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La Galerna de los Faerna
Clint Eastwood: Cazador blanco

Clint Eastwood: Cazador blanco

Escrito por: Nacho Faerna30 noviembre, 2016

Nuestro editor quería que desde estas páginas demostráramos que Harry Callahan, William Munny, Bronco Billy y Josey Wales, es decir, Clint Eastwood, tienen el corazón tan blanco como cualquier mocita madrileña. Vamos a intentar alegrarle el día.

La decisión más importante que tiene que tomar un director de cine es dónde colocar la cámara. La puede poner a la altura de los ojos, como recomendaba Howard Hawks, o liarse a hachazos con el suelo para contrapicar lo más posible y ver los techos, como le gustaba a Orson Welles. Montarla sobre un travelling supone una cuestión moral, si hacemos caso a Jean-Luc Godard, razón por la que tal vez su muy puritano compatriota Robert Bresson la anclaba en un plano fijo y nunca cambiaba de objetivo. También cabe la posibilidad de fusilar la escena desde múltiples, ubicuas y espídicas cámaras con todas las lentes posibles, como hacía Tony, el menor de los hermanos Scott. Nadie puede negarles a estos cineastas tener un estilo, cada uno el suyo, pero innegociable.

Los partidarios del tiquitaca cinematográfico prefieren el plano secuencia, los angulares y la profundidad de campo. Nada de palomitas. Iñárritu sería su máximo exponente. Mucha intensidad, mucho contraluz, banda sonora con instrumentos étnicos, mezcla de actores famosos y gente de la calle. Personajes levitando y cosas así. ¡Qué maravilla! ¿Cómo lo habrán hecho?, se pregunta el aficionado gafapasta. Aburrirse un poco no sólo no está mal visto, se diría que es imprescindible. O sea, el Barça.

Luego está Clint Eastwood, que te rueda tres peliculones uno detrás de otro ("Sin Perdón", "Un Mundo Perfecto" y "Los Puentes de Madison") con la misma solvencia con la que despacha tres mediocridades también consecutivas ("Invictus", "Más Allá de la Vida" y "J. Edgar"). Para que lo entiendan, es capaz de encadenar dos finales de Champions y ganarlas pero luego se pasa años sin conquistar una Liga. A Eastwood no le pidas virtuosismos ni planos para enmarcar, su estilo no enamora. Desde que descubrió la steadicam filma el noventa por ciento de sus películas siguiendo a sus personajes con aparente indolencia, dando lugar a una puesta en escena funcional, sin estridencias. Que no sabe a lo que juega, vamos. Estoy seguro de que es de los que cuando el director de fotografía le pregunta qué tipo de luz quiere para la escena se limita a contestar "una que se vea". Sus actores pertenecen a la escuela de Spencer Tracy y Robert Mitchum, cuyo método consiste en no tropezar con los muebles, pararse en la marca y recitar el diálogo; escuela de la que él mismo es un insigne representante. No son actores, son atletas. Hasta que protagonizó "Los Puentes de Madison", el ex alcalde de Carmel hacía todos sus papeles combinando dos únicos gestos: la mirada acerada con guiño leve de uno de los ojos, o la mirada acerada con leve crispación de la comisura del labio. Al lado de Meryl Streep, sin embargo, descubrimos que también podía sonreír. Desde que la Garbo rió en "Ninotchka" no se había visto nada parecido. Yo pienso siempre en la sonrisa de Clint cuando veo a Zidane prodigar la suya en las ruedas de prensa. No me cuesta trabajo imaginarme al francés dando órdenes desde la banda con un poncho en lugar de con abrigo. El sábado pasado contra el Sporting de Gijón no le habría venido mal el sombrero de ala ancha para protegerse del diluvio.

clint-smiling

"Cahiers du cinema", la revista que reparte carnets de excelencia cinematográfica, dictaminó hace años que Eastwood es un auteur en toda regla, y desde entonces nadie se atreve a dudarlo aunque hace tiempo que no nos ofrece una de sus obras maestras. A él no parece importarle; con ochenta y muchos sigue estrenando una media de una película cada dos años, steady para arriba, steady para abajo. Dicen que cuando un guión le gusta no cambia ni una coma. Que es tan rápido rodando que los miembros del equipo llegan a sus casas a tiempo de ir a recoger a los niños al colegio. Raramente hace más de dos tomas y muchas veces la que va a positivar es la de los ensayos. Ya me dirán qué filosofía de juego es esa, dónde queda el arte. Por otro lado, le acusan de excesivamente conservador en lo político, así que no se extrañen si cualquier día de estos alguien afirma que sus Óscars en realidad los ganó Franco.

Creo que ha quedado suficientemente demostrado que la palidez del jinete sólo se puede deber a su incontestable madridismo.

 

 

 

 

Número Tres

Nacho Faerna, el tercero de los Faerna, es guionista y novelista. O sea, que le pagan por mentir, pero tuitea gratis en @nachofaerna y @galernafaerna. Se toma muy en serio sus placeres. El Madrid es uno de ellos.

7 comentarios en: Clint Eastwood: Cazador blanco

  1. Buenas tardes, no puedo estar más de acuerdo con la comparación y valoración que hace del
    bueno de Clint, al que yo considero el más fiel seguidor de John Ford por la forma tan clásica de
    narrar, algo lógico cuando ya esta casi todo inventado, desde su primera película "El fuera de la Ley"
    ( película absurdamente minusvalorada) allá en los lejanos 70, me dio la impresión de que hay había
    director, hasta llegar a sus últimas joyas como Gran Torino, El Intercambio, Medianoche en el jardín
    del bien y el mal( una de mis favoritas) y que de decir de Sully, otra maravilla y que algunos han
    ninguneado por el apoyo de Clint al republicano Donald Trump, Sería un honor que Clint fuese
    madridista. Excelente artículo D. Ignacio.
    Saludos blancos, castellanos y comuneros

  2. Una mínima precisión de detalle de otro Faerna en comisión de servicio: "El fuera de la Ley" (1976) no fue la primera película dirigida por Clint Eastwood, sino "Play Misty for Me" (1971), que creo recordar que en español se tituló "Escalofrío en la noche" o algo así. Por lo demás, comparto esa rara debilidad por "Medianoche en el jardín del bien y del mal", que no será la mejor película de Clint, desde luego, pero de la que es imposible salir sin juramentarse para conocer Savannah antes de morir.

    1. Coincido, José María, y te recomiendo la lectura del libro en que se basa "Medianoche", tan espléndido y turístico (en el mejor sentido de la palabra) como la propia película. Por cierto, un minuto de silencio por la gran Lady Chablis, que se autointerpretaba y nos dejó para siempre hace unos días.

      Aprovecho para recomendar la muy poco conocida 4ª película como director de Clint: "Breezy", obra maestra absoluta y precursora de "Los puentes de Madison", con un espléndido William Holden.

    2. Buenas tardes D. José María, gracias por la precisión cronológica, no sólo no recordaba el dato
      sino que es una de las pocas películas de Clint que no he visto, intentare hacerlo si la reponen
      en alguno de los canales de cine de la televisión de pago. Aunque sea la primera tendrá su interés
      Saludos blancos, castellanos y comuneros

  3. ah, y un apunte. Aunque estoy de acuerdo que el cine de Iñarritú es claramente barcelonista (un globo hinchado, pura apariencia sin sustancia, un artefacto para deslumbrar a las masas wannabé culturetas) quiero reivindicar (¡Heideggetr tb reivindicaba el aburrimiento como herramienta de interpretación ontológica!) que también hay aburrimiento propiamente madridista, que nada tiene que ver con el que se estila en el Pequeño País de Ahí Arriba...ese dejarse ir en cuanto el marcador está a favor, ese vagabundeo indolente y baudelaireano por los campos, ese aristocrático spleen con el que se contempla la posesión ajena, como el que observa el esfuerzo de unas trabajadoras hormigas a sus pies...

    Si, ese dejarse ir nos ha dado algún disgusto y algún cabreo, pero oiga...Mejor eso que ser uno de esos atléticos a los que se les dispara la adrenalina -como auténticos bieberlivers en un concierto ante el simple movimiento del flequillo de su ídolo- cuando su entrenador agita los brazos. Al fin y al cabo, hasta el propio Huston/Eastwood deja pasar perezosamente el tiempo (y el trabajo) en Cazador Blanco a la espera del epifánico encuentro con el único adversario que le merece respeto (y atención).

  4. Hay un tema ("el artista madridista, https://www.youtube.com/watch?v=jhjLtzh0g3w ") de los muy blaugranas (por no emplear otra palabra) Los Planetas que ya traza este paralelismo explícitamente:

    "Porque ya está aquí el artista madridista,
    los centrales del infierno sí que dan de verdad.
    Cazadores blancos con corazones negros,
    si te cruzas con el bueno más te vale rezar"

    Pese a las inevitables referencias a supuestas complacencias arbitrales que pueden hacer que el tema siente como una patada, el combo granaíno, no puede evitar dejar caer una mirada absolutamente fascinada por El Mejor Equipo Del Mundo, propia de todos aquellos que (mal)viven resentidos a la sombra de un grande; Así no solo la canción se cierra con una más que significativa confesión a su audiencia gafastoide (gafapastimo y barcelonismo, como señala el magnífico artículo, son lo mismo): "entran ganas de apostar por el caballo ganador"; sino que, además, la segunda estrofa se describen los sentimientos del culé frente al madridismo en términos explícitamente amorosos, como los de una doncella (o doncel) burlada y engañada por el Don Juan merengón:

    "Me llevó de la mano a su habitación,
    viaje iniciático en el ascensor.
    Confié en sus palabras, le entregué mi corazón,
    y todo lo que tenía se lo llevó."

    Y no es el único ejemplo. En otras canciones podréis encontrar más referencias al Mejor Equipo del Siglo XX ("he leído en el MARCA que se ha lesionado el niñato"= Raúl. Etc, etc. ), indeleble testimonio sonoro para la historia del Pop español de lo que es eso que convenimos en llamar, técnicamente, "madriditis".

    pd: dadle una segunda oportunidad a J. Edgard. Clint se lo merece.
    pd(bis): Para desintoxicarse de lo de los Planetas, si alguien se ha atrevido a pinchar en el enlace...comandante.... https://www.youtube.com/watch?v=D15vFF-LY6s

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