Las mejores firmas madridistas del planeta

¿Hay temor en el madridismo por el regreso del expresidente culé?

Yo si fuera culé también estaría eufórico con el regreso de Laporta. Si el culé vive en la ilusión perpetua incluso en época de sex-tetes, como no vivir en ella en época de (más bien) “¿qué pasa, tete?”. Yo, madridista, también estoy contento con el retorno de Joan, que ha vuelto a la palestra como volvió Mel Gibson con toda la vida en el rostro. Es como un nuevo Laporta, aunque sea el mismo, como lejos de patriotas y Bravehearts.

Muchos madridistas, parece ser, tienen miedo. Han comprado el relato que han empezado a vender (por cierto, ahora se vende este y se ha dejado de vender el de la detención de Bartomeu & Co., si encuentran algún ejemplar perdido háganmelo saber, por favor). Madridistas que tiemblan por la venida de Laporta. Yo compartiría una leve preocupación si también se hubiese producido el regreso de Villar, que como ya saben llegó un momento en que no le podía dar más a Joan.

Laporta y Villar

Ignoro si Laporta viene con un Villar bajo el brazo, pero hoy, además de federaciones, hacen falta más cosas para levantar una ruina. Intervenciones, saneamientos, decisiones. Casi un proceso de desmontaje de todo sobre lo que sustentaba, también, aquel Barsa que tocó el cielo. O que hizo creer que aquello que tocaba era el cielo, cuando sólo eran las teclas (la tecla, en realidad) que acertó a tocar Laporta. Muchos lo tienen por virtuoso pianista y simplemente podría ser el teclista de un grupo de la movida, con toda su pose y su dedito solitario.

De la movida, aunque sea de una movida cataculé profunda es de donde parece haber regresado como con la intención de volver a tocar sus viejos éxitos, de incierta acogida actual. Aquel cartel de presentación en la fachada de La Castellana podría ser todo el Laporta que queda. O no. En cualquier caso, no hay motivo para tener miedo. Por lo de los saneamientos, las decisiones… No faltaría más, y aunque fuese mucho más que eso. ¿El Madrid, miedo?

Laporta se me ha aparecido muy alejado de aquel con la corbata en la cabeza y la camisa bañada en champán. En esa estación ya no pone “Visite Coney Island” sino “Amor”

Y luego ya veremos. No sé a ustedes, pero a mí Laporta se me ha aparecido muy alejado de aquel con la corbata en la cabeza y la camisa bañada en champán. Yo le vi el otro día y a pesar de la sonrisa y la parafernalia me pareció más bien el Noodles de Sergio Leone volviendo al barrio treinta años después. A esa estación donde ya no pone “Visite Coney Island” sino “Amor”.

¿Dio miedo, temor, Laporta alguna vez al madridista? ¿En serio? Yo si fuera culé también estaría eufórico por la llegada de Joan. Casi lo estaría por la llegada de cualquier cosa que lo removiera todo, aunque Laporta no es cualquier cosa, ni mucho menos. Laporta es como el rey de Zamunda. El otro día tuve curiosidad por ver esa segunda parte y no duré mucho. Lo intentan con lo de las bañadoras, como Laporta (que es muy, o al menos fue muy, de bañadoras), pero ni por esas. Nada de Chocolate Sexy, aunque pareció comenzar con esperanza.

Joan Laporta.

Incluso me reí cuando Eddie Murphy se lanza encima de Arsenio Hall al enterarse de que por su culpa tiene un hijo bastardo, mientras James Earl Jones, su padre, y un extraño consejero le gritan: “¡Mátalo, mátalo!”. Eso fue todo. Nada nunca vuelve a ser lo mismo como para encima tenerle miedo a lo que en realidad nunca existió. Acuérdense de Lautaro y ahora piensen en ¿Mbappé?, ¿Haaland? Miren, esto también tiene gracia.

 

Fotografías: Imago.

 

Las transmisiones y los medios siguen tapando la realidad culé

Les voy a contar que mi madre odia el fútbol. Y no se cansa de repetirlo a la menor ocasión. Su frase habitual es: “¿Pero esto es deporte?”. Yo le digo: “Hombre, mamá. Tiene una gran parte de espectáculo y de negocio que es inevitable y necesaria”. Y ella me responde: “Pues eso no es deporte. Deporte es la natación, la gimnasia, el atletismo o el tenis”. Mi madre le tiene declarada la guerra al fútbol, aunque trata de contenerse por el madridismo familiar. Yo no le voy a enseñar a mi madre las imágenes de Jordi Alba diciéndole a Trincao a gritos: “¡Pero tírate, tírate!”, con gestos inequívocos, perfectamente visibles para todos, de que efectivamente se tire. En el área, quiere decir. Tirarse en el área para ver si cae el penalti de turno. Ese penalti perdido o conseguido tantas y tantas veces como para cambiar incluso el natural rumbo de la historia.

Jordi Alba Vinícius

Tampoco le voy a enseñar a mi madre las imágenes de ese mismo partido en las que Lenglet empuja por detrás a un jugador del Cádiz, para inmediatamente levantar las manos y pedir que se repita el lanzamiento de penalti por invasión de área del cadista. Tampoco le voy a decir que el otro día Jordi Alba le dijo a Mbappé que no protestase y "que te has agrandado", antes de que el francés le respondiera "yo en la calle te mato". Lo mejor de esto es que Alba le respondió, a su vez: "Has aprendido del peor", en clara referencia a Neymar, a quien el inventor del penalba conoce bien de su época barcelonista.

No es el fútbol. Es el Fútbol Club Barcelona. Una institución cuya ruina moral, física y económica tratan de esconder los medios, igual que han estado ocultando durante años su imparable decadencia, disfrazándola de ejemplo y de virtud

Si yo le enseño estas imágenes a mi madre, se hace activista contra el fútbol como Brigitte Bardot por los animales. Yo no se las voy a enseñar para no soliviantarla, que es mi madre, pero si lo hiciera le diría: “Mamá, no es el fútbol. El fútbol sí es un deporte. No es el fútbol. Es el Fútbol Club Barcelona. Una institución cuya ruina moral, física y económica tratan de esconder los medios igual que han estado ocultando durante años su imparable decadencia, disfrazándola de ejemplo y de virtud”. Imagino a Alba dentro de cuarenta años, sentado junto a sus nietos, enseñándoles orgulloso el álbum de fotos de sus hazañas: "Mirad, esta es de cuando le di una patada al suelo y pitaron falta... y esta de cuando empujé a Vinícius en el área y no pitaron penalti...".

Eso que no le voy a enseñar a mi madre y que hemos visto todos es aquel visón del cuento de Capote, donde una mujer antaño rica y admirada y ahora arruinada y ajada va a visitar por sorpresa a una de sus admiradoras para venderle un abrigo de visón. Al final lo consigue, y convence a la admiradora de que haga un gasto que no se puede permitir. Cuando, ya a solas, cuelga el visón en el armario, que ella recordaba lustroso y precioso en los hombros de su anterior propietaria, tira sin querer de una manga y descubre que está podrido. Los aficionados al fútbol somos como esa señora, Mrs. Munson, a la que Vini Rondo, el Barcelona, le vende su visón podrido. Aquí en La Galerna no compramos visones podridos. Y no nos cansamos de insistir a nuestros lectores de que no compren visones podridos.

Jordi Alba Marcelo

Cuando Jordi Alba le dice a Trincao: "¡Tírate, tírate!", se ve a Piqué con el gesto contrario al de aquellas fanfarronadas con el puro. Se le ve un gesto desencajado, un gesto de desmoronamiento, un gesto como el de la visión de Mrs. Munson de las uñas descuidadas y sin esmalte de la otrora elegantísima Vini Rondo, que atiende a Alba para escuchar lo que dice y al oírlo baja la mirada. Una mirada como de desolación ante lo sórdido del pasado, el horror del presente vívido y las sombras del futuro. Es como el descubrimiento de la mentira, de la vida mentirosa, de la profesión y el triunfo mentirosos frente a la inocencia de Trincao, que no comprende, o sí, pero no lo asimila (aún) y ensaya un gesto arbitrario para desentenderse de la recomendación descarada y tramposa.

Otra reacción es la de De Jong ante el empujón rastrero de Lenglet. De Jong ya se ha asimilado. Ya se ha institucionalizado. De Jong ve como su compañero empuja al rival y ejecuta teatrales aspavientos para presionar al árbitro

Otra reacción es la de De Jong ante el empujón rastrero de Lenglet. De Jong ya se ha asimilado. Ya se ha institucionalizado. De Jong ve como su compañero empuja al rival y ejecuta teatrales aspavientos para presionar al árbitro. Lo mismo hacen, por supuesto, Lenglet y Alba, esos jirones del visón. No así Braithwaite, que se da la vuelta y parece alejarse abochornado por lo que ve. Es el engaño al árbitro, a los espectadores, a los aficionados, a su trabajo, al fútbol, al deporte y a sí mismos. Y también a mi madre, que no se deja engañar, pero que piensa que el fútbol no es un deporte porque cree que el fútbol es eso que practica el Barcelona. No le voy a enseñar a mi madre las imágenes de Alba y de Lenglet (aunque quizá no sería tan mala idea, estoy pensando) porque les faltaría campo para correr.

 

Fotografías Getty Images.

 

El Espai Barça es la penúltima de las fantasías de un club en descomposición

La primera vez que leí el nombre de Espai Barça pensé en una nave interestelar, en un destructor galáctico del Imperio de los de La Guerra de las Galaxias. Con esos pasillos romboidales y esas puertas automáticas, todos vestidos con uniformes con cuellos altos de color azulgrana. La misma severidad de los controladores y pilotos y comandantes, pero en catalán, ahí me reí un poco:

—Aquí Espai Barça, trucant a nau no identificada. Identifiqueu, si us plau.

Luego me imaginé a Bartomeu como el emperador, claro, con la capucha y la cara un poco como de falta de sol y de hidratación. Me lo imaginé así por los quebraderos de cabeza actuales. Un Bartomeu que acaba resistiendo, saca adelante al Barsa, pero acaba convertido en esa sombra de sí mismo y convirtiendo a Guardiola, por ejemplo, en el Darth Vader de esta película, con la misma respiración maquinal y todo. El Espai Barça lleno de androides recorriendo sus laberintos, mezclados con humanos y habitantes de otros planetas.

Destructor galáctico.

Esta es una fantasía sobrevenida a cuenta de la palabra Espai Barça, que de por sí tiene un aire de ciencia ficción que ni Lautaro, pero también es una fantasía real porque el Espai Barça puede ser todo lo que se quiera (hasta un destructor imperial) menos lo que se suponía que iba a ser. Ya hablamos en La Galerna de La disparatada y (casi) incalculable deuda del FC Barcelona, y hace unos días, en La Vanguardia, el que fue el hombre fuerte de la economía en la última candidatura de Laporta, Marc Ciria, confirmaba la situación de quiebra real de la nave de cartón culé, que no puede pagar los salarios, no puede reformar el estadio hasta dentro de quince años, deberá nutrirse de la cantera mayormente y parece inevitablemente abocada a convertirse en Sociedad Anónima para seguir navegando por el espacio.

A este futuro amenazante se le puede llamar la milanización del Barsa, que es la pérdida del esplendor, de la importancia. Es la caída sorprendente, pues parecía imposible, del destructor. Pero no se oye nada. Todo este dantesco estado de las cosas azulgranas está pasando desapercibido. Imaginemos que fuera el Madrid el que estuviese en esta situación. Lo acabarían de derribar a picotazos. Los telediarios y los noticiarios y los periódicos abrirían con el cuerpo tumefacto para acabar de quitarle los últimos pedazos de vida.

Este Barcelona es como Blanche Dubois, pobre y vestida y sobreviviente de baratijas y recuerdos que no quiere hablar de la pérdida de Belle Reve, la casa familiar

Pero aquí nadie dice nada. Todo era mentira. Todo lo que nos han dicho, y por lo tanto todo lo que nos dice la muchachada cataculé, es mentira. Aún me acuerdo de ese club modelo. La cantera contra la cartera (el club con la masa salarial más alta del mundo, ya lo saben), la gestión impecable, sedosa, mediterránea, moderna. Los valors. ¡Ay! Era mentira. Por supuesto. Todo era una farsa (La Farsa), una comedia que se endeudaba sin freno y sin sentido mientras decía lo contrario y los espectadores, sobre todo los barcelonistas, se lo creían. Todo.

Y nadie lo dice. Nadie habla del engaño y la debacle titánica aún tras el telón lograda con increíble celo. La fantasía produjo la ruina. Una institución quijotesca ¡nada más español! que ese club que ponía en sus ya viejas gradas (y así van a quedarse por un tiempo largo) que Cataluña no es España y otras lindezas independentistas. Fantasía y ruina. Mentira y favor de los medios que callaron y callan, diríamos como el dicho.

Camp Nou.

Han inflado los costes del Espai Barça (dinero internacional, ya no hay más nacional a quién recurrir, de Goldman Sachs, banco de inversión, no de crédito) para pagar los sueldos. Esto es lo que afirmó el responsable económico de Joan Laporta en La Vanguardia, y nadie ha dicho nada. Nadie se ha hecho eco. El Espai Barça surcando las galaxias de unas mentes trastornadas por la fantasía (“Aquí Espai Barça, identifiqueu, si us plau”).

Este Barcelona es como Blanche Dubois, gobernada por brutos y aprovechados, pobre y vestida y sobreviviente de baratijas y recuerdos que no quiere hablar de la pérdida de Belle Reve, la casa familiar, a quien ningún caballero rico va a venir a salvar por mucho que ella lo repita, quizá sólo el señor del manicomio, mientras todo va definitivamente descubriéndose: esa pobre mujer que se soñaba joven, esa propia nave espacial envejecida que nunca quería salir de día.

 

Fotografías Getty Images.

 

Barcelona. Ciudad Deportiva.
15 septiembre de 2020. Despacho de Josep María Bartomeu.

Después de más de dos horas frente a frente y algún que otro mordisco producido por la tensión acumulada, Bartomeu y Luis Suárez seguían buscando, a pesar de las múltiples reticencias expresadas por el uruguayo a renunciar a un solo euro de su salario, una solución dialogada a sus problemas.

—Seamos serios, Luis, esto son negocios, tú quieres que te paguemos todo el dinero y yo quiero que te vayas del club para cuadrar el fair play financiero, nuestra única solución es que apruebes ese examen de italiano y te fiche la Juventus, allí apenas pagarás impuestos y ganarás más o menos lo mismo. Tienes que aprobar sea como sea.

—Ya, ya, si yo pienso lo mismo, Presi, pero es que a mí el italiano como que no, cuatro palabras, ya sabe: spaguetti, pizza, lasagna, mascarpone, cannelloni, tiramisú, panna cotta

—Sí, sí, esas te las sabes de memoria, así me vienes todos los veranos…

—No empiece, Presi.

—Vale, en fin, olvidemos viejas rencillas y al lío, tengo un plan para que apruebes, un sofisticado plan tecnológico. He pensado que tienes que ir al examen con un pequeño auricular inalámbrico en el oído, de esta manera estaremos continuamente en contacto, yo escucharé toda la conversación y te ayudaré con el traductor de Google. Nadie va a sospechar de ti, el auricular es de lo mejor del mercado, se conecta al móvil por Bluetooth, es diminuto y lo camuflarás perfectamente en tu oído, yo estaré en mi despacho con otro auricular igual, no te preocupes de nada, será pan comido.

—¿Y si me pillan?

—¿Cómo te van a pillar? Es imposible. ¿Quién va a pensar que Luis Suárez, una estrella mundial del fútbol, copia en un examen? Hazme caso, sigue mis instrucciones y en diez días estaremos firmando el contrato.

Luis Suárez.

 

Barcelona. 19 de septiembre de 2020.
Parque Natural Sierra de Collserola.

—¿Estás segura de que esa Máscara de Pestañas Scandaleyes Volume On Demand Waterproof no deja grumos, escamas ni manchas?

—Segurísima.

Rubia y Centella, las nuevas entrenadoras del F.C. Barcelona, se estaban preparando a conciencia para su primer día de trabajo con la plantilla. Se habían decidido, después de leer varios artículos de afamadas revistas de moda sobre “Casual Friday, cómo acertar en 2020 con tus looks de trabajo más informales”, por un chándal imitación piel de cocodrilo combinado con unos zapatos nude con tacón Stilletto, que hacían que su patas y pezuñas luciesen más largas y estilizadas.

—Estás guapísima, Centella, “Chándal y tacones: arreglá pero informal”, a ver qué entrenador lo supera.

Mugieron y rieron.

Rubia y Centella no improvisaban, eran grandes profesionales. Llevaban ocho portafolios llenos de ejercicios encaminados a batir el récord de su mentor en un partido. Querían conseguir dar los 1005 pases de Setién, pero en los primeros 45 minutos de un encuentro, eso daría confianza a los jugadores y reforzaría su liderazgo como entrenadoras. Su objetivo, inconfesable hasta que conociesen a fondo el enorme potencial de La Masía, era llegar a los 4.000 pases con un equipo de canteranos, a ser posible todos de Sabadell. Como era el primer día de trabajo decidieron empezar por algo sencillo: el Karramarro y el Bustamanto, dos ejercicios ya testados satisfactoriamente con su equipo de vacas en Liencres. El Bustamanto era el ejercicio estrella en la Liga más famosa de Cantabria: La Bustamante. Consistía en situar a dos jugadores frente a frente, a un metro más o menos de distancia, y darse pases cantando Dos hombres y un destino:

Por el amor de esa mujer ♫ ♪
Somos dos hombres con un mismo destino
Pero yo sé que ella me quiere a mí ♫
Y que juega contigo ♬

Por el amor de esa mujer
Somos dos hombres con un mismo destino ♫ ♪
Y aunque me digas que ella es para ti ♫
Y aunque seas mi amigo, lucharé…

Rubia y Centella.

Como buenas admiradoras del cantante, al que conocían desde hacía muchos años antes de que entrase en Operación Triunfo, sabían, porque él mismo se lo había confesado en una verbena en Reinosa, que la mujer de la canción, el amor que perseguían con ahínco los dos hombres, no era más que una metáfora del balón, la pelota de fútbol, deporte que Bustamante practicaba asiduamente y del que era un gran aficionado.

A la hora de confeccionar el ejercicio, decidieron que cantar a dúo, frente a frente, pasándose la pelota, reforzaría los lazos de amistad entre los jugadores y les daría un plus de complicidad, como si fuesen Butch Cassidy and the Sundance Kid a punto de saltar del acantilado.

Tuya, mía, tuya, mía, tuya, mía. Era la lucha de dos hombres y un balón. Tuya, mía, tuya, mía y así hasta el infinito. ¿Y cuál era la dificultad?: precisamente esa, la duración del infinito, el tiempo. Se trataba de aguantar dándose pases el mayor tiempo posible, hasta que el cuerpo dijese basta. Había que comer de pie e incluso dar cabezadas, pero sin parar de pasarse el balón y sin dejar de cantar. Conocía dos vacas de Torrelavega que habían conseguido estar siete días, cuatro horas y un minuto pasándose el balón. El único problema era ir al baño. Las vacas, levantaban el rabo, y lo hacían en el mismo prado, al fin y al cabo, era abono, pero con los jugadores tendrían que buscar otra opción.

Rubia y Centella se dieron cuatro lamidas de vaca y, antes de salir hacia la Ciudad Deportiva Joan Gamper, justo en el umbral del portón del prado de la sierra que habían alquilado, se abrazaron

El cangrejo, originariamente conocido como Karramarro, era un ejercicio importado de la frontera con Bizkaia que se realizaba, aunque esto no le daba ningún valor añadido, tocado con una de las afamadas Boinas Elosegui en la cabeza, los vascos son muy amantes de sus tradiciones y como buenos vecinos respetaban sus costumbres. Este era un ejercicio individual. Había que colocarse en una portería e ir dando toquecitos al balón, siempre en horizontal, de izquierda a derecha del campo y viceversa, hasta llegar a la portería contraria. El récord de Cantabria lo poseía Sultana, una vaca lebaniega que había conseguido dar 27.107 pases.

Rubia y Centella, con su portafolios de ejercicios y la ilusión por las nubes, se dieron cuatro lamidas de vaca y, antes de salir hacia la Ciudad Deportiva Joan Gamper, justo en el umbral del portón del prado de la sierra que habían alquilado, se abrazaron. Se veían guapísimas, el chándal leopardo infundía respeto y los tacones confianza. Nada podía salir mal.

—Rubia.

—Dime, Centella.

—Hazte así, tienes una brizna de hierba en el cuerno.

 

21 de septiembre 2020.
Perugia.
Università degli Studi di Perugia.
Barcelona.
Despacho de Josep María Bartomeu.

09:00h.

Luis Suárez estaba nervioso. El sudor le empapaba las manos y el bolígrafo se le había resbalado un par de veces.

—¿Presi? ¿Me oye, Presi? —musitó.

—Sí, perfectamente. ¿Dónde estás?

—No le oigo muy bien, Presi, hay alguna interferencia, ¿Me puede hablar un poco más despacio y más alto?

—QUE DÓN-DE ES-TÁS.

—Vale, así mucho mejor, estoy en la última fila de la clase donde vamos a hacer el examen, somos unas veinte personas, tengo el auricular en el oído y el teléfono en el bolsillo, todo va perfectamente, de momento puedo hablar en susurros. Le dejo…

Buon giorno a tutti. La prova scritta consisterà in due esercizi su situazioni quotidiane e la prova orale sarà una breve conversazione di 10 minuti. Hai l'esame sul tuo tavolo, puoi iniziare quando vuoi. Hanno un'ora di tempo. Benvenuto in Italia.

Suarez se ajustó con disimulo el auricular.

—¿Presi, está ahí, me oye? —murmuró.

—Sí, con dificultad, ¿no puedes hablar más alto?

—No, imposible, ya tengo las preguntas, es un examen tipo test, hay tres respuestas, A, B y C, para cada pregunta y hay que escoger la correcta. Te voy a leer la primera, prepara el traductor de italiano, escucha atentamente:

Question 1
Scegli la risposta giusta :
Eros Ramazzotti ...... un cantante molto famoso.

A: c’è

B: è

C: ha

—Vale, dame un minuto… estoy en ello… ya… marca la…

Josep María Bartomeu.

Justo en ese momento, cuando estaba a punto de darle la respuesta correcta, escuchó un fragor en el pasillo y unos segundos después la puerta del despachó se abrió de golpe y entraron charlando acaloradamente Piqué, Jordi Alba y Busquets.

—Se acabó, nos vamos, Presi, prepare nuestros finiquitos inmediatamente, no aguantamos más a esas vacas taradas—dijo Jordi Alba.

—Hasta aquí hemos llegado, no pienso mearme encima para hacer una mierda de ejercicio —añadió Piqué.

—Y mucho menos con una txapela en la cabeza —agregó Busquets.

—¿Qué está pasando aquí, señores? ¿Qué falta de respeto es esta? —dijo Bartomeu mirando fríamente a sus jugadores.

—¿Presi? ¿Qué sucede? —cuchicheó Suárez.

—Nada, nada, espera un momento —contestó Bartomeu.

—¿Esperar a qué? —dijo Piqué—, ¿a que esas dos vacas locas acaben con nosotros? Se acabó, Presi, no estamos dispuestos a sufrir más humillaciones.

—No hablaba contigo, Piqué —dijo Bartomeu.

—¿Habla conmigo, Presi? —preguntó Suárez.

—No, bueno, sí, espera un poco —contestó Bartomeu.

—¿Esperar? No vamos a esperar ni un minuto más —tronó Jordi Alba.

—¿Entonces, con quién habla, Presi? —preguntó Piqué.

—Con Suárez —respondió Bartomeu.

—Dígame, Presi —contestó Suárez.

—No hablaba contigo, Luis —contestó Bartomeu.

—¿Quién es Luis? —preguntó Busquets.

—Suárez, Luis Suárez —respondió Bartomeu.

—Dígame, Presi —dijo Suárez.

—Que no hablo contigo, que esperes, me estáis volviendo loco. A ver, escuchad, estoy en medio de un examen, hablando a través de un auricular con Suárez y…

Gerard Piqué.

—Dígame, Presi —repitió Suárez.

—QUE NO HABLO CONTIGO.

En ese mismo momento, en medio de un gran estrépito y varios mugidos furiosos, la puerta, la jambas, la cerradura, las bisagras y media pared del despacho de Bartomeu, saltaron por los aires. Eran ellas.

—¡Volved al entrenamiento, inmediatamente! —bramó Rubia—, no podéis dejar el Karramarro a medias.

—Deténgalos, Presi, les voy a meter un paquete que los voy a crujir —dijo Centella a la vez que destrozaba de una cornada un retrato de Guardiola.

—A ver, Rubia, Centella, Piqué, Busquets, Jordi, quiero absoluto silencio. ¿Podemos dejar estas disputas para más tarde? Estoy muy ocupado en este momento —suplicó Bartomeu.

—Pero…

—¡HE DICHO QUE SILENCIO! —aulló Bartomeu, a la vez que daba un fuerte golpe en la mesa con las dos manos, con tan mala fortuna que, debido al brusco movimiento, el auricular salió despedido de su oreja y cayó, después de ofrecer un vistoso vuelo y golpear ligeramente en el hocico de Centella, justo entre sus dos pezuñas delanteras.

—Se le ha caído algo, Presi, no se preocupe, ya se lo recojo yo —dijo Centella solícita.

—NOOOOOO, no, no te muevas, estate quie…

¡CRAAAAAACK!

—Presi, ¿Está ahí, Presi? He oído como un crujido —susurró Suárez.

Diez minutos más tarde:

—¿Preesiiii? ¿Me escucha? ¿Hoooolaa? —dijo Suárez.

¿Presi? ¿Hoolaa? ¿Hay alguien?

Media hora después:

¿Qué está pasando? Por el amor de Dios, o me chiva las respuestas o me veo en el Atlético. ¿Preeeeeeeesi? ¡Dígame algo! —suplicó levantando la voz por los nervios sin darse cuenta de que el profesor llevaba un buen rato justo detrás de su pupitre.

Può dirmi con chi sta parlando, signor Suarez? Non stai copiando l’esame? Ti dispiacerebbe mostrarmi le tue orecchie?

 

Barcelona. 27 de septiembre de 2020.
Parque Natural Sierra de Collserola.

19:47h.

Rubia y Centella habían dado una semana de descanso a sus jugadores y seguían, tuya, mía, tuya, mía, perfeccionando el Bustamanto. El otoño comenzaba a pintar la sierra y algunos árboles ya mostraban tonos ambarinos que se fundían con el atardecer. Barcelona les gustaba, pero sus campos eran secarrales con la hierba dura y correosa, malos para el balón y peores para su alimentación. Ninguna quería verbalizarlo, pero sus ojos negros no mentían: añoraban los verdes y húmedos prados de Cantabria.

—Si te soy sincera —confesó tímidamente Rubia pasando el balón por enésima vez—, yo imaginaba nuestro sueño de otra manera y a los jugadores más implicados.

—Tienes razón —dijo Centella devolviendo el balón—, no nos han dicho ni mu.

Rieron con ganas.

—¿Llevas la cuenta?

—Sí —contestó Rubia mirando el reloj—: cuatro días, siete horas y dieciocho minutos.

—¿Tú crees que batiremos el récord del Bustamanto?

—Seguro, va, las dos a dúo…

Por el amor de esa mujer ♫ ♪
Somos dos hombres con un mismo destino
Pero yo sé que ella me quiere a mí ♫
Y que juega contigo ♬

 

Fotografías Getty Images.

 

Rubia y Centella viajan a Barcelona para ser entrenadoras del Barça

Rubia y Centella, las vacas de Setién, llevaban dos horas acicalándose, se habían probado media docena de vestidos, cuatro sombras de ojos diferentes, dos pintalabios Le Rouge Sparkling Lily Nº7 de Givenchy y unos atrevidos sujetadores push-up “diseñados para presumir de escote realzando las ubres”. Querían causar muy buena impresión, no todos los días un par de vacas pasiegas tenían la oportunidad de cumplir sus sueños.

En Liencres cogieron un taxi y se encaminaron hacia la estación de autobuses de Santander. Al llegar, se tomaron un té, media docena de Corbatas de Unquera y un pincho de tortilla. Mientras esperaban a que llegase la hora de salida del autobús con destino a Barcelona, volvieron a leer detenidamente el comunicado que había publicado Setién. Ya lo habían hecho tantas veces que se lo sabían de memoria, sí, no había ninguna duda, se referían a ellas, estaba clarísimo, seguro que Setién había presumido delante de algún directivo de sus récord de pases, de sus conocimientos de fútbol y de su inmaculado estilo basado en la ortodoxia de la posesión y tan alejado de algunas herejías como el doble pivote o el contraataque.

Mientras esperaban a que llegase la hora de salida del autobús con destino a Barcelona, volvieron a leer detenidamente el comunicado que había publicado Setién

Media hora más tarde, con la sonrisa en el hocico y contoneándose como un flan de gelatina, enfilaron, entre silbidos de admiración y algún que otro piropo subido de tono, el pasillo del autobús en busca de sus asientos. Estaban acostumbradas, se sabían bellas y deseadas, lanzaron un par de guiños a sus admiradores y al sentarse, de forma tan estudiada como casual, dejaron que sus largas patas sobresaliesen por la abertura de sus vestidos.

Antes de llegar a Bilbao, con la cabeza apoyada contra el cristal y uno de sus pequeños cuernos repiqueteando, Centella, tan ensimismada como Celia Johnson en Breve encuentro, no pudo aguantar más:

—¿Tienes el comunicado de Setién? Estoy deseando volver a leerlo.

—Y yo —contestó Rubia moviendo la pezuña en el pasillo con picardía a la vez que sacaba el comunicado del escote.

Comunicado de Setién.

 

 

 

—Estoy atacada, Rubia, nerviosísima. Cuanto más lo leo más me convenzo de que esa frase de la "futura reubicación" la han escrito pensando en nosotras: ¿Hay un cuerpo técnico con mejor cuerpo y más experiencia que el nuestro? Nos necesitan, Rubia, nos necesitan, están en una situación desesperada y han pensado en nosotras. ¿Dónde crees que nos reubicarán? ¿AIC oficiales del Club? ¿Encargadas de la Masía? ¿Ayudantes de Koeman?

—Calla, calla, con lo buenorro que está, si parece un toro.

Las dos vacas mugieron entre risas. Poco a poco, soñando con céspedes cortados al milímetro, los kilómetros fueron pasando. Al llegar a Zaragoza vieron circular, paralelo a la carretera, un tren más o menos a la misma velocidad que el autobús, las vacas lo miraron y, antes de que se diesen cuenta, cayeron dormidas.

Ronald Koeman.

Se despertaron justo al llegar a Barcelona, se lamieron un poco entre ellas para perfilar sus pestañas y diez minutos más tarde bajaron del autobús y cogieron un taxi hasta la calle Arístides Maillol. Entraron en las oficinas del Barcelona haciendo sonar sus cencerros y se dirigieron al mostrador de información.

—Hola, somos las vacas de Setién, venimos a reubicarnos.

—¿A reubicarse?

—Sí, mire, aquí tenemos la citación —dijo Rubia sacando el comunicado y dejándolo encima del mostrador—, le hemos subrayado la frase en la que se requieren nuestros servicios.

—Lo siento, pero aquí solo habla del cuerpo técnico de Setién.

—Pues claro, ¿¡y qué somos nosotras!? A ver, ricura, no me hagas enfadar, ¿tú sabes con quién estás hablando? Mira, si no quieres que montemos un escándalo y te dejemos el suelo lleno de plastas, ya estás llamando al Presidente.

Habían visto a Bartomeu en la televisión muchas veces, pero en persona era un bellezón, aquellas gafitas le hacían interesantísimo

—El Presidente está muy ocupado. Si quieren que les atienda tendrán que rellenar una solicitud.

—¿Solicitud? ¡MIRA MI SOLICITUD! —dijo Rubia soltando una coz y haciendo añicos el cristal de la puerta de entrada. O viene Bartomeu en cinco minutos o te dejo esto hecho una escombrera, tengo mala leche de sobra para inundar medio estadio.

—Y yo el otro medio —replicó Centella cogiendo carrerilla, golpeando con sus cuernos el mostrador y persiguiendo a la recepcionista por toda la estancia.

Dos minutos más tarde, alertado por el escándalo, apareció Bartomeu:

—¿Qué está pasando aquí?

Rubia y Centella, al escuchar aquella voz tan familiar, dejaron de acosar a la recepcionista y se miraron sorprendidas. Habían visto a Bartomeu en la televisión muchas veces, pero en persona era un bellezón, aquellas gafitas le hacían interesantísimo. Empezaron a mugir.

Josep María Bartomeu.

—Señor Presidente, encantadas de conocerle, esta es Centella, mi amiga, y yo soy Rubia, somos las vacas de Setién. Hemos venido a reubicarnos.

—¿Que han venido a qué?

—A reubicarnos, nos han llamado y aquí estamos. ¿Por dónde empezamos?

—Creo que ha habido un malentendido. Nosotros solo vamos a reubicar al cuerpo técnico de Setién.

—No empiece, Presidente, no empiece, mírenos, ¿acaso ve un cuerpo mejor y más técnico que el nuestro? —dijo Centella girando sobre sí misma como una peonza y dejando al aire sus nervudas patas.

—Pues no, la verdad es que no, pero no podemos reubicarlas, tenemos ciertas limitaciones económicas que nos están constriñendo.

—Escuche, señor presidente, si es por dinero somos las vacas indicadas, estamos dispuestas a hacer cualquier cosa, lo que sea, con tal de ayudar al Club a salir de esta crisis, somos muy baratas, nos conformamos con pastar un poco del césped del Nou Camp y de paso lo abonamos. Le recuerdo que todo lo que sabe Setién de fútbol lo aprendió gracias a nosotras. Era un niño y ya jugaba con nosotras en el prado: pase p’aquí, pase p’allá. Hasta un tatuaje de Xavi Hernández nos hicimos los tres en un arrebato. Si nos da diez minutitos para hablar con usted, creo que podemos convencerle de que somos las indicadas.

“El FC Barcelona y las Vacas de Setién han llegado a un acuerdo para su incorporación como entrenadoras del primer equipo de fútbol hasta el 30 de junio de 2022..."

Media hora más tarde, Bartomeu salió de su despacho, seguido de Centella y Rubia, sonriente y convencido de lo que iba a hacer. Hacía mucho tiempo que no pasaba un rato tan divertido y agradable. Centella y Rubia le habían proporcionado una ilusión que que no sentía desde hacía muchos años. Tanto estrés iba a terminar con él. Encendió un Montecristo, aspiró y dejó que las volutas envolviesen las largas pestañas de Centella y Rubia, con sus ojos color carbón. Dio otra calada al puro y dijo:

—¿Sabéis una cosa?, voy a nombraros entrenadoras del Fútbol Club Barcelona. Os quiero tener a mi lado estos últimos meses, que le den a la moción de censura, no pienso dimitir. Si quieren ganarme tendrán que hacerlo en las urnas. Y a vosotras también, os voy a hacer un contrato por un par de años y que salga el sol por Antequera.

Josep María Bartomeu.

El domingo, a primera hora de la mañana, la supuesta noticia de la destitución de Ronald Koeman rebotó de medio en medio como una pelota sin dueño ni control. Nadie daba crédito y nadie se atrevía a publicar algo tan disparatado. Muchos pensaron que se trataba de una broma hasta que un tuit en la cuenta oficial del F.C. Barcelona y un escueto comunicado confirmaron lo que hasta ese momento no era más que un rumor:

"El club expresa públicamente su agradecimiento a Ronald Koeman por la profesionalidad, el compromiso, la dedicación y el trato siempre positivo y cercano que ha mostrado hacia todos los estamentos que conforman la familia azulgrana, y le desea suerte y muchos éxitos".

Dos horas más tarde el Club lanzó un nuevo tuit y un comunicado de bienvenida:

“El FC Barcelona y las Vacas de Setién han llegado a un acuerdo para su incorporación como entrenadoras del primer equipo de fútbol hasta el 30 de junio de 2022. El acto de presentación y posterior rueda de prensa de las nuevas técnicas azulgranas se celebrará hoy a partir de las 18.00 horas en el césped del Nou Camp. Se ruega etiqueta y albarcas”.

“Las leyendas azulgranas, Rubia y Centella, defensoras de la ortodoxia culé de la posesión, vuelven al Camp Nou. Las vacas cántabras suman ya una gran veteranía como técnicas con más de 15 años de experiencia dirigiendo a equipos juveniles de terneras y después de pasar por varias Ligas tan competitivas como la Rumier, la Santoñana, la Bustamante, además de la selección oficial de Toros bravos de Cantabria”.

Cuatro meses más tarde, un 21 de enero, con el equipo en puestos de descenso, un motín en el vestuario, Messi desaparecido y el equipo totalmente arruinado, la votación de la moción de censura acabó con el mandato de Bartomeu y las Vacas de Setién fueron inmediatamente despedidas.

Esa misma noche, Rubia, Centella y la familia de Bartomeu cogieron un avión rumbo a Cantabria. A la mañana siguiente, fueron todos juntos a pasear por la playa desierta.

Bartomeu, feliz con Rubia y Centella a su lado, cerró los ojos frente al Cantábrico y gritó, por fin, aquello que tanto tiempo había mantenido oculto.

¡HALA MADRID!

—Estás como un cencerro —dijeron las dos vacas a la vez.

Un segundo después, las carcajadas de Bartomeu, Rubia y Centella resonaron por toda la bahía de Santander.

 

Fotografías Getty Images.

 

 

 

El club azulgrana puede pagar caro que su catarsis haya llegado tarde

Cuando el Real Madrid conquistó recientemente la Liga, recuerdo que en Can Barça nadie se rasgó las vestiduras por habérsela ‘regalado’ a su eterno rival. Y sentí que eso era porque aún albergaban la esperanza de la Champions y no parecía el momento de desestabilizar… Luego llegó la eliminación del Real, a manos del Manchester City, que dirige uno de los más significados ‘hijos pródigos’ del barcelonismo: Pep Guardiola. Y la satisfacción de la tropa culé fue muy profunda… desde lo más recóndito del subconsciente colectivo del barcelonismo, el camino estaba expedito para dar un golpe mortal en la línea de flotación del Madrid, compensando el mal año vivido y justificando la estrategia y decisiones de su junta directiva.

Zidane y Guardiola.

Pero el torpedo les destruyó a ellos en forma de la abultadísima derrota (2-8) que les infringió el Bayern de Múnich, nada menos que en los octavos de final. Demasiado castigo que, a priori, nadie podía imaginar. Y tras esa debacle deportiva (por cierto, la más abultada de la historia del club), en este caso sí que todo el castillo de naipes se le ha venido abajo al barcelonismo. Gozando el Barça de tanto periodista de bufanda que defiende al club y a su equipo, sin el mínimo rigor analítico ni un ápice de autocrítica, la ‘catarsis’ parece que ha llegado ya demasiado tarde y que el club lo tendrá que pagar seguramente muy caro.

Estamos ante un inmenso iceberg a la deriva, donde sólo la séptima parte superior (la que se ve) correspondería a lo deportivo

Mi objetivo con este caso es reflexionar, siquiera superficialmente, sobre esta crisis del Barça que se me antoja de profundo calado y mayor trascendencia de los que sus seguidores barruntan. No tengo gran conocimiento de la realidad de su club, ni La Galerna es el soporte adecuado para hacerlo. Aquí nos centramos en su eterno rival y, en esa medida, por eso algo nos concierne.

En mi penúltimo post, titulado ‘Todo apunta hacia un cambio de ciclo’ […] me atreví a aconsejar al seguidor culé que debería “meditar durante un ratito y preguntarse por qué su equipo ha perdido la liga este año, en vez de buscar -como suelen hacer- todo tipo de excusas peregrinas, como las ayudas de los árbitros… o la flor de Zidane. Podrían reflexionar sobre por qué sus jugadores no han dado la talla… la razón oculta de las declaraciones de Messi (en la antesala de su retirada), tras la derrota contra Osasuna, enseñando a su entrenador la puerta de salida… el porqué del quilombo que hay montado en su club y la penosa situación económica en la que se encuentra la entidad. Aderezado, todo ello, con la antesala de unas elecciones presidenciales previstas para 2021 en las que Bartomeu se siente acosado por todos los flancos. Vamos que el Club y el barcelonismo están más estresados que El camarote de los hermanos Marx”.

Bartomeu en rueda de prensa.

Bien, pues aquella recomendación me parece aún vigente -y más pertinente, si cabe- tras la destitución de Setién (prueba fehaciente del poder de Messi), la llegada de Koeman (amenazando con arrasar el vestuario), la situación perentoria del presidente y de su Junta (por el fracaso de Lisboa, el declive deportivo y la penuria económica del club) o la envergadura imponente de las reformas que tienen por delante. Porque la culpa de esta crisis no la tienen los jugadores, como nos quieren hacer creer desde Can Barça… sino ellos mismos. La crisis es institucional, sobre todo institucional… Estamos ante un inmenso iceberg a la deriva, donde la séptima parte superior (la que se ve) correspondería a lo deportivo y las 6/7 restantes (las ocultas) tienen que ver con el funcionamiento del entramado institucional. Y para este somero análisis me inspiran dos libros rotundos: ‘Focus’ (David Goleman) y ‘¿Por qué fracasan los países?’ (Daron Acemoglu y James A. Robinson).

Algunos candidatos a la presidencia del Club ya han advertido que Koeman no será su entrenador

Goleman, reconocido universalmente por sus teorías sobre la Inteligencia Emocional y la inteligencia Social, entre otras, nos viene a decir en Focus que un buen análisis es el que pone siempre el foco en los aspectos profundos, esenciales… y no lo ‘desenfoca’ hacia los superficiales, marginales y/o colaterales. Si no analizamos el problema con ese rigor, las conclusiones quedarán sesgadas y llevarán al engaño, a la ocultación de la realidad… Y, así, la terapia resultará perniciosa (además de contraproducente). En este punto, yo diría que las decisiones tomadas por Bartomeu y su Junta son un mero parche pues ellos son parte del problema y no pueden ser la solución. De hecho, algunos candidatos a la presidencia del club, en las elecciones anunciadas para marzo ya han advertido que Koeman no será su entrenador, si salen elegidos (¿…?), a pesar de que su mera contratación ya les ha costado cinco millones de euros (en pago a la Federación de Fútbol de Holanda, para que le libere de su contrato como seleccionador nacional).

Ronald Koeman.

Para comprender, siquiera tangencialmente, por qué creo que el equipo directivo en este caso es parte del problema, creo que Acemoglu y Robinson nos dan una clave cuando concluyen que los estados [el libro se centra en los estados y yo hago un paralelismo voluntario con los grandes clubes de fútbol] crecen y mejoran o, por el contrario, declinan y se empobrecen dependiendo del modelo de sus instituciones. Nos explican que, en función de las políticas que desee desarrollar un Gobierno, sus instituciones serán inclusivas o extractivas. ¿Y eso que significa? Pues que las inclusivas aceptan el reto de la innovación, reparten y redistribuyen la riqueza, preparan su futuro y trabajan cada día para ello; por el contrario, los estados extractivos son los que sirven al desarrollo de una ideología, que inspira y sirve solo a una parte de sus ciudadanos, a unos pocos… y tienden a poner el poder en manos de esos pocos.

No han sabido manejar sus tempos, pensando quizá en que Messi lo resolvería siempre todo...

¿Es el Barcelona un club inclusivo o extractivo? ¿Han actuado y están actuando de forma similar el presidente del Real Madrid y su equipo? ¿Los clubes y las SAD tienen que actuar del mismo modo? Que cada cual concluya lo que considere. Pero lo que está claro, a mi modo de ver, es que los directivos del Barça se han escondido muchos tras su bonanza deportiva… para soslayar la preparación del futuro y no tener que tomar medidas impopulares para sus socios y seguidores… Creo que no han sabido manejar sus tempos, pensando quizá en que Messi lo resolvería siempre todo... Sin embargo, ahora el canguelo es generalizado en las gradas del Camp Nou ante la posibilidad de que su ídolo abandone la nave y deje de ser la solución. Digo posibilidad por no hablar de certeza, pues Messi se tendrá que bajar forzosamente en dos o tres años por causas puramente vegetativas. ¿Y qué pasará entonces?

Messi se lamenta.

Tengo meridiano también que una política y una cultura cimentadas sobre más de cien años de historia no se cambia de la noche a la mañana. Necesita muchos años, quizá décadas, para evolucionar y cambiar de forma sólida. Nos dicen los autores que se puede producir ese cambio, claro, pero que para ello se deben dar dos condiciones sine qua non: la firme voluntad de los gobernantes de romper gradualmente con la estructura heredada (cosa que dudo) y el establecimiento de una hoja de ruta para seguirla con mano de hierro (lo dudo igualmente, pues nunca ha existido, ni la voluntad de aplicarla).

Ser “más que un club” les ha impedido ser “simplemente un club”

Los socios culés tienen que armarse de paciencia porque el rubicón que se les espera será largo. Deberán exigir a sus directivos que se apliquen en el cambio sin dejarse llevar por lo emocional. También, tendrán que exigirles que no se equivoquen de nuevo en el diseño de esa hoja de ruta, así como la máxima seriedad y rigor en la aplicación de las terapias, porque su club (que es lo más esencial) está por encima de lo emocional o lo meramente episódico… Que no les engañen, porque ser “más que un club” les ha impedido ser “simplemente un club”. Será un rubicón largo, insisto, y de sufrimiento añadido para ellos viendo cómo su eterno rival, el de la capital de España, recoge el fruto de llevar visualizando el futuro y trabajando en él desde hace ya un par de décadas.

 

Fotografías Getty Images.

 

El adiós del argentino es la primera piedra del nuevo edificio culé

El Barcelona es un equipo que ha tenido dos entrenadores en la temporada y ha caído en las tres principales competiciones. No es necesario invocar la ayuda de Cuarto Milenio para explicar la debacle de la quinta esencia del único tipo de fútbol lícito, según el rebaño de expertos. Tampoco hacía falta poseer un sexto sentido para predecir la pérdida de la última de las siete vidas del gato barcelonés que más éxito ha tenido en su historia. De modo que, en el octavo mes del año, llamado agosto en honor del emperador Octavio, las invasiones germánicas han dado la puntilla al imperio romano de Messi.

El Bayern golea al Barcelona.

Es cierto que los madridistas solemos pecar de exigentes, no hemos terminado de brindar por una de las Champions ganadas y ya estamos poniendo pegas y pidiendo cambios necesarios para seguir ganando. Algo similar a la anécdota de Bilardo tras ganar Argentina el mundial 86: todos los jugadores estaban exultantes de alegría tras derrotar a la selección de los bárbaros pueblos germánicos y el narigón Bilardo no quiso ni hacerse una foto con la Copa del Mundo. Los futbolistas lo encontraron enfadado en el vestuario diciendo que cómo demonios era posible que hubiesen encajado dos goles de córner. Sin embargo, el seguidor culé suele tener tragaderas más amplias y mientras le han durado las pilas a una excelente generación de futbolistas en conjunción planetaria —como diría Leire Pajín— con una Federación Española y un estamento arbitral muy colaboradores, todo les parecía bien. Las Ligas y Copas del Rey iban cayendo con el viento a favor y una Copa de Europa en nueve años les parecía botín suficiente.

El FC Barcelona Campeón de Europa en 2015.

Pero, como cantaban los Módulos, todo tiene su fin y el aficionado culé sabe que ha dejado atrás una etapa, mira a Messi y siente que ya llega la hora, que dentro de un momento se alejará al fin. Y aun siendo doloroso prescindir del principal responsable de la mejor época del club, al seguidor exigente solo le queda la esperanza que como el viento al humo Leo se aparte ya de aquí.
Sin embargo, parece que el club no ha previsto el ocaso del ciclo y no se atisba un relevo generacional más allá de un par de jóvenes talentosos y múltiples fichajes fallidos, a pesar de presumir siempre de la Masía y del tan cacareado ADN Barça. Este hecho contrasta con la política silenciosa y constante como una hormiga que ejerce el Madrid desde hace muchos años. Sin presumir de nada, ha extraído de la fábrica excelentes jugadores tanto para el primer equipo como para media Europa y ha ido reclutando futbolistas jóvenes con potencial para empollarlos hasta que salgan del cascarón. Bien sea en el propio nido o cedidos en otras pajareras. De este modo, el socavón dejado por la marcha de Cristiano se está encofrando y cementando sin que el edificio se haya derrumbado.

Jugadores del FC Barcelona en La Masía.

El Barcelona sabe que necesita una remodelación completa, pero no se atreve a realizarla porque necesita demoler la viga maestra argentina que ha sustentado el club durante su edad más fructífera. Es comprensible este temor, pero no es aceptable. Un buen ejecutivo ha de tomar decisiones correctas en el momento oportuno y el Barça hace tiempo que se autoengaña y vive de las rentas. Ojalá siga así durante más tiempo, porque al Madrid le beneficia.

 

Fotografías Getty Images.

 

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