Las mejores firmas madridistas del planeta

Hoy se cumplen 108 años del nacimiento de Lazcano, el autor del primer gol del Real Madrid en la historia de la Liga en 1929. Además de al balompié se dedicó a la medicina, fue novelista y escribió varias obras de teatro del género comedia como las tituladas "El Astrágalo" o "Amar es vivir". Un intelectual de la época.

Nació el 30 de Diciembre de 1909 en Pamplona (Navarra), era un extremo derecho muy rápido, fogoso, valiente, de excelente condición física, con un magnífico disparo y dotado de gran técnica individual. Las aficiones rivales le gritaban irónicamente "¡Dramaturgo!" debido a su afición teatral aunque su apelativo más reconocido fue "El niño de los caracoles".

Inició su trayectoria en el Club Atlético Osasuna llamando la atención del Madrid en el verano de 1928 cuando paga 6.000 pesetas por su fichaje. Meses más tarde, el 10 de febrero de 1929, en el estreno del conjunto blanco en la recién creada competición de Liga, no sólo inauguró el casillero, sino que logró otros tres tantos que, junto con el de Morera, dejaron un marcador final de 5-0 frente al Europa. Acabada la temporada firma 11 dianas, el Real Madrid finaliza la Liga en segunda posición, a 2 puntos del F.C. Barcelona, cae en la Copa en la famosa "Final del Agua" ante el Espanyol por 2-1 (tanto de Lazcano), pero conquista el Campeonato Regional por delante del Athletic de Madrid.

El 16 de septiembre sufrió un grave accidente de moto cuando iba camino de Sevilla para fichar por el Real Betis. Cerca de Villarta chocó contra un vehículo que le dejó en estado grave con heridas en la cabeza y congestión pulmonar. Se pensó que no volvería a jugar y el equipo verdiblanco desechó su fichaje. Reapareció en enero del año siguiente y pudo participar en la campaña 1929-1930. En el enfrentamiento liguero de la jornada nueve ante el F.C. Barcelona da comienzo la racha de Lazcano frente a la escuadra blaugrana al anotar 1 gol en la victoria por 1-4, y en la segunda vuelta logra otros tres que ayudan a derrotar por un contundente 5-1 al eterno rival.

La llegada de grandes jugadores para el curso 1931-1932 cambia el panorama de la institución, se contrata a los defensas Ciriaco y Quincoces y al delantero Olivares procedentes del Alavés, a Luis Regueiro del Real Unión y al canario Hilario procedente del Deportivo para conformar un excelente plantel. Se obtiene sin ninguna derrota la primera Liga de la historia con un Lazcano soberbio desde el ala derecha asistiendo a sus compañeros y marcando cinco goles, uno de ellos en la visita al F.C. Barcelona el 3 de abril de 1932.

En 1933 se revalida el entorchado liguero al aventajar por dos puntos al Athletic en una campaña en la que Lazcano cae lesionado y únicamente juega 4 partidos de Liga con dos goles en su haber. En la temporada 1933-1934 no se puede con el Athletic en Liga, pero se consigue tras varios años de espera la Copa. Se elimina consecutivamente a Osasuna, Athletic tras un desempate, y Real Betis para disputar la final ante el Valencia, al que se derrota por 2-1, tanto definitivo obra de Lazcano en el minuto 73. En la última temporada del jugador pamplonés como madridista -en 1935- termina con un total de 10 tantos, dejando gran sabor de boca al firmar un triplete al Barcelona en Liga en la jornada 10 en un partido que finalizó por un abultado 8-2.

El bagaje para la historia que deja "El niño de los caracoles" en la entidad blanca es de 147 partidos entre todas las competiciones y 79 dianas, ocho de ellas conseguidas en 9 partidos oficiales frente al F.C. Barcelona. Su carrera continúa en el Salamanca y el curso 1935-1936 es traspasado al Atlético de Madrid, en el que juega 12 partidos de Liga para colgar las botas a final de temporada.

Con España actúa en cinco encuentros y anota un gol. Hizo su estreno en un amistoso ante Portugal a la que se gana por 5-0 y dos meses después -el día 15 de Mayo- aparece en el XI inicial frente a Inglaterra en un partido para la historia. Forma en la delantera con Goiburu, Gaspar Rubio, Padrón y Yurrita y en una memorable tarde de España se vence a los inventores del fútbol por 4-3 (diana de Lazcano que suponía el 2-2). Se despidió de la selección en noviembre de 1930 en un amistoso contra Portugal (0-1) en el que tuvo que salir sustituyendo a Goiburu en el minuto 15.

Tras finalizar su carrera deportiva se dedicó a ejercer la medicina, aunque también llegó a ser seleccionador formando tripleta con José Luis Costa y Ramón Gabilondo entre 1959 y 1960. Además presidió la Federación de Pelota en 1963, deporte del que era gran aficionado, se le nombró vocal de la Federación Española de Fútbol en el mismo año y tiempo después fundó junto con su hermano José Luis -en Madrid- el Club Apóstol Santiago, una escuela deportiva dedicada a fomentar el deporte entre los más jóvenes.

Falleció el 1 de Junio de 1983 en Madrid a los 73 años.

Hoy 1 de diciembre se cumplen 101 años del nacimiento de Pruden Sánchez, un delantero capital en la historia merengue al lograr con sus goles que el Real Madrid permaneciese en Primera División en una campaña donde se rozó el descenso de categoría.

Salmantino de Babilafuente fue un jugador de gran oportunismo y eficacia, con un buen disparo con ambas piernas y un poderoso remate de cabeza. Le gustaba ir al choque en cada jugada y siempre incomodaba a los zagueros rivales por su fuerza y vigorosidad. No era un prodigio técnico y su estilo era poco estético, por ello siempre buscaba la portería contraria sin adornos ni florituras.

Comenzó su carrera en la UD Salamanca con el que subió a 2ª División antes del estallido de la Guerra Civil. Al término del conflicto permaneció una campaña más en el conjunto salmantino hasta que recibió una propuesta del Atlético Aviación para hacer una prueba en el equipo rojiblanco. En el ensayo convenció al cuerpo técnico y a los directivos y un mes después se cerró el acuerdo para su fichaje. El Atleti revalidó el título de Liga en 1940-1941 y Pruden  tuvo mucho que ver al ser el máximo goleador de la competición con 30 goles.

En el periodo estival Pruden pidió a la directiva rojiblanca una ficha profesional ya que aún era jugador amateur. Las conversaciones no llegaron a buen puerto y las divergencias económicas hicieron que el ariete decidiese abandonar la entidad y regresar a la UD Salamanca. El de Babilafuente además aprovechó para continuar sus estudios de medicina que había dejado a medias tras su mudanza a Madrid un año antes.

Los primeros rumores sobre su fichaje por el Madrid surgieron tras participar en el homenaje a Jacinto Quincoces. Disputó varios amistosos con los blancos al mismo tiempo que intentaba mantener al Salamanca en la categoría de plata. Finalmente en marzo de 1943 se cerró el trato por el que Pruden reforzaría a los capitalinos a partir de la Copa que se disputaría desde finales de abril.

El Salamanca acabó bajando tras ser tercero de su grupo en la liguilla final por la permanencia y Pruden debutó en las filas merengues en el torneo copero precisamente ante la escuadra charra en Chamartín. Vencieron por 5-1 a su ex equipo con dos goles que llevaron su firma y en la vuelta también lograron el triunfo por la mínima. En las eliminatorias posteriores el Real Madrid derrotó a Español, Xerez y F.C. Barcelona con el famoso 11-1 en el que el artillero salmantino marcó tres dianas y se clasificó para la final en la que caerían contra el Athletic.

La parroquia blanca tenía puestas grandes esperanzas en el salmantino dadas las magníficas cifras goleadoras que tuvo en el equipo vecino. Sus actuaciones en la Copa de 1943 fueron muy buenas, pero sus dos primeras temporadas completas dejaron dudas en la directiva y en la hinchada. Nueve goles en 1944 y siete goles en 1945 fueron el bagaje en dos años en el que la escuadra entrenada por Ramón Encinas no alcanzó ningún título.

La situación cambió con la llegada de Quincoces al banquillo blanco. En el curso 1945-1946 Pruden marcó 20 goles en Liga y solo fue superado por Zarra en la clasificación de mejores artilleros. El conjunto blanco no pudo pelear por la competición doméstica pero obtuvo la Copa después de 10 años de sequía. Eliminaron consecutivamente a Club Ferrol, SD Ceuta, Alcoyano y Real Oviedo y se presentaron en la final contra el Valencia al que vencieron por 3-1, con doblete de Pruden.

La campaña siguiente se hizo cargo del equipo Baltasar Albéniz, aunque el rendimiento en Liga fue muy pobre al quedar pronto descolgados de la lucha por el título y terminar en séptimo lugar. Pruden sí rayó a gran nivel y consiguió con 22 dianas su mejor cifra de goles con la camiseta blanca en el campeonato liguero. Solo restaba una opción para no tildar de fracaso la temporada y era la Copa. La escuadra merengue defendía el título y lo acabó revalidando, algo que no hacía desde 1908. En su camino hacia la final se deshizo de Club Ferrol, Real Betis, Castellón y Athletic Club, y en el duelo por el título se vio las caras con el RCD Español. El encuentro se disputó en Riazor y el Real Madrid alzó el título tras un 2-0, el último tanto obra de Pruden en las postrimerías del choque.

El curso 1947-1948 fue el último del futbolista salmantino en la disciplina merengue. El equipo no funcionó en ningún momento de la campaña y la ansiedad y el agobio por verse en los puestos de abajo condicionó cada partido. Pruden perdió la titularidad, y tras marcar un gol en la primera jornada ante el Alcoyano estuvo 25 encuentros seguidos sin hacerlo.

Sin embargo, los otros dos goles que firmó fueron los vitales para que el Real Madrid siguiese en la Primera División. A la última fecha del campeonato, el plantel entrenado entonces por Mister Keeping llegó en el puesto once con posibilidades reales de bajar. Los asturianos habían cumplido todos sus objetivos y eso jugó a favor de los madrileños. Pruden, con dos dianas en la primera mitad, sentenció el partido y salvó al Real Madrid de la categoría de plata. Unas semanas más tarde el charro abandonó la institución madridista tras 114 partidos oficiales y 93 goles.

Su siguiente club fue el Real Zaragoza y en 1949 se marchó al Plus Ultra donde tras permanecer cuatro campañas se retiró del fútbol a los 37 años.

Nunca fue internacional con la Selección española precisamente por la gran competencia que había para el puesto de delantero centro, donde principalmente Mundo y Zarra, que empezaba a destacar, le cerraron el paso.

Tras colgar las botas siguió ejerciendo la medicina, y en 1953 entró en los servicios médicos del club merengue. Lo compaginó algunos años con el puesto de delegado y posteriormente ejerció como médico de empresa hasta su jubilación.

En 1958, el presidente de la UD Salamanca y antiguo compañero suyo Dámaso Sánchez de Vega le entregó la máxima distinción del club en homenaje a todos los años que se enfundó la camiseta charra.

Falleció el 25 de Febrero de 1998 en Madrid a los 81 años.

 

Hoy 13 de noviembre se cumplen 67 años del fallecimiento de Juanito Monjardín, uno de los delanteros más importantes del club en la primera mitad del siglo XX.

Monjardín fue uno de los jugadores preferidos en toda la historia para Santiago Bernabéu. De él dijo el mandatario blanco que "nadie había representado al club con tal fanatismo y sentimiento como Monjardín". Durante sus años de estancia en la entidad se dejó el alma en cada minuto que vistió la zamarra blanca.

Coruñés nacido el 24 de abril de 1903, fue un delantero de raza, con gran nobleza, valiente y batallador. Su gran virtud fue el remate de cabeza (está considerado el primer especialista español en este arte), aunque también tenía un potente chut con su pierna derecha. Se le conoció con el sobrenombre de "El Nene".

Estudió en el Colegio del Pilar al igual que han hecho otros jugadores blancos como René Petit, Perico Escobal o Ramón Marsal. Del colegio pasa al Madrid en 1919 y pronto se convierte en uno de los mejores futbolistas españoles de la época. Su debut oficial se produce en el Campeonato Regional Centro de la temporada 1918-1919, en un duelo frente al Rácing de Madrid.

El primer título de su palmarés lo obtiene en 1920 al superar el Real Madrid Athletic de Madrid en el torneo regional por un sólo punto, consiguiendo además la clasificación para la Copa de S.M. el Rey Alfonso XIII. En la competición copera se ven las caras con un poderoso Athletic de Bilbao que les apea en cuartos con un tanto en la ida de Monjardín.

En 1922 levantan de nuevo el Campeonato Regional tras el fiasco del año anterior y vuelven a participar en la Copa. Primero tienen como adversario al Arenas de Getxo en una eliminatoria vibrante que cuenta con cinco partidos (tres de desempate). En Ibaondo el Arenas vence 4-0 y en O´Donell el Madrid hace lo propio por 5-2 con triplete del ariete gallego. Los dos primeros replay acaban 1-1 en O´Donell y el tercero y definitivo se juega en el campo del Racing de Madrid. Allí Monjardín completa una actuación primorosa y sus tres goles dan al bando madridista un triunfo por 3-0 que les hace pasar de ronda. Sin embargo a continuación el rival el Real Unión de Irún les elimina de la competición tras un desempate.

En 1924 el Real Madrid se traslada a Chamartín, un coliseo para 15.000 espectadores. Logran el Campeonato Regional y regresan a la Copa alcanzado la final. En cuartos de deshacen del Natación Alicante con Monjardín liderando al equipo con dos dianas en cada partido (4-0 en Madrid y 2-3 en Alicante) y en semis por fin pueden con el Athletic de Bilbao. En la capital del Bocho pierden 3-1 y en Madrid doblegan a los bilbaínos por 3-1, el segundo obra de Monjardín. Dos días más tarde en el Metropolitano un solitario tanto del coruñés da la victoria por la mínima al Madrid que se presenta en la final de Copa. Celebrada en Atocha el 4 de Mayo de 1924 ante el Real Unión de Irún, los blancos luchan pero no pueden superar a los hombres de Steve Bloomer.

El último curso completo de Monjardín con la camiseta blanca fue en 1926-1927. En dicha campaña revalidaron el Campeonato Regional tras aventajar en siete puntos al Athletic de Madrid y a continuación participaron en la Copa del Rey compartiendo grupo de octavos con el Extremeño y el Sevilla. El coruñés con problemas físicos únicamente disputa los duelos de fuera de casa en la liguilla y a pesar de que el Madrid llega hasta semis no juega ni contra el Europa en cuartos ni frente al verdugo merengue, el Real Unión.

Antes de la gira por Sudamérica que se inicia en junio de 1927 y dura hasta septiembre, Monjardín se ve obligado a colgar las botas por una grave lesión cuando contaba sólo con 24 años. Sin embargo no es su retirada definitiva puesto que aún jugaría un encuentro de la recién estrenada Liga en 1929. El conjunto entrenador por José Quirante se encontraba en cuadro y en la jornada 15 llamaron al ariete para que les echase una mano en el choque frente al Español en Chamartín que acabó en victoria local por 2-0. El bagaje que dejó Juan Monjardín en diez años de pertenencia al Real Madrid fue de 73 partidos y 55 goles entre Liga, Copa y Campeonato Regional.

Con la selección española fue internacional en cuatro ocasiones logrando tres goles. Se estrenó en un amistoso frente a la vecina Portugal en 1922 donde marcó el tanto que dio la victoria a España por 1-2, siendo el primer futbolista blanco de la historia en debutar y marcar. Unos meses después en su segundo choque vistiendo la zamarra roja consiguió sus otros dos goles en el triunfo contra Francia en Atocha por 3-0. Su tercer choque fue ante Bélgica y el último tuvo lugar en los JJOO de Paris 1924.

El sorteo les deparó enfrentarse en la fase preliminar a una Italia entrenada por Vittorio Pozzo a la que ya habían vencido con claridad en la anterior cita olímpica. Esta vez la suerte no acompañó a los españoles que quedaron eliminados. El partido que fue dominado por los pupilos de Parages a pesar de sufrir la expulsión de Larraza en la segunda parte, se resolvió con una acción desafortunada del defensa Pedro Vallana.

Posteriormente trabajó como Agente de Bolsa en la vacante que había dejado su padre al morir en 1933. Además fue directivo en varias ocasiones del conjunto blanco y su opinión siempre era consultada en el club.

En 1943 el Real Madrid le homenajeó (fue el primer jugador de la historia merengue en recibir dicho honor) en Chamartín con un partido frente al F.C. Barcelona y en 1948 la Federación Castellana de Fútbol le concedió la Medalla al Mérito Deportivo.

Falleció el 13 de Noviembre de 1950 en un accidente automovilístico producido entre las localidades toledanas de Villatobas y Corral.

En los libros de historia figura Sabino Barinaga como el primer futbolista en marcar un gol en el nuevo estadio de Chamartín el 14 de diciembre de 1947. Y es correcto, puesto que marcó el 1-0 el día de la inauguración frente a Os Belenenses. Sin embargo, el jugador que estrenó las redes blancas en un partido oficial fue Chus Alonso en un choque de Liga ante el Athletic Club el día de los Santos Inocentes.

Alonso nació en La Habana el 24 de abril de 1917, pero muy pequeño se trasladó con sus padres para criarse en Asturias. Interior, con un físico privilegiado, gran recorrido, dinamismo, buena zancada, un dribbling magnífico en corto y un remate de cabeza extraordinario fue un destacado jugador del balompié hispano en la década de los 40.

En el norte de España comenzó a jugar al fútbol en el Colegio San Viator y posteriormente en la Deportiva Ovetense, filial del Oviedo en la época. En 1935 subió al primer equipo y se convirtió en el primer extranjero en vestir la camiseta azulona. Poco después debutó en Primera División y tuvo la fortuna de compartir vestuario con Lángara, Casuco, Gallart, Emilín o Herrerita, que se convertiría en su cuñado al casarse con su hermana Mercedes. Fruto de este matrimonio nacería el malogrado Chus Herrera, que también perteneció a la entidad capitalina a finales de los 50 y principios de los 60 hasta su muerte.

Chus Alonso fue un destacado jugador en la década de los cuarenta

Poco antes del estallido de la Guerra Civil Alonso se enrola en el Madrid como amateur y se marcha cedido durante unos meses al Valladolid. El conflicto bélico paró casi todas las competiciones futbolísticas en el país, y al concluir la guerra en 1939 pone varios inconvenientes para incorporarse de nuevo a la disciplina merengue, lo que provoca que casi firme por el F.C. Barcelona. Sin embargo, tras negociar con la directiva, las dos partes llegan a un acuerdo y el interior se queda en el plantel.

Su estreno oficial llega el último día del año en la jornada quinta del Campeonato Nacional de Liga. El Real Madrid se mide al Valencia en casa y vence por 2-1 con un tanto del interior hispano-cubano. Ese curso alcanza los ocho goles y brilla con sendos dobletes ante el Athletic y el Betis. Con el inicio de la década de los 40 se ve al mejor Chus Alonso de la mano, primero de Paco Bru, y posteriormente de Juan Armet ‘Kinké’. En la competición doméstica anota 11 dianas durante dos campañas consecutivas y en la Copa es uno de los estiletes de la histórica goleada al Barça por 11-1 en 1943 al lograr dos tantos ante el arquero Miró.
Sin embargo, el club está recuperándose de la dura Guerra Civil y no se cosecha ningún título liguero en esos tiempos. Fue la Copa el trofeo que dio más alegrías con dos títulos de manera seguida en 1946 y 1947, pero en los que Chus Alonso tendrá poco protagonismo. La razón: una afección al corazón que le tuvo casi dos años alejado del césped. Por ello, el club, al enterarse de dicho problema, quiso premiar la gran labor del interior y le rindió un homenaje en un choque ante Os Belensenses el 15 de mayo de 1945. El partido concluyó con empate a dos.

1942/1943 Chus Alonso, Alday y Arbiza

Su vuelta a los terrenos de juego tuvo lugar en el curso 1946-1947, en la que le dio tiempo a participar en cuatro choques de la Copa del Generalísimo, que se levantaría por segunda vez. Jugó la primera eliminatoria completa frente al Racing de Ferrol y la ida de octavos, donde se cayó con el Betis por 4-0, y en la ida de cuartos, en la que se derrotó al Castellón por 2-0 en el Metropolitano. El nuevo Chamartín estaba en proceso de hacerse realidad, algo que ocurriría de forma oficial en diciembre del mismo año. El conjunto merengue volvió a invitar a Os Belenenses y Alonso estuvo en el histórico once que saltó al majestuoso campo. Barinaga marcó el primer tanto, pero el cubano fue el gran as del choque según todas las crónicas al anotar los otros dos goles blancos.

Catorce días más tarde el coliseo merengue acogió su primer choque oficial de Liga contra el Athletic Club. Apenas se llevaban jugados cuatro minutos cuando “en un avance Barinaga cedió a Alonso y el tiro cruzado de éste resultó imparable“, según recoge el diario ABC en su periódico del día 30 de diciembre. Alonso también conseguiría otro tanto a los 20 minutos en la gran victoria frente a los leones por 5-1. Esa temporada fue la del casi descenso, en la que se sufrió hasta la última jornada para mantener la categoría. Sin embargo, el curso concluyó con un alegría con el triunfo en la Copa Eva Duarte ante el Valencia en un torneo que sería el predecesor de la actual Supercopa de España. Los capitalinos finalmente se impusieron en la prórroga por 3-1 siendo el tercer tanto obra de Chus Alonso tras superar al guardameta Bienvenido.
La carrera del atacante no daría más de sí en la Casa Blanca y abandonó la disciplina del club tras 10 temporadas en las que firmó un bagaje de 159 encuentros oficiales y 65 tantos. Su destino fue el Zaragoza, que militaba en la categoría de plata, donde se retiró en los albores de los años 50.

En la selección española disputó tres encuentros como internacional bajo la dirección de Eduardo Teus en 1942. El primero de esos choques fue contra Francia el 15 de marzo en Sevilla. El equipo nacional pasó por encima de los galos, a los que aplastó por 4-0. El segundo partido se celebró en Berlín y España igualó a uno, aunque Chus Alonso solo pudo jugar 35 minutos en la primera mitad al tener que retirarse por lesión. Por último se despidió de la zamarra roja del combinado hispano en San Siro el 19 de abril. La ‘azzurra’ que entrenaba Vittorio Pozzo no dio ninguna opción y se impuso con enorme claridad por 4-0 gracias a la clase de Valentino Mazzola y el poder goleador de Silvio Piola.

Después de su trayectoria sobre el césped inició una etapa como directivo en la Federación Española de fútbol y también en la Federación Castellana. Además, abrió varios negocios en la capital de España.
Falleció a causa de una cruel enfermedad el 9 de agosto (algunas fuentes indican el día 10) de 1979 a los 62 años de edad en Madrid.

En la actualidad, los clubes de fútbol dan una gran importancia al merchandising y a las equipaciones oficiales que anuncian a bombo y platillo al inicio de cada curso. Hoy en día en la búsqueda de fuertes ingresos suele haber tres uniformes diferentes y también se venden las camisetas o sudaderas de entrenamiento que son distintas a las elásticas con las que se salta a jugar al césped en cada partido.

En los estatutos fundacionales del Real Madrid ya figuraba que el equipo vestiría totalmente de blanco, y en 1913, cuando esos estatutos fueron aprobados, se ratificó la medida. Pero el cambio más dramático se produjo en la temporada 1925-1926.

En verano el cuadro madrileño realizó una gira por Europa que incluyó Inglaterra, donde se enfrentó al Newcastle, el Birmingham o el Tottenham Hotspur. En el vestuario, los dos auténticos capos eran los defensas Félix Quesada y Perico Escobal, que tenían mucha voz y mando, llegando a ser conocidos como los fakires por parte de la directiva y algunos de sus compañeros. Ambos quedaron prendados por el uniforme de camiseta de seda blanca y pantalón y medias negras que vestía el Corinthians londinense, un cuadro amateur que desplegaba un juego preciosista y rechazaba el profesionalismo.

En una de sus tardes libres los dos zagueros compraron una serie de equipaciones del club inglés y se las llevaron de vuelta a Madrid. Esa campaña, sin consultarlo con nadie de la entidad, impusieron un cambio de uniforme en la plantilla para enorme disgusto del presidente Pedro Parages, que no pudo impedir la decisión.

El inicio de la temporada fue bien y en el Campeonato Regional el equipo cumplió liderando la tabla por delante de su gran rival, el Athletic de Madrid, pese a un último partido muy polémico con la Gimnástica y los dos defensas siendo acusados de tongo por los espectadores presentes en el terreno de juego. Con ese triunfo accedieron a la Copa de S.M. el Rey Alfonso XIII, en la que debutaron en la liguilla de octavos de final. En esa ronda se midieron al Real Murcia y al Sevilla, a los que vencieron en La Condomina y el campo de Reina Victoria, mientras que en Chamartín cayeron con los hispalenses y golearon a los pimentoneros.

En cuartos el sorteo les emparejó como contrincante con el potente F.C. Barcelona de la época, que contaba en sus filas con el arquero Platko, el defensa Walter, Pepe Samitier, futuro jugador merengue en los 30, o el cañonero Alcántara.

El Barcelona de la época contaba con Platko, Walter, Samitier y Alcántara

La ida se disputó en Chamartín el día 18 de abril. El Real Madrid salió con camiseta blanca, pantalón y medias negras y con Escobal y Quesada al frente. El dúo decidió esa tarde probar algo que también descubrieron en Inglaterra, la táctica del one back para dejar en fuera de juego a los delanteros contrarios. Fue un desastre. Sin coordinación y con poco entrenamiento, Samitier les ganó la partida y marcó un hat-trick en la primera parte. En el descanso cuentan las crónicas que los gritos y las voces entre los jugadores blancos tuvieron altos decibelios. En la segunda mitad Monjardín recortó distancias al poco de iniciarse el juego, pero otros dos goles culés a continuación destrozaron a los blancos. La vuelta en Les Corts tampoco tuvo color y los locales se impusieron por 3-0.

Al concluir el choque en Barcelona el mandatario merengue Pedro Parages bajó a la caseta y echó la culpa y el mal fario de la cruel derrota de la eliminatoria al uniforme. Posteriormente se dirigió sin miramientos al utillero del equipo y le ordenó que se deshiciera de esa equipación para siempre.

Desde aquella temporada el Real Madrid retomó sus orígenes y siempre ha vestido con pantalón blanco en su uniforme principal.

 

Los dos grandes del fútbol español vuelven a verse las caras en un choque amistoso 26 años después del último, en 1991. Además, lo harán fuera de las fronteras españolas, algo que no ocurría desde 1982. En total han sido 37 las ocasiones en que han disputado un duelo no oficial, la mayoría de ellas, eso sí, en la primera mitad del siglo XX.

Antes de la creación de la Liga en 1928 fue bastante habitual ver como Real Madrid y F.C. Barcelona se veían las caras en pretemporada o antes de los Campeonatos Regionales para celebrar diferentes encuentros amistosos.

El primero tuvo lugar en 1906 en la Ciudad Condal. El cuadro culé vivía una crisis institucional y deportiva de grandes dimensiones que amenazaba con acabar con el club. No tenía suficientes jugadores para disputar los partidos, apenas contaba con socios y disponía de muy pocos recursos económicos. Por ello invitó a los merengues a un encuentro para impulsar de nuevo a la entidad. El duelo se disputó en el campo de la calle Muntaner con 4.000 espectadores en las gradas y el Barça fue reforzado por jugadores del Sporting X y el Español. Los locales vencieron por 5-2, pero tras el partido los madridistas se quejaron del trato del público y en la cena de honor hubo piques entre ambos bandos. Días más tarde, en la crónica de El Mundo Deportivo, se podía leer lo siguiente: “No podemos terminar el escrito sin dedicar nuestra calurosa felicitación al Club Madrid y a su dignísimo presidente, el Sr. Padrós, el cual ha logrado sostener y conserva aguerrido y disciplinado un bando de juego tan intelectual y admirable como lo es, sin duda, el de nuestros distinguidos huéspedes de ayer, a los cuales despedimos no con adiós, sino ¡hasta pronto! No debemos olvidar que a su concurso deberemos el renacimiento del Football en nuestra capital, hemos de ser por lo tanto agradecidos”.

El primer amistoso entre Real Madrid y Barcelona tuvo lugar en 1906

Los siguientes amistosos se produjeron ya en la década de los 10, una etapa muy prolífica en este tiempo de encuentros. En la Navidad de 1911 jugaron dos partidos en Barcelona, uno el día 24 que ganaron los blaugranas y otro el 26 en el que firmaron tablas. En 1913 y 1916 se repitió el formato con un par de choques casi en días consecutivos en Barcelona, donde el equipo local se llevó tres triunfos y se cosechó un empate.

En 1917 las tornas cambiaron y los dos partidos se celebraron en la capital, concretamente en la Copa Foronda. Los merengues, que un mes más tarde se proclamarían con el Campeonato de Copa como el mejor equipo del país, demostraron estar un peldaño por encima de los culés. El conjunto blanco de los Teus, Álvarez, De Miguel, Bernabéu o René Petit ganó en O`Donnell por 3-1 el primer duelo, y en el segundo, dos días después, el marcador reflejó una igualada sin goles.

Costa y Baonza vs Real Madrid (1917)

A finales del 17, y en 1920 y 1921, el Campo de la Industria fue el escenario de otros cinco amistosos en los que esta vez el Barcelona demostró ser superior a los blancos. No fue hasta marzo de 1922 en que de nuevo una contienda se disputó en la capital con un resultado de 2-2 con un doblete blanco obra del gran Juanito Monjardín. En octubre del mismo año se retaron otra vez, aunque en esta oportunidad fue en Zaragoza con dos amplias victorias de un equipo azulgrana que dominaba en el balompié español. Los últimos choques antes del inicio de la Liga fueron entre febrero y marzo de 1927, uno de ellos jugado ya en Les Corts, que terminó cero a cero, y los otros dos con el viejo Chamartín como sede, en los que el Barcelona se impuso con nitidez.

La competición doméstica comenzó a dejar menos fechas para amistosos de este calado, aunque la tradición volvió en 1932, en el primer partido de pretemporada para los blancos que eran campeones de Liga. En Les Corts, el 3 de julio, empataron a dos goles con la presencia del presidente de la Generalitat, Francesc Maciá en el palco. Dos años después, en Chamartín, los blancos consiguieron una de sus mayores victorias en un amistoso al desarbolar a su rival por 5-1. Fue una gran tarde de Lazcano y sobre todo de Luis Regueiro que hizo dos de los tantos de su equipo.

Tras concluir la Guerra Civil y reiniciarse las competiciones deportivas en el país hubo dos amistosos en la campaña 1940-1941, uno en pretemporada en Barcelona que acabó con un espectacular 5-4 y otro ya en el mes de junio en Chamartín en el que los visitantes vencieron por la mínima. Los Real Madrid–Barcelona también han servido para homenajear a diferentes leyendas de ambos clubes, tal y como sucedió en 1943. La entidad merengue rindió tributo al fenomenal Monjardín e invitó a los culés a su casa. El 31 de octubre empataron a un gol con Chus Alonso como principal protagonista blanco. Un día después de Navidad los culés hicieron lo propio con el medio Antonio Franco. Les Corts estuvo repleto para presenciar la clara victoria de los suyos con un Mariano Martín estelar.

En 1957 los dos equipos se reunieron en Chamartín para disputar el llamado Partido de la Amistad. Los blancos contaron con el apoyo de jugadores de Atlético de Madrid, Rayo o Plus Ultra aunque en el once inicial había mayoría de merengues. Martínez adelantó el Barcelona pero en la segunda parte Rial y el extremo colchonero Miguel voltearon el marcador para el 2-1 final. Los dos partidos posteriores tuvieron lugar en el Trofeo Ramón de Carranza, uno en la edición de 1959 y el otro en la de 1968.

El primero de ellos fue un auténtico partidazo que enfrentó al campeón de Europa con el vencedor de la Liga en el curso 1958-1959. Ambos se encontraron en la final y salieron con sus onces de gala. Al descanso se llegó con empate a uno pero la segunda mitad fue intensa y vibrante. Gento y Di Stéfano dieron una gran ventaja al Madrid que fue recortada por Evaristo a falta de 25 minutos para la conclusión del partido. Sin embargo Gento ajustició a los blaugranas con otra diana que dejó en insuficiente el gol logrado por Suárez en el minuto 82. Los merengues levantaron el Carranza en una tarde en el que la delantera blanca fue de alta enjundia al estar integrada por Canario, Didí, Di Stéfano, Puskas y Gento. La revancha para los culés llegó en las semifinales del mismo torneo en 1968. En esta oportunidad la igualdad fue la tónica del duelo hasta que un tanto de Zaldúa en el 88’ dio el pase a la final para el equipo dirigido por Salvador Artigas.

Canario, Didí, Di Stéfano, Puskas y Gento formaron ante el Barça en un Trofeo Carranza

En 1982, poco antes del Mundial de España y sin los mejores jugadores de cada plantel que se encontraban concentrados para el gran evento, se midieron por primera vez fuera de las fronteras hispanas. En Venezuela se organizó la Copa Presidente de la República, que tuvo como participantes a Real Madrid, Barcelona, Inter de Milán y Oporto. Blancos y culés cayeron en sus choques de semifinales y se enfrentaron en la lucha por la tercera posición. En el estadio de Farid Richá de Barquisimeto, con un ambiente frío y un partido sin tensión, un solitario gol de Vicente del Bosque otorgó el tercer lugar a los capitalinos.

La última ocasión hasta este 2017 en que jugaron dos encuentros de carácter amistoso fue en 1991. Poco antes acababa de nacer la cadena privada Canal +, que organizó un Desafió entre los dos gigantes con un suculento premio económico y con el objetivo de conseguir aumentar su número de abonados. El reto envolvía las secciones de fútbol y baloncesto.

El primer partido se jugó en el Bernabéu el 1 de mayo de 1991. Milla debutaría en el coliseo blanco en ese partido tras estar lesionado desde la pretemporada, pero el gran protagonista fue Hagi, que destrozó al Barcelona. En tres minutos el Madrid hizo tres goles y, aunque Goicoechea redujese distancias a la media hora, el partido quedó visto para sentencia. Cruyff no viajó, enfadado por una sanción de la UEFA a Amor y Zubizarreta para la final de la Recopa, y el encargado de dirigir a los catalanes fue su segundo Carlos Rexach.

La vuelta de este Desafío se celebró en el Camp Nou en septiembre con dos pruebas para el futuro del deporte rey: ceder el balón al arquero y que lo cogiese con las manos sería falta, algo que caló tiempo después, y la segunda al situar la línea del fuera de juego en la frontal del área rival, un sistema que no contó con demasiados adeptos en el mundo del fútbol. El encuentro finalizó empate a uno tras los tantos de Nadal y posteriormente de Aldana. El Real Madrid conquistó el Desafío de Canal +.

 

Ramón Monchín Triana fue un jugador de otro tiempo, un futbolista que supuso el primer gran trasvase entre Atlético de Madrid y Real Madrid a finales de los años 20. En su etapa merengue fue una de las estrellas del conjunto blanco y siempre destacó por su deportividad en el terreno de juego. Víctima de la guerra, fue uno de los fusilados en Paracuellos del Jarama.

Nacido en Fuenterrabia el 28 de junio de 1902, comenzó a destacar en el balompié, primero en los marianistas de El Pilar y más tarde con los jesuitas en Areneros. Con 19 años firmó por el Athletic de Madrid y además de jugar al fútbol también lo hacía al hockey, al tiempo que estudiaba para ser notario. Podía desempeñarse como interior o extremo derecho y sobresalía principalmente por su magia en el regate: un desborde rápido, en corto y zig zag y muy eléctrico. Además, poseía una gran imaginación, un fantástico dominio de las dos piernas, una enorme técnica con el cuero y mucha habilidad en espacios reducidos. Entre sus apodos se encontraban ‘El rey del regate’ y ‘El Kopa de los años 20’, que comenzó a sonar ya en la década de los 50.

Monchín Triana podía desempeñarse como interior o extremo derecho

En el cuadro colchonero sentó cátedra durante casi una década, desde 1918 a 1928, tiempo en el que conquistó como títulos principales tres Campeonatos Regionales Centro, disputó dos finales de Copa e inauguró el mítico Stadium Metropolitano en 1923. Sin embargo, problemas con el presidente rojiblanco Luciano Urquijo, que no le quería pagar por jugar, le hicieron tomar la decisión de fichar por el gran rival de la ciudad, el Real Madrid, que sí le ofreció un salario.

Aquel curso también llegaron a la entidad madridista grandes jugadores como Lazcano o Morera, a los que había que sumar al fenomenal Gaspar Rubio, fichado recientemente. Triana debutó en noviembre de 1928, aunque con anterioridad ya había jugado para el equipo merengue. Fue concretamente en la gira veraniega por Sudamérica, en 1927, donde marcó ante un combinado de Buenos Aires y la selección Chalaca de Lima y en la que también viajaron en la expedición futbolistas de otras entidades como Vidal y Travieso del Athletic de Bilbao, Urquizu de Osasuna o su compañero colchonero Luis Marín.

Su estreno liguero se produjo en la recién creada competición doméstica, y el rival no podía tener más enjundia: el Barcelona en Les Corts. Los merengues asaltaron el fortín blaugrana y vencieron por 1-2, aunque los primeros goles del artista del dribbling no fueron hasta la siguiente jornada contra su ex equipo en Chamartín. Triana logró un doblete y acabó con las esperanzas colchoneras, que se adelantó a la media hora de juego en el marcador. Fijo en los esquemas de Quirante, marcó otros dos tantos más y jugó 12 partidos de los 18 del calendario en una campaña donde el Real Madrid finalizó subcampeón.

Meses antes sí se había conquistado el Campeonato Regional que daba paso a disputar la Copa. Triana fue fundamental con su rendimiento en las eliminatorias previas ante el Real Oviedo, el Logroñés o el Athletic Club, al que le hizo dos dianas en San Mamés para que su club alcanzase la gran final. En ese partido, que ha pasado a la historia como ‘La final del agua’, el Real Madrid de los Quesada, Peña, Lazcano, Rubio o el propio interior guipuzcoano sucumbió en un terreno de juego encharcado frente al Español de Zamora, Saprissa o Bosch. El duelo concluyó 2-1 y con cinco expulsados, Triana y Rubio por filas madridistas, y González, Broto y Tena en el cuadro periquito.

Con la llegada del magiar Hertzka al banquillo blanco, Triana perdió mucho protagonismo en el equipo y se convirtió en un habitual suplente. En las siguientes tres campañas únicamente actuó en ocho partidos de Liga, cuatro del curso 29-30, uno de la temporada 30-31 y tres en la 31-32, donde se logró el primer título de la historia. Aunque su papel fue escaso, en ese triunfo sí resultó fundamental al convertir tres tantos, un doblete en la victoria en casa frente al Alavés y un gol en la visita a Ibaiondo, el campo del Arenas.

Su bagaje fue algo más extenso en el Campeonato Regional que se ganó en 1930 y 1931 y en las ediciones correspondientes de la Copa del Rey. En la primera, de nuevo el Real Madrid llegó hasta la final, pero volvió a caer, esta vez contra el Athletic Club en Montjuic. Triana forzó la prórroga, aunque un gol de Lafuente dejó sin el entorchado copero a los merengues. Un año después, el tope del equipo fueron los cuartos de final, donde no pudieron remontar el 3-0 que se trajo el Betis de Sevilla.

Triana, que había sido internacional en una única ocasión contra Portugal en Sevilla en 1929 y uno de los ídolos de Bernabéu que dijo de él que “quien se quisiera divertir fuera a verle jugar”, se fue alejando poco a poco del fútbol hasta que fue noticia con el estallido de la Guerra Civil. Residente en el barrio Salamanca en una familia muy religiosa, la casa de la calle Serrano fue registrada en numerosas ocasiones por los milicianos buscando a Ramón y sus dos hermanos. Finalmente los tres se presentaron a las autoridades en un error fatal que les condenó a la muerte.

Triana fue internacional en una ocasión

El 7 de noviembre de 1936, Monchín salió en camión de la cárcel Modelo y apenas una hora y media después fue fusilado en Paracuellos del Jarama. Sus hermanos, que se encontraban en la cárcel de General Díaz Porlier, sufrieron el mismo destino fechas más tarde.

En su honor, el Diario Marca y el Arriba crearon el 'Trofeo Monchín Triana' en 1952 al futbolista que hubiese destacado a lo largo de su trayectoria por un gran espíritu deportivo. El primer ganador fue Puchades, del Valencia, y también lo lograron otros mitos como Basora, del Barcelona, Gaínza, del Athletic, Gento, del Real Madrid o Yarza, del Zaragoza, que fue el último premiado en 1968.

Un jugador de otro tiempo, de antes de la Guerra. Un futbolista olvidado y poco conocido por muchos. Manuel Olivares fue el primer jugador de la historia del Real Madrid en ser máximo goleador de la competición liguera. Su experiencia previa fue en el Alavés, de donde llegaría junto a otros mitos blancos como Quincoces o Ciriaco.

Nacido en Son Servera, en las Islas Baleares un 2 de abril de 1909, se desempeñaba como punta. Fue un delantero de gran calidad, dominio del cuero, velocidad, oportunismo en el área, certero disparo con ambos pies y magnífico en el remate de cabeza. Se le conoció con el apelativo de “El Negro” por su oscuro color de piel. Pese a su procedencia balear se formó como futbolista en el País Vasco ya que emigró cuando tenía dos años a Fuenterrabía debido al trabajo de su padre que era carabinero.

Sus primeros pasos los dio en categoría regional en las filas del Avión de San Sebastián. Años después la Real no le quiso y se marchó al Alavés para sustituir a Unamuno. En el cuadro vitoriano hizo historia al ser el primer jugador en marcar un gol tanto en Segunda División como en Primera. El ‘Glorioso’ ascendió en 1930 y el estreno del balear en la élite del balompié nacional fue asombroso con ocho dianas en las tres primeras jornadas del Campeonato. Se puso en la cabeza de la clasificación de artilleros aunque posteriormente fue superado por Bata, Gorostiza, Arocha o Urtizberea.

Su gran papel no pasó desapercibido y fue incluido en el paquete del traspaso de Ciriaco y Quincoces al Madrid al concluir el curso 1930-1931 (tras un pago de 25.000 pesetas por cada defensa y 10.000 por el punta). En un comunicado oficial los merengues anunciaron su firma y confirmaron la entrega de 6.000 pesetas al delantero y una ficha de 800 pesetas mensuales.

En su primer año con Lippo Hertzka como patrón del cuadro capitalino forma un frente de ataque formidable junto a Lazcano, Luis Regueiro con el que se entenderá a las mil maravillas, Hilario y Luis Olaso. Debuta en agosto en un choque de pretemporada frente al Leganés aunque su estreno oficial no se produce hasta la jornada seis de Liga. El Español visita Chamartín y regresa a Barcelona con tres goles en el zurrón, dos de ellos de Olivares, el primero al aprovechar un balón dentro del área y el segundo al empujar el esférico a la red después de un disparo al travesaño de Eugenio, según crónicas de la época.

Un mes más tarde el balear completa probablemente su mejor partido como blanco. Madrid y Barcelona se miden en la jornada nueve y los blancos vencen por 2-0 con un doblete de Olivares. Los dos tantos llegan en la primera parte y este triunfo aupa a los de Chamartín al liderato en la tabla. Otras dos dianas suyas en San Mamés la jornada siguiente dan un empate clave en las aspiraciones ligueras aunque su mejor racha dio inicio en la jornada 11. Marca en cinco partidos consecutivos: ante Valencia, su exequipo el Alavés, el Arenas, el Español y el Real Unión y los merengues obtienen cuatro victorias y un empate a uno en el siempre difícil Stadium Gal de Irún. Sus once tantos le convirtieron en el mejor artillero de un equipo que alzó la primera Liga de su historia invicto y tras cantar el alirón en Les Corts en Barcelona.

La temporada siguiente de 1932-1933 el entrenador blanco fue el inglés Robert Firth que continuó apostando por el balear en la delantera. La vanguardia ofensiva tuvo el único cambio de Eugenio por Lazcano y Olivares entró en la historia de la Liga y el Real Madrid al erigirse máximo goleador de la competición con 16 tantos. Esos goles resultaron a la postre clave para revalidar el entorchado liguero tras aventajar en dos puntos al Athletic Club. En las cinco primeras jornadas “El Negro” apabulló a las zagas contrarias al conseguir nueve goles, con dos hat-trick incluidos. El Donostia y el Betis en casa sufrieron esos tripletes y además el Valencia recibió dos dianas y el Alavés en Mendizorroza una. A continuación Racing, Arenas y Athletic también hincaron la rodilla tras goles de Olivares y en la segunda vuelta perforó las mallas del Valencia en Mestalla y el Arenas en Chamartín el día que se certificó el título.

En su última campaña en la capital no logró un tercera Liga consecutiva pero si levantó su única Copa. En la Liga Bru sustituyó a Firth en la jornada 11 y Olivares acabó el Campeonato con solo siete tantos en 12 partidos, marcando eso si dos goles en el triunfo ante el Valencia o el primero en la victoria contra el F.C. Barcelona en la Ciudad Condal. Mientras que en la Copa fue titular en los tres primeros choques de la competición pero luego desapareció en favor de Pepe Samitier. En octavos los blancos eliminaron al Osasuna tras un global de 8-1 y en la ida de cuartos el punta superó al arquero rojiblanco Ispizua en las tablas a un gol ante el Athletic en San Mamés.

Tras dejar el equipo blanco en el verano de 1934 se va al Donostia (actual Real Sociedad) con el que logra seis tantos en 17 partidos en Primera. Una temporada más tarde baja de categoría para jugar y entrenar al Zaragoza con el que sube a la máxima categoría y el estallido de la Guerra Civil le sorprende cerca de Vitoria. Durante unos meses se viste de nuevo la zamarra blanquiazul para disputar una serie de encuentros amistosos y tras acabar el conflicto bélico regresa a la ciudad maña.

Con el inicio de los años 40 se enrola primero en las filas del Hércules que está en Primera y luego en las del C.D. Málaga compatibilizando el cargo de futbolista y entrenador. Su retirada definitiva de los campos de juego se produce en 1943 en el Algeciras para emprender una etapa como técnico que le lleva a pasar también por el Linense, el Salamanca, otra vez el Zaragoza en Segunda División, el Palencia, el Villena de Alicante, el Calvo Sotelo, el Betis o el Orihuela.

Con la selección nacional actuó en una sola ocasión en junio de 1930. El técnico José María Mateos le convocó para un amistoso en Praga ante Checoslovaquia que se decidió a favor de los locales por 2-0. La gran competencia en su puesto en la época con Bata, Campanal y sobre todo Lángara le impidió tener mayor protagonismo en el equipo nacional.

Falleció en la capital de España a los 67 años el 16 de febrero de 1976.

El Madrid conquistó su primera Liga de forma brillante en la campaña 1931-1932. Con un equipo en el que destacaban Zamora, Quincoces o Luis Regueiro estuvo invicto en toda la competición y consiguió el alirón en Les Corts ante el F.C. Barcelona de Samitier. Precisamente el catalán sería el refuerzo de lujo merengue en la siguiente campaña, ya con el curso iniciado en los albores del año 1933.

Nacido el 2 de febrero de 1902 en Barcelona, se trataba de un jugador extraordinario, un delantero o volante muy habilidoso, inteligente, brillante, fuerte, con un gran regate, una enorme calidad en el pase y un disparo certero y preciso. A lo largo de la década de los 20 fue uno de los mejores atacantes del panorama un mundial. Un crack que tenía como apodos ‘El Mago’ y ‘El Hombre Langosta’.

El principal artífice de su fichaje fue Santiago Bernabéu, por entonces delegado del Madrid. Ambos guardaban una gran amistad y cuando el de Almansa se enteró que Samitier estaba siendo ninguneado por la directiva culé y figuraba en el mercado echó sus redes sobre él. En la jornada 6 del Campeonato de Liga de 1932-1933, el cuadro blanco visitó Les Corts y allí hablaron sobre el propio césped al no estar convocado el delantero blaugrana por lesión. Días más tarde la operación se ejecutó y Samitier viajó a la capital en avioneta el 7 de enero. No fue el primer tránsfuga que hizo el Puente Aéreo pero sí el más importante hasta la fecha.

En Barcelona la afición se quedó en shock al ver marchar a uno de sus grandes ídolos al rival merengue. Samitier que cobró 7.000 pesetas como prima de fichaje y tenía una ficha de 15.000 pesetas por temporada debutó con el Madrid en Atocha el día 5 de febrero ante el Donostia C.F. El delantero contaba con 31 años y empezaba a mostrar signos de un declive físico evidente por la edad pero en sus dos cursos militando en el club de Chamartín tuvo actuaciones muy importantes y fundamentales para la conquista de nuevos títulos.

Una semana más tarde se estrenó como goleador en la victoria en casa frente al Alavés por 2-0. La crónica de ABC cuenta que el tanto tuvo lugar tras una “jugada de presión madridista que concluyó Samitier con una finta habilísima, de mago y acróbata”. Pero fue en marzo en la jornada 15 cuando deleitó a su nueva afición con un partido maravilloso en el que además consumó la venganza ante su ex-equipo. Los culés se presentaron en Madrid lejos del primer puesto de la clasificación pero con la intención de dar un duro golpe a los blancos que comandaban la tabla. El inglés Firth alineó en el frente ofensivo a Lazcano, Luis Regueiro, Olivares, Samitier e Hilario y el Madrid ganó por 2-1 con doblete del barcelonés. El primero llegó de disparo cruzado y el segundo al fusilar a Nogués a escasos metros del marco. Disputó aquella campaña otros dos choques ligueros que se resolvieron con derrota pero no estuvo en el once el día del alirón ante el Arenas de Getxo en Chamartín.

La temporada venidera su presencia en el Campeonato de Liga fue casi testimonial al contar únicamente para Paco Bru en dos partidos, ante el Español y contra el F.C. Barcelona. Ambos se ganaron en Chamartín y frente a los culés Samitier no faltó a su cita con el gol celebrándolo además con claros gestos de alegría y emoción. Sin embargo no llegó el tercer título consecutivo debido principalmente a las lesiones en la zona defensiva. El papel preponderante aquel año del delantero catalán se produjo en el Campeonato Regional y en la Copa.

En el Mancomunado Centro-Sur jugó cinco partidos y además anotó en los triunfos frente al CD Nacional en El Parral y Chamartín y también en la contundente victoria en el coliseo merengue contra el Betis por 5-0. Los blancos sumaron dos puntos más que el Athletic de Madrid y alzaron el título al igual que los dos años anteriores. Mientras que en la Copa apareció por primera vez en la vuelta de octavos contra Osasuna al que hizo un doblete. A continuación el Madrid se enfrentó en una dura contienda al Athletic de Bilbao donde se tuvo que recurrir en dos ocasiones al desempate. Samitier participó en los cuatro partidos y en el duelo definitivo hizo el 3-0 con el que se cerró el marcador. En semis volvió a ser protagonista cuando en Chamartín se certificó el pase a la final al imponerse al Betis por 2-1 con dos dianas suyas en apenas cuatro minutos. En el encuentro por el título los merengues se midieron al Valencia en Montjuic y Samitier ocupó el puesto de delantero centro. Los che se adelantaron al poco de empezar la segunda parte e Hilario igualó en el 71 después de recibir un pase del ‘Hombre Langosta’. Tres minutos más tarde el delantero barcelonés realizó una jugada soberbia y asistió a Lazcano para el 2-1. Así terminó el partido y Ricardo Zamora recogió el trofeo de las manos de Lluís Companys, Presidente de la Generalidad de Cataluña.

Tras dejar el Madrid en el verano de 1934 continuó su carrera jugando algunos partidos con el Constancia de Inca, luego fue jugador-entrenador del Nacional de Madrid, también dirigió al Athletic de Madrid en 1936 y durante la Guerra Civil se exilió a Francia donde vistió la camiseta del Niza junto a Ricardo Zamora. Después del conflicto bélico regresó al Barcelona para sentarse en el banquillo blaugrana y más tarde para realizar labores de secretario técnico. Sin embargo tras nuevos problemas con algunos directivos se marchó en 1959 y Bernabéu llegó al rescate. Le ofreció continuar con esa faceta en el Real Madrid y Samitier aceptó. Permaneció un total de tres temporadas en la capital hasta que Enric Llaudet alcanzó la presidencia azulgrana y ‘El Mago’ con la aprobación de Bernabéu retornó a la ciudad que le vio nacer.

La selección española también jugó siempre un papel vital en la carrera de Samitier que consideraba un placer y un honor representar al combinado nacional. En sus once años como internacional jugó 21 partidos, una cifra altísima en la época, y marcó además dos tantos. Su debut llegó de la mano del de la selección en los Juegos de Amberes de 1920. España alcanzó la plata y Samitier participó en los tres partidos que se ganaron, perdiéndose el de Bélgica donde se cayó por 3-1. En los cuatro años siguientes fue básico en las victorias de algunos amistosos como contra Francia en 1922 y 1923 o Portugal. Regresó a unos JJOO en 1924 pero un autogol de Vallana dejó a España apeada en la primera ronda contra Italia. A finales de ese año anotó su primer gol contra Austria en Les Corts y en 1925 colaboró con su gran juego para que la selección doblegase a domicilio a Suiza, Austria y Hungría y derrotase por la mínima a la ‘azzurra’ en Mestalla. Sus últimos partidos discurrieron en 1928 y 1931 hasta su despedida con victoria y gol incluido ante lrlanda en Dublín.

Falleció a los 70 años y miles de personas tributaron un cálido homenaje a uno de los hombres más importantes del fútbol español en el siglo XX. Bernabéu no faltó a su despedida y viajó con toda la cúpula madridista para darle el último adiós.

En febrero de 1936 se celebraron las últimas elecciones de la II República española, las que enseñaron en carne viva el estado de fragmentación del país. La tensión política dejaba de estar latente, florecía y se manifestaba cada vez más y con mayor intensidad, infectando todos los estadios de la vida pública y privada de los españoles. El Madrid, como todas las demás sociedades e instituciones de la nación, no era ajeno a ello. Las elecciones de 1935 en las que Rafael Sánchez-Guerra obtuvo la presidencia del club se desarrollaron a la sombra de esta crispación; la polarización general tomó forma, en el Madrid, de pugna entre socios “conservadores” y “de izquierdas” cuyo caballo de batalla era la ampliación social del club. Sin embargo, este choque de hombres y estrategias divergentes quedaría en un duelo entre caballeros. Siempre lo presidió la cordialidad y el intercambio: tanto es así que dos de los cuatro vocales de la Junta Directiva de Sánchez Guerra, Valero Ribera (reconocido cedista) y Gonzalo Aguirre, fueron fusilados, al parecer, en el Túnel de Usera, en octubre de 1937, por las Milicias de Retaguardia que defendían Madrid; y tal vez Santiago Bernabéu, firme opositor de Sánchez-Guerra durante su mandato, tuviera en cuenta su política de expansión popular cuando en los 50 vislumbró el nacimiento del fútbol de masas.

La última parte de la década de los 30 está marcada por varios hitos, todos ellos devenidos de la guerra: la colectivización del Madrid en el verano del 36, el intento frustrado de jugar el Campeonato de Cataluña, en octubre; la fundación del Batallón Deportivo y, al final, con la paz, la Junta de Salvación. En todos estos acontecimientos estuvo un hombre, verdadero sostén del club en sus horas más oscuras y sarmiento madridista que mantuvo las constantes vitales de la entidad: Pablo Hernández Coronado. También hubo otros: Juan José Vallejo, el presidente del comité de incautación, Antonio Ortega, el noveno y olvidado presidente que asumió la dignidad en 1937, Paco Brú, Carlos Alonso y Adolfo Meléndez Cadalso, el primer presidente de la reconstrucción. A pesar de la división ideológica propia de la coyuntura histórica, el Madrid destacó por su espíritu ecuménico: nunca hubo ánimo revanchista ni antes, ni durante, ni después de la guerra. En esto influyó notablemente el carácter de Hernández Coronado, que se movió en la frontera ambigua de las relaciones personales en la ciudad asediada por Franco y dominada por la suspicacia y el miedo al quintacolumnismo, y también en la naturaleza de Bernabéu, Meléndez, el marqués de Bolarque o Pedro Parages: todos estos hombres supieron mantener la independencia del Madrid tras la victoria del ejército nacional y ahuyentar todos los fantasmas burocráticos que pudieron haberse cernido sobre el club por su marcada vinculación emblemática con "la resistencia" madrileña desde noviembre de 1936 hasta abril de 1939.

Antonio Ortega

El 18 de julio de 1936 la plantilla del Madrid, como la del resto de equipos de España, estaba de vacaciones. Diseminados por todos los puntos del país, a los futbolistas les cogió la sublevación del Ejército de África con sus familias, en el terruño, o de paso por otros territorios. Esto determinó en gran medida la filiación de cada uno en el conflicto posterior, y su destino. En Madrid, según parece, sólo estaban Sauto, Bonet, Lecue, los Regueiro y Zamora. Pero El Divino casi perece en Paracuellos, durante las sacas: lo salvó un miliciano que reconoció en él al ídolo más grande del fútbol antiguo en España. De la cárcel Modelo huyó a la embajada de Argentina, desde donde pudo llegar en un convoy escoltado por el Gobierno hasta el Mediterráneo, y de Alicante, a Niza.

En ese convoy de 800 “derechistas" que pudieron huir del Terror Rojo de Madrid también iba Esteban Sauto. El pequeño hispano-mexicano tuvo suerte: el día del alzamiento le tocaba servir en el Cuartel de la Montaña, pero no fue. Se libró de la carnicería que allí tuvo lugar, pero unos milicianos lo encontraron escondido en su casa, y se lo llevaron a la checa de la plaza de Santa Bárbara, que dependía, nada menos, que de la Spartacus. De la célebre mazmorra anarquista pudo fugarse porque uno de los anarquistas era madridista y se compadeció: a la segunda noche le abrió una portezuela y Sauto pudo acogerse en la embajada de México, merced a su pasaporte. Luego de llegar a Valencia, pasó a Francia y regresó a España, donde terminó la guerra sirviendo de enlace motorizado en el ejército de Franco.

Ricardo Zamora (Foto 20 minutos)

Zamora

Bonet y Lecue se alistaron en el Batallón Deportivo, fundado por el secretario general de la Federación Regional del Centro, Luis Álvarez Tamanillo. Este Batallón, nacido al calor de las numerosas iniciativas espontáneas y populares con que se pretendió organizar una resistencia ciudadana ante la convergencia prevista en Madrid de las tropas sublevadas, ocupó de facto el hogar madridista desde el 18 de agosto de 1936. Antes, entre el 2 y el 4 del mismo mes, una nota del periódico Informaciones anunciaba que a petición de una mayoría de socios madridistas, la junta Directiva presidida por Rafael Sánchez-Guerra pasaba a mejor vida. En adelante, el Madrid, al igual que numerosos cines, fábricas, hoteles, teatros o negocios particulares, sería gestionado por un comité. Dicho comité estaba compuesto por individuos procedentes de la Federación Deportiva Cultural Obrera, institución que resultó de la fusión en 1933 de la Federación Deportiva Obrera del Centro de España con la Federación Cultural Obrera de Castilla la Nueva. Era socialista, naturalmente, y según la prensa tenía un "gran concepto de los principios deportivos”. Presidía el comité Juan José Vallejo, hombre del que se sabe poco. Vallejo transmitió los poderes del club en 1937 al teniente Antonio Ortega, Director General de Seguridad de la República; más allá de esto, ordenó la cesión del Estadio de Chamartín (así como las oficinas del club en el Paseo de Recoletos) al Batallón Deportivo y parece que no interfirió en los intentos de Pablo Hernández Coronado de trasladar el Madrid a Barcelona para jugar el Campeonato catalán.

El último de los futbolistas que quedó en Madrid al estallar la guerra fue Sañudo, quien, sin embargo, serviría en Artillería e Intendencia en el bando nacional durante los tremendos combates de la Ciudad Universitaria. A Ciriaco le cogió la guerra en Éibar: jugó con la selección de Guipúzcoa en los amistosos que luego darían lugar al famoso equipo Euskadi, pero se negó a viajar a Rusia con ellos y una vez cayó Guipúzcoa en las manos de los sublevados, participó en la guerra como soldado nacional. Luego jugó junto a Quincoces los dos amistosos perdidos contra Portugal en la selección española organizada al efecto de arrogarse la oficialidad federativa del equipo nacional, en medio de la batalla propagandística por la legitimidad entre nacionales y republicanos.

Jacinto Quincoces (Foto Defensa Central)

Quincoces

Emilín Alonso sí que jugó con Euskadi, viajando con ellos hasta Argentina. Allí se quedó, entrando a formar parte del San Lorenzo de Almagro. En aquella selección destacaron sobre todo los hermanos Regueiro, que ya no volverían a vestir de blanco: Luis fue el capitán de aquel equipo memorable que ganó la liga mexicana, y Pedro regresó a Europa, al Racing de París, y después, con la paz, al Betis. El suplente de Zamora, el húngaro Alberty, había marchado a Francia; Diz e Hilario se pasaron la guerra en la España nacional.

Casi un mes después de terminar la guerra, en ABC se describían así los efectos materiales de la batalla sobre las instalaciones del Madrid: “su negra huella en el campo de Chamartín, tanto por lo que al terreno de juego se refiere, cubierto de malas hierbas e inservible para que ruede el balón, como por lo que respecta a las gradas, inexistentes al haber sido utilizados sus materiales para fogatas (…) Gracias a las habilísimas maniobras de algún entusiasta madridista se respetó el campo, y como pretexto se ofreció el uso de la piscina, primero a no sé qué grupo de tropa roja y luego a la masa popular. Triste y macilento quedó el Club; fueron escasos los socios que siguieron abonando sus cuotas. Mal iba la cosa, hacia la catástrofe”. El entusiasta madridista fue Hernández Coronado, el “antiguo y acreditado secretario técnico” que supo hacerse útil asegurando así la supervivencia de la sociedad: con el padrinazgo de Antonio Ortega, organizó “Olimpiadas militares”, que consistían en partidos de exhibición entre cuerpos del Ejército Popular en el Estadio de Chamartín y ejercicios gimnásticos de toda índole; arregló amistosos entre lo que quedaba del Madrid y unidades militares, cuya recaudación servía para nutrir de provisiones y armas las líneas de defensa en el Guadarrama y el Jarama; estableció tres tipos de cuotas para que los socios pudieran seguir contribuyendo a las famélicas arcas del Madrid, manteniendo con ello la piscina, las pistas deportivas y el propio campo en un precario estado de mínima conservación.

En junio de 1936 era común en el debate público en torno al Madrid la cuestión de ampliar Chamartín o, incluso, mudarse a otro campo más grande; en abril de 1939 la Junta de Salvación hizo cuentas y dictaminó que el club necesitaba con urgencia 300 mil pesetas para no desaparecer. Lo que apremiaba era reconstruir el Estadio, hacerlo utilizable. El césped daba pena verlo, y el graderío había quedado medio derruido: alrededor del rectángulo de juego incluso “se cultivaban tomates y pepinos”. Reunidos por Pedro Parages en el 1º izquierda del número 8 de la calle Fernanflor, Santiago Bernabéu, Luis Urquijo, Luis Coppel, López de Quesada, Hernández Coronado, deciden elegir como presidente a Adolfo Meléndez Jiménez, quien ya había sido presidente del Madrid hacía casi 20 años. Hernández Coronado lo describió pragmático y castizo: “se reunieron los que han quedao de la Junta anterior”. Meléndez era general del Ejército vencedor. En palabras de su propio hijo, esa condición “agilizará muchas de las acciones que hay que realizar para dejar completamente despejado Chamartín para iniciar su puesta en servicio y reunir a los antiguos jugadores, ya que algunos estaban movilizados”.

El Madrid se enfrentó a la tesitura de pagar jugadores o tener campo, y Pedro Parages lo resolvió convenciendo a los demás de que no habría fútbol sin estadio. El hijo de Adolfo Meléndez situó la cuestión en el término justo: “la restauración el campo de Chamartín es prioritaria; hacer un buen conjunto vendrá luego. El dinero no es de goma. La seguridad e independencia que se tiene al ser dueño del terreno de juego, sin necesidad de tutelas ni favores, permitirá al Madrid F.C. seguir siendo el de siempre, un club señor”. En efecto, el Madrid iba a competir en la ciudad con un nuevo adversario bien arropado por las nuevas élites que habían advenido con la victoria de Franco: el viejo Athletic de Madrid, sucursal del Athletic de Bilbao en la capital, fue rebautizado y españolizado como Atlético Aviación, apadrinado además por el Ejército del Aire. Acababan de fichar a Ricardo Zamora como entrenador. La noticia tal vez les llegó a los miembros de la Junta de Salvación el mismo día en que se reunían. El caso es que el Madrid suscribió un préstamo por valor de 300 mil pesetas, avalado por Urquijo, marqués de Bolarque, y López de Quesada, así como por los industriales Parages o Coppel.

 

Rafael Sánchez Guerra

Sánchez-Guerra había salvado Chamartín cuando en 1933 intercedió ante Indalecio Prieto, entonces Ministro de Obras Públicas, que quería reurbanizar La Castellana. El antiguo presidente madridista fue juzgado en 1939 y condenado a muerte, aunque su pena fue conmutada luego por cárcel, y lograría huir hasta Francia metido en el capó de un coche, con un revólver en la mano. La década de los 40 se presentaba sombría para el Madrid, pero la acción de Sánchez-Guerra en 1933 ayudó a que en 1939, el Madrid conservase Chamartín: desde ese trozo de tierra resurgiría. Pero le costó elevarse. La Liga nacional se reanudó en diciembre de 1939, y el Madrid presentó un equipo de circunstancias. Hernández Coronado y Santiago Bernabéu trabajaron mano a mano buscando jugadores hasta debajo de las piedras: se le rogó a Sauto, quien aceptó jugar gratis mientras terminaba sus estudios de medicina, y se armó una escuadra en torno a la figura de Jacinto Quincoces. Junto a él formaron Bonet y Lecue, rescatados del ostracismo bélico, y se incorporaron Ipiña, Chus Alonso, Barinaga, Mardones y un goleador, Alday, que iba a meter 80 goles durante los 5 años que vistiera de blanco.

Los entrenó Paco Brú, que había vuelto de Barcelona al terminar la guerra. Brú llevaba en Cataluña desde noviembre de 1936. Sus gestiones para incorporar al Madrid al Campeonato de Cataluña quedaron frustradas por la negativa de la directiva del Barcelona. La cuestión provocó una disputa encendida entre sindicatos y directivos, pero no se llegó a un acuerdo. Brú regresó y llevó al Madrid a una nueva final, como en 1936. Esta vez, el nuevo Madrid, antaño plantilla más potente del país, perdió contra el otro equipo barcelonés, el Español. El viejo campeón tuvo que esperar hasta 1946 para levantar otra Copa de España, la octava. Ahora se llamaba “del Generalísimo”. Hasta 1954, ya con Alfredo Di Stéfano, no ganó el Madrid su tercer título de Liga. En ese tiempo, el Barcelona ganó 5 Ligas y una Copa; el Atlético Aviación, 4 Ligas, y el Athletic de Bilbao, una Liga y 3 Copas.

(más…)

spotify linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram