Las mejores firmas madridistas del planeta

Artículo publicado el 22 de octubre de 2016 y reflotado el 18 de enero de 2022 con motivo del fallecimiento de Francisco Gento.

 

El nombre de Paco Gento está ligado a la banda izquierda del terreno de juego, a la conquista de innumerables títulos y a la historia del Real Madrid y del fútbol mundial. Un jugador legendario del deporte rey.

Su idilio con el balón comenzó en su Cantabria natal jugando en las filas de La Montaña, el Rayo Cantabria y el Racing de Santander. Precisamente con el cuadro santanderino debuta en Primera División frente al F.C. Barcelona en febrero de 1953. Apenas diez encuentros ligueros y cuatro de Copa son su bagaje antes del que el Real Madrid se fije en él y le contrate tras pagar un millón y medio de pesetas y las cesiones de Espina y Urcelay.

Nacido en Guarnizo el 21 de octubre de 1933, fue un extremo zurdo de una velocidad asombrosa, convirtiéndose en una auténtica pesadilla para las zagas rivales, que se veían desbordadas cuando arrancaba a correr. Además tenía una pierna izquierda muy precisa con la que realizaba excelentes centros y disparos, y un regate en seco que sorprendía a los laterales contrarios.

Sus comienzos en la Casa Blanca no fueron sencillos y en primera instancia se rumoreó una cesión al Celta o incluso un regreso al Racing en trueque con Espina. Sin embargo Di Stéfano, su nuevo compañero recién llegado esa campaña, convenció a Bernabéu de que Gento estaba por explotar. En la temporada de su debut levantó su primera Liga en un curso en el que compartió delantera con Joseíto, Olsen, ‘La Saeta Rubia’ y Molowny.

Di Stéfano Gento

En el verano de 1954 llegó al club Rial, lo que supuso una gran noticia para el cántabro. El interior argentino entendió a las mil maravillas el estilo de juego del extremo y con sus pases en profundidad maximizó todas las virtudes de Gento. Comenzaba así el período glorioso del club merengue, que se convertiría en los siguientes años en el mejor equipo del país, de Europa y del planeta.

El extremo siempre se caracterizó por su regularidad y apenas se perdía partidos por lesión. Uno de los grandes damnificados fue Manolín Bueno, otro futbolista zurdo de enorme calidad que se vio a la sombra de Gento durante muchos años. El de Guarnizo siempre completaba temporadas con más de 30 partidos en sus piernas y una media de 10 tantos por campaña.

Resultó fundamental en la conquista de las cinco Copas de Europa seguidas del Real Madrid de 1956 a 1960, pero sobre todo en dos de ellas, en la edición de 1957 cuando marcó el tanto de la tranquilidad en la final en el Bernabéu ante la Fiorentina y un año después, cuando el Milan de Giuseppe Viani les puso en serias dificultadas y una diana suya en la prórroga dio el tercer entorchado continental a los merengues.

Su extensísima carrera se prolongó también durante la década de los 60, en la que ya no estaba Rial pero sí Puskas, que con su prodigioso pie izquierdo le siguió surtiendo de balones para que Gento galopara por la banda. Con el magiar en el plantel, el cántabro cuajó probablemente su mejor temporada entre 1959 y 1960 al conseguir 14 tantos en Liga, desarbolar al F.C. Barcelona en un choque liguero disputado en el Camp Nou que finalizó 3-5 (dos goles llevaron su firma) y brillar con luz propia en la legendaria final contra el Eintracht en Hampden Park.

Además, Gento también figura como nexo de unión entre dos generaciones, la que había logrado llevar al Real Madrid a la gloria a finales de los 50 y una nueva repleta de jugadores españoles bautizada como ye-yé con ganas de comerse el mundo. Ese equipo, en el que destacaban Amancio, Pirri, Zoco, Grosso o Velázquez, se coronó campeón de Europa por sexta vez en 1966, siendo capitaneados por el extremo zurdo en Bruselas contra el Partizan de Belgrado.

Fijo para todos los entrenadores que tuvo en el Madrid -Enrique Fernández, Villalonga, Carniglia, Fleitas Solich y Miguel Muñoz- con los años perdió velocidad, pero continuó siendo constante su presencia en el once. En sus últimos tiempos como profesional prosiguió adornando su palmarés con tres Ligas entre 1967 y 1969 y una Copa en 1970 contra al Valencia en el Camp Nou. Sin embargo, una pequeña espina se cruzó en su camino al despedirse de forma oficial con la camiseta blanca en la derrota de la final de la Recopa contra el Chelsea en 1971 en el duelo de desempate.

El club, como no podía ser menos, le organizó en diciembre de 1972 un homenaje a la altura y, coincidiendo con el 25 aniversario del Santiago Bernabéu, se enfrentaron a Os Belenenses, el rival que inauguró el coliseo blanco. Gento marcó uno de los goles de la victoria y se despidió de la parroquia, que le tributó una gran ovación. Curiosamente ese fue el segundo homenaje a ‘La Galerna del Cantábrico’, puesto que en 1965 ante River Plate Bernabéu le impuso la Medalla al Mérito Deportivo por sus 12 años en la institución madrileña.

Paco Gento

Con la selección española también tuvo gran protagonismo durante más de una década, disputando 43 partidos y marcando cinco tantos. La primera oportunidad se la dio Ramón Melcón en el año 1955 cuando le convocó para un partido ante Inglaterra. El choque se jugó en un Chamartín a reventar y concluyó empate a uno. Un par de años después participó activamente en la clasificación para el Mundial de Suecia. Sin embargo, el equipo nacional, pese a tener un plantel de lujo, fracasó en la lucha por el billete mundialista tras tropezar en casa frente a Suiza.

El primer gol de Gento con España se hizo esperar y no llegó hasta 1959, en un duelo clasificatorio para la Euro del año siguiente contra Polonia. El zurdo aprovechó un buen centro de Olivella tras gran pase previo de Kubala para batir al arquero Stefaniszyn, según cuentan las crónicas de la época. Por problemas extradeportivos en la eliminatoria frente a la URSS los hispanos no llegaron a la fase final del torneo europeo, pero sí lo harían dos años más tarde al Mundial de Chile. El cántabro fue importante en los partidos contra Gales y Marruecos y posteriormente fue incluido en la lista de Helenio Herrera y Pablo Hernández Coronado.

En territorio chileno España cayó en el debut ante Checoslovaquia y estuvo cerca de tropezar también contra México si Gento no realiza una cabalgada maravillosa de área a área sorteando rivales para asistir a Peiró en el último minuto. Restaba la contienda contra el Brasil de Garrincha, Vavá o Didí y pese a que se jugó como nunca, dos dianas de la nueva perla brasileña Amarildo y una discutible actuación arbitral les apartaron de cuartos de final.

En 1964 el cuadro nacional vivió un gran momento de gloria con la conquista de la Eurocopa de Naciones en casa, pero para Villalonga el futbolista de Guarnizo no fue uno de sus fijos. Sí fue de la partida en eliminatorias previas, como ante Rumania o Irlanda del Norte en Belfast, en cuyo choque Gento resultó clave al anotar el tanto del triunfo, pero en la fase final Lapetra le arrebató el puesto. En la siguiente cita internacional el técnico cordobés sí premió su excelente año blanco donde ganó la 6ª Copa de Europa y fue titular en dos partidos del Mundial de Inglaterra actuando como capitán. Primero en la derrota contra Argentina y posteriormente en la victoria contra Suiza, que no sirvió para pasar de ronda.

Delantera ye-yé

Los últimos choques del extremo defendiendo a su país tuvieron lugar entre 1968 y 1969, contra Inglaterra en el Bernabéu en cuartos de final de la Eurocopa y Finlandia en La Línea en un encuentro de clasificación para el Mundial de México respectivamente.

Otro momento inolvidable de su carrera tuvo lugar en 1963, cuando fue convocado por la FIFA para una selección mundial que se enfrentó a Inglaterra en el centenario de su federación. El partido se disputó en Wembley y pudo compartir vestuario con otras leyendas del fútbol mundial como Yashin, Law, Masopust, Seeler o el luso Eusebio que llegó a decir de él que “era sin duda el mejor extremo izquierdo del mundo”.

En su vida posterior al césped Paco Gento ejerció como entrenador durante varios años. Dirigió a los juveniles del Real Madrid, al Castilla, al Castellón, al Palencia durante tres años y al Granada. Ya con la llegada del nuevo siglo fue nombrado Embajador del Madrid en Europa, lo que le hizo viajar con el primer equipo a numerosos partidos de Champions y mañana mismo -23 de octubre de 2016- los socios darán el sí para que sea anunciado como nuevo Presidente de Honor de la entidad merengue.

Un auténtico mito del balompié que vistió en 605 ocasiones la camiseta blanca, logrando 181 dianas y con un palmarés irrepetible en el que figuran 12 Ligas, 6 Copas de Europa, 2 Copas, 2 Copas Latinas, 1 Copa Intercontinental y un largo etcétera de trofeos individuales.

palmarés Gento

Hoy el Real Madrid y el madridismo han despedido a otro de sus héroes de los años 50 y 60 que ayudó a engrandecer el palmarés y la historia del club blanco. También fue un hombre importante en el fútbol español con su periplo en otros equipos como entrenador y por haber acudido al Mundial de Chile’62 con la selección.

Enrique Pérez Díaz, nació en Torrelavega el 28 de diciembre de 1938. Su apodo de ‘Pachín’ como él mismo reconoció en MARCA en 1960 “venía de familia”. En su Cantabria natal dio los primeros pasos como futbolista en el Besaya, el Vicintor y el juvenil del Sniace hasta que aterriza en las filas de la Real Sociedad Gimnástica de Torrelavega en 1956. Tras una cesión al primer equipo del Snice pasa al Burgos de Tercera división en 1957 y más tarde al Osasuna. Es en el club rojillo donde se da a conocer y debuta en la Primera división en un choque ante el Real Betis. Un cuadro pamplonica que cuenta con varios ilustres como el portero Ignacio Eizaguirre, Adolfo Pérez Marañón o Félix Ruiz, que también será merengue años después. Todos ellos entrenados por Sabino Barinaga, una antigua estrella blanca de la década de los 40.

Pachín

Las grandes intervenciones de Pachín en la defensa llaman la atención del Real Madrid que se hace con sus servicios en el verano de 1959. Lo hace tras aprovechar una sanción al torrelaveguense por parte de la Federación después de una reclamación del Celta por sus derechos a Osasuna que le hizo tener ficha a la vez con ambas escuadras. Como admitió años después en ABC “llegar entonces al Real Madrid era un sueño para mí y me parecía increíble poder sentarme en el vestuario al lado de jugadores como Gento, Puskas o Di Stéfano, futbolistas que me parecían intocables en un primer momento y que luego fueron compañeros míos”.

Sus primeros meses en la capital Fleitas Solich solo le puede utilizar para partidos amistosos o en trofeos veraniegos como el Carranza por la sanción de un año que arrastra que le impide disputar la Liga. En una entrevista en MARCA Pachín se presenta para los que no le han visto jugar e indica que “desde mis comienzos actué como defensa izquierdo, aunque también ocupé el centro de la defensa y la línea media. Pero mi puesto es defensa izquierdo. Allí empecé de pequeño y creo que es el que mejor me va”. Con esa versatilidad y polivalencia se convertiría en una pieza clave del equipo los años venideros. Y es que el cántabro era un futbolista rapidísimo, poderoso físicamente, sobrio, noble, duro y luchador.

Pachín

Los hechos en su carrera deportiva se precipitan en abril de 1960 con la llegada de Miguel Muñoz al banquillo madridista. Pachín, recientemente internacional con la sub21 española debuta como blanco de forma oficial en la ida de las semifinales de la Copa de Europa. El rival, nada más y nada menos que el Barcelona de HH. En el Bernabéu ocupando el defensa izquierdo tiene que lidiar principalmente con Coll por su costado pero cumple con nota y además el Real Madrid se impone por 3-1. Una semana después repite en el Camp Nou con otro miura enfrente como Eulogio Martínez. Los blancos dan una exhibición en Barcelona y con otro 1-3 se clasifican a la final donde espera el Eintracht de Frankfurt. Una final legendaria en la historia del fútbol que supuso la ‘Quinta’ Copa de Europa consecutiva con un fútbol de altos kilates en Glasgow. Un 7-3 memorable. Como premio, el cántabro había debutado tres días antes con la selección frente a Inglaterra en Madrid.

La carrera de Pachín despegaba y el siguiente lustro fue un gran comodín para Muñoz que lo ubicaba indistintamente como defensa o como medio cierre. Y es que como declaró en una ocasión solo tenía “una táctica preferida, y que, además, es la que conforman las tres ‘ces’: comportamiento, casta y calidad”. La Intercontinental ante Peñarol y la Liga de 1961 son sus siguientes entorchados en una campaña donde se desempeña más en la media con gran compenetración con Vidal.

La renovación del glorioso equipo de los 50 al ‘ye-yé’ de los 60 se va confirmando paulatinamente y Pachín en 1962 renueva su contrato (tras un periodo en rebeldía al recibir una oferta más baja de lo que esperaba), después de otra Liga, su única Copa del Generalísimo y de su primer tanto oficial frente a la Real Sociedad. La espina: caer en la final de la Copa de Europa contra el Benfica de Eusebio. En las tres siguientes temporadas prosigue como pieza importante para el equipo alternando la media con Isidro o Müller como pareja hasta 1963 o la defensa junto a Isidro/Miera y Santamaría hasta 1965. Y llega el año 1966, la temporada de la ‘Sexta’ donde el cántabro actúa en cinco encuentros. Su desempeño es notable en la vuelta de cuartos contra el Anderlecht y en la ida de las semifinales ante el Inter. Pero es en la vuelta contra los nerazzurri cuando probablemente completa su mejor partido como merengue y el equipo se venga la derrota de la final en 1964. Los blancos se adelantan con gol de Amancio y durante 70 minutos tienen que aguantar las embestidas de un ataque demoledor formado por Bedin, Peiró, Domenghini, Mazzola y Jair. Ahí emerge Pachín junto a De Felipe y Sanchis para sostener al Real Madrid y tras un empate a uno llegar a la final de Bruselas. En Heysel se vuelve a repetir la zaga y con dianas de Amancio y Serena tras remontar el gol de Vasovic la ‘Sexta’ Copa de Europa cae en manos de su principal huésped.

La temporada posterior de 1966-1967 pierde la titularidad aunque siempre que sale cumple y el cuadro merengue levanta la Liga tras aventajar en cinco puntos al Barcelona. La última campaña de Pachín en la entidad será la de 1967-1968 donde una hernia discalen la espalda apenas le permite jugar dos encuentros oficiales, el último de la Liga y el primero de la Copa ante el Calvo Sotelo. Por esa razón no se le renueva y con 30 años se marcha al Real Betis que milita en Segunda donde no consigue el ascenso. Más tarde también jugaría en el modesto CD Toluca cántabro junto a algunos exmadridistas como Marquitos, Atienza, Mateos o Pantaleón y allí colgaría las botas.

Retirado, decide no abandonar el fútbol y se convierte en entrenador. Primero pasa por la casa blanca en categorías juveniles y luego continúa su camino por el Pegaso, el Getafe, el Osasuna o el Ceuta hasta que da el salto a la Segunda división en las filas del Valladolid. En 1979 ficha por el Levante donde entrena a Johan Cruyff y después se mantiene en la categoría de plata entrenando a otros conjuntos como la AD Almería, el Hércules o el Albacete. En otras dos etapas vuelve al Levante y también toma las riendas del Granada o de nuevo el Pegaso antes de finalizar su periplo como técnico. Más tarde, monta una zapatería con su nombre en las inmediaciones del estadio Santiago Bernabéu, fue miembro directivo de la Asociación de Veteranos del Real Madrid y era habitual verle representando al club en distintos actos con las peñas.

Pachín en la selección española fue internacional en ocho ocasiones. Se estrenó gracias a la convocatoria del trío formado por Costa, Lasplazas y Gabilondo en 1960 frente a la Inglaterra de Charlton que se fue del Bernabéu con un 3-0. Ese mismo año estuvo en la gira por Sudamérica de la selección y jugó los choques ante Perú y Chile. Su cuarto encuentro con España fue un amistoso ante Francia en 1961 y en el verano de 1962 estuvo en la lista para el Mundial de Chile confeccionada por el dúo Hernández Coronado y Helenio Herrera. En el torneo solo actuó contra Brasil en el último encuentro del grupo donde España cayó pero zarandeó a la campeona del mundo. Unos meses más tarde sumó dos partido más en la clasificación para la Eurocopa de 1964. El primero contra Rumania en noviembre de 1962 y el segundo en su despedida de la selección contra Irlanda del Norte en San Mamés.

En unas declaraciones a ABC Pachín dijo que “para jugar en el Madrid se precisa una personalidad fuerte, de nacimiento y consustancial al individuo” y eso “lo transmitían muy bien Santiago Bernabéu y Antonio Calderón que sabían inculcarnos el estilo de los campeones”. Ese rasgo de su carácter junto a su polivalencia (jugó de lateral derecho, izquierdo, central, líbero y centrocampista) fueron las razones principales para su larga y exitosa carrera como merengue.

 

DEP

 

 

 

Di Stefano. En el sexto aniversario del fallecimiento de don Alfredo Di Stefano hacemos un repaso de las frases que grandes futbolistas o personalidades dejaron con ‘La Saeta Rubia’ como protagonista.

 

"Quiero a ese jugador, cueste lo que cueste, ese argentino tiene que jugar en el Madrid" - Santiago Bernabéu

di stéfano

"Ningún otro jugador combinó tan eficazmente la experiencia individual con una capacidad integral para organizar un equipo y jugar bajo su mando. Era el "fútbol total" personificado antes de que se inventara el término. Di Stéfano sigue siendo para muchos de nosotros el mejor futbolista de todos los tiempos". - Keir Radnedge, ex editor de la revista World Soccer.

“Alfredo Di Stéfano era bueno hasta jugando de portero”. – Amadeo Carrizo, arquero y compañero en River Plate

“El jugador más completo de la historia del fútbol”. - Eusebio, delantero portugués.

distefano y eusebio

“Di Stéfano fue el mejor porque no tenía el cien por cien de algo pero tenía el ochenta y cinco por cien de todo”. - Rogelio Domínguez, arquero argentino y compañero en el Real Madrid.

“Alfredo Di Stéfano fue el mejor futbolista de todos los tiempos, mucho mejor incluso que Pelé. Fue, al mismo tiempo, el ancla en la defensa, el creador en el mediocampo y el hombre más peligroso en ataque”. - Helenio Herrera, famoso entrenador en los años 50 y 60.

di stefano caminando

A su fuerza, resistencia y cambio eléctrico de ritmo, Di Stéfano conjugó un excelente control de la pelota que le hizo destacar aún más. Marcó goles en superabundancia y, sin embargo, construyó otros tantos para sus compañeros. Si hubo un Rey en la Copa de Europa, seguramente fue Alfredo Di Stéfano". - Brian Glanville, escritor inglés de renombre.

 “Siempre se está mejor jugando junto a un futbolista de gran clase como Di Stéfano” – Kubala, compañero en la selección y el RCD Español.

di stefano y kubala

“En Di Stéfano, primer futbolista de Europa del 57, celebramos al gran señor, al caballero que alía la bravura de lo invencible”. - Gabriel Hanot, editor de L’ Equipe

“Alfredo Di Stéfano era el espíritu de aquel Real Madrid. El auténtico jefe en un equipo con muchos genios”. - Raymond Kopa, delantero francés y compañero suyo en el Real Madrid.

di stefano y kopa

"Él podía defender. Él podía atacar. Podía correr, podía conducir la pelota y usar la pierna derecha e izquierda. Podía jugar en todo el campo. Fue el jugador más completo que he visto, algo que nunca he visto en ningún otro lugar, y he visto muchos jugadores". - José Santamaría, ex defensa del Real Madrid y compañero de equipo.

"La grandeza de Di Stéfano fue que, con él en tu lado, tenías dos jugadores en cada posición". - Miguel Muñoz, compañero y entrenador en el Real Madrid.

di stefano y miguel muñoz

"Lo tenía todo, era rápido, técnicamente dotado, era bueno en el juego aéreo, era un goleador, un organizador y un líder respetado". - Just Fontaine, gran delantero francés en la década de los 50 y 60.

"Di Stéfano fue un gran jugador y veía cosas que otros no vieron. Conocía el juego a la perfección y siempre estaba bien preparado física y mentalmente. Di Stéfano lidera el ranking de los mejores jugadores para mí". - Ferenc Puskas.

“Alfredo fue el primer galáctico. De hecho, valía por tres". - Paco Gento.

di stefano puskas gento

"Revolucionó el juego por su movilidad de área a área, su mentalidad y su dominio del juego de ataque: tiro, control del balón, remate de cabeza y un ojo clínico para el pase. Un futbolista perfecto". - Mike Langley, periodista deportivo británico

Para llegar a ser como Di Stéfano, Messi tiene que comer muchas judías”. – Canario, jugador brasileño del Real Madrid a finales de los años 50.

“Sólo hubo un Alfredo, era único: con su mentalidad, su montón de goles, su apoyo incondicional a los compañeros, su entrega…”. – Luis del Sol, compañero en el Real Madrid.

“Simplemente el jugador de fútbol más inteligente que he visto. Si yo tuviera que elegir un jugador, de todos ellos, para salvar mi vida, le elegiría a él”. - Bobby Charlton, gran futbolista inglés.

di stéfano y charlton

El mejor jugador de todos, fue una revelación en su inagotable habilidad de estar en todas partes en el campo, anotando goles, convirtiéndose en un jugador defensivo y ofensivo crucial, siempre en el corazón del juego". - Paul Gardner, escritor y comentarista estadounidense.

“Para mi, Di Stéfano era el Dios del fútbol”. – Sandro Mazzola, jugador del Inter en los años 60 y 70.

“Di Stéfano era más completo que Messi”. – Luis Súarez Miramontes, único español ganador del Balón de Oro.

di stefano y luis suarez

“Compartir vestuario con Di Stéfano era inimaginable. Con su llegada, el Real Madrid empezó a ser lo que es a día de hoy”. - Amancio, compañero en los años 60.

“La gente discute entre Pelé o Maradona. Di Stéfano es el mejor, mucho más completo". – Pelé

di stefano y pelé

“El futbolista más completo del mundo”. – Franz Beckenbauer

“Para el Real Madrid Di Stéfano fue vital. Le imprimió su carácter ganador y cambió su historia”. - Luis Aragonés.

"Era mi jugador favorito y lo que más me gustaba de Di Stefano era todo lo que hacía por el equipo". - Johan Cruyff.

di stefano y cruyff

"Di Stéfano era imposible de marcar". – De Felipe, compañero y rival.

"Di Stéfano era bueno en todo, un superdotado". – Zoco, compañero del argentino en el Real Madrid.

"Di Stéfano era un líder nato, un hombre que necesitaba ganar". – Pachín, futbolista merengue en los 50 y 60.

"Di Stéfano no es comparable ni a Maradona, Pelé o Messi". – Pirri.

“La gran pregunta que siempre se hace es cuáles han sido los mejores jugadores. Obviamente hay una lista de grandes como Cruyff, Maradona y Pelé y, por supuesto, Puskas y Di Stéfano, quien para mí fue el más grande. Tenía una gran armonía". - Sir Alex Ferguson.

di stefano y ferguson

Una de las cosas que lo hizo notable fue su elegancia, su brillantez, su habilidad para jugar en todo el campo. Se le conoce como el primer futbolista moderno o el primer futbolista total porque puede jugar en todas las posiciones". - Marcela Mora y Araujo, periodista argentina.

“Fuiste mi héroe cuando tenía catorce o quince años porque representabas una filosofía totalmente nueva del fútbol. Siempre encarnarás las ideas de lealtad y juego limpio en el fútbol". - Sepp Blatter, expresidente de la FIFA

"Di Stéfano ha sido la historia y la sencillez del Madrid". – José Antonio Camacho.

“Un grande entre los grandes”. - Michel Platini, gran jugador francés en los años 80.

Di stefano y platini

“A Di Stéfano todo el campo de juego le cabía en sus zapatos”. - Eduardo Galeano, escritor uruguayo.

"No sé si he sido mejor jugador que Pelé, pero puedo decir sin lugar a dudas que Di Stéfano fue mejor que Pelé. Me siento orgulloso cuando se habla de Di Stéfano. Pelé hubiera fracasado si hubiese jugado en Europa, mientras que Alfredo ha jugado muy bien en todo el mundo. Puedo decir que Maradona podría ser peor que Pelé. Pero recalco que Di Stéfano era mejor”. - Diego Armando Maradona.

di stefano y maradona

“Di Stéfano marcó la historia del Real Madrid, ganando copas europeas y poniéndolo en el sitial que se merecía en el ámbito europeo". – Iván Zamorano

“Di Stefano convirtió las fotografías en cine”. - Arrigo Sacchi, entrenador italiano.

“Alfredo Di Stefano cambió la historia del Real Madrid y cambió la historia del fútbol". - Florentino Pérez.

di stefano y florentino perez

"Para los niños de la década de 1950, Di Stefano fue sobre todo un sonido victorioso en la radio, su nombre resonó como un latido asociado con algún éxito u otro, nos transportó al Parque de los Príncipes, San Siro o el Parque de Hampden". - Alfredo Relaño, exdirector del diario AS.

“Di Stéfano era un pozo de picardía”. - Joan Manuel Serrat, cantautor español.

“Se podría decir que Alfredo Di Stefano encarna al Real Madrid. Después de una derrota era mejor no mirar a Alfredo, porque sus ojos escupían fuego. Cuando las cosas iban mal, se olvidaba de la belleza y solo perseguía el resultado. Todo lo que ha sucedido en el club, de una manera u otra, ha sido influenciado por el espíritu de Di Stefano". - Jorge Valdano.

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"Cuando un partido acababa, ya no le importaba el resultado. En lo único que pensaba era en ganar el siguiente”. - Ricardo Gallego, jugador del Real Madrid en los 80.

“La historia de Madrid comienza con él; Su llegada fue el comienzo de la leyenda de Madrid ". - Emilio Butragueño.

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“Nunca olvidaré los momentos compartidos con la mayor leyenda del fútbol”. - Sergio Ramos.

“Decir Di Stéfano es decir Real Madrid”. – Iker Casillas.

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"Di Stéfano hizo del fútbol un arte". – S.M. el Rey Felipe VI.

"Di Stéfano es, ha sido y será puro madridismo". – Dani Carvajal.

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“Siempre le admiré, don Alfredo. Por eso es para mi un orgullo ponerme la camiseta del Madrid. - Zinedine Zidane.

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Artículo publicado en 2019 y reflotado con motivo del sexto aniversario del fallecimiento de Don Alfredo.

José Antonio Camacho fue un zaguero de leyenda en la Casa Blanca donde pasó más de tres lustros como profesional. Su carrera se vio en claro peligro al sufrir una gravísima lesión de la que regresó más conservador pero que le permitió seguir rindiendo a un nivel excelso en el club blanco y la selección española.

Camacho llegó al mundo en Cieza, población murciana, el 8 de junio de 1955. Fue en su localidad natal donde empezó a destacar con el balón en los pies y tras jugar en el Cieza se marchó al Albacete. En 1973 el Real Madrid se lanzó a por su fichaje después de que secase a Santillana en un partido y le confirmasen desde la ciudad manchega que el F.C. Barcelona estaba muy interesado en su contratación.

Lateral izquierdo rápido, muy pegajoso e implacable en la marca, brillante en el sentido táctico, listo en la anticipación y siempre bien colocado, tenía un espíritu combativo y ganador fuera de serie. Su debut con la zamarra blanca se produjo un año después de su aterrizaje, concretamente en 1974 en la jornada liguera número 24 ante el Málaga en La Rosaleda con el técnico Molowny dándole la alternativa. Ese curso también participó en otros cuatro partidos aunque no jugó en el título de Copa cosechado ante el Barcelona.

Fue Miljan Miljanic el valedor de Camacho, y el que le otorgó la titularidad en el lateral izquierdo blanco. Con el técnico yugoslavo el de Cieza se hizo un fijo y resultó vital en la conquista del doblete de Liga y Copa de la campaña 74-75 y en revalidar el campeonato doméstico en 1976. También se hizo muy célebre por los marcajes realizados a las grandes estrellas rivales, por ejemplo Cruyff, al que secó en dos partidos sin que el neerlandés consiguiese ver puerta. Con la juventud y la osadía por bandera, Camacho se desplegaba además al ataque y en línea de fondo ponía grandes servicios aprovechados normalmente por Santillana.

A comienzos del curso 77-78, Molowny relegó a Miljanic en el banquillo y Camacho logró su único doblete merengue en un partido liguero contra el Espanyol. Sin embargo, pocos meses después, vivió su peor trago como profesional. El equipo iba líder y al final ganaría la Liga pero el murciano, en un entrenamiento matutino el 12 de enero, sufrió una rotura de los ligamentos cruzados y el menisco, una lesión que podría llevarle a la retirada justo a las puertas del Mundial de Argentina.

Dos operaciones y veinte meses más tarde, con un tesón y una ambición impresionante, el lateral pudo volver a los terrenos de juego. Clave en aquella recuperación en la parte moral fue Vujadin Boskov. El entrenador blanco solía ir al gimnasio para ver las progresiones de Camacho y decirle que contaba con él al 100% en cuanto se recuperase plenamente. Sin embargo, esa rotura le pasó algo de factura y tras la lesión Camacho ya no fue un lateral con tanta profundidad, ofensivo y vistoso. Pero si consiguió ser muy regular y disputar casi siempre hasta su retirada al menos 30 partidos durante el curso.

Tras pasarse en blanco la temporada 78-79 ,jugó mucho en la 79-80 y añadió a su palmarés otro doblete de Liga y Copa del Rey. Fue también en ese curso cuando sufrió su única expulsión y además de manera injusta. En un duelo contra el Hércules, el colegiado Pes Pérez le mostró la roja en una acción donde Camacho ni intervino, lo que hizo que el murciano se revolviese con un ataque de nervios incluido contra el trencilla.

En la campaña venidera Camacho vivió la experiencia más amarga de su trayectoria sobre el césped: perder una Copa de Europa. El Real Madrid eliminó al Limerick, el Honved, el Spartak de Moscú y el Inter para plantarse en la gran final en el Parque los Príncipes frente al Liverpool. El de Cieza era uno de los bastiones del equipo junto a Cunningham, Juanito o Santillana, pero un tanto en el minuto 81 de Kennedy acabó con las esperanzas merengues de conquistar la 7ª.

Antes de una dura sequía de títulos hasta la aparición de la ‘Quinta del Buitre’ en 1982 se alzó la Copa del Rey con Molowny en el banquillo al imponerse por 2-1 en Valladolid al Sporting. Y no fue hasta 1985 cuando se recuperaron los éxitos en la Casa Blanca con un lustro para enmarcar en el que Camacho siguió siendo fundamental durante cuatro campañas.

En la temporada 84-85 se firmó un doblete con la Copa de la Liga ante el Atlético de Madrid y la primera Copa de la UEFA de la entidad. El lateral estuvo presente en las remontadas ante Anderlecht e Inter de Milán, y también en la final en la que se venció al Videoton húngaro. En verano alcanzó la presidencia Ramón Mendoza y se firmó entre otros a Gordillo, gran amigo de Camacho y con el que compartió una banda izquierda letal en el cuadro merengue. Con Molowny asentado como patrón del barco, se revalidó el trofeo de la UEFA con otras dos remontadas fantásticas ante Gladbach e Inter, para apabullar al Colonia en la final, y se volvió a ganar la Liga después de cinco cursos sin hacerlo.

Las últimas tres temporadas como profesional del murciano, donde ascendió a la capitanía en 1988, coincidieron con la llegada del neerlandés Beenhakker como entrenador. Con la Quinta en plena efervescencia y la ayuda de los Camacho, Chendo, Buyo, Hugo, Gallego o Gordillo, se estableció una supremacía en el panorama nacional con varias Ligas consecutivas. El lateral fue indiscutible hasta el curso 1988-1989 en el que su papel bajó a los siete partidos de Liga y uno de la Copa de Europa. El broche para su carrera fue levantar el Campeonato Nacional en el último partido liguero contra el Valencia, tras salir al choque en el minuto 73 por Martín Vázquez. Una semana más tarde se completó el doblete con la Copa aunque Camacho no disputó ningún minuto contra el Valladolid.

En mayo de 1990, después de varios meses con las botas colgadas, Camacho regresó al Bernabéu para calzarse los borceguíes en su homenaje. Se trajo al Milan que era el campeón de Europa y el duelo fue muy atractivo. El murciano salió de titular y disputó 10 minutos, hasta que fue sustituido por Solana con todo el público puesto en pie y ovacionando al histórico jugador. El partido acabó 2-1 para los blancos y, tras el pitido final, Mendoza le impuso la Laureada y la Insignia de Oro y Brillantes de la entidad.

En las declaraciones posteriores al duelo el lateral reconoció que “su gran espina fue no haber ganado la Copa de Europa” y que “su siguiente aspiración era ser entrenador del primer equipo”. Por su parte Chendo indicó que “Camacho se merece todo por la labor que ha desarrollado durante muchas temporadas en el Real Madrid” y su adversario Baresi comentaba que “Camacho era un jugador muy bravo, un gran futbolista que se había ganado un homenaje de tal calibre”.

Con la selección española fue 81 veces internacional, récord absoluto que se mantuvo durante cinco años hasta que lo batió Zubizarreta en 1993. Debutó con Kubala al frente en un partido de clasificación para la Euro de 1976 frente a Escocia en Valencia. Habitual con el magiar en las listas posteriores, su lesión le impidió ir al Mundial de Argentina donde habría sido titular en la defensa. Después de recuperarse, Santamaría también contó con sus servicios y asistió como un fijo al Mundial de España de 1982 donde la actuación hispana dejó mucho que desear.

El siguiente seleccionador, Miguel Muñoz, le consideró pieza clave en su engranaje como demuestra su convocatoria para la Eurocopa de Francia, el Mundial de México y la Eurocopa de Alemania. Camacho además también entró en la historia del combinado nacional al ser uno de los jugadores que disputó el mítico encuentro contra Malta en Sevilla en 1983. Ese triunfo dio el pasaporte a la Eurocopa en la que España brilló y alcanzó la final donde cayó contra Francia. En el Mundial de México Camacho actuó en todos los partidos pero el camino de la selección se detuvo en la fatídica tanda de penaltis de cuartos contra los ‘Diablos Rojos’.

Su último gran evento internacional tuvo lugar en la Eurocopa de 1988. Disputó el choque contra Dinamarca donde España venció por 2-3 y también el de Alemania en el que perdieron por 2-0 y se certificó su eliminación. Ese duelo celebrado en el estadio Olímpico de Munich fue el último en el que Camacho vistió la elástica roja española.

Al retirarse del césped emprendió una carrera como entrenador en la que aún sigue inmerso. Tuvo sus inicios como segundo de Di Stéfano en el Madrid en la 90-91 y luego se fue al Rayo Vallecano, al que llevó a la máxima categoría del fútbol español en la temporada 92-93. Luego firmó por el Espanyol al que también ascendió a Primera y luego lo clasificó a la Copa de la UEFA. Su tercera aventura fue en el Sevilla aunque no acabó bien al no terminar el curso. En 1997 retornó al club perico y un año después fichó por el Real Madrid, su gran sueño. Pero el sueño se tornó en pesadilla, y dimitió con desavenencias con la directiva a los pocos días de estampar su firma en el contrato.

Un mes después Javier Clemente fue cesado como seleccionador español y Ángel María Villar eligió a Camacho como su sucesor. Su incorporación al equipo nacional supuso una bocanada de aire fresco para España, que empezó a desarrollar un juego bonito y preciosista en el que acompañaron los resultados. En la Eurocopa se alcanzaron los cuartos tras un gol agónico de Alfonso pero Francia interrumpió el camino hacia las semifinales. Dos años después en el Mundial de Corea y Japón la selección también se plantó en cuartos, donde una nefasta labor arbitral y los penaltis ante los anfitriones surcoreanos la dejaron fuera de la lucha por la copa.

Camacho se marchó y viajó a Portugal para tomar las riendas del Benfica con el que levantó una Taça en 2004. Después de ese triunfo, otra vez el club de su vida le contrató para dirigir a una constelación de estrellas. Y su segunda etapa fue corta aunque esta vez entrenó al Real Madrid hasta la jornada tres de la Liga 2004-2005. En 2007, tras dos años sabáticos, volvió al Benfica y a partir de 2008 fichó por Osasuna. A los rojillos les salvó en dos ocasiones de la Segunda División, pero en febrero de 2011 una mala racha de resultados y decisiones no compartidas por la directiva le costaron el puesto.

Sus dos últimas experiencias han sido en selecciones nacionales, primero en China, a la que no pudo clasificar al Mundial de Brasil, y luego en Gabón, donde todavía es el técnico pese a fracasar en la Copa de África celebrada en 2017 en tierras gabonesas.

*artículo escrito en marzo de 2018 reflotado con motivo del 65 aniversario de José Antonio Camacho

El apellido Sanchís forma parte de una de las grandes sagas blancas con la presencia muchos años de Sanchís padre, perteneciente a la famosa generación ye-yé que levantó la Sexta Copa de Europa, y posteriormente Sanchís hijo en el club de Chamartín.

Nacido en Alberique (Valencia) el 26 de marzo de 1938, comenzó a jugar al fútbol en su localidad natal hasta que destacó en el equipo juvenil del pueblo y fue fichado por el F.C. Barcelona. Sin embargo, su paso por la cantera culé tuvo nulo éxito al contar con poquísimas oportunidades de jugar. Por ello le cedieron al Condal en el que estuvo un lustro militando en la categoría de plata del fútbol español y haciéndose futbolista.

En 1961 el conjunto catalán descendió y Sanchís recibió la llamada del Valladolid al que contestó afirmativamente para su fichaje. Con los blanquivioletas ascendió a Primera División en la campaña de su debut pero fue con Antonio Ramallets como técnico cuando hizo sus mayores progresos. El célebre exguardameta le colocó en la media junto a Ramírez forjándose una sociedad muy reconocida en el balompié hispano de la época. El valenciano permaneció en Pucela hasta finales del año 1964 cuando se cruzó en su vida el Real Madrid.

En el cuadro blanco Miguel Muñoz decidió retrasarle a la zaga y más concretamente al lateral zurdo, posición en la que se desempeñaría el resto de su carrera. En la banda demostró ser un jugador dinámico, resistente, de ida y vuelta, con buena velocidad, un físico fibroso y un defensor muy difícil de superar para los extremos contrarios. En el curso de su estreno (debutó de forma oficial en la jornada 21 con victoria ante el Valencia en casa) apenas tuvo protagonismo al actuar en cinco partidos pero saboreó la conquista de la primera Liga de su palmarés.

Al año siguiente, ya Miguel Muñoz le vio con las tablas necesarias para ser indiscutible y le otorgó el puesto de lateral izquierdo titular. La Liga se escapó a manos del Atlético pero, tras varios años buscando repetir triunfo en la Copa de Europa, en aquel curso se hizo realidad de la mano de una generación de brillantes futbolistas nacionales. Acompañando a Sanchís estaban Pirri, de Felipe, Grosso, Amancio, Zoco o Velázquez, todos ellos capitaneados por el gran Paco Gento. LOgraron (sí) la ansiada Sexta.

El lateral, muy recordado por salir al campo siempre con las medias bajadas, disputó todo el torneo y los merengues fueron eliminando consecutivamente al Kilmanorck, el Anderlecht y el Inter de Milán antes de plantarse en la final de Bruselas. El rival fue el Partizan de Belgrado que, pese a adelantarse en el marcador, no pudo frenar las acometidas blancas que con goles de Amancio y Serena levantó la ‘Orejona’ para júbilo de todos los emigrantes españoles residentes en la ciudad belga.

En las tres campañas siguientes continuó siendo un fijo en la zaga junto a los Calpe, de Felipe o Zoco, años en los que el cuadro madridista reinó en el fútbol español con tres títulos de Liga consecutivos. La regularidad fue siempre el gran aliado de Sanchís, que cumplía con nota todas las obligaciones defensivas de un equipo tan atacante como era el Madrid de esa etapa. Pasada la treintena y en su penúltima campaña con la camiseta blanca logró alzar el único trofeo que le restaba: la Copa. En la edición del torneo del KO de la 69-70 solo se perdió la ida de dieciseisavos, pero estuvo presente en la vuelta en casa ante el Castellón y en los triunfos contra la UD Las Palmas en octavos, la eliminatoria de cuartos contra el Barça y la dura batalla contra el Athletic en semis donde hubo que remontar en San Mamés un 0-1 del primer partido. También jugó los 90 minutos de una final en la que los pupilos de Muñoz se deshicieron del Valencia por 3-1 en el Camp Nou.

Su último curso en la 70-71 tuvo como gran noticia su primer y único gol en sus 213 choques oficiales como jugador del Real Madrid. Corría la jornada 19 de la competición doméstica cuando la Real Sociedad visitó el coliseo blanco y se marchó de vacío tras un tanto del valenciano, que aprovechó un rechace a disparo de Fleitas para batir a Esnaola. La temporada finalizó sin títulos para las vitrinas merengues y Sanchís abandonó la disciplina blanca con 32 años. Se marchó al Córdoba en el que estuvo un año, antes de colgar las botas de manera definitiva en 1972.

En la selección siempre como lateral diestro tuvo la oportunidad de ser 11 veces internacional con José Villalonga y Domingo Balmanya como seleccionadores. Hizo su estreno el 8 de diciembre de 1965 ante Inglaterra aunque en aquel duelo no conoció la victoria al vencer los ‘pross’ por 0-2. Unos meses más tarde entró en la lista para el Mundial de Inglaterra de 1966 y fue titular en los tres duelos de la fase de grupos. España cayó ante Argentina y Alemania pero derrotó a Suiza con un gol suyo, uno de los mejores goles españoles en un Mundial. El lateral arrancó con mucho coraje en su campo y con el balón controlado y enorme velocidad fue superando a rivales suizos hasta colocar el balón en la red del equipo centroeuropeo.

Después del torneo y ya con Balmanya fue un asiduo a las concentraciones que tuvieron como objetivo la clasificación para la fase final de la Eurocopa de 1968. Sanchís y el equipo nacional sumaron victorias ante Eire o Turquía en suelo hispano, pero no fue suficiente para conseguir el pase. El lateral disputó su último partido con la selección el 1 de octubre de 1967 en Praga ante Checoslovaquia donde sucumbieron por la mínima.

Tras su retirada siguió ligado al fútbol y se sacó el carnet de entrenador, dirigiendo entre otros al juvenil blanco, al Castilla, al Tenerife y a la selección de Guinea Ecuatorial. Posteriormente montó un famoso bar cerca de El Retiro de Madrid y también una tienda de deportes. Ya en los 80, su nombre comenzó a sonar de nuevo con fuerza al llegar al primer equipo blanco su hijo Manolo Sanchís Hontiyuelo. Durante muchos años y en tono de broma reprochó a su hijo que no le igualaba el palmarés con su Copa de Europa, pero apenas en dos años y para alegría de la familia el hijo levantó la Séptima en Ámsterdam y la Octava en París. De esa forma ya podía comer en la misma mesa que su progenitor.

Falleció el 28 de octubre de 2017. Hoy, 26 de marzo, se cumple el 82 aniversario de su nacimiento. Desde estas líneas nuestro homenaje a un defensor incansable que hizo historia en el mejor club de la historia del fútbol.

 

 

 

Pirri. Artículo, de mayo de 2019, reflotado con motivo del 75 aniversario de Pirri.

 

Cuando mencionamos el nombre de Pirri hablamos de entrega, de sacrificio, de un jugador que se dejó los huesos y el alma por el Real Madrid, de un hombre con ADN merengue. Hablamos de una persona que estuvo más de 30 años ligado al club. Toda una leyenda y una institución. Pirri es el Real Madrid.

Nacido en Ceuta el 7 de marzo de 1945 (aunque su padre lo inscribió en el registro el día 11),  ya en el colegio era inseparable del balón, donde, además, empezó a ser conocido como Pepirri. Con 15 años entró a formar parte del Atlético Ceuta y con 19, con ficha de aficionado, se marcha al Granada. En apenas un año llama la atención de varios clubes como el Español, que no lo firma porque no convence a Kubala. En el club blanco el hombre clave es Antonio Martínez Ruiz, un ojeador  que queda prendado de las virtudes del ceutí y convence a su padre para que cambie de residencia por razón de estudios y se marche a Madrid. Aun así, y para evitar problemas, el equipo madrileño paga 200.000 pesetas al Ceuta, que es quien cuenta con los derechos de Pirri.

En el verano de 1964 aterriza en la capital uno de los mejores centrocampistas que ha vestido la elástica merengue. Un centrocampista todo sacrificio, esfuerzo, voluntad, brega y nobleza. Pero también un medio polivalente, con calidad, poderío, agilidad, dinamismo, recorrido y con gran eficacia goleadora por su llegada desde segunda línea.

Su debut oficial no puede tener más significado: el Barcelona en el Bernabéu. Varias lesiones diezman al cuadro de Muñoz que tira del ceutí para un partido que se resuelve por goleada (4-1), y con Pirri dando un gran rendimiento. Los siguientes tres lustros será habitual y una constante ver al centrocampista como titular, mandando desde la medular o la defensa y portando el brazalete de capitán desde 1976 hasta 1980.

Su palmarés es una majestuosidad que crece cada temporada, quedándose el ceutí a cero únicamente durante los cursos de 1970-1971, 1972-1973 y 1976-1977. Un total de diez Ligas, cuatro Copas y la Copa de Europa de 1966 son el extraordinario bagaje de Pirri en su etapa madridista, en la que en un principio es conocido como Martínez por expreso deseo de Bernabéu (no le gustaba el mote de Pirri).

El olfato de goleador de Pirri fue junto con su espíritu indomable uno de los baluartes de su carrera. Sus números eran extraordinarios para un centrocampista y ayudaron a que el Real Madrid lograse una hegemonía en el panorama nacional. En su primera temporada ya firmó 10 entre todas las competiciones, pero hubo tres cursos en los que rondó los 15, concretamente 16 en la temporada 1970-1971 y 1975-1976 y 15 en 1971-1972. Su mejor choque en este aspecto fue en la séptima jornada de Liga del curso 1974-1975, en el que marcó un hat-trick al Celta de Vigo.

Compañeros y rivales se rindieron a su calidad futbolística y humana. Para Víctor Muñoz “fue mi ídolo”, mientras que Marcos Alonso indicó  que "fue un fuera de serie tanto en el Real Madrid como en la selección”. Arconada, portero legendario de la Real Sociedad y de la Selección, declaró “Pirri fue un gran jugador, que siempre se entregó y dio cuanto poseía. De ahí todos sus triunfos”.

En la carrera de Pirri también hay que destacar que las lesiones jamás le frenaron. Debido a su fogosidad y atrevimiento, sufrió numerosas lesiones, pero siempre se sobrepuso a ellas. Una rotura del radio en la final de la Recopa ante el Chelsea, o aquella mandíbula partida una final de Copa ante el Atleti, o aquel Clásico con 40 de fiebre y la clavícula rota en 1968, son las más conocidas, pero también sufrió una rotura de peroné, una fractura de un dedo del pie o un desgarro muscular. Por todo ello Santiago Bernabéu le premió con la Laureada del club en julio de 1968.

En 1980 dejó la casa blanca con 34 años, 561 partidos oficiales, 172 dianas (noveno en el ranking histórico) y con un doblete de Liga y Copa bajo el brazo. Su destino fue México y Puebla.

Un año más tarde regresó a la capital para un merecido homenaje del Real Madrid, con España como rival. Una selección española a la que entregó todo lo que tenía durante 41 partidos y en dos Mundiales, el primero en Inglaterra en 1966 y el segundo en Argentina doce años más tarde.

Al marcharse a tierras mexicanas el ceutí declaró: "Mi corazón es madridista”. También declaró que después de su retirada le gustaría “poder trabajar en el club como médico”. Dicho y hecho. En 1982 volvió a las filas merengues como galeno, puesto en el que se mantuvo hasta 1996 cuando se convirtió durante cuatro temporadas en secretario técnico. En septiembre de 2000, y tras 32 años perteneciendo al Real Madrid, se marchó del club de su vida.

¡Felicidades, Pirri!

 

 

“Nosotros tuvimos al gran Paco Gento en todas las épocas, la de los cincuenta y la ye-ye. Ahí podría yo atreverme a decir que ha habido extremos izquierdos muy buenos pero la condición de Paco Gento era única. Paco Gento corría a una velocidad endiablada, se paraba medio metro y reiniciaba la carrera, con lo cual destrozaba al defensa que le marcaba”. José Emilio Santamaría.

“Gento es el único futbolista español que ha ganado doce ligas. Es el mejor jugador español de todos los tiempos”. Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria.

“Y estaba Gento jugando a su lado y Di Stéfano temporizaba perfectamente los pases para él. Gento corría tan rápido que no podías cogerle en fuera de juego. Y yo estaba tan solo sentado allí, observando, pensando que era lo mejor que nunca había visto”. Bobby Charlton.

“Gento seguía, arrancaba y frenaba rapidísimo durante todo el partido. Correr es importante, pero solo si sabes jugar, porque una cosa es darle a la pelota y otra interpretar el fútbol”.  Alfredo Di Stéfano.

Gento y Di Stéfano

“Gento fue el extremo izquierda de un equipo único e inigualable y eso es historia”. Alfredo Relaño, periodista.

“Es un honor llevar el dorsal en la camiseta de Gento”. Gareth Bale.

“Gento es extraordinario”. Félix Huete, jugador del Real Madrid en los años 40.

“Gento es uno de los grandes peligros de la selección española. Es todavía capaz de alcanzar grandes velocidades en el ataque”. Juan Carlos Lorenzo, seleccionador argentino en el Mundial de 1966.

“Mi inteligencia con Gento es provechosa. Me entiendo con él perfectamente, nuestra asociación es fantástica” Héctor Rial.

“Gento es el ejemplo para la nueva ola de jugadores por su innata bondad, su lealtad y su entrega al club con un gran profesional que ha sido” Santiago Bernabéu.

“Es que Gento era muy bueno, muy peligroso. Daba miedo”. Antonio Ramallets.

Ramallets y Gento

“Gento es un jugador de una clase enorme”. Mencheta, periodista.

“Técnica en velocidad”. Luis Suarez Miramontes.

“Paco Gento podía haber sido el ‘recordman’ de España de los cien metros lisos. Luego, sin abandonar su velocidad aprendió a gambetear, a desmarcarse, a chutar fuerte y colocado, a centrar templado, a descolocar las defensas, en fin, que se transformó  en un jugador ‘first class’. El mejor extremo izquierdo de la historia. Ganó seis Copas de Europa, el que más, y doce ligas con el Madrid. Verle ha sido un premio, un privilegio”. José Luis Garci.

“Si es por títulos y partidos jugados, sin duda Gento es aún el mejor jugador español de la historia”. Manuel Sanchís Hontiyuelo.

“Gento ha sido el mejor. Su virtud, correr cien metros, pararse cuatro veces y, a la segunda, el defensa ya no le seguía. Además, ayudaba en la recuperación a todo el equipo”.  José Emilio Santamaría.

“En mi puesto admiro a Paco Gento. Es un excelente extremo nato”. Rogelio Sosa, jugador del Real Betis.

“Gento era un dios sagrado”. Amancio.

Amancio y Gento

“Era un hombre con una gran capacidad de desborde que llegaba a la línea de fondo diez o doce veces durante un partido y creaba enorme peligro a la defensa rival”. Luis Del Sol.

“Jugar contra Gento ya era un triunfo. Marcarle era la leche. Había que mentalizarse para enfrentarse a él. Tenía mucha velocidad, pero lo más importante era cómo se paraba. No hacía carreras de cinco o diez metros como Puskas, sino de 50, y... se frenaba en seco”. Feliciano Rivilla, jugador del Atlético de Madrid y compañero en la selección.

“Gento era un prodigio de sagacidad para el regateo, de habilidad para eludir la tarascada y de talento para jugar al fútbol”. Jaime Campmany, periodista.

“Gento era la eficacia en el terreno de juego”. Pedro Escartín, árbitro, periodista y seleccionador.

“El genial futbolista Gento era el más simpático y veloz de los extremos”. Alfonso Ussía, periodista.

“Lo más rápido que he visto”.  Raymond Kopa.

Kopa y Gento

“Gento era el galgo del Real Madrid”. Gilera, periodista.

"Para todos y, sobre todo, para los de futbolistas de Cantabria, Gento era un ejemplo y un santo y seña de generaciones". Carlos Santillana.

“Gento era un extremo rapidísimo. Un jugador que se plantaba en medio campo, parado, sin que el partido fuera con él y de repente le lanzaban en el balón largo y le sacaba 10-15 metros al rival. Era casi imparable”. Pini, jugador del Sabadell y marcador de Gento.

“Gento fue el mejor, no hay dudas. Todavía podría dar más de una lección jugando a muchos”. Jacinto Quincoces.

“Gento ha sido el mejor extremo del mundo. Ahora lo soy yo y por eso es una tremenda alegría jugar aquí con él”. Dragan Dzajic, mito yugoslavo.

“Tenía delante a Gento, que además ha sido uno de los profesionales que más tiempo ha estado en activo, y que, por ser un auténtico fenómeno, hubiera dejado sentado en la grada a cualquiera”. Manolín Bueno, eterno suplente de Gento en el Real Madrid.

Manolín Bueno y Gento

"El Bernabéu aprendió a creer gracias a Gento". Florentino Pérez.

“Gento ha sido el mejor extremo izquierdo del mundo. Lo comprobé en un partido con la selección mundial”. Eusebio, histórico delantero portugués.

“Gento era el único jugador en el Madrid al que yo he visto que se le hacía la pelota, incluyendo en esto a Di Stéfano”. Enrique Pérez “Pachín”.

“Aquí, en España, no se le da valor a Gento. Él y yo con nueve compañeros más, los que quieran, seríamos siempre campeones”. Garrincha, legendario extremo brasileño.

"Tiene velocidad y le pega al balón como un cañón. Eso no se aprende, se trae. Lo demás se lo podemos enseñar". Alfredo Di Stéfano.

“Gento en el Madrid ha sido la leche”.  Vicente Del Bosque.

“Gento era un jugador muy rápido, muy comprometido con el equipo y que trabajaba mucho”. Sergio Canales.

“Paco [Gento] era fantástico encarando a los defensas. El más rápido del mundo sobre dos piernas en el extremo izquierdo”. Ferenc Puskas.

Gento y Puskas

“Paco Gento era mucho Paco Gento”. Miguel Reina, portero del Atlético de Madrid o F.C. Barcelona.

“En mi carrera el jugador más difícil de cubrir fue Gento. Era un futbolista muy rápido, muy veloz”. Jose Luis Navarro. Jugador del Córdoba y marcador de Gento.

“Gento era un fórmula uno; le pillaba cuando podía. Tenía que llegar antes de que arrancara o era imposible tirarle una patada”. Griffa, defensa del Atletico de Madrid.

“Gento era como si todos corrieran y él fuera en moto”. Iñaki Gabilondo, periodista.

“O Gento era muito rápido”. Evaristo, compañero y rival en el F.C. Barcelona.

"Paco Gento es uno de los grandes mitos del madridismo. Mucho de lo que hoy somos se lo debemos a aquel equipo mágico del que Paco Gento fue uno de los grandes protagonistas". Florentino Pérez.

Gento y Florentino Pérez

Cuando a Di Stéfano le pedían que indicase que cual había sido su mejor gol citaba el escorpión que le metió a Bélgica en 1957.

- Creo que fue el mejor gol de toda mi carrera y nunca lo he podido ver. Ni siquiera tener una foto. (Alfredo di Stéfano)

 

Ciertamente el gol debió de ser espectacular, porque sigue generando literatura a pesar de que no existe ni una sola prueba gráfica de cómo se produjo. Lo que sí existen son imágenes del del escorpión que le metió al Valladolid en el Viejo Zorrilla (1954), aunque Di Stéfano aclaraba que ese no tenía tanto mérito porque fue rematado a menor velocidad.

También circula una imagen del set fotográfico que un medio francés [1] le realizó buscando reproducir la belleza de aquel momento, así como una escena de la película "La Saeta Rubia" (1956) en donde, rodeado de niños,  da varios toques al balón y acaba metiendo un gol acrobático de taco sensacional.

La fama del escorpión belga provocó que en 2016 el programa Premium Sport de Mediaset Italia confeccionase una reproducción de este gol desvanecido. E incluso se cuenta que Di Stéfano tenía por costumbre preguntar a los equipos de televisiones extranjeras, por si alguien alguna vez había llegado a ver el gol en alguna cinta perdida [2].

Sin embargo, este escorpión no es el gol misterioso del que vamos a hablar. Lo que hoy nos ocupa es el milagro cotidiano de lo distefanesco: El gol de campo a campo. Durante décadas se ha hablado del Di Stéfano omnipresente y para caracterizarlo se describía frecuentemente mediante una acción característica:

 

"Alfredo salvaba goles en su propia portería y los metía en la portería contraria". (Jorge Valdano)

 

No obstante, una duda me carcomía. ¿Se trataba de una exageración que reunía en una sola anécdota dos situaciones distintas -para ayudar a entender su movilidad exagerada y mentalidad operaria- o realmente esa acción continuada se produjo en alguna ocasión? Así que durante años fui reuniendo anécdotas y frases como si estas fueran las piezas de un rompecabezas.

Por ejemplo, descubrí que el veterano periodista argentino Bruno Passarelli, quien tiene un blog fantástico titulado "Fútbol, Fierros y Tango", escribió de Di Stéfano: "Tanto armaba el funcionamiento defensivo de su equipo como su lanzamiento al ataque. Y tanto evitaba un gol en su arco como, de contragolpe, lo convertía en el de enfrente".

También en el número 4005 de la revista argentina El Gráfico describían a la Saeta diciendo que era un "formidable todocampista que quitaba pelotas junto a su arquero, salía armando el juego de su equipo, cruzaba todo el terreno como una exhalación y aparecía frente al arco contrario para clavar la estocada decisiva y levantar el alarido sublime del gol".

Incluso hubo un ex-compañero de Di Stéfano, el gallego Veloso, que se animó a describir la jugada de un modo poco frecuente, invirtiendo las situaciones: " Ni hay, ni hubo ni habrá otro como él. Lo mismo anotaba un gol que a la jugada siguiente estaba evitando otro en la línea de meta de su propia portería".

El concepto aparecía con cierta frecuencia, de hecho, Valdano en su libro "Fútbol: el juego infinito" bromeaba sobre ello escribiendo que parecía que todos los que le rememoraban se hubiesen puesto de acuerdo en repetir la misma frase: "Salvaba un gol en su portería y en la jugada siguiente marcaba un gol en la portería contraria".

Pero las dudas continuaban. ¿Que existiese ese cuórum no resultaba sospechoso? ¿Se trata pues de un mito? Todo seguían hablando de un gol genérico, pero lo que estaba buscando era uno particular. Un gol con fecha, estadio y rival. Y por desesperación incluso busqué en el lugar más insospechado a la hora de encontrar datos de garantías. Las secciones de comentarios de los artículos en Internet. El reino de la anécdota sin contrastar.

 

Los recuerdos vaporosos de aficionados, o aun peor, los de sus familiares, no es que carezcan de cualquier valor. Al revés, son el combustible del mito, pero la mitificación tiene, en palabras de Mircea Eliade, una acción corrosiva para la historicidad. Los datos se ven alterados en favor de su encaje en los moldes arquetípicos. Cuando revisé los partidos en los que estos aficionados creían recordar haber visto el gol de campo a campo, no encontré referencias a ello.

El propio Di Stéfano era consciente de lo poco fiable que era la memoria del aficionado y lo explicaba a través de una anécdota relacionada con el gol escorpión que le metió a Saso en Valladolid:

"Posiblemente ha sido del gol del que más me han hablado en mi vida. La gente durante muchos años me paraba por la calle y me decía que habían visto el gol en directo. Yo amablemente les agradecía el detalle, porque era una muestra de cariño, de reconocimiento, pero para mis adentros pensaba que era imposible que tantos aficionados estuvieran en Valladolid esa tarde... ¡Pero si me lo habrán dicho doscientas mil personas y en ese estadio debían caber diez o doce mil, qué locura!" (Alfredo Di Stéfano).

Di Stéfano no se fiaba de los recuerdos de los aficionados, pero sí del de los futbolistas. Por ejemplo, del gol de Valladolid él recordaba que Saso, el portero, pasados unos años le dijo: "Justo me lo vas a hacer a mí, que soy tu amigo". Y para recordar el escorpión que le metió a Bélgica, durante una época tuvo en su equipo a Goyvaerts, que estuvo presente en el partido y le decía: "qué golazo metiste Alfredo".

Y por pura casualidad, un día en el que estaba buscando otra cosa, di de modo accidental con lo que Di Stéfano consideraría un testigo fiable. Una víctima de un gol suyo de campo a campo.

Su nombre es Silvio Marzolini y fue uno de los mejores defensores laterales del mundo, ídolo de Boca y de la selección argentina; y a Di Stéfano le conoció bien porque juntos ganaron el campeonato argentino de 1969 con el equipo xeneize. Debido a esta distinguida relación, Silvio Marzolini escribió un artículo para el diario La Nación en recuerdo a la memoria de la Saeta Rubia con motivo de su fallecimiento en 2014. Lo simpático del asunto es que Marzolini no empezó el relato hablando de su época como entrenador, sino que se refirió a su primer encuentro con Di Stéfano aún como jugador. Fue un partido entre la selección española y la argentina de 1961, jugado en Sevilla, y lo que recordaba Marzolini es que: "Alfredo quitó una pelota en el área de ellos y terminó haciéndole un gol a Roma".

Por fin había encontrado el gol de campo a campo. La jugada distefanesca por antonomasia. A pesar de la euforia decidí contrastar la información y encontré que el ABC de Sevilla de aquel día no describía la jugada en sí, pero sí confirma que Di Stéfano le marcó a Roma y que durante el partido "ponía orden detrás y delante y constituía el punto de gravitación del equipo".

La edición madrileña en cambio fue aún más prolija en detalles: "Sólo cuando, ya en el segundo tiempo, el bravísimo Di Stéfano ocupó una zona central y retrasada, para romper los avances contrarios y generar ardientemente los propios, y Del Sol pisó sus terrenos habituales, la superioridad sobre el campo se hizo española" (...)

"Y cuando a. los veintiocho logró él segundo, Di Stéfano estaba allí para recibir el despeje colocado de Rivilla, aunque cinco segundos después, estuviera, por la magia de su corazón y la fuerza de sus piernas, veinte metros más adelante, en el sitio justo para batir irremediablemente al corpulento Roma" (...)

"Di Stéfano, colosal, más joven que nunca, pisó todos los terrenos, corto incursiones peligrosas de Sanfilippo y de Sosa ante el marco de Vicente, y, arrancando de allí, llevó el balón al campo contrario innumerables veces; Hacía mucho tiempo qué no le veía un partido tan completo, tan poderoso, realzado por el extraordinario gol marcado al coronar, tras el doblete con Del Sol y el propio rapidísimo desmarque, con un tiro raso de oportunidad insuperable. Fue el mejor hombre de la selección".

Tras esto empezaba a convencerme de que había realidad detras del mito. Y cada vez me aproximaba más

La pista de los jugadores como testigos fiables, al vivir el mito cotidianamente, me dio una idea. Y casi al término de la redacción de este artículo, y por intermediación de Jesús Bengoechea, conseguí contactar con don José Emilio Santamaría al que se le pudo trasladar la duda.

¿Salvó alguna vez Di Stéfano un gol en su propia porteria y en la misma jugada marcó un gol en la portería contraria?

La respuesta de don José Emilio fue:

“Ese gol no es leyenda. Sucedió en el campo del Español en partido de Liga. Yo fui testigo. Difícil precisar el año".

Santamaría confirma, por tanto, que él lo vio en directo. Pero aún queda un misterio por resolver:

¿Qué partido sería exactamente el del gol de campo a campo?

 

 

[1] Según Relaño el set lo hicieron los de L'Équipe, aunque yo diría que debió aparecer en France Football (estaban asociados), porque he encontrado la imagen en un número de dicha revista. Desgraciadamente aún no he podido localizar la revista en donde apareció originalmente ese set fotográfico.

[2] Las cintas de la época tenían poca autonomía (25 minutos) lo que obligaba a un cambio que ocasionaba perderse algunas acciones. Alfredo esperaba que hubiese habido alguna otra televisión grabando dado que el NO-DO español no acudió y la televisión belga se perdió esa acción. Tampoco los fotógrafos presentes consiguieron captarlo.

Tuve el inmenso honor y verdadero placer en coincidir varias veces, para compartir mesa y mantel, con el más grande: Alfredo Di Stéfano, el único ganador y poseedor del “Superbalón de Oro” que otorgó France Football en 1989 -por delante de Johan Cruyff y de Michel Platini-.

La primera vez fue a finales de 2007, por medio de un amigo que a su vez era íntimo de Jesús Paredes, el mítico preparador físico que acompañó a Alfredo en el Real Madrid y en Boca Juniors, entre otros clubs, y que por aquel entonces era la mano derecha del seleccionador español, Luis Aragonés  -por cierto, gran amigo de Alfredo también-.  Permítanme que lo llame todo el rato Alfredo, sin el Don, ya que, nada más me lo presentaron, Di Stéfano me dijo que “de tú y sin el Don”, con lo cual me limito a obedecer sus directrices. Aquel encuentro tuvo lugar en el restaurante Imanol de la calle General Díaz Porlier y duró aproximadamente una hora, durante la sobremesa, compartiendo café.

Para romper el hielo, tras darle mi tarjeta de visita, le hablé de mis orígenes franceses y, acto seguido, le pregunté por los suyos. A Alfredo Di Stéfano Laulhé, cuya madre, Eulalia Laulhé Gilmont, era originaria del sur de Francia (País Vasco francés), le brillaron de repente los ojos al mencionarle a su madre, y a partir de ahí no se le quitó la sonrisa de su cara. La conversación con él fue sencilla, abierta y amabilísima. Me habían comentado -o había leído- que Alfredo era un gruñón empedernido y una persona bastante huraña. Todo falsedades. Rara vez me he encontrado con una persona más afable y cordial, que no evitaba ni un solo tema de conversación.

Un punto importante para que fluyera la tertulia fue al mencionar sus orígenes en los potreros de Buenos Aires y de sus primeros pasos en su amado River Plate, y la admiración que le producía haber compartido momentos con la mejor delantera de fútbol que él recordaba, la famosa “Máquina” de River Plate compuesta por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Recordemos que en 1947 el ataque de aquel equipazo estuvo formado por Reyes, Moreno, Di Stéfano, Labruna y Loustau y que en aquella temporada Alfredo logró anotar, a sus 21 años, 27 dianas.

También recordaba con cariño su etapa en Millonarios de Bogotá, en Colombia, donde volvió a coincidir con su ídolo Pedernera y con su amigo Néstor Pipo Rossi. Aquel gran equipo pasó a la historia como el “Ballet Azul”, y su juego moderno enamoró a Santiago Bernabéu desde que el 30 de marzo de 1952 -y con motivo de las Bodas de Oro del Real Madrid- el Millonarios derrotara a los nuestros por un rotundo 2-4, con dos goles de Alfredo.

Anécdotas, miles. En otra comida que compartí con él, en 2012, ya por motivos profesionales, en la que mi empresa le invitó para presidir una reunión con varios altos cargos de universidades españolas, entre ellos varios rectores y numerosos catedráticos, Alfredo maravilló a todos por su sencillez y por su sabiduría. No era fácil destacar entre tantos notables intelectuales, pero al poco tiempo de empezar Alfredo su breve discurso de bienvenida, los rectores y los catedráticos allí presentes quedaron todos boquiabiertos ante el desparpajo y la socarronería de Alfredo hablando del futuro de la educación universitaria y de la importancia de los avances de la tecnología aplicados para la formación. Hábilmente, me senté a su izquierda durante el almuerzo y pude acaparar para mí solo su magisterio durante casi dos horas, solo interrumpidos de tanto en cuanto por los camareros del restaurante La Dorada -ya desaparecido- y por alguna pregunta por parte de los invitados a la presentación.

Era mi momento para hablar del Real Madrid, “que me lo dio todo”, de sus grandes amigos Pancho Puskas (“nunca ví una zurda igual, era un guante”) y Héctor Rial, de la primera vez que vio a Paco Gento “más veloz que un puma de la Pampa” (llegaron ambos al club en el verano de 1953), de Raymond Kopa, de sus queridos Santamaría y Pachín. También para hablar de su relación con Don Santiago (le llamaba cariñosamente “el Viejo”), de aquel choque de egos que provocó un cataclismo en 1964 -tras la derrota 3-1 en la final ante el Inter de Luis Suárez, Mazzola, Facchetti y Corso- superior al de este verano con la salida de Cristiano a la Juventus. “En aquel momento”, me dijo Alfredo, “yo no era consciente del paso que estaba dando. Tenía 38 años y me veía con fuerzas para seguir siendo titular indiscutible. El Viejo me decía que me quedase en el club, en el puesto que quisiera, pero ya no como jugador. Aquello me indignó. Discutimos. Y le dije que me iba, que tenía ofertas. Fue la peor decisión de mi vida. En el Español, pese a que me trataron muy bien, no llegué nunca a ser feliz. Me equivoqué. El Viejo, una vez más, tenía razón".

A los postres, recuerdo que un catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas le preguntó a Alfredo por su famoso secuestro en Caracas, allá por 1963. En ese momento, todos los participantes en el almuerzo, unas veinticinco personas, escucharon en silencio una deliciosa narración de un hecho doloroso para Alfredo, su secuestro por parte de una organización guerrillera venezolana, y que el narrador transformó en un relato de aventuras, con tintes de comedia, como cuando comentaba sus partidas de dominó con los secuestradores, y que dejó a todos los presentes con la boca abierta. Hay que decir que casi tres días duró el secuestro y que aquella misma noche, tras ser liberado por la mañana, Di Stéfano jugó el partido amistoso en Caracas ante el Sao Paulo, tras atender la petición que le hizo Bernabéu “para mostrar al mundo su gran valor”.

el secuestro de alfredo di stéfano duró casi tres días

Nunca tuve la suerte de ver jugar en directo a Alfredo, ídolo total de mis abuelos y de mis padres, aunque todos los socios veteranos que conozco y sí lo vieron coinciden en que no hubo jamás otro como él sobre el terreno de juego, un verdadero jugador total capaz de ejercer todo tipo de tareas y siempre anteponiendo al equipo por delante de los talentos individuales. Pero sí que tuve la oportunidad de tratarlo en persona durante tres ocasiones, bastante tiempo cada vez, para al menos poderme hacer una idea de una personalidad única y arrolladora, una mente más que lúcida (en 2012 ya tenía 86 años y daba lecciones a los rectores universitarios), una coraza de modestia recubriendo un interior de orgullo, una maravillosa composición de tenacidad, afán de superación y sentido de sacrificio.

Al acabar aquel evento en La Dorada, pedí permiso a Alfredo para darle un abrazo de despedida. “¡Cómo no, pibe!”, me dijo; y apoyando su bastón en una silla, extendió sus brazos y me estrechó calurosamente contra él con afecto casi paternal. Fue la última vez que tuve la suerte de verlo en persona.

Para mí, Alfredo siempre será el único y verdadero The Best.

 

 

Ayer un accidente de coche segó la vida del utrerano José Antonio Reyes a los 35 años. El andaluz pasó por numerosos equipos, entre ellos el Real Madrid durante una campaña en la que será recordado como uno de los artífices más importantes de la Liga de las remontadas.

Reyes llegó al club blanco ya empezada la temporada 2006-2007. En el último día del mercado se cerró una operación con el Arsenal mediante un trueque por el cual, durante aquel curso, el sevillano reforzaría al equipo de Fabio Capello y Julio Baptista se iba a Londres. El fax que debía dar el OK a la operación se demoró más de lo esperado, pero finalmente llegó a tiempo.

 

Capello tuvo muy en consideración al futbolista andaluz que sobresalía siempre por su talento innato y una zurda primorosa. Sin embargo, le siguió faltando la regularidad de la que adoleció el resto de su carrera. No se hizo con un puesto fijo en el once y, aunque salió en 19 partidos como titular, apenas completó cinco de manera completa. De este modo terminó por ser un revulsivo extraordinario. Cuatro fueron sus actuaciones decisivas para que el Real Madrid levantase una Liga ya mítica en la historia de la competición.

Su debut se produjo el 10 de septiembre en el campo del Levante, en la jornada dos de Liga, y tres días más tarde tuvo minutos en la derrota en Champions frente al Olympique de Lyon. El estreno en el Bernabéu no pudo ser mejor para el utrerano ya que partió de inicio ante la Real Sociedad y logró el primer tanto de los blancos. El cuadro capitalino estaba colapsado en ataque y Reyes, con un magistral lanzamiento de falta, desatascó a los merengues, que finalmente se impusieron por 2-0. Diez días más tarde también anotaría en su primer partido europeo en casa con el Real Madrid con un bonito tanto de volea ante el Dínamo de Kiev.

En la noche del homenaje a Puskas, tras su reciente fallecimiento, Reyes le homenajeó con un gol de zurdo de calidad, como fue el húngaro. Un disparo sutil, amagando que iba a pasar al centro del área, engañó totalmente a Toño que vio el cuero introducirse en su marco. Aquel tanto suponía el 2-0 ante el Racing que minutos más tarde terminó 4-1. Pero fue con la llegada del 2007 cuando se vio al mejor y más decisivo Reyes.

Su primer momento álgido de la campaña se produjo en Mallorca. En la última jornada de la primera vuelta Reyes salvó al Madrid de un empate en la isla que le alejaría de Barcelona y Sevilla. En un partido discretísimo de los hombres de Capello, la siniestra del andaluz volvió a dar tres puntos vitales con un golazo de falta que se coló en la escuadra de Moyá. Tres puntos que llevaron su firma.

 

Otro instante recordadísimo de aquella Liga fue el choque ante el Espanyol en el Santiago Bernabéu. “El Rifle” Pandiani se empeñó en acabar con las opciones ligueras de los blancos con un hat-trick, pero la remontada merengue fue antológica. En el descanso, y con 1-3 en el marcador, Fabio Capello echó mano de Reyes que realizó una segunda parte fantástica al entrar por Guti. Primero logró el empate a tres con el exterior de su bota izquierda y en el ’89 fue el encargado de filtrar un pase milimétrico que se coló entre las piernas de Dani Jarque para que Higuaín superase a Kameni y llevara el éxtasis a las gradas.

La lucha por la Liga era titánica, y con esta victoria el equipo madridista aguantó el liderato pese a la presión del Barcelona. Así se mantuvo la competición tras otra remontada en Huelva, un triunfo no sin apuros contra el Deportivo y el día de los transistores, con el empate blanco en Zaragoza y el del Barça en casa ante el Espanyol, con una diana ya legendaria de Tamudo.

En la última jornada el Real Madrid recibía al Mallorca, y a los 16 minutos la primera en la frente con un tanto del visitante Varela. Los nervios atenazaron a jugadores, técnicos y público, y fue Reyes el que cambió el curso de los acontecimientos. A la hora de partido fue reclamado por Fabio Capello para ingresar en el campo por David Beckham, que estaba lesionado. Dos minutos más tarde el utrerano firmaba el empate con su pierna mala tras pase de Higuaín. Reyes también intervino en el 2-1 al forzar un córner que acabó rematando Diarra. Y para culminar unos 15 minutos épicos en su vida deportiva, cerró la victoria y la Liga con un gol de clase con su maravillosa zurda. Un disparo de rosca, punzante e imparable pese a una gran estirada del arquero bermellón. Fue su último servicio al club blanco, un tanto que supuso uno de los alirones más fascinantes de la historia del Real Madrid y que muchos aficionados consideran el más emocionante que han gritado y vivido.

DEP.

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