Las mejores firmas madridistas del planeta

Mi Real Madrid favorito

El Real Madrid de Ricardo Zamora

 

A principios de la década de los 30 en España se acababa de proclamar la II República. Niceto Alcalá Zamora juró el cargo como Presidente en diciembre de 1931, puesto que ostentaría hasta 1936. En ese tiempo desfilaron como Presidentes del Gobierno, entre otros, Azaña, Lerroux o Samper Ibáñez. Además, Federico García Lorca publicó ‘Bodas de Sangre’ (1933) y Azorín estrenó la obra teatral ‘La Guerrilla’ (1936). En Europa, Adolf Hitler alcanzó la cancillería alemana en 1933 y Agatha Christie sacó a la luz uno de sus mayores best seller: ‘Asesinato en el Orient Express’ (1934). Al otro lado del Atlántico, John Ford ganaba el Oscar como mejor director por ‘El delator’ y Katharine Hepburn la estatuilla como mejor actriz por el film ‘Gloria de un día’ (1933). Además, en 1934, los archiconocidos atracadores Bonnie & Clyde fueron abatidos a tiros por la policía en una muerte trágica que les convirtió en leyenda.

En el plano deportivo destacó la celebración de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1932 con Babe Didrikson y Eddie Tolan como grandes figuras o los Juegos de invierno del mismo año en Lake Placid. En boxeo Max Schmeling, Primo Carnera o Max Baer se proclamaron campeones de los pesados, el Tour de Francia tenía como patrones a los locales André Leducq y Antonin Magne y en el tenis el británico Fred Perry comenzó a aglutinar torneos de Grand Slam.

Mientras, en el fútbol se consolidaba el profesionalismo dejando atrás el amateurismo y el Mundial llegaba a suelo europeo con la disputa del torneo en 1934 en Italia. La ‘azzurra’ con un gran plantel y técnico se llevó el título siempre con la sospecha de las presiones de Benito Mussolini en todos los ámbitos de la competición. También por entonces se jugaba la Copa Mitropa un antecedente de la Copa de Europa en la que concurrían equipos austriacos, húngaros, checoslovacos, italianos o yugoslavos.

Y en España surgió el primer gran Madrid de la historia dos décadas antes del aterrizaje de don Alfredo Di Stéfano en la capital de España. El cuadro blanco a principios de los 30 formó un equipo glorioso, extraordinario y mítico. El origen de todo fue el fichaje por los merengues de Ricardo Zamora, el primer gran emblema del fútbol español que además fue una estrella mediática.

El cuadro blanco a principios de los 30 formó un equipo glorioso, extraordinario y mítico.

La Liga española llevaba dos años en marcha y el F.C. Barcelona y el Athletic Club de Mister Pentland eran los rivales a batir. El club merengue vivía una época complicada en lo deportivo puesto que su último título de importancia había sido la Copa allá por 1917. Luis Usera accedió a la presidencia en 1930 e inició un proyecto muy ambicioso en el que figuraba Santiago Bernabéu como delegado de fútbol. Un plan en el que el Madrid debía dominar el fútbol español, en el que se harían grandes fichajes y enormes desembolsos por jugadores de talla nacional y mundial. Para ello le confió la labor a Pablo Hernández Coronado, uno de los primeros secretarios técnicos del fútbol español, un sabio innovador en términos futbolísticos y una persona muy importante e influyente en el balompié nacional.

Hernández Coronado

El primer boom llegó con la contratación de ‘El Divino’ Ricardo Zamora en agosto de 1930 tras un pago astronómico de alrededor de 150.000 pesetas. A partir del año siguiente Hernández Coronado se fijó en el mercado vasco para traer la prestigiosa zaga del Alavés formada por Ciriaco y Quincoces (en un pack por 65.000 pesetas que también incluyó al delantero Olivares) y al extraordinario interior Luis Regueiro del Real Unión. Los cuatro formarían la principal columna vertebral del equipo en aquel lustro tan exitoso de 1931 a 1936.

Otros futbolistas importantes que se incorporaron con el paso de las temporadas fueron el guipuzcoano Pedro Regueiro, hermano de Luis, los vizcaínos Emilín y Lecue o el catalán y exblaugrana Samitier. Todos ellos junto a algunos ya presentes en el plantel caso de Hilario, Leoncito, Lazcano o Eugenio completaron un equipo completísimo que acumuló en poco tiempo dos títulos de Liga y dos de Copa.

El primer boom llegó con la contratación de ‘El Divino’ Ricardo Zamora en agosto de 1930 tras un pago astronómico de alrededor de 150.000 pesetas.

En cuanto a la figura del técnico hay que destacar que los triunfos llegaron con diferentes inquilinos en el banquillo madrileño. El primero fue el húngaro Lippo Hertzka que llegó a principios de 1930 sustituyendo a José Quirante. Fue en su segunda temporada completa cuando sacó lo mejor del equipo para llevar al Madrid al primer título de Liga de su historia. Sin embargo la directiva le achacaba falta de trabajo y no continuó en el cargo. En el verano de 1932 para sustituirle se contrató al inglés Mr. Firth que logró el objetivo de revalidar el entorchado liguero. Un irregular inicio de curso 1933-1934 provocó su cese en la séptima jornada y en su lugar aterrizó Paco Bru, un antiguo jugador del Barcelona y exseleccionador español y de ‘La Blanquirroja’ peruana. Con el madrileño se levantarían las Copas de 1934 y 1936.

La etapa dominante del aquel Madrid en el balompié patrio se inició con la Liga del curso 1931-1932, momento que coincidió con la llegada de la II República en la que el club perdió la denominación de Real y la corona del escudo. El equipo se dibujaba con un sistema de 1-2-3-5 clásico en la época en el que Hertzka primó la solidez defensiva gracias al eje Zamora-Quincoces-Ciriaco. Sin embargo la media y el ataque no se consiguieron conjuntar con el éxito esperado pese a contar con Luis Regueiro, Hilario o Lazcano.

El equipo se dibujaba con un sistema de 1-2-3-5 clásico en la época en el que Hertzka primó la solidez defensiva gracias al eje Zamora-Quincoces-Ciriaco

El contrincante más fuerte fue el bicampeón liguero, el Athletic de Mister Pentland y de los Gorostiza, Iraragorri, Bata, Blasco o Muguerza. El debut liguero fue ante ellos y aunque se empató a uno se vio a los dos equipos más fuertes de la competición. En toda la primera vuelta se mantuvo la igualdad y en la jornada 10 los blancos visitaron San Mamés obteniendo un resultado de 3-3 pese a jugar buena parte del choque con nueve hombres. La pugna continuó hasta la jornada 15 en la que se escapó el equipo merengue que acabó cantando el alirón en Les Corts. Un 2-2 frente al Barça confirmó el título madridista y una gesta ya que se logró el Campeonato sin perder un encuentro.

En el proyecto de Mr. Firth de la campaña 1932-1933 si se vislumbró un cambio de estilo ya que se practicó un juego más vistoso sin perder la robustez defensiva. El centro del campo tenía más calidad y se asoció a la perfección con Samitier y sobre todo con Luis Regueiro, el verdadero motor ofensivo del equipo. De nuevo el Athletic se mostró como el adversario a batir pero en la novena jornada los blancos dieron un puñetazo encima de la mesa con una formidable victoria en San Mamés por 0-2. El Español y el Barcelona también sucumbieron en Chamartín que cada día de partido era una fiesta y el segundo entorchado liguero llegó tras la goleada al Arenas por 8-2 en una clase maestra de Regueiro.

El fichaje como técnico de Bru en diciembre de 1933 se debió sobre todo para conseguir más regularidad y dar un nuevo aire ya que según la directiva el equipo estaba en parte oxidado y mal preparado físicamente. Las lesiones en momentos clave fueron una losa demasiado grande y el nuevo entrenador no pudo encauzar la situación en la Liga. Sin embargo si dio una alegría a los aficionados en forma de Copa. Una Copa que no se ganaba desde hacía 17 años y que se celebró con enorme júbilo. La eliminatoria estrella fue en cuartos al quedar emparejados Madrid y Athletic Club. Un duelo épico que necesitó de dos desempates en Sarriá al no existir tanda de penaltis. En el primero, los blancos contra las cuerdas igualaron un 2-0 y en el segundo días después si dominaron con claridad para imponerse por 3-0 con Hilario y Samitier de figuras. En semis se eliminó al Betis y en la final se tuvo que remontar ante el Valencia en Montjuic. El recibimiento a los campeones en Atocha fue apoteósico.

La temporada 1934-1935 fue la única de aquel periodo que concluyó sin títulos de importancia tras verse sorprendido los blancos por el Betis en la Liga y por el Sevilla en la Copa, en un curso donde en la competición del KO cayeron todos los ilustres.

Bru encaró el curso 1935-1936 con el deseo de pelear la Liga con el gran rival de aquellos años: el Athletic Club. El duelo volvió a ser apasionante pero se lo llevó el equipo bilbaíno por dos puntos. Aún restaba la Copa para salvar la campaña y el equipo pese a que acusaba el paso de los años demostró su enorme categoría en los meses de mayo y junio. El torneo copero sería el último antes del estallido de una cruel Guerra Civil y el Madrid y concretamente Zamora dejaron momentos para la historia del fútbol español. En octavos se eliminó no sin dificultades al Arenas y en cuartos llegó el bombazo con el duelo ante el Athletic. Una victoria sufrida en Chamartín auguraba una vuelta tremenda en San Mamés pero contra pronóstico una diana de Sañudo dio el pase a las semifinales en las que se apeó al Hércules. En la final esperaba el Barça en Mestalla. El partido parecía controlado con 2-0 pero marcó Escolá y el propio ariete casi hace la igualada en el descuento. En ese instante apareció Zamora para realizar una de sus paradas más antológicas y recordadas (foto de portada). ‘El Divino’ alzó la Copa y de este modo cerró el ciclo glorioso del Madrid que se inició con su fichaje años antes.

Mi Real Madrid favorito

1-El Real Madrid de Capello

2-El Real Madrid de Di Stéfano (años 50)

3-El Real Madrid de Mourinho

4-El Real Madrid de Zamora

5-El Real Madrid de la Quinta del Buitre

6-El Real Madrid de los Galácticos

7-El Real Madrid de Miljanić

8-El Real Madrid de la Quinta del Ferrari

9-El Real Madrid de la posguerra (años 40)

10-El Real Madrid de los García

11-El Real Madrid de Valdano

12-El Real Madrid Ye-yé

13-El Real Madrid primigenio (1902-1924)

14-El Real Madrid del "4 de 5"

 

 

A Franco, ese extremo derecha que tantos éxitos le dio al Real Madrid, se le podía reconocer de dos formas: por su bigotico y su traje de militar, cuando estaba de faena, y por las dos insignias de oro y brillantes del F. C. Barcelona que decoraban su ropa cuando iba de paisano.

Si veías a alguien con esas dos insignias podías decir sin temor a la duda: ¡Mira, ahí va Paco!

Ya es hora de que el madridismo reconozca las afrentas sufridas por nuestros amigos culés durante el franquismo, esos beneficios que nuestro equipo recibió en detrimento de los azulgranas. Una reivindicación que realizan cada pocos meses desde hace 70 años, una constancia en la queja (que viene desde su nacimiento), sólo digna de la paciencia china, capaz de realizar esa muralla que ningún español hubiera extendido más allá de un tabique.

Francisco Franco Bahamonde, ese madridista de pro, no tardó, impaciente él, en ponerse manos a la obra para beneficiar al club de sus amores y orgullo de nuestra patria. 14 añitos de nada. Ha de notar el lector madridista la urgencia casi enfermiza, la impaciencia nerviosa de Franco por rellenar las vitrinas de su adorado estadio de Chamartín. Apresuradamente, a los 14 años de iniciarse el Régimen, nos regaló la primera Liga. Él solito, demostrando la incompetencia de esos jugadores que no lo lograban por más que él insistiera…

Quejámonos los madridistas, una tendencia de herencia culé a extirpar, porque a diferencia de aquellos siempre es en sentido autodestructivo, de que llevamos una Liga en 7 años, pero con la proverbial ayuda del Generalísimo nos pasamos más de 14 gloriosas temporadas de patriotismo sentido y orgulloso sin olerla. La época más larga sin que el Real Madrid conquistara una Liga. Sí, amigos, ¡14 años de gobierno franquista sin ganar la Liga! (1933/1939-1953). Justo en la época más dura del régimen, en la que se estaban sentando las bases.

No hubo manera de ganar, incluso en la temporada 44/45 nos quedamos a un punto, pero tuvimos la mala suerte de que en el momento decisivo el general Franco estaba inaugurando un pantano… Lo único que tengo que reprochar a los culés y todos estos equipos antimadridistas, es que sabiendo que éramos el equipo del régimen ellos no reconocieran ni reconozcan nuestra generosidad, ¡porque es evidente que nos merecíamos tal reconocimiento!

No queda ahí el altruismo y la hidalguía madridista con sus rivales. En ese tiempo, el ultrajado Barcelona conquistó cinco títulos, el sometidísimo Athletic Aviación conquistó cuatro (2 con esa denominación y otros dos con la de Atlético de Madrid), y el vilipendiando Athletic de Bilbao ganó otro. Además, Athletic de Bilbao y Barcelona fueron los clubes que más Copas del Generalísimo lograron, 9 cada uno. La afrenta infame es evidente, pero ahí estuvimos nosotros demostrando nuestra bonhomía y dadivosidad.

Copa Generalísimo (Foto Blog Im-Pulso)                                                                                                                        Foto: Blog Im-Pulso

Y no se crean que no ganábamos porque Franco no hiciera de todo, no ganábamos porque los madridistas somos así, generosos y altruistas, y aún con el apoyo del Generalísimo decidimos no ganar. Sin un mal gesto, ni una queja.

Nosotros, que seguramente también éramos el equipo de la República, al menos ganamos dos titulillos antes de la llegada de Franco…

Di Stéfano, Kubala, el Pacto de Lima y otras aventuras.

¿Y qué ocurrió en 1953 para que empezáramos a ganar todo? No deben achacar ni por un momento, estimados lectores, que la causa del éxito fuera que don Santiago Bernabéu lograra hacer el mejor equipo del mundo: Marquitos, Rial, Miguel Muñoz, Gento, Di Stéfano, Zárraga, Atienza… Kopa, Mateos, Joseíto… Santamaría, Didi, Puskas… La culpa de esta transformación la tuvo Franco. ¡Menudas carreras por esa banda derecha!

En la pequeña lista de jugadores habrán observado que he incluido el nombre de Di Stéfano, la leyenda madridista más incontestable. En su rocambolesco fichaje el mundo culé vio la posibilidad de rezongar con la idea de la manipulación franquista, la ufana y maquiavélica mano del Generalísimo más descarado. Y para ello crearon una historia de mentiras, medias verdades y mitologías.

Buena nota tomaron en Barcelona cuando Bernabéu se fijó en Di Stéfano y dijo que ese jugador debía estar en Chamartín.

Di Stéfano no jugó en el Barcelona porque se negaron a pagar 27 mil pesetas a Millonarios. No hablaré de la tacañería catalana por tópico, pero ahí queda eso.

- Una huelga en la liga argentina mermó la relación de Di Stéfano con River Plate, su equipo, ya que se pasó 2 años sin jugar (de 1947 a 1949), por lo que finalmente terminó marchándose a Colombia. La liga colombiana estaba escindida y con múltiples problemas federativos y burocráticos, se creó una Asociación colombiana paralela a la Federación del país que empezó a fichar jugadores sudamericanos. Uno de ellos fue Di Stéfano, que recaló en Millonarios. En un principio la FIFA no reconoció a los equipos de esta nueva asociación, pero finalmente ambas partes llegaron a un acuerdo en el conocido “Pacto de Lima”. Un jaleo, vamos.

En este pacto, la FIFA reconocía la propiedad de los jugadores que habían fichado hasta el 15 de octubre de 1954, ampliable al 31 de diciembre. Una vez cumplido el plazo los jugadores volverían a sus equipos de origen. Es decir, Di Stéfano pasó a ser propiedad de Millonarios hasta el 31 de diciembre, momento en el que volvería a River Plate.

En 1952, Di Stéfano se declara en rebeldía y decide no volver a Colombia (a Millonarios), planteándose dejar el fútbol incluso. Esta situación, con denuncias de por medio, impedía cualquier operación con el jugador.

En ese momento interviene el Barcelona. Samitier inicia negociaciones con River Plate, aunque en esos momentos no tenía los derechos del jugador. Llegan a un acuerdo: 4 millones por el jugador a partir del 1 de enero de 1955. Todo sin contar con Millonarios, dueño del jugador en ese momento. El presidente Enrique Martí en persona gestionó el cabo suelto de Millonarios, entrevistándose con el presidente del equipo colombiano, Alfonso Seniors, que pidió 27 mil pesetas para ceder sus derechos sobre el jugador, algo a lo que el dirigente catalán se negó. Nos salió pelín agarrado por culpa de Franco, claramente. Nótese que el espíritu de Franco lo va sobrevolado todo.

El Real Madrid entra en acción. Saporta es enviado a Bogotá con las 27 mil pesetas para la cesión de los derechos de Di Stéfano, operación que se ejecutó sin problemas. El siguiente paso era ir a Buenos Aires y convencer a River Plate, pero el equipo argentino ya había recibido la mitad del pago por parte del Barcelona (2 millones de pesetas), con lo que no se pudo llevar a cabo la operación, aunque sí logró Saporta la neutralidad de River. Di Stéfano se sintió utilizado por el club azulgrana, que estaba dispuesto a dejarle un año sin jugar si hacía falta. Saporta se reunió con Di Stéfano e incluso adelantó un pago por sus servicios, lo que estimuló al jugador. Así el Real Madrid tenía los derechos del jugador hasta el 31 de diciembre de 1954, mientras que el Barcelona había pagado la mitad por los derechos del jugador a partir de esa fecha. Esa era la situación. La FIFA dejó claro que los derechos federativos correspondían a Millonarios hasta el 31 de diciembre de 1954 y que el Real Madrid era el único que había llegado a un acuerdo, por lo que exigió a la Federación española que ambos clubes llegaran a un pacto.

La histeria azulgrana se puso en funcionamiento. Ofrecieron a la Juventus sus derechos sobre Di Stéfano; pidieron la anulación del trato a River de malos modos, a lo que los argentinos se negaron; el jugador estaba indignado con esa actitud…

La FIFA nombró mediador a Armando Muñoz Calero, que fue el ideólogo de una salomónica decisión. Di Stéfano jugaría en el Madrid en las temporadas 53-54 y 55-56, mientras que en el Barcelona lo haría las temporadas 54-55 y 56-57. Luego deberían ponerse de acuerdo sobre el futuro de Di Stéfano.

Los dos equipos aceptaron en primera instancia, pero tras la dimisión de Martí por firmar el acuerdo salomónico en el caso Di Stéfano, la junta gestora que se hizo cargo del club catalán decidió renunciar a sus derechos sobre Di Stéfano previo pago de los gastos que la gestión del asunto ocasionó al Barcelona (los millones abonados a River), a lo que el Madrid accedió gustoso.

La única intervención gubernamental se produjo cuando se aplicó una excepcionalidad a la ley que había entrado en vigor el 24 de agosto de 1953, por la cual se prohibía el fichaje de extranjeros desde aquella fecha. Esta excepcionalidad de la Delegación Nacional de Deportes consistió en que se permitió contratar a los jugadores cuya operación se estuviera negociando antes de la entrada en vigor de aquella ley. Esto permitió el fichaje de Di Stéfano… como el de muchos otros, ya que su ámbito era general y lógico. Es más, esa medida beneficiaba tanto al Real Madrid como al Barcelona.

El Real Madrid se limitó a cumplir los trámites y comportarse conforme a la ley, dirigiéndose en primer lugar al equipo que poseía en ese momento los derechos sobre Di Stéfano. Fue clave que el rendimiento de Di Stéfano en pretemporada con el Real Madrid fuera decepcionante. Los azulgranas no sólo despreciaron a Di Stéfano, sino que se sentían superiores al poder contar con Kubala, que lideraba al equipo en aquellos años, y logrando títulos. Además veían al argentino conflictivo y caro, lo que no convertía su contratación en algo prioritario.

Ladislao Kubala (Foto futbolprimera.es)

Tras los éxitos madridistas con Di Stéfano las mentiras azulgranas se multiplicaron. Hablan de teléfonos pinchados, de que pagaron al dueño de los derechos del jugador, cosa que es falsa como se ha explicado, ya que los derechos eran de Millonarios en ese momento... Hablan de cesión a Millonarios, cuando en realidad era un traspaso. Hablan de Di Stéfano como jugador del Barcelona, cuando en aquella fecha no lo era en absoluto… Hablan de la imposibilidad de contar con el jugador por argucias estatales, cuando la realidad es que los derechos del jugador correspondían en esa fecha al Real Madrid…

La pataleta culé (por supuesto con toda razón, ¡válgame Dios!), que les dura 70 años después, viene de los posteriores éxitos logrados por el Real Madrid con Di Stéfano al frente. Un hecho difícil de olvidar y que, por supuesto, no previeron en su momento. Así, que sublimando el bendito arte de la fabulación, crearon estas edificantes, embriagadoras y evocadoras historias para regocijo de todos nuestros compatriotas.

- De lo que no oirán hablar a un culé es del caso Kubala y las asombrosas ayudas que el gobierno franquista le proporcionó al Barcelona para que se hiciera con sus servicios, negadas al Real Madrid. Como mucho algún radical verá ciertos dejes franquistas y “fascistoides” en el hecho de que la asombrosa rapidez con la que proporcionaron su ayuda y realizaron las operaciones burocráticas, saltándose procedimientos y plazos, no fuera aun más rápida y contraria a la ley, pero poco más. Un fichaje, este sí, ad hoc a favor de los azulgranas. El régimen silbó la melodía de “El puente sobre el río Kwai” mientras se saltaba la legalidad vigente por una causa mayor, y los madridistas, primeros en interesarse por el húngaro, protestaban…

Armando Muñoz Calero fue vital para la llegada de Kubala. Él fue también el que propuso la medida salomónica sobre Di Stéfano (fue Presidente de la Federación Española de Fútbol y Vicepresidente del Atlético de Madrid)… ¿Por qué ayudaron a esta contratación? Pues porque con el fichaje de este “mediocre” jugador mermaban el potencial de los culés, está claro, con lo que nos beneficiaban a nosotros, el equipo del régimen. O más bien por pura propaganda. El régimen usó este hecho como propaganda anticomunista, lo que supondría un beneficio para ellos. ¡Si hasta le hicieron una película de propaganda al régimen, “Los ases buscan la paz” (Arturo Ruiz Castillo, 1954)!

- Ante estas afrentas e injusticias que el egregio e insigne Caudillo de España y Generalísimo de los ejércitos produjo en los culés, estos entraron en grave crisis. Sin perder ocasión y ante la oportunidad de terminar con el club culé, el Caudillo de esta nuestra España no dudó un segundo en recalificar los terrenos de Les Corts hasta en tres ocasiones en 15 años, reduciendo plazos y burocracias, terminando con la deuda del club culé, que ascendía a 230 millones de pesetas de la época, y posibilitando la creación de Palau Blaugrana y el Palacio de Hielo. La primera recalificación fue en 1951, la segunda en 1962 y la última en 1966. Con esto, el régimen impidió la ruina y desaparición del Fútbol Club Barcelona.

Como es de recibo, en el Boletín Oficial del Estado número 228, fechado el 23 de septiembre de 1965, aparece el Decreto 2735/1965, de 14 de agosto, con las firmas de Martínez y Sánchez Arjona (Ministro de la Vivienda) y Francisco Franco.

Tanto a José María de Porcioles, alcalde de Barcelona, como a Torcuato Fernández Miranda y Hevia y el mismísimo Francisco Franco les hicieron Socis d'honor blaugranas.

Nosotros, el equipo del régimen, no tuvimos tanta suerte y nunca logramos este tipo de ayudas, negadas sistemáticamente. Así podemos decir orgullosos que el estadio de Chamartín fue construido y ampliado con el esfuerzo de los socios y simpatizantes del club. Sin más apoyo. Esto Franco lo hizo por nuestro bien, para que supiéramos lo difícil que es lograr las cosas y no convertirnos en un club mimado. Y es que Franco se levantaba todas las mañanas con la intención de ayudarnos y perjudicar a los culés, pero le salían estas genialidades tácticas…

- Todos estos desmanes del régimen contra los culés fueron censurados por el club catalán de forma contundente. La denodada lucha antifranquista del Barcelona se escenificó con la entrega de dos medallas de oro del club al Generalísimo. Estos luchadores de la libertad y la democracia hincaban con saña las insignias en el pecho del Caudillo, haciendo gala de su descontento. Es notorio que Franco recibía estas condecoraciones con desdén y a regañadientes, frunciendo su dictatorial gesto, incómodo con toda la pompa ofertada, ya que a él le gustaría recibirlas de su equipo, o sea el del régimen, ya saben, el Madrid…

La primera fue otorgada en 1971, en agradecimiento a lo que supuso la financiación del Palau Blaugrana y el Palau de Gel. La segunda en 1974, cuando el equipo azulgrana visitó el Pardo en la celebración del 75º aniversario del club catalán. Vamos, por salvarles la existencia.

- Los árbitros siempre fueron el principal mecanismo de manipulación del franquismo y donde los culés centraron sus quejas especialmente. Todos ustedes habrán oído hablar de Guruceta, ese maquiavélico árbitro que dedicó su profesión a beneficiar al Real Madrid y perjudicar al Barcelona. El régimen franquista, para ayudarnos en todo lo posible, dio satisfacción al veto pedido por los culés al colegiado, al fin de que no los arbitrara más. Fueron muchos los ultrajes cometidos por este colegiado contra el Barcelona, al que arbitró la friolera de 1 partido de Liga en Riazor, partido que concluyó con empate. La causa de la desazón azulgrana fue un penalti injusto pitado a favor del Real Madrid en la Copa del Generalísimo, ya saben, esa que ganaban tanto los culés en aquella época. La recusación a Guruceta duró hasta 1985. También fue recusado Ortiz de Mendíbil por conceder un gol en el tiempo de descuento al Real Madrid en otro enfrentamiento contra los culés.

Guruceta (Foto AS)

Extrañamente los culés no se quejaron del reconocido árbitro antimadridista Antonio Rigo (no lo digo yo, lo dijo él), que llegó a arbitrar hasta en 13 ocasiones a los azulgrana en una temporada sin que perdieran un solo partido, con arbitrajes demenciales que llevaron al Real Madrid, junto a otros ocho clubes, a recusarle. Lo de las recusaciones era algo habitual en aquella época. La famosa “Final de las Botellas” fue la sublimación de la manipulación del relato de los árbitros para ayudar al Madrid y perjudicar al Barcelona. Una final con un desastroso arbitraje que perjudicó a los madridistas y que ya venía precedido de las quejas atléticas en semifinales, donde los culés también fueron beneficiados en los dos partidos arbitrados por… Antonio Rigo. Franco no impidió su designación porque estaba viendo una de sus series favoritas, “Juego de Tronos”.

- Debe recordarse que el Caudillo de nuestra gran España también lo era de Europa, y bien que nos beneficiamos los madridistas, que conquistamos cinco Copas de Europa consecutivas y luego otra más en 1966. Todo el mundo sabe que la influencia franquista en Europa era absoluta, especialmente en asuntos futbolísticos, clave estratégica en la época… Extrañamente a partir de 1966 no ganamos ninguna más, en otra generosa demostración del dictador, magnánimo con los rivales, ante los que no quería escenificar un abuso tan grande. Nadie en su sano juicio podía imaginar que el equipo creado por Bernabéu y que se paseaba por Europa lo hiciera también por España, otro signo inequívoco del madridismo del régimen. Es mucho más lógico y sensato achacar todos esos éxitos, europeos y nacionales, a la mano bienhechora del Caudillo. Lástima que la designación de los árbitros Ellis y Leafe (anularon hasta 4 goles) en nuestra primera eliminación europea le pillara a Franco ejercitando la noble actividad de la caza… Y es que seis seguidas eran muchas, pero pelillos a la mar.

- Conocidas son las trifulcas de Bernabéu con miembros del régimen. Un Santiago Bernabéu que no se mezclaba en políticas y que su única obsesión era defender al Real Madrid ante UEFAS, FIFAS o políticos. El caso del “palco de invierno” con Millán Astray, fundador de la Legión española, es conocido. Astray andaba por el Bernabéu como Pedro por su casa. Solía propasarse con las muchachas, lo que le llevó a besar a la mujer de un diplomático, con el consiguiente escándalo y pelea. Por este hecho Bernabéu cerró ese palco, por lo que cuando Astray intentó volver al siguiente partido le fue impedida la entrada. Al no recibir explicación retó a un duelo a pistola a Bernabéu, que tuvo que recurrir a su amigo personal Muñoz Grandes para que Astray entrara en razón.

Cuando Moshé Dayán, general israelí y reconocido madridista, fue condecorado con la insignia de oro que portaba el propio Santiago Bernabéu durante un partido entre el Madrid y el Maccabi, se montó un escándalo tremendo, ya que Israel no era un estado reconocido por el régimen franquista, lo que acarreó bastante problemas al presidente, ya que muchos miembros del régimen lo tomaron como un desafío.

A estas cosas, siendo como éramos el equipo del régimen, Franco no les daba importancia. Pequeñas travesura de Santiago, él tiene estas cosas, nada que no se resuelva con unas cañas, aseveraría, jovial y risueño, el Generalísimo.

Lo que sí ocurrió es que el régimen, una vez vinieron los éxitos madridistas, se benefició mucho de esa marca a la cual podían vender al extranjero. Nada nuevo bajo el sol, lo hacen todos los políticos de todo régimen, pero no fue hasta que esos éxitos vinieron cuando la política se interesó por el fútbol.

Resulta increíble que todo un Real Madrid haya sido incapaz de forjar un discurso para tirar por tierra todas estas zarandajas, algo que podría hacer fácilmente, propiciando que esas mentiras repetidas miles de veces se convirtieran para muchos en verdades. Tendrá que ser desde estas páginas desde donde demos la tabarra a tal misión.

Se antoja muy complicado que los equipos “perjudicados” por el régimen logren explicar estos extraños sucesos paranormales…

Pueden ver documentación y las fuentes originales por internet, son documentos que rulan por ahí.

ALGUNAS FUENTES: 'A puerta';  Prouespeculacio;  El Confidencial Digital.

 

Cuando en el verano del año 2000 Florentino Pérez ganó las elecciones a la presidencia del Madrid y presentó, cumpliendo su promesa, a la estrella del Barcelona, Figo, muchos recordaron a Santiago Bernabéu. La campaña de fichajes de impacto global que el presidente inició entonces, culminada los veranos posteriores con las llegadas de Zidane, Ronaldo, Beckham y Owen, recordó los fichajes de Kopa, Puskas o Didí que a finales de los 50 apuntalaron al equipo que deslumbraba en la Copa de Europa. Sin embargo la política de fichajes de altura con la que Florentino parecía conectar con el pasado mítico del madridismo tiene otro precedente veinte años anterior, del mismo modo que la construcción ambiciosa de un club de proyección internacional por parte de Bernabéu también estaba ligada a una manera concreta de hacer las cosas que comenzó en el Madrid diez años antes del estallido de la Guerra Civil.

En efecto, el primer galáctico madridista fue Ricardo Zamora, quien en 1930 firmaría un contrato espectacular con el Real, que pagó por su traspaso al Español de Barcelona la increíble cantidad para la época de 150 mil pesetas. Además, el Madrid le fijó a Zamora una ficha mensual de 3 mil pesetas, una cifra inaudita que reventaba lo previsto entonces en el reglamento federativo de los jugadores profesionales. En la prensa catalana aparecieron viñetas no muy diferentes a las que hoy, de manera general, demonizan a quienes cambian de equipo aumentando su salario: lo de tachar de mercenario a los profesionales del fútbol no es nuevo; se pudo ver en Mundo Deportivo a Zamora caricaturizado con dos alas al estilo de los anuncios actuales de RedBull, abandonando Barcelona rumbo a Madrid con un maletín rebosando de billetes en una mano.

Para entender el pasmo que esta transacción provocó en la España de 1930 es preciso comprender las circunstancias que atravesaba el fútbol español. La Liga acababa de nacer tan sólo un año antes y el profesionalismo se estaba apenas asentando tanto en la psique colectiva como en la manera de trabajar de los clubes y en su relación contractual con los jugadores. Zamora, en esa fecha, ya era un mito. En 1923, todavía en la época amateur -a pesar de lo que se dio en conocer como “profesionalismo marrón”, jugadores que cobraban por jugar en concepto de dietas lo que en la práctica era casi un sueldo- Zamora llegó a facturar mil pesetas por partido y el Español lo alquilaba a otros equipos por a su inmenso poder de atracción (jugó dos amistosos con el Madrid, por ejemplo); los dueños del Español, los adinerados filántropos hermanos De la Riba, incluso le regalaron un descapotable con el que presumía junto a Samitier por las calles de Barcelona, al estilo de los toreros.

Los futbolistas, dice el profesor Bahamonde, empezaban a ser ídolos desde 1926, año de la profesionalización formal. “El público se interesó por aspectos de la vida privada de los futbolistas más populares”, cosa que no nació, como se ve, ni con Beckham ni con Cristiano Ronaldo. Zamora era “valorado como el hombre que había alcanzado el éxito y la consideración pública a base del esfuerzo y del coraje”, por lo que su venida al Madrid constituyó un fenómeno editorial e informativo que anunciaba lo que ochenta años después ocurriría con las adquisiciones florentinistas.

En la construcción de su mito fue determinante su participación como portero de la primera selección nacional de la Historia, la que obtuvo la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920. Zamora, además, había protagonizado alguna de las polémicas más espectaculares del joven fútbol nacional: dejó el Español para jugar con el archirrival de la ciudad, el Barcelona, para luego volver a Sarriá y ser suspendido por la Federación Catalana tras haberse inscrito en la competición regional con los dos equipos. En 1930 Zamora ya era campeón de Copa tres veces: dos con el Barça y una con el Español, en 1929, quizá la más significativa desde el punto de vista madridista. En Valencia, en la Final del Agua, Zamora, ya bautizado como El Divino, frenó con sus paradas al pujante nuevo equipo madridista en un campo completamente embarrado. Hacía doce años que el Madrid no ganaba un título. De inmediato se convirtió en el objeto de deseo del Real.

se pudo ver en Mundo Deportivo a Zamora caricaturizado con dos alas al estilo de los anuncios actuales de RedBull, abandonando Barcelona rumbo a Madrid con un maletín rebosando de billetes en una mano.

En un tiempo en el que estaba permitido cargar sobre el portero dentro del área pequeña, Zamora patentó un despeje con el codo que lo hizo célebre: la zamorana. Destacaba por su completísimo conocimiento del juego, por su altura, un metro ochenta, y sobre todo, por su carisma. Su peculiar forma de vestir, siempre con la gorra, las medias, las rodilleras y el jersey de cuello alto, y su carácter, nimbado con un divismo muy llamativo para la época (como Cristiano Ronaldo, saltaba el último al campo, haciendo notar siempre su presencia, a menudo llevando en brazos su mascota, un muñeco vestido a su imagen y semejanza al que consideraba su talismán) lo convirtieron en el primer y genuino ídolo de masas del fútbol nacional al punto de medirse en fama nada menos que con Juan Belmonte. El Español, de hecho, pudo hacerse medio Sarriá con la recaudación de las giras que entre 1924 y 1929 realizó por Europa y Sudamérica con Zamora como reclamo. En Montevideo el Español de Zamora jugó contra el Nacional y el Peñarol. Tal era la magnitud de Zamora incluso en el extranjero que al partido contra Peñarol, jugado curiosamente un 18 de julio, fue hasta Carlos Gardel; el único gol que el Divino recibió en Uruguay se lo metió ese día Piendibene, al que, dicen, le regalaron un chalet a las afueras de Montevideo por dicha hazaña.

Era, sin ningún género de dudas, un “jugador mediático”, como se conocería a Beckham en 2004.

Informaba La Vanguardia, en agosto de 1930, que el Español había “rebajado bastante las condiciones económicas que pedía” al Madrid por su Zamora aunque en concepto de traspaso (en donde se incluían varios partidos que el Madrid debía jugar contra el Español en Barcelona) “no iba a percibir en conjunto una cifra inferior a 125 mil pesetas”. La noticia “ha causado gran sensación” decía la nota recogida por el periódico. Días después, en el mismo diario, se recogían las impresiones del secretario de la Federación Centro (hoy Federación Madrileña), que calificaba el traspaso como “la fichería más excepcional, de más ruido, de más importancia” debido a que Zamora “es el jugador más excepcional de España: el único que en su puesto nadie discute. ¿Conviene al Madrid? Que sea o no negocio para el Real Madrid, eso es cosa que sólo el tiempo puede decir. Pero el beneficio directo, inmediato, es para la organización regional y para los demás equipos que jueguen contra el Real Madrid. Eso sí que es innegable”.

Era, sin ningún género de dudas, un “jugador mediático”, como se conocería a Beckham en 2004.

“La respuesta inmediata” del madridismo, dice el profesor Bahamonde en su ensayo histórico sobre el club, “fue la inscripción de mil nuevos socios y el reacomodo del campo de Chamartín para acoger un mayor número de espectadores”. Fue la primera apuesta de Hernández Coronado como secretario general del Madrid, una decidida inversión estratégica que pretendía consolidar la división especializada que él mismo estaba imponiendo en la estructura del club: administrativa, económica y deportiva, parcelas coordinadas entre sí pero autónomas, a través de las cuales se gestionaría el Madrid como una empresa en previsión del inminente auge del fútbol como fenómeno de masas. “En esta política de fichajes el Madrid rompió el mercado y no le importó asumir el elevado coste de sus apuestas. Hernández Coronado partió de un principio arriesgado, pero que funcionó en la práctica porque los resultados finales acompañaron en lo deportivo y, por ende, las hipótesis económicas pudieron cumplirse”. El Madrid, que había estrenado Chamartín en 1924, llevaba desde entonces aumentando de manera sostenida tanto el número de socios como el de los espectadores que acudían a ver sus partidos oficiales y amistosos, lo que le permitió acceder a un préstamo bancario “en buenas condiciones” según Bahamonde (merced a la influencia de Luis de Urquijo entre 1926 y 1930). Estaban puestos los pilares de la expansión.

Con Zamora se abrió la primera edad de oro del Madrid a nivel deportivo, sin duda la fase más resplandeciente en los primeros 50 años del club hasta la llegada de Alfredo Di Stéfano. Entre 1930 y 1936 el Madrid ganó dos Ligas, las primeras de un número que ya marcha por 33, y dos Copas, título que no alzaba desde 1917. Pero con Zamora arribó la primera tanda de galácticos: Samitier, el icono barcelonista y amigo íntimo del portero, hizo en 1932 el mismo viaje que Figo en el 2000; en 1931 ficharon Ciriaco, Quincoces, Luis Regueiro, Olivares e Hilario, los niños bonitos de la pujante cantera vasca. El montante superó las 120 mil pesetas, el 10% del presupuesto del Madrid aquel año, una cifra amortizada gracias al interés que generaban los fichajes y los éxitos del equipo durante los años republicanos: entre 1933 y 1935 llegaron Emilín, Lecue, Sañudo y el otro Regueiro, Pedro: casi todos conformarían, durante la guerra, el fabuloso equipo vasco del Euskadi que llegaría a coronarse en el campeonato nacional mexicano.

Con el Atlético en la ruina, el Barcelona acusando una profunda división interna de orden política (amén de una crisis económica generada por el sostenimiento de dos equipos durante los primeros años del profesionalismo) y el Español de capa caída por la falta de liquidez de sus mecenas, los De la Riba, sólo el Athletic de Bilbao compitió con el Madrid por la hegemonía del fútbol en España.

Con Zamora el Madrid ganó la Liga del 31 sin perder ningún partido, repitiendo la proeza del Athletic de Bilbao el año anterior. Desde entonces nadie lo consigue y el tridente defensivo madridista formado por el portero, Ciriaco y Quincoces asumió en el imaginario popular la virtud de la invulnerabilidad. A Zamora le hicieron coplas y un chascarrillo lo comparaba con San Pedro, el portero del cielo. En 1930 había publicado sus primeras memorias y en 1935, aún en activo, empezó a escribir para ABC una crónica de los partidos que él mismo jugaba. Con el advenimiento de la II República circuló el rumor de que Stalin, al ser informado de que el presidente español se apellidaba Zamora, contestó “ah, el futbolista”. Su actuación en el Mundial de 1934 en la Italia fascista lo ungió internacionalmente como el mejor portero del mundo: España se enfrentó a la anfitriona (posterior campeona) en cuartos de final, contándose en las crónicas situaciones inverosímiles en las que sujetaban los brazos a Zamora o agredían a los españoles. Sin embargo sus paradas ayudaron a sobrevivir a dos prórrogas en un ambiente hostil que se repitió días más tarde, en un desempate que ni él ni Lángara, los mejores jugadores de España, pudieron jugar por sanción. Su última acción como madridista fue la parada decisiva en la final de la Copa de la República de 1936, fijada por una fotografía memorable que desde entonces constituye el mejor testimonio gráfico de la primera juventud del fútbol español.

Hoy, 8 de agosto, se cumplen 114 años del nacimiento de Ciriaco Errasti, formidable defensa central del Real Madrid en los años 30 y gran socio y compañero de Quincoces en una de las más famosas zagas de la historia del fútbol español.

Nació en Eibar en 1904 y brilló por su categoría en la defensa. Futbolista contundente, potente, firme y fuerte, no se complicaba a la hora de despejar. Cuando formaba junto a Quincoces, se situaba un poco por delante del baracaldés para cortar de raíz cualquier avance de los delanteros contrarios. Expeditivo, eficaz y con gran carácter, era todo un seguro en el eje defensivo.

Comenzó a dar patadas a un balón en su Eibar natal y más concretamente en el Lagun Artea para más tarde actuar en la Unión Deportiva Eibarresa. Más tarde, en 1925, tuvo que marcharse a Vitoria para hacer el servicio militar y decidió jugar en el Deportivo Alavés, aunque aún de forma amateur, ya que no cobraba por hacerlo y lo hacía por gusto y afición. En el cuadro vitoriano compartió vestuario con otros futuros madridistas como Quincoces, Lecue, Olivares o Albéniz (en su caso entrenador del club en los años 40). Y en la temporada 1930-1931 debuta en Primera División en un partido frente a la Real Sociedad.

En verano, y tras concluir un pobre curso, el Real Madrid y su secretario general Hernández Coronado se fijaron en tres jugadores del Alavés, y Coronado negoció un pack para llevarse a todos ellos. Después de un tiempo de negociaciones, se firmará el acuerdo por el cual Ciriaco, Quincoces y Olivares serán traspasados al conjunto blanco tras pago de 65.000 pesetas. Ciriaco y Quincoces serán compañeros inseparables en el centro de la defensa, mientras que el ‘Negro’ Olivares será un potente ariete. Además, el defensa eibarrés pasará a cobrar 1.000 pesetas mensuales y se convertirá en profesional.

ciriaco errasti debutó en primera división en la temporada 1930-1931

Sus inicios en el cuadro merengue no fueron sencillos, ya que Quincoces y él llegaban para sustituir a otra pareja que tenía gran aprecio la afición, la formada por Torregrosa y Félix Quesada. Sin embargo, el buen desempeño de los dos vascos acaba rápido con las dudas. Ciriaco se estrena en un partido amistoso a finales de agosto en Praga ante un combinado de la ciudad y un mes después en el Campeonato Regional Mancomunado contra el Iberia Zaragoza en el campo de Torrero. Para su primer encuentro en Liga hay que esperar al debut liguero de los blancos frente al Athletic Club en Chamartín con resultado de 1-1.

El rendimiento de todo el equipo va en aumento a lo largo de las semanas, cimentado sobre todo en una defensa de garantías. Ciriaco cumple con nota en su primera temporada y únicamente se pierde tres choques. En la última jornada en Les Corts, el cuadro dirigido por Lippo Hertzka conquista la primera Liga de la historia del club y además lo hace imbatido y recibiendo únicamente 15 dianas.

Un año después ya no había dudas de cuál era el mejor binomio defensivo del país y se cumplió con el objetivo de revalidar el título. El inglés Firth había sustituido al magiar Hertzka y, aunque se cayó en tres duelos, el Real Madrid levantó su segundo entorchado doméstico. Ciriaco fue de nuevo fundamental en 16 de los 18 partidos y el tándem junto a Ricardo Zamora fue inexpugnable para muchos equipos.

ABC

Sin embargo, una lesión a principios de su tercera campaña le tuvo en el dique seco durante muchos meses. Y bien que lo notó el equipo en su solidez atrás, puesto que no logró alcanzar el tercer trofeo liguero. Ciriaco se esforzó y regresó para el final del curso con el objetivo de llegar al Mundial de Italia. Disputó las dos últimas jornadas de Liga y el torneo de Copa que venció el equipo capitalino tras 17 años de sequía. El eibarrés jugó todas las eliminatorias en las que dejaron por el camino a Osasuna, Athletic Club y Betis para imponerse en la final en Montjuic al Valencia.

Tras el Mundial recuperó la regularidad durante la temporada 1934-1935, aunque fue la única en su estancia en el club en la que acabó sin un título de importancia para su palmarés. Su último año fue en 1935-1936, donde de nuevo el Madrid se hizo con la Copa. El zaguero disputó los octavos ante el Arenas y la vuelta de cuartos con un gran triunfo en Bilbao contra el Athletic. Pero quedó inédito en semifinales al ocupar su puesto Mardones y vio peligrar su participación en la final. Paco Bru tomó la decisión de alinearle en una final de Copa, histórica por muchos motivos, que enfrentó a los blancos con el Barça en Mestalla.

Aquel duelo, celebrado el 21 de junio de 1936, sería el último oficial para Ciriaco a nivel de clubs, el último también para Ricardo Zamora en suelo español y el último en el país antes del estallido de la Guerra Civil. La delantera culé era muy poderosa con Escolá, Raich o Ventolrá, pero Ciriaco y Quincoces cumplieron con nota. Eugenio y Lecue dieron una suculenta ventaja a los merengues en apenas doce minutos y luego recortó distancias Escolá antes del descanso. En la segunda mitad Ciriaco y su socio se agigantaron en defensa. Zamora, en la que fue probablemente su parada más recordada, dejó a Escolá sin doblete y el Madrid alzó el título de manos de Leopoldo García Durán, presidente de la Federación Española de fútbol.

Ciriaco no jugó después de la Guerra Civil y el eibarrés, que contaba con 31 años, dijo adiós a la Casa Blanca después de cinco temporadas, 117 partidos y dos Ligas, dos Copas y cinco Campeonatos Mancomunados en su haber.

ciriaco errasti jugó 117 partidos con el real madrid

Con la selección española, Ciriaco fue internacional en 14 ocasiones. Viajó en la expedición para los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928 pero fue suplente de Domingo Zaldúa en los dos partidos contra Italia. Su estreno oficial se produjo dos años más tarde en un partido contra Checoslovaquia. El duelo tuvo lugar en Montjuic el día de Año Nuevo de 1930 y concluyó con victoria local por 1-0. Con Quincoces a su lado también derrotaron a Italia meses más tarde, así como a Portugal, Yugoslavia, o Bulgaria por 13-0.

Así llegó el año 1934, donde Ciriaco entró en la lista de Amadeo García Salazar (le conocía de su etapa en el Alavés donde fue secretario técnico) tras una lesión que le apartó de los campos de juego varios meses esa temporada. Pero el técnico confiaba en los dos defensas vascos para una maravillosa generación española que aspiraba al título. Ciriaco jugó en la victoria por Brasil por 3-1 y también en el primer encuentro contra Italia en cuartos conocida como ‘La Batalla de Florencia’. La ‘azzurra’ y España igualaron a uno y 24 horas después se disputó el desempate, un partido que Ciriaco se perdió por lesión producida en el primer duelo. Con otra lamentable actuación arbitral, la selección volvió a casa al perder por la mínima, y Ciriaco pasaría dos años sin retornar al equipo nacional.

Su último choque oficial fue ante Austria en un espectacular amistoso a principios del año 1936 en el Metropolitano, donde los centroeuropeos ganaron por 4-5. A continuación, y en plena Guerra Civil, actuaría con la selección en dos partidos espurios ante Portugal, el primero en noviembre de 1937 y el segundo en enero de 1938.

En su vida posterior al balompié, se alejó de los terrenos de juego, aunque en una ocasión le ofrecieron una gran suma de dinero que rechazó para ser entrenador. Empezó a trabajar como director del Banco Guipuzcoano en Eibar hasta su jubilación.

Falleció el 8 de noviembre de 1984 a los 80 años de edad.

Hoy se cumplen 108 años del nacimiento de Lazcano, el autor del primer gol del Real Madrid en la historia de la Liga en 1929. Además de al balompié se dedicó a la medicina, fue novelista y escribió varias obras de teatro del género comedia como las tituladas "El Astrágalo" o "Amar es vivir". Un intelectual de la época.

Nació el 30 de Diciembre de 1909 en Pamplona (Navarra), era un extremo derecho muy rápido, fogoso, valiente, de excelente condición física, con un magnífico disparo y dotado de gran técnica individual. Las aficiones rivales le gritaban irónicamente "¡Dramaturgo!" debido a su afición teatral aunque su apelativo más reconocido fue "El niño de los caracoles".

Inició su trayectoria en el Club Atlético Osasuna llamando la atención del Madrid en el verano de 1928 cuando paga 6.000 pesetas por su fichaje. Meses más tarde, el 10 de febrero de 1929, en el estreno del conjunto blanco en la recién creada competición de Liga, no sólo inauguró el casillero, sino que logró otros tres tantos que, junto con el de Morera, dejaron un marcador final de 5-0 frente al Europa. Acabada la temporada firma 11 dianas, el Real Madrid finaliza la Liga en segunda posición, a 2 puntos del F.C. Barcelona, cae en la Copa en la famosa "Final del Agua" ante el Espanyol por 2-1 (tanto de Lazcano), pero conquista el Campeonato Regional por delante del Athletic de Madrid.

El 16 de septiembre sufrió un grave accidente de moto cuando iba camino de Sevilla para fichar por el Real Betis. Cerca de Villarta chocó contra un vehículo que le dejó en estado grave con heridas en la cabeza y congestión pulmonar. Se pensó que no volvería a jugar y el equipo verdiblanco desechó su fichaje. Reapareció en enero del año siguiente y pudo participar en la campaña 1929-1930. En el enfrentamiento liguero de la jornada nueve ante el F.C. Barcelona da comienzo la racha de Lazcano frente a la escuadra blaugrana al anotar 1 gol en la victoria por 1-4, y en la segunda vuelta logra otros tres que ayudan a derrotar por un contundente 5-1 al eterno rival.

La llegada de grandes jugadores para el curso 1931-1932 cambia el panorama de la institución, se contrata a los defensas Ciriaco y Quincoces y al delantero Olivares procedentes del Alavés, a Luis Regueiro del Real Unión y al canario Hilario procedente del Deportivo para conformar un excelente plantel. Se obtiene sin ninguna derrota la primera Liga de la historia con un Lazcano soberbio desde el ala derecha asistiendo a sus compañeros y marcando cinco goles, uno de ellos en la visita al F.C. Barcelona el 3 de abril de 1932.

En 1933 se revalida el entorchado liguero al aventajar por dos puntos al Athletic en una campaña en la que Lazcano cae lesionado y únicamente juega 4 partidos de Liga con dos goles en su haber. En la temporada 1933-1934 no se puede con el Athletic en Liga, pero se consigue tras varios años de espera la Copa. Se elimina consecutivamente a Osasuna, Athletic tras un desempate, y Real Betis para disputar la final ante el Valencia, al que se derrota por 2-1, tanto definitivo obra de Lazcano en el minuto 73. En la última temporada del jugador pamplonés como madridista -en 1935- termina con un total de 10 tantos, dejando gran sabor de boca al firmar un triplete al Barcelona en Liga en la jornada 10 en un partido que finalizó por un abultado 8-2.

El bagaje para la historia que deja "El niño de los caracoles" en la entidad blanca es de 147 partidos entre todas las competiciones y 79 dianas, ocho de ellas conseguidas en 9 partidos oficiales frente al F.C. Barcelona. Su carrera continúa en el Salamanca y el curso 1935-1936 es traspasado al Atlético de Madrid, en el que juega 12 partidos de Liga para colgar las botas a final de temporada.

Con España actúa en cinco encuentros y anota un gol. Hizo su estreno en un amistoso ante Portugal a la que se gana por 5-0 y dos meses después -el día 15 de Mayo- aparece en el XI inicial frente a Inglaterra en un partido para la historia. Forma en la delantera con Goiburu, Gaspar Rubio, Padrón y Yurrita y en una memorable tarde de España se vence a los inventores del fútbol por 4-3 (diana de Lazcano que suponía el 2-2). Se despidió de la selección en noviembre de 1930 en un amistoso contra Portugal (0-1) en el que tuvo que salir sustituyendo a Goiburu en el minuto 15.

Tras finalizar su carrera deportiva se dedicó a ejercer la medicina, aunque también llegó a ser seleccionador formando tripleta con José Luis Costa y Ramón Gabilondo entre 1959 y 1960. Además presidió la Federación de Pelota en 1963, deporte del que era gran aficionado, se le nombró vocal de la Federación Española de Fútbol en el mismo año y tiempo después fundó junto con su hermano José Luis -en Madrid- el Club Apóstol Santiago, una escuela deportiva dedicada a fomentar el deporte entre los más jóvenes.

Falleció el 1 de Junio de 1983 en Madrid a los 73 años.

 

Los dos grandes del fútbol español vuelven a verse las caras en un choque amistoso 26 años después del último, en 1991. Además, lo harán fuera de las fronteras españolas, algo que no ocurría desde 1982. En total han sido 37 las ocasiones en que han disputado un duelo no oficial, la mayoría de ellas, eso sí, en la primera mitad del siglo XX.

Antes de la creación de la Liga en 1928 fue bastante habitual ver como Real Madrid y F.C. Barcelona se veían las caras en pretemporada o antes de los Campeonatos Regionales para celebrar diferentes encuentros amistosos.

El primero tuvo lugar en 1906 en la Ciudad Condal. El cuadro culé vivía una crisis institucional y deportiva de grandes dimensiones que amenazaba con acabar con el club. No tenía suficientes jugadores para disputar los partidos, apenas contaba con socios y disponía de muy pocos recursos económicos. Por ello invitó a los merengues a un encuentro para impulsar de nuevo a la entidad. El duelo se disputó en el campo de la calle Muntaner con 4.000 espectadores en las gradas y el Barça fue reforzado por jugadores del Sporting X y el Español. Los locales vencieron por 5-2, pero tras el partido los madridistas se quejaron del trato del público y en la cena de honor hubo piques entre ambos bandos. Días más tarde, en la crónica de El Mundo Deportivo, se podía leer lo siguiente: “No podemos terminar el escrito sin dedicar nuestra calurosa felicitación al Club Madrid y a su dignísimo presidente, el Sr. Padrós, el cual ha logrado sostener y conserva aguerrido y disciplinado un bando de juego tan intelectual y admirable como lo es, sin duda, el de nuestros distinguidos huéspedes de ayer, a los cuales despedimos no con adiós, sino ¡hasta pronto! No debemos olvidar que a su concurso deberemos el renacimiento del Football en nuestra capital, hemos de ser por lo tanto agradecidos”.

El primer amistoso entre Real Madrid y Barcelona tuvo lugar en 1906

Los siguientes amistosos se produjeron ya en la década de los 10, una etapa muy prolífica en este tiempo de encuentros. En la Navidad de 1911 jugaron dos partidos en Barcelona, uno el día 24 que ganaron los blaugranas y otro el 26 en el que firmaron tablas. En 1913 y 1916 se repitió el formato con un par de choques casi en días consecutivos en Barcelona, donde el equipo local se llevó tres triunfos y se cosechó un empate.

En 1917 las tornas cambiaron y los dos partidos se celebraron en la capital, concretamente en la Copa Foronda. Los merengues, que un mes más tarde se proclamarían con el Campeonato de Copa como el mejor equipo del país, demostraron estar un peldaño por encima de los culés. El conjunto blanco de los Teus, Álvarez, De Miguel, Bernabéu o René Petit ganó en O`Donnell por 3-1 el primer duelo, y en el segundo, dos días después, el marcador reflejó una igualada sin goles.

Costa y Baonza vs Real Madrid (1917)

A finales del 17, y en 1920 y 1921, el Campo de la Industria fue el escenario de otros cinco amistosos en los que esta vez el Barcelona demostró ser superior a los blancos. No fue hasta marzo de 1922 en que de nuevo una contienda se disputó en la capital con un resultado de 2-2 con un doblete blanco obra del gran Juanito Monjardín. En octubre del mismo año se retaron otra vez, aunque en esta oportunidad fue en Zaragoza con dos amplias victorias de un equipo azulgrana que dominaba en el balompié español. Los últimos choques antes del inicio de la Liga fueron entre febrero y marzo de 1927, uno de ellos jugado ya en Les Corts, que terminó cero a cero, y los otros dos con el viejo Chamartín como sede, en los que el Barcelona se impuso con nitidez.

La competición doméstica comenzó a dejar menos fechas para amistosos de este calado, aunque la tradición volvió en 1932, en el primer partido de pretemporada para los blancos que eran campeones de Liga. En Les Corts, el 3 de julio, empataron a dos goles con la presencia del presidente de la Generalitat, Francesc Maciá en el palco. Dos años después, en Chamartín, los blancos consiguieron una de sus mayores victorias en un amistoso al desarbolar a su rival por 5-1. Fue una gran tarde de Lazcano y sobre todo de Luis Regueiro que hizo dos de los tantos de su equipo.

Tras concluir la Guerra Civil y reiniciarse las competiciones deportivas en el país hubo dos amistosos en la campaña 1940-1941, uno en pretemporada en Barcelona que acabó con un espectacular 5-4 y otro ya en el mes de junio en Chamartín en el que los visitantes vencieron por la mínima. Los Real Madrid–Barcelona también han servido para homenajear a diferentes leyendas de ambos clubes, tal y como sucedió en 1943. La entidad merengue rindió tributo al fenomenal Monjardín e invitó a los culés a su casa. El 31 de octubre empataron a un gol con Chus Alonso como principal protagonista blanco. Un día después de Navidad los culés hicieron lo propio con el medio Antonio Franco. Les Corts estuvo repleto para presenciar la clara victoria de los suyos con un Mariano Martín estelar.

En 1957 los dos equipos se reunieron en Chamartín para disputar el llamado Partido de la Amistad. Los blancos contaron con el apoyo de jugadores de Atlético de Madrid, Rayo o Plus Ultra aunque en el once inicial había mayoría de merengues. Martínez adelantó el Barcelona pero en la segunda parte Rial y el extremo colchonero Miguel voltearon el marcador para el 2-1 final. Los dos partidos posteriores tuvieron lugar en el Trofeo Ramón de Carranza, uno en la edición de 1959 y el otro en la de 1968.

El primero de ellos fue un auténtico partidazo que enfrentó al campeón de Europa con el vencedor de la Liga en el curso 1958-1959. Ambos se encontraron en la final y salieron con sus onces de gala. Al descanso se llegó con empate a uno pero la segunda mitad fue intensa y vibrante. Gento y Di Stéfano dieron una gran ventaja al Madrid que fue recortada por Evaristo a falta de 25 minutos para la conclusión del partido. Sin embargo Gento ajustició a los blaugranas con otra diana que dejó en insuficiente el gol logrado por Suárez en el minuto 82. Los merengues levantaron el Carranza en una tarde en el que la delantera blanca fue de alta enjundia al estar integrada por Canario, Didí, Di Stéfano, Puskas y Gento. La revancha para los culés llegó en las semifinales del mismo torneo en 1968. En esta oportunidad la igualdad fue la tónica del duelo hasta que un tanto de Zaldúa en el 88’ dio el pase a la final para el equipo dirigido por Salvador Artigas.

Canario, Didí, Di Stéfano, Puskas y Gento formaron ante el Barça en un Trofeo Carranza

En 1982, poco antes del Mundial de España y sin los mejores jugadores de cada plantel que se encontraban concentrados para el gran evento, se midieron por primera vez fuera de las fronteras hispanas. En Venezuela se organizó la Copa Presidente de la República, que tuvo como participantes a Real Madrid, Barcelona, Inter de Milán y Oporto. Blancos y culés cayeron en sus choques de semifinales y se enfrentaron en la lucha por la tercera posición. En el estadio de Farid Richá de Barquisimeto, con un ambiente frío y un partido sin tensión, un solitario gol de Vicente del Bosque otorgó el tercer lugar a los capitalinos.

La última ocasión hasta este 2017 en que jugaron dos encuentros de carácter amistoso fue en 1991. Poco antes acababa de nacer la cadena privada Canal +, que organizó un Desafió entre los dos gigantes con un suculento premio económico y con el objetivo de conseguir aumentar su número de abonados. El reto envolvía las secciones de fútbol y baloncesto.

El primer partido se jugó en el Bernabéu el 1 de mayo de 1991. Milla debutaría en el coliseo blanco en ese partido tras estar lesionado desde la pretemporada, pero el gran protagonista fue Hagi, que destrozó al Barcelona. En tres minutos el Madrid hizo tres goles y, aunque Goicoechea redujese distancias a la media hora, el partido quedó visto para sentencia. Cruyff no viajó, enfadado por una sanción de la UEFA a Amor y Zubizarreta para la final de la Recopa, y el encargado de dirigir a los catalanes fue su segundo Carlos Rexach.

La vuelta de este Desafío se celebró en el Camp Nou en septiembre con dos pruebas para el futuro del deporte rey: ceder el balón al arquero y que lo cogiese con las manos sería falta, algo que caló tiempo después, y la segunda al situar la línea del fuera de juego en la frontal del área rival, un sistema que no contó con demasiados adeptos en el mundo del fútbol. El encuentro finalizó empate a uno tras los tantos de Nadal y posteriormente de Aldana. El Real Madrid conquistó el Desafío de Canal +.

 

Ramón Monchín Triana fue un jugador de otro tiempo, un futbolista que supuso el primer gran trasvase entre Atlético de Madrid y Real Madrid a finales de los años 20. En su etapa merengue fue una de las estrellas del conjunto blanco y siempre destacó por su deportividad en el terreno de juego. Víctima de la guerra, fue uno de los fusilados en Paracuellos del Jarama.

Nacido en Fuenterrabia el 28 de junio de 1902, comenzó a destacar en el balompié, primero en los marianistas de El Pilar y más tarde con los jesuitas en Areneros. Con 19 años firmó por el Athletic de Madrid y además de jugar al fútbol también lo hacía al hockey, al tiempo que estudiaba para ser notario. Podía desempeñarse como interior o extremo derecho y sobresalía principalmente por su magia en el regate: un desborde rápido, en corto y zig zag y muy eléctrico. Además, poseía una gran imaginación, un fantástico dominio de las dos piernas, una enorme técnica con el cuero y mucha habilidad en espacios reducidos. Entre sus apodos se encontraban ‘El rey del regate’ y ‘El Kopa de los años 20’, que comenzó a sonar ya en la década de los 50.

Monchín Triana podía desempeñarse como interior o extremo derecho

En el cuadro colchonero sentó cátedra durante casi una década, desde 1918 a 1928, tiempo en el que conquistó como títulos principales tres Campeonatos Regionales Centro, disputó dos finales de Copa e inauguró el mítico Stadium Metropolitano en 1923. Sin embargo, problemas con el presidente rojiblanco Luciano Urquijo, que no le quería pagar por jugar, le hicieron tomar la decisión de fichar por el gran rival de la ciudad, el Real Madrid, que sí le ofreció un salario.

Aquel curso también llegaron a la entidad madridista grandes jugadores como Lazcano o Morera, a los que había que sumar al fenomenal Gaspar Rubio, fichado recientemente. Triana debutó en noviembre de 1928, aunque con anterioridad ya había jugado para el equipo merengue. Fue concretamente en la gira veraniega por Sudamérica, en 1927, donde marcó ante un combinado de Buenos Aires y la selección Chalaca de Lima y en la que también viajaron en la expedición futbolistas de otras entidades como Vidal y Travieso del Athletic de Bilbao, Urquizu de Osasuna o su compañero colchonero Luis Marín.

Su estreno liguero se produjo en la recién creada competición doméstica, y el rival no podía tener más enjundia: el Barcelona en Les Corts. Los merengues asaltaron el fortín blaugrana y vencieron por 1-2, aunque los primeros goles del artista del dribbling no fueron hasta la siguiente jornada contra su ex equipo en Chamartín. Triana logró un doblete y acabó con las esperanzas colchoneras, que se adelantó a la media hora de juego en el marcador. Fijo en los esquemas de Quirante, marcó otros dos tantos más y jugó 12 partidos de los 18 del calendario en una campaña donde el Real Madrid finalizó subcampeón.

Meses antes sí se había conquistado el Campeonato Regional que daba paso a disputar la Copa. Triana fue fundamental con su rendimiento en las eliminatorias previas ante el Real Oviedo, el Logroñés o el Athletic Club, al que le hizo dos dianas en San Mamés para que su club alcanzase la gran final. En ese partido, que ha pasado a la historia como ‘La final del agua’, el Real Madrid de los Quesada, Peña, Lazcano, Rubio o el propio interior guipuzcoano sucumbió en un terreno de juego encharcado frente al Español de Zamora, Saprissa o Bosch. El duelo concluyó 2-1 y con cinco expulsados, Triana y Rubio por filas madridistas, y González, Broto y Tena en el cuadro periquito.

Con la llegada del magiar Hertzka al banquillo blanco, Triana perdió mucho protagonismo en el equipo y se convirtió en un habitual suplente. En las siguientes tres campañas únicamente actuó en ocho partidos de Liga, cuatro del curso 29-30, uno de la temporada 30-31 y tres en la 31-32, donde se logró el primer título de la historia. Aunque su papel fue escaso, en ese triunfo sí resultó fundamental al convertir tres tantos, un doblete en la victoria en casa frente al Alavés y un gol en la visita a Ibaiondo, el campo del Arenas.

Su bagaje fue algo más extenso en el Campeonato Regional que se ganó en 1930 y 1931 y en las ediciones correspondientes de la Copa del Rey. En la primera, de nuevo el Real Madrid llegó hasta la final, pero volvió a caer, esta vez contra el Athletic Club en Montjuic. Triana forzó la prórroga, aunque un gol de Lafuente dejó sin el entorchado copero a los merengues. Un año después, el tope del equipo fueron los cuartos de final, donde no pudieron remontar el 3-0 que se trajo el Betis de Sevilla.

Triana, que había sido internacional en una única ocasión contra Portugal en Sevilla en 1929 y uno de los ídolos de Bernabéu que dijo de él que “quien se quisiera divertir fuera a verle jugar”, se fue alejando poco a poco del fútbol hasta que fue noticia con el estallido de la Guerra Civil. Residente en el barrio Salamanca en una familia muy religiosa, la casa de la calle Serrano fue registrada en numerosas ocasiones por los milicianos buscando a Ramón y sus dos hermanos. Finalmente los tres se presentaron a las autoridades en un error fatal que les condenó a la muerte.

Triana fue internacional en una ocasión

El 7 de noviembre de 1936, Monchín salió en camión de la cárcel Modelo y apenas una hora y media después fue fusilado en Paracuellos del Jarama. Sus hermanos, que se encontraban en la cárcel de General Díaz Porlier, sufrieron el mismo destino fechas más tarde.

En su honor, el Diario Marca y el Arriba crearon el 'Trofeo Monchín Triana' en 1952 al futbolista que hubiese destacado a lo largo de su trayectoria por un gran espíritu deportivo. El primer ganador fue Puchades, del Valencia, y también lo lograron otros mitos como Basora, del Barcelona, Gaínza, del Athletic, Gento, del Real Madrid o Yarza, del Zaragoza, que fue el último premiado en 1968.

Un jugador de otro tiempo, de antes de la Guerra. Un futbolista olvidado y poco conocido por muchos. Manuel Olivares fue el primer jugador de la historia del Real Madrid en ser máximo goleador de la competición liguera. Su experiencia previa fue en el Alavés, de donde llegaría junto a otros mitos blancos como Quincoces o Ciriaco.

Nacido en Son Servera, en las Islas Baleares un 2 de abril de 1909, se desempeñaba como punta. Fue un delantero de gran calidad, dominio del cuero, velocidad, oportunismo en el área, certero disparo con ambos pies y magnífico en el remate de cabeza. Se le conoció con el apelativo de “El Negro” por su oscuro color de piel. Pese a su procedencia balear se formó como futbolista en el País Vasco ya que emigró cuando tenía dos años a Fuenterrabía debido al trabajo de su padre que era carabinero.

Sus primeros pasos los dio en categoría regional en las filas del Avión de San Sebastián. Años después la Real no le quiso y se marchó al Alavés para sustituir a Unamuno. En el cuadro vitoriano hizo historia al ser el primer jugador en marcar un gol tanto en Segunda División como en Primera. El ‘Glorioso’ ascendió en 1930 y el estreno del balear en la élite del balompié nacional fue asombroso con ocho dianas en las tres primeras jornadas del Campeonato. Se puso en la cabeza de la clasificación de artilleros aunque posteriormente fue superado por Bata, Gorostiza, Arocha o Urtizberea.

Su gran papel no pasó desapercibido y fue incluido en el paquete del traspaso de Ciriaco y Quincoces al Madrid al concluir el curso 1930-1931 (tras un pago de 25.000 pesetas por cada defensa y 10.000 por el punta). En un comunicado oficial los merengues anunciaron su firma y confirmaron la entrega de 6.000 pesetas al delantero y una ficha de 800 pesetas mensuales.

En su primer año con Lippo Hertzka como patrón del cuadro capitalino forma un frente de ataque formidable junto a Lazcano, Luis Regueiro con el que se entenderá a las mil maravillas, Hilario y Luis Olaso. Debuta en agosto en un choque de pretemporada frente al Leganés aunque su estreno oficial no se produce hasta la jornada seis de Liga. El Español visita Chamartín y regresa a Barcelona con tres goles en el zurrón, dos de ellos de Olivares, el primero al aprovechar un balón dentro del área y el segundo al empujar el esférico a la red después de un disparo al travesaño de Eugenio, según crónicas de la época.

Un mes más tarde el balear completa probablemente su mejor partido como blanco. Madrid y Barcelona se miden en la jornada nueve y los blancos vencen por 2-0 con un doblete de Olivares. Los dos tantos llegan en la primera parte y este triunfo aupa a los de Chamartín al liderato en la tabla. Otras dos dianas suyas en San Mamés la jornada siguiente dan un empate clave en las aspiraciones ligueras aunque su mejor racha dio inicio en la jornada 11. Marca en cinco partidos consecutivos: ante Valencia, su exequipo el Alavés, el Arenas, el Español y el Real Unión y los merengues obtienen cuatro victorias y un empate a uno en el siempre difícil Stadium Gal de Irún. Sus once tantos le convirtieron en el mejor artillero de un equipo que alzó la primera Liga de su historia invicto y tras cantar el alirón en Les Corts en Barcelona.

La temporada siguiente de 1932-1933 el entrenador blanco fue el inglés Robert Firth que continuó apostando por el balear en la delantera. La vanguardia ofensiva tuvo el único cambio de Eugenio por Lazcano y Olivares entró en la historia de la Liga y el Real Madrid al erigirse máximo goleador de la competición con 16 tantos. Esos goles resultaron a la postre clave para revalidar el entorchado liguero tras aventajar en dos puntos al Athletic Club. En las cinco primeras jornadas “El Negro” apabulló a las zagas contrarias al conseguir nueve goles, con dos hat-trick incluidos. El Donostia y el Betis en casa sufrieron esos tripletes y además el Valencia recibió dos dianas y el Alavés en Mendizorroza una. A continuación Racing, Arenas y Athletic también hincaron la rodilla tras goles de Olivares y en la segunda vuelta perforó las mallas del Valencia en Mestalla y el Arenas en Chamartín el día que se certificó el título.

En su última campaña en la capital no logró un tercera Liga consecutiva pero si levantó su única Copa. En la Liga Bru sustituyó a Firth en la jornada 11 y Olivares acabó el Campeonato con solo siete tantos en 12 partidos, marcando eso si dos goles en el triunfo ante el Valencia o el primero en la victoria contra el F.C. Barcelona en la Ciudad Condal. Mientras que en la Copa fue titular en los tres primeros choques de la competición pero luego desapareció en favor de Pepe Samitier. En octavos los blancos eliminaron al Osasuna tras un global de 8-1 y en la ida de cuartos el punta superó al arquero rojiblanco Ispizua en las tablas a un gol ante el Athletic en San Mamés.

Tras dejar el equipo blanco en el verano de 1934 se va al Donostia (actual Real Sociedad) con el que logra seis tantos en 17 partidos en Primera. Una temporada más tarde baja de categoría para jugar y entrenar al Zaragoza con el que sube a la máxima categoría y el estallido de la Guerra Civil le sorprende cerca de Vitoria. Durante unos meses se viste de nuevo la zamarra blanquiazul para disputar una serie de encuentros amistosos y tras acabar el conflicto bélico regresa a la ciudad maña.

Con el inicio de los años 40 se enrola primero en las filas del Hércules que está en Primera y luego en las del C.D. Málaga compatibilizando el cargo de futbolista y entrenador. Su retirada definitiva de los campos de juego se produce en 1943 en el Algeciras para emprender una etapa como técnico que le lleva a pasar también por el Linense, el Salamanca, otra vez el Zaragoza en Segunda División, el Palencia, el Villena de Alicante, el Calvo Sotelo, el Betis o el Orihuela.

Con la selección nacional actuó en una sola ocasión en junio de 1930. El técnico José María Mateos le convocó para un amistoso en Praga ante Checoslovaquia que se decidió a favor de los locales por 2-0. La gran competencia en su puesto en la época con Bata, Campanal y sobre todo Lángara le impidió tener mayor protagonismo en el equipo nacional.

Falleció en la capital de España a los 67 años el 16 de febrero de 1976.

A lo largo de los 115 años de historia del Real Madrid han pasado cientos y cientos de futbolistas por el vestuario blanco. Algunos de ellos tenían parentesco familiar, desde padres a hijos pasando por hermanos, abuelo y nieto o tío y sobrino.

Los pioneros a los que les corría la misma sangre por las venas fueron los hermanos Palacios Gutiérrez, Julián y José. Julián fue uno de los fundadores de la entidad blanca a comienzos del siglo XX y además ejerció como presidente antes de la inscripción del Madrid como club. Jugaba como medio ala aunque las labores administrativas le impidieron disputar partidos oficiales. Sólo acudía a los entrenamientos y a algún choque amistoso. Por su parte José se desempeñaba en la misma posición y estuvo dos campañas en el cuadro merengue participando en un encuentro de Copa.

Coetáneos de los Palacios Gutiérrez fueron los hermanos Giralt, tres futbolistas nacidos en Cuba que hicieron buena carrera en el Madrid de la época. La familia tuvo mucho que ver en la fundación del club y Mario, Armando y José engrosaron la primera plantilla de la historia en el curso 1902-1903. Mario, un zaguero fuerte y potente físicamente, únicamente estuvo un año en el equipo, aunque fue fijo en el torneo de Copa. Mientras que sus hermanos sí permanecieron más tiempo en la disciplina madridista y obtuvieron las Copas de 1906 y 1907. Armando era un extremo izquierdo rapidísimo con una gran precisión en su zurda y José era un delantero rematador y fornido que logró dos tantos en sus diez partidos como blanco.

En la misma etapa y durante un lustro coincidieron los hermanos Yarza en los albores de la institución capitalina. Ambos llegaron en 1903 y se marcharon en 1908 con cuatro Copas (1905 a 1908) en su bagaje personal. Manuel y Joaquín ‘Quincho’ habían fundado el Moderno, club que fue absorbido por el Madrid F.C., y se incorporaron al cuadro merengue de inmediato. Manuel, vocal de la Junta Directiva y que actuaba como medio era un jugador contundente y eficaz en su juego. Por su parte Joaquín, que comenzó como extremo pero bajó a la defensa, formó una pareja legendaria con Berraondo gracias a su fortaleza física y su calidad en el corte.

Hermanos Yarza

En 1909 tres onubenses apellidados Pérez de Guzmán que se formaron en el Recreativo de Huelva, el decano del fútbol español, llegaron a Madrid para estudiar y compaginaron sus estudios con el balompié vistiendo la camiseta blanca. José, un centrocampista, y Luis  un ‘wing’ derecho  estuvieron hasta 1912, aunque solo disputaron dos encuentros oficiales de Copa. Mientras que Francisco, que era medio izquierda, se mantuvo una temporada más, hasta 1913. Los tres saltaron al campo a la vez en los dos choques de la Copa de 1910, pero no tuvieron mucha fortuna, puesto que el Madrid cayó en San Sebastián por 2-0 ante el Athletic y el Vasconia.

Con la llegada de los años 10 dos sagas familiares legendarias hicieron su entrada en el mejor club de la historia: los Bernabéu y los Aranguren. Marcelo Bernabéu, que era médico, y fue el principal culpable de que a Santiago le entrase el gusanillo por el deporte rey fue un magnífico defensa que descollaba por sus cualidades físicas y atléticas y por una enorme eficiencia en la marca. Titular durante siete campañas era habitual verle en las alineaciones de los choques de Copa y el Campeonato Regional. Santiago por su parte debutó en 1912 para demostrar con celeridad su gran potencia, su instinto para el remate, su poderío en el juego aéreo y su versatilidad en la punta del ataque. En su palmarés destaca la Copa lograda en 1917 aunque una lesión en las semifinales contra el España F.C. le impidió salir de inicio en el partido decisivo frente al Arenas.

Marcelo Bernabéu fue el culpable de que a Santiago le entrase el gusanillo por el fútbol

Aranguren, Eulogio y Sotero fueron argentinos que de pequeños se trasladaron a vivir a San Sebastián, donde se formaron como futbolistas. Eulogio fue un medio de gran calidad, habilidad y destreza con el balón en los pies. También podía bajar a la zaga y en sus años como madridista levantó la Copa de 1917 y tres Campeonatos Regionales. Su hermano Sotero aterrizó junto a él en 1911 y se mantendría en la escuadra madrileña hasta 1918. Brillaba como extremo izquierdo y fue uno de los mejores jugadores de la época en España. Rápido, desequilibrante, vertical y con un carácter muy fuerte, jamás se rendía fuesen las circunstancias que fuesen. Compartió once con Eulogio en la final contra el Arenas de 1917, tanto en el primer partido como en el desempate. Tras terminar sus estudios le destinaron a Miranda de Ebro y tuvo que dejar el Madrid para su desgracia. Cuatro años después, en 1922, falleció de forma prematura y el club blanco le homenajeó con una escultura de bronce en 1925 en la que figura junto a Machimbarrena. Hoy en día se encuentra en la bocana de vestuarios en el estadio Santiago Bernabéu.

Entre 1914 y 1915 les tocó a dos jugadores de origen francés que se trasladaron desde Irún a Madrid para estudiar en el Colegio de El Pilar: Juan y René Petit. Juan llegó en 1914 y era un magnífico interior, fino y con un fenomenal dominio del cuero que formó con Sotero Aranguren una banda extraordinaria. Estuvo tres campañas hasta que fue llamado a filas para el ejército francés en la I Guerra Mundial donde sufrió unas heridas de consideración que acabaron con su carrera. Su hermano René fue el primer gran crack madridista. Un delantero que actuaba también en la media y un mago del balompié. Elegante, técnico, hábil, inteligente y preciso en todas sus acciones, manejaba el juego de toque a la perfección. Jugó desde 1915 a 1918 un total de 29 partidos oficiales en los que logró 13 dianas y levantó como título principal la Copa de 1917, marcando además el primer gol en el duelo de desempate.

Hermanos Aranguren

Junto a los hermanos Petit llegó a coincidir unos meses Manuel Cominges, un interior gallego que comenzó sus estudios de Ingeniero de Caminos a la vez que firmaba por el Madrid en 1917. Futbolista muy alto para la época, 1,87m, era un jugador corpulento y dominante en el juego aéreo que actuó casi siempre en el Campeonato Regional aunque también disputó un partido de Copa. Su hermano Francisco diez años menor que él fichó en 1926 tras militar en el Hogar Vasco. Su demarcación era la de medio ala y tras jugar en Copa y en el Regional Centro pudo participar en tres partidos de la Liga 29-30. Concretamente salió ante el Racing, el Atlético de Madrid y la Real Sociedad y anotó frente a los colchoneros y los donostiarras.

En 1919 otras dos estirpes de hermanos se barruntaban en el cuadro blanco al fichar Pablo Hernández Coronado y Adolfo Mengotti. El primero era un madrileño que sería historia del club blanco durante casi medio siglo. Fenomenal guardameta también ocupó labores de entrenador, secretario técnico y directivo. Jugó tres años en diferentes partidos de la Copa y el Campeonato Regional. Falleció a los 100 años. Por su parte Mengotti nacido en Valladolid pero que adoptó la nacionalidad suiza por su progenitor fue un mediocentro sobresaliente por su velocidad, su intuición, su calidad en el pase y su temperamento. Estuvo seis años en la disciplina merengue donde ganó cuatro Campeonatos Regionales pero su mayor éxito fue la medalla de plata en los JJOO de Paris de 1924 donde representaba al Madrid.

Sus respectivos hermanos aparecieron en 1921 y 1923. Rafael Hernández Coronado un medio que practicaba el atletismo y el boxeo permaneció tres años aunque sus labores como médico le impidieron tener continuidad en el equipo. Por su parte Arturo Mengotti se desempeñaba como arquero y estuvo en dos etapas distintas en el club blanco (1921-1923 y 1925-1926). Muy centrado en sus estudios apenas disputó algún encuentro del Campeonato Regional Centro.

A mediados de la década de los 20 dos hermanos se trasladaron a Madrid desde Vizcaya: Ramón y Luis María de Uribe y Echevarría. Este último empezó a jugar en 1925 y se confirmó como un brillante definidor y anotador tanto en Copa como en el torneo Regional. Su larga carrera le permitió también disputar un partido de Liga contra el Arenas antes de marcharse al Athletic tras terminar sus estudios en la capital. Mientras que Ramón era un zaguero muy potente, típico del fútbol del norte, que estuvo al completo el curso 1926-1927 con tres choques del Regional como bagaje.

La siguiente dinastía de hermanos tuvo lugar en los años 30 y es una de las más célebres: los Regueiro. El mayor, Luis, fue firmado del Real Unión en 1931 para hacer historia en la casa blanca. Interior irrepetible, disponía de un gran talento, regate, creatividad, imaginación y elegancia. En sus seis campañas alcanzó los 164 partidos y un total de 87 goles que ayudaron a la conquista de las dos primeras Ligas del club, dos Copas y cinco Campeonatos Mancomunados. Su hermano Pedro descollaba en la media siendo un discípulo del gran René Petit. Se compenetraba muy bien con Luis y, aunque era muy seguro y enérgico en su juego, algunos le catalogaron como frío. Fichó en 1932 y estuvo hasta 1936 con unas estadísticas de 134 partidos oficiales y una Liga, dos Copas y cuatro Mancomunados como trofeos de prestigio. El último de los hermanos, Tomás, vio como el estallido de la Guerra Civil daba al traste con sus opciones de hacer carrera en el Madrid y apenas estuvo unos meses de 1936 en la plantilla merengue. Los tres pudieron concurrir en un mismo partido a la vez en el homenaje a Félix Quesada. El choque se celebró el día de Año Nuevo de 1936 en Chamartín donde los madridistas derrotaron por 4-1 (Luis marcó el primero) al Szegedi TC húngaro.

Hermanos Regueiro

Por último en los albores de los 40 los cántabros hermanos Alsúa fueron de los precursores del sensacional idilio de esta Comunidad Autónoma con el Real Madrid en cuanto a futbolistas se refiere. El mayor Antonio se incorporó en 1941 para consolidarse como extremo derecho gracias a su rapidez y sus centros medidos desde la cal que bien aprovecharon Barinaga o Pruden. Además también poseía un buen olfato de gol como atestiguan sus 43 dianas en 176 encuentros. En 1948 se marchó al Nástic de Tarragona pero lo hizo con dos Copas en el zurrón siendo titular en ambas finales. Mientras que su hermano Rafa tuvo menos recorrido y permaneció en la primera plantilla desde 1943 a 1945. Interior de buena distribución y regate no se consolidó debido a la enorme competencia existente en ese puesto. Apenas jugó cinco partidos oficiales en la Liga de la campaña 1943-1944 coincidiendo con Antonio en el once en los duelos contra el Castellón y el Español.

Otras parejas de hermanos durante la primera mitad del siglo XX fueron los Meléndez y los Contreras Dueñas, sin embargo en sus trayectorias únicamente figuran en determinados partidos amistosos. Adolfo Meléndez que era portero y luego ejerció como Presidente del club en distintas etapas fue un militar gallego y fundador de la entidad merengue. Por su parte su hermano Arturo también fue parte importante en la creación del equipo capitalino pero en su labor como defensa ayudaba en los entrenamientos y en partidos no oficiales. Mientras que César y Félix Contreras Dueñas eran dos leoneses que sobresalieron en el Recreativo Español de Madrid y ficharon por el conjunto merengue en 1921. Apenas tuvieron oportunidades salvo en duelos amistosos y a mediados de los años 20 dejaron el club. Félix volvería ya en los 50 para ser el médico de la primera plantilla.

El Madrid conquistó su primera Liga de forma brillante en la campaña 1931-1932. Con un equipo en el que destacaban Zamora, Quincoces o Luis Regueiro estuvo invicto en toda la competición y consiguió el alirón en Les Corts ante el F.C. Barcelona de Samitier. Precisamente el catalán sería el refuerzo de lujo merengue en la siguiente campaña, ya con el curso iniciado en los albores del año 1933.

Nacido el 2 de febrero de 1902 en Barcelona, se trataba de un jugador extraordinario, un delantero o volante muy habilidoso, inteligente, brillante, fuerte, con un gran regate, una enorme calidad en el pase y un disparo certero y preciso. A lo largo de la década de los 20 fue uno de los mejores atacantes del panorama un mundial. Un crack que tenía como apodos ‘El Mago’ y ‘El Hombre Langosta’.

El principal artífice de su fichaje fue Santiago Bernabéu, por entonces delegado del Madrid. Ambos guardaban una gran amistad y cuando el de Almansa se enteró que Samitier estaba siendo ninguneado por la directiva culé y figuraba en el mercado echó sus redes sobre él. En la jornada 6 del Campeonato de Liga de 1932-1933, el cuadro blanco visitó Les Corts y allí hablaron sobre el propio césped al no estar convocado el delantero blaugrana por lesión. Días más tarde la operación se ejecutó y Samitier viajó a la capital en avioneta el 7 de enero. No fue el primer tránsfuga que hizo el Puente Aéreo pero sí el más importante hasta la fecha.

En Barcelona la afición se quedó en shock al ver marchar a uno de sus grandes ídolos al rival merengue. Samitier que cobró 7.000 pesetas como prima de fichaje y tenía una ficha de 15.000 pesetas por temporada debutó con el Madrid en Atocha el día 5 de febrero ante el Donostia C.F. El delantero contaba con 31 años y empezaba a mostrar signos de un declive físico evidente por la edad pero en sus dos cursos militando en el club de Chamartín tuvo actuaciones muy importantes y fundamentales para la conquista de nuevos títulos.

Una semana más tarde se estrenó como goleador en la victoria en casa frente al Alavés por 2-0. La crónica de ABC cuenta que el tanto tuvo lugar tras una “jugada de presión madridista que concluyó Samitier con una finta habilísima, de mago y acróbata”. Pero fue en marzo en la jornada 15 cuando deleitó a su nueva afición con un partido maravilloso en el que además consumó la venganza ante su ex-equipo. Los culés se presentaron en Madrid lejos del primer puesto de la clasificación pero con la intención de dar un duro golpe a los blancos que comandaban la tabla. El inglés Firth alineó en el frente ofensivo a Lazcano, Luis Regueiro, Olivares, Samitier e Hilario y el Madrid ganó por 2-1 con doblete del barcelonés. El primero llegó de disparo cruzado y el segundo al fusilar a Nogués a escasos metros del marco. Disputó aquella campaña otros dos choques ligueros que se resolvieron con derrota pero no estuvo en el once el día del alirón ante el Arenas de Getxo en Chamartín.

La temporada venidera su presencia en el Campeonato de Liga fue casi testimonial al contar únicamente para Paco Bru en dos partidos, ante el Español y contra el F.C. Barcelona. Ambos se ganaron en Chamartín y frente a los culés Samitier no faltó a su cita con el gol celebrándolo además con claros gestos de alegría y emoción. Sin embargo no llegó el tercer título consecutivo debido principalmente a las lesiones en la zona defensiva. El papel preponderante aquel año del delantero catalán se produjo en el Campeonato Regional y en la Copa.

En el Mancomunado Centro-Sur jugó cinco partidos y además anotó en los triunfos frente al CD Nacional en El Parral y Chamartín y también en la contundente victoria en el coliseo merengue contra el Betis por 5-0. Los blancos sumaron dos puntos más que el Athletic de Madrid y alzaron el título al igual que los dos años anteriores. Mientras que en la Copa apareció por primera vez en la vuelta de octavos contra Osasuna al que hizo un doblete. A continuación el Madrid se enfrentó en una dura contienda al Athletic de Bilbao donde se tuvo que recurrir en dos ocasiones al desempate. Samitier participó en los cuatro partidos y en el duelo definitivo hizo el 3-0 con el que se cerró el marcador. En semis volvió a ser protagonista cuando en Chamartín se certificó el pase a la final al imponerse al Betis por 2-1 con dos dianas suyas en apenas cuatro minutos. En el encuentro por el título los merengues se midieron al Valencia en Montjuic y Samitier ocupó el puesto de delantero centro. Los che se adelantaron al poco de empezar la segunda parte e Hilario igualó en el 71 después de recibir un pase del ‘Hombre Langosta’. Tres minutos más tarde el delantero barcelonés realizó una jugada soberbia y asistió a Lazcano para el 2-1. Así terminó el partido y Ricardo Zamora recogió el trofeo de las manos de Lluís Companys, Presidente de la Generalidad de Cataluña.

Tras dejar el Madrid en el verano de 1934 continuó su carrera jugando algunos partidos con el Constancia de Inca, luego fue jugador-entrenador del Nacional de Madrid, también dirigió al Athletic de Madrid en 1936 y durante la Guerra Civil se exilió a Francia donde vistió la camiseta del Niza junto a Ricardo Zamora. Después del conflicto bélico regresó al Barcelona para sentarse en el banquillo blaugrana y más tarde para realizar labores de secretario técnico. Sin embargo tras nuevos problemas con algunos directivos se marchó en 1959 y Bernabéu llegó al rescate. Le ofreció continuar con esa faceta en el Real Madrid y Samitier aceptó. Permaneció un total de tres temporadas en la capital hasta que Enric Llaudet alcanzó la presidencia azulgrana y ‘El Mago’ con la aprobación de Bernabéu retornó a la ciudad que le vio nacer.

La selección española también jugó siempre un papel vital en la carrera de Samitier que consideraba un placer y un honor representar al combinado nacional. En sus once años como internacional jugó 21 partidos, una cifra altísima en la época, y marcó además dos tantos. Su debut llegó de la mano del de la selección en los Juegos de Amberes de 1920. España alcanzó la plata y Samitier participó en los tres partidos que se ganaron, perdiéndose el de Bélgica donde se cayó por 3-1. En los cuatro años siguientes fue básico en las victorias de algunos amistosos como contra Francia en 1922 y 1923 o Portugal. Regresó a unos JJOO en 1924 pero un autogol de Vallana dejó a España apeada en la primera ronda contra Italia. A finales de ese año anotó su primer gol contra Austria en Les Corts y en 1925 colaboró con su gran juego para que la selección doblegase a domicilio a Suiza, Austria y Hungría y derrotase por la mínima a la ‘azzurra’ en Mestalla. Sus últimos partidos discurrieron en 1928 y 1931 hasta su despedida con victoria y gol incluido ante lrlanda en Dublín.

Falleció a los 70 años y miles de personas tributaron un cálido homenaje a uno de los hombres más importantes del fútbol español en el siglo XX. Bernabéu no faltó a su despedida y viajó con toda la cúpula madridista para darle el último adiós.

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