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Ocho días después de ganar el Real Madrid la séptima Copa de Europa, Lorenzo Sanz despidió a Jupp Heynckes. Lo hizo porque “había perdido el control del vestuario”, porque “por un partido no se cambia una decisión” y porque “si el Madrid no hubiera ganado la Copa de Europa habría hecho la peor temporada desde hace mucho tiempo”. El 17 de junio el presidente anunció como nuevo entrenador a José Antonio Camacho. Un entrenador “para controlar el vestuario”. Pero, tras apenas veintidós días en el cargo, Camacho rescindió su contrato por una serie de problemas con los contratos de sus ayudantes. Al parecer, se había filtrado que Sanz quería atar a Marcelo Lippi para el próximo año, cuando el entrenador de la Juventus (precisamente el entrenador del equipo derrotado en la conquista de la Séptima) acabase contrato.

Sin Camacho, la primera opción para el banquillo fue Nevio Scala, técnico que había triunfado en el Calcio a inicios de los noventa. Scala voló a Madrid, habló con Sanz y le dijo: “El único problema es que solo faltan tres días para la pretemporada, y yo no he formado el equipo”. Pensó que podía sucederle lo mismo que en Dortmund, donde tampoco participó de la configuración de la plantilla, y que dos fracasos seguidos de ese calibre podían dañar su imagen de gran entrenador. Scala rechazó al Madrid y ante esta negativa, Lorenzo Sanz, Juan Onieva y Pirri activaron el plan Hiddink.

El neerlandés estaba al frente de la selección de Países Bajos, a la que posicionó cuarta en el Mundial de Francia 98. Hiddink conocía la Liga por su anterior estancia en Valencia entre 1991 y 1994. Sabía lo que es ganar la Copa de Europa y los madridistas lo conocían a él, ya que, en aquella semifinal fatídica de 1988, su Eindhoven fue el verdugo de la Quinta del Buitre. También le conocían Mijatovic y Seedorf, con quienes había tenido sus diferencias. Según la prensa, los dos jugadores fueron consultados por el club acerca de su idoneidad y ninguno dio las mejores referencias.

Pero el tiempo apremiaba, y Lorenzo Sanz acabó firmando a Hiddink como nuevo entrenador del Real Madrid. En la presentación, Sanz dijo que era el técnico en el que habían pensado desde el principio porque a la plantilla que tenían le iba bien su estilo de juego. El holandés declaró que ese estilo prometía ser “atrevido, pero con resultados”. Ante el refuerzo de los grandes rivales, el de Varsseveld enseguida exigió fichajes. Especialmente por el lado derecho, pero las arcas del club arrojaban una deuda importante y tuvo que conformarse con el ya fichado Iván Campo para la zaga, el mundialista de banda izquierda Robert Jarni, el joven Edgar (que fue cedido sin contemplaciones al Málaga) y el desconocido Federico Magallanes, mediapunta que venía de ser suplente en el Atalanta. Magallanes tenía “calidad y buen toque”, según el entrenador, quien añadió que si se esforzaba tendría su oportunidad. Sin embargo, el uruguayo acabó siendo enviado al Racing de Santander, equipo en el que coincidió con Víctor, canterano madridista que sí era un especialista de banda derecha, que había jugado el año previo con Heynckes, pero que fue descartado por Hiddink durante la pretemporada.

Preguntado sobre si tenía una intención similar a la de Van Gaal en Barcelona o la de Sacchi en el Atlético, que habían nutrido sus equipos de holandeses y de jugadores provenientes del Calcio, respectivamente, Hiddink respondió que había que optar por el máximo número de españoles: “Lo mejor es contar con gente de casa. Pero por encima de todo hay que buscar jugadores de calidad”. Víctor, Amavisca, Jaime y Morientes eran españoles y habían sido importantes la temporada anterior, pero Hiddink no los consideró “jugadores de calidad”.

Sin Amavisca pero con Jarni el equipo aún contaba con tres atacantes cuya pierna buena era la izquierda. Con Savio y Raúl en la plantilla, Hiddink advirtió de la posibilidad de pasar a un zurdo a la derecha. En realidad, Hiddink pensaba en Savio, pero fue Raúl quien acabó asentándose a pierna cambiada. Fueron ambos futbolistas los que más aprovecharon la llegada del entrenador holandés. Savio se hizo con la titularidad que no logró con Heynckes (debido en gran parte a problemas físicos repetidos), y Raúl volvió a ser el referente del equipo tras un año en el que fue cuestionado por sus bajas cifras goleadoras.

Así, el 22 de julio, Guus Hiddink se estrenó ganando un amistoso contra el Stade Nyonnais en Suiza por 5-0, con un equipo aún sin Jarni y con la ausencia de los nueve internacionales mundialistas: Hierro, Iván Campo, Roberto Carlos, Karembeu, Seedorf, Raúl, Mijatovic, Morientes y Suker, máximo artillero de Francia ´98. En la alineación titular aparecieron tres nombres que extrañamente no estuvieron en el Mundial: Panucci no había contado para Cesare Maldini en Italia, Redondo se había negado a la petición de Passarela de cortarse el pelo, y las suplencias de Savio lo habían apartado definitivamente de la convocatoria de Zagallo.

Con los canteranos Dorado, Tote, Mista y Eto´o en la convocatoria, la primera alineación de Hiddink presentó su habitual dibujo 4-4-2 y mostró la propuesta de juego y el corte de jugadores que pretendía establecer el nuevo entrenador, quien habló de todo ello en una entrevista concedida a El País: “Yo intento que mi equipo domine los partidos de principio a fin (…) La gente quiere resultados, pero acompañados de buen juego. Mi equipo tendrá una base de dominio y creatividad, aunque esto no garantiza que siempre juguemos bien (…) Creo que la plantilla tiene creatividad suficiente. Luego, hay que buscar el balance entre ella y el trabajo defensivo...”.

Hiddink mencionaba el equilibrio entre defensa y ataque, algo de lo que habitualmente carecían los equipos holandeses que triunfaron en los noventa. Cruyff y Van Gaal adoptaron estrategias de defensa en campo rival y hacia delante, que entrañaban mucho riesgo a las espaldas, como Capello o Ranieri se habían encargado de demostrar. En fase de posesión, querer dominar el partido a través del balón era común en todos los holandeses, pero Hiddink se había caracterizado por formar equipos con zagas de cuatro, pareja de mediocentros y repliegue en campo propio, que no asumían tanto ante los ataques elaborados y contragolpes rivales como los de sus paisanos homólogos.

Ya en campo rival, la creatividad a la que se refería Hiddink se mezclaba con la libertad de movimientos y ejecuciones permitida tanto al mediocentro más liberado como a los cuatro futbolistas de ataque, en cuyas capacidades confiaba. Savio había dicho que su principal característica era la velocidad, pero que le gustaba "hacer driblings, caños, bicicletas… Inventar, en definitiva", y el técnico completó su visión de tolerancia con la inventiva afirmando que Raúl tendría que jugar en la derecha, pero con libertad para salir cuando quisiese. Seedorf fue el nexo entre la defensa y el ataque en transición, y el mediocentro más atrasado fue un Redondo que se perdió varias citas por lesión, entrando en su lugar Guti en el mes de enero, sobre cuyo novedoso rol Hiddink explicó que había jugado en una posición más defensiva de lo normal porque quería que jugara más para el equipo.

Esa temporada el Madrid disputó cinco títulos. El primero fue la Supercopa de Europa jugada a partido único. El Chelsea de Vialli se llevó el triunfo por 1-0, pero la situación mejoró después, encadenando el Madrid en el estreno de Liga tres victorias que rompieron la racha de diez meses sin ganar a domicilio, un empate a dos contra el Barça (sobre el que Cruyff dijo: “Puede que el Madrid se adecúe más al juego de Holanda que el Barça”), y un 2-0 en casa contra el Inter de Ronaldo en la jornada de apertura de la Liga de Campeones. A finales de septiembre, Hiddink fue elegido mejor entrenador de la competición doméstica y en el once ideal aparecieron Savio, Raúl y Mijatovic, que ya goleaban. Pese a todo, las sensaciones no eran buenas y Hiddink lo advertía:“Pese a ganar, el equipo no juega como queremos, y esto me sigue preocupando”.

Octubre cumplió los malos augurios. Las derrotas contra el Spartak en Europa y el Betis en Liga propiciaron las primeras modificaciones estratégicas del año, sobre las que Hiddink dijo: “He trabajado dos o tres variantes tácticas y la entrada de nuevos jugadores (…) No podemos recibir tantos goles estúpidos (…) No hay que ser rígido. Soy de los que piensan que hay que ir modificando posiciones conforme transcurre el encuentro. Va a haber muchos movimientos durante la temporada”. Los primeros cambios fueron leves con el 4-4-2 en rombo, el paso de uno de los mediocentros al interior derecho, (concretamente Seedorf, de quien a inicio de año Hiddink dijo que no le veía útil en la derecha y que ni se le ocurría esa posibilidad), la entrada de Jarni en la izquierda (que propició el avance de Savio a la delantera), y la ubicación de Raúl centrada de partida, tras la pareja de ataque.

Pese a ganar 3-4 en la Romareda, a los blancos se les achacaba no jugar en bloque, partirse y en defensa conceder demasiadas oportunidades como demostraban los datos: eran el equipo más goleador de la Liga y a la vez el segundo que más goles encajaba. Tras dos goleadas al Extremadura y al Sturm Graz, el equipo enlazó un empate con tres derrotas que dejaron a Hiddink en la cuerda floja. El díscolo Panucci se había quejado al inicio del curso de que se corría mucho en los entrenamientos, y, tras ser sustituido junto a Seedorf, en el partido contra el Celta de la décima jornada, se unió al holandés en las críticas al entrenador, quien salió al paso para decir que hablaría con ellos y que no le temblaría el pulso. La última de esas derrotas fue en Liga de Campeones. Un 3-1 contra el Inter en el que se vio el tercer modelo del entrenador con el paso al sistema de líbero y dos centrales más clásico holandés, con carrileros, tres centrocampistas y dos atacantes que dibujaban un 5-3-1-1.

Pese a perder en los minutos finales, el partido contra el Inter dejó la sensación de que el equipo atacó y defendió en grupo, lo que no tardaron en destacar tanto Roberto Carlos como Suker. Así se podía perder, decían los protagonistas, pero Lorenzo Sanz no estaba de acuerdo. De no ser por la victoria en la Copa Intercontinental la semana siguiente, Hiddink no habría continuado después de Navidad. Con el sistema de cinco defensas y Raúl como estrella, el 1 de diciembre de 1998 el Real Madrid ganó 2-1 al Vasco de Gama en Tokio y conquistó su segunda Intercontinental treinta y ocho años después de la conseguida ante Peñarol.

Con el equipo reflotado momentáneamente, el técnico dio descanso a Roberto Carlos, Hierro, Redondo, Savio y Mijatovic en el regreso a la Liga, donde se produjo un empate contra el Espanyol. La posterior victoria contra el Spartak dio alas en la Liga de Campeones a un Madrid que para diciembre cambió a Amavisca por Ognjenovic, estableció a Guti como mediocentro y envió a la grada a Morientes.

Pese a funcionar, el 5-3-1-1 dejó un nuevo problema para el entrenador. La zaga de tres necesitaba dos marcadores a los lados del líbero que jugasen a pierna dominante para dar fluidez a la salida hacia los carrileros o los interiores de sus respectivas bandas. Con un Karanka que ese año no pudo jugar por problemas cardíacos y con Dorado de regreso al filial, Hiddink no disponía de centrales zurdos, por lo que Fernando Sanz e Iván Campo se alternaron en esa posición. Fue, sin embargo, Jarni quien acabó asentándose en el puesto debido a la polivalencia que le reconocía Hiddink, la cual permitía aprovechar las subidas de Roberto Carlos. Pero el croata no se encontraba a gusto en labores puramente defensivas, y no tardó en manifestarlo tras la derrota contra el Mallorca en la jornada 17. El compromiso siguiente se solventó con un 4-2 favorable frente el Atleti de Sacchi, con un destacado Morientes que ingresó a quince minutos del final e hizo un doblete, circunstancia que repitió en la ida de los octavos de Copa del Rey contra el Villareal, cuatro días después.

A finales de enero de 1999, el equipo había conseguido superar la fase de grupos de Liga de Campeones, estaba a las puertas de los cuartos de Copa y situado segundo en Liga, muy cerca del Barça.

Un 4-0 a domicilio contra el Deportivo de la Coruña volvió a desatar la ira de Lorenzo Sanz. La directiva madridista se reunió el 26 de enero y el nombre de Luis Aragonés se puso sobre la mesa. Al final se dio el último voto de confianza a Hiddink, que lo aprovechó con tres victorias consecutivas. En enero se cerró la contratación del inglés McManaman para la temporada siguiente, pero el entrenador no llegaría a dirigirlo. Hiddink habló de manera desafortunada sobre su situación ante la prensa de su país, comparándose con el Van Gaal al que la directiva del Barça sí le concedía sus peticiones. En semejante situación, una derrota podía ser fatal, y esta se produjo el 14 de febrero, noche en la que el Barça ganó por 3-0.

Si con la derrota en Riazor Lorenzo Sanz había acusado al planteamiento de Hiddink de arriesgado, con el 5-3-1-1 y Sanchís en el pivote en el Camp Nou lo tacharía de conservador. No obstante, volvió a confirmarlo en su puesto. Hiddink continuó dos semanas más, el tiempo suficiente para eliminar al Racing en los cuartos de Copa del Rey y para perder otro partido en Liga, esta vez contra el Athletic de Bilbao en el Santiago Bernabéu, que le dejaba a siete puntos de la cabeza en diciembre. “Esto no puede seguir así. La afición pide algo y nosotros también”, dijo el presidente desoyendo las súplicas de un Hiddink que decía sentirse capaz de sacar adelante al equipo.

Sonó Capello, pero en una suerte de analogía con el relevo del holandés Beenhakker en 1989, fue Toshack quien comenzó su segunda etapa en el Real Madrid. “Es más fácil echar a un entrenador que a la mitad de la plantilla (…) Se trata de un técnico que debe manejar un vestuario difícil”, declaró Sanz. Se trataba del duodécimo entrenador en los últimos nueve años. Meses antes, Hiddink opinaba en una entrevista sobre el particular: “El fracaso de un equipo no puede reducirse a culpar al entrenador. Alguien puede pensar que lo digo porque lo soy, pero de verdad pienso que eso es lo fácil. Creo que hay que mantener una línea de trabajo en los clubes con una o dos personas, el presidente y quien sea para mantener un proyecto. No se puede realizar cada semana un examen al entrenador. Eso es algo terrible y no es justo”.

Toshack se estrenó con derrota contra el Betis el 27 de febrero. Dos semanas después, el equipo cayó eliminado ante el Dinamo de Kiev en Liga de Campeones. En semifinales de Copa recibió un 6-0 del Valencia y sufrió una nueva eliminación. Acabó la Liga en segunda posición, a once puntos del Barça campeón. Los casos de Hiddink y Toshack demostraron que es tan difícil hacer funcionar una plantilla que el entrenador no planifica, como hacerse con los mandos a mitad de curso de un equipo en destrucción.

Fuentes consultadas:

El País, Don Balón, Marca, BD fútbol, Cómo leer el fútbol

 

El Real Madrid visita este domingo el estadio de Zorrilla para medirse al Real Valladolid. En apenas unos meses se cumplirán 30 años del momento en que ‘La Quinta del Buitre’ conquistó su quinto entorchado liguero consecutivo precisamente en el coliseo pucelano. Una Liga que apenas se celebró.

En el curso 1989-1990 el principal cambio del Real Madrid fue el fichaje del técnico galés John Benjamin Toshack. El club buscaba mano dura para enderezar el vestuario y un sistema más sólido para las confrontaciones europeas.

La contratación no gustó a buena parte de los jugadores, quienes ya habían recibido críticas del técnico cuando aún entrenaba a la Real. Tampoco digirieron muy bien las constantes censuras y presencias del galés en los medios de comunicación.

Por otra parte, a la parcela de incorporaciones llegaron un joven y prometedor Fernando Hierro, el central titular de la albiceleste, Óscar Ruggeri, y el centrocampista Parra, el fichaje sorpresa, procedente del Atlético de Madrid.

Durante toda la campaña se vio a un conjunto blanco arrollador. Sus impresionantes cifras goleadoras desembocaron en el récord de tantos anotados en una Liga hasta ese momento, con 107 dianas. El estilete más afilado fue el de Hugo Sánchez, quien igualó la plusmarca de Zarra con 38 tantos en una temporada, aunque los del mexicano fueron obtenidos todos al primer toque. Toda una proeza.

El cuadro dirigido por Toshack apenas se dejó dos derrotas (y a domicilio) en el campeonato. Ambas fueron antes de la undécima jornada, la primera contra el Barcelona y la segunda ante la Real Sociedad. El objetivo más ilusionante volvía a ser la Copa de Europa, pero aquel año de nuevo se cruzó el ogro del AC Milan.

Los rossoneri apartaron muy pronto a los blancos del título continental, concretamente en la segunda ronda y por un global de 2-1 tras el 2-0 de San Siro y la mínima victoria merengue en su feudo.

En la Copa, con el doblete al alcance de la mano, se perdió en la final ante el F.C. Barcelona por 2-0, en un encuentro en el que el árbitro, García de Loza, se inhibió en buena medida ante la evidente dureza culé.

Aquella derrota hizo mucho daño en el vestuario. La relación entre los jugadores y el técnico se rompió definitivamente tras las declaraciones de Toshack después del partido en las que acusaba de falta de entrega y garra a casi todos sus pupilos.

Con la importante fractura a nivel interno y el ambiente enrarecido llegó el alirón contra el Valladolid diez días más tarde. La previa del diario ABC decía: “Quizá por la pérdida de la final de Copa o por saberse desde hace tiempo campeón de Liga, lo cierto es que en el vestuario no se palpa una especial alegría por el más que seguro alirón”.

Por otro lado, Martín Vázquez, desde hacía tiempo noticia por su más que probable marcha al Torino, declaró no tener “nada” en firme con el equipo piamontés, aunque sí admitió haber tenido contactos. El madrileño había cuajado una temporada extraordinaria y en Italia ya se daba por hecha su llegada al equipo de Turín por unas cantidades económicas exorbitantes.

Al cuadro merengue le bastaba un punto para certificar el triunfo liguero y lo logró después de empatar sin goles en un partido muy aburrido ante el equipo blanquivioleta dirigido por Fernando Redondo. De este modo, ‘La Quinta del Buitre’ igualó la gesta de los Gento, Puskas, Santamaría o Pachín, quienes también encadenaron cinco Ligas consecutivas entre 1961 y 1965.

Tras el pitido final del trencilla Alfonso Álvarez, los madridistas apenas exteriorizaron su alegría. No se dio la tradicional vuelta al campo, ni se vieron abrazos entre los jugadores. Fue una celebración agridulce. El ansia por la Copa de Europa y la costumbre de ganar Ligas habían descolocado el espíritu del club de Chamartín.

Toshack fue de los pocos que dio muestras de júbilo por el primer título de Liga a nivel personal. En rueda de prensa, el técnico galés dijo que no iba a brindar con champán porque no le gustaba. “Prefiero una buena cerveza de barril y un bocadillo de tortilla”, aseguró, mientras entre los futbolistas se daba una insólita moderación.

Chendo declaró: “Todos los años es difícil ganar la Liga pero naturalmente todos pensamos en la Copa de Europa”. Butragueño justificaba la escasa alegría en la celebración debido a que el quinto título “era algo que ya se esperaba de antemano y por eso estábamos bastante tranquilos”. Manolo Sanchís, en la línea de ‘El Buitre’, dijo que la Liga estaba sentenciada desde hacía cuatro o cinco jornadas. “Por ello hemos ido saboreando el título poco a poco”. Tan sólo Ruggeri, uno de los nuevos, aportó algo de entusiasmo: “Ganar una Liga en Europa es muy importante para mí y para cualquier jugador”.

La celebración institucional se produjo durante una cena en el Parador Nacional de Tordesillas, donde sí hubo brindis y agitación de servilletas. La anécdota de aquella noche la protagonizó el vicepresidente Lorenzo Sanz, quien declaró haber acertado 14 en la Quiniela por colocar una X en el Castilla-Betis que terminó con triunfo del filial blanco.

Ramón Mendoza sí quiso valorar la conquista liguera: “Ser campeón de Liga es importante; es el título más trascendente porque te permite jugar la Copa de Europa”. Y respecto a volver a dominar en el continente, reconoció que “la Copa de Europa es la asignatura pendiente de todos, pues el Real Madrid lleva 24 años sin ganarla. Hasta 1992 seguiré presidiendo el Real Madrid y habrá que seguir luchando para volver a ganar este título”.

La Liga de ‘La Quinta’ fue la última de una generación mágica, y el Real Madrid no volvió a conseguir el trofeo hasta 1995 con Jorge Valdano en el banquillo. En ese período se perdieron dos Ligas consecutivas en Tenerife en la última jornada (la segunda de ellas, precisamente, con el técnico argentino dirigiendo al equipo isleño), con dos bochornosas actuaciones arbitrales incluidas que no pueden caer en el olvido.

Hoy, 7 de abril, cumple 51 años Bodo Illgner, el arquero alemán que defendió el marco blanco en la ‘Séptima’ conquistada en Ámsterdam ante la Juventus y que permaneció cinco años en el club merengue.

Nacido en 1967 en la localidad de Koblenz, Bodo Illgner era un guardameta muy completo, imponente y de altura (1,90 metros). Además, destacaba sobre todo por su sobriedad, su gran seguridad, su estilo impecable sin adornos ni florituras, su enorme coordinación y sus reflejos.

El germano empezó a jugar en el 1 FC Hardtberg de Bonn hasta que con 17 años llama la atención del Colonia, que lo ficha para ser el futuro sustituto del internacional Harald Schumacher. Poco después, y tras publicar un polémico libro, Schumacher se hace con el puesto en el cuadro Die Geißböcke, algo que no abandonaría durante la siguiente década. Sin embargo, la suerte no acompaña en cuanto a títulos y tras ver desde el banquillo perder la final de la Copa de la UEFA de 1986, también se ocupa el segundo lugar en las Bundesligas de 1989 y 1990 y el subcampeonato de la DFB Pokal de 1991 al caer en los penaltis contra el Werder Bremen. Aún así, Illgner es un portero de gran prestigio en su país y también en el continente europeo, siendo galardonado con el premio de mejor guardameta europeo en 1991 y de Alemania en 1989, 1990, 1991 y 1992.

La carrera de Illgner se presumía para siempre en la Bundesliga hasta que apareció en su destino Fabio Capello. El italiano firmó como entrenador del Real Madrid en el verano de 1996 y no le convencían del todo los dos porteros por entonces en la nómina blanca: Paco Buyo y Santiago Cañizares. Buscaba un portero de más envergadura, y el club que presidía Lorenzo Sanz le firmó a poco de cerrarse el mercado de fichajes en los primeros días de septiembre. El Real Madrid pagó la cláusula de rescisión de 386 millones al Colonia y el germano aterrizó en Barajas acompañado por su mujer y representante Bianca.

illgner fue galardonado con el premio de mejor guardameta europeo en 1991

Indiscutible para el técnico italiano, le hizo debutar en la jornada dos de Liga ante el Hércules en el Santiago Bernabéu, donde se venció por 3-0. Desde entonces, nadie le tosió (jugó 40 duelos consecutivos ligueros) y cuajó un gran año en el que el Real Madrid volvió a ser campeón de Liga en dura pugna con el Barça, dirigido por Bobby Robson y guiado por Ronaldo en el césped.

Sin embargo, Capello se marchó al terminar el curso y en el siguiente una lesión en el hombro, en pretemporada, alejó a Illgner de los terrenos de juego un tiempo. Su compatriota Heynckes apostó por Cañizares en la Supercopa que se ganó ante el Barça y, a partir de entonces, en la Liga. Illgner disputó la Copa con una sonora eliminación ante el Alavés en 1/8 y no se estrenó en la competición doméstica hasta la jornada 27 contra el Mallorca a finales del mes de febrero. Por ello, el teutón declaró en varias oportunidades que dejaría el Madrid si seguía en el banquillo, y se llegó rumorear una gran oferta por parte del Borussia Dortmund para su traspaso.

Pero Heynckes entonces decidió dar un cambio de timón y el germano se asentó en el puesto para acabar el año como titular. Participó en la fase decisiva de la Champions, actuando en cuartos ante el Bayer Leverkusen y en semis contra el Borussia Dortmund, para ser el elegido en la final frente a la Juventus. De esta forma entró en la leyenda de una alineación mítica y alzó la ‘Séptima’ en Ámsterdam tras un tanto de Mijatovic que celebró con los brazos en alto como mostraron las cámaras de televisión. Luego no se quedó junto a sus compañeros en el césped en la celebración y acrecentó su fama de arisco al ser un jugador que no firmaba autógrafos, no concedía entrevistas o no acudía a las cenas oficiales o reuniones del equipo.

La temporada 1998-1999 fue la última de Illgner sano y con continuidad en la portería. Tanto con Hiddink como con Toshack fue el dueño del marco en un curso marcado por la irregularidad y el fin de una generación de jugadores que abandonarían la entidad en verano como Mijatovic, Panucci o Suker. El único éxito fue la Copa Intercontinental contra Vasco en Tokio con el gran gol de Raúl, conocido como el ‘aguanís’, y con Illgner en la alineación inicial aquel día en el Estadio Nacional.

A principios de 1999 renovó con la institución blanca tras varios meses de negociaciones, pero su hombro le volvió a dar la lata e inició su declive profesional. Actuó al principio del Campeonato Nacional de Liga en cinco partidos y también en uno de Champions contra el Oporto en Das Antas. Sin embargo, primero Bizzarri y luego Casillas le fueron apartando del césped el resto del curso y no tuvo peso en las rondas claves que terminaron con la consecución de la ‘Octava’ Copa de Europa en París contra el Valencia. Se despidió del equipo de forma oficial en un partido de la Copa del Rey en febrero del año 2000 ante el Mérida en el que se cayó por 2-1.

El curso posterior permaneció en la plantilla, pero no tuvo ningún minuto en Liga, Copa, Champions, Supercopa de Europa o Copa Intercontinental (sí jugó tres amistosos de pretemporada ante el Stade Nyonnais suizo, el Móstoles o el Getafe). Casillas ya era una auténtica realidad y, además, se firmó a César Sánchez, del Real Valladolid, que era el habitual inquilino del banquillo, lo que dejaba a Illgner, con numerosos problemas físicos, en la grada. En el mes de agosto de 2001 y con 34 años colgó los guantes de forma definitiva pese a que llegó a tener alguna oferta de su país para continuar en activo. Para la historia dejó cinco años en la Casa Blanca y unas estadísticas de 119 partidos oficiales y dos Ligas, dos Copas de Europa, una Copa Intercontinental y una Supercopa de España como gran palmarés.

En la selección teutona disputó 54 partidos, logrando su mayor hito en 1990 al levantar la Copa del Mundo en Italia. Pasó por todas las categorías inferiores y su debut con los mayores, aún como República Federal Alemana, le llegó en septiembre de 1987. Beckenbauer le convocó para un amistoso ante Dinamarca en Hamburgo que finalizó con victoria local por la mínima después de un gol de Rudi Völler. Un año más tarde acudió a la Eurocopa, pero no disputó ningún minuto al ostentar la titularidad Immel. Precisamente fue tras el torneo europeo cuando se consolidó como titular, actuando en buena parte de la clasificación para el Mundial de Italia y posteriormente siendo el dueño del marco germano en suelo transalpino.

illgner disputó 54 partidos con alemania

Illgner cuajó un buen Mundial, pero fue en las semifinales contra Inglaterra cuando se mostró decisivo con una parada a Stuart Pearce en la tanda de penaltis (4-3 para Alemania; Waddle mandó el balón fuera en la siguiente ronda de lanzamientos). Cuatro días más tarde Alemania se midió a Argentina en la revancha de la final de 1986 y, esta vez sí, los teutones, tras marcar Brehme de penalti, dejaron a Maradona sin revalidar el título y alcanzaron el tercer trofeo en la historia de la ‘Mannschaft’.

El guardameta de Koblenz continuó como titular en los dos siguientes compromisos internacionales de importancia, aunque no logró ampliar su palmarés. En 1992, ya con Berti Vogts en el cargo, jugó todos los choques de la Eurocopa de Suecia, pero en la final una sorprendente Dinamarca le batió en dos ocasiones y conquistó un trofeo memorable. Dos años después acudió al Mundial de Estados Unidos instalado en la portería, pero en cuartos Alemania hizo las maletas al perder con Bulgaria. Antes, en la fase de grupos, los teutones se enfrentaron a España e Illgner encajó un tanto en un centro-chut de Goicoetxea por el que fue duramente criticado en su país. Al acabar el Mundial, y con 27 años, Illgner le comunicó a Vogts que su etapa en el equipo nacional finalizaba y renunciaba a seguir su carrera internacional.

En su vida posterior a los terrenos de juego y tras hacer un viaje por Europa con la familia en autocaravana se instaló junto a su mujer y sus tres hijos en Alicante, aunque también pasa algunas etapas viviendo en Boca Ratón (Miami). Escribió un libro junto a su esposa titulado Alles (‘Todo’), una novela 80% realidad y 20% ficción que habla sobre el lado más desconocido y oscuro del fútbol. Además, ha ejercido como comentarista en el canal alemán Premiere, en Sky Sports o BeIN Sports.

Hoy cumple 50 años Fernando Ruiz Hierro, uno de los mejores jugadores que ha tenido el Real Madrid a lo largo de su historia y, además, el zaguero más goleador hasta la fecha de la entidad blanca con 127 dianas.

Nacido el 23 de marzo de 1968 en Vélez (Málaga), se podía desempeñar como centrocampista o como defensa central, puesto que ocupó la mayor parte de su carrera. En el mediocampo destacó como un fenomenal llegador al área contraria con una enorme eficacia de cara a puerta. Mientras que en la defensa brillaba por su salida limpia de balón, su zancada poderosa, su sentido táctico, su gran jerarquía y su extraordinario dominio del juego aéreo. Además, tenía un impresionante y duro golpeo de balón y era un especialista tanto en los lanzamientos de falta como de penalti. Su fuerte personalidad le hizo ser un líder en el terreno de juego, aunque a veces su visceralidad le llevó a ser expulsado en numerosas ocasiones.

Empezó a jugar en el Vélez infantil de su localidad natal y posteriormente también en el juvenil del Málaga hasta 1984. Sin embargo, poco después la secretaría técnica malacitana no le vio con nivel para el profesionalismo y tuvo que regresar al Vélez. Su carrera se tambaleó hasta que su hermano Manolo (también su otro hermano Antonio jugó al fútbol en el Málaga o Hércules) se lo llevó al Real Valladolid de Vicente Cantatore. Tras militar en el segundo equipo ascendió con los mayores para la temporada 1987-1988. Debutó en Primera en la jornada 6 contra el Espanyol y aquella campaña también se estrenó como goleador con un tanto en casa ante el Mallorca. Fijo ese año para el técnico argentino y también la temporada posterior, donde jugó la final de Copa ante el Madrid, pronto los equipos grandes se interesaron por sus servicios. En el verano de 1989 Jesús Gil lo tenía prácticamente cerrado para el Atlético de Madrid, pero unos flecos sin resolver con su representante los aprovechó Ramón Mendoza para llevárselo al club merengue por casi 200 millones (más otros 100 millones que tuvo que pagar en 1990 por ir el malagueño al Mundial). La opinión de Hierro contó mucho en la operación, puesto que prefería ir al equipo madridista (“el equipo que le hacía llorar con sus derrotas cuando era pequeño”) antes que al cuadro colchonero.

fernando hierro debutó en primera división con el real valladolid

El aterrizaje del andaluz coincidió con la llegada como técnico de John Benjamin Toshack y los fichajes también del argentino Ruggeri y Parra, procedente del Atlético de Madrid. Además regresó Lopetegui, que se había formado en el Castilla, pero jugó con la UD Las Palmas en Segunda División. El entrenador galés vio a Hierro con grandes características para la defensa y le ubicó como central en una defensa de cinco junto a Chendo, Sanchís, Ruggeri y Gordillo. Debutó en la primera jornada contra el Sporting de Gijón en el Bernabéu y disputó 37 choques ligueros ese curso, anotando siete dianas, la primera frente al Rayo Vallecano en Vallecas. Esa campaña 1989-1990 fue la de los 107 goles y un paseo militar en el campeonato doméstico que suponía la quinta Liga consecutiva de la ‘Quinta del Buitre’ y que apenas se celebró el día del alirón ante el Real Valladolid.

La temporada posterior las tornas cambiaron radicalmente y, salvo la Supercopa de España, no se obtuvo ningún trofeo de importancia. Tras ser destituido Toshack, entrenaron al equipo Di Stéfano, Grosso una jornada y finalmente Radomir Antic. El yugoslavo decidió cambiar la posición de Hierro y le adelantó a la media para aprovechar su potencia, su fuerza y su peligro en el área contraria gracias a su enorme llegada. Así se pudo ver a un Hierro excelso goleador en el curso 1991-1992. Fueron 23 los tantos del malagueño, distribuidos en 21 en Liga (a dos del Pichichi Manolo), con un póker en la jornada 31 contra el Espanyol (lució el dorsal 9 en la camiseta), y dos en la Copa de la UEFA frente al Sigma Olomuc y el Torino. También abrió la cuenta madridista en la última jornada contra el Tenerife en la tarde de infausto recuerdo donde se perdió la Liga tras una labor arbitral lamentable por parte de García de Loza.

En 1992-1993, a vueltas con la renovación por el club merengue, la historia se repite en Tenerife y se pierde la Liga. Se encuentra Floro en el banquillo, que aún confía en Hierro para el centro del campo con unos resultados magníficos. Afortunadamente concluye el año con dos alegrías al levantar el equipo la Copa del Rey contra el Zaragoza y lograr un acuerdo el malacitano con Ramón Mendoza para ampliar su contrato. En el camino muchos rumores de una marcha al Barça y una gran oferta del Torino que, según palabras del propio Hierro, “era mejor económicamente que la que tenía en el Madrid, pero me pudo el corazón”.

A mediados de la década de los 90, el conjunto blanco vuelve a resurgir tras una etapa de dominio del ‘Dream Team’ y, con Valdano al frente, recupera el título de Liga. Fue en el año 1995, con Hierro formando una zaga magnífica con Sanchís y con el debut de Raúl o el dúo estelar Amavisca-Zamorano rindiendo a un nivel sobresaliente. Dos años más tarde, después de una temporada 1995-1996 nefasta y con Lorenzo Sanz en la presidencia, se realiza una operación renove profunda en la plantilla que ilusiona a toda la afición. Fabio Capello toma los mandos del equipo y se firma a Roberto Carlos, Mijatovic, Suker, Illgner o Seedorf. Hierro se asienta ya como central, aunque en esa temporada tiene como socio a Alkorta. Los dos cumplen con nota y también son fundamentales para conseguir la Liga.

Y es en 1998 cuando Fernando Hierro ve colmado uno de sus sueños: conquistar la Copa de Europa. También es el inicio de seis años extraordinarios en cuanto a títulos que vuelven a situar al Real Madrid en el sitio que le corresponde del panorama futbolístico mundial. La ‘Séptima’, con Heynckes como patrón de la nave, llega en Ámsterdam contra la Juve y con un partido gigante de Fernando Hierro. El central hace pareja con Sanchís y se come a la gran estrella italiana Del Piero y al siempre astuto e incómodo Pippo Inzaghi. La temporada siguiente se levanta la Copa Intercontinental en Tokio contra el Vasco de Gama y en el año 2000 se alcanza la ‘Octava’ en París.

Hierro ha superado la treintena y sus problemas físicos comenzaron a mermarle progresivamente. Empieza a tener diferentes lesiones musculares O una pubalgia dolorosa que le impiden tener continuidad. Del Bosque reinventa la defensa esa temporada y coloca a tres centrales, pero ninguno de ellos es Hierro ni Sanchís. Sitúa a Helguera y a su lado Iván Campo y Karanka y con ellos el equipo es otro en la Copa de Europa. En la final de París se doblega al Valencia, pero el técnico salmantino, con el choque finiquitado, tiene un gran detalle con el malagueño y con Sanchís y los saca en los últimos minutos para que participen del éxito.

El último trienio del andaluz con la casaca blanca no puede ser más fascinante. En el verano del 2000 y con el fichaje de Figo se forma un cuadro potentísimo que vuelve a dominar en la Liga tras cuatro años de sequía. A Hierro le respetan las lesiones y, junto a Karanka, forma un binomio magnífico en el centro de la zaga para aventajar en siete puntos al Deportivo de la Coruña, que termina como segundo clasificado. Un año más tarde, y ya con Zidane en el plantel, el objetivo es otra Copa de Europa tras ser eliminado el año antes por el Bayern. Al lado de Hierro se encuentra esta vez Helguera formando una defensa dura, inexpugnable por alto y con enorme categoría para sacar el balón jugado. Camino de la novena hincan la rodilla el Bayern de Munich y el F.C. Barcelona y en Glasgow se derrota por 2-1 al Bayer Leverkusen en un final de infarto. El zaguero de Vélez es capitán del equipo tras la retirada de Sanchís y es el hombre encargado de levantar la ‘Novena’ orejona.

Su último curso es en 2002-2003 cuando cuenta con 34 años. Ese verano se firma a Ronaldo, que se hace dueño y señor de la Liga. Hierro sigue con Helguera como pareja y además de la competición doméstica se alzan la Supercopa de Europa y la Copa Intercontinental en una campaña con un juego brillante, de ataque y muy eficaz.

Sin embargo, y a pesar de los triunfos, el club decide no renovar su contrato ni el de Vicente del Bosque y abandona la entidad de Chamartín con mal sabor de boca. Para el recuerdo deja unas estadísticas colosales de 601 partidos, 127 tantos, tres Copas de Europa, cinco Ligas, dos Copas Intercontinentales o una Copa del Rey y una gran opinión entre compañeros y rivales. De él por ejemplo dijo Butragueño que “Hierro siempre ha demostrado que es un futbolista de talla mundial”, y contrincantes de la talla de Maradona que “Hierro es el mejor jugador de España sin discusión. Tiene calidad, fuerza y hasta gol”. O un adversario como Stoichkov apuntó que el malagueño “tiene calidad de sobra para ser uno de los grandes de España”.

Tras dejar la capital de España se marchó a Qatar para enrolarse en las filas del Al-Rayyan durante una temporada y posteriormente hizo las maletas con destino Inglaterra para jugar en el Bolton un año. En la Premier actuó en 29 encuentros y anotó un gol ante el Norwich antes de poner punto final a su carrera al finalizar el curso 2004-2005 con 36 años.

fernando hierro se retiró a los 36 años

Con la selección española también tuvo una larga y brillante carrera internacional. Disputó un total de 89 encuentros y logró 29 tantos. Su debut se produjo en 1989 con 21 años de edad en un amistoso frente a Polonia en Riazor en el que vencieron por la mínima. Luis Suárez le convocó para el Mundial de Italia, aunque no disfrutó de minutos, y a finales de 1990 consiguió su primer gol con España en la goleada a Albania por 9-0 en un duelo de clasificación para la Eurocopa de 1992.

Con Javier Clemente en la parcela técnica Hierro se hizo indiscutible en la selección, alternando encuentros como centrocampista y defensa. Tras no acudir al torneo europeo de Suecia en 1992 la selección española se centró en asistir al Mundial de USA 1994, donde tuvo como rival precisamente al campeón europeo dos años antes, una sorprendente Dinamarca. Hierro anotó dos tantos importantes en la calificación ante Albania e Irlanda del Norte, pero el decisivo lo hizo el 17 de noviembre de 1993. En el Ramón Sánchez Pizjuán se midieron las dos selecciones que se batían por un billete mundialista. Sin embargo, para España las cosas se complicaron tras ser expulsado Zubizarreta. El empate se mantuvo hasta que en un córner Hierro remató de cabeza y superó a Schmeichel para dar el pase al Mundial con extrema agonía.

En tierras estadounidenses Hierro hizo un buen papel y su mejor duelo lo completó en octavos ante Suiza, donde anotaría un bello gol tras una arrancada desde el centro del campo, superando con un autopase a cuatro defensas antes de marcar por bajo frente a Pascolo. La decepción llegaría en cuartos con la eliminación contra Italia. Dos años más tarde, en este caso en la Eurocopa de Inglaterra, también en esa ronda se quedaría la selección al caer por penaltis contra los anfitriones tras errar Nadal y el propio Hierro (disparó al larguero) en uno de sus peores momentos con la camiseta del equipo nacional.

El tercer Mundial del malagueño tuvo lugar en Francia 98, donde llegó en un gran estado de forma después de ser campeón de Europa con el Real Madrid, pero en el que, tras la liguilla, el combinado hispano hizo las maletas. Hierro anotó de falta el primer gol de España en el torneo ante Nigeria y minutos después asistió a Raúl para el 2-1, sin embargo España perdió aquel partido por 2-3 y no pudo enderezar el rumbo. Para el siguiente gran evento internacional ya estaba José Antonio Camacho como seleccionador. Fue la Eurocopa de Países Bajos y Bélgica en el año 2000, donde Hierro empezó como titular ante Noruega y Eslovenia en la fase de grupos, pero una lesión en los abductores le impidió jugar el mítico partido ante Yugoslavia y luego en la posterior eliminación en cuartos de final contra la Francia de Zidane.

El último Mundial y los últimos coletazos de Hierro con la selección se produjeron en el Mundial de Japón y Corea del Sur. Camacho le confió la zaga junto a Nadal y los dos rindieron a buen nivel. El de Vélez marcó, además, dos dianas en la fase de grupos desde los once metros contra Eslovenia y Paraguay y también anotó en la taquicárdica tanda de octavos frente a Eire. Sin embargo, y al igual que ocurrió en 1996, en cuartos y contra los anfitriones, el pase a semifinales se esfumó en los penaltis. Hierro se despidió aquel día del equipo nacional con tristeza por eliminación y rabia por un execrable arbitraje en el que se vio muy perjudicado el conjunto español.

En su etapa posterior al césped fue nombrado Director Deportivo de la Real Federación Española de Fútbol en 2007, puesto en el que se mantuvo hasta 2011, viviendo de este modo la conquista de la Eurocopa de 2008 y el Mundial de Sudáfrica 2010. Luego firmó como Mánager General del Málaga CF, en el que permaneció casi un año.

A continuación su vida tomó el camino de los banquillos, primero en el Real Madrid y después en el Real Oviedo. En el conjunto blanco fue entrenador adjunto de Carlo Ancelotti para el curso 2014-2015, donde conquistaron la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. Sin embargo, la destitución del italiano le hizo abandonar la entidad merengue en el verano de 2015. Un año después, el cuadro ovetense anunció su fichaje por una campaña como técnico jefe. Hierro situó al Real Oviedo en octava posición del Campeonato de Segunda División, pero no fue suficiente para que la directiva carbayona hiciese efectiva la cláusula para prolongar su contrato un curso más.

En la actualidad, y desde noviembre de 2017, vuelve a ocupar el cargo de Director Deportivo de la Real Federación Española de Fútbol.

Hoy 12 de enero cumple 49 años Prosinecki, futbolista croata que llegó al Real Madrid como fichaje estrella tras ser campeón de Europa con el Estrella Roja, pero al que las lesiones la falta de adaptación hicieron fracasar.

Nacido en Schweningen (Alemania) en 1969, al estar trabajando allí sus padres, se trasladó a los 10 años a Yugoslavia para seguir jugando al fútbol tras hacerlo primero en el infantil del Stuttgarter Kickers. Posteriormente lo hizo en la cantera del Dinamo de Zagreb y llegó a debutar con gol en el primer equipo a los 18 años. En 1987, y después de no conseguir un contrato como profesional, se mudó a Belgrado para vestir la elástica del Estrella Roja. Su progresión con el cuadro rojiblanco fue excelente y tras alcanzar la titularidad fue el cerebro del equipo. Logró tres Ligas, una Copa y la Copa de Europa del año 1991 en la que vencieron por penaltis al Olympique de Marsella. Prosinecki anotó el primer gol de la tanda de un conjunto en el que tenía como compañeros a Jugovic, Belodedici, Mihajlovic, Pancev o Savicevic. Un equipazo.

Nombrado futbolista del año en su país y ganador del Trofeo Bravo, en 1991 el Madrid se lanzó a por su fichaje pese a que un principio el jugador que interesó fue Savicevic. Mendoza tomó las riendas de la negociación que fue muy dura al impedir las autoridades yugoslavas salir del país a los futbolistas que aún no tenían 25 años. Después de muchas conversaciones, Mendoza convenció entre otros a Miljanic, presidente de la Federación, y tras desembolsar casi 500 millones de pesetas el medio rubio voló a Madrid donde cobraría 300 millones de pesetas anuales durante cinco campañas.

La expectación con la que aterrizó fue enorme y en el Trofeo Bernabéu ante Colo Colo deleitó. Demostró ser un centrocampista de clase, elegante, con una visión de juego extraordinaria, una técnica magnífica en su pierna diestra y enorme calidad en el pase. Además, pronto enseñó que sería un arma perfecta a pelota parada y especialmente en los lanzamientos de falta. Debutó en Liga donde jugó las dos primeras jornadas y también en la primera eliminatoria de la Copa de la UEFA frente al Slovan de Bratislava. Sin embargo, a finales de septiembre una lesión le dejó KO. Volvió para jugar ante el Barça en el Bernabéu marcando de falta y cuatro días después en la visita al Utrecht en competición europea donde también anotaría un tanto. En la segunda parte se lesionó y no disputó un minuto el resto de la temporada.

Una sucesión de problemas musculares, roturas y una operación a principios del año 1992 le impidieron saltar al césped ante la desesperación del cuerpo técnico, los médicos y los aficionados.

En su segunda temporada si dispuso de regularidad pero la ansiedad, las ganas por agradar, la pérdida de confianza y una depresión por la Guerra de los Balcanes le jugaron una mala pasada. Su intento siempre por justificar el fichaje, intentando acciones muy difíciles o innecesarias, sumado a su afición por el tabaco le pasaron factura en la grada del Bernabéu, que cada día se desesperaba más con el croata.

Alcanzó pese a las tiranteces con Floro los 29 choques en Liga, todos ellos como titular menos uno, el de la última jornada en Tenerife. El cuadro blanco se volvió a dejar el campeonato doméstico en la jornada 38, al igual que el curso anterior, y Prosinecki disputó la segunda mitad tras entrar por Chendo en la búsqueda de una remontada de ante los isleños que ganaban por 2-0. Una semana más tarde, el equipo se rehizo en parte levantando la Copa del Rey contra el Zaragoza sin que el centrocampista rubio tuviese protagonismo en la final.

Una sucesión de problemas musculares, roturas y una operación a principios del año 1992 le impidieron saltar al césped ante la desesperación del cuerpo técnico, los médicos y los aficionados.

Su último curso fue en 1993-1994, un año muy convulso en la casa blanca. Fue titular con Floro aunque en posiciones muy retrasadas y el equipo no acabó de funcionar en ningún momento. Salieron rumores y comentarios sobre su vida nocturna, lo que -sumado a su mal estado físico y varios problemas musculares que no recuperó como le ordenaron los médicos- provocaron que la afición le pusiera la cruz. Jugó 23 partidos en Liga y consiguió seis goles, viviendo su mejor momento con la llegada de Vicente del Bosque al banquillo. El salmantino le ubicó en la mediapunta y se salió en un partido contra el Valencia en el Bernabéu, donde marcó una diana y probablemente realizó su mejor actuación como blanco. Pero ya era tarde, Prosinecki no era feliz, Mendoza le había criticado en público y su etapa como madridista se acababa. En el verano del 94 anunció que quería marcharse, y el Real Madrid lo cedió al Real Oviedo.

En el cuadro carbayón que entrenaba su amigo Antic disfrutó de la oportunidad de jugar habitualmente en su puesto y sin presión, llegando a actuar 30 partidos de Liga y anotando cinco goles. Eso motivó que no quisiese cumplir su quinto año de contrato con el Real Madrid y obtuviese la carta de libertad pese a que los blancos habían llegado a un acuerdo para su traspaso con el Atlético de Madrid. Sin embargo, el Barça se metió por medio y ofreciendo un gran salario al croata logró su incorporación de manera gratuita en el verano de 1995.

En la Ciudad Condal le pasó lo mismo que en Madrid y la sucesión de lesiones musculares le impidieron actuar con regularidad. Cruyff dejó de confiar en él, y Bobby Robson en el curso siguiente únicamente le alineó en choques amistosos. A finales de 1996 el Sevilla realizó una oferta de casi 200 millones por su fichaje y emprendió rumbo a la ciudad hispalense. En el equipo de Nervión jugó toda la segunda vuelta y logró cuatro goles, insuficientes para que el Sevilla mantuviese la categoría.

En el verano de 1997 regresó a su país para firmar con el Croacia Zagreb en el que cuajó varias campañas a gran nivel. Levantó tres Ligas consecutivas, y además en 1998 también conquistó la Copa y la Supercopa para un triplete extraordinario. Unos problemas con la directiva le obligaron a dejar la entidad en el año 2000 para enrolarse de manera gratuita y durante cuatro encuentros en el Hrvatski Dragovoljac. Después viviría cortas aventuras en el Standard de Lieja, el Portsmouth y el Olimpia de Ljubljana para despedirse del fútbol en activo tras la campaña 2003-2004 en el NK Zagreb.

En su carrera internacional primero lo fue con la extinta Yugoslavia y posteriormente con Croacia. Con los plavi jugó 15 partidos y marcó cuatro goles, aunque ya venía triunfando en categorías inferiores donde fue campeón del mundo juvenil en 1967 en Chile, en un torneo en el que fue designado mejor jugador del campeonato. Su estreno con los mayores fue el 23 de agosto de 1989 en un amistoso contra Finlandia que finalizó empate a dos. Apenas un año más tarde fue convocado para el Mundial de Italia en el que Osim contó con su presencia en los choques ante Alemania Federal, Colombia y Emiratos Árabes Unidos (marcó un tanto). Yugoslavia cayó por penaltis frente a Argentina en cuartos y el equipo nacional no volvió a jugar un torneo de selecciones de alto nivel pese a clasificarse para la Eurocopa de 1992.

Tras la Guerra de los Balcanes, Prosinecki comenzó a vestir los colores de su país de nacimiento, Croacia. Disputó un total de 49 choques con 10 dianas en su haber, y asistió a la Eurocopa de Inglaterra y a los Mundiales de Francia y Corea del Sur y Japón. Su debut con Croacia fue en un amistoso frente a España en Valencia donde ganaron por 0-2, y él marcó el primer tanto del duelo tras batir a Zubizarreta. En la Euro del 96 fue fijo para Blazevic en la fase de grupos pero luego no tuvo minutos en cuartos, ronda en la que Alemania les firmó el billete a casa.

Dos años más tarde, Croacia sorprendió al mundo con su mejor clasificación en un Mundial. Además de Prosinecki, el cuadro arlequinado reunió una gran cantidad de talento sobre el césped con Suker, Boban, Jarni, Vlaovic, Bilic o Soldo. El centrocampista rubio fue importante en la liguilla donde derrotaron a Jamaica y Japón y perdieron con Argentina, pero desapareció en octavos y cuartos. Blazevic apenas le sacó en el descuento contra Francia en semifinales cuando cayeron por 2-1, y es una de las mayores espinas clavadas de la carrera del de Schwenningen. Sí jugó el tercer y cuarto puesto donde además marcó un gol contra Países Bajos, el cual sirvió a Croacia para vencer el partido de consolación.

Sus desavenencias con Blazevic le hicieron renunciar a la selección tras el Mundial, aunque retornó en el verano del 2000 tras entrar Mirko Jozic en la parcela técnica. Su último partido con la elástica de su país fue en el Mundial de 2002 contra México en un duelo que ganaron los aztecas por la mínima. Tenía 33 años, y dejaba un récord que aún sigue vigente al ser el único futbolista en anotar goles en un Mundial con dos selecciones diferentes.

Tras colgar las botas empezó su trayectoria en 2006 como técnico siendo asistente de su amigo y excompañero Bilic en la selección croata. Así estuvo cuatro años hasta que inició su labor en solitario en las filas del Estrella Roja. Se convirtió en el primer entrenador croata dirigiendo a un club serbio, y pese a levantar la Copa en 2012 su papel no fue el esperado. Dimitió en 2012 y se marchó a entrenar a Turquía al Kayserispor. Su primer año fue magnífico, pero en el segundo las cosas se torcieron y volvió a presentar su dimisión. Su última aventura ha sido como seleccionador de Azerbaiyán donde, después de no conseguir la clasificación para la Euro de 2016 y el Mundial de Rusia, fue cesado. Hace apenas unos días se ha confirmado que volverá a sentarse en los banquillos para dirigir a la selección de Bosnia que lideran Dzeko y Pjanic.

 

Hoy cumple años Chendo, el gran Miguel Porlán Noguera, uno de los mejores laterales derechos de la historia del Real Madrid. 56 años, de los cuales lleva nada más y nada menos que 42 (CUARENTA Y DOS) seguidos en el Club. Vino con 14 años desde su Totana (provincia de Murcia) natal a los juveniles del Madrid, y desde entonces no ha trabajado en ningún otro club ni en otra empresa.

4 años en los juveniles, 2 temporadas en el Castilla (entre otros partidos jugó la mítica eliminatoria de Recopa contra el West Ham londinense en 1980) y 16 temporadas en el primer equipo del Real Madrid.

Con esas 16 temporadas (1982-1998), Chendo se sitúa como 5º jugador con trayectoria más larga, tras las 18 de Paco Gento, el guardameta Miguel Ángel y Manolo Sanchís, y las 17 de Santillana. 16 también jugaron leyendas como Pirri, Raúl y Casillas. Casi 500 partidos (en concreto 497) con la camiseta del primer equipo (amén de unos 40 con el Castilla) e infinidad de títulos (18) entre los cuales las 5 ligas consecutivas en la era Mendoza (86-90) y otras dos más (95 y 97), 2 Copas del Rey, 2 Copas de la UEFA, Supercopas…Y una Copa de Europa también, que no se nos olvide que Chendo formaba parte de la plantilla que ganó la Séptima en Amsterdam, aunque por aquél entonces Jupp Heynckes no lo utilizó en demasía, prefiriendo alinear a Christian Panucci e incluso en ocasiones a Jaime Sánchez, que no era propiamente un especialista en el lateral. Pero Chendo no se quejó, pese a que el alemán no se portó nada bien aquella temporada con él, y pese a que era el primer capitán oficial de la plantilla desde que recogió el testigo en 1990 del meta Agustín (8 años de capitán también en su ilustre palmarés).

De hecho, este es uno de los rasgos característicos de Chendo en toda su carrera, el darlo siempre todo como gran profesional que es, y levantar muy poco la voz (al menos en público) en todas las circunstancias. Eficacia sin estridencias, habiendo “secado” literalmente a primeras figuras como Stoichkov, Overmars o Futre. En letras de oro están sellados los dos marcajes que hizo al mejor Maradona (en 1987) en una eliminatoria contra el Napoli en Copa de Europa.

Cuando se habla de la Quinta del Buitre pocas veces se menciona que su 6º componente fue claramente Miguel Porlán. Lo que ocurre es que cuando Julio César Iglesias escribió su célebre artículo en El País, Chendo ya formaba parte de la primera plantilla desde año y pico antes. Y que los 5 de la Quinta eran jugadores quizás más creativos en su forma de jugar. De ahí la injusticia que entraña el no mencionar a Miguel como uno de los indiscutibles artífices de esa época dorada que supuso aquel equipo que mezclaba el fútbol total y el jogo bonito mucho antes de que algunos inventasen el mal llamado (y muy sobrevalorado) tiquitaca. Y Chendo siempre estuvo allí, de titular indiscutible, un auténtico valladar en defensa que formaba junto a Míchel González un ala derecha absolutamente prodigiosa.

No hay que olvidar tampoco los 26 entorchados de Chendo con la Selección Española y su activa participación en los Mundiales de 1986 y de 1990, bajo los mandos de Miguel Muñoz y de Luis Suárez, en momentos donde debía de competir con el colchonero Tomás Reñones o el culé López Rekarte.

Tras su retirada como jugador en 1998, tras levantar la Copa de Europa más deseada por el madridismo, Chendo se incorporó a las tareas de Delegado del Primer Equipo del Real Madrid. 19 años seguidos lleva.

La temporada actual es su vigésima consecutiva. Ha trabajado en ese puesto bajo los mandatos de Lorenzo Sanz, Florentino Pérez (en sus dos etapas) y Ramón Calderón. Ha compartido banquillo con Hiddink, Toshack, Del Bosque, Queiroz, Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro, Capello, Schuster, Juande Ramos, Pellegrini, Mourinho, Ancelotti, Benítez y Zidane.

16 técnicos del primer equipo han pasado en esos 19 años y en el banquillo, en cada partido de cualquiera de las competiciones, el único que ha permanecido siempre ha sido Miguel Porlán, contra viento y marea, haciendo siempre gala de su profesionalidad y de su madridismo. “El incombustible” le apodan. En el famoso caso Cheryshev, tras el partido de Copa del Rey en el Ramón de Carranza de Cádiz, algunos iluminados de poca monta quisieron buscar en Chendo el chivo expiatorio adecuado para hacerle cargar con todos los males del universo. Chendo, como en los tiempos de Heynckes, permaneció siempre en silencio. No entró en provocaciones. Sabía que no había cometido ningún error. Meses después, tras la consecución de la Undécima en Milán, el Real Madrid le renovó por otros 4 años más en su cargo (hasta 2020), mostrando fehacientemente que siempre ha confiado en su impoluto trabajo y demostrando plena confianza en él.

No recuerdo muchos casos como el de Chendo, 42 años seguidos en el Madrid, siempre en el frente  aunque en un discreto segundo plano como Delegado de Equipo. Quizás esté siguiendo el ejemplo de otro ilustre murciano (en este caso adoptado en Mazarrón), el gran Agustín Herrerín, casi 50 años al servicio del Club y Delegado de Campo en los últimos 20. Y, por si fuese poca la relación, miembro ilustre de la peña “La Décima” de … Totana! Qué tendrá esa buena tierra murciana, qué carácter debe imprimir, qué reaños hace crecer en sus nativos y en sus visitantes para haber dado al Madrid leyendas como Camacho, Herrerín o nuestro querido Chendo.

¡¡¡Muchas Felicidades, Capitán!!!!

Hoy 12 de octubre cumple años Miguel Porlan ‘Chendo’, jugador del Real Madrid durante 15 temporadas y actual delegado del primer equipo.

Nacido en Totana (Murcia) el 12 de octubre de 1961, se desempeñaba como lateral diestro. No era un prodigio técnico pero sí un especialista defensivo gracias a su valentía, su persistencia, su eficiencia en la marca, su potencia y su labor industrial dentro del terreno de juego. Además doblaba bien por banda aunque en muchas oportunidades decidía no subir para mantener su posición en la zaga. Sus compañeros le conocían como ‘El Quistes’ por su mal remate con la testa.

Empezó a jugar en su localidad natal y con ficha falsa en el Totana juvenil al no cumplir aún con la edad. Fue allí donde se fijó el Real Madrid en sus cualidades y le firmó para el Juvenil B. En la cantera merengue fue creciendo siempre con el visto bueno de Miguel Malbo, el gran artífice de que muchos jugadores llegasen al primer equipo. Con el inicio de la década de los 80 subió al Castilla y en 1982 debutó con los mayores en una jornada de huelga de los profesionales auspiciada por la AFE. El equipo dirigido por Molowny se enfrentó en Castalia al Castellón, donde vencieron por 1-2, saltando Chendo al césped en el minuto 88 sustituyendo a Michel.

Su salto definitivo a la primera plantilla se produjo en la 83-84, aunque en el curso anterior Di Stéfano ya echó mano de su presencia frente al Valencia, con cuarenta y tres minutos disputados, y contra el Atlético en el Calderón, donde actuó dos minutos. En su primera campaña se hizo con el puesto de lateral titular en un año en el que también debutaron, procedentes de la cantera Butragueño, Martín Vázquez o Pardeza. Sin embargo, y tras una dura pugna con el Athletic en Liga, se quedó en segunda posición.

su salto definitivo a la primera plantilla se produjo en la 83-84

Desde ese momento Chendo no abandonaría su condición de indiscutible durante ocho largas y exitosas temporadas. Pasaron por el banquillo Amancio, Molowny, Leo Beenhaker, John Benjamin Toshack, Di Stéfano de nuevo o Antic, y todos le dieron los galones en el lateral. En 1985, además, comenzaría una etapa fabulosa en cuanto a títulos con el primero de ellos, la Copa de la UEFA. Se venció en la final por un global de 1-3 al Videoton magiar y Chendo jugó ambos partidos. Ese curso también se levantó al final de la campaña la Copa de la Liga ante el Atleti.

Un año más tarde se revalidó la UEFA contra el Colonia alemán y se cosechó la primera de las cinco Ligas que conquistó ‘La Quinta del Buitre’ con la ayuda de los Buyo, Gordillo, Hugo Sánchez y también Chendo. En la temporada 1988-1989, además, se logró el doblete al ganar la Copa contra el Real Valladolid, pero en la Copa de Europa el ogro del Milan de Sacchi apeó a los blancos en semifinales. Fue precisamente en esta competición donde Chendo hizo su mejor partido con la zamarra merengue. Es muy recordada su actuación contra el Nápoles de Maradona secando al 10 en una tarde con las gradas vacías del Santiago Bernabéu en septiembre de 1987.

Con el fin de la época dorada de ‘La Quinta’, el Real Madrid tuvo un inicio duro en los 90. Las dos Ligas perdidas en Tenerife pesaron mucho y solo se alzó una Copa del Rey en 1993 ante el Real Zaragoza. Aquel duelo sí lo disputó Chendo como titular pese a que Benito Floro durante toda la campaña prefirió a Nando en el lateral diestro. Un par de temporadas después, con Valdano al timón del barco madridista, se firmó a Quique Sánchez Flores, que dejó en el banquillo en muchos encuentros al de Totana. Esa temporada de 1994-1995 se reconquistó la Liga por delante del Depor tras varios años de hegemonía blaugrana con Cruyff como gran artífice.

La llegada de Fabio Capello en 1996 y el fracaso de Secretario permitieron a Chendo jugar buena parte de la primera vuelta de una Liga que se ganó ante el Barça de Ronaldo. En el mercado de enero se firmó a Panucci y Chendo fue relegado a un segundo plano, pero su profesionalidad y buen hacer fue siempre reconocido por el técnico italiano. El murciano contaba entonces con 35 años y aún disputaría otra temporada como blanco, la de 1997-1998, en la que alzó el único trofeo que le faltaba, la Copa de Europa. Jupp Heynckes apenas contó con él en siete encuentros, el choque de la Supercopa en el Camp Nou contra el F.C. Barcelona, cuatro duelos de Liga, uno de Copa ante el Alavés y uno de la fase de grupos de la Champions contra el Rosenborg noruego. Pero ello le posibilitó retirarse tras 497 partidos, tres tantos en su haber y un palmarés privilegiado con siete Ligas, dos Copas, una Copa de Europa, dos Copas de la UEFA, cinco Supercopas de España y una Copa de la Liga.

Con la selección española fue internacional en 26 ocasiones, casi todas ellas mientras Miguel Muñoz era el seleccionador. Debutó en enero de 1986 contra la URSS en Las Palmas y pocos meses después entró en la convocatoria para el Mundial de México. El rojiblanco Tomás era el dueño de la banda, pero Chendo disputó el partido clave en cuartos contra Bélgica debido a las bajas. El cuadro hispano empató a poco del final, pero en la tanda de penaltis un fallo de Eloy mandó a casa a los pupilos de Muñoz.

chendo fue internacional en 26 ocasiones

Después del Mundial ya fue clave en la fase de clasificación para la Euro de 1988 actuando en cinco choques contra Albania, Rumania o Austria. Sin embargo, una lesión le apartó de la convocatoria para el torneo pese a que Miguel Muñoz le esperó hasta el final. A continuación entró Luis Suárez como director del conjunto español y continuó contando con Chendo. De esta forma el lateral llegó como titular al Mundial de Italia, en el que jugó los tres partidos de la liguilla ante Uruguay, Corea del Sur y Bélgica y el horrible encuentro contra Yugoslavia que fue el epílogo de España. Ese duelo ante los ‘plavi’ en Verona fue el último del de Totana en la selección, puesto que Vicente Miera y Javier Clemente prefirieron a otros jugadores en su posición.

Tras colgar las botas reemplazó a Ignacio Zoco como delegado del primer equipo, puesto en el que aún permanece en activo.

Salvo que tengas más de 70 años y acudieras asiduamente al campo de Chamartín, no tendrás un recuerdo nítido del primer 5-0 liguero que el Madrid le endosó al F.C. Barcelona. Fue el 25 de octubre de 1953, Di Stéfano acababa de aterrizar en el fútbol español y desde apenas unos días antes ya era a todos los efectos jugador blanco después del affaire por su traspaso entre las dos entidades. Era el quinto partido de Liga de la ‘Saeta Rubia’ y el día en el que demostró a la parroquia blanca de lo que era capaz sobre un terreno de juego. Enfrente estaba el cuadro culé de las ‘Cinco Copas’, un equipo magnífico que venía de lograr dos dobletes nacionales en las dos temporadas anteriores.

Sin embargo con el fichaje de Don Alfredo las tornas cambiarían y el Madrid, que no conquistaba una Liga desde antes de la Guerra Civil, volvería a la senda de los títulos. Fundamental fue aquel Clásico, puesto que el conjunto capitalino ya no soltaría el liderato en todo el Campeonato Nacional. En la primera parte los merengues fueron un vendaval de fútbol y ocasiones, y consiguieron cuatro tantos, uno de Di Stéfano tras asistencia de Atienza, dos de Roque Olsen y otro de Luis Molowny. En la segunda mitad y a cinco minutos de la conclusión la ‘Saeta’ firmaría la manita. Por fortuna el NO-DO pudo dejar huella de lo acaecido y aún hoy en día disfrutamos de las imágenes del partido. De aquel choque y de ambas formaciones titulares únicamente queda con vida el arquero Pazos, aunque en la plantilla madridista ya estaba Gento y además Pérez Payá fue muy utilizado por el técnico charrúa Enrique Fernández.

Por otro lado, los nacidos a partir de 1950 y hasta finales de los años 80 recordarán siempre la manita obtenida ante los culés una fría noche del 7 de enero de 1995. El duelo fue retransmitido por Telemadrid, que entonces tenía los derechos de la competición liguera, y el encargado de poner voz a los cinco tantos era el mítico narrador de la cadena madrileña José María del Toro.

El ‘Dream Team’ de Cruyff penaba por los campos y el Madrid, dirigido por el dúo argentino formado por Valdano y Cappa (hoy en día comentaristas deportivos), llevaba una temporada fabulosa. Habían llegado Redondo del Tenerife, Quique Sánchez Flores del Valencia, Amavisca del Real Valladolid y Michael Laudrup, precisamente del Barça, del que salió mal y enfrentado con el entrenador neerlandés.

Cinco puntos sacaban de ventaja los blancos a unos blaugranas que ocupaban el cuarto lugar con unas sensaciones horribles. Además y como casi siempre que visitaba el Bernabéu a Cruyff le daba un ataque de entrenador y cambiaba la táctica o sus decisiones técnicas eran indescifrables. Esta vez le tocó a Romario, que fue suplente tras unas declaraciones en las que señalaba el deseo de volver a su país. También puso a Bakero en lugar de Nadal para marcar a Laudrup y fue titular el joven Eskurza.

Por su parte Valdano confió en su once tipo con el joven prodigio Raúl, haciéndose ya un hueco en las alineaciones, y Milla formando en el mediocampo al estar Redondo lesionado. Desde el inicio se vio a un Real Madrid con un ritmo y una presión altísima. Con sangre en los ojos querían devolver el 5-0 sufrido meses atrás en el Camp Nou y Zamorano cimentó las esperanzas con un sensacional hat-trick en 40 minutos. Justo antes del descanso Stoichkov decidió que él no quería sufrir más sobre el césped y se borró de la contienda al realizar una entrada cobarde sobre Quique Sánchez Flores que le costó la roja.

En el descanso, en el vestuario local solo se hablaba de una cosa: “Hay que meterles cinco”. A los 68 minutos Martín Vázquez que había entrado por Raúl desborda por la banda derecha y mete un centro milimétrico que Zamorano envía al palo, sin embargo el rechace le cae a Luis Enrique que fusila a puerta vacía. El asturiano celebra con una rabia inusitada el gol sin saber que pocos meses después sus colores y su camiseta cambiarían de signo para siempre. Restaban veinte minutos todavía y un gol por anotar. Pero los blancos no permitieron respirar a un Barcelona ‘groggy’ y sobrepasado por el extraordinario ambiente que se respiraba en el Bernabéu con 110.000 personas en las gradas. Apenas pasaron unos segundos del saque de centro cuando los merengues robaron el balón en las cercanías del área culé, Zamorano cogió el esférico y asistió a Amavisca para que empujase el balón a las mallas y entrase de esta forma en la historia de los Clásicos.

El sueño se había cumplido y el resto del encuentro fue dominado con suma facilidad por los madridistas hasta el pitido del trencilla Santamaría Uzqueda. La campaña electoral que se empezaba a calentar con Ramón Mendoza, Florentino Pérez, Santiago Gómez Pintado o Juanito Navarro como candidaturas más importantes fue aparcada varios días para gozar de una victoria majestuosa e histórica. Cinco meses más tarde se cantó el alirón contra el Deportivo de la Coruña y el equipo merengue recuperó el cetro de la competición doméstica después de cuatro años de sinsabores.

En el verano de 1985 el nuevo presidente blanco Ramón Mendoza fichó a la que se denominaría ‘Quinta de los Machos’. Estaba integrada por tres jugadores: el delantero mexicano Hugo Sánchez, el defensa valenciano Antonio Maceda y un jugador zurdo que jugaba con las medias caídas. Su nombre: Rafa Gordillo. La incorporación del trío fue aplaudida y vitoreada por el público blanco que el día de la presentación del plantel en el mes de julio acudió en masa al Bernabéu hasta ocupar 50.000 localidades.

Nacido el 24 de febrero de 1957 en Almendralejo, al estar su padre desarrollando su carrera futbolística allí, se trasladó con su familia a los pocos meses a Sevilla. Gordillo podía jugar tanto de lateral izquierdo como de centrocampista por la banda siniestra y entre sus virtudes sobresalían la velocidad, una fina zancada, la técnica, el desborde, una elasticidad extraordinaria de su tobillo izquierdo y una calidad maravillosa en el pase y los centros pegado a la cal.

La vida deportiva del extremeño, además de al Real Madrid, siempre estuvo ligada al Real Betis. En el cuadro verdiblanco entró en categoría juvenil y poco a poco fue subiendo peldaños hasta llegar a la primera plantilla y ser uno de sus principales figuras a principios de los 80. La oportunidad de dar el salto al conjunto madridista le llegó con 28 años, “un sueño que se le estaba yendo pero que por fortuna se hizo realidad” en palabras del extremeño el día de su presentación.

Apuesta personal de Mendoza, que pagó 150 millones de pesetas por su traspaso, se hizo con un hueco en el once de Luis Molowny nada más aterrizar. Debutó de forma oficial en la primera jornada de Liga y el destino quiso que fuese en el Villamarín. El Madrid visitó al Betis en un choque que terminó en tablas y con división de opiniones en la grada bética. Ese curso de 1985-1986 los merengues conquistaron la Liga y además revalidaron la Copa de la UEFA.

En la competición europea Gordillo marcó en la ida de dieciseisavos ante el Chernomorets y también en octavos contra el Gladbach en una noche de pesadilla donde se cayó 5-1 y se fue expulsado. Se perdió la gran remontada en el Bernabéu y reapareció en Milán con una derrota de 3-1 ante el Inter. En la vuelta de nuevo el coliseo blanco vivió un partido heroico y los pupilos de Molowny doblegaron a los ‘nerazurri’ por 5-1. Ese duelo fue probablemente el mejor encuentro de Gordillo como blanco. Hizo de cabeza el segundo y todo el duelo fue un tormento para Bergomi que no pudo pararle. Quince días más tarde volvió a anotar con la testa en la ida de la final ante el Colonia que finalizó con un apabullante triunfo por 5-1.

Un año más tarde, pese a la firma de Leo Beenhaker como técnico, continuó siendo parte importante del engranaje blanco. Siempre rendía, jugase de lateral o de centrocampista por la izquierda. Eternamente agradecidos le estuvieron delanteros como Butragueño, Hugo o Valdano a los que sirvió deliciosas asistencias desde la izquierda con sus roscas milimétricas. En una campaña muy larga, tras la inclusión de los play-off en la competición doméstica, el Real Madrid demostró ser el equipo más fuerte. Dominó la fase regular y también la postemporada para superar en la tabla al F.C. Barcelona. Gordillo disputó 36 encuentros y logró un doblete en la visita del Mallorca al estadio capitalino.

La tercera Liga de su palmarés tuvo lugar en el curso 1987-1988. Un año en el que se desplegó un fútbol espectacular, con salida desde atrás limpia del esférico y un juego por banda fantástico en el que Gordillo y Michel destacaron de manera fabulosa. El almendralejense inició la competición con una racha goleadora como pocas en su vida. Consiguió goles en las cuatro primeras jornadas que ayudaron a los triunfos ante el Cádiz en el Carranza, el Real Zaragoza en la Romareda y el Osasuna y el Sporting en el Bernabéu. El alirón se produjo en la jornada 34 frente al Betis al que se ganó por 6-0 y dejó un sentimiento contradictorio a Gordillo, “alegría porque ganar una Liga siempre es importante, pero tristeza por la situación que pasaba el Betis”. Ese año estaba encaminado a ser memorable al ser favorito en la Copa de Europa. Sin embargo y después de dejar en la cuneta a Nápoles, Oporto o Bayern, un sorprendente PSV eliminó a los merengues tras empatar a uno en Madrid y a cero en los Países Bajos. El lateral tras caer comentó “que habían perdido ante el rival más flojo puesto que Nápoles, Oporto o Bayern eran muy superiores al PSV”.

En el curso 1988-1989 los blancos volvieron a obtener un doblete de Liga y Copa nueve años después del logrado en la temporada 1979-1980. Sin competencia en el puesto, Gordillo actuó en 34 partidos y fue vital en una recordada victoria contra el Barça en el Bernabéu. El choque iba a empate a dos cuando en el minuto 81 Paco Llorente puso el esférico en el segundo palo para que Gordillo enviara el balón a las mallas. Ese triunfo resultó básico para una Liga en la que de nuevo se batió a los culés y se logró el alirón en la jornada 36 contra el Español. Gordillo marcó el tercer tanto ante N’Kono en una tarde donde el protagonista fue Michel al marcharse del campo por los pitos recibidos desde la parroquia merengue.

Por su parte, en la Copa el Real Madrid eliminó de manera consecutiva a Elche, Sporting, Celta y Atlético de Madrid antes de plantarse en la final contra el Real Valladolid. El duelo celebrado en el Vicente Calderón trajo consigo uno de las dianas más importantes en la carrera del ‘Gordo’. Apenas se llevaban cinco minutos disputados cuando Gordillo recibió un balón dentro del área y tras picar el cuero con clase superó al yugoslavo Ravnic. El marcador no se movería más y el cuadro de Beenhaker se llevaría la contienda por la mínima para alzar el título copero.

El quinto entorchado liguero seguido de un ciclo glorioso del Real Madrid fue en la campaña 1989-1990. Beenhaker se había marchado y en su lugar se firmó al galés Toshack. El británico colocó a Gordillo como carrilero con toda la banda izquierda para él y el ‘Galgo del Polígono de San Pablo’ se adaptó a las mil maravillas. Seguía siendo un puñal por banda y fue protagonista con sus pases de gol en el récord de los 107 tantos de esa Liga. El club de Chamartín fue netamente superior a todos sus contrincantes y sumó nueve puntos más que el Valencia y once más que el F.C. Barcelona.

En sus dos últimos años como blanco su papel disminuyó considerablemente, aunque en la Liga disputó 12 y 10 partidos respectivamente tras un baile de entrenadores en la casa blanca el en que participaron John Benjamin Toshack, Alfredo Di Stéfano, Ramón Grosso, Radomir Antic o Leo Beenhaker en una segunda etapa.

En el verano de 1992, retornó al Betis que militaba en Segunda División y una temporada más tarde consiguió ascender con los andaluces a la máxima categoría. En Primera disputaría su último curso con 37 años antes de firmar por el Écija donde pondría punto final a su carrera en la división de plata en la campaña 1995-1996.

Con la selección española fue protagonista durante una década en la que vistió la camiseta roja en 75 ocasiones. Se estrenó de la mano de Kubala en 1978 al entrar por Benito en la segunda parte de un amistoso contra Noruega a la que se ganó por 3-0 en Gijón. Dos años más tarde acudió a su primera gran cita internacional, la Eurocopa de Italia. Siendo titular en toda la fase de grupos, España no sumó ninguna victoria y quedó apeada del torneo.

En 1982, ya con Santamaría como seleccionador, entró en la lista para el Mundial de España. Fundamental para el hispano-uruguayo jugó los cinco partidos pero la actuación del anfitrión fue decepcionante en todos los sentidos. Únicamente se venció y con problemas a Yugoslavia en la liguilla inicial para posteriormente caer contra Irlanda del Norte y Alemania y empatar con Inglaterra. Su debut goleador tuvo lugar en la fase de clasificación para la Euro de 1984. La selección hispana visitaba Malta y el electrónico marcaba tablas a dos hasta que Gordillo marcó a Bonello para colocar el 2-3 final. Siete meses después el extremeño fue uno de los baluartes españoles en la histórica victoria precisamente contra los malteses en Sevilla por 12-1, que dio el pase al torneo continental.

En el verano de 1984 disputó su segunda Eurocopa donde esta vez sí la actuación de España fue magnífica. Titular en la fase de grupos en la que se lograron empates frente a Rumania y Portugal y una victoria in extremis ante Alemania, también fue de la partida en la semi contra Dinamarca que se decidió desde los once metros. Pero una sanción en dicho choque le impidió disputar la final, al igual que le ocurrió a Maceda, y el cuadro español sucumbió contra la Francia de Platini por 2-0.

Su segundo Mundial llegó en 1986 en México, donde el protagonismo fue para su peroné. En el segundo partido del torneo se lo fracturó contra Irlanda del Norte y no pudo colaborar con el equipo que pese a su ausencia alcanzó los cuartos de final donde Bélgica les apartó de las semifinales en la tanda de penaltis. Un año más tarde el extremo fue noticia de nuevo en la selección por un esguince de tobillo que trajo una enorme tensión entre el jugador, el seleccionador Miguel Muñoz, la Federación Española de Fútbol y los servicios médicos del Real Madrid. Tras varias idas y venidas, y con José María García dentro de la polémica, se acabó perdiendo el encuentro que disputaron España y Albania en el Benito Villamarín.

El último torneo internacional al que acudió fue la Eurocopa de 1988. Era una época en la que fue elogiado por Gullit que le consideraba “el mejor jugador del viejo continente”. Gordillo salió de inicio en los tres partidos del grupo A, pero al caer contra Alemania en Munich finalizó el periplo de España en la Eurocopa y el suyo con el combinado nacional.

En su vida posterior al balompié ha sido presidente del Real Betis, delegado, presidente de la Fundación del Real Betis, ha formado parte de la secretaría técnica y fue jugador de la Liga Indoor con el cuadro verdiblanco. También regresó al Ecija para trabajar como director deportivo y asesor futbolístico del equipo andaluz.

El Real Madrid acumulaba dos campañas de sequía total de títulos hasta que en la temporada 1984-1985 volvió a colocar dos nuevos entorchados en la sala de trofeos de la entidad. Ese curso tomó las riendas del banquillo Amancio aunque no terminaría todo el año futbolístico siendo sustituido por el ‘apagafuegos’ Molowny. Además se incorporaría al equipo Jorge Valdano que integraría una formidable delantera junto a Butragueño y Santillana.

El ariete cántabro era el veterano y junto a él estaban una joven promesa de la cantera que llevaba diez meses en la primera plantilla y un futbolista argentino fichado del Real Zaragoza. El ‘Buitre’ empezaba ya a dar muestras de su fantasía, astucia, desborde en espacios reducidos, olfato de gol, sangre fría, inteligencia y una pausa en el área rival que desesperaba a los zagueros. Por su parte el sudamericano fue un jugador hábil, escurridizo, magnífico en la definición y con espacios y eficiente de cara al marco contrario.

En el Campeonato de Liga las cosas no funcionaron y el conjunto blanco centró sus esfuerzos en la competición continental, la Copa de la UEFA. El trío se estrenó en la vuelta de los dieciseisavos de final contra el Rijeka yugoslavo. En la ida se había caído por 3-1 y tocaba remontar. Butragueño no fue titular pero los goles llegaron cuando saltó al césped. Juanito marcó el primero y en dos minutos Santillana y luego Valdano culminaron el 3-0 con el que se accedió a octavos. Allí el Anderlecht doblegó con contundencia a los merengues en Bruselas y en la vuelta de nuevo debía realizarse una gesta. Y se logró. Los tres delanteros titulares en esta ocasión jugaron a un nivel excelso y colaboraron con cinco de los seis goles del Real Madrid. Butragueño hizo un ‘hat-trick’ y Valdano un doblete en el día que nació el miedo escénico del Bernabéu.

Por distintas circunstancias no volvieron a coincidir hasta la final pero en el partido de ida contra el Videoton húngaro resultaron decisivos otra vez. Santillana y Valdano anotaron una vez cada uno y con otro gol de Míchel sentenciaron el título europeo aquel año pese a caer en la vuelta en el coliseo merengue por la mínima. Para redondear la campaña se levantó la Copa de la Liga aunque en esta competición Molowny optó por dar minutos a algunos jugadores menos habituales y el tridente no concurrió a la vez en el terreno de juego.

Aquel verano de 1985 acababa de acceder a la presidencia Ramón Mendoza y entre sus fichajes hubo un mexicano del Atlético de Madrid de nombre Hugo Sánchez. El azteca junto a Butragueño formaría uno de los mejores dúos atacantes de la historia del fútbol español. En el siguiente lustro el Real Madrid conquistaría cinco Ligas, una Copa de la UEFA, una Copa del Rey y tres Supercopas de España y en buena parte se debió a estos dos prolíficos anotadores.

El azteca firmado del viejo rival de la ciudad tras un traspaso puente con la UNAM fue un ariete formidable. Un artillero rematador como pocos en la historia del balompié mundial. El área era su parcela natural y si el balón le llegaba la efectividad para introducir el balón en la portería era altísima. Era un futbolista zurdo y también descollaba en los tiros libres. Su compenetración con Butragueño fue extraordinaria y se entendían a las mil maravillas casi sin mirarse. Consiguieron más de 200 goles en esos años aunque la espina clavada que se les quedó para siempre fue no poder obtener la tan ansiada Copa de Europa.

La Liga regresó a Chamartín después de cinco temporadas y se logró arrollando a sus rivales. Hugo y Butragueño marcaron 32 de los 83 tantos del equipo y además el mexicano fue el ‘Pichichi’ de la competición. Dejaron grandes partidos para la hemeroteca como ante el Athletic con un doblete del azteca, el Sevilla con los dos tantos del canterano, un 5-1 a Las Palmas con ambos interviniendo en cuatro dianas o el 3-1 al Barcelona en casa que sentenció prácticamente la Liga. Pero su gran papel no se redujo al Campeonato Nacional sino que en la UEFA volvieron a deleitar con brillantes encuentros. Frente al AEK de Atenas ayudaron a pasar en la vuelta con dos goles pero fue el choque contra el Inter de Milán donde dieron lo mejor de si mismos. Después de perder 3-1 en el Giuseppe Meazza hacía falta otra remontada heroica y con un 5-1 en Madrid doblete de Hugo incluido se obtuvo. Días más tarde la final quedó encarrilada en el Bernabéu al ganar al Colonia por el mismo resultado que contra los ‘nerazzurri’ y excelente labor de los atacantes.

En los dos cursos posteriores con el neerlandés Beenhaker al mando de las operaciones llegaron otras dos Ligas. La dupla resultó incontenible para los rivales y Hugo aumentó su palmarés individual con otros dos premios de mejor artillero del torneo. Seis dianas al Betis en el Villamarín, tres al Mallorca, tres al Logroñés, cuatro al Cádiz en el Carranza, tres al Sevilla, tres al Sabadell u otros tres al Atleti en el Manzanares tuvieron como denominador común a los dos delanteros marcando y causando grandes dolores de cabeza a los defensas contrarios.

En la temporada 88-89 al título de Liga se añadieron esta vez el de la Copa del Rey y la Supercopa de España para obtener tres trofeos en el mismo curso desde 1957. La Supercopa se ganó al Barça por un global de 3-2 y con Hugo mojando en la ida en casa y Butragueño anotando un tanto clave en el Camp Nou. En la Liga se empezó al ralentí pero cuando se puso la velocidad de crucero el equipo fue inabordable. La gran pareja hispano-mexicana se lució en campos como Sarriá, La Condomina o La Romareda además de en el Bernabéu y los blancos aventajaron en cinco puntos al F.C. Barcelona. Por su parte en el torneo del KO fueron básicos a partir de las semis contra el Atlético de Madrid. En el Vicente Calderón se venció por 0-2 con una diana del ‘Buitre’ y en la vuelta otra diana del siete otorgó el pase a la final. Allí el Valladolid fue la víctima aunque el héroe esa tarde fue Gordillo al anotar después de una combinación entre el madrileño y el mexicano.

El último año victorioso de la ‘Quinta’ se produjo en la temporada 89-90. Había un nuevo inquilino en la parcela técnica, el galés Toshack, que llevó al plantel blanco a una Liga de récord con 107 goles marcados, 38 de ellos (todos al primer toque) de Hugo Sánchez que se volvió a llevar el Trofeo ‘Pichichi’. El azteca maravilló en choques como ante el Valencia, el Zaragoza, el Tenerife, el Barça, el Cádiz o Logroñés y Castellón (firmando sendos hat-trick) bien secundado por el siete que se unió a su fiesta goleadora. Los capitalinos sumaron 63 puntos y sacaron nueve a su más inmediato perseguidor el Valencia. El triunfo liguero permitió disputar la Supercopa de la campaña siguiente en lo que sería la despedida en forma de trofeo para el fenomenal dúo ofensivo madridista. Se dio un auténtico repaso al F.C. Barcelona al doblegarle en su feudo y avasallarle en el Bernabéu por 4-1 con dos goles de Hugo, uno del ‘Buitre’ y otro mítico de Aragón desde 40 metros.

A mediados de los 90 y tras cuatro años de ausencia la Liga regresó a Chamartín. Valdano que había dejado a los blancos sin dos Ligas en Tenerife le devolvió una como técnico merengue. Nadie pensaría en la pretemporada blanca que dos hombres vitales para esa conquista fueron los delanteros Ivan Zamorano y Raúl González. El primero no contaba para el entrenador argentino y el segundo empezó la campaña en el Real Madrid C. El chileno firmado del Sevilla en 1992 tenía en su remate de cabeza, su poderoso salto, su olfato de gol, su fuerza física y su gran coraje sus virtudes más destacables. Mientras que el segundo que se convertiría en leyenda de la entidad fue un futbolista excelso, no era sobresaliente en muchas cosas pero era un notable en todas. Listísimo, oportunista, ambicioso, indetectable dentro del área, un depredador del gol que sabía lo que había que hacer en cada parte del terreno de juego. Obstinado siempre en mejorar, fue un competidor nato.

La pareja no coincidiría sobre el césped hasta el debut de Raúl en aquella tarde célebre en La Romareda donde hizo todo bien menos marcar. Una semana más tarde sí lo logró en el derbi contra el Atleti en un choque en el que también anotó Zamorano en dos oportunidades para el definitivo 4-2. A partir de entonces el frente de ataque fue incuestionable para Valdano que vio cómo sus chicos le dieron la razón con triunfos ante el Valencia en Mestalla, el Real Oviedo o el Valladolid con un doblete del chileno. Comenzaba el año 1995 y el día 7 de enero visitaba el Bernabéu el campeón de Liga, el F.C. Barcelona. 90 minutos después quedó claro que había un cambio de ciclo en el fútbol español tras un legendario 5-0 con triplete de Zamorano y buena actuación de Raúl. Ese triunfo dio alas al equipo que puso la directa hacia el título. El de San Cristóbal de Los Ángeles se doctoró con goles contra el Celta, Sevilla o Zaragoza y el ariete sudamericano que fue ‘Pichichi’ con 28 dianas aseguró el alirón contra el Depor con un gol de volea ante Liaño a cinco minutos de la conclusión del duelo.

La conquista de la 7ª Copa de Europa permanecerá siempre en la memoria de los aficionados blancos por todo lo que supuso, mientras que muchos llevaban décadas esperando volver a contemplar al Madrid reinar en Europa, para otros significó ver por primera vez al equipo de sus amores levantando la ‘Orejona’. Y ese curso de 1997-1998 con el técnico Jupp Heynckes en el banco tuvo a tres hombres en la línea del ataque: Raúl que jugó tirado a la izquierda para dejar hueco al montenegrino Pedja Mijatovic y al ariete Fernando Morientes.

Mijatovic -traído con mucho ruido del Valencia por la cláusula de 1.426 millones de pesetas- fue un futbolista de gran calidad técnica, visión, velocidad, remate, buen dominio de las dos piernas y magnifico lanzador de faltas. Por su parte, el cacereño firmado del Zaragoza era un nueve de rachas, un delantero cuya mejor arma era el juego aéreo pero que también dominaba los dos pies, era un notable rematador, se movía con inteligencia, realizaba buenos desmarques y poseía lucha y fuerza.

En la Liga pronto el conjunto capitalino quedó descolgado pese a notables actuaciones de los delanteros en varios duelos como ante el Sporting con dianas de Raúl y Morientes, el Tenerife con otro tanto del extremeño y uno del balcánico, el Compostela en San Lázaro con doblete del nueve y un gol del número ocho o el Real Valladolid y el Real Mallorca en casa. La Copa tampoco trajo aspectos positivos después de una dura eliminación frente al Alavés y fue en la Champions League donde se centró toda la atención.

El trío apareció en el debut de la competición con una brillante victoria contra el Rosenborg y regresó en la vuelta de los cuartos de final. Esperaba un Bayer Leverkusen que se marchó del Bernabéu con tres tantos a la espalda, el segundo de ellos obra del ‘Moro’. El entrenador teutón volvió a confiar en ellos para la recordada ida de semis frente al Dortmund y no le decepcionaron. Los atacantes realizaron un estupendo partido y el Madrid ganó por 2-0 abriendo el camino del triunfo Morientes. Su gran confirmación para figurar entre las mejores vanguardias merengues llegó el 20 de mayo de 1998 en Amsterdam. El trío integró una alineación histórica y uno de ellos, Pedja Mijatovic, con su famoso gol batiendo a Peruzzi dio al club madrileño la más ansiada de sus Copas de Europa.

La salida de Mijatovic a la Fiore en 1999 reubicó de nuevo a Raúl a la posición de segundo punta para constituir un fenomenal tándem con Morientes que duraría tres campañas y llenaría aún más las vitrinas de la sala de trofeos. Dos Champions, una Liga y una Supercopa de España fueron el premio para una pareja que además también se hizo elemental en la selección española por lo bien que se entendían.

En otra campaña movida en el seno merengue, con cambio de entrenador incluido, la desconexión de Liga hizo que se apostara todo de nuevo a la competición fetiche de la entidad de Chamartín. Llegó Anelka, un delantero francés para competir con Morientes, pero su nula adaptación hizo que el cacereño continuase en su puesto o en todo caso y cuando entró Del Bosque como técnico jugasen los tres en determinados encuentros. La pareja Raúl-Morientes despegó tras un choque contra el Oporto en la liguilla de Champions en la que los locales vencieron por 3-1 con un tanto del ‘Moro’. A continuación también desarbolaron al Olympiakos y en la segunda fase le tocó el turno al Dinamo en Kiev con dos goles fundamentales suyos y al Rosenborg en el Bernabéu. El sorteo deparó a los merengues el formidable Manchester United en cuartos pero en Old Trafford en un partido memorable el Madrid venció por 2-3 en un encuentro antológico de Raúl que contó con su socio a su lado. En semifinales el técnico salmantino ya introdujo la variante de Anelka al lado de los dos españoles que se vengaron del Bayern Munich en la ida con un 2-0 magnífico que abrió el camino a la final. En ese duelo por el título el adversario fue un gran Valencia que no pudo detener el poderío atacante blanco que se llevó el choque y el título en París por 3-0, con goles de Morientes, McManaman y otro del eterno siete madridista.

Al año siguiente la consecución de la Liga fue muy importante tras cuatro años sin conseguirlo. Morientes tuvo problema con las lesiones y Guti sorprendió por su capacidad para adaptarse con éxito a la posición de nueve. Aun así, Raúl que acabó como ‘Pichichi’ con 24 goles y el ‘Moro’ coincidieron en muchos partidos y resultaron elementales su compenetración y su simbiosis en el césped para superar entre otros al Celta, el Oviedo, la Real con un doblete de Morientes y un gol de Raúl, el Real Zaragoza o el Numancia en casa y el Villarreal, el Espanyol, el Alavés o el Osasuna en un partido básico para el título lejos de la capital.

Su último curso exitoso fue el de 2001-2002 en el que cayó la 9ª Copa de Europa y la Supercopa de España para el Real Madrid. En la Supercopa se aliaron a la perfección para imponerse al Zaragoza con un encuentro de vuelta sensacional de Raúl que firmó un ‘hat-trick’ ante su público. Mientras que en la Champions su alianza se hizo esperar hasta la segunda liguilla de la competición. En esa fase cumplieron con nota ante el Sparta de Praga en la capital checa con dos goles de Morientes o en la victoria en Madrid contra el Panathinaikos. En cuartos salieron de inicio en otro duelo célebre ante el Bayern al que se remontó en el templo merengue y posteriormente formaron en la final en Glasgow contra otro equipo teutón, el Bayer Leverkusen. Raúl y su pillería dieron la ventaja a los blancos y Lucio empató poco después. Justo antes del descanso Zidane anotó un gol de época y aunque Morientes tuvo varias oportunidades no logró superar a Butt. Aún así y con sufrimiento se ganó por 2-1 y otra ‘Orejona’ reservó su plaza en la sala de trofeos.

En verano Florentino Pérez fichó el último día de mercado a Ronaldo Nazario que venía de ganar el Mundial con Brasil. El aterrizaje del brasileño desplazó a Morientes del once y Raúl encontró a un nuevo colega en el ataque. Ambos convivieron cuatro años y medio juntos pero la mejor etapa duró un curso y medio en el que ampliaron su palmarés con una Liga, una Intercontinental y una Supercopa de España.

Las lesiones hicieron mella en Ronaldo pero aún tenía una arrancada imparable. A eso había que sumar su calidad técnica, su remate con la derecha y la izquierda, su habilidad innata, su fría y eficaz definición y un majestuoso uno contra uno ante los porteros rivales. Raúl entendió perfectamente el estilo de juego del carioca y con sus asistencias y pases al hueco le dio la oportunidad de marcar numerosos tantos. Concretamente en la Liga 2002-2003 sumaron entre los dos 39 dianas de las 86 que alcanzó el plantel. Sus primeros grandes triunfos fueron ante el Sevilla y una semana después en Mallorca con doblete de los dos. Luego el Valencia en un partido fantástico en el Bernabéu, el Celta en Balaídos, el Real Betis o el Alavés con un triplete de Ronnie fueron sus siguientes víctimas. En la recta final del Campeonato brillaron también contra el Depor o el Valencia en Mestalla con dos dianas del brasileño hasta que llegó el derbi. En el Calderón aplastaron a los colchoneros por 0-4 con sendos dobletes y el Madrid alcanzó la cima de la clasificación. Una semana después se cantó el alirón con otros dos goles de Ronaldo y uno de Roberto Carlos y se logró la 29ª Liga.

Además se obtuvo la Intercontinental contra el Olimpia donde uno de los goles lo anotó Ronaldo y a comienzos de la campaña 2003-2004 en la que el carioca fue mejor artillero del Campeonato Nacional con 24 dianas, se doblegó al Mallorca en la Supercopa merced a una gran actuación de la pareja que fueron los autores de dos de los tres goles del equipo. En sus siguientes años en los que concurrieron de forma habitual en las alineaciones no se alzó ningún título más pero si dejaron actuaciones excelentes y muy recordadas como ante el Valladolid al que Raúl le hizo tres tantos en un 7-2, un derbi frente al Atleti en el que marcaron ambos (Ronaldo a los 20 segundos), la victoria en el Camp Nou tras 20 años sin conseguirse, otro partido ante los colchoneros que finalizó 0-3 en el Manzanares, un 4-2 en el Bernabéu contra el Barça con los dos anotando o choques europeos en los que el Olympique de Marsella, la Roma o la Juventus hincaron la rodilla en Madrid.

Raúl finalizó su famosa lista de camaradas en el ataque blanco con el neerlandés Ruud Van Nistelrooy. Después de la ‘era galáctica’ el antiguo artillero del Manchester United se enroló en las filas madridistas tras abonar el club de Concha Espina 15m€ por su traspaso. Castigado por una grave lesión de rodilla Van Nistelrooy aún guardaba características fantásticas como su esplendorosa capacidad de rematar, su instinto de ‘killer’, su inteligencia, su colocación y su manejo exquisito de ambas piernas.

Con ellos se ganaron dos Ligas, una que parecía imposible con Capello al frente y un año después con el teutón Schuster a la cabeza del vestuario blanco. La primera gran noche de estos dos delanteros gigantescos fue en el Bernabéu contra el F.C. Barcelona, un día en el que el Real Madrid impuso su ley en casa por 2-0 con sendos goles del español y el neerlandés. Poco después el ‘orange’ le hizo cuatro a Osasuna y un gol del eterno siete les dio el triunfo contra el Valencia en Mestalla. La diferencia con el Barça fue menguando y en ello fue protagonista Van Nistelrooy con sobresalientes actuaciones ante los che o el Sevilla en el Bernabéu y el Athletic y el Real Zaragoza en San Mamés y La Romareda respectivamente. En el mítico alirón contra el Mallorca fueron los titulares del once aunque una inoportuna lesión dejó al de Oss fuera de concurso a la media hora. Eso sí, acabó siendo el ‘Pichichi’ esa campaña con 25 goles.

En el curso venidero Schuster basó su sistema de ataque en esta gran pareja que sumó 34 dianas entre los dos. El Villarreal fue el primer equipo de la temporada en ser vacunado con un 0-5 en El Madrigal donde mojaron ambos. El Depor en el estadio de La Castellana o el Valencia también sucumbieron a su poder anotador en apenas dos semanas donde Van Nistelrooy firmó tres goles y Raúl dos. Fuera de casa fueron especialmente efectivos en los triunfos contra el Athletic, el Levante o el Atlético de Madrid antes de que una sinovitis le obligase a pasar por el quirófano y le apartase dos meses de los terrenos de juego. Volvió con la Liga en el bolsillo aunque pudo finalizar el año futbolístico marcando en Zaragoza y un doblete frente al Levante en el Bernabéu.

La última fabulosa delantera se formó en 2013 y aún sigue dando noches de gloria a los aficionados blancos. Está formada por Cristiano Ronaldo, máximo goleador histórico, Karim Benzema y el galés Gareth Bale. El tridente conocido como la BBC es uno de los ejes ofensivos más demoledores que existen y en sus ya cuatro campañas juntos han dejado numerosas víctimas a su paso y más de 325 tantos. Dos Copas de Europa contra el Atlético de Madrid, una Copa del Rey, dos Mundialitos y dos Supercopas de Europa son los títulos que han logrado en ese tiempo donde además han asaltado feudos como el Camp Nou, el Vicente Calderón, el Allianz Arena, el Ali Sami Yen, el Arena AufSchalke o el Arena de Lviv además de fantásticas victorias en Chamartín ante el Sevilla, el Athletic Club, el Liverpool, el Borussia Dortmund o Wolfsburgo y goleadas de otra época frente al Granada (anotaron ocho de los nueve goles), el Depor en Riazor o el Rayo Vallecano (firmaron nueve de los diez tantos).

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