Las mejores firmas madridistas del planeta

El equipo blanco se encuentra en una encrucijada con Mbappé de por medio

Mbappé: ciento sesenta millones de euros. Y parece una rebaja. Una oferta. También un llamamiento a comprar ahora o callar para siempre. Con trescientos millones menos de ingresos, en el Real Madrid casi toda operación (y más una como esta) parece dificilísima. Y no sólo desde el punto de vista económico, sino también personal y deportivo. La venta de jugadores importantes como único medio para acometer la compra del francés (algo que yo mismo planteaba aquí como una fantasía y que sin embargo podría ser hoy una necesidad) quizá dejaría una herida abierta en el equipo en demasiados aspectos que tardaría en cicatrizar.

Se puede hacer llover con Mbappé, Pero posiblemente sea una lluvia torrencial cuyas consecuencias hay que prever

¿En qué ambiente llegaría en este caso Mbappé al Real Madrid? No sería un comienzo ideal ni parece el escenario más adecuado tras un esfuerzo tan grande en todos los sentidos. Mbappé debería ser la guinda de algo ya creado y no el origen. ¿Qué debería hacer el Madrid en esta disyuntiva? Parece casi impepinable realizar movimientos en una plantilla gastada y en peligro, si no en estado ya, de endogamia. Pero es tiempo de audacia. La transición planeada ha sufrido importantes inconvenientes (el mayor de ellos la pandemia) por diversas circunstancias que han interrumpido el flujo previsto. El río no corre y el caudal baja. Y no llueve. Hay que liberar la corriente y aumentar el caudal como se pueda para no quedarse secos.

Mbappé Neymar

Se requiere una gran obra de ingeniería. Y se puede hacer llover con Mbappé en el equipo. Pero puede ser una lluvia torrencial cuyas consecuencias hay que prever. El Real Madrid no puede ser Indiana Jones en medio de la jungla delante de Kylian, el ídolo sagrado, intentando calibrar a ojo su peso para llevárselo y dejar a cambio una bolsa y luego fracasar y que se le desmorone el templo encima. Estoy seguro de que no es así. Es un desafío empresarial y deportivo llevado a cabo al borde de un desfiladero, donde a lo mejor Mbappé, a quién a casi todos los aficionados nos gustaría ver en el Real Madrid, es una tentación indebida.

¿Si lo fue Neymar en su día por doscientos y pico millones en plenitud económica, no lo es hoy Mbappé por ciento sesenta en escasez? Lo que sí parece necesario es el movimiento, bien para el intercambio y el comercio valiente, sagaz, intrépido incluso, o bien para decidir aguantar una sequía ¿temporal? con la juventud adquirida y esperar a que haga estallar la tormenta. No tengo todos los datos, como mucho los mismos que usted, y por eso estoy convencido de que existen más alternativas.

Hay talento (el mismo que dirigió al club hasta la cumbre) para reinventarse en una baldosa como le pedían a Modric en el Bernabéu

Pero el Real Madrid tiene que decidir, y tiene que hacerlo cuanto antes. Puede que lo haya hecho ya, aunque aún no lo sepamos. La irrupción del Covid, principalmente, ha provocado importantes desperfectos en una gestión hasta entonces modélica que tiene que reinventarse de urgencia. Yo estoy seguro de que hay talento (el mismo que dirigió al club hasta la cumbre) para moverse en una baldosa de este terreno pandémico. Un talento como el que se le pedía a gritos a Modric en el Bernabéu (“¡Inventa, Lukita!”) cuando había que hacer algo rápido más allá del esquema que no servía para ganar.

 

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El jugador del Real Madrid por el que más dinero estarían dispuestos a pagar otros equipos es Casemiro. Pagarían por él hasta 72 millones de euros. El segundo jugador madridista con mayor valor de mercado es Varane (casi 70 millones) y el tercero Courtois (68). El jugador más caro de adquirir del mundo es Mbappé y sus 200. Neymar está en torno a 125, como Salah. Y por Haaland ahora mismo habría que apoquinar 100. ¿Saben que valor de mercado le dan a Ramos? 14, los mismos que Lucas Vázquez.

Por Modric pagarían tan sólo 12. Es la edad. Porque Cristiano hoy vale lo mismo que Varane. ¿Y Messi? Messi tiene un valor de 80, como De Ligt, el jugador más costoso de la Juventus, que tiene veintiún añitos. Por Hazard se dice que pagó 100 el Madrid y hoy vale 50. La mitad. Estaba curioseando estas cifras y me ha dado por jugar a manager como parecía que jugaba Brad Pitt en aquella película, Moneyball (Rompiendo las reglas), comprando y vendiendo por teléfono en cuestión de segundos jugadores de béisbol.

Me he preguntado qué necesita el Real Madrid para recuperar el esplendor de anteayer con un presupuesto ajustado. En Moneyball el entrenador Billy Beane realizaba los fichajes por estadísticas, eligiendo a jugadores que los ojeadores rechazaban de plano por las apreciaciones habituales. En Zidane hay algo de Billy Beane en cuanto a su capacidad de reconversión y renacimiento de jugadores. Recuerdo que Beane (hablo de memoria y con desconocimiento del béisbol) reclutaba a un bateador en paro, lesionado en un codo, para jugar de pitcher.

Eso lo vio Peter Brand, el joven economista que aconsejaba los fichajes, analizando al detalle las estadísticas personales de los jugadores. Me estaba preguntando cosas casi impreguntables, casi madridísticamente irreverentes. Con este sistema único, o con uno similar o adaptable, ¿valdría la pena, por ejemplo, fichar a Mbappé? Claro que hay otras variables a tener en cuenta. Y en el otro sentido, ¿valdría la pena, por ejemplo, vender a Varane?

Mbappé

 

El juego resulta casi perverso, casi inmoral para un madridista antiguo como yo, pero a la vez interesante. Digamos que Varane (70) y Asensio (35) suman un Haaland. O Varane, Hazard, Isco y Vinícius hacen a Mbappé. Si hoy vendes a Hazard y a Lucas Vázquez tienes a Cristiano de vuelta. Y si sumas a Marcelo podrías comprar a Messi. No debe de ser tan sencillo, o a lo mejor sí, pero seguro que muchos dirían que sí con los ojos cerrados a más de una de estas fantasías.

Y las llamo fantasías, pero, ¿tan alejadas están de la realidad? Desde luego, habría que pensarse mucho desprenderse de Varane. ¿Y de los demás? Sería apostar fuerte, lejos de la contención y la mesura acostumbradas o aparentes. Los últimos casos de James o de Bale invitan a la apuesta. O a planteársela. Semejante devaluación, todo un derrumbamiento, se convierte en un buen problema. Adelantarse a ello es una solución audaz, pero con mala cara. Sería tan feo como haber vendido a Redondo no por necesidad sino por un (supuesto) bien mayor.

Vender en lo alto como haría el PSG con Mbappé y el Dortmund con Haaland. ¿Cómo convencer a la gente de que es una buena idea desprenderte de Varane como hacían en Moneyball? Aquel equipo ganó desprendiéndose de casi todas sus estrellas y fichando eficiencia en base a unos cálculos estadísticos. Pero tuvieron que esperar a ganar para convencer. Y en el ínterin fue un calvario para Beane y los propietarios.

Yo no me refiero a tanto. El Madrid son los Yankees y no los Athletics de Billy Beane, aunque los Athletics de Billy Beane ganaran a los Yankees. Es más, yo hablo de la posibilidad de fichar a los más cotizados, por precio y edad, vendiendo en base a cálculos estadísticos (y monetarios, no faltaba más) que por supuesto pueden ir más allá en todas direcciones, dándole otra vuelta de tuerca a la tradicionalmente vanguardista visión empresarial de Chamartín.

¿Quién ocuparía el lugar de los jugadores vendidos? No lo sé. Yo no sé nada, sólo estoy jugando. Pero Odegaard y Valverde no parecen malos candidatos, incluso sólo para revalorizarse.

 

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La Liga y los clubes españoles tienen problemas de competitividad

Estamos estos días en plena efervescencia de la temporada de fichajes, que este año concluye el 5  de octubre, tres semanas después de haberse iniciado la competición liguera. Por lo visto hasta el momento, y por lo que se puede vislumbrar al respecto, me atrevo a sacar una primera y descarnada conclusión: la Liga española sigue languideciendo, tanto per se como por comparación con las otras cuatro grandes competiciones del viejo continente. Y tanto por razones futbolísticas como por otras varias. El enfermo presenta un mal diagnóstico y los responsables de nuestra industria futbolística, que representa casi el 2% del PIB español, se tendrán que ocupar de aplicar un buen tratamiento. Pero mucho me temo que tendrá que ser a partir de la temporada 21-22 porque en esta parece que el pescado está casi todo vendido.

Neymar y Mbappé..

Según el ranking 2020 de la revista Forbes, publicado esta semana, los diez futbolistas mejor pagados en todo el mundo son: 1º) Lionel Messi (Barcelona), que encabeza la tabla con 107 millones de ingresos (78 por salario + 29 por publicidad y derechos de imagen); 2º) Cristiano Ronaldo (Juventus), con 98 (58+40); 3º) Neymar (PSG), con 80 (65+15); 4º) Mbappé (PSG), con 35 (23+12); 5º) Mohamed Salah (Liverpool), con 31 (20+11); 6º) Paul Pogba (Manchester United), con 28 en total; 7º) Antoine Griezmann (Barcelona), con 27; 8º) Gareth Bale (Real Madrid), con 24; 9º) Robert Lewandowski (Bayern de Múnich) con 23; y 10º) David de Gea (Manchester United), con 22 millones.

Como se ve, tres equipos tienen una dupla de jugadores en esta lista corta: Barça, PSG y Manchester United. El Real, tras la salida de Cristiano hace dos años, incluye solo a Bale, jugador que según parece no figurará en la próxima lista (al menos como madridista)… Por países, Francia es el único que aporta tres (sus campeones del mundo están muy cotizados). Y, entre los jugadores españoles, solo vemos a De Gea (el portero mejor pagado del mundo).

De las múltiples transacciones que se están realizando, podemos constatar que en España no se está quedando ninguna de las grandes figuras

De las múltiples transacciones que se están realizando estas semanas, podemos constatar que en España no se está quedando ninguna de las grandes figuras, ni de las mayores promesas; todos tienen ya abultadísimos cachés y van a equipos de esas otras grandes ligas. Sobre todo a la inglesa, pues allí es donde se mueve el dinero de los mayores derechos de televisión de todo el planeta, y a la francesa, cuyos clubes son propiedad de grandes fondos de inversión (algunos incluso soberanos)… o de magnates del petróleo… o de millonarios empresarios asiáticos… En Alemania las cosas se hacen muy bien y su liga atrae a nuestros jugadores. Y, en Italia, los beneficios fiscales de los que gozan los jugadores han contribuido al ‘efecto llamada’. Circunstancias que en España están afectando más de lo deseable, pues nuestros dos mayores esperanzas siguen siendo clubes deportivos que pertenecen a sus socios y que no obtienen ingresos ajenos a la industria del fútbol (contra ellos parece difícil competir).

Cristiano Ronaldo.

En España, dada la especial virulencia de la crisis socioeconómica provocada por la pandemia, los clubes se están demostrando más débiles de cara a recuperar la senda de la competitividad y del crecimiento. En el caso del Barcelona, el ejercicio se cierra con una caída del 30% de los ingresos previstos y unas pérdidas cercanas a los 100 millones; todo augura nuevos recortes para el año próximo, no poder hacer buenos fichajes, quizá tener que cerrar algunas de sus secciones deportivas y rebajar el sueldo de sus futbolistas por segundo año consecutivo.

En el Real Madrid, quizá porque se vio venir y ante el temor de llegar a tener que alterar el proyecto de remodelación del estadio, se ha impuesto un implacable rigor presupuestario que le ha permitido obtener un exiguo beneficio de 320.000 euros. Este año no se hará ninguno de los fichajes que el club tiene en cartera (se dejan para 2021) y las prioridades se han centrado en vender futbolistas para enjugar la merma del negocio, en este curso y el que viene.

LaLiga tampoco ha podido cumplir sus objetivos. La gestora de nuestro fútbol profesional facturó  un 2% menos en 2019-20 y el área de comercialización de derechos audiovisuales se redujo también en un 2,6%

LaLiga, por su parte, tampoco ha podido cumplir sus objetivos. La gestora de nuestro fútbol profesional facturó en 2019-20, en términos consolidados, 1.921 millones de euros, frente a los 1.957 del ejercicio anterior (-2%); el área de comercialización de derechos audiovisuales, una de las más expansivas en los últimos años, se redujo también en un 2,6%. No parece complicado aventurar que este año habrá menos dinero para nuestros clubes de Primera y Segunda divisiones y que su debilidad económica todavía se acentuará un poco más.

Dicho lo cual ¿cómo aguantar el tirón y recuperar cuanto antes la senda del crecimiento? No tengo ni idea, por supuesto… No soy economista ni conozco en detalle la situación de cada club (habrá que ir viendo resultados, uno a uno). Pero pienso que los clubes que hayan hecho bien sus deberes serán menos vulnerables; los que tengan menor endeudamiento estarán mejor; los que tengan buenas canteras y plantillas jóvenes -y apuesten por ellas- lo superarán antes.

Real Madrid, Barça, Atlético y Sevilla, baluartes del fútbol español

A Barça, Real, Atlético y Sevilla, así como a los demás equipos españoles que intervengan cada año en la competiciones europeas o internacionales, les toca seguir siendo los baluartes de nuestro fútbol patrio por su capacidad de contratar a algunas de esas figuras rutilantes y de llevarlas hasta audiencias lejanas. El club catalán ha hecho buenas incorporaciones este verano, pero no ha podido iniciar el nuevo proyecto que su presidente anunció. Le ha resultado imposible vender a sus ‘descartados’ (me remito a la inacabada crisis de Messi, que se puede ir en 2020 y sin dejar un euro) y la nómina de su plantilla lastra por completo el presupuesto. Además, hay convocadas elecciones para marzo de 2021. Una ‘crisis’ en ciernes.

Eduardo Camavinga.

En el Real Madrid, salvo que se produzca un milagro en forma de otras varias ventas de jugadores, más ajustes de salarios por parte de la plantilla o ingentes recortes en los costes de gestión, me temo que no será fácil afrontar en un solo verano los cuatro fichajes soñados: Mbappé, Haaland, Camavinga y Upamecano. Tendrá que trabajar el Club simultáneamente en esos frentes, además de apostar seriamente por sus jóvenes (es el momento), finalizar cuanto antes las obras del estadio y ponerlo en explotación de inmediato y -quizá- se tendrá que contraer algún tipo de endeudamiento. Seguro que el presidente no lo desea y tratará de evitarlo… pues estamos en una coyuntura de palabras mayores. Pero quizá no haya otra manera.

Y seguro que Javier Tebas (LaLiga) y muchos responsables políticos estarán deseando que ese proyecto Real llegue a buen puerto, pues con ellos la plantilla del Madrid sería sin lugar a dudas una de las mejores del mundo y el mayor reclamo planetario posible. No es fácil, insisto, pero parece el único gran proyecto ilusionante a corto plazo. Paciencia, pues como diría el tango: “que un año no es naaa”.

 

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Las sólidas estructuras de los blancos son la principal ventaja frente a sus rivales

Tantas veces nos han relatado los supuestos errores que comete el Madrid que muchos no encuentran explicación a la sucesión de éxitos encadenados por la entidad en los últimos años. Quizás por eso nos han martilleado con un argumentario, débil como un neonato, en el que figuran grandes éxitos como la suerte, la pegada, el favor arbitral y el escaso valor de imponerse en una competición ‘de siete partidos’, pero que curiosamente todos quieren ganar (y casi ninguno puede). Tanto humo y excusas de saldo sólo atiende a un motivo; intentar que cale la idea de que todo lo que tenga que ver con el trece veces campeón de Europa es un desastre, aunque los fríos hechos indiquen todo lo contrario.

Decimotercera Copa de Europa del Real Madrid.

Si nos detenemos a hacer un análisis realista de la que podemos considerar la segunda era dorada del club y de las razones que condujeron a ella, comprobaríamos que, en realidad, todo es más sencillo y lógico de lo que la propaganda mediática ha difundido sin descanso. El Real Madrid ha ganado y puede seguir ganando porque ha hecho las cosas muy bien desde hace bastante tiempo construyendo una estructura sólida y resistente desde arriba hacia abajo. No niego que puedan existir organizaciones modélicas que se gestionen con un modelo horizontal o de otra forma alternativa, pero la historia de la humanidad nos enseña que una estructura piramidal liderada por personas con talento y competentes suele ser sinónimo de triunfo. En el caso del fútbol, es obvio que casi todos los equipos más exitosos de todos los tiempos han asumido y reforzado esta pauta.

En el Real Madrid hay tres personajes absolutamente claves. Se trata de Florentino Pérez, Zinedine Zidane y Sergio Ramos

Deteniéndonos en el caso concreto del Real Madrid, hay tres personajes absolutamente claves, líderes indiscutibles dentro de sus respectivos roles y claros puntales dentro del proyecto. Se trata de Florentino Pérez, Zinedine Zidane y Sergio Ramos, referentes en los despachos, el área técnica y el vestuario, respectivamente. En ningún caso pretendo decir que trabajen solos o que todo el mérito de los recientes tiempos de gloria les pertenezca en exclusivo a ellos. El presidente cuenta con el resto de la junta y ejecutivos que le ayudan en la toma de decisiones estratégicas que afiancen el presente y el futuro, Zidane tiene junto a él a un cuerpo técnico y de preparadores físicos de elite y Ramos está muy bien rodeado por otros referentes en los que apoyarse, como Marcelo, Benzema, Casemiro, Modric y varios jugadores más. No están solos, pero por esa tendencia tan perniciosa del periodismo yo también tiendo a personalizar en estos tres ‘jefes’ indiscutibles.

Marcelo señala el escudo.

Si contraponemos este esquema organizativo con el de los dos grandes rivales nacionales, encontramos evidentes diferencias que pueden explicar cómo el Madrid ha agrandado su leyenda en los últimos años, mientras sus principales enemigos intentaban sin éxito seguir su paso, hasta el punto de desfondarse a nivel económico al firmar fichaje tras fichaje. Tanto Barcelona como Atlético de Madrid han empleado modelos que en la práctica son unipersonales, con una figura ocupando permanentemente la pista central y gozando de un poder cuasi omnímodo. Ya hemos comprobado el shock en el que viven los azulgranas por el mero anuncio del adiós de la indiscutible piedra filosofal de su proyecto.

La hipotética despedida de Messi dejaría al FC Barcelona ante el abismo. Algo similar ocurriría en el Atlético de Madrid con Simeone

La delirante reacción de buena parte de aficionados e incluso de periodistas afines ante la marcha de Leo Messi es un claro indicativo de la importancia que ha llegado a adquirir la figura de alguien que no deja de ser un empleado con inevitable fecha de caducidad. Mientras se ganó, casi todos jalearon que muchas decisiones se tomaran desde una taquilla, en lugar de desde la lógica que debería imperar en los despachos. La hipotética despedida del argentino dejaría al club catalán ante el abismo, con directiva, cuerpo técnico y buena parte de la plantilla que permanece y tendrá que defender el honor del club muy cuestionados. Además, la entidad barcelonesa se enfrenta a brutales índices de endeudamiento, tras enlazar numerosas inversiones en carísimos futbolistas de cara a satisfacer el ansia de triunfos de su estrella, y sin reparar en lo peligroso que este brutal dispendio era para su futuro.

Simeone se lamenta.

Algo similar ocurre en el Atlético de Madrid, en su caso supeditando todo a los deseos de Simeone. El técnico es reconocido como la figura indispensable del proyecto, por encima de dirigentes y, obviamente, de jugadores. No se contempla un futuro sin él, lo que debilita las posibilidades de reconstrucción cuando, por un motivo u otro, se marche del club (circunstancia que acabará pasando). Las monarquías absolutistas dependen del tino de una sola persona, lo que incrementa notablemente las posibilidades de equivocarse. Es simple; dos cabezas piensan mejor que una, y tres mejor que dos. El hecho de depositar todas las esperanzas en un solo par de manos provoca además curiosos escorzos a la hora de pergeñar un discurso para defender la valía del modelo con un mínimo de credibilidad. Por eso, a ellos se les adjudica siempre todo el crédito, merecido o no, en las victorias. En cambio, cuando vienen mal dadas, la culpa se diluye entre todos los demás.

No es casualidad que Messi y Simeone sean los dos individuos con mejores salarios del fútbol español, con bastante diferencia sobre el resto

No es casualidad que Messi y Simeone sean los dos individuos con mejores salarios del fútbol español, con bastante diferencia sobre el resto. Sus emolumentos son equiparables (o superiores) a los de los CEOs de una gran corporación multinacional, mientras que sus responsabilidades en los fracasos de los proyectos que lideran suelen considerarse como las de un becario recién llegado. Sólo así se puede seguir justificando que una sola persona, que además no es el presidente, tome buena parte de las decisiones cruciales de sus clubes.

Todo se basa a la postre en la idea de equipo, la principal clave del éxito en cualquier deporte colectivo, incluyendo por supuesto al fútbol. El Real Madrid ha ido reforzando su armazón interno hasta alcanzar un funcionamiento grupal muy sólido, tanto sobre el terreno de juego como a nivel ejecutivo. No se trata de ningún invento e innovación, más bien de asumir los postulados organizativos más clásicos, refinarlos y reforzarlos con líderes que puedan inspirar, convencer, motivar… La idea esencial es crear un paradigma resistente, que siga funcionando aunque las personas, por muy importantes que sean, se reemplacen por otras. Entre las muchas enseñanzas que nos está dejando este convulso 2020, rescato una que nunca deberían olvidar a los madridistas: la entidad está muy por encima de cualquier individuo. Otros no pueden decir lo mismo.

 

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¿Está el Real Madrid a las puertas de un nuevo ciclo hegemónico?

La Liga concluyó hace apenas una semana con el resultado final por todos conocido: El Real Madrid es campeón, con cinco puntos sobre el Barcelona (87-82), cuando al comienzo de la reanudación era el Barça el que nos aventajaba en dos puntos. Una victoria bien merecida por los blancos que en los diez primeros partidos hicieron pleno y en el último -ante el Leganés- cedieron un empate. Fueron 31 de los 33 puntos posibles y eso merece a todas luces el premio del campeonato.

Pero como pasa siempre, al final de las competiciones brotan los ‘dramas’ en aquellos lares donde no se ganó y abundan los golpes de pecho entre los derrotados y perdedores. He leído estos días numerosas referencias de seguidores culés en el sentido de que esta liga no la ha ganado el Real, sino que la ha perdido el Barça. En sentido estricto ha sido así, pues los blaugrana mandaban en la tabla antes de la reanudación y en sus 11 partidos ellos cedieron 9 puntos. Demasiados cuando se aspira legítimamente a ser campeón.

Me pregunto por semejante actitud de tan mal perder (por cierto, asumida universalmente por el antimadridismo, del color que sea) y recuerdo al respecto las reflexiones de Pedro Delgado, nuestro gran campeón ciclista, entresacadas de una entrevista al suplemento Papel de El Mundo. Denunciaba el bueno de Perico uno de los principales defectos de nuestro modelo educativo para la vida: “Estamos enseñando a ganar, cuando deberíamos enseñar a perder”.

Tan solo hace falta pararse un instante y observar que, en todos los deportes, solo gana uno de los participantes y, como mucho, se reconoce el esfuerzo de otros dos o tres más (plata y oro, finalistas y semifinalistas, etc.); sin embargo, es cierto que, después, únicamente vale haber ganado… porque solo se recuerda al campeón, el único que pone muescas en el palmarés...

Pedro Delgado armaba reflexión con argumentos sacados de su propia experiencia: “Estamos enseñando a ganar, cuando deberíamos enseñar a perder. Porque, sencillamente, ocurre más. Yo corrí 11 Tours y solo gané uno. El deportista a lo que está acostumbrado es a convivir con la derrota. Pero estamos creando una sociedad de iconos victoriosos y nos olvidamos de la cantidad de trabajo y de derrotas que son necesarias para lograr una sola victoria. La de veces que antes de ser primero has sido segundo, tercero, último o has abandonado… Ganar es el objetivo, pero no es lo que define al deportista. Lo que le define es todo el trabajo que hace para intentar ganar. Lo logre o no. Cuando yo era segundo o tercero en el Tour, se vivía como un auténtico éxito. Ahora eres segundo y te dicen que sí, que bien, pero que has perdido. Me da pena que estemos creando una sociedad donde sólo vale ser el número 1”.

El Barcelona y el barcelonismo en el camarote de los Hermanos Marx

Por lo que se refiere a los aficionados del Barça, me atrevo a aconsejarles que deberían meditar durante un ratito y preguntarse por qué su equipo ha perdido la liga este año, en vez de buscar -como suelen hacer- todo tipo de excusas peregrinas, como las ayudas de los árbitros… o la flor de Zidane. Podrían reflexionar sobre por qué sus jugadores no han dado la talla… la razón oculta de las declaraciones de Messi (en la antesala de su retirada), tras la derrota contra Osasuna, enseñando a su entrenador la puerta de salida… el porqué del quilombo que hay montado en su club y la penosa situación económica en la que se encuentra la entidad. Aderezado, todo ello, con la antesala de unas elecciones presidenciales previstas para 2021 en las que Bartomeu se siente acosado por todos los flancos. Vamos que el club y el barcelonismo están más estresados que ‘El camarote de los hermanos Marx’.

Por un lado, Joan Laporta ya ha anunciado que será uno de los candidatos y parece que su intención es aterrizar de la mano de algunos jugadores históricos, entre otros Xavi Hernández como entrenador. Y, por otro, Sandro Rosell que, por ahora lo niega (dice que se lo ha prometido a su madre), pero que se deja querer, no se abstiene de opinar… ni de meter ‘cizaña’ con el fin de influir, porque en ningún caso se plantea ser neutral. En una entrevista concedida a L’Esportiu, Rosell critica el funcionamiento institucional del Club, vaticina un proceso electoral “a degüello” (¿…?) y advierte que la plantilla manda demasiado en el Club y que, en su opinión, hay que meter tijera: “Sin hacer una revolución, porque no puede hacerse por cuestiones de mercado y económicas, debe de realizarse una profunda evolución. Se tiene que renovar la plantilla. No toda, pero sí una buena parte”.

Y me fijo sobre todo en que pone Rosell el dedo en la llaga de un tema crucial: en su opinión, el Club debería ‘segregar’ las diferentes secciones, de manera que cada una pudiera actuar independientemente: “No podemos continuar siendo víctimas del lema ‘Més que un club’ (…) Que cada socio decida de qué secciones quiere ser socio y que cada sección tenga sus ingresos”. La crisis y la mala gestión se van a llevar por delante el concepto de club deportivo ‘supremacista’ que siempre han defendido los culés y que nos han espetado a los madridistas… Sería el principio del fin de una idea, de un sueño de grandeza que ya no pueden mantener.

En la sempiterna lucha por la hegemonía futbolística intuyo que se avecina una intensificación de la guerra ideológica y propagandística para los próximos cursos. Porque ese Barça ‘Més que un club’ parece dispuesto a dinamitar su modelo (o quizá no tendrá más remedio que hacerlo), con las consecuencias políticas y sociales -sobre todo las vinculadas al independentismo catalán- que dicha decisión pudiera conllevar.

El Real Madrid mira el futuro con optimismo

Frente a ello, el Real contempla el futuro inmediato con el optimismo de quien viene preparando ese porvenir desde hace años. Dispone hoy de una plantilla equilibrada con jóvenes y prometedores talentos, que contempla consolidarse en los dos próximos años con algunos fichajes estratégicos; goza de la estabilidad que emana de su entrenador, Zinedine Zidane, cuya auctoritas nadie discute y con un protagonismo cada día más reforzado; que ve aceleradas las obras del nuevo estadio, prometedor de crecientes ingresos y contribuyente de un mayor saneamiento económico del Club. Pero, ante todo y sobre todo, con un portentoso ‘motor’ emocional e ideológico que se resume así: “¡Hala Madrid! Y nada más”. Bien simple.

Todo ello me lleva a pensar que estamos a las puertas de un nuevo ciclo hegemónico. Más allá de las cuatro Champions, esta liga 34ª -la de la pandemia- me parece un claro síntoma. Y por lo que me llega, en Cataluña -y fuera de Cataluña- muchos culés se temen que pueda ser sí (y lo sienten como una mirada al abismo). Por eso están tan estresados y se tratan “a degüello”, como preconiza el bueno de Sandro).

 

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La solidaridad del Real Madrid es el mejor de todos sus trofeos

El jueves pasado ante el Villarreal, en el estadio Di Stefano (gracias por todo, Don Alfredo), el Real se proclamó campeón de Liga por trigésimo cuarta vez en su historia. Cualquiera que me conozca personalmente o vía RRSS sabe que ganar esta Liga, o la Champions, desde que se desató esta trágica pandemia me ha importado entre cero y nada, entre un pimiento o un plato de repollo. Nada es más importante que la vida de las personas.

Sumará en el palmarés del club y será recordada como una de las Ligas más difíciles de ganar por las circunstancias y, deseo sea la única, como las más extraña y dura de todas. Algo me he alegrado, por supuesto, pero sin algarabías, con mi mujer, en casa y achispado. Eso sí, esta vez moderadamente achispado porque ha sido muy triste lo vivido estos meses. El recuerdo de los que ya no están ha pesado mucho y ha estado muy presente. Diré más, incluso: de darse la campanada en el Etihad ante el prescrito dopaje financiero del Manchester City (el petróleo es mi pastor, nada me falta), y terminar alzando la decimocuarta Champions en Lisboa, la celebración y el sentimiento seguirán siendo los mismos.

Aun logrando un hipotético doblete (más la Supercopa de España), lo que sería una de las mejores temporadas del club de toda su historia, estos títulos quedarán a años luz del título más importante que ha logrado el club esta temporada y del que todo madridista debería sentirse más que orgulloso. Y éste sí que lo celebro como se merece. No tiene asas ni base, ni lleva inscripción. No estará expuesto en el museo, no habrá video de Florentino colocándolo con mimo, no figurará en el palmarés, pero sin duda es el más importante. El Club se ha erigido durante esta tragedia como el más solidario y comprometido. Y además con muchos cuerpos de ventaja sobre el siguiente.

El Club ha vuelto a demostrar que el señorío no es una palabra vacía y que nuestros valores, con los que vivimos y los que tenemos para con la sociedad, ya sea madridista o no, es lo que mejor nos define y nuestra mayor virtud. Así, a los diez días de decretarse el confinamiento, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hacía pública una gran donación de material sanitario. La cual, según Europa Press, pudo ascender a 350.000 €.

Apenas dos días después, el CSD y el club, a través de sendos comunicados, hacían público que el estadio Santiago Bernabéu se convirtiera “en centro logístico para el aprovisionamiento y distribución de insumos sanitarios estratégicos dirigidos a la lucha contra la pandemia del COVID-19". El Club puso a disposición de manera altruista el Bernabéu, que estaba en obras (asumiendo todos los gastos, lo cual no habrá sido una cuantía baladí), al servicio de la sociedad.

No se puede olvidar la solidaridad de la Fundación Real Madrid en estos duros días con diversos proyectos, vía donaciones anónimas, o con subastas benéficas como por ejemplo la que se realizó conjuntamente entre La Galerna y la propia Fundación. El señorío, la solidaridad y el compromiso social del club no terminan aquí.

A nivel autonómico se unió, junto con el Atlético de Madrid, a la campaña solidaria ‘Madrid x Madrid’. Una campaña destinada a los más necesitados en estos días. Incluso a nivel europeo el Club, junto a Inter de Milán y Bayern de Munich, han organizado para 2021 la “Copa Europea de la Solidaridad” . Tres partidos a disputar en los tres países de origen de cada club, Italia, Alemania y España, cuya recaudación íntegra irá destinada a la compra de material sanitario. Faltan por definir las fechas en las que se disputará porque se quiere que haya público para que la ayuda económica sea la mayor posible.

A nadie debería sorprender que los efectos económicos de esta maldita pandemia en el Club hayan sido y vayan a ser mayúsculos  Los nulos ingresos vía estadio (ticketing, explotación de palcos..), las tiendas y el museo cerrados casi tres meses, la pérdida de patrocinios y/o la renegociación a la baja de algunos de estos, menor explotación de la U televisiva, cancelación de giras y amistosos, etcétera, suponen decenas de millones de euros que no se van a ingresar. La excelencia y pulcritud en la gestión económica que impera desde hace años en el Real va a permitir que, pese a esta cuantiosa disminución de ingresos, el club no presente pérdidas económicas en este ejercicio.

Este impensable extremo fue confirmado por el propio Florentino Pérez en El Transistor la noche del alirón. Al hacer mención a los futbolistas dijo que, gracias a su buena voluntad para reducirse el salario, el club no presentará pérdidas este ejercicio. Una reducción que consistió en el 10% para las dos primeras plantillas de fútbol y baloncesto, y para parte de los principales ejecutivos del salario anual si se reanudaban las competiciones, como felizmente para el fútbol y para el Club ha sido.

Esta reducción fue alabada incluso por el Comité de Empresa del Club, ya que permitió no tener que aplicar ningún ERTE a ningún trabajador, deportivo o no deportivo, lo que en la modesta opinión del que escribe hubiera sido vergonzoso. Los clubes a los que se les llena la boca hablando de valores, Mès que un club, equipo del pueblo y demás, deben estar al lado de los suyos cuando vienen mal dadas, especialmente del de aquellos que menos dinero ganan. Deben demostrar que esos valores que profesan y de los que se enorgullecen no son meros eslóganes publicitarios huecos sino las líneas maestras y rojas que marcan la forma de actuación del club. Es en estos momentos cuando se ve la talla moral de cada uno.

Una reducción salarial que no fue, además, la mayor de entre los clubes grandes, aunque desde ciertos sectores mediáticos alineados con el Mès que un club así lo manifiesten. Un ahorro total en términos económicos de algo menos de 40 millones de euros. Respetar todos los años la famosa y criticada (incluso por algunos madridistas) escalera salarial ha ayudado y mucho en estos momentos. Vean si no como clubes españoles que pagan por encima de lo que se pueden permitir, que incluso pagan multas de hacienda a sus estrellas, han tenido que recurrir a reducciones salariales mayores, ligadas a la duración del Estado de Alarma, tanto en porcentaje como en cuantía total. Llegando además al extremo de que el Estado se tuviera que hacer cargo de parte de las nóminas de la mayoría de sus trabajadores no deportivos, mileuristas en muchos casos. Los defensores a ultranza de “todo el dinero en el campo y no en el banco” han de reflexionar.

Al contrario que los jugadores, y como no podía ser de otra manera, el abonado del Real no se ha visto afectado económicamente. Al haberse tenido que jugar estos partidos a puerta cerrada por orden sanitaria, el abonado perdió la posibilidad de asistir a los seis partidos restantes de Liga y, remontada mediante, a dos posibles partidos de Champions. A principios de junio se hizo pública la compensación para los abonados con tres opciones, 25% a devolver en cash, 25% de descuento para el abono de la siguiente temporada o, la posibilidad del abonado de renunciar a dicha compensación en favor del club.

Salvo las compensaciones del Getafe y Leganés, que han regalado el abono de la siguiente temporada, la del Real ha sido la mayor compensación y con las mejores condiciones. Por comparar, el Barça devuelve el 25% a partir de septiembre pero cobrará el nuevo abono en agosto, y el Atlético compensa con el 20% pero sólo como descuento en el abono de la siguiente temporada. Esta compensación ha tenido un coste, en el supuesto de que todos los abonados pidieron el cash, de entre 8 y 10 millones de euros, y los pagó en los días inmediatamente posteriores al anuncio. Además, se anunció que el cobro del abono se posponía hasta que haya más claridad sobre cuándo, cómo y cuántos los aficionados puedan volver a los estadios.

El club no se ha detenido aquí sino que ha ido más allá. Cuando se vislumbraba la primera oportunidad para ganar la Liga, emitió un comunicado apelando al sentido común y a la responsabilidad de los madridistas, para que en caso de alirón, no acudieran a La Cibeles a festejar el título para evitar aglomeraciones y posibles contagios. Vistas las imágenes de aglomeraciones de aficionados animando a sus clubes en algunas ciudades de España, el Real se anticipó pidiendo prudencia para que no ocurriera lo mismo alrededor de la diosa. Y así fue: nadie en Cibeles. Algo de lo que todos los madridistas hemos de sentirnos orgullosos. Lástima el centenar de aficionados que fueron a Valdebebas.

El madridista podrá criticar el acierto o el error en alguna decisión tomada en la parcela deportiva porque todos llevamos un entrenador dentro, pero lo que es sencillamente elogiable es el buen hacer del club en la parcela económica, club solvente y saneado y con decisiones basadas únicamente en lo mejor para el futuro. Sin ir más lejos, y esto es compartido con los jugadores, a los que no hay que olvidar sus donaciones personales a hospitales, compra de material sanitario, etc., se ha sabido que no cobrarán la habitual prima por título conseguido. No habrá primas por la Liga ganada ni por una eventual Champions.

Usted, querido galernauta, pensará que esto debe ser lo normal en todos los clubes. Siento decirle que se equivoca. El Atlético de Madrid aplicó ERTEs, no compensa en cash a sus abonados y va a pagar una prima de 6 millones de euros a la plantilla por conseguir la clasificación para la Champions. Cada club toma las decisiones que estima convenientes, pero las de este tipo muestran a las claras el por qué de la grandísima diferencia en solvencia económica entre clubes. Es más, Florentino en medio de la alegría por la consecución de la Liga fue muy contundente, no habrá fichajes millonarios este verano. Dijo explícitamente que después de pedir una rebaja salarial, y con la que está cayendo, no es lógico acometer grandes desembolsos.

Esta prudencia y lógica forma de proceder del club es lo que explica su buena salud y solvencia económica. No cabe duda de que va a sufrir los efectos de esta crisis, se habla de reducción de ingresos de hasta un 20% (equivalente a 100-150 millones de €), pero podrá seguir funcionando sin necesidad de tomar ninguna medida drástica ni ERTE ni triquiñuela contable. Ni financiando la compensación económica de los abonados con el cobro de los nuevos abonos.

Sin duda, ha sido una alegría ganar la Liga, qué duda cabe, y además ganar una Liga tan atípica y complicada como ha sido esta, pero el título más importante ha sido cómo se ha comportado y actuado el club durante estas tristes y trágicas semanas. He de insistir: señorío, solidaridad y compromiso social. Aunque, siendo honesto, el club simplemente se ha comportado fiel a su historia. Nunca me he sentido tan orgulloso de ser madridista.

¡Hala Madrid!

Parece muy probable que muy pronto se oficialice la venta de Achraf Hakimi del Real Madrid al Inter de Milán. Al parecer las cantidades del traspaso alcanzan los 40 millones de euros más un variable pequeño y el Madrid se asegura el derecho de tanteo por un periodo de 5 años. A muchos nos cogieron por sorpresa las informaciones procedentes de Italia que anunciaban la proximidad del acuerdo. Básicamente porque Achraf es un canterano que, igual que Carvajal, se había revalorizado claramente tras su cesión bianual en Alemania. Achraf ha marcado 10 goles y repartido 9 asistencias y ha sido una de las sensaciones de la temporada. Además, el Madrid no está disfrutando del mejor momento de su único lateral derecho ahora mismo en la plantilla: Dani Carvajal.

A priori todo hacía indicar que la vuelta de Achraf era segura. Su condición de club trained  podía aliviar significativamente los requerimientos de cupos que debe cubrir el club. Teniendo en cuenta que se precisan 4 club trained y que ahora mismo sólo cuenta con 5 en la plantilla (entre ellos Lucas, Nacho y Mariano cuya continuidad no parece asegurada) traer de vuelta a Achraf en un puesto debilitado y tras dos grandes temporadas parecía un acierto absoluto y difícilmente renunciable.

De alguna manera, Achraf había supuesto uno de los mejores ejemplos de lo que debe hacer un canterano que sale temporalmente del Madrid: si uno lo hace bien, se gana la vuelta en un estatus superior al que tenía antes de su marcha. Algo muy parecido a lo que está viviendo Odegaard. Por tanto, la venta de Achraf envía un mensaje peligroso para los jóvenes que se encuentran en el proceso de ganarse la vuelta o de asentarse en el equipo. Sin embargo, el Real Madrid no acostumbra a gestionar mal este tipo de asuntos. ¿Qué razones puede haber para la venta de Hakimi?

La primera que a uno se le ocurre es la económica. El Real Madrid ha sufrido enormemente la caída de ingresos provocada por el Covid y apenas sofocada un poco por la vuelta a la competición. Ningún presupuesto podía contemplar una caída tan abrupta en los ingresos. La venta de Achraf supone una plusvalía de 40 millones que otorgan cierta liquidez al club por si quiere acometer algún fichaje. Además, no se puede obviar que de no haber ventas el Madrid se plantaría el primer día de pretemporada con 40 fichas en un mercado en el que no será fácil hacer ventas como la de Achraf. El club ha visto una oportunidad de hacer caja y liberar una ficha y puede -en el caso de que ya se haya formalizado- que no haya querido dejar pasar la oportunidad de hacerlo antes del 30 de junio para aprovecharlo contablemente.

Más allá de las razones económicas que probablemente han imperado, también se podrían encontrar motivos deportivos que podrían haber llevado al Madrid a tomar esta decisión. El propio jugador se mostraba bastante reacio a volver por entender que le resultaría muy difícil hacerse con la titularidad. Ese temor no parece la mejor actitud para afrontar el reto que supone triunfar en el Real Madrid, más si uno atiende al momento que vive Carvajal.

Si atendemos a motivaciones tácticas, podemos encontrar otro motivo. Achraf ha triunfado en el Borussia Dortmund jugando de carrilero en defensa de 5. Esto le ha dado una libertad de recorrido total y ha ayudado a aliviar sus defectos en defensa. En El Madrid volvería a tener que actuar en defensa de 4 y sin el sostén táctico que le procuraba el club alemán. No obstante, las ventajas tácticas de la vuelta de Achraf también parecían evidentes. El Real Madrid tiene el 80% de su peso creativo en la izquierda (Ramos, Marcelo, Kroos, Hazard, Vinícius y Benzema). El lado débil, es decir el derecho, parece ideal para jugadores de gran recorrido que puedan llegar sin balón y sorprender. En ese rol Achraf parece inmejorable, más contando en ese mismo sector con la ayuda defensiva de Valverde. Zidane junto al club no lo han debido de ver tan apetecible como este aficionado lo ve.

En cualquier caso, parece evidente que Dani Carvajal no estará solo la próxima temporada. Es probable que Álvaro Odriozola vuelva de su cesión en el Bayern y pueda competir por el puesto con el jugador de Leganés. Quizá esto también haya pesado en la decisión de un Real Madrid que nos ha sorprendido a casi todos.

 

Fotografías Getty Images.

 

Escribía hace unos días mi redactor jefe en La Galerna, Pepe Kollins, un certero artículo en el que expresaba su deseo de que Zinedine Zidane pudiera convertirse en el Sir Alex Ferguson del Real Madrid. Una hipotética posibilidad que supondría un cambio en la organización habitual del fútbol español, poco dada a figuras eternas en puestos de responsabilidad, aunque sean en un segundo plano y que de tan buen predicamento goza en el fútbol inglés, donde están más acostumbrados que en España a venerar a los jugadores o entrenadores que han contribuido de manera notable a engrandecer el club donde han trabajado.

Vienen a cuento estas líneas de introducción al hilo de las informaciones que se han publicado esta semana en la prensa dando cuenta de la reestructuración del área deportiva del Real Madrid y la siempre sensación alentada desde algunos sectores de que el club carece de una planificación deportiva consolidada y visible y de que es el dedo de Florentino el que hace y deshace. Evidentemente, de ser así —que no lo es— estaríamos hablando del dedo mejor dirigido de la historia del fútbol moderno. No hace falta volver a poner encima de la mesa las Copas de Europa y títulos ganados a “base de caprichos en los fichajes” para refrendar esa información.

Por la historia del Real Madrid, y no olvidemos que estamos hablando de la trayectoria más exitosa en el fútbol a nivel mundial, han pasado un buen número de secretarios técnicos (como eran conocidos antaño los ahora directores deportivos) que, en la mayoría de los casos, han mantenido un protagonismo de perfil bajo. Trabajo y resultados ha sido su máxima, una línea de acción que sigue siendo la norma actual en el Real Madrid, muy alejado del amor a los focos que sienten directores deportivos en otras latitudes de nuestro fútbol. En ese sentido, el caso de Monchi en el Sevilla, por poner un ejemplo, es paradigmático. Parece que el club de Nervión nació con él.  En el Madrid no se funciona así. En el Madrid se trabaja en equipo y en silencio. Una forma de hacer irrenunciable y que da mejores resultados que en ningún otro lugar.

Echando la vista atrás, hay muchos ejemplos de esta forma de trabajar. Desde Pablo Hernández Coronado, que fue el primer secretario técnico de la historia del club tal como reflejó Alberto Cosín en un extraordinario artículo publicado en La Galerna el 1 mayo de 2019 y que fue el artífice del fichaje de Ricardo Zamora, el beatle de la época, pasando por Ipiña, en los años 50 en los  que el club comenzó su idilio con las Copas de Europa, el mítico Samitier o terminando, por citar otro mítico, con Molowny, que fue una pieza clave en la entidad en los años setenta y ochenta en su doble labor de secretario técnico y de entrenador “apagafuegos” de éxito, con títulos de Liga y UEFA incluidos. Nombres todos ellos que valen como ejemplo para poner en valor la época dorada de los secretarios técnicos en el fútbol español.

Pirri, Ramón Martínez, Miguel Ángel Portugal, Mijatovic, Pardeza, Franco Baldini son otros nombres, que, por ejemplo, han trabajado en el club ya en tiempos en los que el secretario técnico recibía el nombre de Director Deportivo y el Director Deportivo tenía un ayudante que era un secretario técnico y funciones de relaciones públicas y de hombre de negocios manejando operaciones con ceros kilométricos. Un galimatías al que se abonaron muchos clubes y que el Madrid de los últimos diez años siempre ha mantenido bajo control, trabajando de forma discreta y con una estructura consolidada y sólida de la que pocas veces se ha hablado públicamente en los medios de comunicación.

En el área deportiva del Madrid, se trabaja en silencio y eso ha llevado a la creación del bulo —uno más en esta época de bulos constantes que vivimos— de que en el Madrid el director deportivo es el “dedo de Flo”. Una forma como otra cualquiera de restar méritos y de alentar la sensación, que viene de tiempos inmemoriales, de que los triunfos del Madrid forman parte de un plan trazado por alguien desde algún desconocido lugar, interesado de que al Madrid le salgan bien las cosas en la misma medida que condena a los demás.

Todo lo contrario. Al Madrid le salen bien o mal las cosas, como a todo el mundo en esta vida, porque hay una forma de trabajar definida y clara que tiene como base de una amplísima pirámide la discreción. Esa es la norma número uno.

El nuevo organigrama hecho público, y seguramente no volvamos a escuchar hablar mucho de él, sitúa a Ramón Martínez, hombre que entró en el Madrid por primera vez en los años 90, como adjunto al director general; José Ángel Sánchez, y a Manuel Fernández, hasta ahora entrenador del Juvenil B, como director de Fútbol, cargo con mucho nombre si hablamos de un club de fútbol como el Madrid, pero que circunscribe su responsabilidad a la cantera, pieza clave históricamente en la entidad y que en los últimos años está adaptándose a la nueva realidad del fútbol mundial. Completa el mapa de primera línea de fuego, Juni Calafat, en el club desde el año 2014 y que es el encargado de mantener el fútbol internacional bajo control. De su consejo, han llegado jugadores como Vinícius o Rodrygo en los últimos tiempos. Ellos son casi el último escalón de una pirámide que incluye una amplia red de ojeadores y especialistas que han hecho posible la llegada a La Fábrica de talento joven de todas las partes de España y del mundo (Odegaard, Kubo, Valverde…) y, sí, efectivamente, en la cúspide de esa pirámide están Sánchez y, más arriba aún, Florentino. Ellos tienen la última palabra. No conocemos las operaciones y fichajes de futbolistas que han echado abajo, pero sí los que han llegado y los resultados del club en los últimos años. Visto lo visto, parece que en el Real Madrid sí que hay una dirección deportiva, aunque ésta no ocupe portadas de periódicos ni espacios en prime time en la televisión. Y no nos va tan mal.

 

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Madrugada del 3 al 4 de junio de 2017, ya no queda nadie en el Estadio Nacional de Gales. Hace unas horas, el Real Madrid ha vencido a la Juventus por 4 a 1 logrando su segundo título europeo consecutivo, primer club que lo alcanza en la historia desde que se juega bajo el formato “UEFA Champions League”. El triunfo, meritorio, lo es más también por cómo se ha conseguido, con 8 victorias, tres empates y dos derrotas, máximo goleador de la edición, con 32 goles, marcando en todos los partidos, dejando fuera a Nápoles y Bayern, con victorias tanto en ida como en vuelta, y en semifinales al Atlético de Madrid, con un 3-0 en el partido de ida. Junto a este título, en esa temporada se consiguieron también la Liga, la Supercopa de Europa y el Mundial de clubes. Zidane en 17 meses logró un modelo perfecto de gestión de grupo, implicando a toda la plantilla, alabando y criticando sin abrir heridas, y, sobre todo, haciendo que el equipo jugase de una manera espléndida.

En nuestra sociedad, estamos acostumbrados a escuchar cómo hay que gestionar el fracaso, o más bien cómo aprender a tolerar la frustración que sentimos cuando las cosas no van bien o no salen como nosotros queremos o esperamos, pero ¿quién nos enseña a manejarnos con el éxito?, ¿qué hacemos cuando ganamos? No es que en el Madrid exista un “miedo a ganar” dada la trayectoria histórica del club, pero sí conocemos la responsabilidad que conlleva “ganar”, que podría resumirse en “seguir ganando”. Desengañémonos, no podemos ganar siempre, pero sí tenemos el deber de hacerlo casi siempre. Bien es cierto que en 2018 volvimos a ser campeones de Europa, pero la Liga fue una travesía en el desierto, así que podemos determinar que esa madrugada del 3 al 4 de junio de 2017 supuso el paroxismo de la “Era Zidane”, la culminación de su obra.

¿Y después qué? Como les he dicho, ese “después” vino con otra Copa de Europa bajo el brazo, lo cual pudo alejarnos de la realidad y dificultar la autocrítica. ¿Qué se ha hecho desde entonces? En el aspecto deportivo, fichar talento joven. La ausencia de genios en el mercado mundial (en realidad sólo existen dos a los que podríamos llamar así, desde mi punto de vista Messi y Mbappé, y ambos inaccesibles por diferentes circunstancias) imposibilitaba una renovación galáctica al estilo de los primeros años del 2000. En el aspecto institucional, la reforma del estadio. Se han fichado niños y no siempre para jugar en el 11. Esta decisión, sin duda arriesgada, ha supuesto que al Madrid hayan llegado las mejores promesas del futbol de los próximos años, los cuales han de desarrollar sus capacidades y “aprender” la exigencia de jugar en el Real Madrid.

¿Que no todos romperán en cracks mundiales? Obvio, con que lo hagan un par de ellos el riesgo habrá merecido la pena. Es más, con lo que se ha invertido en ellos y dada la situación económica actual, es probable que este verano no se fiche a nadie y que incluso por dicha coyuntura alguno pueda salir cedido para seguir formándose. Todos sabemos que seguimos necesitando un goleador, y todos ahora mismo estamos pensando en el mismo rubio, pero si no se pudiese, que pinta que será lo más probable, será Zidane el responsable de hacer de la coralidad del equipo virtud, y estos los obligados a dar lo mejor de sí mismos. De algunos ya sabemos dónde está el nivel, Asensio por ejemplo, y sólo les queda mantenerlo en el tiempo. De otros lo sospechamos (metan aquí a los llamados “brasiniños”) y será cosa de la dirección técnica el exprimirlos. En cuanto a la reforma del estadio, se ha acelerado y pudiera llegar antes de lo que se esperaba.

La inversión es brutal, pero era necesaria para darle mayor globalidad al club con más valor económico del mundo, y posibilitar que lo siga siendo. Y no les miento cuando les digo que, si de algo me fío con nuestro presidente al mando, es de la gestión de los números. Que con lo que se va a gastar podríamos tener vestidos de blanco ya a Mbappé, Haaland y Neymar, casi seguro. Pero se trata de asegurarte que, aunque los dos primeros acaben en el equipo más pronto que tarde, en los años venideros podamos seguir firmando a los mejores del mundo que estén por venir, aunque haya clubes-estado, pandemias o apocalipsis varios.

El año pasado fue un desastre deportivo y este está por ver, pero dos años valle no pueden hacer que cambies de rumbo como quien da palos de ciego. Además, si en aquella madrugada de primeros de junio de Cardiff nos sentamos en el cielo, dense un voto de confianza y crean que el camino para ello no se nos ha olvidado. De hecho, porque no se nos olvida nunca, somos el Real Madrid.

 

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El pasado 14 de mayo el diario Marca publicó una información cuyo titular de portada era: Bernabéu, Rock and Gol. La exclusiva, firmada por Pablo Polo, revelaba que los responsables del club están trabajando en un proyecto de césped retráctil para el Nuevo Estadio Santiago Bernabéu. “Un césped de quita y pon” —decía el periódico— que permitirá utilizar el coliseo para celebrar otras “actividades muy rentables”. Se trata de una infraestructura que no estaba prevista en el proyecto arquitectónico de remodelación original (o, al menos, no fue anunciada). A mi modo de ver, esta noticia —de ‘gran calado’— no ha recibido la atención debida por parte de otros medios… ni tampoco ha sido refrendada por los medios oficiales del club, que parece interesado en mantener el misterio (cosa que hace habitualmente, a veces de forma poco justificada). Aunque, en este caso, tiene visos de ser verosímil.

Ante todo, voy a tratar de explicar por qué me parece un proyecto de “gran calado”, quizá el más importante dentro de todo el macroproyecto de remodelación del estadio. Según las últimas tendencias de la industria deportiva estadounidense, que marcha bastante por delante en la maduración y optimización del negocio, ese es uno de los retos más cruciales para los grandes clubes de fútbol europeos y españoles: cómo explotar y optimizar sus grandes infraestructuras en días de no partidos. Históricamente, para ellos el reto había consistido sobre todo en captar a nuevos aficionados (cuantos más, mejor), en tratar de llenar las gradas de sus estadios en cada partido (hasta colocar el “No hay billetes”) y en mejorar en lo posible su experiencia de consumidor mientras se encontraban en el estadio para ver los partidos...

Esa estrategia se fue completando paralelamente con la explotación de las instalaciones dentro de los estadios también en los días “ociosos”; en el caso del Real Madrid, abriendo restaurantes, el tour del Bernabéu, el museo, etc. Actividades, todas ellas, con mayor o menor capacidad de generación de ingresos, pero limitadas en su propio concepto y dimensión.

Existe un “dogma” del marketing, según el cual es más fácil —y mucho más barato— retener a un cliente que captar a uno nuevo. En el caso del club, el cliente (o el potencial cliente) sería el aficionado madridista en su sentido más amplio. Entonces, ¿por qué las empresas con frecuencia ponen su mayor empeño en captar nuevos clientes en vez de dedicarse a conservar a los que ya tienen y en sacar de ellos el máximo rendimiento posible? Afortunadamente, creo que esa pregunta se la hicieron ya hace muchos años los clubes deportivos profesionales y que, por eso, ahora ponen el foco de su marketing en fidelizar al máximo a sus seguidores (y “exprimirles” más y mejor), ayudados por la globalización y las nuevas tecnologías; por supuesto, sin dejar de buscar nuevos fans en cualquier parte del globo. De ese modo, su negocio será cada día más rentable y sostenible… o eso creo.

Pero nos seguía faltando la “guinda” del pastel: una solución que permitiera dar un salto mucho más espectacular en los aspectos cualitativo (ser el primero en hacerla y en tenerla) y, sobre todo, cuantitativo (exponencialmente mayor en cuanto a potencialidad de ingresos). Y esa es precisamente la que llega detrás del proyecto que ahora aborda el club: el césped retráctil.

Las fuentes del Real Madrid citadas por Marca en aquella información destacan que la explotación del nuevo estadio blanco representará a medio plazo la mayor partida de ingresos del club. Y que, para conseguir un estadio multiusos abierto las 24 horas del día los siete días de la semana, era esencial disponer de esta opción “sin césped”. Creo que Marca exagera sin maldad cuando titula “300 días al año de ocupación” en un despiece que firma José Félix Díaz. Era una metáfora que considero tan válida como optimista en exceso, porque encontrar ocupación para esa inmensa infraestructura durante 300 días cada año no resultará nada fácil. El periodista habla de celebrar partidos de baloncesto, fútbol americano, torneos de tenis, hockey (incluso de hielo) o conciertos, que como sabemos ya se suelen celebrar en verano, pero siempre antes de cambiar el césped (algo que ahora ya no será necesario). También habla de actos con una ocupación parcial del terreno de juego o de las gradas…

El estadio blanco se convertiría así en el mayor escenario cubierto de toda España (y tal vez de Europa), con una capacidad de aforo máximo de unas 100.000 personas (incluidas la del césped), a las que poder convocar para cualquier tipo de espectáculo o evento. Mayor aforo que en los estadios de Tottenham (Inglaterra) y Schalke 04 (Alemania), que también disponen de césped “retirable”.

No olvidemos que la cubierta del Bernabéu también será retráctil y que el recinto goza ya de un sistema de calefacción de alto rendimiento; por lo tanto, a priori se podrían organizar allí eventos de toda clase, categoría y tamaño, en cualquier época del año y con altos niveles de confortabilidad. Y lo que aún considero más importante: a esos actos acudirán “clientes” de todo tipo (empresarios, trabajadores, turistas, aficionados a otros colores o personas no necesariamente vinculadas al deporte); es decir, que este nuevo negocio “llamará” a gran cantidad de personas no vinculadas al madridismo que se convertirán así en clientes potenciales. Y eso hará a nuestro club más rentable y su sostenibilidad será económicamente más sana (por menos “endogámica”).

Recuerdo la valoración premonitoria que hizo el presidente, Florentino Pérez, durante la última presentación del trascendente proyecto de remodelación: “Este gran proyecto se convertirá en una pieza clave para el Real Madrid del futuro, pero también lo será para la ciudad de Madrid. Y lo será porque el nuevo estadio Santiago Bernabéu, situado en el corazón de Madrid, será el mejor estadio del mundo. Más moderno, más confortable, más seguro y diseñado para el entretenimiento, con nuevas zonas de ocio y restauración y donde la tecnología más avanzada será clave para que los aficionados perciban nuevas experiencias”.

Aquel día pensé que, en un solo párrafo, no se podía valorar mejor la envergadura y trascendencia del proyecto. Pero en algo sí me equivoqué, porque ahora pienso que se quedó corto. Con el paso del tiempo van apareciendo nuevas posibilidades, como esta del césped retráctil, que no sería la última... seguramente. Estoy convencido de que el departamento de marketing del Real Madrid tendrá que trabajar muy a fondo (y echarle imaginación) para explotarlas de forma óptima y sedimentar caladeros de nuevos clientes... Porque esas nuevas vías de negocio son como las meigas: “habelas, hainas”.

 

El factor intangible:

1- Introducción

2-La (no) gestión de los intangibles

3- El "factor Zidane", en el centro de (casi) todo

 

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