su afición y, además, demostrar que el club está por encima del jugador (es lo que no tiene muy asumido el subconsciente colectivo culé). Y como mal menor, si la salida de Messi se demuestra inevitable, que al menos suponga buenos ingresos con los que paliar la severa crisis económica de la institución. Y, sobre todo, porque eso le permitiría demostrar que es él quien está al mando de la nave blaugrana y que toda la culpa de la crisis la tiene el jugador. Múltiple objetivo, a mi modo de ver lógico, pero con exiguas trazas de éxito…

Ni Leo, ni Bartomeu, ni los jugadores, ni directivos… ¿Por qué no hablan?

Por su parte, el futbolista y su entorno (familiares y abogados) consideran que la razón legal les asiste y que el jugador -una vez concluida la temporada- sería agente libre y podría fichar por cualquier club si no ha mediado su rúbrica en una prórroga de dicho acuerdo. El club se aferra a una fecha concreta del contrato (20 de junio) que los letrados de Messi consideran no determinante en este caso, por parecer ya caduca y sin vigencia, concluida la temporada.

A partir de esas circunstancias y de las estrategias de las partes asistimos cada día, como digo, a un diluvio de palabras, escritas y habladas, que no hacen más que alimentar una ceremonia de confusión que va creciendo como la bola de nieve al descender por la ladera de la montaña. Todos son rumores, interpretaciones interesadas o silencios cómplices que contribuyen a hacerla más y más grande… Uno de los pocos hechos ciertos, desde aquel burofax, es que los auténticos protagonistas de esta situación no hablan, no comunican, nos hurtan sus auténticas verdades. Ni Leo, ni Bartomeu, ni los jugadores, ni directivos… ¿Por qué no hablan? No creo que exista un pacto de silencio (lo veo difícil), pero la crisis abierta es tan profunda que todos han debido entender que es mejor estar calladitos.

Bartomeu en rueda de prensa

La estrategia del silencio la puedo entender desde ese viejo principio de la comunicación según el cual “cuando no se tiene algo que decir, o no se sabe qué decir, lo mejor es no decir nada”. Pero sinceramente, llegados a este punto, no creo que resulte la estrategia más adecuada; en primer lugar, porque el silencio ya se está prolongando demasiado y resulta sospechoso. Esta es una crisis muy emocional -entre los aficionados, su ídolo y el club- que puede venirse abajo y causar mucho daño colateral si la solución no es rápida. El miércoles llegó a España el padre del jugador, Jorge Messi, y se reunió con el presidente, pero todo sigue donde estaba (con especulaciones crecientes sobre la posibilidad de que el jugador pueda recular en su actitud y quedarse, al menos, hasta enero). Puede que a Messi no le importe este nuevo impasse, o que al Barcelona tampoco mucho, pero pronostico que todas las partes -digo todas- van a recibir un muy severo varapalo reputacional tras este serio y negligente desencuentro.

Messi tiene dos salidas: pactar e irse cuanto antes, rompiendo de mala manera con el barcelonismo, o retirarse del fútbol…

Pase lo que pase, no me encaja que Messi pueda volver a jugar en el Camp Nou sometido al veredicto de un público que le ha venerado durante todos estos años por ser cimiento del orgullo colectivo culé que hoy se desmorona. ¿Nos imaginamos a la grada abroncando a Messi por desagradecido, pesetero y mercenario? ¿O mirando al palco pidiendo la dimisión de su directiva y dando la razón al jugador? Malo, muy malo, en cualquier caso…

Dada la situación, creo que el club se enfrenta a una realidad cada día más tozuda: que Messi se vaya, porque la crisis se ha tornado en bomba de relojería. Messi tiene dos salidas: pactar e irse cuanto antes, rompiendo de mala manera con el barcelonismo, o retirarse del fútbol… sería esta una solución ‘airosa’ para él si en algo estima su reputación, pero no creo que renuncie a una última etapa profesional (muy millonaria) ni que su entorno -familiar y legal- estén jugando con esa variable. Es lo que tiene el materialismo actual del fútbol y la pérdida de sus esencias y valores.

Messi señala durante un partido

Por eso, traigo a colación en esta parte final del artículo uno de mis libros favoritos: El arte de callar, publicado en París en 1771, y cuyo autor es el religioso Joseph Antoine Dinouart, conocido como ‘El Abate Dinouard’. Este librito es un compendio de sabiduría que sigue vigente casi 250 años después. Sabiduría de la que deberían haber bebido los responsables de comunicación del club y del jugador. Les recordaría Dinouard su teoría: “El primer grado de la sabiduría es saber callar; el segundo es saber hablar poco y moderarse en el discurso; el tercero es saber hablar mucho, sin hablar mal y sin hablar demasiado”.

Existe en la masa social culé una sospecha cada día más generalizada de que se le está hurtando la verdad

Pero también les comentaría el abate que “Solo se debe dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio” (y este es el caso). Porque “Hay un tiempo para callar, igual que hay un tiempo para hablar”. Y esta es la auténtica clave comunicativa de una crisis: dominar el manejo de los tempos. En esta crisis, existe en la masa social culé una sospecha cada día más generalizada de que se le está hurtando la verdad, de que se está jugando con sus sentimientos y de que se la está utilizando... Y eso pasará factura a los responsables. ¡Que a nadie le quepa duda! Porque detrás de cada nombre y apellidos de un socio o aficionado hay una persona, un alma que siente y ama a su equipo, una historia de expectativas y logros… que no se pueden convertir por un turbio asunto como este en una vida rota, de sueños olvidados y esperanzas diluidas. El aficionado necesita saber la verdad y no se conformará con la ‘versión-componenda’ que acabarán pactando, a sus espaldas, el club y su ídolo.

Leo y Jorge Messi

Dicho lo cual, aconsejo a Messi comparecer en persona y no esconderse tras sus ‘acólitos’… Dar la cara para contar ‘su’ verdad, de la manera más sincera que pueda, antes de que se la cuenten otros por él y deba matizarla -o desmentirla- después. “Cuida tu buen nombre como si fuera el bien más preciado que posiblemente vayas a tener jamás, porque la reputación es como el fuego: una vez que lo has encendido se puede mantener fácilmente, pero, si se apaga, volver a encenderlo resulta sumamente difícil”. Esta enseñanza es del filósofo griego Sócrates, que vivió dos mil años antes que nuestro abate; viene de muy lejos y está asentada, aunque los expertos en comunicación a menudo la ignoran. Pero creo que está siendo un error de los protagonistas y, quizá, su gran ‘pecado’. Es un ‘aviso a navegantes’.

 

Fotografías Getty Images.

 

El adiós del argentino es la primera piedra del nuevo edificio culé

El Barcelona es un equipo que ha tenido dos entrenadores en la temporada y ha caído en las tres principales competiciones. No es necesario invocar la ayuda de Cuarto Milenio para explicar la debacle de la quinta esencia del único tipo de fútbol lícito, según el rebaño de expertos. Tampoco hacía falta poseer un sexto sentido para predecir la pérdida de la última de las siete vidas del gato barcelonés que más éxito ha tenido en su historia. De modo que, en el octavo mes del año, llamado agosto en honor del emperador Octavio, las invasiones germánicas han dado la puntilla al imperio romano de Messi.

El Bayern golea al Barcelona.

Es cierto que los madridistas solemos pecar de exigentes, no hemos terminado de brindar por una de las Champions ganadas y ya estamos poniendo pegas y pidiendo cambios necesarios para seguir ganando. Algo similar a la anécdota de Bilardo tras ganar Argentina el mundial 86: todos los jugadores estaban exultantes de alegría tras derrotar a la selección de los bárbaros pueblos germánicos y el narigón Bilardo no quiso ni hacerse una foto con la Copa del Mundo. Los futbolistas lo encontraron enfadado en el vestuario diciendo que cómo demonios era posible que hubiesen encajado dos goles de córner. Sin embargo, el seguidor culé suele tener tragaderas más amplias y mientras le han durado las pilas a una excelente generación de futbolistas en conjunción planetaria —como diría Leire Pajín— con una Federación Española y un estamento arbitral muy colaboradores, todo les parecía bien. Las Ligas y Copas del Rey iban cayendo con el viento a favor y una Copa de Europa en nueve años les parecía botín suficiente.

El FC Barcelona Campeón de Europa en 2015.

Pero, como cantaban los Módulos, todo tiene su fin y el aficionado culé sabe que ha dejado atrás una etapa, mira a Messi y siente que ya llega la hora, que dentro de un momento se alejará al fin. Y aun siendo doloroso prescindir del principal responsable de la mejor época del club, al seguidor exigente solo le queda la esperanza que como el viento al humo Leo se aparte ya de aquí.
Sin embargo, parece que el club no ha previsto el ocaso del ciclo y no se atisba un relevo generacional más allá de un par de jóvenes talentosos y múltiples fichajes fallidos, a pesar de presumir siempre de la Masía y del tan cacareado ADN Barça. Este hecho contrasta con la política silenciosa y constante como una hormiga que ejerce el Madrid desde hace muchos años. Sin presumir de nada, ha extraído de la fábrica excelentes jugadores tanto para el primer equipo como para media Europa y ha ido reclutando futbolistas jóvenes con potencial para empollarlos hasta que salgan del cascarón. Bien sea en el propio nido o cedidos en otras pajareras. De este modo, el socavón dejado por la marcha de Cristiano se está encofrando y cementando sin que el edificio se haya derrumbado.

Jugadores del FC Barcelona en La Masía.

El Barcelona sabe que necesita una remodelación completa, pero no se atreve a realizarla porque necesita demoler la viga maestra argentina que ha sustentado el club durante su edad más fructífera. Es comprensible este temor, pero no es aceptable. Un buen ejecutivo ha de tomar decisiones correctas en el momento oportuno y el Barça hace tiempo que se autoengaña y vive de las rentas. Ojalá siga así durante más tiempo, porque al Madrid le beneficia.

 

Fotografías Getty Images.

 

The Last Dance, el gran documental sobre Michael Jordan y los Chicago Bulls que narra en diez capítulos la influencia y el dominio abrumador que “Air Jordan” detentaba sobre sus compañeros, cuerpo técnico y la propia institución pone el foco sobre una forma de entender la relación entre la estrella de un equipo y su entorno. Una relación que puede llegar a ser casi tóxica en algún momento, que está permitida por los dirigentes de la entidad y que suele funcionar en cuanto a resultados deportivos mientras la estrella ejerce de estrella.

En los Bulls, un equipo sin pedigrí hasta la irrupción de Jordan, el sistema funcionó mientras el genio frotó su lámpara, pero se desmoronó como un castillo de naipes sin base alguna en cuanto Jordan se bajó del barco. Los Bulls son hoy por hoy un equipo más del montón en la NBA. Muy lejos de aquella gloriosa temporada 97/98 en la que pusieron el mundo del baloncesto a sus pies al ritmo que marcaba Michael Jordan.

Parecidas circunstancias se están dando en el FC Barcelona, donde Messi ejerce ya sin disimulo de capo mientras que la dirigencia de la entidad mira hacia otro lado. En el Barsa se dan las tres condiciones que hacen posible esta inversión de roles donde el futbolista de turno se cree más grande que el club al que defiende: hay dependencia deportiva de Messi; la directiva, débil y en modo supervivencia, se echa en brazos del jugador y, además, la afición se traga el relato bien armado de que el Barcelona sin Messi no es nada. Tres argumentos que dan el mando en plaza a un futbolista que lleva marcando sus condiciones desde hace tiempo sin rubor alguno.

Como si de un emperador de la antigua Roma se tratase, su pulgar para arriba o para abajo, refuerza proyectos, pone al borde del precipicio entrenadores; da o no el visto bueno a fichajes; deja contra las cuerdas a la directiva o pone el foco mediático con un simple giro de cara al segundo entrenador de su equipo, al que, no nos llevemos a engaño, tiene sentenciado. Su simple ademán manda un mensaje a directiva y aficionados. Messi aprueba o desaprueba. Así de sencillo.

Leo Messi no es el primer jugador de la historia en sentirse dueño y señor del club al que defiende o al menos más importante que la camiseta y el escudo que representa en este caso el FC Barcelona. No es el primero, pero sí es uno de los que más se les nota las costuras y que peor deja a una institución con la historia del Barcelona.

Sentirse por encima del escudo, ser más que el club al que defiendes y argumentar con acciones y gestos que tu verdadero equipo es “el club deportivo Yo mismo” es una tentación en la que han caído muchos jugadores a lo largo de la historia, incluso en el Real Madrid ha podido suceder, pero no ha sucedido, y eso dice mucho del valor de un club como institución que debe estar siempre por encima de sus jugadores, a los que se debe cuidar siempre bien y dar todo lo posible… hasta que quieren ser más importantes que la propia entidad. Ahí está la línea roja que no se debe traspasar.

Pocos jugadores han sido más determinantes en la última década que Cristiano Ronaldo en el Madrid y en el fútbol mundial. Cristiano salió del Club con destino a la Juventus. No conozco los entresijos que llevaron al crack portugués, máximo goleador de la historia del Real Madrid, fuera de Chamartín, pero no me cabe la menor duda de que hubo un momento en que la directiva de la institución decidió plantarse y anteponer el escudo al jugador. A corto plazo, parece un mal negocio, pero a la larga el Madrid saldrá reforzado. La ausencia de Cristiano Ronaldo ha dejado su huella deportiva pero el Madrid conserva intacto su ADN, que no es otro que el de competir siempre y luchar por todos los títulos, que volverán a llegar más pronto que tarde y ya sin Cristiano luciendo el 7 o quién sabe, pero siempre dentro de las líneas que marca la entidad para defender su historia y su filosofía.

También sucedió en el pasado con Alfredo Di Stéfano (¿alguien por encima de él en la historia de la entidad?) y Bernabéu, y el que es posiblemente el mejor jugador de todos los tiempos terminó su carrera en el RCD Espanyol y no en el Real Madrid. Y el Madrid siguió siendo grande.

Eso no sucede en el Barcelona, completamente a merced de lo que su jefe de filas desea. Lo dicho, pan para hoy y hambre para mañana. O ni siquiera eso, que cuando Messi desembarcó en el Barsa había una diferencia de seis Copas de Europa entre un equipo y otro y ahora, en el tramo final de su carrera, ya son siete. A veces, los planes no salen como uno quiere y encima, por el camino, te dejas jirones de prestigio como institución.

 

Fotografías Getty Images.

 

Alicia ya se estaba vistiendo mientras su marido, Jordi, terminaba de despertarse dándose una ducha. Escuchó a la peque —a la cual había dejado sentada en la tacita de váter de su cuarto— comenzando a gimotear. Y se dirigió hacia allí a ver qué pasaba.

—¡Mami! ¡Papel rasca culito! ¡Buuaaaaa...!

—¡Vaya por dios, cariño! Papel malo malote. Toma, límpiate con esta corbata de tu padre. Verás qué suave es...

Ya estaba harta de que Jordi hiciera negocios con el FC Barcelona. Su marido tenía una empresa de servicios informáticos. Y dichos servicios el Barcelona los pagaba siempre en especias, como era lo habitual en todo el mundo desde que el trueque se había implantado oficialmente hacía unos años. Pero tales especias no eran a menudo de la mejor calidad.

Jordi salió de la ducha y corrió a vestirse. Tenía una importante reunión con unos directivos del Barça y ya iba con el tiempo justo. Mientras se ponía los pantalones, Alicia entró en la habitación y dialogaron un poco acerca de aquella reunión

—Voy a venderles un software que analiza instantáneamente todos los trueques del mercado de futbolistas. Creo que conseguiré un buen precio por él.

—Pues procura que esta vez no te paguen en lotes de papel higiénico. ¡Es de pésima calidad!

—Ok; lo tendré en cuenta. Estimo que podré sacarles unas 500 butifarras, 30 kilos de calçots, 10 kilos de panellets, 10 entradas para ver el Clásico y 100 camisetas de Messi.

—Estupendo, cariño. Hablando de camisetas... Me llevo una de Lautaro para comprarme unas bragas y unas medias.

—Muy bien. Mejor llévate otra más y de paso compras un kilo de chuletas de cordero. Me apetecen para cenar... Oye, ¿has visto mi corbata con escudos del Barça? ¡No la encuentro!

—¿Tu corbata? Ejem... no... no la he visto...

Años atrás, una conocidísima pandemia había conseguido que el dinero en metálico dejase de existir. Todas las operaciones mercantiles comenzaron a realizarse a través de tarjetas de crédito o transacciones bancarias electrónicas. Pero eso no satisfizo del todo las necesidades del FC Barcelona.

El FC Barcelona era, probablemente, la institución más importante, eminente, trascendental e influyente a nivel mundial. Y por si eso fuera poco, contaba con la presencia de D10S en sus filas. Y como al FC Barcelona le interesaba la institucionalización de la figura del trueque, no pasó demasiado tiempo hasta que el mundo entero acató dicha figura como moneda de cambio a todos los niveles.

Al principio costó un poco a la población adaptarse a esa nueva normalidad. Pero poco a poco se fue acostumbrando y el trueque se convirtió en el pan nuestro de cada día en todas y cada una de las actividades cotidianas. Era algo tan natural como llevar mascarilla y uno veía trocar constantemente en todas partes. En El Corte Inglés, por ejemplo:

—Me gusta esta chaqueta de piel, señorita. ¿Qué puedo ofrecerle a cambio? Soy mecánico de automóviles.

—Verónica, acompaña a este caballero al garaje y que arregle la furgoneta de reparto averiada.

En la pescadería:

—Hola, Fernando. Dame un kilo de sardinas, medio de congrio abierto y cuatro salmonetes.

—No pensará en pagarme otra vez con calcetines de lana hechos a mano, señora Venancia...

—Esta vez te traigo una bufanda monísima.

—¡Pero si está empezando el verano, Venancia..!

En la peluquería:

—Hola, Begoña.

—Hola, Marta. ¿Lo quieres como siempre?

—Sí, más o menos. Lavado y corte garçon con flequillo y unas mechas rubias. Yo, mientras tanto, te voy haciendo la declaración de la renta...

En el gimnasio:

—Lo siento. No acepto que me pagues con cartones de tabaco. ¡Yo solo conozco gente muy sana! ¿A quién se los voy a canjear?

—¿Y de verdad tampoco quieres este grueso fajo de billetes de 50 €, ideal para coleccionistas nostálgicos...?

—¡Bah! Papelotes sin ningún valor.

En el estanco:

—Lo siento. Ni solo un paquetito ni nada. ¿Qué carajo voy a hacer yo con unos folletos de "Cómo dejar de fumar"?

En la tienda oficial del Real Madrid:

—Me llevo esta camiseta de Hazard, esta de Ramos y esta de Benzemá. A cambio, y con gran pesar, le hago entrega de esta otra de Stoichkov, firmada por él mismo y con reseña y dedicatoria especial de Pep Guardiola.

—Verónica, avisa a Seguridad. Que cierren todas las salidas. Llama a la policía. Me temo que aquí va a ocurrir algún incidente sonado...

En la panadería:

—A ver, Ramiro, dame dos barras de pan y te cuento un chiste que nunca olvidarán tus amigotes. Triunfarás con él, te lo aseguro.

—Primero el chiste, no vaya a ser que no valga ni medio bollo...

En la gasolinera:

—¿Cuantos litros de 98 octanos me pone por estas perdices?

—¿Están muertas?

—No. Es que les gusta dormir cabeza abajo... ¡Pues claro que están muertas!

—Oiga, oiga... Más respeto. A ver, le doy 15 litros y nada de regateos...

En la joyería:

—¿Cuántos sacos como éste por ese anillo de ahí?

—Por favor, quite esas patatas de encima del mostrador. Está ensuciando el cristal.

En la partida de póquer clandestina:

—Apuesto y pongo sobre la mesa mi reloj de oro.

—Veo con un reloj como el tuyo. Y subo con esta chupa de cuero Saint Laurent.

—Pues ahí van mi reloj, mi cazadora y subo la apuesta con este jamón de bellota.

—¡Quita de ahí ese jamón, hombre, que me manchas la chupa!

En el parquímetro:

"Por favor, introduzca sus productos por la ranura en función del tiempo estimado"

Precios orientativos:

Un kilo de cebollas o similares: 15 minutos

Un litro de leche extra o similares: 30 minutos

Una chuleta de ternera o similares: 1 hora

Un centollo o similares: 2 horas

En la piscina:

—¿Cuánto cuesta la entrada?

—¿Qué me puede ofrecer?

—Pues... ¡Ya lo ve! Únicamente el bañador. ¿Admiten nudistas aquí...?

En la ferretería:

—Quisiera un destornillador de estrella. Y tacos y tirafondos del seis. A cambio, le puedo ofrecer estas novelas del oeste que son una auténtica joya.

—Vamos a ver... Marcial Lafuente Estefanía... No están en demasiado buen estado... Hay muchas hojas con el borde superior doblado... Y hasta se intuye la saliva aplicada con el dedo para ayudarse a pasar página... Lo cual, es un gran inconveniente en tiempos de coronavirus, ¿sabe..?

—Añado unos guantes de goma y un bote de desinfectante.

—Trato hecho.

En el quiosco de prensa:

- Me llevo el As, el Sport y el Mundo Deportivo. ¿Qué quiere a cambio?

—Su perro es un caniche, ¿verdad? Parece muy simpático. Y bien educado. Siempre he querido tener uno así...

—Espere un momento... ¿Me está insinuando que quiere mi perro a cambio de unos diarios de periodismo deportivo...?

—No olvide que se trata del mejor periodismo del mundo... Además... Estoy seguro de que no ha caido en un detalle importante para una persona de evidente seny como usted... Su perro es blanco...

—¿Qué? Anda... Osti, tú... Pues... Tome, tome. Se llama "Scubi". Y no le de la cena muy tarde, que luego suelta flatulencias...

En el taxi:

—Tengo que ir al Camp Nou. Le ofrezco una camiseta de Dembelé y otra de Semedo.

—¿Está usted de broma? Salga de mi taxi.

—Espere, espere. Le daré también una de Piqué y un silbato de Aytekin.

—Eso ya es otra cosa. Vamos allá.

—Me llamo Jordi.

—Pues mucho gusto. Intuyo que es usted bastante culé, Jordi. Se dirige al Camp Nou y lleva una corbata a rayas rojas y azules.

—Tengo otra que es aún más culé. Pero no sé qué demonios ha pasado hoy con ella... ¿Usted también es culé?

—Yo soy del Español.

—¡...! Vaya...

—Pero no se preocupe. Le llevaré sin dar rodeos por toda la ciudad. Desde que se implantó el trueque hay que acordar los precios antes de los viajes. ¿Sabía que desde entonces se ha reducido el tiempo de los desplazamientos en taxi un setenta y ocho por ciento...?

Un rato después, Jordi estaba sentado en un despacho del Camp Nou con un par de directivos del Barça, demostrándoles las grandes ventajas de su software. Parecían encantados con él, pero en sus semblantes se advertía una cierta incomodidad y algo de tristeza.

—Su software es estupendo y nos interesa mucho. Pero... tendrá que esperar un par de años hasta que reunamos las especias suficientes para pagarle.

—¡Dos años! ¿Pero cómo es posible? ¡Con todos los recursos de que dispone el Barça...!

—Hay una poderosa razón para esa espera. Pero seguro que le alegrará mucho.

—¿Cuál?

—¡Messi ha renovado contrato!

 

 

—Creo que ha llegado el momento de dar un golpe en la mesa y fichar a Messi. Es ahora o nunca. Piénselo, Presi, en Madrid, el Bernabéu lleno, chamartinizando a Messi vestido de blanco, y en Barcelona las urgencias a rebosar y suicidios colectivos debajo del monumento a Colón.

—Bueno, bueno…

Estaba dudando, lo sentía, después de quince minutos de negativas, la voz de Florentino ya no sonaba tan tajante. Cruzó las palmas sobre su pecho y empezó a acariciar con su dedo corazón el anillo de oro de su mano izquierda como si fuese el Doctor No. Cerró los ojos y ladeó la cabeza lentamente hacia un costado, como si alguien invisible, con mucha delicadeza, le tirara sutilmente de la sien. Permaneció así, en esa extraña postura, unos segundos, pensativo, y, de repente, se levantó, como si le quemase el sillón, y se acercó al mueble bar.

—¿Quieres algo?

Ahí noté que bajó la guardia. Su mirada brilló el tiempo justo para descubrirme la pequeña brecha que buscaba. Volví a atacar.

—Que fiche a Messi, ya se lo he dicho. Un golpe así acaba con esos zarrapastrosos, los aniquila. Y usted lo sabe, Presi, lo sabe, no me mienta, se lo noto en la mirada.

—Me estás liando.

—Y más que le voy a liar. Sueñe un poco, joder, déjese llevar. ¿Qué ha sido de aquel presidente que les levantó a Figo y les dejó tiritando un lustro? Aquello sería una broma comparado con esto, en lugar de cochinillos nos tirarían bombonas de butano. Veamos, Messi puede irse del Barcelona sin pagar un duro. El fichaje nos saldría barato y ade…

—No te olvides de que exigirá una prima de fichaje.

—Sí, sí, lo sé, pero aun así sería un chollo. El año que viene, Messi, y en un par más, Mbappé. ¿Qué le parece?

Cerré los puños y esperé su contestación. Tenía que decirlo, tenía que decirlo, lo iba a decir…

—Vale, te prometo pensarlo.

Estuve a punto de gritar de alegría, pero me cohibí. Cualquiera que conociese un poco a Florentino Pérez (y yo me jactaba de ser uno de sus mejores amigos) sabía que un “prometo pensarlo” suyo era un “como estos” acompañado del sonido de un fajo de billetes resonando en una mesa de negociación.

—¿Quiere que haga yo las primeras gestiones, que tantee un poco el terreno?

—Hombre, pues no me vendría mal, pero con discreción, ya sabes, sin levantar polvareda. Y que conste que no te prometo nada.

—Necesitaré algún teléfono.

—Sí, claro, acompáñame al despacho, allí tengo la agenda.

Florentino, desde el fracaso de su Twitter (algo por lo que todavía me sentía culpable), usaba un sencillo Nokia, nada de smartphone.

La agenda era de piel, muy pequeña, como una libreta de apuntes. Me sentí como Carlton al ver a su primo Will sacar la "chorbagenda". Cuando Florentino la abrió y empezó a pasar las paginas vi de refilón varios nombres que despertaron en mí un sinfín de posibilidades. Intenté cerrar los ojos y descarté las malas ideas que pasaban por mi cabeza.

—Apunta: Jorge Messi... 555756777. Dile que le llamas de mi parte, te atenderá gustosamente. No es la primera vez que hablamos de estos temas. ¿Necesitas algún teléfono más?

—No, gracias, con este me apaño. Ahora sí, tomemos algo, prometo no fallarle. Le voy a poner a Messi a punto de caramelo. ¿Tiene Martini?

Quince minutos más tarde nos despedimos con un abrazo y mi promesa de llamarle en un par de días. No había caminado ni cincuenta metros, cuando me paré, me di la vuelta y corrí de nuevo hacia la casa de Florentino. Llamé al timbre.

—El móvil, Presi, qué cabeza, me lo he dejado en su despacho… No, no, no se preocupe, ya voy yo mismo a por él…

No me pregunten qué me llevo a soltar aquella mentira. Tenía mi móvil en el bolsillo. Fue un impulso. Fui corriendo al despacho, abrí el cajón en el que había visto a Florentino guardar la agenda, la cogí y la guardé en mi pantalón.

Esa misma noche, mientras cenaba en mi casa, con la agenda a mi lado, ya me había arrepentido. Entre bocado y bocado la miraba y remiraba. Era un imán que me llamaba como las sirenas a los marineros. Me resistía a abrirla ya que sabía que era algo personal del Presi. Mi idea era regresar a su casa y, con cualquier excusa, volverla a dejar en su sitio, ya se me ocurriría algo. Aguanté toda la comida, estaba en el postre, cortando una cuñita de queso, cuando la curiosidad me venció. Vale, la iba a devolver, ya lo había decidido, pero… ¿y si la abría un poquito? Venga, va, solo un poquito, la A, solo los nombres que empezasen por A, ni uno más…

A…

B…

C…

...

...

Z.

¡MADRE DE DIOS! Aquello era un filón. Allí estaba los nombres más importantes de jugadores, presidentes, políticos, financieros, reyes…

No podía desperdiciar la oportunidad de volver a ayudar al Real Madrid.

Y si…

Y si…

Decidido. Iba a fichar a Messi. Eso sí, el fútbol tendría que esperar un poquito. Había cosas mucho más acuciantes y no podía desaprovechar la ocasión.

—Sí, sí, Majestad, como lo oye, amigo íntimo de Florentino, de toda la vida de Dios, ¿le llamo Majestad o Felipe a secas? Yo lo que usted prefiera, solo tiene que decirlo, en fin, a lo que iba, ¿no podría usted hacerme conde? O duque, no sé, cualquier título de esos, marqués también me va bien, lo que le venga mejor, no tengo preferencias. Marqués de Gwynne, sí, yo creo que es lo que mejor suena, ¿puede ser marqués?… No, no. No se preocupe, puede usted estar tranquilo, su teléfono me lo ha dado Florentino, es más, él fue el que me animó a llamarle para pedirle el título nobiliario: “Es indio, del Atleti —me dijo—, pero majísimo, majísimo, y muy campechano, como el padre, llámale tranquilamente, eso te lo resuelve en un periquete”... Que no, Felipe, no seas pesado. Te repito que no hace falta que hables con Florentino. Tú fíate de mí. Ya te vuelvo a llamar yo en unos días. Tú vete preparando los papeles del marquesado. ¿Quieres que te llame en el minuto 93 o te da palo?... Joder, Felipe, cómo te pones, era una bromita...

Me colgó. Estos indios tienen muy poco sentido del humor. En fin, al meollo. Tenía mucho trabajo que hacer. Afortunadamente, Florentino era un hombre muy ordenado, meticuloso. Al lado del teléfono del padre de Messi, en la letra M de la agenda, escrito impecablemente con pluma, estaba el del jugador, el de Leo. ¿Para qué iba a hablar con el padre cuando podía hablar directamente con el hijo?

—¿Dígame?

Allí estaba, aquella voz, aquel acento argentino, eran inconfundibles. Tenía que medir muy bien mis palabras, poner un buen cebo, lanzar el anzuelo con delicadeza, con profesionalidad.

—Hola, buenos días, mi nombre es Fred Gwynne. Soy, además de marqués en ciernes, el nuevo D.D.T del Real Madrid. Espero que no le incomode mi llamada.

—¿D.D.T?

—Sí, es un puesto de nueva creación, Director Deportivo y Tesorero. Todo en uno. Ficho y pago a la vez, digamos que soy el Satisfyer del organigrama del Madrid, mis llamadas son recibidas con júbilo, dan gustito. Me ha dado su número personal Florentino Pérez y me ha encargado que le llame para hacerle cierta proposición que, dado el reconocido prestigio y la solvencia del presidente del Real Madrid, estoy convencido de que no podrá rechazar. ¿Podríamos quedar en algún sitio discreto mañana mismo?

—¿De qué tipo de proposición estamos hablando?

—Una proposición económica y deportiva, un nuevo reto, un cambio de colores del que nunca se arrepentirá. Algo que solo el mejor equipo de la historia puede ofrecerle. Imagino que ya se imaginará de lo que estoy hablando.

—No.

¿No? ¿Había dicho no? O no se enteraba o me estaba tomando el pelo.

—Veamos, yo soy el tesorero y director deportivo del Real Madrid, usted se puede ir gratis este verano, le llamo de parte de Florentino Pérez… ¿Se lo tengo que explicar más clarito? Aaalguien quiere fichar a aaaaalguien —dije bordando la voz de Gila.

—¿Quiere ficharme el Real Madrid?

—Sí, Leo, sí. Y yo quiero darte todos los detalles, pero no por teléfono. ¿Te parece bien que quedemos en un Telepizza de Badalona?

—¿En un Telepizza?

—Sí, es el sitio más discreto del mundo, nadie se imagina que Messi pueda estar en una pizzería cerrando su traspaso por el Real Madrid. Lo importante es que venga usted un poco camuflado, para disimular, ya sabe, unas gafas negras, un sombrero, alguna barba postiza de rabino, unas alzas para los zapatos…

—¿Es necesario? ¿No sería mejor quedar en un sitio más discreto?

—Nooooooo, ese es un error de principiante, de tesoreros sin pedigrí. ¿No te has fijado que destapan todas las negociaciones? Los restaurantes de postín y despachos están quemados para negociar. No queremos salir en ninguna portada, queremos ser discretos y anunciar tu fichaje en cuanto termine la temporada. Los nuevos pisos francos son las pizzerías o los McDonald’s. No hay nada más seguro. ¿Quién se va a imaginar a Messi fichando por el Madrid delante de una Bacon Crispy Gourmet? Hazme caso, tú disfrázate un poco y listo. Nadie nos va a pillar. Anda que no he hecho yo fichajes en los Telepizzas. No digas absolutamente a nadie adónde vas, ni a tu familia. Invéntate cualquier excusa para salir. Te espero mañana en el de la Plaça de l’alcalde Xifré, en Badalona, a las nueve de la noche, ¿de acuerdo?

Le costó, le costó decir que sí, pero al final mis sólidos argumentos le convencieron. Al día siguiente, justo después de comer, cogí un AVE para Barcelona. A las ocho y media le esperaba impaciente en el Telepizza badalonés. Para entretener la espera me comí un par de pizzas barbacoa. Acababa de pedir la tercera cuando Messi entró por la puerta. Se había calzado una peluca larga, negra, con rizos, que contrastaba vivamente con su barba pelirroja, y unas gafas de culo de vaso de las que se usan en carnaval. El resultado era una mezcla de Rompetechos y Camarón de la Isla que, a Dios gracias, cumplía perfectamente con el objetivo de pasar desapercibido.

—¿Quieres comer algo? —le pregunté.

—Es que mi nutricionista me tiene prohibida la pizza. Y eso que es italiano. ¿Hay choripán?

—No, lo siento, pero hay una pizza vegana cojonuda, tiene doble ración de tomate. Ahora mismo te la traigo.

En lugar de doble de tomate pedí que le pusieran medio kilo de queso y triple de beicon. Tampoco era cuestión de cuidar la línea de un jugador del Barcelona. Ya habría tiempo…

—Aquí la tienes, sanísima. Todo light.

—¿Esto no es beicon?

—Noooo, es tofu, imita el sabor y la forma del beicon. Come, come, tiene un sabor logradísimo. Y puedes repetir las veces que quieras, invito yo —dije acercando un poco más la pizza familiar a sus manos—. En fin, que nos estamos despistando, a lo que íbamos, como te anticipé por teléfono, nuestra intención es que juegues para el Real Madrid la temporada que viene. Si aceptas tendrás la misma ficha que el jugador mejor pagado de la plantilla y una suculenta prima de fichaje que rondaría los cien.

—¿Cien millones?

—No, cien mil, cien mil euros. Y cama y comida. A cambio te ofrecemos jugar en el mejor equipo de la historia, el mejor del siglo XX y el que será, sin ninguna duda, el mejor del XXI. Eso nadie, absolutamente nadie más, te lo puede ofrecer. La pelota está en tu tejado.

—Hombre, yo esperaba algo más de prima de fichaje.

—La mejor prima de fichaje es jugar en el Madrid. Yo no lo dudaría. Si te decides a dar el paso, en un par de días firmaremos un precontrato, algo protocolario, simplemente para garantizar que ninguna de las dos partes se echa para atrás. ¿Qué te parece? ¿Hay o no hay trato?

—Tengo que pensarlo y hablarlo con mi mujer. Es una oferta que tenemos que estudiar. Voy un momento al baño —dijo, levantándose.

Y ahí acabó toda la negociación. El queso de la pizza, ya frío, se había solidificado atrapando un largo mechón de la peluca de Messi. Al levantarse se consumó el desastre. Aunque Leo intentó disimular volviendo a colocarse la peluca rápidamente, ya fue inútil. Los que estaban sentados en la mesa de al lado fueron los primeros en levantar la liebre. En dos minutos teníamos a todo el Telepizza y a otras doscientas personas que aparecieron de la nada, intentando tocarlo, besarlo, abrazarlo, pidiendo autógrafos, sacando vídeos, fotos, arrancándole la ropa, mechones de pelo…

Aproveché el revuelo para escabullirme entre las piernas de una enorme muchedumbre y dejé a Leo Messi rodeado de aquella marabunta que estaba a punto de engullirlo. Dios se apiade de su alma.

Antes de llegar a la estación para volver a casa todas esas imágenes circulaban por internet y Leo Messi y su peluca eran tendencia mundial.

Eso sucedió hace un par de días. Desde entonces, las tertulias de medio mundo hablan ininterrumpidamente del tema durante horas y horas. Hay especulaciones de todo tipo. He intentado hablar con Messi varias veces, pero no me coge el teléfono. Igual los videos en los que se le ve corriendo en pelotas para salvar su vida han tenido algo que ver en ello. Espero que no sea rencoroso y acepte mi generosa oferta.

Ahora estoy en mi casa, sentado en el sofá. Me he puesto un gin-tonic y tengo la agenda justo al lado de la copa. Dudo entre devolvérsela a Florentino o usarla de nuevo. Con un poco de suerte no la echa de menos en unos días. He visto un tal Al-Khelaïfi que igual quiere negoci… Esperen un momento… Me está llamando Floren por teléfono…

...

—¿Que tienes una queja oficial de la Casa Real?

...

—¿Yooooo?, qué disgusto, Floren, qué disgusto. No sé cómo puedes pensar eso.

 

spotify linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram