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La trampa de Florentino

La trampa de Florentino

Escrito por: Jorgeneo27 mayo, 2015
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Aquella mañana, Pitina se levantó pronto. Sabía que era el día. Su marido se había pasado los cuatro últimos años estudiando los motivos de aquella derrota por tan sólo seiscientos votos ante Ramón Mendoza. Para un ganador como Florentino, aquel resultado fue un varapalo muy importante. No entendía cómo el socio, ante un club a la deriva económicamente y con una degradación institucional imparable, podía haberle dado la espalda en las urnas.

-Te has levantado con cara de presidente del Real Madrid. Te lo noto. ¿Lo quieres sólo o con leche?- le preguntó Pitina mientras colocaba las tazas de café sobre la mesa.

-Lo sé, hoy no volveré a perder. Lo tengo todo controlado. Con leche, cariño.

Florentino estaba sonriente, había detectado y encontrado solución a todos los errores que le habían hecho perder en las anteriores elecciones. Para un ingeniero de Caminos acostumbrado a tenerlo todo extremadamente calculado, el populismo fue el factor que le había fallado en aquella ecuación.

-O viene Figo o me haré cargo personalmente de todas las cuotas de socio del año que viene.

Demasiado argumento para una afición acostumbrada a tenerlo todo menos una cosa: el capitán del Barça.

Porque Florentino llegó al Madrid como llegaban al poder los políticos romanos hace más de dos mil años: prometiendo pan (que acabaría con la inanición de las por aquel entonces “hambrientas” arcas del club) y circo (representado en la figura de Figo).

Lorenzo Sanz , que sin embargo aquella mañana decidió no madrugar, también disfrutó del café sintiéndose ganador:

-Lorenzo, son casi las 10 y aún sin duchar. ¿Es que no piensas ir a votarte hoy?

-Mari Luz, somos los actuales campeones de Europa. Con todo lo que les he dado, no hay nada que temer. Tómate el café tranquila.

Sanz fue a votar pasadas las 12:00. “Me he dormido” dijo a los periodistas. A Sanz le pilló por sorpresa el resultado final de aquellas elecciones. Olvidó que el Madrid es un club que mide su éxito o fracaso sobre la presunción de que hay que ganar siempre. En el Madrid no ganas un título de cuatro, pierdes tres.

El Madrid ha sido siempre un club especial. Lorenzo fue capaz de dominar Europa con un club endeudado, una ausencia total de proyecto deportivo y con uno de sus cinco hijos como titular.  Si hay algún presidente de club deportivo que sea lector de La Galerna, por favor, que no intente hacer esto en su casa: solo está al alcance de este club.

Sanz, en cinco años y con un abanico de siete entrenadores distintos fue capaz de ganar dos ligas, dos Champions y una Intercontinental. Para llegar a ese nivel de excelencia, el Barça ha necesitado la insistencia en un mismo modelo de juego durante años y la aparición de uno de sus mejores jugadores de la Historia: Messi.

El fichaje de Figo empujó a Florentino a la presidencia cambiando las normas que hasta ahora regían este tipo de comicios y le sirvió para dar un golpe de timón dentro del fútbol español.

Un año después, se trajo a Zidane, un hecho que cambió para siempre las normas de gestión de este deporte.

Florentino entendió que solo a través de los grandes jugadores podría conseguirse un modelo sostenible tanto en lo deportivo como en lo económico. Y ahí cayó en su propia trampa.

No fue el primero, desde luego.

Floper

Perilo, un herrero de la época griega, construyó para Falaris, el dictador, un novedoso método de tortura: un toro de bronce con espacio suficiente en su interior para meter a una persona. Dicho Toro se ponía encima de una hoguera y provocaba la cocción, literal, de los allí ejecutados.

Falaris pensó que aquello era una gran idea y le pidió a Perilo que se metiera dentro y demostrara su eficacia. Como se podrán imaginar, el resultado de aquello fue un Perilo asado.

Hugues Aubriot, consejero durante el reinado de Carlos V, mandó construir la Bastilla como medida de protección para la ciudad de París. Acusado de herejía, fue precisamente el primer encarcelado en aquel terrible edificio.

En Escocia, el regente Morton, inventor de la “Doncella”, que era una especie de guillotina pero algo más sofisticada, acabó decapitado por su propia creación años más tarde.

La lista es interminable. Y Florentino no escapó tampoco a aquella maldición.

Florentino Perez rompía con el perfil habitual de los dirigentes que gobernaban el futbol español. “Soy un pecho frío, no me dejo llevar por las emociones” (y no he venido aquí para jugar al mus o al parchís, le faltó decir en claro mensaje al por aquel entonces dirigente vecino Jesús Gil y Gil, q.e.p.d) y la realidad es que desde su llegada al mundo del fútbol, hace ahora 15 años, la gestión del club no ha dejado de ir siempre un paso por delante del resto.

La figura del director general deportivo, las giras asiáticas, la explotación de los derechos de imagen del jugador, la aparición de nuevas fuentes de ingresos más allá de la taquilla y televisión… Todas son creaciones de la factoría Perez, y hoy en día es difícil encontrar un club puntero que no las tenga.

Recordemos que Florentino coge un club que antes de su llegada cobraba 500.000 euros por un amistoso y tres años después su caché no bajaba de los cinco millones. Imagino que el periodismo, en el fondo, se refiere a eso cuando habla de “vender camisetas” en tono despectivo.

El primer mandato de Florentino termina con siete grandes títulos: dos Ligas, una Copa de Europa, una Copa Intercontinental, dos Supercopas de España y una Supercopa de Europa.

Se pasa de ocupar el sexto puesto en ingresos en el ranking de los principales clubes europeos a arrebatar el primer puesto al Manchester United.

Se multiplican por seis los ingresos por esponsorización, imagen y publicidad y se duplican los obtenidos por taquilla.

Y todo esto a pesar del “dispendio económico” que supuso traer a Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham. . Sí, el periodismo también aprendió de economía con él y comprendió la diferencia entre gasto e inversión.

Todo esto quiso echarlo abajo Lorenzo Sanz en las elecciones del 2004 con Milan Baros y Maniche. Florentino ganó, claro, con un 95% de los votos y de Sanz aún se piensa que sigue escondido dentro del Toro de Falaris.

En las manos de Sanz estaba la baza de Eto’o…Hoy se recuerda aquello como el mayor error de la era Florentino, algo que no deja de parecerme curioso si nos atenemos a la realidad de aquel momento.

Florentino había conseguido algo maravilloso hasta desde el punto de vista de los románticos: el mundo del futbol giraba, por fin, en torno a los jugadores. Ellos eran el motor económico y deportivo del club. El Real Madrid se mostraba al mundo como la única entidad que ponía al jugador por encima de todo. Y a mí, como a todos, aquello me parecía bien.

El Real Madrid demostraba que la única manera de poder fichar a “Zidane” era fichando a Zidane. Cada incorporación de un galáctico dejaba al club en una situación económica mejor que la anterior, haciendo posible la llegada del siguiente.

El primero que vio la trampa que estaba creando Florentino fue Camacho. “No tengo jugadores, tengo multinacionales” advirtió. “Quiero hacer un entrenamiento por la tarde y no puedo porque hay una planificación extradeportiva”

Florentino, que fue el primero en apostar por la figura del director deportivo, había conseguido quitarle valor en solo un mandato:

“Para fichar a Zidane y Ronaldo también valgo yo”, decía el socio. Como si él también se viese preparado para llevar al club a tener la posibilidad de hacerlo.

La bola de nieve era imparable. Ya no había mérito en poder fichar a Zidane porque (gracias a él) YA, cualquier socio, podía fichar a Zidane.

Aquel modelo que le llevó a lo más alto a nivel económico y deportivo era en realidad un “toro de bronce” y, como aquel herrero griego, Florentino acabó asado dentro de él.

A pesar de que su primera etapa “coincidió” con los peores años del Barça a nivel deportivo e institucional (algo que los medios de comunicación nunca le perdonarían, obvio) en 2006 decide abandonar el club. "Soy el culpable de haber malcriado al vestuario”, espetó.

Lo que vino después es una muestra más de lo poderoso que es este club. El baile de entrenadores, presidentes y jugadores durante aquellos tres años no evitó que incluso hasta el Barça de los Xavi, Messi y Puyol acabara haciendo pasillo ante un equipo capitaneado por Guti y Sneijder, relaciones públicas por aquella época de media docena de discotecas de la capital. El día que nos organicemos de verdad habrá que inventar otro deporte.

Tras tres años que parecieron treinta, y con el fútbol recién reinventado, Florentino decide volver. Y, como en aquel verano del 2000, lo hace habiendo calculado y ponderado todos los errores que le llevaron a tener que abandonar el puesto, superado por la obra que él mismo creó.

Desde entonces ha probado todo. Incluso le dejó un año a Valdano para hacer y deshacer a su antojo. A pesar de que ya en 2009 Ancelotti era la idea que tenía Florentino, fue finalmente Pellegrini el que llegó al club.

Pero aquel empresario que había devuelto al club a ser el más poderoso del mundo no podía volver a triunfar. Por eso el acoso mediático desde entonces ha sido brutal. Hiciera lo que hiciera, estaba mal. Además, en la acera de enfrente se encontraba un Barça al que habíamos dejado renacer de sus cenizas. Con el poder mediático y deportivo bajo mínimos solo quedaba una esperanza: traerte al mejor entrenador y dejar que él solo hiciera el resto.

Siempre digo que contratar a Mourinho fue un arma de doble filo. Su poder “desinfectante” no sólo alcanzó a nuestros peores enemigos, sino que también se coló por las tuberías del propio club. En solo tres años Mourinho desenmascaró a todo el mundo. La prensa “supuestamente afín” ya no volvió a ser la misma desde entonces. Como tampoco lo sería el “status” que la figura del jugador había conseguido en nuestro modelo. Ni la liga, ni el país ni nuestro club demostraron estar preparados para sostener todo lo que supone Mourinho. El portugués entendió esto y se marchó: “Llamadme para cuando realmente esteis listos”, murmuró.

Pero Florentino aún tenía una idea rondando su cabeza. En el fondo, hasta ahora nunca había hecho realmente lo que a él de verdad le apetecía: fichar al entrenador y los jugadores que le diera la gana.

En 2013, y con el camino despejado gracias al “huracán Mourinho”, lo consiguió: se trajo a Ancelotti y diseñó un equipo a su antojo. Ganamos la Champions y la Copa al Barça, dejando en la cuneta de ambos trofeos al Bayern de Guardiola y al Atleti. Venganza cumplida, y todo siendo fiel a aquella idea.

El lunes en la rueda de prensa se le vio triste. Apagado. Se limitó a leer un comunicado que probablemente ni tuvo ganas de escribir personalmente. Fue artificial, lleno de tópicos. Esta vez no había explicaciones para un cambio. O sí: “Somos un club exigente”, decía. Una trampa dentro de otra trampa. Quizá detrás de ese mensaje esté la clave.

No me imagino cómo deben ser las mañanas de Florentino ahora. Sin Pitina calentándole el café y decidiendo en soledad qué camino escoger. Él representa ahora, más que nunca, la figura de aquel constructor de la Bastilla encerrado en su propia cárcel. Pero salir de ella podría suponer la destrucción de un símbolo de poder, de una fortaleza hábilmente construida para defenderse ante cualquier ataque enemigo.

Ahora será el turno de Benítez, y muchos apuntan a que quizá esta vez renuncie definitivamente a su idea de gestión. Pero creo honestamente que esa afirmación supone no conocer a Florentino. Ni el poder de una idea.

“¿Cuál es el parásito más resistente? ¿Una bacteria? ¿Un virus? ¿Una tenia intestinal?
– No. Una idea. Resistente. Altamente contagiosa. Una vez que una idea se ha apoderado del cerebro es casi imposible erradicarla. Una idea completamente formada y entendida, que se aferra.”
Origen, de Christopher Nolan

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Madridista de la cosecha del 79. Nací un 15 de junio, como Laudrup. Fui Valdanista en los 90, Raulista a principios del siglo XXI y Casillista hasta el 2012. O sea, como todos vosotros. Y nada más.

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