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Mirarle a la Historia a los ojitos

Mirarle a la Historia a los ojitos

Escrito por: Antonio Valderrama30 marzo, 2020
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Hoy cumple años Sergio Ramos, el capitán del Real Madrid. Cumple 34. 34 años ya. Cada vez falta menos para que se retire. Cada vez nos queda menos Sergio Ramos. Lleva tanto tiempo con nosotros, vistiendo la blanca, que forma parte del paisaje, físico pero sobre todo mental, de casi dos generaciones de madridistas. Supongo que ser capitán del Real Madrid, tener hijos con Pilar Rubio y ser el capitán de la selección nacional de España, deben ser motivos suficientes para sentirse realizado en la vida. Por si hiciera falta, Sergio Ramos, natural de Camas, provincia de Sevilla, hijo de la Paqui y del Rubio, es el único jugador, después de Franz Beckenbaüer, que ha levantado tres Copas de Europa seguidas, como capitán.

Pero para Sergio Ramos, en términos de grandeza, nunca hay suficiente. Así se reconoce a quien lleva el Madrid tatuado en la sangre. La idea de grandeza que implica representar a este club trasciende la fealdad de lo cotidiano. Es ahí donde ha encontrado Ramos, siempre, la mayor incomprensión, el agravio incluso entre su propia gente. Pero es la grandeza, la ambición de ella, soñarla mirando a las estrellas, lo que ha distinguido de toda la vida a la gente del Madrid, desde los hermanos Padrós, desde Pedro Paragés, Santiago Bernabéu y Florentino Pérez. Supongo que nacer cerca de donde vinieron al mundo dos emperadores de Roma ayuda un poco. Este año quería ser el primer jugador de la Historia del fútbol en levantar, con el brazalete, la Copa de Europa de clubes, de selecciones nacionales y el oro olímpico; el coronavirus, que no el City de Guardiola, se lo va a impedir. Pero eso no significa nada: el año que viene lo volverá a intentar, como volvió a arrojarse sobre la gloria por cuarto año seguido en 2014 tras ser apeado de su umbral por tres veces, en 2011, 2012 y 2013, en alguna siendo el dramático protagonista de episodios que habrían arruinado la carrera de cualquiera.

De cualquier otro que no se llame Sergio Ramos. Hace poco, recordando a Lorenzo Sanz en el día de su muerte, Ramos dijo de él que había sido quien conectara al Madrid viejo con el nuevo. Lo mismo se podría decir de él. A veces, el Bernabéu se ve reflejado en el espejo del césped de una forma tan cruda y clara, que reniega de su imagen y tarda en abrazar su recuerdo, demasiadas veces, demasiado tarde.

Vamos a decirlo ya. Sergio Ramos es el mejor defensa que ha jugado con la camiseta del Madrid. Su lugar en el once histórico de la institución deportiva más importante del mundo es incuestionable, pero además es uno de los tres mejores defensas de la Historia del fútbol. Le mira a la cara y tutea a Beckenbaüer, a los viejos italianos de los cuentos en blanco y negro, supera a todo lo conocido hasta la fecha en España, por supuesto, de largo: sólo se le puede medir Piqué, ni siquiera Puyol, un futbolista admirable y de su linaje de campeones valientes, pero con los pies y la cintura de un balompié obsoleto. Con los dos conquistó la inmortalidad: él es la única constante en la línea de 4 de atrás de la selección española que ganó tres torneos internacionales de forma consecutiva. Ahí aprendió qué significaba la palabra dinastía. Ramos tiene la colocación, la salida del balón, el desplazamiento en largo, la anticipación y el dominio aéreo de los gigantes. Pero por encima de todo, Ramos es un líder: un tipo que nace sabido, un héroe que simplemente tiene que aprender a dominar y utilizar sus poderes. El aprendizaje fue duro. Pero no es posible concebir el Ramos que derribó a martillazos la pared de los doce años en Munich y Lisboa sin el Ramos que no sabía tirar los fueras de juego, perdía la cabeza contra Ronaldinho y Messi o mandó a las nubes el penalti decisivo ante Neuer.

Las etapas, el camino, son las cicatrices que adornan las manos que levantan las copas.

Ha estado tanto tiempo aquí, desde aquel verano del año 2006 en el que Florentino Pérez le propuso a José María Del Nido el pago de la cláusula de rescisión de su contrato con el Sevilla y éste lo vendió a su parroquia como la traición del hijo favorito de la tribu, que todos nos hemos acostumbrado a él. Y él, para vestirse la capa de los patriarcas madridistas que establecen las leyes del mundo, también se ha terminado adaptando a nosotros. Renunció a una vida larga y cómoda en un reino pequeñito en el sur por intentar ser el rey en el charco más grande de todos. Lo ha conseguido, a cambio de que cada vez que pisa el estadio donde estaba predestinado a triunfar, lo reciban a pedradas. Pero es el sino de los ungidos. El proceso ha sido largo y ha estado marcado por tantos vaivenes que la forja del cariño no ha resultado sencilla. A veces, tampoco agradable. Nunca lo es con las fuerzas de la naturaleza. A Cristiano Ronaldo el madridismo ha tardado casi dos años, dos años de ausencia y de orfandad, en reconocerle, por fin, su impacto cósmico en el devenir de los acontecimientos que han configurado el Real Madrid del siglo XXI. Con Ramos pasará lo mismo, porque así está escrito en los libros antiguos: ofréceme tu hijo, Abraham, en sacrificio, y yo te daré la gracia.

Imaginémonos todos, juntos de la mano, una cosa. Minuto 92:48. Da Luz, Lisboa. Modric saca el córner perfecto y Sergio Ramos lo remata. Sin embargo, su testarazo es tan perfecto que la trayectoria alcanza, limpia, el poste derecho de la portería del Atlético de Madrid. Y no entra. ¿Qué habría ocurrido? ¿Existiría el Real Madrid? ¿Seguiría existiendo España, Occidente, la civilización tal y como la hemos conocido hasta la visita del COVID-19?

Son preguntas que nunca nadie tendrá que responder jamás, porque Sergio Ramos metió aquel cabezazo, y como Pedja Mijatovic en mayo de 1998, cambió para siempre el rumbo del Madrid. Sólo hombres como él, que nunca piensan en cómo se los verá si hacen el ridículo, son capaces de, como San Cristóbal, coger al niño-Dios por el cogote y llevarlo a la otra orilla de un río furioso. Sólo la gente como Sergio Ramos hace posible ese milagro que llamamos Real Madrid Club de Fútbol.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

6 comentarios en: Mirarle a la Historia a los ojitos

  1. Estoy muy de acuerdo con bastante de lo expuesto en el artículo. Dicho esto, espero y deseo que, llegada la próxima renovación, D.Florentino sea parco en su propuesta, tanto en dinero como en tiempo. No deseo que el Madrid se coma la inevitable y ya visible decadencia. Conociendo al personaje y sus conexiones mediáticas, tengo por seguro que sería la madre de todas las decadencias.
    Si no se llegara a un acuerdo, adiós. En el fútbol como en la bolsa, el último beneficio que lo gane otro.

  2. Si quieres ensalzarlo y elevarlo a las aras del olimpo , vale , cada uno tiene sus gustos , pero decir que mira a la cara y tutea a Beckembauer , es , no solo no tener ni idea de futbol ni de deporte ,sino además insultar al buen gusto .
    Para cuando , algún estudioso de las estadísticas nos enseña las docenas de goles regalados a los rivales ? . Regalos que han costado más partidos de los que se han ganado por sus goles , bastantes más .
    De la oferta de cincuenta millones del MU y la posterior de China , de los balonazos a Reguilón , de la tarta a Mou , del peloteo al farsa , de eso , ya hablamos en otra ocasión , si , os parece .
    El mejor defensa que ha jugado con la camiseta del Madrid , que risa .

  3. Jugador de calidad contrastada y de rendimiento un tanto irregular. Algunas cuestiones , en algún caso con su representante de por medio, fuera de la cancha , y también en el campo, criticables. Pero, haciendo un balance , es indudable la enorme aportación de Sergio Ramos al Madrid.Tal como bien explica el autor del artículo.

  4. A mí Sergio Ramos me parece un gran jugador, que ha aportado mucho al Real Madrid. Con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero más buenas que malas. No creo que tenga una renovación y final de contrato distinta a la del resto, no he visto hacer al club ninguna excepción en ese aspecto.

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