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Mi Real Madrid favorito

El Real Madrid de La Quinta del Buitre

 

No sé si se acuerdan de los jerseys Privata. Eran unos jerseys lanudos y pesados que se llevaban grandes y de todos los colores. Yo siempre asocié los Privata con la Quinta del Buitre y con las películas de Hombres G, que fueron los Buitres del pop. Por entonces, la Quinta ya eran los jugadores más famosos de España, Pardeza se había marchado a Zaragoza para siempre, y yo sólo tenía ojos para Butragueño.

Cinco o seis años antes yo me sentaba en el Bernabéu al lado de mi padre, con el objetivo principal de ver a Juanito. Recuerdo el tejado y la lluvia fina. El frío, el cielo gris y el olor a puro. De pronto en los marcadores apareció el nombre de Butragueño. El Buitre había marcado con el Castilla en algún lugar ignoto y lo anunciaban en el Bernabéu como un acontecimiento maravilloso, tal era el estado semi depresivo del Madrid.

El Buitre había marcado con el Castilla en algún lugar ignoto y lo anunciaban en el Bernabéu como un acontecimiento maravilloso

Me acuerdo de que apareció escrito en letra roja ochentera y punteada de marcador: B U T R A G U E Ñ O; y recuerdo sentir un escalofrío de emoción. Y recuerdo comprobar con estupor que no era el único, pues un murmullo como de agua hirviendo recorrió de forma sorpresiva las gradas de Chamartín.

Butragueño estaba dentro de nosotros sin que lo supiéramos, aunque lo sabíamos. Aquella reacción popular fue un hito para mí. Oí por primera vez latir mi corazón madridista y butragueñista como si me lo hubiera sacado y lo mostrara orgulloso y sanguinolento como trofeo. Butragueño era la gran esperanza blanca. Y yo era blanco y bullía y apretaba los dientes enfervorecido por dentro.

El Madrid venía como de años de posguerra y aquel niño (uno como yo, pero mayor) estaba llamado a cambiarlo todo desde ahí mismo, precisamente desde ese corazón mío y desde el de todos los demás. Y además no estaba solo. Resultó que eran una suerte de pandilla de todos los colores, como los jerseys Privata.

Butragueño era un niño como nosotros del colegio Calasancio. Un chico de Madrid que iba a ser la estrella del Real Madrid. Yo creo que todos los chicos de Madrid y del Madrid lo llevamos en fervorosas y metafóricas volandas hasta esas alturas. Butragueño nos representaba. Butragueño éramos nosotros y Butragueño era el hijo de nuestros padres orgullosos y el nieto de nuestros abuelos orgullosos que habían visto seis Copas de Europa y reconocían a una generación con hechuras para una séptima. Butragueño era un consenso madridista, la transición gloriosa y única y brillante. Y lo empujamos con ese corazón para que nos salvara y nos salvó.

Vaya si nos salvó. Cuántos domingos melancólicos por la noche pasé yo antes de irme a la cama viendo el verdadero Estudio Estadio para escrutar con deleite lo que había hecho Butragueño, mi ídolo. Y cuántas veces pasé por la perfumería Butragueño de la calle Narváez, al lado de mi colegio, con la infantil esperanza de verlo. Yo miraba los ojos azules de su padre tras el mostrador, que estaban siempre húmedos, y pensaba que era por la emoción que no podía dejar de sentir. Una emoción incluso más grande que la mía.

A mí antes de él me gustaban, y entonces me seguían gustando, Juanito y Santillana. Yo recuerdo jugar a ser Juanito y Santillana hasta que apareció el Buitre. Yo me puse a jugar a fútbol (entonces jugaba a fútbol todos los días con una fantasía inolvidable: jugaba con la mente, pero mucho más arriba que mis pies) como él. Todos jugábamos como él: haciendo la paradita con las piernas abiertas y dejando los brazos muertos de orangután, antes de arrancar de pronto y sentirnos por instantes Butragueños y felices para siempre.

Todos jugábamos como él: haciendo la paradita con las piernas abiertas y dejando los brazos muertos de orangután, antes de arrancar de pronto y sentirnos por instantes Butragueños y felices para siempre.

No parecía que Butragueño pudiera acabarse nunca y así pasaron los años triunfales, ¡qué época!, preciosos, y yo aprendí a mirar a los lados de Butragueño y descubrí a los otros. Sobre todo, a Míchel, pero sin apartarme nunca de Butragueño. Butragueño fue el futbolista español más famoso de Europa después de mucho tiempo. Butragueño fue un renacer, una apertura, como una entrada en la OTAN futbolística.

Emilio Butragueño se hizo universal tras su exhibición con España en Méjico ante Bélgica. Parecía asombrosamente posible que aquel chico llevara por fin al Madrid a levantar otra Copa de Europa. Esos trofeos de la UEFA... el Anderlecht... En fin. Pudo ser y al final no fue, pero para mí no significó una decepción porque Butragueño era un triunfo íntimo y total e inacabable. Butragueño no venía de una favela, venía de dónde yo.

Gracias a él todos habíamos sido jugadores del Madrid. Habíamos sido las estrellas del Madrid. Millonarios con el Madrid, internacionales. Butragueño éramos nosotros escuchando a los Simple Minds o una casete que me grabó mi prima mayor. Mi prima que llevaba el pelo de punta y se vestía con monos y llevaba hombreras. En esa casete me grabó el Joshua Tree y, como sobraba cinta, también grabó Take On Me, de A-ha, Voyage, Voyage, y Why Can’t I Be You? y Just Like Heaven, de The Cure.

Gracias a él todos habíamos sido jugadores del Madrid. Habíamos sido las estrellas del Madrid. Millonarios con el Madrid, internacionales. Butragueño éramos nosotros escuchando a los Simple Minds

Es así como recuerdo yo aquella época de la Quinta: Just like Heaven. No recuerdo, y no me importan, los resultados. Recuerdo las sensaciones. Cómo era yo entonces, un Butragueño moreno lleno de ilusión y de miedo, cómo abría los ojos y me corría la sangre al verlo a él al final, siempre culminando la travesura colectiva de la pandilla mítica.

Mi Real Madrid favorito

1-El Real Madrid de Capello

2-El Real Madrid de Di Stéfano (años 50)

3-El Real Madrid de Mourinho

4-El Real Madrid de Zamora

5-El Real Madrid de la Quinta del Buitre

6-El Real Madrid de los Galácticos

7-El Real Madrid de Miljanić

8-El Real Madrid de la Quinta del Ferrari

9-El Real Madrid de la posguerra (años 40)

10-El Real Madrid de los García

11-El Real Madrid de Valdano

12-El Real Madrid Ye-yé

13-El Real Madrid primigenio (1902-1924)

14-El Real Madrid del "4 de 5"

 

 

El Real Madrid visita este domingo el estadio de Zorrilla para medirse al Real Valladolid. En apenas unos meses se cumplirán 30 años del momento en que ‘La Quinta del Buitre’ conquistó su quinto entorchado liguero consecutivo precisamente en el coliseo pucelano. Una Liga que apenas se celebró.

En el curso 1989-1990 el principal cambio del Real Madrid fue el fichaje del técnico galés John Benjamin Toshack. El club buscaba mano dura para enderezar el vestuario y un sistema más sólido para las confrontaciones europeas.

La contratación no gustó a buena parte de los jugadores, quienes ya habían recibido críticas del técnico cuando aún entrenaba a la Real. Tampoco digirieron muy bien las constantes censuras y presencias del galés en los medios de comunicación.

Por otra parte, a la parcela de incorporaciones llegaron un joven y prometedor Fernando Hierro, el central titular de la albiceleste, Óscar Ruggeri, y el centrocampista Parra, el fichaje sorpresa, procedente del Atlético de Madrid.

Durante toda la campaña se vio a un conjunto blanco arrollador. Sus impresionantes cifras goleadoras desembocaron en el récord de tantos anotados en una Liga hasta ese momento, con 107 dianas. El estilete más afilado fue el de Hugo Sánchez, quien igualó la plusmarca de Zarra con 38 tantos en una temporada, aunque los del mexicano fueron obtenidos todos al primer toque. Toda una proeza.

El cuadro dirigido por Toshack apenas se dejó dos derrotas (y a domicilio) en el campeonato. Ambas fueron antes de la undécima jornada, la primera contra el Barcelona y la segunda ante la Real Sociedad. El objetivo más ilusionante volvía a ser la Copa de Europa, pero aquel año de nuevo se cruzó el ogro del AC Milan.

Los rossoneri apartaron muy pronto a los blancos del título continental, concretamente en la segunda ronda y por un global de 2-1 tras el 2-0 de San Siro y la mínima victoria merengue en su feudo.

En la Copa, con el doblete al alcance de la mano, se perdió en la final ante el F.C. Barcelona por 2-0, en un encuentro en el que el árbitro, García de Loza, se inhibió en buena medida ante la evidente dureza culé.

Aquella derrota hizo mucho daño en el vestuario. La relación entre los jugadores y el técnico se rompió definitivamente tras las declaraciones de Toshack después del partido en las que acusaba de falta de entrega y garra a casi todos sus pupilos.

Con la importante fractura a nivel interno y el ambiente enrarecido llegó el alirón contra el Valladolid diez días más tarde. La previa del diario ABC decía: “Quizá por la pérdida de la final de Copa o por saberse desde hace tiempo campeón de Liga, lo cierto es que en el vestuario no se palpa una especial alegría por el más que seguro alirón”.

Por otro lado, Martín Vázquez, desde hacía tiempo noticia por su más que probable marcha al Torino, declaró no tener “nada” en firme con el equipo piamontés, aunque sí admitió haber tenido contactos. El madrileño había cuajado una temporada extraordinaria y en Italia ya se daba por hecha su llegada al equipo de Turín por unas cantidades económicas exorbitantes.

Al cuadro merengue le bastaba un punto para certificar el triunfo liguero y lo logró después de empatar sin goles en un partido muy aburrido ante el equipo blanquivioleta dirigido por Fernando Redondo. De este modo, ‘La Quinta del Buitre’ igualó la gesta de los Gento, Puskas, Santamaría o Pachín, quienes también encadenaron cinco Ligas consecutivas entre 1961 y 1965.

Tras el pitido final del trencilla Alfonso Álvarez, los madridistas apenas exteriorizaron su alegría. No se dio la tradicional vuelta al campo, ni se vieron abrazos entre los jugadores. Fue una celebración agridulce. El ansia por la Copa de Europa y la costumbre de ganar Ligas habían descolocado el espíritu del club de Chamartín.

Toshack fue de los pocos que dio muestras de júbilo por el primer título de Liga a nivel personal. En rueda de prensa, el técnico galés dijo que no iba a brindar con champán porque no le gustaba. “Prefiero una buena cerveza de barril y un bocadillo de tortilla”, aseguró, mientras entre los futbolistas se daba una insólita moderación.

Chendo declaró: “Todos los años es difícil ganar la Liga pero naturalmente todos pensamos en la Copa de Europa”. Butragueño justificaba la escasa alegría en la celebración debido a que el quinto título “era algo que ya se esperaba de antemano y por eso estábamos bastante tranquilos”. Manolo Sanchís, en la línea de ‘El Buitre’, dijo que la Liga estaba sentenciada desde hacía cuatro o cinco jornadas. “Por ello hemos ido saboreando el título poco a poco”. Tan sólo Ruggeri, uno de los nuevos, aportó algo de entusiasmo: “Ganar una Liga en Europa es muy importante para mí y para cualquier jugador”.

La celebración institucional se produjo durante una cena en el Parador Nacional de Tordesillas, donde sí hubo brindis y agitación de servilletas. La anécdota de aquella noche la protagonizó el vicepresidente Lorenzo Sanz, quien declaró haber acertado 14 en la Quiniela por colocar una X en el Castilla-Betis que terminó con triunfo del filial blanco.

Ramón Mendoza sí quiso valorar la conquista liguera: “Ser campeón de Liga es importante; es el título más trascendente porque te permite jugar la Copa de Europa”. Y respecto a volver a dominar en el continente, reconoció que “la Copa de Europa es la asignatura pendiente de todos, pues el Real Madrid lleva 24 años sin ganarla. Hasta 1992 seguiré presidiendo el Real Madrid y habrá que seguir luchando para volver a ganar este título”.

La Liga de ‘La Quinta’ fue la última de una generación mágica, y el Real Madrid no volvió a conseguir el trofeo hasta 1995 con Jorge Valdano en el banquillo. En ese período se perdieron dos Ligas consecutivas en Tenerife en la última jornada (la segunda de ellas, precisamente, con el técnico argentino dirigiendo al equipo isleño), con dos bochornosas actuaciones arbitrales incluidas que no pueden caer en el olvido.

Milan Jankovic fue uno de los cerebros que acompañó en el medio campo a la Quinta del Buitre. Dejó un grato recuerdo y un fenomenal rendimiento durante año y medio, hasta que una lesión de rodilla cortó su estancia en Madrid y fue sustituido por Bernd Schuster.

Nació en Belgrado el 31 de diciembre de 1959. Se desempeñaba como centrocampista organizador. En esa función, Jankovic destacaba por su visión de juego, su elegancia, su clarividencia, su creatividad y su excelsa calidad en el pase. Un jugador de mucho talento con la pelota y un magnífico toque en su pierna diestra.

Entró muy joven en las categorías inferiores del Estrella Roja y allí se mantuvo hasta que cumplió 19 años. En 1978 firmó por el NK Maribor que militaba en Segunda División, en una operación en la que fue incluido junto a Bogicevic y Radic para que Milan Arnejcic aterrizase en el club rojiblanco. Tras dos temporadas en el cuadro violeta, regresó a su casa para convertirse en una pieza importante del Estrella Roja. Alcanzó la titularidad, y aunque tuvo una grave lesión en el curso 1982-1983 obtuvo dos Ligas y dos Copas en siete temporadas. Su gran rendimiento no pasó desapercibido en Europa, pero por entonces su país no permitía la salida de sus deportistas a jugar en el extranjero hasta una cierta edad. Finalmente, en 1987 y con 27 años, recibió el visto bueno y fichó por el Real Madrid. Los blancos le habían echado el ojo poco antes en una eliminatoria que enfrentó a merengues y rojiblancos en la Copa de Europa, y que finalizó con el pase de los madrileños a semifinales de la competición continental.

Jorge Valdano enfermó de hepatitis, dejando vacante una ficha en el primer equipo, y Ramón Mendoza satisfizo los deseos de su entrenador Leo Beenhakker, que quedó prendado del yugoslavo. Su fichaje aun así se produjo en una etapa turbulenta, tras encajar un 4-1 contra el Bayern en la ida de semifinales de la Copa de Europa (fue el partido del pisotón de Juanito a Matthaus), con Hugo Sánchez rumiando una rescisión de contrato (se hablaba de ofertas del Barcelona o Inter) y con Martín Vázquez como gran perjudicado por el fichaje.

El centrocampista llegó a Madrid con un contrato de año y medio (con opción a una temporada más) y tras desembolsar el club de Concha Espina 52 millones de pesetas. Entró en la convocatoria contra el F.C. Barcelona en la primera jornada del playoff de aquella Liga de 1986-1987. El yugoslavo declaró que “sé que hay grandes futbolistas en el Real, pero creo que tengo sitio en el equipo" y que quería debutar "frente al segundo mejor equipo de España", pero finalmente se quedó en el banquillo y no tuvo oportunidad de saltar al césped. Su estreno se postergó unos días pero no pudo ser más vistoso y acertado al marcar el solitario tanto con el que el Real Madrid derrotó al Sporting en El Molinón (un disparo raso que batió a Ablanedo). En el resto del torneo no abandonó la titularidad, aportando su juego sencillo y eficaz hasta que los merengues cantaron el alirón en Zaragoza al ganar por 1-3 y pinchar el Barça en Gijón.

En el verano de 1987, en plena pretemporada, tuvo que ser intervenido de una rotura de menisco que le apartaría un largo tiempo de los terrenos de juego. Dos meses más tarde reapareció en Liga y empezó a liderar al equipo desde el mediocampo, siendo un director de juego espectacular. Enamoró a la afición con su estilo y marcó tres goles en apenas cuatro jornadas, uno frente al Zaragoza, otro contra Las Palmas y el último ante el Español. Un cuento de hadas vivía el yugoslavo en la capital hasta que la rodilla volvió a dar problemas. Su vuelta se había precipitado para poder jugar contra el Nápoles en septiembre, y lo pagó a largo plazo. En febrero Jankovic ya reconocía “arrepentirse de haber vuelto a jugar sin tener la rodilla bien”.

Mientras tanto crecían los rumores sobre un interés del Madrid en Schuster, que Mendoza quiso acallar diciendo que renovaba al balcánico una temporada más. El equipo, por su parte, estaba inmerso en la competición liguera, que volvería a levantar tras superar en la tabla a la Real Sociedad, y en la Copa de Europa donde cayó de forma cruel en semifinales contra el PSV. Jankovic encadenaba sensacionales actuaciones (incluyendo un recordado gol ante el Bayern en la vuelta de cuartos de la Copa de Europa) con partidos más discretos en un bagaje final de curso algo irregular. A final de temporada se conoció que la renovación de Mendoza fue verbal y que no se había firmado, lo que precipitó la salida de Jankovic del club. Schuster fue el elegido para sustituirle (por entonces el cupo era de dos extranjeros y Hugo Sánchez era fijo) y el centrocampista con ofertas de varios equipos del continente se marchó a jugar al Anderlecht donde ganó una Copa. Su paso por Chamartín fue breve dejando unas estadísticas de 53 partidos oficiales y cinco dianas pero una gran imagen y cariño en toda la hinchada blanca. En el club belga pasó dos años y en 1990 colgó las botas con apenas 30 años, para irse a vivir con su familia a Australia.

En la selección plavi además fue internacional en 12 ocasiones, desde 1986 a 1989 con un tanto en su haber. Hizo su estreno en un amistoso contra Brasil en Recife, donde Yugoslavia perdió por 4-2 con una diana suya desde los once metros. Los cuatro partidos oficiales que disputó con el equipo nacional fueron correspondientes a la fase de clasificación para la Eurocopa de 1988. En ellos sumó dos triunfos ante Turquía e Irlanda del Norte y dos derrotas, ambas frente a Inglaterra que les dejó fuera del torneo. Su despedida, al igual que el debut, fue contra Brasil, en un amistoso el 14 de noviembre de 1989 en un choque celebrado en la ciudad de João Pessoa.

En su vida posterior a los terrenos de juego, llegó a ejercer como seleccionador del equipo nacional de Tonga desde 2003 a 2005.

Hoy, 16 de mayo, cumple 61 años Antonio Maceda, un formidable defensa que llegó para apuntalar la zaga en la época de la ‘Quinta del Buitre’, pero al que una grave lesión le hizo colgar las botas en uno de sus mejores momentos como profesional.

Nacido en Puerto de Sagunto (Valencia), se desempeñaba como central o líbero. Futbolista espigado, era un zaguero muy completo, seguro, con un gran físico, eficiente al cruce y hábil en la anticipación, dominante en el juego aéreo y muy inteligente y sabio para sacar el balón desde atrás con limpieza.

El valenciano jugó en el CD Acero hasta que con 18 años lo firmó el Sporting. En el club gijonés pasaría una década alternando épocas de alegría con otras de tristeza. Primero vivió la cara amarga con un descenso a Segunda en el curso de su estreno, pero pronto la situación daría un giro brusco al comenzar el Sporting a pelear las Ligas a los grandes. Así, en 1979 lucharon mano a mano con el Real Madrid hasta obtener un subcampeonato liguero y en 1981 y 1982 también les ocurrió en la Copa tras caer en la final contra el Barça y el Real Madrid respectivamente.

En su momento de madurez le llegó la ocasión de fichar por el Real Madrid. En el verano de 1985, Ramón Mendoza desembolsó 60 millones (más el 15% para el jugador por su porcentaje) por su fichaje y se unió a Gordillo y Hugo Sánchez en la llamada ‘Quinta de los Machos’ por el delantero mexicano. Aterrizaba en un cuadro blanco en el que la ‘Quinta’ avisaba de lo que estaba por venir y reforzaba el puesto de central en la defensa de la que sería el líder nada más fichar.

Debutó de forma oficial en la jornada dos de la Liga contra el Valencia en el Bernabéu, en un choque espectacular de los merengues, que vencieron por 5-0. Molowny le dio galones y compartió el puesto de central junto a Sanchís. Anotó el primero de sus cinco tantos ligueros ante el Hércules y en la Copa de la UEFA también fue un bastión viviendo las remontadas frente al Gladbach en octavos o el Inter de Milán en semifinales.

Pero todo se empezó a torcer en febrero, en la jornada 26 ante el Sevilla. Maceda se lesiona, aunque dos jornadas más tarde juega contra el Barça en un choque decisivo por la Liga que se resuelve por 3-1 para el Madrid con un tanto fundamental suyo. Tras el gran duelo se opera del menisco el 11 de marzo de 1986 y un mes más tarde ya se vuelve a vestir de corto contra el Celta. Todo parece ir bien y continúa actuando tanto en Liga como en la Copa de la UEFA, donde únicamente se ausenta en la ida de la final para retornar en la vuelta cuando se pierde por 2-0 ante el Colonia en el Olympiastadion pero se alza el trofeo europeo.

Tras sus problemas en el Mundial de México se realiza una artroscopia en una operación que tiene éxito, pero con el paso del tiempo la recuperación completa no termina de llegar. Se pasa en blanco la temporada 1986-1987 y de nuevo toma la decisión de operarse. Parece que ve la luz del túnel en los últimos meses del curso 1987-1988 (casi dos años después de lesionarse) cuando juega unos minutos de la jornada 33 ante el Celta y de la 36 frente al Murcia en una Liga que conquista el Madrid de Beenhakker.

Así termina la temporada después de jugar un amistoso entero contra el Almansa en un partido conmemorativo por el décimo aniversario de la muerte de Santiago Bernabéu, y llega a la pretemporada de la 1988-1989 al ser renovado por un año por el Real Madrid. Viaja a la concentración en los Países Bajos y participa media parte en las goleadas frente al Velvwese Selektie y el Agovv Apeldoorn y en el empate a dos ante el Heracles 74. Fueron sus últimas apariciones como blanco al no volver a tener ningún minuto el resto del año por seguir con molestias en la rodilla. El Real Madrid logra la 4ª Liga consecutiva y la Copa del Rey y Maceda decide colgar las botas con 31 años. Solicita una pensión por invalidez que le será concedida, por la cual obtendrá 150.000 pesetas al mes el resto de su vida.

maceda colgó las botas a los 31 años

Con la selección española disputó un total de treinta y seis partidos y anotó ocho dianas, un bagaje sensacional para un central. Su debut no pudo ser más especial ni tener más calado al ser en un amistoso contra Inglaterra en Wembley. La fecha fue el 25 de marzo de 1981 y el cuadro español conquistó por primera vez el coliseo londinense al vencer por 1-2. Maceda actuó los 90 minutos y tuvo como acompañante en el centro de la defensa a Tendillo.

Unos meses más tarde acudió al Mundial de España, aunque como suplente, y únicamente participó en el choque intrascendente de la segunda ronda frente a Inglaterra. Su ascenso a la titularidad se produjo con Miguel Muñoz en el cargo, que le asignó un rol muy importante. Decisivo en la fase de clasificación para la Eurocopa de 1984, participó en el histórico 12-1 contra Malta. Luego, en el torneo en tierras francesas, rindió a un excepcional nivel y un gol suyo de cabeza en el minuto noventa contra Alemania dio el pase a semifinales. Y en ese duelo ante Dinamarca volvió a marcar para igualar el tanteo, que no se movería hasta la tanda de penaltis en la que triunfó España. Sin embargo no se pudo redondear el éxito al caer en la final contra Francia en un estadio Parque de los Príncipes a reventar.

El central valenciano dos años después llegó como titular al Mundial de México 1986, aunque ya renqueante de su rodilla. Un encontronazo con su compañero Calderé en un entreno hizo que le tuvieran que extraer líquido y que fuese duda para el debut ante Brasil. Finalmente forzó para el estreno y la rodilla llegó a su límite. Concluyó el choque en el que España perdió por 1-0, pero nunca más volvería a disputar 90 minutos completos en un partido oficial en su carrera.

En la década de los 90 y varios años después de dejar el fútbol volvió a los campos como técnico. Dirigió primero al Badajoz un curso en 2ª División en 1996-1997 y luego firmó por el Sporting para entrenar al filial. Sin embargo, el mal inicio del primer equipo hizo que la directiva confiase en él para una reacción a partir de la jornada 5 de Primera División. Sustituyó a Miguel Ángel Montes pero tampoco pudo encauzar la situación al sumar apenas dos puntos en dos empates en un total de 11 choques ligueros.

La temporada siguiente, la de 1998-1999, aterrizó en Santiago para coger las riendas del Compostela, pero su aventura en el cuadro gallego, que militaba en la categoría de plata, se terminó tras nueve encuentros. Su último trabajo fue de nuevo en el Sporting en el curso 2002-2003 en Segunda, donde finalizó la campaña tras reemplazar a Pepe Acebal.

Después, su vida ha estado ligada a los medios de comunicación trabajando como comentarista y analista deportivo en La Sexta, Gol Televisión, Al Jazeera Sports o Castilla-La Mancha TV y como presidente de la empresa StarDreams, una compañía dedicada al asesoramiento a ejecutivos y directivos para un mejor desempeño laboral.

Hoy, 8 de febrero, cumple 59 años Ricardo Gallego, un genuino estilista que vivió las grandes remontadas blancas y apadrinó a la “Quinta del Buitre”.

Nacido en Madrid, se impregnó de madridismo desde bien pequeño al ir al campo de forma asidua con su padre, que era socio. En sus primeros años observando fútbol se fijó en el número 10 del equipo al que trataba de imitar siempre al día siguiente en el colegio: Manuel Velázquez. Gallego, apodado ‘El Soso’ por García Hernández desde su época en el Castilla, fue un jugador inteligente, de gran elegancia, fabulosa técnica con el esférico, magnífica visión de juego, facilidad para llegar al ataque y una asombrosa y mágica pausa. Se podía desempeñar tanto en el centro del campo para dotar al equipo de un juego cerebral, como de líbero, para ordenar, mandar y sacar el balón jugado desde la zaga.

Entró a formar parte del Real Madrid en los infantiles cuando pasó una de las duras pruebas que se realizaban a los chicos en la Ciudad Deportiva. Cada temporada fue ascendiendo de categoría hasta que aterrizó en el Castilla de Juan Santisteban y Juanjo García Santos. En esa época coincidió con algunos futuros compañeros en la primera plantilla como Agustín, García Cortés, Pérez García o Pineda. Un filial célebre por llegar a la final de la Copa del Rey tras deshacerse de ‘primeras’ como el Hércules, el Athletic, la Real Sociedad o el Sporting tras una mágica remontada en el Santiago Bernabéu al imponerse por 4-1 (2-0 en la ida) con un tanto del medio madrileño. En la final se vieron las caras con los mayores, que les derrotaron en la final más blanca de la historia por 6-1.

en la copa del rey 1979/1980, el real madrid derrotó al castilla (6-1) en la gran final

La temporada siguiente, Gallego promocionó a la primera plantilla del club como sucesor de Pirri, y de la mano de Boskov fue directamente al once titular. Jugó prácticamente todo como defensa hasta el mes de marzo, cuando se lesionó del tobillo tras chocar con la valla publicitaria. Por ese motivo se perdió la final de la Copa de Europa contra el Liverpool, aunque viajó a París para apoyar al equipo. Sin embargo, en un entreno previo decidió tocar balón después de quitarse la escayola días antes y el técnico yugoslavo le castigó sin acudir al Parque de los Príncipes.

Su primer entorchado como jugador blanco llegó en la 81-82 cuando el Real Madrid levantó la Copa. Sin embargo, y pese a que se esperaba su actuación, Molowny le dejó fuera del once que se impuso al Sporting en el José Zorrilla de Valladolid por 2-1. Un año después fue el curso de los subcampeonatos, donde el Real Madrid de Di Stéfano no conquistó ningún título, siendo uno de los más dolorosos la Recopa en la que, con Gallego esta vez sí en el césped, se perdió frente al Aberdeen entrenado por Sir Alex Ferguson.

La sequía se prolongó hasta la campaña 84-85 en la que se cosechó la primera Copa de la UEFA y la Copa de la Liga. Gallego ya era uno de los referentes del equipo junto a Miguel Ángel, Camacho o Stielike, que se compenetró a la perfección con la ‘Quinta’, en la que ya destacaban Sanchís, Michel y Butragueño. Fue una Copa de la UEFA histórica por dos remontadas, en octavos ante el Anderlecht y en semifinales contra el Inter de Milán. Ante los belgas se perdió en la ida por 3-0 y en la vuelta se arrolló a los malviblancos por 6-1 para júbilo de los aficionados presentes en el coliseo blanco. En palabras de Gallego fue “su remontada favorita”. Apenas cuatro meses más tarde la historia se repitió contra el cuadro nerazzurri de los Bergomi, Brady, Rummenigge o Altobelli. En el Giuseppe Meazza se cayó por 2-0 y en la vuelta los merengues dieron una exhibición para ganar por 3-0 y acceder a la final, donde se venció al Videoton húngaro. Mientras que el otro trofeo del curso fue la Copa de la Liga, un torneo que no caló demasiado entre los aficionados, pero que se consiguió al derrotar por un global de 4-3 en la final al Atlético de Madrid.

En el año venidero se revalidó el torneo europeo y además Gallego logró su primera Liga. En la Copa de la UEFA tocó un duro escollo en octavos: los alemanes del Borussia Mönchengladbach. En la ida la debacle fue tremenda con un 5-1 para los teutones en el Rheinstadion. Todo parecía decidido menos para una serie de jugadores que ya habían hecho una machada parecida poco antes. En la vuelta el Bernabéu ardió y se consiguió el 4-0 con un último tanto dramático de Santillana. Ese duelo fue probablemente el mejor que disputó Gallego en su etapa madridista, en un choque en el que jugó con inteligencia, se desfondó en la presión y apareció con peligro en el área rival. Más tarde, en semifinales, el Inter volvió a observar incrédulo una remontada merengue con un 5-1 en Madrid tras el 3-1 de Milan. En la final se doblegó al Colonia con un parcial de 5-3 aunque en el choque de ida no actuó Gallego por preferir Molowny a Martín Vázquez para la media. Por su parte, la Liga fue un auténtico paseo desde que se tomó el mando de la clasificación en la jornada 7. Poco a poco se fue distanciando a todos los rivales hasta dejar al F.C. Barcelona, segundo clasificado, a 12 puntos, y al Athletic Club, entrenado por Clemente, a 13.

Sus últimas tres campañas fueron un continuo levantar de títulos ligueros en pleno auge de la ‘Quinta’. Alternando la posición de líbero, sobre todo el año de Schuster, con él de mediocampista, amplió su palmarés con tres Ligas consecutivas y una Copa con el neerlandés Beenhaker en la parcela técnica. Su gran espina, como la de aquella generación de jugadores, fue la Copa de Europa. Gallego estuvo presente en el drama de las semifinales contra el PSV en 1988 jugando 20 minutos en la ida y siendo titular en la vuelta, y también el descalabro del curso posterior en Milán donde el cuadro de Sacchi apabulló a los merengues por 5-0. Su último partido oficial como blanco fue la final de Copa del año 1989, que se alcanzó al vencer al Valladolid y donde el jugador madrileño ejerció de capitán y fue el encargado de recoger el trofeo de manos de S.M. el Rey.

Con 29 años, y en plena pretemporada del curso 89-90, abandonó el club para marcharse al Calcio italiano y firmar con el Udinese, que lo ofreció un gran contrato. En el cuadro friulani estuvo únicamente una temporada, donde coincidió con los argentinos Balbo y Sensini o el italiano Branca. Finalizada la aventura, en la que tuvo problemas para cobrar, regresó a España, a las filas del Rayo Vallecano. Su último gran logro lo consiguió en el curso 91-92 al ascender a Primera con el conjunto madrileño en una plantilla en la que figuraban Wilfred, Cota, García Cortés, Miguel, Pedro Riesco o Argenta. Tras esa gesta decidió colgar las botas con 32 años.

gallego dejó el real madrid a los 29 años y se retiró a los 32

En la selección española tuvo un largo periodo internacional que duró seis años, en los que disputó un total de 42 encuentros y anotó dos goles. Debutó en febrero de 1982 en un amistoso contra Escocia en Valencia. El cuadro español venció por 3-0 y el centrocampista salió en el minuto 54 sustituyendo a Victor Muñoz para cerrar el choque con la tercera diana hispana. A partir de entonces contó con la confianza del seleccionador Santamaría que le incluyó en la convocatoria para el Mundial en verano. En el torneo, por problemas de rodilla, sólo contó con minutos en el duelo ante Irlanda del Norte en otro partido donde la selección decepcionó al caer por la mínima.

Después del Mundial se afianzó en el once respaldado por Miguel Muñoz. Titular en toda la fase de clasificación para la Eurocopa del 84, llegó a la competición en Francia con muchos galones en el equipo. Jugó los cinco partidos en un torneo donde España compitió a gran nivel, pero perdió frente a la anfitriona en Paris en la final por 2-0. Dos años más tarde siguió siendo fijo en los esquemas de Muñoz en el Mundial de México. No estuvo presente en el debut ante Brasil por no entrar en la convocatoria, pero luego sí fue de la partida en los otros dos partidos de la liguilla ante Irlanda del Norte y Argelia que concluyeron con victoria. También cuajó una enorme actuación, como líbero, el día de la goleada frente a Dinamarca, y salió en el once de cuartos frente a Bélgica. Sin embargo, la maldición de cuartos estaba en plena efervescencia y una infausta tanda penaltis apartó a la selección de las semifinales.

Su trayectoria con el equipo nacional se prolongó hasta 1988 y la Eurocopa de Alemania. Allí, el cuadro hispano no pasó de la primera fase, en la que Gallego participó en los choques contra Dinamarca, a la que se derrotó por 2-3, e Italia, donde se cayó por la mínima con un gol de Vialli.

En su vida posterior a los terrenos de juego ha seguido ligado al balompié como asesor de la Secretaría Técnica del Rayo Vallecano, trabajando junto a José Antonio Camacho en la selección china o siendo el Director Adjunto de la cantera del Real Madrid desde 2006 a 2009. Actualmente, es un asiduo comentarista en la cadena Onda Cero y está ligado a la Fundación del Real Madrid.

Hoy, 1 de febrero, cumple 57 años Miguel Tendillo, defensa que vino para sustituir a Antonio Maceda y compartir vestuario y triunfos con la ‘Quinta del Buitre’.

Nacido en la localidad de Moncada (Valencia) en 1961, fue un central con un gran sentido táctico, ágil, fuerte, seguro, con enorme calidad y elegancia a la hora de sacar el balón jugado y muy bueno en el juego aéreo. Además, su estilo era frío y no desataba pasiones entre la afición madridista, aunque fue un zaguero magnífico para la ‘Quinta’.

La carrera de Tendillo empezó de manera meteórica en el Valencia, con el que debuta en Primera División a los 18 años en un choque contra el Burgos. Su gran desempeño hace que se quede en el primer equipo de manera definitiva en una campaña donde los ché logran la Copa del Rey y la temporada siguiente la Recopa. Su progresión es sensacional y con apenas 21 años ya es considerado uno de los mejores centrales del fútbol español y uno de los defensas con mayor futuro en todo el panorama europeo.

con 21 años, miguel tendillo ya era considerado uno de los mejores centrales del fútbol español

Debuta y se hace un fijo también en la selección y en la temporada 82-83 se convierte en salvador de un Valencia que se jugaba la categoría en Primera. En el otro lado, el Real Madrid buscaba conquistar el título doméstico tras tres cursos de sequía. En el minuto 39 de la primera parte, el central de Moncada aprovecha la peinada de Botubot para batir a Agustín, certificar la permanencia de los valencianistas y dejar en bandeja la Liga al Athletic para desesperación de la hinchada merengue.

Un lustro más tarde, ni Tendillo pudo evitar el descenso del Valencia a Segunda División, por lo que decidió dejar el club valenciano. Se sentía incomprendido y quería probar la aventura en otro equipo, pero las ofertas, que años atrás eran de entidades muy importantes, en esta ocasión no llegaron. Firmó por el Real Murcia, donde completó un curso extraordinario y se reivindicó en todo el balompié español.

En el verano de 1987, el Real Madrid buscaba un defensa que supliese las continuas ausencias de Maceda por lesión y se fijó en el hombre que le quitó la Liga en 1983. Pagó 78 millones de pesetas al equipo pimentonero y se puso a las órdenes de Leo Beenhakker. El cuadro blanco dominaba en España con dos Ligas logradas de forma consecutiva y deseaba también extender esa hegemonía a Europa.

Tendillo aterrizó en plena madurez y “con muchas esperanzas y ganas de hacer todo lo posible para colaborar en los éxitos de este club”. El entrenador neerlandés le dio el status de titularísimo en una zaga que compartió con Chendo, Sanchís y Camacho aquel año. Jugó 51 partidos oficiales y fue el futbolista con más minutos de una Liga que se conquistó por delante de la Real Sociedad. Además, anotó cinco dianas, cuatro en Liga y una en la Copa de Europa en el choque mítico frente al Nápoles a puerta cerrada en el Bernabéu. Sin embargo, fue el curso de la gran decepción continental tras caer frente al PSV en semifinales.

La cuarta Liga de la ‘Quinta’ también se obtuvo con una gran participación de Tendillo, que en la temporada 1988-1989 rotó en el puesto con un Gallego que retrasó su posición desde el mediocampo. La Liga fue un paseo frente al F.C. Barcelona y también se cosechó el doblete al levantar la Copa contra el Real Valladolid con el defensa valenciano disputando los últimos 20 minutos al entrar sustituyendo a Martín Vázquez. En la Copa de Europa apareció el ogro del Milan, que borró del torneo a los merengues con Tendillo librando una batalla épica con Van Basten en la ida en el Bernabéu.

En el verano de 1989, Ramón Mendoza eligió a John Benjamin Toshack como técnico blanco en una decisión que no benefició al zaguero valenciano. El galés lo incluyó en su lista negra y apenas contó con oportunidades ese curso. En total actuó en 14 encuentros, once de ellos de Liga y sólo cuatro como titular, aunque cuando Toshack tiró de él, rindió a un buen nivel. Fue el título famoso de los 107 goles y el quinto consecutivo y último de la ‘Quinta del Buitre’.

En la temporada posterior en el club blanco hubo de todo menos estabilidad. Cuatro fueron los inquilinos de un banquillo para un año muy difícil en el que sólo se alzó la Supercopa de España. Toshack le dio algo más de cancha en los primeros meses de competición y Tendillo incluso marcó frente al Real Zaragoza en Liga y el Tirol Innsbruck en Copa de Europa. Sin embargo, el fichaje de Di Stéfano le relegó a la suplencia durante más de dos meses para recuperar la titularidad en el Clásico ante el Barcelona en el Camp Nou. Desde esa jornada 19 acumuló minutos y titularidades con Don Alfredo, también con Grosso en el choque con el Real Oviedo y posteriormente con Radomir Antic a partir del mes de marzo. El equipo no consiguió seguir el alto ritmo impuesto por el Barça de Cruyff y terminó en tercera posición a once puntos de los culés.

el fichaje de di stéfano relegó a tendillo a la suplencia durante más de dos meses

Su última campaña completa como blanco fue la 1991-1992. Tras el fichaje de Ricardo Rocha no actuó en la Liga y su presencia se limitó a partidos amistosos, cuatro de Copa -incluida la final perdida ante el Atlético de Madrid- y dos duelos de la Copa de la UEFA saliendo desde el banquillo frente al Slovan de Bratislava y el Utrecht. Inició el curso 1992-1993, donde jugaría frente a la Politehnica de Timisoara en la Copa de la UEFA, y con la temporada avanzada se enroló en las filas del Burgos para colgar las botas unos meses más tarde a los 31 años.

Con la selección española disputó un total de 27 choques marcando una diana contra Suiza. Su estreno tuvo lugar en mayo de 1980 en un amistoso contra Dinamarca en la capital danesa aún con Kubala al frente del equipo. En verano el seleccionador le convocó para la Eurocopa de Italia y, aunque fue titular en dos encuentros, se tuvo que desempeñar como lateral, ya que Migueli era el central indiscutible. Fue con la entrada de Santamaría en el cargo cuando empezó a ocupar su posición natural. Así llegó como titular al Mundial de 1982 en el que la selección fracasó pero Tendillo rindió a buen nivel y disputó los cinco choques haciendo pareja con Alexanco. Sin embargo, el hispano-uruguayo dejó el cargo y tomó las riendas Miguel Muñoz, que no confió en él en los seis años siguientes. Sus dos últimos encuentros los jugó en 1988, en dos amistosos en los que no se logró la victoria ante Francia en Burdeos y Escocia en Madrid.

En su vida posterior al balompié estuvo casi una década alejado del fútbol, aunque después ha jugado con los veteranos del Real Madrid, organizó un torneo con su nombre en su localidad natal y ha trabajado en el Valencia como Coordinador en su Escuela. Además, tiene un hijo que milita en el Atlético Levante y que se desempeña también como central.

Hoy 22 de diciembre cumple 58 años el teutón Bernd Schuster. Como jugador del Madrid conquistó dos Ligas y una Copa. Como técnico, años después, otro trofeo liguero.

Nacido en Augsburgo en 1959, fue en esta ciudad donde comenzó a dar patadas a un balón, primero en el HV Hammerschmiede y luego en el FC Augsburgo. En la Navidad de 1978 el mítico Hennes Weisweiler le descubrió en un choque amistoso en Israel y le firmó para el Colonia que era el rey del fútbol alemán tras conquistar el doblete de Liga y DFB Pokal. Sus actuaciones comenzaron a sonar en media Europa y tras una fenomenal participación en la Euro de 1980 ficha por el Barcelona tras desembolsar los culés 140 millones por su traspaso.

En la Ciudad Condal encandila con su juego pero da muchos quebraderos de cabeza por su personalidad y fuerte carácter. Sus malas relaciones con Núñez o la escapada del estadio Ramón Sánchez Pizjuán en mitad de la final de la Copa de Europa ante el Steaua de Bucarest pasan factura, y esto lo aprovecha Ramón Mendoza para traérselo al Real Madrid libre en 1988. El mandatario blanco declaró en su momento que “fue un fichaje con morbo y que además daría un pequeño o gran susto a su gran rival”. Por su parte el teutón nada más firmar comentó que en el Real Madrid había vuelto a recobrar la ilusión por el fútbol y que llegaba "motivado y con ganas de hacer las cosas bien para ganar títulos”.

Schuster, apodado el ‘Ángel rubio’, era un mediocentro extraordinario, un centrocampista completísimo. El Presidente de Honor del Real Madrid Paco Gento, que da nombre a esta publicación, nos dijo en cierta ocasión que era el mejor centrocampista que había visto en su vida. Técnicamente prodigioso, con un gran dominio y control del cuero, era un pasador excelente y un organizador magnífico. Además poseía una visión de juego al alcance de muy pocos, temple, fuerza y un liderazgo sobre el césped que aceptaba con gran naturalidad. Otra de sus especialidades fue el balón parado y los lanzamientos de falta, en los que era un maestro.

Paco Gento nos dijo en cierta ocasión que era el mejor centrocampista que había visto en su vida.

Por entonces los merengues, con la Quinta al poder, llevaban tres Ligas consecutivas, aunque aún escocía la eliminación en la Copa de Europa ante el PSV meses antes. Jankovic se había ido al Anderlecht y Schuster llegó para sustituirle. Al alemán le costó unos meses adaptarse a su nuevo club y compañeros pero en cuanto lo hizo enamoró a la parroquia del Bernabéu. Debutó con gol incluido en la primera jornada de Liga frente a Osasuna pero su mayor alegría en ese comienzo de campaña fue levantar la Supercopa de España en la vuelta en el Camp Nou.

El inicio del equipo fue dubitativo y Schuster fue expulsado ante el Zaragoza después de una tángana con dos rivales y despreciar al árbitro. Pero a la vuelta de su sanción destapó el tarro de las esencias con su mejor encuentro hasta la fecha, un duelo ante el Celta en casa que ganó el Madrid 4-1.

A partir de la jornada 15, los blancos atraparon el liderato y ya no lo soltarían el resto del Campeonato pese las tiranteces entre Beenhakker y buena parte del vestuario. El centrocampista alemán marcaría uno de los goles de la Liga contra el Murcia después de driblar a varios rivales y definir con suavidad, pero apenas unos días después se produjo el terrible varapalo en la Copa de Europa ante el Milan donde se perdió por 5-0. El alirón liguero tuvo lugar en la jornada 36 en la que se derrotó al Español, con Michel de protagonista al enfadarse con el público y abandonar el campo. El final de curso trajo otro premio en forma de Copa del Rey, al imponerse en la final al Real Valladolid en el Calderón con una diana de Gordillo.

La salida de Beenhakker estaba cantada desde mitad de la campaña anterior y por él se firmó al galés John Benjamin Toshack que entrenaba a la Real Sociedad. El británico, terco en sus ideas, colocó a Schuster de líbero para jugar un 1-3-5-2 y a Chendo como pivote defensivo, algo que no funcionó y corrigió con celeridad situando a ambos jugadores en sus lugares naturales. La Liga fue un paseo para los blancos que además rompieron el récord histórico de goles a favor en un año con 107. Schuster dirigió con calidad al equipo y fue protagonista de muchas asistencias y buenas actuaciones en todo el curso, destacando sobre todo una ante el Atlético de Madrid.

Corría la jornada 18 cuando los colchoneros visitaron el Bernabéu en una tarde en la que reinó el germano. Dos asistencias suyas a Martín Vázquez situaron el 2-0 en el marcador y, pese a que el Atleti acortó distancias, en el 74 puso en pie el estadio después de regatear en un azulejo a Tomás y Ferreira y batir con un zurriagazo a Elduayen.

Toshack, durante toda la campaña, vertió críticas furibundas a buena parte de los jugadores, que no llevaron nada bien sus palabras. Tampoco ayudó la temprana eliminación europea de nuevo contra el Milan. Sin embargo el Real Madrid acabó levantando la quinta Liga consecutiva después de aventajar en nueve puntos al Valencia, que ocupó el segundo lugar. Tras concluir el torneo doméstico el club preparó una gira por América en la que concretó varios amistosos, pero Schuster adujo dolores de espalda para no ir y regresar a su país de vacaciones. La junta directiva hizo caso omiso al alemán y viajó forzado. A la vuelta se tomó la decisión de rescindirle el contrato por mal comportamiento y se le pagó 250 millones de pesetas como indemnización. De esta forma concluyó su periplo madridista. En octubre de 1990 cambió de acera y fichó por el Atlético de Madrid.

En el conjunto rojiblanco estuvo tres temporadas y posteriormente regresó al a Bundesliga para enrolarse en el Bayer Leverkusen. Su última temporada como profesional la pasó en México en los Pumas, donde tras nueve partidos se retiró del fútbol en el curso 1996/1997.

Con la ‘Mannschaft’ únicamente fue internacional en 21 ocasiones al dejar el equipo nacional muy pronto por decisión propia. Debutó el 22 de mayo de 1979 en un amistoso ante Eire en Dublín que acabó con triunfo de Alemania Occidental por 1-3. Un año después entró en la lista de Jupp Derwall para la Eurocopa de 1980 en la que se destapó como estrella pese a contar con apenas 20 años. Sus fenomenales actuaciones ante Países Bajos o Bélgica en la final resultaron fundamentales para que los teutones levantasen el título en el Olímpico de Roma.

Una lesión le apartó del Mundial de España y después tras ser convocado para un choque ante Albania rechazó ir para asistir al nacimiento de su hijo. Varios compañeros como Stielike se lo reprocharon, y aunque luego jugó dos amistosos contra Bulgaria y Bélgica a comienzos de 1984, una nueva disputa con el Barça y la Federación le hicieron desistir de volver a enfundarse otra vez la camiseta del combinado germano.

Nada más colgar las botas inició su trayectoria como entrenador en el Fortuna Colonia, a la vez que se sacaba la licencia. En 1998 firmó por el gran equipo de la ciudad que baña el Rin y un año más tarde llegó a España para dirigir al Xerez al que está a punto de ascender a Primera División. Sin embargo no lo logra, y hace las maletas para marcharse a Ucrania y concretamente al Shakhtar Donetsk. Su aventura no llega a buen puerto y regresa a la Liga española para sentarse en el banquillo del Levante. Su primera vuelta asombra a muchos, pero en la segunda las cosas se tuercen y es destituido pese a que el equipo no se encuentra en puestos de peligro.

En 2005 Ángel Torres confía en él para su Getafe y el cuadro azulón realiza una temporada fantástica con un noveno lugar en la tabla. Al siguiente curso repite puesto en la clasificación liguera y además obtiene el subcampeonato de Copa al caer en la final ante el Sevilla. Pero es en semis donde logran la gran machada de remontar un 5-2 al Barça con el mítico 4-0 cosechado en el Alfonso Pérez. Todos estos méritos calan hondo en Ramón Calderón, que lo ficha tras pagar su cláusula para el Real Madrid en su segundo año como mandatario blanco.

Esa campaña 2007/2008 el cuadro merengue, que es vigente campeón de Liga, se refuerza además con Dudek, Heinze, Metzelder, Drenthe, Sneijder, Robben, Saviola, Roberto Soldado y el retorno de Baptista desde el Arsenal. Con un once base formado por Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Cannavaro, Marcelo; Diarra, Guti, Sneijder;  Robinho, Raúl y Van Nistelrooy, rápidamente se destaca en la clasificación y derrota en el debut al Atlético de Madrid en casa, al Valencia y el Villarreal con sendas goleadas a domicilio, al Barça en el Camp Nou con un solitario tanto de Baptista o al Sevilla por 3-1 en el Santiago Bernabéu.

A falta de cuatro jornadas para la conclusión los capitalinos visitan Pamplona y caen por 1-0 en el minuto 83 jugando además con 10 hombres. Sin embargo, en dos zarpazos de Robben y de Higuaín, remonta el duelo en un suspiro y canta el alirón bajo la lluvia. Días más tarde el Barça se presenta en el coliseo de Chamartín y le realiza un pasillo a los futbolistas blancos antes del pitido inicial del colegiado.

En lo que concierne al encuentro los merengues dan un soberano repaso a los blaugranas que encajan un 4-1 con una soberbia actuación de Robben, Guti o Raúl. En las otras dos competiciones el rendimiento no es el esperado y en la Champions se cae ante la Roma en octavos de final, mientras que en Copa se pierde frente al RCD Mallorca en la misma ronda.

La Champions fue el gran objetivo para la temporada 2008-2009, pero desde el comienzo del curso, pese a alzar la Supercopa de España, el rendimiento fue muy pobre. Eliminados en Copa ante el Real Unión, el 9 de diciembre el Sevilla se llevó el triunfo en Liga en el Bernabéu por 3-4 y Schuster en rueda de prensa declaró que era "imposible" que el Real Madrid ganara en el Camp Nou la jornada posterior. Tras estas manifestaciones el teutón fue fulminantemente despedido.

Sus siguientes banquillos, tras frustrarse una vuelta al Xerez, son el del Besiktas turco, en el que entrena a Guti pero donde dimite después de unos malos resultados, y el Málaga post-Pellegrini en el curso 2013-2014. En el equipo de la Costa del Sol, despojado de estrellas como Isco o Joaquín, obtiene la permanencia, pero la directiva ejecuta una cláusula para que no continúe pese a haber firmado un contrato de 5 años.

Desde entonces no ha vuelto a entrenar y ha ejercido como comentarista deportivo en Onda Cero.

Hoy 12 de octubre cumple años Miguel Porlan ‘Chendo’, jugador del Real Madrid durante 15 temporadas y actual delegado del primer equipo.

Nacido en Totana (Murcia) el 12 de octubre de 1961, se desempeñaba como lateral diestro. No era un prodigio técnico pero sí un especialista defensivo gracias a su valentía, su persistencia, su eficiencia en la marca, su potencia y su labor industrial dentro del terreno de juego. Además doblaba bien por banda aunque en muchas oportunidades decidía no subir para mantener su posición en la zaga. Sus compañeros le conocían como ‘El Quistes’ por su mal remate con la testa.

Empezó a jugar en su localidad natal y con ficha falsa en el Totana juvenil al no cumplir aún con la edad. Fue allí donde se fijó el Real Madrid en sus cualidades y le firmó para el Juvenil B. En la cantera merengue fue creciendo siempre con el visto bueno de Miguel Malbo, el gran artífice de que muchos jugadores llegasen al primer equipo. Con el inicio de la década de los 80 subió al Castilla y en 1982 debutó con los mayores en una jornada de huelga de los profesionales auspiciada por la AFE. El equipo dirigido por Molowny se enfrentó en Castalia al Castellón, donde vencieron por 1-2, saltando Chendo al césped en el minuto 88 sustituyendo a Michel.

Su salto definitivo a la primera plantilla se produjo en la 83-84, aunque en el curso anterior Di Stéfano ya echó mano de su presencia frente al Valencia, con cuarenta y tres minutos disputados, y contra el Atlético en el Calderón, donde actuó dos minutos. En su primera campaña se hizo con el puesto de lateral titular en un año en el que también debutaron, procedentes de la cantera Butragueño, Martín Vázquez o Pardeza. Sin embargo, y tras una dura pugna con el Athletic en Liga, se quedó en segunda posición.

su salto definitivo a la primera plantilla se produjo en la 83-84

Desde ese momento Chendo no abandonaría su condición de indiscutible durante ocho largas y exitosas temporadas. Pasaron por el banquillo Amancio, Molowny, Leo Beenhaker, John Benjamin Toshack, Di Stéfano de nuevo o Antic, y todos le dieron los galones en el lateral. En 1985, además, comenzaría una etapa fabulosa en cuanto a títulos con el primero de ellos, la Copa de la UEFA. Se venció en la final por un global de 1-3 al Videoton magiar y Chendo jugó ambos partidos. Ese curso también se levantó al final de la campaña la Copa de la Liga ante el Atleti.

Un año más tarde se revalidó la UEFA contra el Colonia alemán y se cosechó la primera de las cinco Ligas que conquistó ‘La Quinta del Buitre’ con la ayuda de los Buyo, Gordillo, Hugo Sánchez y también Chendo. En la temporada 1988-1989, además, se logró el doblete al ganar la Copa contra el Real Valladolid, pero en la Copa de Europa el ogro del Milan de Sacchi apeó a los blancos en semifinales. Fue precisamente en esta competición donde Chendo hizo su mejor partido con la zamarra merengue. Es muy recordada su actuación contra el Nápoles de Maradona secando al 10 en una tarde con las gradas vacías del Santiago Bernabéu en septiembre de 1987.

Con el fin de la época dorada de ‘La Quinta’, el Real Madrid tuvo un inicio duro en los 90. Las dos Ligas perdidas en Tenerife pesaron mucho y solo se alzó una Copa del Rey en 1993 ante el Real Zaragoza. Aquel duelo sí lo disputó Chendo como titular pese a que Benito Floro durante toda la campaña prefirió a Nando en el lateral diestro. Un par de temporadas después, con Valdano al timón del barco madridista, se firmó a Quique Sánchez Flores, que dejó en el banquillo en muchos encuentros al de Totana. Esa temporada de 1994-1995 se reconquistó la Liga por delante del Depor tras varios años de hegemonía blaugrana con Cruyff como gran artífice.

La llegada de Fabio Capello en 1996 y el fracaso de Secretario permitieron a Chendo jugar buena parte de la primera vuelta de una Liga que se ganó ante el Barça de Ronaldo. En el mercado de enero se firmó a Panucci y Chendo fue relegado a un segundo plano, pero su profesionalidad y buen hacer fue siempre reconocido por el técnico italiano. El murciano contaba entonces con 35 años y aún disputaría otra temporada como blanco, la de 1997-1998, en la que alzó el único trofeo que le faltaba, la Copa de Europa. Jupp Heynckes apenas contó con él en siete encuentros, el choque de la Supercopa en el Camp Nou contra el F.C. Barcelona, cuatro duelos de Liga, uno de Copa ante el Alavés y uno de la fase de grupos de la Champions contra el Rosenborg noruego. Pero ello le posibilitó retirarse tras 497 partidos, tres tantos en su haber y un palmarés privilegiado con siete Ligas, dos Copas, una Copa de Europa, dos Copas de la UEFA, cinco Supercopas de España y una Copa de la Liga.

Con la selección española fue internacional en 26 ocasiones, casi todas ellas mientras Miguel Muñoz era el seleccionador. Debutó en enero de 1986 contra la URSS en Las Palmas y pocos meses después entró en la convocatoria para el Mundial de México. El rojiblanco Tomás era el dueño de la banda, pero Chendo disputó el partido clave en cuartos contra Bélgica debido a las bajas. El cuadro hispano empató a poco del final, pero en la tanda de penaltis un fallo de Eloy mandó a casa a los pupilos de Muñoz.

chendo fue internacional en 26 ocasiones

Después del Mundial ya fue clave en la fase de clasificación para la Euro de 1988 actuando en cinco choques contra Albania, Rumania o Austria. Sin embargo, una lesión le apartó de la convocatoria para el torneo pese a que Miguel Muñoz le esperó hasta el final. A continuación entró Luis Suárez como director del conjunto español y continuó contando con Chendo. De esta forma el lateral llegó como titular al Mundial de Italia, en el que jugó los tres partidos de la liguilla ante Uruguay, Corea del Sur y Bélgica y el horrible encuentro contra Yugoslavia que fue el epílogo de España. Ese duelo ante los ‘plavi’ en Verona fue el último del de Totana en la selección, puesto que Vicente Miera y Javier Clemente prefirieron a otros jugadores en su posición.

Tras colgar las botas reemplazó a Ignacio Zoco como delegado del primer equipo, puesto en el que aún permanece en activo.

En el verano de 1985 el nuevo presidente blanco Ramón Mendoza fichó a la que se denominaría ‘Quinta de los Machos’. Estaba integrada por tres jugadores: el delantero mexicano Hugo Sánchez, el defensa valenciano Antonio Maceda y un jugador zurdo que jugaba con las medias caídas. Su nombre: Rafa Gordillo. La incorporación del trío fue aplaudida y vitoreada por el público blanco que el día de la presentación del plantel en el mes de julio acudió en masa al Bernabéu hasta ocupar 50.000 localidades.

Nacido el 24 de febrero de 1957 en Almendralejo, al estar su padre desarrollando su carrera futbolística allí, se trasladó con su familia a los pocos meses a Sevilla. Gordillo podía jugar tanto de lateral izquierdo como de centrocampista por la banda siniestra y entre sus virtudes sobresalían la velocidad, una fina zancada, la técnica, el desborde, una elasticidad extraordinaria de su tobillo izquierdo y una calidad maravillosa en el pase y los centros pegado a la cal.

La vida deportiva del extremeño, además de al Real Madrid, siempre estuvo ligada al Real Betis. En el cuadro verdiblanco entró en categoría juvenil y poco a poco fue subiendo peldaños hasta llegar a la primera plantilla y ser uno de sus principales figuras a principios de los 80. La oportunidad de dar el salto al conjunto madridista le llegó con 28 años, “un sueño que se le estaba yendo pero que por fortuna se hizo realidad” en palabras del extremeño el día de su presentación.

Apuesta personal de Mendoza, que pagó 150 millones de pesetas por su traspaso, se hizo con un hueco en el once de Luis Molowny nada más aterrizar. Debutó de forma oficial en la primera jornada de Liga y el destino quiso que fuese en el Villamarín. El Madrid visitó al Betis en un choque que terminó en tablas y con división de opiniones en la grada bética. Ese curso de 1985-1986 los merengues conquistaron la Liga y además revalidaron la Copa de la UEFA.

En la competición europea Gordillo marcó en la ida de dieciseisavos ante el Chernomorets y también en octavos contra el Gladbach en una noche de pesadilla donde se cayó 5-1 y se fue expulsado. Se perdió la gran remontada en el Bernabéu y reapareció en Milán con una derrota de 3-1 ante el Inter. En la vuelta de nuevo el coliseo blanco vivió un partido heroico y los pupilos de Molowny doblegaron a los ‘nerazurri’ por 5-1. Ese duelo fue probablemente el mejor encuentro de Gordillo como blanco. Hizo de cabeza el segundo y todo el duelo fue un tormento para Bergomi que no pudo pararle. Quince días más tarde volvió a anotar con la testa en la ida de la final ante el Colonia que finalizó con un apabullante triunfo por 5-1.

Un año más tarde, pese a la firma de Leo Beenhaker como técnico, continuó siendo parte importante del engranaje blanco. Siempre rendía, jugase de lateral o de centrocampista por la izquierda. Eternamente agradecidos le estuvieron delanteros como Butragueño, Hugo o Valdano a los que sirvió deliciosas asistencias desde la izquierda con sus roscas milimétricas. En una campaña muy larga, tras la inclusión de los play-off en la competición doméstica, el Real Madrid demostró ser el equipo más fuerte. Dominó la fase regular y también la postemporada para superar en la tabla al F.C. Barcelona. Gordillo disputó 36 encuentros y logró un doblete en la visita del Mallorca al estadio capitalino.

La tercera Liga de su palmarés tuvo lugar en el curso 1987-1988. Un año en el que se desplegó un fútbol espectacular, con salida desde atrás limpia del esférico y un juego por banda fantástico en el que Gordillo y Michel destacaron de manera fabulosa. El almendralejense inició la competición con una racha goleadora como pocas en su vida. Consiguió goles en las cuatro primeras jornadas que ayudaron a los triunfos ante el Cádiz en el Carranza, el Real Zaragoza en la Romareda y el Osasuna y el Sporting en el Bernabéu. El alirón se produjo en la jornada 34 frente al Betis al que se ganó por 6-0 y dejó un sentimiento contradictorio a Gordillo, “alegría porque ganar una Liga siempre es importante, pero tristeza por la situación que pasaba el Betis”. Ese año estaba encaminado a ser memorable al ser favorito en la Copa de Europa. Sin embargo y después de dejar en la cuneta a Nápoles, Oporto o Bayern, un sorprendente PSV eliminó a los merengues tras empatar a uno en Madrid y a cero en los Países Bajos. El lateral tras caer comentó “que habían perdido ante el rival más flojo puesto que Nápoles, Oporto o Bayern eran muy superiores al PSV”.

En el curso 1988-1989 los blancos volvieron a obtener un doblete de Liga y Copa nueve años después del logrado en la temporada 1979-1980. Sin competencia en el puesto, Gordillo actuó en 34 partidos y fue vital en una recordada victoria contra el Barça en el Bernabéu. El choque iba a empate a dos cuando en el minuto 81 Paco Llorente puso el esférico en el segundo palo para que Gordillo enviara el balón a las mallas. Ese triunfo resultó básico para una Liga en la que de nuevo se batió a los culés y se logró el alirón en la jornada 36 contra el Español. Gordillo marcó el tercer tanto ante N’Kono en una tarde donde el protagonista fue Michel al marcharse del campo por los pitos recibidos desde la parroquia merengue.

Por su parte, en la Copa el Real Madrid eliminó de manera consecutiva a Elche, Sporting, Celta y Atlético de Madrid antes de plantarse en la final contra el Real Valladolid. El duelo celebrado en el Vicente Calderón trajo consigo uno de las dianas más importantes en la carrera del ‘Gordo’. Apenas se llevaban cinco minutos disputados cuando Gordillo recibió un balón dentro del área y tras picar el cuero con clase superó al yugoslavo Ravnic. El marcador no se movería más y el cuadro de Beenhaker se llevaría la contienda por la mínima para alzar el título copero.

El quinto entorchado liguero seguido de un ciclo glorioso del Real Madrid fue en la campaña 1989-1990. Beenhaker se había marchado y en su lugar se firmó al galés Toshack. El británico colocó a Gordillo como carrilero con toda la banda izquierda para él y el ‘Galgo del Polígono de San Pablo’ se adaptó a las mil maravillas. Seguía siendo un puñal por banda y fue protagonista con sus pases de gol en el récord de los 107 tantos de esa Liga. El club de Chamartín fue netamente superior a todos sus contrincantes y sumó nueve puntos más que el Valencia y once más que el F.C. Barcelona.

En sus dos últimos años como blanco su papel disminuyó considerablemente, aunque en la Liga disputó 12 y 10 partidos respectivamente tras un baile de entrenadores en la casa blanca el en que participaron John Benjamin Toshack, Alfredo Di Stéfano, Ramón Grosso, Radomir Antic o Leo Beenhaker en una segunda etapa.

En el verano de 1992, retornó al Betis que militaba en Segunda División y una temporada más tarde consiguió ascender con los andaluces a la máxima categoría. En Primera disputaría su último curso con 37 años antes de firmar por el Écija donde pondría punto final a su carrera en la división de plata en la campaña 1995-1996.

Con la selección española fue protagonista durante una década en la que vistió la camiseta roja en 75 ocasiones. Se estrenó de la mano de Kubala en 1978 al entrar por Benito en la segunda parte de un amistoso contra Noruega a la que se ganó por 3-0 en Gijón. Dos años más tarde acudió a su primera gran cita internacional, la Eurocopa de Italia. Siendo titular en toda la fase de grupos, España no sumó ninguna victoria y quedó apeada del torneo.

En 1982, ya con Santamaría como seleccionador, entró en la lista para el Mundial de España. Fundamental para el hispano-uruguayo jugó los cinco partidos pero la actuación del anfitrión fue decepcionante en todos los sentidos. Únicamente se venció y con problemas a Yugoslavia en la liguilla inicial para posteriormente caer contra Irlanda del Norte y Alemania y empatar con Inglaterra. Su debut goleador tuvo lugar en la fase de clasificación para la Euro de 1984. La selección hispana visitaba Malta y el electrónico marcaba tablas a dos hasta que Gordillo marcó a Bonello para colocar el 2-3 final. Siete meses después el extremeño fue uno de los baluartes españoles en la histórica victoria precisamente contra los malteses en Sevilla por 12-1, que dio el pase al torneo continental.

En el verano de 1984 disputó su segunda Eurocopa donde esta vez sí la actuación de España fue magnífica. Titular en la fase de grupos en la que se lograron empates frente a Rumania y Portugal y una victoria in extremis ante Alemania, también fue de la partida en la semi contra Dinamarca que se decidió desde los once metros. Pero una sanción en dicho choque le impidió disputar la final, al igual que le ocurrió a Maceda, y el cuadro español sucumbió contra la Francia de Platini por 2-0.

Su segundo Mundial llegó en 1986 en México, donde el protagonismo fue para su peroné. En el segundo partido del torneo se lo fracturó contra Irlanda del Norte y no pudo colaborar con el equipo que pese a su ausencia alcanzó los cuartos de final donde Bélgica les apartó de las semifinales en la tanda de penaltis. Un año más tarde el extremo fue noticia de nuevo en la selección por un esguince de tobillo que trajo una enorme tensión entre el jugador, el seleccionador Miguel Muñoz, la Federación Española de Fútbol y los servicios médicos del Real Madrid. Tras varias idas y venidas, y con José María García dentro de la polémica, se acabó perdiendo el encuentro que disputaron España y Albania en el Benito Villamarín.

El último torneo internacional al que acudió fue la Eurocopa de 1988. Era una época en la que fue elogiado por Gullit que le consideraba “el mejor jugador del viejo continente”. Gordillo salió de inicio en los tres partidos del grupo A, pero al caer contra Alemania en Munich finalizó el periplo de España en la Eurocopa y el suyo con el combinado nacional.

En su vida posterior al balompié ha sido presidente del Real Betis, delegado, presidente de la Fundación del Real Betis, ha formado parte de la secretaría técnica y fue jugador de la Liga Indoor con el cuadro verdiblanco. También regresó al Ecija para trabajar como director deportivo y asesor futbolístico del equipo andaluz.

El Real Madrid acumulaba dos campañas de sequía total de títulos hasta que en la temporada 1984-1985 volvió a colocar dos nuevos entorchados en la sala de trofeos de la entidad. Ese curso tomó las riendas del banquillo Amancio aunque no terminaría todo el año futbolístico siendo sustituido por el ‘apagafuegos’ Molowny. Además se incorporaría al equipo Jorge Valdano que integraría una formidable delantera junto a Butragueño y Santillana.

El ariete cántabro era el veterano y junto a él estaban una joven promesa de la cantera que llevaba diez meses en la primera plantilla y un futbolista argentino fichado del Real Zaragoza. El ‘Buitre’ empezaba ya a dar muestras de su fantasía, astucia, desborde en espacios reducidos, olfato de gol, sangre fría, inteligencia y una pausa en el área rival que desesperaba a los zagueros. Por su parte el sudamericano fue un jugador hábil, escurridizo, magnífico en la definición y con espacios y eficiente de cara al marco contrario.

En el Campeonato de Liga las cosas no funcionaron y el conjunto blanco centró sus esfuerzos en la competición continental, la Copa de la UEFA. El trío se estrenó en la vuelta de los dieciseisavos de final contra el Rijeka yugoslavo. En la ida se había caído por 3-1 y tocaba remontar. Butragueño no fue titular pero los goles llegaron cuando saltó al césped. Juanito marcó el primero y en dos minutos Santillana y luego Valdano culminaron el 3-0 con el que se accedió a octavos. Allí el Anderlecht doblegó con contundencia a los merengues en Bruselas y en la vuelta de nuevo debía realizarse una gesta. Y se logró. Los tres delanteros titulares en esta ocasión jugaron a un nivel excelso y colaboraron con cinco de los seis goles del Real Madrid. Butragueño hizo un ‘hat-trick’ y Valdano un doblete en el día que nació el miedo escénico del Bernabéu.

Por distintas circunstancias no volvieron a coincidir hasta la final pero en el partido de ida contra el Videoton húngaro resultaron decisivos otra vez. Santillana y Valdano anotaron una vez cada uno y con otro gol de Míchel sentenciaron el título europeo aquel año pese a caer en la vuelta en el coliseo merengue por la mínima. Para redondear la campaña se levantó la Copa de la Liga aunque en esta competición Molowny optó por dar minutos a algunos jugadores menos habituales y el tridente no concurrió a la vez en el terreno de juego.

Aquel verano de 1985 acababa de acceder a la presidencia Ramón Mendoza y entre sus fichajes hubo un mexicano del Atlético de Madrid de nombre Hugo Sánchez. El azteca junto a Butragueño formaría uno de los mejores dúos atacantes de la historia del fútbol español. En el siguiente lustro el Real Madrid conquistaría cinco Ligas, una Copa de la UEFA, una Copa del Rey y tres Supercopas de España y en buena parte se debió a estos dos prolíficos anotadores.

El azteca firmado del viejo rival de la ciudad tras un traspaso puente con la UNAM fue un ariete formidable. Un artillero rematador como pocos en la historia del balompié mundial. El área era su parcela natural y si el balón le llegaba la efectividad para introducir el balón en la portería era altísima. Era un futbolista zurdo y también descollaba en los tiros libres. Su compenetración con Butragueño fue extraordinaria y se entendían a las mil maravillas casi sin mirarse. Consiguieron más de 200 goles en esos años aunque la espina clavada que se les quedó para siempre fue no poder obtener la tan ansiada Copa de Europa.

La Liga regresó a Chamartín después de cinco temporadas y se logró arrollando a sus rivales. Hugo y Butragueño marcaron 32 de los 83 tantos del equipo y además el mexicano fue el ‘Pichichi’ de la competición. Dejaron grandes partidos para la hemeroteca como ante el Athletic con un doblete del azteca, el Sevilla con los dos tantos del canterano, un 5-1 a Las Palmas con ambos interviniendo en cuatro dianas o el 3-1 al Barcelona en casa que sentenció prácticamente la Liga. Pero su gran papel no se redujo al Campeonato Nacional sino que en la UEFA volvieron a deleitar con brillantes encuentros. Frente al AEK de Atenas ayudaron a pasar en la vuelta con dos goles pero fue el choque contra el Inter de Milán donde dieron lo mejor de si mismos. Después de perder 3-1 en el Giuseppe Meazza hacía falta otra remontada heroica y con un 5-1 en Madrid doblete de Hugo incluido se obtuvo. Días más tarde la final quedó encarrilada en el Bernabéu al ganar al Colonia por el mismo resultado que contra los ‘nerazzurri’ y excelente labor de los atacantes.

En los dos cursos posteriores con el neerlandés Beenhaker al mando de las operaciones llegaron otras dos Ligas. La dupla resultó incontenible para los rivales y Hugo aumentó su palmarés individual con otros dos premios de mejor artillero del torneo. Seis dianas al Betis en el Villamarín, tres al Mallorca, tres al Logroñés, cuatro al Cádiz en el Carranza, tres al Sevilla, tres al Sabadell u otros tres al Atleti en el Manzanares tuvieron como denominador común a los dos delanteros marcando y causando grandes dolores de cabeza a los defensas contrarios.

En la temporada 88-89 al título de Liga se añadieron esta vez el de la Copa del Rey y la Supercopa de España para obtener tres trofeos en el mismo curso desde 1957. La Supercopa se ganó al Barça por un global de 3-2 y con Hugo mojando en la ida en casa y Butragueño anotando un tanto clave en el Camp Nou. En la Liga se empezó al ralentí pero cuando se puso la velocidad de crucero el equipo fue inabordable. La gran pareja hispano-mexicana se lució en campos como Sarriá, La Condomina o La Romareda además de en el Bernabéu y los blancos aventajaron en cinco puntos al F.C. Barcelona. Por su parte en el torneo del KO fueron básicos a partir de las semis contra el Atlético de Madrid. En el Vicente Calderón se venció por 0-2 con una diana del ‘Buitre’ y en la vuelta otra diana del siete otorgó el pase a la final. Allí el Valladolid fue la víctima aunque el héroe esa tarde fue Gordillo al anotar después de una combinación entre el madrileño y el mexicano.

El último año victorioso de la ‘Quinta’ se produjo en la temporada 89-90. Había un nuevo inquilino en la parcela técnica, el galés Toshack, que llevó al plantel blanco a una Liga de récord con 107 goles marcados, 38 de ellos (todos al primer toque) de Hugo Sánchez que se volvió a llevar el Trofeo ‘Pichichi’. El azteca maravilló en choques como ante el Valencia, el Zaragoza, el Tenerife, el Barça, el Cádiz o Logroñés y Castellón (firmando sendos hat-trick) bien secundado por el siete que se unió a su fiesta goleadora. Los capitalinos sumaron 63 puntos y sacaron nueve a su más inmediato perseguidor el Valencia. El triunfo liguero permitió disputar la Supercopa de la campaña siguiente en lo que sería la despedida en forma de trofeo para el fenomenal dúo ofensivo madridista. Se dio un auténtico repaso al F.C. Barcelona al doblegarle en su feudo y avasallarle en el Bernabéu por 4-1 con dos goles de Hugo, uno del ‘Buitre’ y otro mítico de Aragón desde 40 metros.

A mediados de los 90 y tras cuatro años de ausencia la Liga regresó a Chamartín. Valdano que había dejado a los blancos sin dos Ligas en Tenerife le devolvió una como técnico merengue. Nadie pensaría en la pretemporada blanca que dos hombres vitales para esa conquista fueron los delanteros Ivan Zamorano y Raúl González. El primero no contaba para el entrenador argentino y el segundo empezó la campaña en el Real Madrid C. El chileno firmado del Sevilla en 1992 tenía en su remate de cabeza, su poderoso salto, su olfato de gol, su fuerza física y su gran coraje sus virtudes más destacables. Mientras que el segundo que se convertiría en leyenda de la entidad fue un futbolista excelso, no era sobresaliente en muchas cosas pero era un notable en todas. Listísimo, oportunista, ambicioso, indetectable dentro del área, un depredador del gol que sabía lo que había que hacer en cada parte del terreno de juego. Obstinado siempre en mejorar, fue un competidor nato.

La pareja no coincidiría sobre el césped hasta el debut de Raúl en aquella tarde célebre en La Romareda donde hizo todo bien menos marcar. Una semana más tarde sí lo logró en el derbi contra el Atleti en un choque en el que también anotó Zamorano en dos oportunidades para el definitivo 4-2. A partir de entonces el frente de ataque fue incuestionable para Valdano que vio cómo sus chicos le dieron la razón con triunfos ante el Valencia en Mestalla, el Real Oviedo o el Valladolid con un doblete del chileno. Comenzaba el año 1995 y el día 7 de enero visitaba el Bernabéu el campeón de Liga, el F.C. Barcelona. 90 minutos después quedó claro que había un cambio de ciclo en el fútbol español tras un legendario 5-0 con triplete de Zamorano y buena actuación de Raúl. Ese triunfo dio alas al equipo que puso la directa hacia el título. El de San Cristóbal de Los Ángeles se doctoró con goles contra el Celta, Sevilla o Zaragoza y el ariete sudamericano que fue ‘Pichichi’ con 28 dianas aseguró el alirón contra el Depor con un gol de volea ante Liaño a cinco minutos de la conclusión del duelo.

La conquista de la 7ª Copa de Europa permanecerá siempre en la memoria de los aficionados blancos por todo lo que supuso, mientras que muchos llevaban décadas esperando volver a contemplar al Madrid reinar en Europa, para otros significó ver por primera vez al equipo de sus amores levantando la ‘Orejona’. Y ese curso de 1997-1998 con el técnico Jupp Heynckes en el banco tuvo a tres hombres en la línea del ataque: Raúl que jugó tirado a la izquierda para dejar hueco al montenegrino Pedja Mijatovic y al ariete Fernando Morientes.

Mijatovic -traído con mucho ruido del Valencia por la cláusula de 1.426 millones de pesetas- fue un futbolista de gran calidad técnica, visión, velocidad, remate, buen dominio de las dos piernas y magnifico lanzador de faltas. Por su parte, el cacereño firmado del Zaragoza era un nueve de rachas, un delantero cuya mejor arma era el juego aéreo pero que también dominaba los dos pies, era un notable rematador, se movía con inteligencia, realizaba buenos desmarques y poseía lucha y fuerza.

En la Liga pronto el conjunto capitalino quedó descolgado pese a notables actuaciones de los delanteros en varios duelos como ante el Sporting con dianas de Raúl y Morientes, el Tenerife con otro tanto del extremeño y uno del balcánico, el Compostela en San Lázaro con doblete del nueve y un gol del número ocho o el Real Valladolid y el Real Mallorca en casa. La Copa tampoco trajo aspectos positivos después de una dura eliminación frente al Alavés y fue en la Champions League donde se centró toda la atención.

El trío apareció en el debut de la competición con una brillante victoria contra el Rosenborg y regresó en la vuelta de los cuartos de final. Esperaba un Bayer Leverkusen que se marchó del Bernabéu con tres tantos a la espalda, el segundo de ellos obra del ‘Moro’. El entrenador teutón volvió a confiar en ellos para la recordada ida de semis frente al Dortmund y no le decepcionaron. Los atacantes realizaron un estupendo partido y el Madrid ganó por 2-0 abriendo el camino del triunfo Morientes. Su gran confirmación para figurar entre las mejores vanguardias merengues llegó el 20 de mayo de 1998 en Amsterdam. El trío integró una alineación histórica y uno de ellos, Pedja Mijatovic, con su famoso gol batiendo a Peruzzi dio al club madrileño la más ansiada de sus Copas de Europa.

La salida de Mijatovic a la Fiore en 1999 reubicó de nuevo a Raúl a la posición de segundo punta para constituir un fenomenal tándem con Morientes que duraría tres campañas y llenaría aún más las vitrinas de la sala de trofeos. Dos Champions, una Liga y una Supercopa de España fueron el premio para una pareja que además también se hizo elemental en la selección española por lo bien que se entendían.

En otra campaña movida en el seno merengue, con cambio de entrenador incluido, la desconexión de Liga hizo que se apostara todo de nuevo a la competición fetiche de la entidad de Chamartín. Llegó Anelka, un delantero francés para competir con Morientes, pero su nula adaptación hizo que el cacereño continuase en su puesto o en todo caso y cuando entró Del Bosque como técnico jugasen los tres en determinados encuentros. La pareja Raúl-Morientes despegó tras un choque contra el Oporto en la liguilla de Champions en la que los locales vencieron por 3-1 con un tanto del ‘Moro’. A continuación también desarbolaron al Olympiakos y en la segunda fase le tocó el turno al Dinamo en Kiev con dos goles fundamentales suyos y al Rosenborg en el Bernabéu. El sorteo deparó a los merengues el formidable Manchester United en cuartos pero en Old Trafford en un partido memorable el Madrid venció por 2-3 en un encuentro antológico de Raúl que contó con su socio a su lado. En semifinales el técnico salmantino ya introdujo la variante de Anelka al lado de los dos españoles que se vengaron del Bayern Munich en la ida con un 2-0 magnífico que abrió el camino a la final. En ese duelo por el título el adversario fue un gran Valencia que no pudo detener el poderío atacante blanco que se llevó el choque y el título en París por 3-0, con goles de Morientes, McManaman y otro del eterno siete madridista.

Al año siguiente la consecución de la Liga fue muy importante tras cuatro años sin conseguirlo. Morientes tuvo problema con las lesiones y Guti sorprendió por su capacidad para adaptarse con éxito a la posición de nueve. Aun así, Raúl que acabó como ‘Pichichi’ con 24 goles y el ‘Moro’ coincidieron en muchos partidos y resultaron elementales su compenetración y su simbiosis en el césped para superar entre otros al Celta, el Oviedo, la Real con un doblete de Morientes y un gol de Raúl, el Real Zaragoza o el Numancia en casa y el Villarreal, el Espanyol, el Alavés o el Osasuna en un partido básico para el título lejos de la capital.

Su último curso exitoso fue el de 2001-2002 en el que cayó la 9ª Copa de Europa y la Supercopa de España para el Real Madrid. En la Supercopa se aliaron a la perfección para imponerse al Zaragoza con un encuentro de vuelta sensacional de Raúl que firmó un ‘hat-trick’ ante su público. Mientras que en la Champions su alianza se hizo esperar hasta la segunda liguilla de la competición. En esa fase cumplieron con nota ante el Sparta de Praga en la capital checa con dos goles de Morientes o en la victoria en Madrid contra el Panathinaikos. En cuartos salieron de inicio en otro duelo célebre ante el Bayern al que se remontó en el templo merengue y posteriormente formaron en la final en Glasgow contra otro equipo teutón, el Bayer Leverkusen. Raúl y su pillería dieron la ventaja a los blancos y Lucio empató poco después. Justo antes del descanso Zidane anotó un gol de época y aunque Morientes tuvo varias oportunidades no logró superar a Butt. Aún así y con sufrimiento se ganó por 2-1 y otra ‘Orejona’ reservó su plaza en la sala de trofeos.

En verano Florentino Pérez fichó el último día de mercado a Ronaldo Nazario que venía de ganar el Mundial con Brasil. El aterrizaje del brasileño desplazó a Morientes del once y Raúl encontró a un nuevo colega en el ataque. Ambos convivieron cuatro años y medio juntos pero la mejor etapa duró un curso y medio en el que ampliaron su palmarés con una Liga, una Intercontinental y una Supercopa de España.

Las lesiones hicieron mella en Ronaldo pero aún tenía una arrancada imparable. A eso había que sumar su calidad técnica, su remate con la derecha y la izquierda, su habilidad innata, su fría y eficaz definición y un majestuoso uno contra uno ante los porteros rivales. Raúl entendió perfectamente el estilo de juego del carioca y con sus asistencias y pases al hueco le dio la oportunidad de marcar numerosos tantos. Concretamente en la Liga 2002-2003 sumaron entre los dos 39 dianas de las 86 que alcanzó el plantel. Sus primeros grandes triunfos fueron ante el Sevilla y una semana después en Mallorca con doblete de los dos. Luego el Valencia en un partido fantástico en el Bernabéu, el Celta en Balaídos, el Real Betis o el Alavés con un triplete de Ronnie fueron sus siguientes víctimas. En la recta final del Campeonato brillaron también contra el Depor o el Valencia en Mestalla con dos dianas del brasileño hasta que llegó el derbi. En el Calderón aplastaron a los colchoneros por 0-4 con sendos dobletes y el Madrid alcanzó la cima de la clasificación. Una semana después se cantó el alirón con otros dos goles de Ronaldo y uno de Roberto Carlos y se logró la 29ª Liga.

Además se obtuvo la Intercontinental contra el Olimpia donde uno de los goles lo anotó Ronaldo y a comienzos de la campaña 2003-2004 en la que el carioca fue mejor artillero del Campeonato Nacional con 24 dianas, se doblegó al Mallorca en la Supercopa merced a una gran actuación de la pareja que fueron los autores de dos de los tres goles del equipo. En sus siguientes años en los que concurrieron de forma habitual en las alineaciones no se alzó ningún título más pero si dejaron actuaciones excelentes y muy recordadas como ante el Valladolid al que Raúl le hizo tres tantos en un 7-2, un derbi frente al Atleti en el que marcaron ambos (Ronaldo a los 20 segundos), la victoria en el Camp Nou tras 20 años sin conseguirse, otro partido ante los colchoneros que finalizó 0-3 en el Manzanares, un 4-2 en el Bernabéu contra el Barça con los dos anotando o choques europeos en los que el Olympique de Marsella, la Roma o la Juventus hincaron la rodilla en Madrid.

Raúl finalizó su famosa lista de camaradas en el ataque blanco con el neerlandés Ruud Van Nistelrooy. Después de la ‘era galáctica’ el antiguo artillero del Manchester United se enroló en las filas madridistas tras abonar el club de Concha Espina 15m€ por su traspaso. Castigado por una grave lesión de rodilla Van Nistelrooy aún guardaba características fantásticas como su esplendorosa capacidad de rematar, su instinto de ‘killer’, su inteligencia, su colocación y su manejo exquisito de ambas piernas.

Con ellos se ganaron dos Ligas, una que parecía imposible con Capello al frente y un año después con el teutón Schuster a la cabeza del vestuario blanco. La primera gran noche de estos dos delanteros gigantescos fue en el Bernabéu contra el F.C. Barcelona, un día en el que el Real Madrid impuso su ley en casa por 2-0 con sendos goles del español y el neerlandés. Poco después el ‘orange’ le hizo cuatro a Osasuna y un gol del eterno siete les dio el triunfo contra el Valencia en Mestalla. La diferencia con el Barça fue menguando y en ello fue protagonista Van Nistelrooy con sobresalientes actuaciones ante los che o el Sevilla en el Bernabéu y el Athletic y el Real Zaragoza en San Mamés y La Romareda respectivamente. En el mítico alirón contra el Mallorca fueron los titulares del once aunque una inoportuna lesión dejó al de Oss fuera de concurso a la media hora. Eso sí, acabó siendo el ‘Pichichi’ esa campaña con 25 goles.

En el curso venidero Schuster basó su sistema de ataque en esta gran pareja que sumó 34 dianas entre los dos. El Villarreal fue el primer equipo de la temporada en ser vacunado con un 0-5 en El Madrigal donde mojaron ambos. El Depor en el estadio de La Castellana o el Valencia también sucumbieron a su poder anotador en apenas dos semanas donde Van Nistelrooy firmó tres goles y Raúl dos. Fuera de casa fueron especialmente efectivos en los triunfos contra el Athletic, el Levante o el Atlético de Madrid antes de que una sinovitis le obligase a pasar por el quirófano y le apartase dos meses de los terrenos de juego. Volvió con la Liga en el bolsillo aunque pudo finalizar el año futbolístico marcando en Zaragoza y un doblete frente al Levante en el Bernabéu.

La última fabulosa delantera se formó en 2013 y aún sigue dando noches de gloria a los aficionados blancos. Está formada por Cristiano Ronaldo, máximo goleador histórico, Karim Benzema y el galés Gareth Bale. El tridente conocido como la BBC es uno de los ejes ofensivos más demoledores que existen y en sus ya cuatro campañas juntos han dejado numerosas víctimas a su paso y más de 325 tantos. Dos Copas de Europa contra el Atlético de Madrid, una Copa del Rey, dos Mundialitos y dos Supercopas de Europa son los títulos que han logrado en ese tiempo donde además han asaltado feudos como el Camp Nou, el Vicente Calderón, el Allianz Arena, el Ali Sami Yen, el Arena AufSchalke o el Arena de Lviv además de fantásticas victorias en Chamartín ante el Sevilla, el Athletic Club, el Liverpool, el Borussia Dortmund o Wolfsburgo y goleadas de otra época frente al Granada (anotaron ocho de los nueve goles), el Depor en Riazor o el Rayo Vallecano (firmaron nueve de los diez tantos).

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