Anís del mono

Ver a la plantilla del Madrid ataviada con un mono de fórmula 1 puede resultar estimulante si entendemos el gesto como alegoría de poner la quinta marcha y ya no parar hasta que lleguen los títulos. Sin embargo, reconocemos que nuestras legañas se han fijado primero en el titular que nos propone Marca -muy elaborado, por cierto, ejem-, con el resultado de haber dado un leve respingo nervioso al provocarnos la menos estimulante imagen mental del Mono Burgos.

Pero no. Ni Burgos, ni el anís, ni la ansiedad provocada por un síndrome de abstinencia, ni tampoco el Amedio que acompañaba a Marco (no Asensio). Nada de eso ocupa hoy a la portada de Marca, sino un tratamiento más inocuo de la palabra mono. La literalidad del vocablo referido a una prenda le sirve al diario madrileño para referirse al trabajo que se le viene encima al Madrid durante este mes de noviembre, cargado de partidos importantes, algunos de ellos incluso decisivos. Bien. A currar se ha dicho. Esperemos que no se repita la verbena de la paloma polaca que, sin mantón, protagonizó un desconocido Real Madrid hace apenas unos días. El chotis se baila en una baldosa, pero a ser posible en una que no se tire al propio tejado, que ya bastantes piedras nos caen de otros lados.

El mantra de la pegada, mentado otra vez por Marca, bien podría ser una de esas piedras, tal vez no en el tejado, sino en el zapato; una china, una gota malaya que, ya nos perdonarán, estamos algo hartos de recibir, incluso disfrazada de elogio. Se empieza hablando de la pegada del Madrid y se acaba confirmando que el equipo no juega a nada, cosa que ya "sabemos" desde que Gento estaba en el vientre de su santa madre. Sí, queridos galernautas, lo sabéis tan bien como nosotros: el Madrid gana, cuando gana, porque mete goles, porque define más que el rival cuando llega al área, porque sus individualidades de talonario así lo propician, porque la abuela fuma (y no parecen cigarros), porque una mentira repetida mil veces que tienden a infinito ayuda a no tener que pensar demasiado. ¿Y quién puede pensar bajo los efectos del mono?

Y con vestimentas seguimos. Si tenemos en cuenta algunos precedentes, tal vez no sea la más adecuada esta que nos lleva James en la portada de As, o tal vez sea la vestimenta perfecta para connotar lo que el periódico quiere connotar: acaso un James de asfalto y velocidad, uno perseguido por el relato mítico de las autopistas colombianas, uno pillado a demasiados kilómetros por hora en un lance de la pasada temporada. No da puntada sin hilo el diario As, pero James no ayuda con esa chaqueta como de neumático y ese coche atrás, aunque faltaría más que el colombiano no pudiera ponerse lo que le dé la gana, sea aprovechado más o menos por la redacción de Relaño, siempre al acecho.

Quiere jugar más James, y eso le honra. Asume James que no es decisión suya, y eso también le honra. Desmiente que su relación con el entrenador sea mala, y eso nos reconforta. Reconoce James que dicha relación no es la de dos amigos que quedan para cenar con sus respectivas parejas cada sábado noche, sino la de dos profesionales -uno subordinado a otro-, y eso nos parece lo más normal del mundo, estimado Relaño. Si el DRAE nos informa de que apto es "idóneo, hábil, a propósito para hacer algo", solo podemos celebrar la definición de la palabra usada por James para definir su vínculo con Zidane y con el Madrid en general. Enésimo tiro errado, amigos del As.

Otro tiro errado podría ser el fichaje de Aleix Vidal por el Barcelona -no como el de Douglas, ni como el de Alex Song, claro está-, pero en la aldea del Arce culé nunca pasa nada, los tiros que no rozan diana se convierten en dulces ocasiones para seguir adelante por el camino de baldosas amarillas. Ni un reproche, ni una polémica, ni una palabra más alta que otra por los errores cometidos. Al más puro estilo del avestruz, un error es solo la posibilidad de meter la cabeza bajo la tierra mientras la prensa, amiga fiel, aplaude el gesto y propone novedosas novedades de confección. Ay, si Aldous Huxley levantara la cabeza...

Se encontraría con un gol de Bakero (¡), con la reposición de La casa de la pradera, con Michael Landon pleno de amor y dulzura, con el recurso a los orígenes de la mitología culé, con su particular caballo de Troya, ese que nos quieren colar a cada paso desde tantos frentes distintos. Pero es de madera, o mejor, de cartón piedra, mero atrezo. Anís del Mono para todos.