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Madridismo y Queen

Madridismo y Queen

Escrito por: Jesús Bengoechea24 noviembre, 2015
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Se da por bueno el mes de febrero de 1971, con la llegada a la banda de John Deacon, como fecha de comienzo de la singladura de éxito y drama del grupo más madridista de cuantos pueblan el olimpo del rock´n´roll. Mercury, Taylor y May ya habían probado varios bajistas antes de la llegada de Deacon de igual manera que el club de Chamartín ya había probado numerosos presidentes antes de la llegada de D. Santiago Bernabéu, pero el Real Madrid que todos conocemos nace con D. Santiago como Queen comienza a hacer Historia con la llegada de John, consciente o no por entonces el tímido bajista de lo que se avecinaba en términos de Historia por hacer.

Bien es cierto que D. Santiago no tenía nada de tímido: alguna diferencia tenía que haber entre estos dos dibujos (el Real Madrid y Queen) aparentemente idénticos. Da casi rubor, de tan evidentes como son, explicitar las semejanzas entre el mejor club de fútbol del mundo y la banda más irrepetible del firmamento musical del siglo XX (y del XXI, pues uno de los rasgos en común más innegables viene dado por la tendencia en ambos casos a desprender inmortalidad de la manera más natural y con independencia de la muerte física de sus componentes en una u otra instancia). Si hay gente que aún precisa ser convencida de la excelencia de Queen, o del carácter objetivo de la otra asunción (es decir, la de la consideración del Real Madrid como mejor club de fútbol del planeta), no es de extrañar que no falte quien haya de ser convencido de que Queen y el Real Madrid no son más que dos caras (una rockera, otra futbolística) de la misma moneda: una con la cual se trafica en todos los mercados de divisas excepto en el de la mediocridad.

freddie mercury

La primera semejanza, por supuesto, tiene que ver precisamente con lo que comentamos: la pertenencia a la élite. Estamos comparando un club y un grupo cuyos nombres denotan común realeza, pero la enormidad de sus aportaciones en sus respectivos campos trasciende la anécdota de la adscripción monárquica de los significantes. No solamente el Real Madrid y la Reina son lo más grande, sino que ambos son conscientes de serlo, y en ninguno de los dos casos tienen pensado disculparse por ello. Son conscientes de su descomunal magnitud y no renuncian al pavoneo. Los enemigos de ambos critican desde su bilis en ebullición lo que continuamente llaman “prepotencia”, como si tanto la aspiración de llegar a la cúspide como cierta justificada complacencia cuando esta se alcanza no fueran legítimas. Roger Taylor: “Por supuesto que siempre quisimos ser la mejor banda del mundo. ¿Qué otra cosa vas a querer ser? ¿La cuarta mejor?” Jabois justificaba la  “altanería” del Madrid en sus artículos y Mercury se limitaba a cantar lo que no en vano un chiste (el chiste: esa veta anónima de sabiduría desenfadada, ese Fuenteovejuna de ideas felices) consagró como el himno oficioso del Madrid.

-Papá- le dice el niño colchonero a su progenitor del mismo signo en el improbable escenario de un Atleti recién proclamado campeón de Europa-, ¿por qué hasta cuando ganamos nos ponen el himno del Madrid?

Desde luego, We are the champions no es el único himno madridista concebido por Mercury y sus secuaces, que también crearon (lo sepan o no) Princes of the Universe en las profundidades del vestuario local de Concha Espina, por mucho que la leyenda diga que fue grabada en los estudios Musicland de Londres. Se trata de otra canción imbuida del espíritu de las grandes remontadas europeas de los ochenta, por las cuales el Madrid no piensa jamás presentar sus excusas.

Here we are. Born to be kings.

We´re the princes of the Universe.

Here we belong. Fighting to survive

in a world with the darkest powers.

 

Esos poderes tan oscuros de los que habla la canción son, a saber y por el siguiente orden: el Platinato, el Villarato y la prensa madrileña. La modestia no es en todo caso algo que presida esta descarga heavymetalera de incomparable y gloriosa arrogancia, como tampoco D. Alfredo conoció en su vida –y a muchísima honra- los melifluos mecanismos de la humildat. La humildat es atributo de la corrección política y tampoco es este un concepto que ninguna de las dos entidades de estudio se obsesionen en observar. El propio D. Alfredo, Juanito, Mourinho, Cristiano, Pepe (cero tolerancia a la dictadura apocada de los eufemismos) son puro espíritu Jazz con strippers y enanos y abundantes camareras campando por sus respetos.

Las remontadas ochenteras vienen caracterizadas por el mismo aura indestructible de la segunda liga de Capello: todo ello es puro Queen. En una discografía presidida por gran heterogeneidad de estilos y temas, hay una idea recurrente: la de no desfallecer jamás ante la adversidad, la de nunca rendirse, por hercúlea que resulte la tarea que arrostramos. Algo, desde luego, que se hace imprescindible recordar en estos días aciagos que vivimos ahora, cuando el Barcelona acaba de mojarnos la oreja inapelable y vergonzosamente. Antes del flamenco de José Mercé o de Steve Howe, según proceda, dejaremos en nuestra soflama bien claras las cosas.

While the sun hangs in the sky and the desert has sand,

while the waves crush in the sea and meet the land,

while there´s a wind and a stars and a rainbow,

until the mountains crumble into the plain,

we´ll keep on trying.

 

Madridismo ampuloso e irritante: madridismo del bueno, del que jode. Eso y no otra cosa es Queen, el eje central de cuya trayectoria es la resistencia ante la adversidad y el afán de excelencia cuando nadie da un penique por nuestra causa. Insistimos: ¿cabe mayor actualidad, cabe una más adecuada coyuntura que la presente para este mensaje?

Don´t lose your apetite.

Hang on in there.

Forget the danger signs.

Pray for that magical moment and it will appear.

Wait for the sunrise and everything will seem so clear.

Look straight ahead, look straight ahead.

 

Queen y el Real Madrid se parecen en lo que son y también en lo que no son, en lo que hacen pero también en lo que no hacen. Por ejemplo, ni el Real Madrid ni Queen han inventado nada. Se vanaglorian y con mucha razón de otras cosas, no de eso. Reservan su relativa y bendita pretenciosidad para otras cuestiones, como hacer ostentación de su universalidad o su confesada propensión a la megalomanía. Freddie habría sentido espeluzno ante las ruedas de prensa en las que Piqué o Alves inventan el fútbol, porque Queen nunca se las dio de haber forjado género musical alguno, limitándose a aplicar fórmulas ganadoras sobre lo ya inventado por otros. Hablamos de eclecticismo: cada canción y cada partido demandan una fórmula distinta, cada álbum y cada generación de futbolistas recomiendan un estilo de juego diferente. No hay un espíritu de autor reconocible, sino el simple afán de llegar a la victoria a través de un apabullante pragmatismo. La combinación esquizofrénica de géneros de A night at the opera es el Madrid del primer año de Ancelotti: en nada se parece su modo de avasallar al Bayern en semifinales a la ruta seguida en la agónica victoria de Lisboa; la velocidad del rayo, pero también la persistencia del martillo contra la pared; la factura incombustible del rockabilly tipo Elvis, pero también el clasicismo inalcanzable para las mismas masas a las que se seduce.

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Ni Queen tocó jamás en beneficio de una causa política ni juega el Madrid para ningún bando concreto, derechas o izquierdas. Con la posible excepción de la carga anti-armamentística de Hammer to fall, no hay una sola canción política en la discografía de los de Mercury. Tampoco, en agudo contraste con su rival más enconado, salta al Madrid al campo en la idea de servir de propaganda a movimiento alguno, o de vehículo promocional de escisiones o movimientos independentistas.Tampoco quiere el Madrid servir para lo contrario. Ambos son para todo el género humano. Tan pomposo e irresistible como eso.

De igual forma que hay personas muy religiosas que son más papistas que el Papa, Queen es un grupo que fue siempre más madridista -aunque ninguno de los cuatro lo supiera- que el propio Real Madrid. Así lo fue en lo de la lucha hasta el final, donde Freddie y los suyos adelantan en madridismo al club de nuestros desvelos. No hay mayor madridismo que el de cuatro tipos encerrados en un estudio de grabación haciendo música hasta que uno de ellos, consumida la última gota de energía de la enfermedad que le corroe, tiene que hincar las rodillas en el suelo gloriosamente derrotado.

Fundador y editor de La Galerna (@lagalerna_). Autor de Alada y Riente (Ed. Armaenia), La Forja de la Gloria (con Antonio Escohotado, Ed. Espasa) y Madridismo y Sintaxis (Ed. Roca). @jesusbengoechea

16 comentarios en: Madridismo y Queen

  1. Un artículo bastante redondo. Con las claves de lo que es el Madrid o el madridismo en esencia. No ese madridismo inventado que nunca existió. Ese del que hablan periodistas que en su mayoría son atléticos, barcelonistas o anti madridistas en su casi totalidad. Bernabeu, Di Stefano, Juanito, Michel... nunca fueron políticamente correctos. Eso para los del Pequeñito País Imaginario. Pero es que hasta en eso se miente. Como se disculpa a los Messi, Neymar, Bartomeu, Rosell, Mascherano o que hayan "comerciado" con menores, o que haya habido más que indicios de manipulación del campeonato de Liga y de Champions, como se disculpa que haya más que indicios de doping generalizado con misteriosas lesiones de 24 horas cuando aparecían los "controles sorpresa" en los entrenamientos, como se disculpa el robo del ATM por parte de sus dirigentes......
    Desde hace tiempo es un todo vale, nunca se investigará. En parte porque los miembros de la prensa deportiva son unos vagos que como no valían para nada más les metieron a cubrir el fútbol, en parte porque todo forma parte de una maquinaria corrupta bien engrasada. No deja de ser la maldición de nuestro tiempo. Como dato diré que para que el Madrid ganara la única Liga de los últimos años tuvo que hacer récord de puntos y de goles. Si se mueve en registros menores no la va a ganar. Como todo sistema corrupto, este de ahora, cree que va a ser perpetuo. Lo malo para ellos es que la Historia te demuestra que nada lo es y que cuanto más arriba y más tiempo has estado, más rápido y más brutal es la caída. Lo malo para nosotros es que términos objetivos, este sistema nos puede sobrevivir. Lo malo para todos es que se van a cargar el Fútbol

    1. Estimado Máximo, ya conoce usted nuestro intento de ser escrupulosos ante los insultos explícitos. Le rogaríamos mayor contención en este sentido, sin que ello suponga, claro está, una reducción de su carga crítica contra quien quiera.

      1. Observo que se refiere a la palabra delincuente en referencia a los jugadores que han admitido su fraude a la Hacienda Pública y en referencia a los dos dirigentes que andan inmersos en un proceso judicial de difícil escapatoria. No creo que sean insultos como tal, si quiere se le pueden añadir el "presunto", pero eso es un tecnicismo de obligado cumplimiento en ustedes los periodistas, no tanto en la calle. De hecho si yo dijera que Al Capone era un asesino, no haría más que describir la verdad, aunque fue encarcelado por evadir impuestos. Intentaré ser más escrupulosos, aunque esto sea menos descriptivo con la realidad.

        1. El problema no era tanto ese como algún calificativo, digamos animalesco, hacia algunos jugadores del Barcelona. En cualquier caso, le agradecemos mucho el tono de su respuesta y el propósito que anuncia.

  2. Articulo maravillosos, genial.
    Don Jesús, usted domina con maestría el periodismo, el cine, como demuestra aquí también la música, y encima es madridista... y de los buenos/grandes. Cada día le admiro mas. Porque esta usted casado sino...... no se me escapaba ni con alas.

  3. Hay algo que siempre me ha parecido extraordinario de Queen, porque es muy difícil de encontrar en otros grupos de rock, y es su optimismo, su energía positiva, su canto a la vida, su felicidad. De este punto en particular no es que pueda el Madrid presumir demasiado, pero debería ser una meta más a conseguir. Debemos quitarnos ese lastre de negativismo, de hipercriticismo que nos lacera; y seguir adelante.

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